
♡ uno ♡
Y ahí estaba otra vez Chou Tzuyu, observando a la omega más preciosa que hubiera conocido en toda su corta vida. La omega más tierna, noble, dulce y amigable. Ah, Sana Minatozaki era el único nombre que podía estar escrito en el corazón de la alfa.
Cada mañana, como lo es habitual en la clase, todos permanecían sentados en sus respectivas carpetas, y Tzuyu, quien estaba a una distancia lejana de la omega castaña, solo podía admirarla y escribir en su pequeño cuaderno todas aquellas palabras que alguna vez desearía decirle en persona, pero no puede. Claro que no puede.
Tzuyu tiene muy en cuenta que Sana es sumamente especial y que no hay alfa o beta que no quiera cortejarla cada vez que tienen la mínima oportunidad de ser vistos por la omega.
Ella sólo suspira porque sabe que no hay forma en la que la japonesa pudiera notar su presencia o quisiera aceptar su propuesta para cortejarla. Tzuyu realmente quisiera hacerlo, pero su timidez va a una medida inevitable que tiene miedo a quedar en ridículo frente a Sana.
¿Cómo podía decírselo sin la necesidad de que su corazón latiera muy rápido, con las mejillas calientes y el tartamudeo en cada palabra fuera de sus labios?
Patética, Tzuyu aseguraba que era alguien muy patética a comparación de las demás alfas que no tenían problema alguno en ir y tratar de conquistarla.
Pero ella.
Ella simplemente se quedaría callada
por la bruma de nervios que alteran su corazón, como siempre le sucede cada vez que la omega la mira por un par de segundos y se queda inmóvil por el aroma tan dulce y cálido que emana su encantadora presencia por donde quiera que vaya.
Sana sonríe justo en ese instante, arrugando su naricita, mostrando sus perfectos dientes, haciendo de sus ojos más pequeños y un par de arruguitas a su alrededor. La alfa solo puedo sonreír levemente después de verla, escondiendo de inmediato su rostro entre sus brazos cruzados; porque si la omega está alegre, también lo será profundamente Tzuyu y nadie podía cambiar eso.
La campana resuena y todos totalmente aliviados salen de a poco. Resulta que el profesor no había asistido a dictar la clase, pero de igual forma estuvieron encerrados en el salón si no querían que les bajaran puntos en conducta.
Tzuyu decidió esperar a que todos salieran, pues no le gustaba ser observada como un objeto de atracción a burlas como la mayoría de veces lo es. Suelta un resoplido cansino al sentirse más segura y acomoda mejor sus lentes en el puente de su nariz, acomoda sus cosas con paciencia, se coloca la mochila al hombro y lleva en sus manos aquel cuadernito con mucho cuidado... Porque siente que es una parte especial de su corazón, ya que ahí tiene escrito todos los sentimientos más lindos y profundos que solo van dirigidos por y para Sana.
Va camino a la cafetería, y por mirar la portada del cuaderno entre sus manos, no es capaz de reaccionar y siente como es llevada ligeramente hacia atrás gracias a un fuerte empujón.
—Cuidado alfa con complejo de omega. ¿Acaso esas botellas que te sirven como lentes no te sirven? —una potente voz llena de enojo y burla suena, agobiándola.
—Yo, uh, lo siento. No, no pude darme cuenta —titubea sin ser capaz de decir algo más.
El alfa más alto frente a ella sonríe con sorna y le da un sorbo a su vaso lleno de café.
—Como siempre estúpida, pero no importa. ¿Qué llevas ahí? Siempre noto que escribes y lo miras como si tuviera vida propia. Dios, sí que eres extraña.
—No, n-nada importante, es de mis tareas —se excusa con miedo a ser descubierta e intenta huir.
—¡Hey, no seas cobarde! ¿Estás segura de ser alfa? —el chico rubio se impone ante ella e intenta arrebatarle el cuaderno.
—¡No, no, por favor! ¡No me lo quites!
Tzuyu entra en pánico y en medio del forcejeo actúa por impulso al empujar con mucha fuerza al alfa contrario, haciendo que lamentablemente cayera al suelo y toda la bebida se derramara en sus costosas prendas. La chica abre sus ojitos con demasiado temor mezclado con sorpresa y se apega al cuaderno, corriendo sin más.
