Capítulo 34 - Que empiece el show, cariño
Sasaki Kojiro y Ricardo se habían quedado delante de Asimantos con su posición de combate, totalmente quietos mientras le observaban al otro gruñir por lo bajo. Estaban a la espera de lo que decidiera el dios hacer, pues ellos, sin volund, no tenían oportunidad. Podrían defenderse... Pero sus armas mortales no durarían mucho frente al tridente de Poseidón. Tal vez podrían desviar el combate a otro lugar donde pudieran recibir ayuda... Pero mientras tanto, hacían la estratagema de "si no nos movemos, no nos ven".
Se miraban de reojo algunas veces, como si así pudiesen hablarse y compartir información. Cuando llegaron a la idea de que lo mejor era intentar salir por patas, aunque su rival estuviese delante de la puerta, el sonido de una pantalla les congeló la sangre.
- ¡Acaba el cuarto descanso del segundo Ragnarok! - Heimdal comunicó la noticia con su Gjallarhorn - ¡Los dos rivales están preparados para esto!
Ahora ambos humanos giraron bruscamente la cabeza a mirarse entre sí, con los ojos muy abiertos y los labios apretados, y en un abrir y cerrar de ojos, abandonaron su postura de combate para ir debajo de la pantalla, sin importarles el dios amenazante.
- ¿Cómo que los dos están listos? - preguntó Sasaki - ¿A quién has mandado, chico?
- Yo no seleccioné a nadie, señor Sasaki - él negó apresurado - Yo solo le ayudo, no haría esas tareas sin que lo supiera...
- ¿Entonces...? - él le miró con rostro de circunstancia - ¿A quién he mandado?
- No lo sé... A lo mejor la señorita Hrist mandó a alguien por su cuenta...
Los dos humanos se quedaron debajo de la tele casi embobados, queriendo saber quién era el Einherjer. A unos metros, Asimantos los miraba con los ojos muy abiertos, sin poder creérselo, tragando toda la tinta que le salía por la boca. Era surrealista ¿De verdad le tenían tan poco miedo, tan poco respeto...?
- Sois... Sois... - él reprimió un grito de enojo, dando un golpe con la punta del tridente al suelo, haciendo temblar la sala.
Con ese temblor, una pequeña puerta se abrió a un lado, con una bonita luz blanca dentro. Sasaki la vio, y quitándose de debajo de la pantalla, fue hasta ella a volver a cerrarla.
- Por favor, no hagas eso - dijo dándole atención a Asimantos - Lo que hay ahí dentro es muy delicado, tus temblores podrían romperlo.
- ¿¡Y qué hay ahí dentro que merezca más atención que yo?! - preguntó irritado.
- Hay... - Sasaki puso una mueca con los labios - Hay cosas por las que los dioses se burlarían de nosotros, así que prefiero no decírtelo. Aunque... - él se frotó la barbilla, terminando por dar una sonrisa - tal vez tú no te burles.
- ¿De qué estás hablando? - Asimantos tenía el ceño muy fruncido.
Sasaki volvió a la puerta, abriéndola un poco. El rey se acercó un poco y se tapó la boca despacio con una mano, creyendo saber lo que había ahí dentro. Y se moría por entrar.
- Pasa, hijo de Poseidón... - dijo Sasaki quedándose en la puerta - Por favor, no rompas nada. Es importante para nosotros.
El dios chascó la lengua caminando hacia él, mirándolo a los ojos al pasar por su lado. Sasaki seguía con su pequeña sonrisa calmada una vez que entró y luego miró a Corazón de León.
- Anda venga, pasa tú también - dijo con una sonrisa.
Apenas decirlo el rubio ya corría adentro detrás del dios, y luego fue el japonés.
- Está es la sala de las ofrendas a los caídos.
*
- ¡Acaba el cuarto descanso del segundo Ragnarok! - Heimdal comunicó la noticia con su Gjallarhorn - ¡Los dos rivales están preparados para esto!
Los espectadores vitorearon y aplaudieron, silbando contentos tras la espera. Sobre ellos, había una gran pantalla con un marcador.
Hrist y Geir aparecieron corriendo en las gradas, casi jadeando, para no perderse el inicio. Los dos reyes seguían ahí, y Arturo se erguía orgulloso en ese lugar, sin que le intimidase nada. De esto mismo se dio Lugh, que alzó sus cejas inclinándose al trono que estaba a su lado, que era de Morrigan, pero ahora estaba sentado Thor, y Loki en el reposabrazos.
