Capítulo 30 - La confianza y la sanción.
La situación era muy tensa en la arena del Valhalla. Muchos humanos cubrían los ojos de sus hijos para que no mirasen las pantallas, que apuntaban todas a la tortura gratuita que Vlad le estaba dando a Seth. Los que no se acongojaban, seguramente porque aún no conocían la ira de Vlad en sus carnes, seguían animando a su representante, incitando a matar al dios.
En uno de los pasillos exteriores con ventanales hacia la arena, la diosa Tara estaba apoyada en una de estas mirando en una tableta conectada a la batalla lo sucedido. Tragó saliva y bloqueó la pantalla, volviéndola negra para dejar de ver eso. Dio un suspiro apenado, limpiándose un ojo con el dorso de la mano recogiendo una pequeña lágrima, empezando a caminar cabizbaja hacia las escaleras más cercanas, subiendo a las gradas superiores. Subió escalones y escalones, haciendo sonar sus tacones contra el suelo, encontrándose luego delante de una gran puerta custodiada por dos guardias, que no le dijeron nada cuando ella llamó al portón del color del oro. Tras unas palabras del interior, ella obedeció la orden que le daba permiso a pasar.
Dentro había un precioso salón ricamente adornado con motivos hindúes, con varios cojines y cobijas por el suelo dando a un pantallón donde se proyectaba el combate. Parvati, Kali y Durga, que estaban tumbados en estos, se giraron al ver entrar a la diosa de piel azulada, que se dirigía caminando a un enorme cojín en el centro de la sala que flotaba en el aire, con el dios de piel morada acostado encima, dando un bostezo.
- Shiva-sama... - ella le llamó en voz baja.
Él rodó un poco hasta hacer que su cuerpo se quedase en el borde, mirándola con una expresión indescifrable.
- Tara... no esperaba que fueras tú. Realmente pensaba que estabas demasiado ocupada ocupándote de heridos de todos los panteones y de ambos bandos.
- Perdón, Shiva-sama... he venido a pedirle un favor - ella apretó sus manos contra el borde de su falda, sin mirarle a los ojos.
- Ah, sospecho lo que quieres... - él se incorporó quedando sentado en el cojín, y de esa manera estar más alto que ella - ¿Quieres que me meta en líos?
- Por supuesto que no, Shiva-sama... solo necesito su presencia en la enfermería... si las cosas acaban... de esa manera...
Ella hablaba con la mandíbula apretada y las rodillas juntas, mirando al suelo. No acostumbraba a pedirle favores a nadie, menos a Shiva. Aunque era de una rama hermana a su panteón Budista, Shiva también era su dios supremo. Las tres esposas se miraron recelosas mutuamente, sin saber exactamente de qué hablaban esos dos.
Después de eso, una figura que había estado sentado en las sombras todo ese tiempo se levantó, pasando por encima de su hermano Ganesha, que dormía entre unos almohadones. Su risa sarcástica se hizo presente y su gesto arrogante se marcaba mientras se acercaba a esos dos.
- ¡Tara, Tara, Tara! ¡Pero mira quién es! ¡La diosa de los problemas! ¿Vienes a enredar a mi padre en tus trapos sucios?
Los ojos de Shiva rodaron todos a la vez al escuchar la voz de ese problemático hijo suyo.
- Karttikeya, estabas mejor callado - le dijo su padre alzando una ceja - No interrumpas mis conversaciones.
- Si no te interrumpo te enredará - él chascó la lengua mirándola a ella - Porque tengas una cara bonita y sentimientos puros no te da derecho a presentarte aquí y...
- Kartti... - su padre Parvati le tomó del brazo, pero fue en vano para que el dios dejara de hablar.
- ¡No me callo! - él le gritó a su padre, y fue a enfrentar a Tara, mirándola desde abajo por no ser tan alto como ella - Eres la cosa que mi padre quiso y nunca pudo tener... ¡Y te estás aprovechando ahora de eso para pedirle favores estúpidos!
Él le recriminó eso señalándola con un dedo, haciéndola retroceder un paso. Shiva extendió uno de sus brazos agarrando el dedo de su hijo torciéndolo hacia arriba sin llegar a partirlo, pero sí haciéndolo quejarse.
