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Capítulo 35

—Buenos días, Petra.
—Buenos días, Sierra.
¿Necesitas ayuda? —La rubia señala las bolsas en mis manos, sonrío y niego.
—No, gracias. No pesan mucho.
—¿Segura? Soy fuerte.—Señala su bíceps, provocándome reír.

—¿Por qué tanta amabilidad?
—Alzo una ceja, divertida.
—¿Puedo ser honesta, Sierra?
La verdad es que me interesa caerte bien. —Se encoge de hombros pero su sonrisa no se borra.
—¿Y eso?
—Digamos que... me interesa alguien de tu ambiente. —Sus mejillas se tiñen de un tono carmesí. Suelto una risa.

—¿Asli? —Y cuando su nombre sale de mis labios, la joven se carcajea en mi cara.
Frunzo el ceño. ¿Qué he dicho?
—Disculpa que me ría, Sierra pero me parece gracioso que creas que es él. —No entiendo nada. —Rubí, Sierra. La que me interesa es tu hermana.

Me tapo la boca con la palma de mi mano y con la otra golpeo mi frente.
¡Soy una imbécil!
—¡Ay dios! Perdona, Petra. Soy una idiota. —Ella no parece estar ofendida y le resta importancia meneando su mano en el aire.
—No te preocupes. —Asiento.

—Y en cuanto a Rubí... ahora está soltera. —Le guiño un ojo y sigo subiendo por las escaleras. De fondo oigo sus risas.
Abro la puerta de casa, Asli se encuentra viendo la tele.
—He preparado la comida y fregado todo. —Anuncia.
Pero yo ignoro sus palabras, más interesada en contarle el chismorreo.

—¡A qué no adivinarías quien le gusta a Petra! —Exclamo, incapaz de contenerlo por mucho tiempo.
—Rubí. —Dice simple.
¡Dice simple! ¿cómo lo sabe?
—¿Qué? —Suelta una carcajada.
Termino de colocar los productos comprados y voy a sentarme junto a él.
—Tú nunca te enteras de nada ¿eh, Sierra? —Se burla de mí.
Le doy una colleja y susurro un "capullo".

—¿Qué estás viendo? —En la imagen se puede distinguir a un par de chicos que caminan por la playa.
—Es un programa de citas.
—Responde sin más.
—¿De citas? yo nunca he tenido una cita. —Comento, sin mayor intención.
Y es cierto, Asli y yo nunca tuvimos una cita.
Sólo nos enamoramos y me pidió matrimonio, todo en menos de un año.

El moreno gira todo su cuerpo hacia mi, repentinamente interesado en mi comentario.
—¿En serio? ¿nunca? —Agacho la cabeza, algo avergonzada.
Tal vez no debería haber dicho nada.
—No. Mi primer y único novio y yo nunca tuvimos una cita.
—Explico rápido.

—Yo tampoco he tenido ninguna, quiero decir... —Ríe.
Entonces y como de costumbre, tengo una idea.
Seguramente mala pero es una idea.
—¿Y te gustaría tener una?
—No piensa mucho antes de contestar.
—Sí, parece divertido. —Una oleada de nervios me invade, muerdo mi labio.

—No tengo ni idea de como se hace esto pero... ¿quieres tener una cita conmigo, Asli?
—Él parece confuso en un principio pero luego su rostro se ilumina y me siento obligada a matizar.
—Quiero decir... ¿qué puede ser mejor que tener tu primera cita con tu amiga? —Esas simples palabras cambian todo o más bien, lo aclaran.

—Sí, quiero. —Y un rato después, estoy escogiendo ropa.
En mi armario hay un vestido de seda negro, es ajustado y mediano, también unas botas.
Peino mi cabello en ondas, me tomo más tiempo del que necesitaría normalmente.
Y me siento un poco estúpida y demasiado nerviosa.

Es una estupidez pero para mí, es importante como pocas cosas en el mundo.
Salgo de mi habitación, el moreno lleva unos vaqueros negros, una camisa blanca y una chaqueta de cuero.
Su boca se abre con exageración cuando me ve.
Me siento indefensa ante esa mirada.