- ¡Loki! - gritó el celta - ¡Ve a buscarme una pierna de jabalí!
- Ve tú.
- ¡Haz el favor, muchachito!
- Nah.
Lugh miró a Thor, como pidiendo ayuda. El nórdico no quería meterse en esas tonterías, pero sabía que el celta no le pediría nada a ese nórdico en particular. Cerró los ojos, golpeando el reposabrazos con dos dedos.
- Loki, vete - ordenó.
- ¡Oh, venga! - se quejó.
- Vete de aquí - él le miró lentamente - Haz ese favor ahora.
Loki le miró de una manera despectiva y horrible, levantándose despacio sin dejar de mirarles a ambos, resoplando y mascullando. Cuando se marchó lo suficientemente lejos, Thor habló.
- ¿Qué quieres?
- Realmente me apetece la pierna de jabalí, aunque sé que no me la va a traer - él dio una carcajada - El caso... ¿No dijo nuestra destructora que se iba a enfrentar al rey legendario?
- Lo dijo en la puerta de la enfermería - asintió el pelirrojo.
- Pues no parece muy preparado para el combate allí al lado de la valkiria mayor - comentó señalando con la barbilla.
Thor alzó el mentón mirando en la distancia, encontrando allí al portador de la Excalibur. Miró al celta a su lado sin mostrar nada en su rostro, pero ambos sabían que eso supondría un problema.
- Morrigan odia que sus planes no salgan bien, ha estado observando y estudiando a Arturo durante años - Lugh volvió a mirar al frente - Sabe como hacerle morder el polvo y quería hacerlo públicamente. Espero que entiendas ahora por qué quería que Loki se fuera...
- Todo eso se esfumará... Morrigan deberá cambiar su forma de pelea e ir desde cero, como todos - Thor volvió a mirar la arena.
La arena de combate era una muy simple después del combate de Seth y Vlad, solo que en vez de haber un suelo de baldosas, había césped sobre un suelo de tierra.
- ¡Del bando divino...! - se hizo el silencio en todas las gradas - ¡Llega...!
Las puertas divinas se abrieron repentinamente entrando a la arena una niebla espesa de color negro.
- ¡La primera mujer en pisar está arena como peleadora! ¡Sin contar a las Valkirias, claro! ¡Viene de parte de los dioses a destruir todo lo que ponga por delante!
La niebla se extendió por el suelo, empezando a crear unas curiosas formas. Aparecían largos palos clavados en el suelo, y en lo alto aparecían cráneos de ciervos y de carneros con ciertos adornos.
- ¡Llega pisando fuerte una diosa sin piedad alguna! ¡Temida por todos, respetada y de gran renombre! - él quitó la boca del Gjallarhorn para murmurar sin que le oigan - Y un grano en el culo de lo molesta que es...
Un cuervo salió de la oscuridad, volando rápidamente pero sin hacer nada de ruido, yendo por todas la arena, dejando tras de sí una pequeña estela negra. Una zona de las gradas se levantó rápidamente, mostrando que estaba llena de guerreros celtas de todas las edades: hombres, mujeres, ancianos, e incluso niños de poco más de diez años ya estaban listos para la guerra.
- ¡Ella se lleva las almas de los caídos, una valkiria hecha diosa! ¡Una poderosa conocedora de la magia negra! ¿Qué quieres? ¿Qué deseas? ¡Hechizos, pócimas y brujerías! ¡Puede hacer cualquier cosa por ti, pero no es recomendable deberle favores! ¡Llega por primera vez en este segundo Ragnarok una suprema!
Los celtas sacaron sus carnyx y se levantaron para hacerlo sonar en honor de su diosa, y seguro que ese sonido la hizo sonreír. Sus trompetas de guerra erizaban los vellos tanto de nórdicos como de romanos, siendo graves y guturales.
*Carnyx - Son trompetas de guerra celtas, muy altas para que se vean por encima de los guerreros. En la boca tienen una cabeza de jabalí con la boca abierta, como si el sonido que hicieran fuera de la propia bestia.
- ¡La gran reina espectral! ¡La valkiria negra! ¡Diosa de la muerte y la destrucción! ¡Presente en todas las guerras, no podía faltar en este encuentro! ¡La diosa bajo cuyos pies crujen los huesos de sus enemigos! ¡Entra pisando fuerte...!