- No la llames "cosa" - le dijo su padre entrecerrando los ojos y arrastrando sus palabras - Recuerda que te estás dirigiendo a la mujer que te trajo al mundo y limpió la sangre de tu madre de tu cara y tu cuerpo. ¿Entendiste?
Shiva soltó su dedo, haciendo que su hijo diese un bufido de disconformidad negando con la cabeza, yendo a donde estaba sentado. Tara se llevó las manos al pecho, y miró por primera vez a Shiva, que seguía serio.
- Si gana... iré.
Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de la diosa budista, y su cara empezó a teñirse de amarillo de felicidad, pero se reprimió bajando la cabeza, agradeciendo varias veces antes de marcharse de allí casi corriendo, para que Shiva no cambiara de opinión. Duraría poco, ya que se chocó con Forsetti en el piso inferior.
Dentro de la sala, Shiva se quedó mirando a la puerta hasta que los guardias la volvieron a cerrar, y luego se giró a seguir mirando el combate, encontrando los rostros de sus tres esposas delante de él, con el ceño fruncido.
- ¿A dónde irás con Tara? ¡Di! - le gritaron las tres a la vez, haciendo que el dios retrocediera de la impresión y se cayera por detrás del cojín al suelo.
*
De vuelta al enfrentamiento en la arena de combate, Vlad había agarrado a Seth por las orejas, haciendo que levantara su cabeza del suelo y la acercara a él para hablarle de más cerca, con una sonrisa que hacía brillar las puntas de sus colmillos.
- ¿Qué sucede? ¿Te quedaste sin habla? Oh, ¿Qué dios egipcio te habrá comido la lengua? - se mofó - Aaahhh... claro... es que ni siquiera puedes hablar ahora mismo. El dolor te tiene sometido como un buen perrito, congelado y asustado. Todos los lugares donde te han herido alguna vez y dejan marca... vuelven a doler. Es un pequeño don que tengo... hace que el dolor de todas tus viejas y nuevas heridas vuelva... pero mucho más potente. ¿Te duele el hocico, no es así? Las orejas también, las heridas de mis estacas, y todas las viejas cicatrices que se ven en tu negro cuerpo arderán como los fuegos de todos los infiernos.
AGRAVANTE DE DOLOR
Las pupilas de Seth titilaban y sus ojos ni siquiera parpadeaban mirando a un punto fijo. Su mandíbula estaba tan apretada que sus encías se habían vuelto blancas y sus dedos arañaron el suelo de la arena dejando profundas marcas.
- Ahora... veamos esas heridas, señor dios...
El cuerpo de Seth brilló por un momento, y luego empezaron a aparecer marcas rojas por casi todo su cuerpo. Sus viejas cicatrices brillaban en color rojo, ocultas a simple vista por su piel de color obsidiano, brillando ahora y mostrando las miles de peleas que había tenido el dios y que marcaron casi todo su cuerpo. Vlad soltó un silbido con un brillo en sus ojos, observando el cuerpo del dios bajo él.
- ¡Es increíble! ¡Es el cuerpo más maltratado que he visto nunca! ¡Y me encant-!
Su voz fue detenida en seco y su cuerpo congelado, mientras un grito de la multitud venía de las gradas humanas. En su mente, pudo escuchar a Hlökk gritar, y eso que la había estado ignorando todo el tiempo. Bajó la mirada hacia su vientre, encontrándose la punta bífida de la cola de Seth atravesando su cuerpo, entrando desde la espalda por una de las heridas que dejó una de las estacas. La cola del dios, larga y fina como una serpiente, no había sido atrapada bajo una estaca. Era la diferente de hacer eso con un humano a hacerlo por ejemplo con Seth. El dios giró despacio su cabeza hacia él, mirándolo de una forma que hizo que a Vlad se le congelara la sangre por un instante.
- No me toques... - gruñó amenazante - Bastarrrdo...
Moviendo su cola, Seth usó su fuerza bruta para lanzar a Vlad rodando por el suelo, lejos de él, quedando su cola manchada por la sangre de este.
