Capítulo 5 - Un rayito de esperanza que nos caiga encima
- Si es que tenía que haber apostado, algo iba a ganar seguro.
Morrigan se había acomodado en el trono, poniendo sus piernas por encima de Loki para ganar más espacio.
- Habíamos apostado al mismo, ¿qué ibas a ganar? - preguntó Loki ahora aburrido mirando a otro lado.
- Molestarte y joderte, como llevo toda la vida haciendo.
- Igual que yo a ti.
- Y nosotros a todos - comentó dando una sonrisa traviesa.
- ¿Quieres algo de comer mientras el descanso? - Loki miró en el celular de ella que Hermes había mandado un mensaje grupal de descanso.
- Nah... creo que me echaré un sueño aquí, total... no puedo ir a la enfermería... - ella cerró los ojos acomodándose.
Pero Loki la tiró al suelo cuando se levantó, pues ella estaba casi encima suya, haciendo que ella le dedicase unos bonitos insultos en gaélico.
- Que si, tú insulta. Yo voy a la cafetería a por algo de comer...
- Entonces tráeme nachos, chucherías y refresco.
- ¡Me has dicho que no querías nada! - le replicó de cerca.
- ¡Si me tengo que mover yo, no quiero! - ella le respondió levantándose.
Ellos se miraron mal durante apenas dos segundos, hasta que Hermes carraspeó la garganta a su lado... y ellos no le hicieron caso. El griego dio un pequeño suspiro, separándolos tomándoles del hombro.
- Un poco de atención, por favor... - pidió - Morrigan, ¿vendrías conmigo a dar un paseo alrededor de las gradas?
- Pff, que pereza, yo iba a acurrucarme un rato a descansar hasta que empezase el segundo combate... - se quejó ella.
- Es importante, no es un simple paseo. Es para... - él sonrió ladinamente, apoyando su mentón en su pulgar - Que te alimentes mejor...
Ella giró los ojos. Le daba pereza, pero bueno, era solo caminar. No era un brutal esfuerzo físico.
- Venga, voy contigo...
*
- No te muevas, esto un poco delicado...
Dentro de la enfermería, un dios con una agradable y cariñosa voz estaba tratando a Thor. Todo su vientre y pecho había sido vendado, su hombro curado y sus manos estaban metidas en unos pequeños tanques donde había un agua de color verde, algo burbujeante. Recostado en una camilla, el dios apartó su cabello de sus ojos y con un extraño objeto, se acercó a su ojo herido.
Detrás de ellos, una diosa de piel azulada esperaba con un frasco en sus manos con ese mismo líquido.
- Un pequeño corte aquí y... - dijo retirándose, teniendo el resto del globo ocular negro de Thor en ese objeto, semejante a una cuchara - Ya está...
Lo metió en el frasco con cuidado, y la diosa lo cerró, dejándolo al lado de Thor. El médico que le atendía sonrió.
- Muy seguramente recuperes tu ojo, Thor, no lo ha dañado suficiente. Dejándolo en este líquido unos pocos días de recuperará, y luego te lo volveré a poner. Mientras tanto, te recomiendo que te pongas un parche como tú padre, la luz no hará bien ahora en tu cuenca vacía.
Thor guardaba silencio. Ni la linda voz del doctor ni sus buenos tratos le hacía quitar su rostro de pocos amigos, también en parte por la inyección de anestesia que tenía puesta y que le adormecía el cuerpo, sobre todo la cara por haber extraído su ojo, y si ahora hablaba, le colgaban los labios y se le salía la baba.
- Bien, Tara - dijo el médico con una sonrisa cariñosa - ¿Terminas de recoger? No quiero hacer esperar más a los dioses, es mi turno.
- Sin problema...
Aunque Tara era la viva imagen de la alegría siempre que estaba en la enfermería realizando sus curas junto a su compañero, pero en el día de hoy parecía muy distante y callada, manteniendo muchas veces la mirada perdida y sin escuchar lo que su compañero decía.
