Prefacio
2018
El frío de la noche se me cuela por cada poro del cuerpo y me llega hasta los huesos. Lloraría, lloraría tanto que mis lágrimas ahogaran mi dolor si tan sólo pudiera encontrar la fuerza para hacerlo.
—Sierra... —Mi hermana Rubí susurra mi nombre. No la miro.
Ni tampoco le respondo.
—Sierra cariño... todos los invitados se han ido ya. He tenido que mentir a papá y mamá para que se fueran. —Me esfuerzo por abrir la boca y pronunciar alguna oración coherente.
—Sólo un poco más, Rubí.
Sólo un poco más... —pido.
Más bien, suplico.
—Han pasado cuatro horas Sierra. No va a venir. —Niego contundente. No es cierto, vendrá.
—Claro que lo hará Rubí. No digas esas cosas, Asli me ama y vamos a casarnos hoy, ¿entiendes? Algo debe haberle sucedido. —Sí, es justo eso.
¡Le ha ocurrido algo!
—He llamado a Seth. Me ha pedido disculpas antes de colgar el teléfono. Lo siento, hermana. Lo siento mucho. —Los enormes ojos verdes de Rubí me miran con una mezcla de sentimientos que no sé descifrar. Pero está equivocada, lo sé. Tiene que estarlo.
—No. Él me pidió matrimonio, me regaló este anillo y compré este vestido tan hermoso para hoy. ¿Entiendes? No va a dejarme aquí. Asli nunca me dejaría aquí.
—Y las lágrimas comienzan a fluir, lo vuelven todo más real.
—Está bien, Sierra. Está bien.
—Su voz me deja percibir su lástima y odio ese sentimiento.
—¡No, Rubí! no... —Y no tardo mucho en pasar de la ira al dolor de nuevo.
Cuando sus brazos se envuelven a mi alrededor, tengo una visión mejor de la vista fuera de la carpa. La luna, ya en todo su esplendor, ilumina los asientos vacíos. Los pétalos de rosa esparcidos por el camino que yo debía recorrer, el altar hecho de flores donde debía casarme.
El lugar donde Asli debería haber aparecido.
Y la realidad se cierne sobre mí como la noche. Me golpea justo en el corazón y siento el dolor físico que me provoca. Entonces descargo mi rabia, mi frustración y mi tristeza en forma de llanto.
Mis manos suben hasta mi pelo ya algo desprolijo, me deshago de la alfiler que lo mantenía sujeto y la dejo caer al suelo.
Mi cabello castaño cae a ambos lados de mi cuerpo y mis manos agarran mi vestido mientras salgo de ahí y me despido de mi fallida boda.
De ese lugar.
Y de Asli.
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