- ¡Que inesperado, mis queridos espectadores! - Heimdal sobrevolaba la zona mirando hacia abajo, pudiendo ver perfectamente en la oscuridad - ¡Seth se ha desecho de su enemigo con su propia cola además de herirlo de muerte! ¡Esto se está acabando, se está acabando!
- ¡Te dije que aprovecharas la ocasión! - Hlökk le regañó ahora que estaba más consciente - ¡Intento ayudarte a que podamos ganar y vivir!
- Estoy cansado de tener que ignorarte... ¡Estoy peleando yo, no tú!
- ¡Estamos peleando los dos!
Su discusión fue interrumpida cuando Seth puso sus manos en el suelo, levantándose lentamente y arrancando las estacas del suelo que aprisionaban sus bíceps, quedándose atascadas dentro de sus músculos. Miró a sus piernas, haciendo lo mismo pero más despacio, ya que sus huesos fracturados no le daban mucha estabilidad. Las arrancó también, dejando las estacas dentro para detener la hemorragia, apoyándose en el suelo con las rodillas mientras sus piernas temblaban. Entonces, inhaló todo el aire que su goteante nariz le permitía, con un sonido ronco y ayudándose de su boca entreabierta, hinchando el pecho ante tanto aire, para luego soltarlo todo en un largo y estremecedor grito que sólo podía salir de un zoomorfo como él lleno de maldad.
Era largo, intenso y mareante, y estaba haciendo temblar el suelo mientras levantaba su cabeza al cielo. Las estacas rotas del suelo comenzaron a temblar, al igual que pequeñas piedras y destrozos de la batalla, y un viento de origen desconocido empezó a azotar con fuerza el campo de batalla, y al ser una zona cilíndrica y cerrada por las barreras mágicas de los dioses, el aire comenzó a girar y a subir, arrastrando con él todo lo que podía.
- Está comenzando... - murmuró Ra cruzándose de brazos - El dios del desierto, traerá su viento demoledor...
El grito de Seth se mantenía, mientras la fuerza del viento estaba erosionando las estacas, el muro y el suelo, empezando a crear arena que giraba con el aire, cada vez más y más. Vlad se cubrió los ojos con dos brazos, mirando por un hueco entre sus brazos para que la arena no se le metiera, intentando saber qué técnica estaba haciendo, pues incluso estaba apareciendo arena de la nada. Eso era una de las técnicas de Seth.
HABOOH VIOLENTO
Una tormenta de arena que comenzaba a formarse giraba con fuerza invocada por el dios del desierto, y cuando dejó de gritar, la tormenta estaba completa, moviendo minúsculas partículas de tierra y polvo que lo azotaban todo, incluyendo que arrancó todas las estacas del suelo y volaban por el aire, girando con este y cambiando de altura.
Con ello, Heimdal tuvo que hacer una llamada urgentemente y ascender más en el aire, donde se abrió un hueco en la barrera para que él pudiese salir del campo de batalla y estar a salvo de la técnica de Seth.
Las cámaras no podían grabar nada ahora, solo se veía la tormenta y ni rastro de ninguno de los dos. El árbitro calmó a los alterados, prometiendo que el narraría todo lo que sus ojos viese ahí abajo.
Vlad gruñó enojado, teniendo que agacharse para que la fuerza del viento no le moviese ni lo arrastrase. Maldita sea... Si de por sí apenas podía ver con la oscuridad... Ahora el viento no le dejaba tener los ojos abiertos por la arena, y sin contar que las estacas ahora volaban por el aire y ni siquiera las vería llegar.
Seth resopló con fuerza, fijando sus ojos en su rival que se encontraba a unos metros de él. Empezó a avanzar despacio, apoyando a veces sus rodillas en el suelo por sus huesos rotos, caminando poniendo una pata donde antes fue una mano, y así y entre el fuerte sonido del viento, no le podrían escuchar.
- ¡Vlad! ¡Vlad! ¡Responde!
- ¡No puedo ver ni oír nada, maldita sea! ¡Sólo puedo escuchar tu irritante voz! ¡O pienso en algo rápido o me matará sin que pueda evitarlo!