- Tara... Tara, ¿Me estás escuchando?
- Ah, discúlpeme... Tengo la cabeza en las nubes en el día de hoy...
- Te decía que te encargues después de sacar a Thor cuando sus manos saben en los tanques - él sonrió - Yo volveré en unos minutos a mi puesto como siempre.
Y dando una nueva sonrisa cariñosa, se despidió con la mano para salir. Tara apretó los dientes, y antes de que saliese por la puerta, le llamó.
- A- Asclepio...
Él se detuvo mirándola, tranquilo y sosegado.
- Puedo entender que desees venganza por lo ocurrido con tu padre en el anterior Ragnarok, pero... La venganza no cura ni soluciona nada... No te vas a sentir mejor luego de eso... Somos sanadores, deberías saber...
- Tara, Tara... - él se acercó, interrumpiéndola y poniendo sus manos en sus hombros - Sí, somos dioses sanadores, pero la diferencia entre tú y yo es que yo curo el cuerpo y tu la mente y el alma. Tú si que puedes entender y saber que la venganza no es la solución a muchas cosas... Pero yo no, porque la única cura que le he encontrado a esta enfermedad llamada venganza, no es el tiempo ni el perdón como dirías tú... - Asclepio abrió los ojos, y por un momento su bonita cara pareció aterradora - Yo solo sé que debo quedarme satisfecho. He esperado pacientemente este momento...
*
En la otra punta de las gradas, las dos valkirias estaban completamente mudas después de lo sucedido. Tras varios segundos de eterno silencio, Geir miró a su hermana preocupada. Hrist tenía la mirada perdida en unos folios que tenía en las manos, y después los dobló, dándole la espalda a Geir y empezando a caminar. Igualmente, ella no la iba a dejar sola, y empezó a ir a paso rápido detrás de ella, tomando su brazo despacio.
- ¿Tal vez tomar algo en la cafetería te... sentaría bien? - preguntó la menor.
Hrist no respondió mientras seguía caminando, apretando los papeles entre sus manos temblorosas. No respondía a sus palabras, sólo mascullaba y murmuraba.
- Enkidu era perfecto... Enkidu era perfecto... Enkidu era...
Geir volvió a mirar la cara de su hermana, que apretaba los labios con los ojos cerrados, queriendo sollozar. Al ver su cara de dolor, a Geir se le apretó el corazón en el pecho. Tirando suavemente de su brazo, la llevó a unas escaleras para sentarla en ellas, colocándose a su lado.
Hrist agarró sus papeles entre sus manos, empezando a romper las hojas por la mitad, pero fue detenida por las manos de su hermana sobre las suyas.
- ¡No te vengas abajo! - le gritó - ¡Hilde nee sama también se vino abajo cuando Raiden murió, quería abandonar! - le confesó - ¡Tú estabas ahí! ¡Sólo necesitamos...!
- ¡Geir, no va a pasar nada excepcional! - la que ruge apareció - ¿¡Acaso crees que va a aparecer un Buda que nos ayude como pasó?! ¡Ese Buda ni siquiera existe ahora, Geir!
- ¡Nos va a ir bien! - le volvió a gritar la menor - ¡Le pedí a Hilde nee-sama que nos envíe un rayito de esperanza y que nos caiga encima para poder seguir adelante!
- ¡Lo único que nos caerá encima a este paso será un meteorito que los dioses...!
- ¡Disculpen señoritas, abran paso!
De la parte de arriba de las escaleras, alguien llegó corriendo, saltando desde lo alto. Las dos hermanas, sentadas una al lado de la otra, se giraron despacio a verle, con la sorpresa en el rostro. Sin embargo, esa persona no saltó demasiado fuerte, y se dio cuenta tarde, un segundo antes de caer encima de las dos hermanas amortiguando su caída, pero acabando todos en el suelo.