—¿Por qué me miras así? —Mi voz apenas se escucha, trago en seco.
—Si tuviera que volver a vivir ese accidente y despertar con amnesia mil veces más por volver a verte con ese vestido, lo haría sin dudarlo. —Oh, creo que voy a morir ahora.

—¿N-nos vamos ya? —Abre la puerta de casa, salgo por ella y me voy quitando las botas según bajo las escaleras para poder conducir.
Nos montamos en mi coche y conduzco con una trayectoria fija, sé perfectamente a donde voy.

—¿No piensas decirme a donde vamos? —Sonrío.
Juega con sus manos en su regazo y me mira de reojo cuando cree que no le veo.
—¿Sabes lo que es la sinestesia, Asli? —Pone sus ojos sobre mí y me lo confirma con un movimiento de cabeza.

—Es cuando algunas personas relacionan colores con la música, ¿no es así? —Hago un movimiento con mi mano, indicando que es más o menos correcto.
—En realidad es un poco más amplio que eso, Asli.
Es acerca de las sensaciones, es algo muy interesante.

«Mi padre tiene sinestesia y cuando Rubí y yo éramos pequeñas, estábamos celosas de eso. ¡Nos parecía maravilloso! Y queríamos sentir lo que él sentía... —Voy deteniendo el coche según entramos en el aparcamiento.

—...así que mi padre hizo algo con una colega. Para que así, mi hermana y yo pudiéramos entenderle mejor. —Salimos del vehículo.
Frente a nosotros está el museo de arte de la ciudad.
Hoy hay una exposición acerca de la sinestesia.
La hacen cada año desde hace quince, durante una semana.
Se lo voy explicando al moreno según entramos.

En la sala, hay un espacio para los colores, otro para comidas, otro para música y demás.
Hay una preciosa combinación de tonalidades que van desde lo cálido hasta lo frío con un buen contraste.
—Es interactiva, se trata de que toques todo, As. —Me burlo de él, que parece no querer tocar nada por miedo a romperlo.

El moreno pone un dedo sobre un cuadro de color naranja.
—¡Ouch! me he quemado.
—Tengo que aprietar los labios para no reír.
—¿Por qué me he quemado?
—Me encojo de hombros.

—¿Quieres probar la comida?
—Asiente. Nos acercamos a un plato que contiene varios pedazos de fruta.
El moreno toma uno y se lo come.
—Sabe a manzana. —Y entonces sí, me río con ganas.

—Será porque es una manzana, hombre.
Tienes que ponerte esto antes de comer. —En mis manos cojo el casco.
Me acerco hasta él y se lo pongo, es parecido al de una moto pero no es rígido.
Es a base de cables y velcro que se ajusta a la perfección.
—Ahora sí, come. —Repite la acción anterior y luego lleva su mirada hasta su hombro.
Da una vuelta sobre sí mismo.

—Me han acariciado el hombro, Sierra.
¡Lo juro! —Le pido que baje el volumen con un gesto y me apoyo en su citado hombro para reír.
—¿Por qué no pruebas algo más? —Toma otro pedazo de comida y se la lleva a la boca.
Entonces parece sentir mucho desagrado.
—Genial, ahora me pica la planta del pie. —Intenta rascarse como puede y yo siento punzadas en el estómago por tanto carcajear.

—¡Vamos a lo de la música!
—Emocionado, toma mi mano y corremos hasta esa parte de la exposición. Tomo un casco para él pero él coge otro.
—Esta vez tú también. —Mojo mis labios y asiento.
Me lo pongo con un poco de su ayuda y pulso el botón que da inicio a la música.

Suena "Shallow" de Lady Gaga y Bradley Cooper y yo cierro los ojos. Veo rojo, veo muchas tonalidades diferentes de rojo.
—Cereza, pastel, sangre, vino...
—Enumero todo lo que veo.
—¿Perdona? celeste, añil, azul oscuro, azul desgastado...
—Asli hace lo mismo que yo.