- ¡No te rindas ahora, maldita sea! ¡Concéntrate en que el viento no te arrastre, yo te ayudaré a que salves los obstáculos y que esquives a Seth!
- No seas ridícula. Si yo no puedo ver nada, tú tampoco.
- ¡Te recuerdo que soy tu Volund, tu compañera! ¡Esto no es solo perjudicial para ti, también para Seth! ¡Piénsalo!
Vlad apretó los dientes, sin poder abrir los ojos ni siquiera sin que se llenaran de arena antes. Pero espera... la arena que volaba a su alrededor y las estacas, más los escombros del muro... ¡Sí, era cierto! ¡Había una oportunidad!
- ¿Ya te has dado cuenta, cabeza hueca? ¡Todas las estacas que has tocado, los restos del muro roto y todo grano de arena que toque tu ropa hará daño a Seth! ¡Él debe esquivar eso, pero no puede esquivar la arena!
- ¿Y eso que le hará? Ya has visto que apenas gime cuando le rompo el hueso más grande...
- ¡Vamos, maldita sea! ¡Tu Agravante de Dolor hará algo más, y debe esquivar los obstáculos! ¡Vamos! ¡Sé dónde están los objetos en contacto con el volund, haremos algo juntos! ¡Debes confiar en mí!
- No, no confiaré en ti. Tú déjame a mi.
- ¡Maldito cabezota!
El instinto de Vlad habló estremeciendo su cuerpo, y se movió rápidamente a un lado girando en el suelo, justo antes de que Seth diese un zarpazo a ese lugar con un gruñido, bajando la cabeza justo después donde una estaca le pasó rozando las orejas.
- ¿Ves como yo puedo hacerlo, niñ-...?
Un gemido de dolor le hizo hincar una rodilla al suelo, llevando su mano a su costado izquierdo, donde Seth le hirió antes. La sangre salía sin que se viese por su ropa roja.
- Vlad...
- No lo vas a hacer bien.
- ¡Que viene, atrás!
El subconsciente de Vlad le hizo caso, tal vez porque sus corazones y mentes eran uno, y saltó hacia atrás justo antes de que otra de las garras del dios rompiese el suelo con su fuerza. Vlad suspiró, con los ojos cerrados, moviendo sus manos y notando el muro detrás de él.
- Vlad... o confías en mí, o morimos aquí... Y moriremos para siempre. No volverás a la celda, no podrás ser libre, todo acaba aquí... Quiero lo mismo que tú, incluso más. Quiero volver con mis hermanas, con mis amigos... quiero salvar a la humanidad de la ira de los dioses... por favor...
El corazón de Vlad se llenó de un sentimiento que le dieron ganas de vomitar y de respirar con fuerza. No había sentido eso nunca, juraría que no. Estaba sintiendo la tristeza de Hlökk, que también la notaba él, y sabía que dentro de él, la valkiria orgullosa había pedido incluso por favor mientras se aguantaba el llanto. No quería morir.
Apretó los dientes clavándose los colmillos en el labio inferior, agarrando una de sus heridas y clavando los dedos en su carne.
- ¡Maldita sea! - él golpeó el suelo con el puño - ¡Confiaré en ti! ¡Dime dónde está ese perro, vamos!
- ¡Vamos, levántate!
En el palco de las valkirias, Hrist tenía la boca tapada con una mano, mirando el cúmulo de oscuridad en el campo de batalla, ya que ahora por las cámaras no se veía nada por las tormenta de arena de Seth, y todos estaban pendientes de Heimdal y las explicaciones que daba en torno a lo que veía.
- ¡Todo parecía decidido, parecía que la victoria de los dioses eran inmediata gracias al haboob! - iba comentando el guardián del Bifrost - ¡Pero de alguna manera, el humano está esquivando todos los golpes mientras lucha contra el viento y Seth lucha contra la arena y los obstáculos, todo está tocado por el Volund!
- Hermana... - Geir sonrió un poco - Vlad está aguantando...