- ¿¡Pero quién te crees...?! - la que ruge se incorporó al momento, mirando levantada y con odio a quien le saltó encima.
El hombre se quitó con un quejido su capa de encima, que le cubría entero al caer hacia delante, frotándose el trasero del golpe. Fue entonces cuando el rostro de la que ruge empezó a suavizarse y ablandarse lentamente, hasta acabar siendo de nuevo la que tiembla.
- Sasaki Kojiro... - le nombró.
- Hey, Hrist... - él sonrió, de la misma manera que ella recordaba - Perdona el susto...
Se echó a la boca un bollo que tenía en sus manos, levantándose de encima de Geir y se sacudió un poco la ropa.
- No me lo digas... - Hrist sonrió - ¿Vienes de comer en la cafetería?
- La señorita Uke Mochi me andaba persiguiendo por comer tanto... pero oye, la última vez que comí fue hace 1000 años, no lo necesito, pero... el placer de comer es irremplazable - comentó metiéndose el resto del bollo en la boca - Y me he perdido por eso la primera batalla... ¿Quién ganó?
- Los dioses... - contestó la mayor bajando la mirada.
- Vaya, igual que en el anterior...
- Y con el mismo dios... - Geir tomó la manga de Sasaki - No sabemos que traman los dioses porque no hay lista publicada esta vez... es como si... no hubiese reglas prefijadas. Tenemos la ventaja de las Volunds Evolucionadas, pero no nos ha ido bien en la primera ronda aunque lo teníamos todo para ganar.
- Los dioses han pedido un descanso ahora... no sé por qué aunque ha venido bien... - Hrist suspiró pesadamente - Pero si Enkidu ha caído, yo... yo ya no tengo fe en que haya elegido bien al resto.
Volvió a llevar sus manos a sus papeles, rajando parte de ellos, pero Kojiro puso su mano encima, deteniéndola, quitándole despacio sus papeles de la mano y echándoles un ojo. Por un momento se puso serio, mirando bien todos y cada uno de los elegidos. Geir y Hrist se miraron un momento, compartiendo un pensamiento: el escáner definitivo de Sasaki. Esperaron calladas y pacientes a que los mirase todos, y cuando acabó, la mayor habló.
- ¿Y... bien? ¿Qué opinas? ¿Te parecen buenas elecciones?
- ¿Te digo la verdad? - preguntó mirándola igual de serio.
- Por favor... estoy muy nerviosa...
- No he leído nada porque no entiendo tu letra, sólo he mirado las fotos.
Las dos hermanas dejaron caer sus hombros y su cabeza en un suspiro, mientras Sasaki sonreía tranquilamente. Ni mil años bastaban para cambiarle.
- Yo puedo leerte si quieres... - se ofreció la mayor.
- No hace falta - Sasaki empezó a caminar con una sonrisa - Los conozco a todos. Ahora... creo recordar el camino... sí, venid conmigo. Si has perdido a un guerrero, lo primero es lo primero...
*
Un rato después, llegaron a una sala que permaneció cerrada mil años. Nadie había tocado ahí desde que finalizó el Ragnarok, y todo estaba tal y como se recordaba: la sala de ofrendas. Todos los Einherjer y algún afortunado dios estaban ahí, con su imagen y su ofrenda en su copa.
- Oh... todo esto sigue aquí... - Geir aligeró el paso, acercándose a ver.
- Todo está tal y como lo dejé tras la marcha de nuestra hermana Brunhilde... - Hrist suspiró, acercándose a ver también - Lubu Housen... Adán... Hércules... Raiden...
Se detuvo mirando una de las ofrendas, una que sólo tenía un ramo de unas pequeñas flores violetas, pero no tenía imagen ni era como las demás. Sólo estaba depositado en una esquina, sin molestar a las demás ofrendas.
- ¿Y este ramo?
- Ah, eso... - Sasaki sonrió - Es mi ofrenda a Poseidón.
