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014

Cerró la puerta de la habitación de nuevo, y cuando dio unos cuantos pasos por el suelo seco escuchó algo mojado de sí mismo, bajando la mirada descubrió que en su arranque había mojado sus zapatos. Una mueca apareció en su rostro al pensar que tendría que lavarlos. Tomó las otras botellas regándolas por las habitaciones y la última por el pasillo.

No perdió tanto tiempo, haciendo lo mismo con el piso de abajo, dejando un pequeño rastro hasta la puerta de afuera, y se dio cuenta de que tampoco quería esos zapatos, así que se los quitó y los lanzó dentro de la casa llevando luego su mano hacia el bolsillo de su chaqueta sacando la caja de fósforos y encendió uno mirando la casa frente a él.

"A la mierda con Kim Heemin y su puta casa" susurró antes de que el fuego consumiera todo el fósforo y tocara sus dedos. Lo lanzó hacia el rastro que había dejado y esperó pacientemente cuando el fuego hizo contacto con la gasolina, comenzando un incendio leve que pronto comenzó a propagarse rápido por su casa de madera.

Y ahí, mientras la observaba arder Taehyung se río con lástima del pequeño Taehyung que se había prometido no mudarse porque aquella casa era un regalo de su adorado padre y había atesorado cada metro creyendo que era especial.

Miró la hora en su reloj cuando sintió los rayos del sol acariciarle suavemente la espalda; estaba comenzando a anochecer y su casa sería una enorme lámpara cuando eso sucediera. Se echó hacia atrás cuando el calor comenzó a sofocarle y el humo se volvió asfixiante, así que sabía que la gente no tardaría en darse cuenta.

"¡¿Taehyung?!" escuchó un grito detrás de él, y se giró encontrando a la vecina de al lado, la señora Oh, que miró la casa horrorizada, tomando del brazo al joven y alejándolo más. "¡¿Estás bien?!" le preguntó buscando su mirada que estaba empapada. "¡¿Hay alguien más adentro?!"

"No" pronunció con la voz cargada de emoción, el nudo en su garganta aumentando porque, aunque odiaba ese lugar, no podía no sentirse alterado al ver algo de lo que tanto se había acostumbrado ardiendo, destruyéndose.

"Vale, llamaré a los bomberos, ¿sí? Hazte para atrás, por favor, no te acerques."

Ella lo empujó un poco más hacia atrás y Taehyung pudo escuchar muchos jadeos sorprendidos; sus vecinos mirando el lugar con sorpresa y horror.

"¿Tienes donde quedarte, Taehyung?" su vecina cuestiona con el celular pegado a su oreja. Taehyung asiente suavemente y apunta hacia la casa de Jungkook.

La señora Oh lo suelta y Taehyung se abre paso entre las personas que observan la casa consumirse. Se acerca a la casa de Jungkook, sentándose suavemente en el césped, totalmente descalzo. Sus calcetines se han ensuciado, pero no puede importarle lo más mínimo abrazando sus piernas, apoyando la barbilla sobre sus rodillas, escuchando las alarmas de las sirenas en los camiones de los bomberos, como bajan corriendo y disparan el agua hacia las paredes. Su cuerpo se relaja y Taehyung lo sabe.

Sabe que ahora es libre, aunque esté llorando, por fin es libre.

Había estado atrapado en sentimientos y recuerdos que no valían absolutamente nada cuando tenía a Yoongi, a Namjoon, a Seokjin y, por su puesto, a Jungkook. Debía aferrarse a lo bueno y soltar ese lugar, soltar todo lo que tuviese que ver con Kim Heemin y, también, soltar el psiquiátrico, que, aunque lo ayudó en más de una ocasión, no era su hogar. Su hogar no era más que él mismo y las personas que lo amaban.

"Hey, amor, ¿todo bien?"

Sus ojos parpadearon en cuanto se dio cuenta de que había llamado a Jungkook de forma inconsciente y tragó saliva al escucharlo por el altavoz.

