👑40👑
-¿¡Como que no viene!? - Lance parece estar escandalizado. Que raro... ironía.
-Está lloviendo más allí que aquí. -Corán está con las manos tras la espalda, tranquilo. Conoce al Príncipe como si fuese su hijo.
-Aquí ni siquiera a empezado a llover Lance. ¿Puedes al menos mirar el cielo? Está prácticamente negro. -su hermana suspira agotada. Shiro aparece detrás de ella. -No va a venir.
-Genial.
-¿Tantas ganas de verla? Hace días no tenías tantas.
-Hace días te comias los mocos. -se burla.
-Y tu las uñas. -se la devuelve su hermana.
-¡Eran los nervios, gili...!
-Lenguaje. -Corán habla de fondo mientras teclea el teléfono. -Llamaré a Palacio de nuevo para novedades.
-Gracias Corán. -dice sonriendo victorioso, mirando a Allura con altaneria. La albina rueda sus ojos y se esfuma de allí.
-Ten cuidado, no te mojes sin siquiera salir afuera.
-Sin siquiri silir ifiri. -refunfuña el supuesto futuro rey de Altea. Corán está con el teléfono pegado a la oreja. -Corán si... -el pelirrojo levanta su mano cortando sus palabras. Lance rueda sus ojos. Que aburrimiento de lugar, de verdad. -Déjalo. -el albino sube las escaleras y se mete en su cuarto.
Si no recuerda mal lo poco que tiene en la cabeza, era invierno, o el nombre que recibiese el hecho de hacer frío en aquel planeta púrpura.
Su camiseta lila estaba rasgada en sus mangas. Era irónico, pero aún haciendo alrededor de 8°, Keith tenía frío.
Sus manos no dejan de trabajar donde está. Es cuando siente unos pasos próximos a su espalda cuando sus articulaciones se endurecen y se vuelven rígidas.
-Este es.
-¿Este? -las voces que hay detrás suya apenas disimulan. Simplemente hablan, sin importarles mucho que hay delante. -Pero él...
-Créeme, es lo que buscáis allí. -Keith traga saliva. Cierra sus ojos y desea que no estén hablando de él. Es cuando siente la ropa pegarse a su cuerpo y tirarle hacia atrás de la zona del cuello cuando sabe que hablan de él.
-Tú, tu nombre. -Keith le mira algo atemorido. Sus labios están pegados entre ellos, y probablemente la voz le tiemble.
-Ke... Keith. Kogane. -dice con voz suficientemente firme como para que no se rían de él en su cara.
-Así que Kogane. -los galra se miran entre ellos. -¿Tienes mentor?
-¿Men...?
- Si. Yo. -Takashi Shirogane, Shiro para él, el único que ha estado a su lado en las tareas para los galra en el imperio, alza su voz a su derecha. -Takashi Shirogane, señor.
Fue entonces cuando empezó relativamente todo.
A Keith se le hace complicado a veces recordar tanto. Siente toques en la cabeza, como su propio pulso o sus propios latidos chocar contra sus oídos. Es tan desagradable... es tan.
Un destello de luz inunda su habitación. Está a solas.
¿Eso que ha oído es un trueno? Por que desea con su alma que no sea así.
-¡Gracias, gracias Corán! -es cuando Lance oye el timbre cuando sabe que todo ha salido como quería. Romelle está en la entrada esperándole, y no puede esperar a dejarle pasar.
Sale con un paraguas a la entrada del pórtico del Palacio y ve entrar a Romelle con un paraguas en la mano. Guapa hasta corriendo. -Hola.
-Hola Lance. - susurra sonriendo. El albino acerca su rostro al ajeno. Lo único que recibe es un beso en la mejilla. Pues bien empieza, piensa. -¿Tienes secador? Me he empapado el pelo.
-Claro, princesa. -dice sonriendo, guiñando su ojo. Cierra la puerta e impide que se cuele la lluvia en el interior.
Escucha unos chasquidos por las escaleras.
-¿Que haces?
-He oído jaleo y quería saber que... -Allura levanta sus ojos y sonríe. Es Romelle, le sorprende hasta a ella que haya aceptado a venir. -Hola.
-Hola. -dice con una sonrisa en los labios. Sus pómulos se encienden un poco más que antes.
-Trae un secador anda. Se ha mojado el pelo.
-Puede subir a los cuartos, es más cómodo. -bendito comentario, Allura. Bendito comentario.
-Es verdad. - Lance le tiende su mano. -Ven conmigo. -dice con una sonrisa en la boca.
Si, acaban en su cuarto. En el de Lance, por supuesto.
-Ya está, adelante. -dice con una sonrisa en los labios. Romelle se sienta en la cama mullida de Lance y suelta su pelo de su coleta. Lance muerde su labio al ver semejante melena de oro. Tan larga y suave... parece de verdad aldogon de azúcar a base de oro... algodón de oro. Cada una de las hebras parecen tener más valor que su propio palacio. Romelle lo echa a un lado y deja su nuca un poquito despejada. A Lance le llega el aroma que ella sola desprende. Huele a dulce, como a perfume caro.
Romelle pasa el secador por su pelo con lentitud y calma, asegurándose de que ni un sólo tramo se quede húmedo.
-Que largo. -murmura Lance.
-Gracias. -sonríe.
-¿No te has planteado nunca cortarlo? -Romelle frunce el ceño. -Me refiero... un cambio de look. Aunque estas preciosa así. -el de cabello albino sonríe. Romelle le devuelve dicha sonrisa.
-Gracias... pero no. Me gusta largo. -se lo recoge de nuevo y le mira a los ojos. -¿Tu familia... tu madre no...?
-Si, morena. Pero supongo que es el paso del tiempo. -dice sonriendo. ¿Y si me tinto?, piensa. Mañana tal vez, piensa de nuevo. -Tu estas preciosa. - Lance acaricia su mejilla, aproximando su rostro. Romelle en cambio se encuentra estática.
-Gracias Lance... tú también estás muy guapo. -se oye la tormenta destrozar cultivos y calles con la lluvia. Lance acerca sus labios a los ajenos y planta un suave beso que ni la misma lluvia cortó. Romelle continuaba con sus manos en sus propios muslos.
Bueno, una acaricia su brazo.
Lance en cambio se permite el lujo de acariciar su mejilla y parte de su nuca.
No quiere fardar pero... se ha liado con ella. Es un paso. Es prácticamente de noche, y Romelle no puede volver:
-Llueve mucho. -susurra mientras Lance besa su mejilla. Sus manos resbalan de forma dulce y ansiosa por su cintura.
-Quédate a dormir... mañana te llevan a casa. -sólo quiere intentar meter algo de mano y... pues si duerme con una chica bonita mejor que mejor.
-Pero... ¿y si...?
-Vamos, que no pasa nada. -Lance sonríe y extiende su mano. -Confía en mi. -Romelle sonríe de vuelta y coge su mano. Lance tira de ella y le deja sobre su propio cuerpo.
Son entre risitas y besos con y sin lengua cuando se meten entre las sábanas. No pasa nada de nada. Romelle no le da consentimiento, y eso es sagrado en una relación. La que sea. Es sagrado.
La tormenta no parece cesar.
Es tarde y Lance está durmiendo con Romelle.
En cambio, Keith tiene miedo. Está sólo.
Está sólo.
Está lloviendo.
Hay truenos y está sólo.
Sólo.
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