Las dos chicas se giraron con los ojos muy abiertos hacia él, incrédulas.
- Antes de que me peguéis... - él sonrió poniendo sus manos delante - Es que... bueno, cómo decirlo... parece que tenía tan mala fama que ni siquiera su familia le echaría de menos, y pensar que sería olvidado así como así... no me sentía cómodo, al menos quería que tuviese esas flores - él se frotaba la nuca mirando a un lado - No sabía tocar ese aparato para hacer aparecer su imagen, así que sólo puse las flores... Investigué un poco y descubrí que crecen alrededor de uno de sus templos... por eso pensé que le gustarían... Bueno, vamos a hacerle una ofrenda a Enkidu.
Hrist volvió a suspirar, apenada por tener que hacer eso, creando un nuevo espacio donde puso la imagen de Enkidu, acompañada de un lirio, una flor que significa el poder y la fuerza.
- ¿Cuánto tiempo tenemos hasta que se acabe el descanso? - preguntó Sasaki.
- Ya queda muy poco, seguramente...
- ¿Y a quién vas a elegir para la siguiente ronda?
- ¡No tengo ni la más remota idea, no me presiones! - le gritó la que ruge.
- Bien, veamos... - Sasaki pensó un momento - Dime, Hrist... ¿Qué has aprendido del anterior Ragnarok que hace falta para derrotar a un dios? Por lo menos las primeras veces...
La que ruge frunció el ceño y se mordió el labio enojada, pensando y moviendo sus pupilas nerviosas. Tras unos segundos, levantó la cabeza, mirando a Sasaki convencida.
- ¡Que el primer ganador al menos debe ser un viejito! - gritó creyendo acertar.
- Eh... yo creo que no es... - Sasaki sonrió nervioso.
- ¡Ahora corre a buscarme a un viejito capaz de derrotar a un dios! - ella empezó a sacarlo de ahí, empujándole la espalda hasta afuera.
*
El sonido del Gjallarhorn de Heimdal no tardó en sonar después de eso, indicando que el Ragnarok continuaba, que los rezagados se dieran prisa en volver a sus lugares.
- ¡La pausa ha finalizado! ¡El Segundo Ragnarok... se retoma!
Los dioses se sentaron a mirar callados y sin hacer ruido, sonriendo internamente. Hrist estaba en su lugar, con Geir a un lado y Sasaki al otro. Ella ni siquiera había visto al candidato que eligió Sasaki, y también confió en él para asignarle una valkiria... pese a que confiaba en Sasaki ciegamente, se sentía terriblemente nerviosa por lo que sucedería.
- ¡Ante todo, gracias por su paciencia y confianza! - Heimdal hablaba contento - ¡El segundo participante del bando de los dioses... es uno de los pocos semidioses que tuvo el privilegio de ser aceptado totalmente por los dioses como un dios completamente! ¡Grandes dotes curativas, gran conocimiento de la medicina, con las bases enseñadas por el legendario Quirón, hoy viene a vengar la muerte de su padre Apolo! ¡Os estoy hablando de...!
¡ASCLEPIO!
Las grandes puertas de la zona de los dioses se abrieron, dejando ver una silueta esbelta, sin pinta de luchador, de sonrisa y mirada tranquila. Muchas humanas y diosas diversas se emocionaron al verle.
- ¡Asclepio de verdad peleará!
- ¡Es tan lindo!
- ¡Usted resultará ganador, vengará a su padre sin ningún problema!
El dios saludó con una sonrisa a quienes le deseaban suerte, siendo tranquilo y sosegado, elegante y cortés.
- Asclepio... - Hrist frunció los labios - No tiene ningún sentido... ¿por qué su médico particular aparece tan pronto? No conozco ni una sola vez que Asclepio haya sido... agresivo, por así decirlo.
- ¿Un médico divino? Ay... - Sasaki miró a otro sitio con una mueca de circunstancia.