"Te amo, Jungkook, te amo demasiado" soltó sin más con la voz estrangulada, pero con una sonrisa y sus lágrimas aumentan más en cuanto la voz de Jungkook suena de nuevo.

"Oh" dice sorprendido, pero escucha su sonrisa. "Yo también te amo mucho, TaeTae, no lo olvides, ¿sí?"

"No, nunca lo he olvidado; solo me negaba a ello."

"Namjoon, hijo, ¿por qué no me habías contestado?" cuestionó caminando por el largo pasillo, hacia el ascensor.

"Lo siento papá, he estado ocupado con el papeleo de la universidad" Namjoon responde al otro lado de la línea, con una voz monótona.

"Ah" una pausa. "¿Ya sabes qué estudiar?" sus pasos se detuvieron frente a las puertas de metal, presionando uno de los botones para que se abriese. No lo hizo al instante así que supuso que estaría en otro piso.

"Sí" un silencio y un carraspeo. "Te diré luego; voy a casa de Jin a ver una película."

Todo es tan tenso ahora con Namjoon, pero no quiere perderlo, así que decide darle su espacio, entrando al ascensor antes de hablar.

"Yo ya estoy en la empresa, hablamos más tarde, ¿sí, hijo?"

"Claro" pero no es seguro.

"Estoy orgulloso de ti, Nam, no lo olvides" está tratando de mantenerlo consigo.

"Gracias."

Sonrió, aunque Namjoon no pudiese verlo, así que la llamada finalizó y el ascensor continuó su camino. Cuando llegó a su piso, en la recepción no encontró a su secretaria, la fiel señorita Oh que llevaba trece años trabajando para él. ¿Se estaba jugando su empleo? Su tiempo ahí no aseguraba absolutamente nada para poder hacer lo que ella quisiera.

Se sintió molesto, la sonrisa borrándose de su rostro. Sobre todo, porque el lugar estaba bajo un extraño silencio solo invadido por el tic tac del enorme reloj en la pared. Frunció el ceño, sintiéndose incómodo de pronto y caminó hasta la puerta de su oficina.

Se sintió perturbado al ver a Kim Taehyung sentado en su escritorio con la mirada fija en el ventanal de la izquierda. Sus brazos estaban apoyados detrás de él; sobre sus palmas, su torso un poco inclinado hacia atrás y las piernas abiertas, meciéndose suavemente. En cuanto escuchó la puerta abrirse su mirada se dirigió hacia a él. Heemin solo pudo sentir su sangre hervir cuando el menor le sonrió de forma condescendiente.

"¿Qué haces aquí?"

Su voz estaba controlada, pero su mano sujetaba con fuerza el maletín a su lado. Taehyung simplemente se encogió de hombros.

"Vengo a ver si cuidas bien de mi oficina" dice, tan natural y seguro. Como si Kim Heemin nunca hubiese sido el causante de sus pesadillas, temores e inseguridades alguna vez. El mayor se ríe, de forma honesta.

"¿Tu oficina?" espeta con dureza, su mirada oscureciéndose y, sin embargo, Taehyung no aparta la mirada como siempre, es más, la mantiene sobre la de él. "Bájate" gruñe.

Y su aura es peligrosa, su cuerpo tenso, su ceño fruncido, su mirada ahoga en odio. Eso es, usualmente, suficiente para que Taehyung se someta y obedezca sin rechistar, pero...

"¿O qué?"

Y la respuesta no la espera, ni siquiera esperó que mantuviera esa batalla de mirada o que los hombros de Taehyung no temblaran. ¿Con qué derecho le respondía así? Era un simple enfermo mental, ¿no era así? No, aquel no era Taehyung, no el que él conocía, al menos; manteniendo la postura, desafiándole. No lo entendía. ¿Dónde estaba ese miedo que había cosechado en él?