¡¡¡MOOOOORRIGAAAAANN!!!
El cuervo terminó cayendo en picado, y antes de estrellarse contra el suelo, una nube negra envolvió ese sitio, mostrando la silueta de la diosa que caminaba con una sonrisa coqueta y algo orgullosa, mirando a su alrededor, mientras su decoración y su nube de magia negra desaparecía, dejándole sola en la arena.
Los celtas hicieron más ruido y escándalo de lo normal al verla, golpeando el suelo con los pies y los asientos con los puños. Cuanto más ruido, más clamor; cuanto más ruido, más intimidaban. Morrigan puso un gesto tímido y coqueto.
- Ay, que lindos mis celtas, me haréis avergonzar... - ella se bajó la capucha para esconder su cara - No me vitoreen tanto... Bueno si, un poquito más, sigan sigan. Me gusta.
- ¡Morri, Morri!
Dos niñas en primera fila la llamaron. Eran dos hermanas, de unos nueve y siete años, de ojos azules y cabello azabache que la saludaban efusivamente. Ella las miró por un momento, dando una pequeña sonrisa, devolviéndoles el saludo.
- ¿Nos dedicas la victoria? - le gritó la mayor, intentando sobresalir entre gritos celtas.
- ¡Claro, pequeñas guerreras! A fin de cuentas, peleo por mi tierra y... Liberarla de lo mal que se portan vuestros descendientes... - dijo eso último en voz baja dándoles la espalda.
Se giró para mirar a la puerta de la humanidad, mientras que Heimdal se acercaba a su lado. Se quedó a unos pasos de la celta, mirándola enojado y serio, y ella le guiñó un ojo sacando la punta de su lengua, como si ese gesto fuera una pequeña disculpa.
- Señorita Morrigan, su adversario pide un cambio de escenario - dijo sin mucha ilusión en su voz, más por ella que por lo demás.
- ¿Un cambio? No pensaba que Arturito me pidiera un cambio. ¿Qué es lo que quiere? - ella se agachó a su altura.
- Mírelo usted misma.
Heimdal le tendió su tableta, que la celta recogió observando lo que tenía. Frunció el ceño, confundida por eso.
- Esto es... ¿Un estadio de fútbol? - preguntó devolviéndosela.
- Eso mismo es.
- No lo comprendo... ¿Dónde se sitúa?
- En Londres.
- Ah... esa ciudad de romanos... - ella giró los ojos - No se que clase de ventaja le dará un estadio de fútbol, pero por lo que parece en la imagen, cambiarán hasta las gradas, ¿cierto? - ella se cruzó de brazos.
- Sólo en apariencia - él se ajustó sus gafas de aviador - Obviamente la barrera se mantendrá y lo del exterior no ejercerá ninguna influencia dentro de la arena. Ah, también se añadirá un escenario en un lateral.
- No entiendo nada de nada pero lo acepto, hemos venido a jugar - ella se encogió de hombros mientras Heimdal comunicaba a los espectadores.
- ¡El representante humano pide un cambio de escenario! ¡Este cambio... afectará incluso a las gradas!
Antes de que los espectadores pudiesen comentar eso, todo el Valhalla comenzó a cambiar. El lugar, de original forma redonda, empezó a moverse hasta pasar a ser rectangular, sin que nadie sufriera daños ni los palcos se alterasen. Los asientos cambiaron, la arena cambió enseñando el césped de un campo de fútbol, y un escenario apareció frente a la puerta humana. Ahora había nuevo escenario.
Morrigan miró a su alrededor con los brazos cruzados, dando golpecitos en sus bíceps sin que le gustase mucho eso. Miró el césped bajo sus pies y bufó.
- Qué estás tramando, Arturito... - masculló.
- ¡Ahora, de parte de los representantes humanos...!
La puerta no se podía abrir, pues el escenario estaba delante. De igual manera, el estadio se oscureció, dejando solo los focos del escenario encendidos. Se podían escuchar a los espectadores quejarse de que no querían ver otro combate a oscuras a través de las pantallas, pero luego cambiaron a comentar que eso parecía más bien un concierto.