- Todo es por Hlökk - ella le miró sonriendo - Seguramente le está ayudando, y él está confiando en ella. Es la base de la Volund, ahora será mejor.
Ambas valkirias sonrieron. Jack, a un lado, miraba a Heimdal sobrevolar la zona con una pequeña sonrisa escondida en su bigote. Luego se quitó el monóculo con los ojos cerrados y lo limpió con un pañuelo blanco.
- Ah, señorita... - murmuró - Usted tiene el poder de hacer que los corazones más fríos y desconfiados pongan su vida en sus manos...
De vuelta al Ragnarok, Seth estaba observando a Vlad, sabiendo que tenía un conflicto interno. Tal vez estaba hablando con su valkiria, pero ya tenía que entrecerrar los ojos. Los granos de arena con volund que tocaban sus ojos le hacían daño, pero si fueran normales ni siquiera le molestarían. Cada segundo que pasaba ahí, más y más granitos de arena eran tocados y convertidos en volund. Si alguno de ellos era respirado y entraba en su organismo, sería una molestia, como lo eran todos los que tocaban sus heridas. El combate debía acabar cuanto antes.
Estiró un brazo al frente justo cuando un enorme trozo de estaca pasaba por delante, agarrándolo como si fuera una jabalina enorme apuntando al humano, preparándose.
- ¡Vlad, está agarrando una de las estacas con volund, te la va a lanzar! ¡Rápido, es muy veloz!
El humano echó a correr a un lado, escuchando silbar el enorme trozo de madera cerca suya, acabando clavada en el muro.
- ¡Ahora, levanta las manos!
Al levantarlas, una estaca cercana fue llamada hacia él, yendo a sus manos que agarró con fuerza, palpando para encontrar el lado punzante.
- ¡Viene de frente, dale un golpe!
No la lanzó, que era lo normal, Seth estaba llegando muy rápido y lo mejor era usarla de maza para golpearle, le diera donde fuese. Ahora que el dios era mucho más lento por sus patas traseras y no podía embestir, había una oportunidad a ciegas, y realmente fue muy satisfactorio notar que el golpe le dio en un hombro.
- ¡Está saliendo bien! ¡Vamos, retrocede alerta, no sueltes el arma!
Vlad ya no discutía lo que la valkiria le decía, pues una satisfacción y una extraña felicidad le hacía sentir que hacía lo correcto. Ni siquiera sabía si había sido feliz nunca, si había sentido eso, pero quería más. Si ganaban... ¿podría Hlökk hacerle sentir feliz? Quería comprobarlo.
Con un nuevo aviso de Hlökk, Vlad levantó su arma para atacar, pero Seth la agarró con una de sus garras, forcejeando con él. Había perdido mucha fuerza y velocidad, y Vlad hizo todo lo posible por hacer que no le quite el arma.
- Eres un estúpido... - gruñó Seth mirándolo, enseñando sus incisivos - Pierdes tiempo... escuchando a tu compañera cuando tu instinto... te ayuda solo.
Vlad dudó un momento. Cierto... cierto... ¡cierto! Escucharla y obedecer le hacía perder tiempo frente a un enemigo que tenía la ventaja, y su instinto funcionó antes. Ni siquiera el sonido cercano de la mano de Seth rompiendo la estaca con su fuerza le sacó de su trance, y los gritos de Hlökk queriéndole sacar de él fueron suficientes. Solo se necesitaron unas palabras para conseguir un segundo en el que Seth colocó su enorme zarpa en el pecho de Vlad, y con un toque ligero a la vista pero devastador para el cuerpo, le empujó con fuerza haciéndole volar hacia el muro, clavándose en él.
Vlad tenía los ojos cerrados con fuerza y una maldición en sus labios, adornada por un grueso hilo de sangre que empezó saliendo de su boca, y luego se sumaron dos más de su nariz. Al abrirlos sin importarle la arena, notando el frío muro en su espalda, bajó la mirada lentamente a su pecho, encontrando el extremo de la gran estaca que Seth lanzó hace un momento y falló, cubierta de su sangre.
- Maldita... sea... - murmuró sin fuerza, queriendo cerrar los ojos del cansancio.