—¡Me las vas a pagar, Chou! —logra escuchar a la lejanía y siento el miedo recorrer su organismo.
Hace un puchero de manera inconsciente al llegar a un lugar seguro y apartado. Ella no quería provocar nada de eso. ¡Solo lo hizo por impulso!
En todas las veces en que la fastidiaron por ser catalogada como nerd, alfa rara con complejo de omega o alguien cobarde e inútil, jamás pero jamás habían metido el tema de su preciado cuadernito. Y tampoco iba a permitir que alguien más que ella, sepa lo que siente por Sana.
No, nadie iba a saberlo.
Suspira sintiéndose derrotada, hoy tampoco iba a comer algo en la cafetería porque tuvo que huir del alfa rubio. Los minutos pasan y decide que por seguridad, lo mejor es guardar el cuaderno en su mochila, no quería arriesgarse a más. Su estómago se retuerce debido al hambre pero no puede hacer nada y, una vez que la campana vuelve a sonar, se dirige a su respectivo salón.
Llega más puntual que los demás porque se percata que no hay absolutamente nadie aún. Se sienta en una de las carpetas apegadas a la pared y saca un libro para darle una corta lectura al tema próximo que realizarían en la clase. No obstante, siente que los latidos de su corazón están por fallarle al percibir el dulzón aroma de Sana cada vez más cerca.
Junta sus manos y de inmediato enreda sus dedos entre sí para que no se noten el movimiento que ocasionan al sentirse nerviosa.
La omega por fin entra y va tan alegre como siempre, el lobo de Chou se regocija ante lo preciosa que siempre se ve y desvía velozmente su mirada al notar que Sana se sacó los audífonos y la observó por unos instantes.
—Hola, Tzuyu —habló con suavidad y la alfa hizo todo lo posible para posar sus orbes en la omega.
—Uh, ho-hola, Sana —la más alta sintió que sus mejillas comenzaron a arder, rezaba para que no se pusieran de ese color carmín que tanto odia porque la delata más de lo debido.
Y eso no era todo, se sintió totalmente descolocada. ¡Sana sabía su nombre! De pronto cayó en cuenta que tal vez no era un total fantasma en el aula para la omega.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro y antes de que Sana pudiera decir algo, fue totalmente interrumpida por la llegada de los demás estudiantes. Poco a poco el aula fue llenándose y empezaron a conversar mientras la junta de docentes aún no se concluía en la dirección.
Tzuyu acomodó su mentón en la palma de su mano derecha y según ella, miraba a la omega de manera "disimulada"; sin darse cuenta del brillo especial que se lucían en sus ojos, acompañada de la pequeña y tímida sonrisa que se surcaba en su rostro cada vez que miraba a Sana.
Ah, simplemente no podía ocultarlo por más que lo tratara.
Sin embargo, toda su tranquilidad fue interrumpida cuando sintió como su mochila ya no estaba detrás de su espalda, se la arrebataron abrupta y rápidamente.
Su mirada fue a parar hacia un poco más arriba y vio al alfa rubio sonriéndole de lo más burlón.
—Daehyun, por favor, d-devuélveme mi mochila.
—Ay. ¿Qué pasó cachorrita? —fingió preocupación—. Mejor suelta tus feromonas escondidas de omega que tienes y cálmate.
Los otros dos alfas que lo acompañaban se rieron groseramente y luego todos en el salón lo acompañaron, a excepción de Sana, quien quería interferir de alguna manera, pero sabiendo que eran puros alfas no sabía cómo lidiar.
—Ya, Hye, no te rías de ella, eso no es gracioso.
—Lo siento, Sana, ¿pero es que acaso no lo ves? Esa chica es un claro error de la naturaleza. Es tan callada y tímida que solo le falta que su aroma sea un poco más dulce de lo que es y todos la confundirán con una omega.
—¡Hye! —le recriminó enojada pero nadie, ni siquiera su amiga omega, le hizo caso.
Tzuyu se levantó de inmediato, con el pánico inundar su cuerpo, se acercó a Daehyun para quitarle la mochila pero fue en vano, ellos eran tres y sumamente más altos. Así que, se fueron pasando el objeto uno tras otro y viceversa.
—Ya, por favor, basta —la voz de Tzuyu se quebró y se sintió totalmente tonta.