Tragó saliva, caminando hacia una mesa pequeña de caoba junto a la puerta, abriendo el cajón buscando una de sus armas, por cualquier emergencia, y no apartó la mirada del menor que seguía analizando cada movimiento.

"¿Por qué tan irrespetuoso, Taehyung?"

Se quedó estático cuando lo escuchó reírse con tanta naturalidad y confianza en modo de respuesta.

"No está ahí, ya no más" sin embargo, dice, y aunque al inicio no comprende, cuando su mano tarda en encontrar el arma, comprende a lo que se refiere.

Sabía sobre el arma. Lo miró con odio, con todo el odio que solo sentía únicamente hacia a él, pero Taehyung estaba impasible, como si no pasara nada. Entonces, caminó hacia el sofá al lado en la pared, encontrando la cremallera abierta y ahí debía estar su otra arma, pero estaba vacío.

"Tampoco esa" comenta Taehyung negando, logrando que su cabello se sacudiese, y es que aquella era otra novedad; su cabello tintado.

Eran las seis de la mañana, ¿había llegado tan temprano solo para registrar su oficina en busca de sus armas? ¿Cuál era su plan? ¿Matarle? No, aquello era imposible. Taehyung jamás se atrevería. Caminó desesperado al baño cuando otra vez escuchó su voz.

"Ni esa, no hay nada, ya no más."

Heemin se miró al espejo, abatido, perturbado, iracundo y con demasiada impotencia, se sentía atrapado. Se sostuvo del lavamanos, analizando sus opciones, pensando seriamente en qué podía hacer. Si ese malnacido tenía sus armas, no sabía qué podría hacer.

Su cabeza se iluminó recordando que su oficina no era la única con armas, también la recepción, así que sonrió triunfante saliendo del baño para dirigirse a la puerta. Iba a ir a buscar una e iba a entrar de nuevo para dispararle, ya le importaba poco.

"Espera" Taehyung pide cuando lo ve a punto de abrir la puerta y Heemin espera sin mirarlo. "Heemin, gírate."

Su nombre saliendo de sus labios lo asusta un poco, y tembló de frustración, girándose levemente, jurando que lo mataría. Taehyung seguía en el escritorio, y de su mano colgaba una bolsa que no había notado, pero que ahora captaba toda su atención. Entonces, el menor estiró el brazo y dejó caer la bolsa entre sus piernas, sonando pesadamente contra el suelo. La siguió con la mirada, notando que tenía el cierre abierto y, por ende, se veía lo que contenía el interior; sus armas. Observó de nuevo a Taehyung, alterado, su mano derecha detrás de su espalda, sacándola con lentitud, mostrándole una Browning 9mm que apuntó directamente hacia a él. 

"Son éstas" preguntó, pero no sonaba a pregunta, si no a afirmación, y con una tranquilidad helada como si no estuviese apuntando a alguien con un arma. "Diez, cinco afuera, cinco dentro, ¿no es así?"

Heemin abrió la boca, totalmente anonadado; había registrado todo el piso.

"¿Desde qué horas estás aquí?" escupe.

"Tres, madrugar nunca ha sido un problema, pero hoy no pude conciliar el sueño" confiesa.

Su falso padre cerró la boca, porque no comprendía a Taehyung ni qué pudiese tenerlo así tan frío, tan seguro, tan libre y fuerte para enfrentarlo, para incluso amenazarlo sin un atisbo de miedo. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué le llamaba Heemin?

"Lindo cambio" murmura, y es un halago de doble sentido; por su personalidad y por su, ahora, rojo cabello. "¿Lo hiciste hoy?"

Taehyung ladeó la cabeza, de forma inocente, atraído por un tema interesante, aunque no soltó el arma, simplemente hizo un mohín, de forma casi coqueta.

"¿Te gusta? Decidí probar algo nuevo."

"Creí que odiabas los cambios" murmura Heemin.

"Resulta que odio los cambios que me imponen, y este fue mío."