Seth caminaba lentamente enfrente de él, acercándose y mirándolo en silencio. Vlad apenas podía ver sus ojos granates, aunque estaba cerca.
- Maldice - le dijo el dios, mientras sus orejas se movían a merced del viento y las gotas de su sangre se iban entre la arena - Maldice... por confiarrr...
- Por confiar... y porque no duele... - Vlad suspiró, notándose sin fuerza en ese momento, dejando caer sus brazos con la boca entreabierta - No siento dolor... puede que no duela entonces... a tanta gente que...
- Si duele - le dijo Seth - Pero cuando el alma está abandonando el cuerrrpo... no deja nada dentro.
Vlad dio una leve carcajada irónica, mientras su ropa color escarlata se desvanecía en un brillo blanco, mostrando que debajo de ella, había un traje de prisionero de color blanco, del mismo estilo al que llevaba cuando fue vendido por su padre hace años. Después, se pudo ver por última vez a Hlökk sobre él, mirándole enojada, empezando a llorar, pero tapando su cara antes de desvanecerse en el aire para que no la viese nadie.
- Ella se fue... - murmuró Vlad, no la podía ver, pero sabía que no estaba con ella - Entonces seré sincero y reconoceré... que sabía que la valkiria bipolar no cumpliría su promesa de darme la libertad si ganaba...
Seth no se movió de donde estaba, escuchando. Vlad se relamió los labios, saboreando su sangre cerrando sus ojos.
- Ah, tú no sabes esa historia... pero ella no lo haría... ese enano con gafas no lo permitiría... por eso... no está mal que yo no cumpla mi parte. Parece que esta es la única manera de ser libre definitivamente...
El cuerpo de Vlad se comenzó a marchar también con un largo suspiro relajado, dejando solo la estaca con su sangre.
Heimdal, que había estado con la boca y los ojos muy abiertos pendiente de eso, había olvidado por completo que tenía que hablar y comunicar lo sucedido.
- ¡Que enciendan las luces! ¡Que se quite la oscuridad! ¡Ya tenemos ganador!
La multitud se exaltó en comentarios con sus vecinos, tomándose de las manos y mirando fijamente, mientras todos mantenían la respiración.
Seth bajó la cabeza al suelo, agotado también y con sus patas temblando, respiraba ahora de una manera muy ruidosa y fuerte, pues su morro no dejaba de sangrar. Veía borroso, y el haboob estaba perdiendo fuerza.
Cuando la oscuridad se marchó, todos pudieron notar rápidamente la falta del representante humano y... de que las barreras de los dioses tenían miles y miles de pequeños arañazos, ocasionados por la tormenta de Seth y el Volund. Mientras Heimdal comentaba lo ocurrido con una gran emoción y sorpresa momentánea, el haboob se disolvió, haciendo que todas las estacas y los trozos de muro empezaran a caer, junto con un grito de los humanos.
Seth levantó la cabeza rápidamente, viendo lo que sucedía, apretando los dientes y comenzando a correr, ignorando que no podía. Las estacas empezaron a clavarse en el suelo, junto con un manto de arena, mientras Seth esquivaba piedras y madera. Una de las piedras cayó cerca suya, rebotando y rodando, golpeándole en el costado y derribándolo, dejándolo bocarriba y levantando sus manos para defenderse como un gato vulnerable, mientras los escombros comenzaron a caer por todo el campo de batalla hasta enterrarlo. El haboob terminó, y Heimdal pidió paso para volver a entrar en el campo de batalla, saltando al suelo y corriendo hacia la montaña de escombros, levantando una mano para intentar callar a la multitud.
Muchos dioses se levantaron de sus tronos para acercarse a la barandilla sin perderse nada de nada, ver si seguía vivo o había muerto. Ra fue uno de ellos, y Horus fue a su lado rápidamente.
Heimdal se asomó un poco entre los escombros, intentando ver algo por los huecos, negando luego.
- ¡Quiten las estacas! ¡Eliminen la condición del humano!