- ¡Un hombre de ascendencia persa se presenta al Ragnarok! ¡Nacido en una remota isla del continente africano, tiene su verdadera nacionalidad como britano! ¡Nadie era capaz de pronunciar bien su nombre, y lo cambió para el mundo entero por uno más común!
El escenario empezó a soltar un pequeño humo blanco, cubriendo así parte de este. Morrigan tenía el ceño fruncido y la boca con una mueca, ya que no le cuadraba lo que Heimdal le decía de su "Arturito".
- ¡Un hombre sin una vida fácil, un hombre que se abrió paso entre la desgracia y soledad para brillar como una auténtica estrella, cuyo nombre no será olvidado nunca!
Un silueta empezó a caminar entre el humo. Se distinguía su corona en la cabeza, y la túnica a sus espaldas, que se liberó de ella antes de seguir caminando.
- ¡Una enfermedad mortal amenazaba con arrebatarle la vida, y siguió adelante con una sonrisa pese a todo! ¡Así, un día después de comunicarnos su terrible enfermedad... falleció!
Los espectadores empezaban a murmurar. Algunos chillaban emocionados y empezaron a dar dos palmadas y un golpe, todos a coro. No siguieron demasiados, ya que todos estaban viendo cómo se empezaba a revelar la figura entre el humo.
- ¡Él es...!
Heimdal señaló el escenario, y de repente, se hizo el silencio. Sólo quedaban los focos y el humo esfumándose, y miles y miles de pares de ojos estaban puestos en él. Tras una larga exhalación con los ojos cerrados, se llevó una mano frente a sus labios, portando un micrófono, dejando salir un sonido muy peculiar y conocido.
- ¡EEEEEEOOOOOOOO!
Los gritos y las aclamaciones no se hicieron esperar, pues las gradas humanas estaban realmente revolucionadas, y tras la emoción inicial, respondieron a su gritó con otro.
Morrigan seguía con la misma cara de desconcierto de antes, mirando fijamente al hombre sobre el escenario. Heimdal estaba a su lado, y por lo visto, ni siquiera era necesario decir su nombre, aunque lo hizo de todas formas.
- ¡FREDDIEEEEEE MERCURYYY!
Los finos dedos de Morrigan se pusieron en el hombro de Heimdal, y él se giró a ver sus uñas pintadas de negro. Ella se agachó a su lado.
- Heimdal, querido... ¿Es alguna actuación musical para un descanso o algo así?
- No, señorita Morrigan, es su rival para esta ronda - él le enseñó en su tableta que salían los datos de ambos rivales para enfrentarse, pero la retiró antes de que ella viera algo que no debiese - ¿Qué? ¿Decepcionada? Está vestido.
Él la miró sonriendo de lado, disfrutando internamente de la desilusión y el desconcierto de la diosa que le había hecho pasar semejante vergüenza anteriormente. Los ojos de la diosa trataban de ver el palco de las Valkirias, justo detrás de la luz de los focos.
Allí, erguido y orgulloso, sin esconderse ni ocultarse, el rey Arturo miraba la arena un tanto impresionado por todo, pero guardaba dignidad y respeto a sabiendas de que un fuego de odio se encendía en el pecho de Morrigan por no cumplir su pacto. Así pues, al localizarle entre las luces, sus pupilas se afiliaron y dio un gruñido de enojo con la garganta, que pasó desapercibido para Heimdal, que empezó a alejarse dando su último comunicado.
- ¡Una ves terminadas las presentaciones, que comienc-!
- ¡Espera! ¡Tengo un par de cosas que decirle a Arturito!
Morrigan le gritó con un gesto de claro enojo, y Heimdal escondió tras su espalda el Gjallarhorn. Si su intención era usar su querido Gjallarhorn, iba a ser que no. En realidad, eso no estaba en los planes de Morrigan.
Envolviéndose en una nube de magia negra, la diosa se transformó de nuevo en un cuervo que voló rápidamente sobre el escenario, yendo hasta el borde de la barrera, quedándose volando viendo al rey a pocos metros de ella.
- Arturito~ - le llamó con su voz aún siendo un cuervo - ¿Qué haces que no vienes a pasarlo bien conmigo? Me mandas en tu lugar a un humano que encima ha tenido una entrada más espectacular que la mía.
- Lo siento, Morrigan - él la miró con la barbilla levantada - No puedo pelear contra ti esta vez.