"Ahora resulta que ya no estás tan enfermo, ¿amor?"

Heemin esperaba un llanto o un signo de debilidad al soltar la palabra enfermo, mas solo obtuvo un encogimiento de hombros, total despreocupación y calma, ni una sola palabra podía afectarlo.

"Me apegué tanto a tus órdenes para que me quisieras que me olvidé de mí mismo" confiesa.

"¿Así que ya lo aceptas?" Heemin dijo con burla. "Por fin, ah, eso es un alivio. No quería decirlo tan pesadamente, pero me alegro de que aceptes que jamás voy a quererte."

Taehyung sonrió.

"Ya no quiero tu cariño, no te preocupes" suelta, agitando el arma. "Es tan asqueroso e hipócrita."

"Entonces" comenzó de forma cuidadosa ante tales palabras, no quería provocarlo, pero tenía que saberlo. "¿Vas a dispararme?"

Quizá ni siquiera sabía cómo usarla. Heemin se sujetó a eso, era su salvavidas.

Su salvavidas se desinfló rápidamente cuando los dedos largos y finos de Taehyung se movieron para quitarle el seguro al arma y sujetar el gatillo de forma correcta. Palideció frente al menor.

"¿Tú que crees?" pregunta, y Heemin cierra los ojos cuando Taehyung amaga a disparar. "¡Bam!"

Y no llega nada.

No ocurrió nada, no ocurrió absolutamente nada.

Abrió los ojos, con el corazón en la mano y a punto de vomitar, con el cuerpo temblándole como si estuviera bajo una nevada desnudo, con la respiración entrecortada. El pelirrojo estaba con el arma entre sus piernas y estas se balanceaban. Y entonces su mirada de pronto se volvió tan sofocante para Kim Heemin, no podía soportarla, quería que dejara de mirarlo como si él fuese el malo.

"Es horrible" comenta, con una mueca de tristeza. "Es horrible ser tú, en serio" nota la otra mano sobre su estómago, sujetándolo, como si le doliera. Luego sobre su pecho.

Heemin sintió que el alma entraba de nuevo a su cuerpo.

"¿Quieres que te explique por qué?" Taehyung cuestionó, mirándole con seriedad combinado con dolor, acariciándose el pecho. "Porque es un asco que te encante ver esas expresiones en la gente. No lo comprendo; no comprendo cómo es que puede ser lindo para ti y disfrutarlo, en serio."

Taehyung bajó del escritorio con lentitud, soltando su pecho y tomando una larga bocanada de aire. Heemin ni siquiera podía sentir su cuerpo; estaba estático, congelado en el lugar sin poder apartar la mirada del menor. Su boca no se abría y su cerebro no respondía porque pudo haberlo matado.

"Voy a llevarme esto" le explica, agitando la pistola antes de tomar la bolsa con las demás, guardándola dentro. "No, no pienso matarte; no soy tú. Puedes dormir tranquilo" recalcó mirándolo a los ojos de regreso, su ceño se frunció, mirándolo confundido, una duda surgiendo en mente. "¿Se puede dormir tranquilo con tu conciencia, Heemin?"

El hombre no pudo hablar, porque la sensación de miedo no se alejaba de él; no podía no temblar, sentirse helado, no podía moverse y se sintió morir cuando Taehyung se acercó a él, sujetando la bolsa. El pelirrojo era de menos estatura que él, pero en ese momento, Heemin lo encontró tan alto, grande e imponente que tragó saliva fuertemente. Sobre todo, cuando la mano libre de Taehyung se alzó; en el mismo gesto que él había hecho para golpearlo cuando era niño.

Sin embargo, ningún golpe llegó; solo lo empujó a un lado desde el hombro, trastabilló, sosteniéndose de la mesa pequeña para estabilizarse, bajando la mirada.

"Disfruta la oficina mientras puedas, Heemin" escupió, saliendo de ahí y Heemin se dejó caer en el suelo con el corazón latiendo a mil por minuto.

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