Las estacas se desvanecieron como si todo el tiempo hubiese sido una ilusión, revelando que el cuerpo de Seth seguía ahí, tirado en el suelo sin moverse. Heimdal rodeó el cuerpo acercándose cauteloso a ver su rostro. Si no se había desvanecido, era que seguía vivo, pero ni siquiera veía su pecho moverse, y la lengua fuera de su boca no decía nada positivo de su estado.
- Bueno... esté como esté... Seth-sama ha ganado.
Iba a llevarse el Gjallarhorn a la boca y comunicar al ganador, cuando una profunda voz se alzó por encima de todas.
- ¡Detente, Heimdal!
Todos dirigieron su mirada hacia el palco egipcio, donde Ra se había puesto de pie encima de la barandilla, ganando así la atención de todos.
- No te atrevas a declararle ganador cuando ni siquiera está en condiciones de abrir los ojos - dijo el dios halcón, y Horus atrás asintió ladinamente sonriendo - Si él ha entrado a pelear por su propio pie, debe salir por su propio pie si quiere ganar.
- Pe-pero... - Heimdal miró a Seth - Las normas no...
- Las normas no dicen nada de eso. Las normas dicen que quien muere pierde - Ra endureció su mirada - No declares ganador a un peleador que puede morir en los próximos segundos. Debe poder irse.
Todos discutían lo que Ra había solicitado, y cuando buscaron ayuda en los rostros de otros dioses superiores, no encontraron a Odín por ninguna parte. Sin embargo, Zeus se acariciaba su barba meditando la oferta, Amaterasu seguía escondida tras sus colas, preguntándole a un tengu* que había a su lado si podía mirar ya, y él le decía que no.
*Tengu - Ser mitológico japonés (yokai) que consistía en un hombre con alas negras, llevando una máscara roja de gran nariz roja o con pico de ave, heraldos de la guerra que vivían en las montañas.
Varios dioses debatían, así como los líderes de Mesoamérica y Sudamérica, también Marduk consultaba eso con Isthar. Shiva mantenía silencio desde su habitación, y terminó por sonreír, bajándose del cojín y comenzando a marcharse. Cuando sus esposas preguntaron a dónde iba, él respondió.
- Tengo que cumplir lo que me ha pedido Tara. Los dioses de la destrucción... podemos con todo.
Mientras que todos estaban debatiendo en voz alta lo dicho por Ra, Heimdal juró ver que Seth había movido los dedos de una mano. Tal vez fue un espasmo, una reacción del cuerpo, pero los ojos de Heimdal nunca mentían.
- ¿Y bien, Heimdal? Un árbitro debe saber que hacer con estas reglas tan... vacías - Ra tamborileó su bíceps - Has tenido un milenio para perfeccionarlas, ¿fue poco tiempo?
- E-Eh... no, Ra-sama... - Heimdal se avergonzó, aunque no era culpa suya.
- Seth no es un ganador - Ra volvió a negar - Es sólo un asesino que no podemos encarcelar porque es inútil. ¡Asesinó a todos sus hermanos y hermanas! - declaró - ¡Su esposa y hermana se volvió loca porque la dejó para el final! ¡No es un ganador y no merece vivir! ¡Ni siquiera hemos visto su victoria! ¡Si no es capaz de levantarse en diez segundos, será ejecutado! ¡Thot, quita la barrera egipcia!
Los murmullos y comentarios no paraban, viendo con asombro como una de las cuatro barreras, la dirigida por Thot, se desvanecía. Entonces, una voz aguda y dulce vino desde la otra punta de las gradas divinas.
- ¡Tú, pollo gigante! ¿Quién te crees que eres para inventarte las normas sobre la marcha?
Todos giraron la cabeza dramáticamente, viendo a una kitsune bajar entre la multitud mangakas con cuidado por sus enormes zapatos, acompañada del tengu. Amaterasu le estaba plantando cara a Ra.
- ¿Que quién me creo? - repitió el dios egipcio con las plumas erizadas por su denigrante mote - ¡Soy Ra, dios supremo egipcio, y Seth está bajo mi cargo!