- Oh... ¿Hrist te castigó? Hrist, deja a Arturito salir a jugar, venga... Él y yo tenemos un acuerdo muy importante y debemos decidirlo aquí. El rey contra la reina... Y la reina soy yo, no el vocalista de Queen.
- Lo siento, Morrigan-sama... - fue la valkiria mayor la que inclinó la cabeza en señal de disculpa - Ha habido un error en las fichas de los Einherjer y...
- Excusas, Hrist - el cuervo entrecerró los ojos - Has tenido mil años, no me vengas ahora con que ha habido un error.
- Mis disculpas... Pero el Rey Arturo no puede salir a la arena, ni contra usted ni contra nadie - ella mantenía la cabeza baja, aunque internamente estaba deseando que Morrigan se fuera ya.
- No te vas a escapar de mí, Arturito - ella dio un graznido molesto - Cuando termine este el Ragnarok tú y yo nos veremos aquí, aunque no haya espectadores.
- Me parece bien, Morrigan - él asintió - Pero sólo será si sales viva de ahí.
Ella dio una risa sarcástica echando un vistazo al escenario.
- Este hombre no me va a hacer ni sudar.
Ella volvió volando hasta la mitad del campo de combate, volviendo a transformarse en su forma original, mirando con recelo al escenario. El hombre del bigote estaba ahí, parado y quieto, observándola, después de haber saludado a la gente y de ver entre ellos a sus compañeros de grupo.
- Bien, escúchame bien, Farrokh... - Sveid habló en su mente.
- Freddie está bien, amiga - le dijo él - Acabé bautizado así por la humanidad.
- Está bien, Freddie... En realidad no hemos empezado con buen pie. Por lo que me han contado, nuestra rival deseaba enfrentarse al Rey Arturo y así lo tenían acordado pero... No ha podido ser. Y de alguna manera, has aparecido en la lista de los Einherjers de mi hermana cuando inicialmente no estabas.
- Que caso tan curioso...
- Sigamos, tenemos poco tiempo; como has oído en la presentación, es una usuaria de magia negra. Lo bueno es que viene desarmada, así que sus ataques serán en mayoría de la distancia. Podremos contrarrestarlos.
- Es un misterio lo de la Volund, pero confío en ti. Se supone que las Valkirias ponen su vida a favor del Einherjer... Pero esta vez... El Einherjer pone su vida en las manos de la valkiria.
- Te protegeré, no cabe duda de eso - ella dio una sonrisa, lo que se notó como un poco de felicidad en su alma - Ganaremos.
- ¿Y tú, cantante? - Morrigan le observó interesada - ¿Qué habilidades para enfrentarme tienes?
- No le respondas - le dijo rápidamente su valkiria - Intenta provocarte pareciendo educada. Piensa que su actitud ahora es como la de una niña pequeña malcriada porque no ha conseguido lo que quiere. Si entras a su juego verbal, te hará daño emocionalmente.
- Ya he sufrido mucho por eso. Solo ignoro y sigo. No me afecta.
- Sí, sí nos afecta. Esa diosa adquiere poder de las emociones negativas. Ira, rabia, rencor, envidia... Intentará provocarlas en nosotros para tener más poder. No la escuches.
- ¿No respondes? ¿Te comió la lengua uno de tus gatos? - ella sonrió - Son lo mejor que tienes.
- Que empiece el show, cariño - pidió él desde lo alto del escenario, haciendo que el público se entusiasmase.
Pero lo que parecía una simple palabra de afecto de su boca, le hizo molestar a Morrigan, levantando el labio superior como si fuera un animal enseñando los dientes.
- No me vuelvas a llamar "cariño"... Tú, vulgar humano sin poder... Ya veo que tienes prisa por morirte...
- Dice que no tenemos poder, ja - Sveid se vio convencida - Aprovechemos que nos va a subestimar, Freddie, intentaremos que dure lo menos posible. Será como en un videojuego, ¿Vale? Protégeme y seré tu arma y escudo.
- ¡Entonces ya sólo queda decir...! - Heimdal levantó un brazo, bajándolo después rápidamente - ¡...Comiencen!
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Bando de los dioses - Morrigan
Bando de los humanos - Freddie Mercury
Bueno, aquí queda el capítulo. Pondré después un comentario en mi perfil para comunicaros mi situación de salud y que pasará con las actualizaciones.
Espero de corazón que ustedes estén bien y si no, les deseo mucha salud ^^
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