- ¿Qué sucede? - le preguntó la mayor - Por favor, no me digas que el humano...
- Tranquila, tranquila... todo va a salir bien - Sasaki sonrió enormemente, calmándola con suaves gestos de las manos.
- ¡Y ahora de parte de los humanos... llega un gran hombre cuyo nombre causa terror a Roma! ¡Gran estadista, un general con mil ases bajo la manga! ¡Qué tan increíble debe ser su mente para ser reconocido como "el padre de la estrategia" y "el padre de todos los generales"! ¡Único y decidido hasta el final, prefirió quitarse la vida a darle el gusto a sus enemigos de hacerlo ellos! ¡Llega...!
¡ANÍBAL BARCA!
- ¿Un militar...? - Hrist miraba la arena con los ojos muy abiertos - Un estadista y un general... ¿¡Contra un médico?! - le gritó la que ruge mirando a Sasaki.
- ¿Yo como iba a saber a quién enviarían ellos? - Sasaki sonreía algo nervioso, manteniendo las distancias por si acaso.
De las puertas humanas apareció una figura delgada y algo encorvada, con ropa desgastada. Iba lento pero seguro, con las manos a su espalda, haciendo que todos le mirasen con atención. Era... muy viejo, y no llevaba armas consigo, o eso parecía.
Asclepio dio una suave sonrisa, analizándolo tras sus finos lentes, con una muy leve y elegante mueca de orgullo.
- ¿Esto es todo lo que tienen los humanos para mí? - preguntó en voz baja, a lo que la serpiente que tenía en su cuello siseó despacio, y él la acarició con un dedo - Lo sé, Valeriana... tal vez no me quede satisfecho...
- Oh, señor Asclepio... - Heimdal se acercó - Lo siento, pero no puede tener a su... mascota con usted... Bueno, a no ser que su rival lo permita...
- Oh, entonces se lo preguntaré... a Valeriana no le gusta separarse de mí... - dijo sonriendo, poniendo luego sus manos alrededor de su boca - ¡Aníbal Barca! ¿Permite usted que mi mascota esté conmigo durante la pelea?
El humano frunció el ceño sin entender, y se puso una mano tras la oreja, haciendo el gesto de que no había oído bien por la distancia. Asclepio se acercó un poco más.
- ¡Decía que si no le importa que mi serpiente esté conmigo en la pelea!
Aníbal hizo una mueca restándole importancia, llevando sus manos cruzadas a la zona de sus riñones, acercándose despacio a Heimdal.
- ¡Bien, el animal ha sido aceptado, así que ahora....!
Heimdal se detuvo cuando notó que Aníbal tiraba de su manga, girándose a verle.
- Disculpe, jovencito... ¿dónde está el baño?
Heimdal se quedó mirándolo impactado con la boca levemente abierta, parpadeando un par de veces.
- Sé que no es momento... pero ya soy viejo y tengo incontinencia - dijo sin ningún tipo de vergüenza.
- Esto... bueno, supongo que... - se giró a mirar a Asclepio - ¿Podemos esperar un poco más...?
Asclepio disimuló una leve risa tapándose con su manga, sonriendo y comprendiendo que era normal en alguien de su edad, permitiéndole sin ningún problema.
- Qué menos que permitirle ir al lavabo por dejar que mi Valeriana se quede conmigo...
Heimdal le indicó al anciano por dónde había venido, mientras que los espectadores empezaban a hablar y cuchichear mientras le veían marcharse, y Heimdal sólo pidió un poco más de paciencia por un problema personal del representante humano, callándose el motivo por respeto y privacidad. La segunda batalla tardaría... un poquito más.
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¡Listo, comienza la segunda batalla! ^^
Lista la petición de @JorgeTeran876 de la aparición de Sasaki Kojiro, que por cierto ya tenía planeado que apareciera y se quedara xD
Ahora lo importante :3
Bando de los dioses - Asclepio
Bando de los humanos - Aníbal Barca
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