La música se cambia y suena "Surrender" de Natalie Taylor.
—¿Qué ves, Asli? —Mi voz se vuelve un susurro, algo privado, sólo para nosotros.
—Te veo a ti. —Abro los ojos y me está mirando. Pongo los míos en blanco y suelto una carcajada.
—Cierra los ojos, estúpido.
—Lo hace.

—¿Y ahora qué ves? —Vuelvo a preguntar.
—Te sigo viendo a ti. —Pero ahora, sus ojos sí están cerrados.

Salimos del museo, nuestras caras ahora iluminadas por la luz de la luna llena.
—¿Vamos a casa? —Río.
—¿Crees que nuestra cita ya ha terminado, Mersin? Ni de broma. —Hace una mueca de susto y me pongo en marcha.
Llego hasta una zona de hierba, perfecta para la última parte de la cita.

Del maletero, saco una cesta de picnic.
—¿De dónde has...? —Mira ésta con curiosidad.
—Ese es un secreto, lo siento.
—Encuentro un lugar con hierba baja y estiro la típica manta a cuadros rojos.

Saco fruta, sándwiches, snacks, zumo y también una botella de vino.
—¿Ha cocinado Rubí, verdad?
—Me cruzo de brazos, tocada y hundida.
—Ella es la talentosa de la familia, no tengo la culpa.
—Confieso.

Cojo la botella de vino y rebusco dentro de la cesta.
Pero no encuentro nada, he olvidado traer un sacacorchos.
—¿Y ahora como voy a abrir esto? —Lo digo en voz alta.
Asli toma mi mano, haciendo que mi búsqueda cese y me arrebata la botella.
—El zumo es más sano.
—Juguetea. La devuelve a su sitio y yo le sonrío como agradecimiento.

Entonces me dejo caer hacia atrás en la hierba y el moreno hace lo mismo que yo.
Miramos las estrellas, están más brillantes que nunca.
—¿Sabes que muchas de las estrellas que vemos en realidad están muertas?
Pero su luz permanece.
—Observo al chico junto a mí. 

—¿En serio? Dime más. —Y en realidad, yo ya lo sabía.
Porque me gusta mirar las estrellas.
Pero me gusta aún más mirar a Asli hablando de algo que le gusta.

—Así es, lo aprendí en un documental. Es increíble ¿Verdad? Porque no puedes diferenciar cuales están vivas y cuales no. Todas brillan por igual.
Son como algunas personas, supongo. Se marchan pero su luz sigue viva.

Voy a responder pero en ese momento, un chorro de agua me moja la cara.
¡Por dios, los aspersores!
—¿Por qué riegan a las once de la noche? —Asli medio pregunta medio grita mientras se pone de pie.
Su mano coge la mía y la otra la cesta.
Con mi otra mano tiro del mantela y corremos como dos niños asustados al coche.

Ya dentro, a salvo del agua y con nuestros corazones a mil por hora, le miro y río.
Mi respiración se corta y no me doy cuenta de lo cerca que estoy de él hasta que casi no hay distancia entre nosotros.

Sus ojos se cierran y mi mano, con voluntad propia, toca su mejilla.
Pero entonces me alejo antes de decir: —Volvamos a casa.

Son tan preciosos 😭😭😭

NOTA: Os dejo parte de la canción "Surrender" de Natalie Taylor para que entendáis mejor ese parte del capítulo 😉
😉

Whenever you're ready

Can we, can we surrender?
Can we, can we surrender?
I surrender
No one will win this time
I just want you back

I'm running to your side
Flying my white flag, my white flag
My love where are you?
My love where are you?
Whenever you're ready x4
Can we, can we, surrender?
Can we, can we, surrender?
I surrender

Cuando estés preparado

¿Podemos, podemos rendirnos?
¿Podemos, podemos rendirnos?
Yo me rindo
Nadie ganará esta vez, sólo quiero que regreses

Estoy corriendo hacia ti con mi bandera blanca, bandera blanca
Mi amor ¿dónde estás?
Mi amor ¿dónde estás?
Cuando estés preparado
¿Podemos, podemos rendirnos?
¿Podemos, podemos rendirnos?
Yo me rindo”

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