—Solo quiero que aprendas a no meterte conmigo, Chou. No te pegaré, solo tengo curiosidad sobre tu absurdo cuaderno marrón.
—¡No, no, no puedes leerlo! ¡Dámelo, por favor! —corrió hacia él.
Daehyun rodó los ojos.
—Chicos, agárrenla —demandó y le obedecieron de inmediato, dejando a la taiwanesa completamente inmóvil—. Bueno, ya que al parecer los profesores tardarán mucho tiempo, voy a leerles un estúpido cuento que de seguro Chou escribió —el alfa rubio se subió a una silla y empezó a hablar fuertemente—. Aquí va:
"10 de Mayo: Hoy has venido con una polera color azul eléctrico, haciendo que tu brillante y nívea piel reluciera a simple vista, deslumbrando como siempre ante todos. Es notable que son algunas tallas más grandes que las que debes usar pero eso no le quita lo adorable y hermosa que te hace ver."
Tzuyu sintió sus ojos cristalizarse, se sentía totalmente expuesta y estúpida ahora que escuchaba las estruendosas risas de los demás. Cerró los ojos con fuerza y la sensación de como un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas fue inevitable, porque estaba sucediendo. De seguro Sana también se estaba burlando de ella.
—Chou Patética Tzuyu —gritó Daehyun—. ¿En serio crees que alguien como Sana puede fijarse en ti?
Todos lo acompañaron con palabras destruyendo su autoestima y un par de carcajadas más. Nadie pudo darse cuenta del sonrojo efusivo que tenía Sana en las mejillas y en como anhelaba hacer algo al respecto por aquella linda alfa que también correspondía a sus sentimientos.
—Voy a seguir un poco más: "Hoy llegaste temprano, y ambas estando en el mismo lugar hizo que me pusiera muy nerviosa." —el alfa pasó a otra página—. Esto parece interesante, escuchen:
"No sabes todo lo que causas en mí, Sana. Pero es que eres tan preciosa e inteligente que no admirarte sería un total pecado. Eres muy especial, haces que sea alguien muy tímida, mucho más de lo normal. No sabes cuánto desearía poder hablarte y decirte lo bonita que siempre te ves, pero simplemente no puedo y eso me frustra. Siento mi corazón latir con fuerza y el nerviosismo albergar mi cuerpo. Tu sonrisa me descoloca y escucharte reír podría calmar todos mis miedos. ¿Alguna vez podrías fijarte en mí?"
—Nuestra pequeña alfa es muy cursi y ridícula —comentó el alfa pelinegro que la agarraba del brazo izquierdo.
"Adoro cada parte que te hace ser tú. Desde tu delicada y tersa piel a la vista, tus bellos orbes acaramelizados, tu perfecta nariz y la manera en como sonríes y pareces una total y adorable minina. Tu cabello siempre luce sedoso y brillante, lo único que desearía es acariciarte y comprobar lo que mi vista afirma, saber que eres real. Tu risa es sumamente tierna y es una melodía que jamás me cansaría de escuchar una y otra vez.
¿Por qué mi corazón anhela a alguien inalcanzable?
Duele ver como otros alfas hacen lo que yo no puedo por mi estúpida y fuerte timidez. Pero no sabes cuánto desearía llenarte de regalos, mimos y muchos besos para impregnarte mi aroma y tu hagas lo mismo conmigo.
Sana, estoy tan enamorada de ti"
—¡Wow! Es el discurso más tonto y largo que he escuchado en mi vida. Realmente me das pena —habló una beta al fondo del salón.
—¡Ya basta, suéltenme! —gritó Tzuyu desgarrando sus cuerdas vocales.
—¿Es por eso que no quisiste darme tu cuaderno en el receso? ¿Por este secreto estúpido? —habló Daehyun para luego lanzar el cuaderno al suelo con repudio—. Entiende esto pequeña intento de alfa. ¡Sana jamás va a fijarse en alguien como tú! Para eso estoy yo o algunos otros. No seas tonta y asume la realidad.
La taiwanesa forcejeó nuevamente y debido a que los alfas se doblaron por la cargada risa, pudo ser liberada.
Sus ojos estaban rojizos al igual que su rostro y, sintiéndose totalmente humillada, tomó su cuaderno y corrió fuera del salón. No pasó ni dos segundos cuando Sana decidió ir tras ella.
Es ahora o nunca.
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