- ¡Estás convirtiendo un conflicto personal tuyo en algo que repercutirá sobre todos! ¡No puedes hacerlo una norma ni una excepción porque quieras, sea Seth tu cargo o no! ¡Esas cosas deben aprobarse en un Congreso de Supremos! - ella le apuntó con una de sus colas y con una afilada uña, poniendo una postura recta y dominante.
- ¿¡Estás loca, vieja zorra blanca?! - Ra soltó un chillido rapaz tras su insulto - ¡Lo dices porque no conoces a Seth, te has pasado la pelea con los ojos tapados!
- ¡Lo digo porque Seth es TÚ obligación! ¡Y si es un problema para todos que él viva, encárgate de él, que has tenido MILENIOS! ¿O ha sido poco tiempo! ¡Y deja a Heimdal en paz, sólo hace su trabajo! - ella se giró hacia el árbitro, y levantó su cola revelando sus ojos, poniendo las manos a los lados de su boca para vociferar más fuerte - ¡Heimdal, chiquitín, lo haces muy bien, te queremos!
Más voces se sumaron a la de la suprema japonesa, apoyando sus palabras y animando a Heimdal, que tuvo que bajar más la capucha que tenía escondiendo su sonrojo y una sonrisita. Ra maldijo en un gruñido, apretando sus puños mirando al palco japonés, negando de rabia.
- Lo que digas... pero ya pasaron diez segundos.
Creó rápidamente una bola de fuego con su mano que lanzó al campo de batalla, mientras que varios dioses trataron de impedirlo con un grito. Al impactar en la zona donde estaba el cuerpo de Seth, el fuego envolvió la arena, sin haber ningún cuerpo ahí, salvo un rastro de sangre.
Heimdal abrió la boca, mirando el rastro de sangre y siguiendo con la mirada las huellas que había, encontrando el cuerpo de Seth al lado de la puerta divina, habiendo llegado ahí entre la discusión de los supremos. Giró el hocico hacia atrás, viendo a Ra impresionado en la distancia, y sonrió enseñando sus dientes llenos de sangre.
- Ya nos veremos... Rrrra... - masculló - Disfrrrruta... de tu sanción.
Con esas palabras, cruzó la línea que separaba el pasillo de la arena, y las puertas se cerraron detrás de él. Heimdal asintió, con una mano en el audífono de su oído, recibiendo una orden y llevándose el Gjallarhorn a la boca.
- ¡Tengo dos comunicados oficiales! ¡El primero es que Seth es el ganador oficial de la cuarta ronda del Segundo Ragnarok!
- ¡Y el segundo es...! - él miró al palco de los dioses egipcios - ¡Que el dios Supremo Ra queda sancionado por infringir una de las normas del Ragnarok que explícitamente dice "Queda totalmente prohibido que alguien externo a la barrera ataque, ayude o intervenga de cualquier manera en la arena mientras haya un combate." ¡Y esto es así porque el combate seguía, ya que no había declarado ganador! ¡Por eso, debe abandonar el palco y un Consejo de Supremos decidirá su castigo!
- ¡Arriba la justicia divina! - Amaterasu agitó sus colas contenta, subiendo rápidamente a su asiento y lanzándose a este.
Todo el público estaba dividido, pero miraban a Ra, que tenía todas sus plumas erizadas de rabia, golpeando con su bastón su propio trono y rompiéndolo, haciendo a Bastet bufar y saltar del susto, antes de abandonar el palco con sonoros pasos enfadados.
Todos parecían bastante alegres en general con la batalla, con el enfrentamiento de Ra y Amaterasu y la sanción de Heimdal, inesperada para la mayoría. El palco de las valkirias estaba en silencio. Sólo habían tres: Hrist, Geir y Jack. Nadie había dicho nada de nada desde lo último, pero el primero en hablar fue Jack.
- Si me disculpan, señoritas...
Él bajó su sombrero hacia delante, cubriendo sus ojos con este, marchándose por el pasillo hacia la oscuridad. No iba a mentir si decía que estaba dolido, no iba a mentir si decía... que los últimos colores que vio de Hlökk antes de desvanecerse eran muy tristes. Él, como Sasaki anteriormente, necesitaba un rato a solas.
Geir, que se mordía el labios fuertemente mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, quería aguantar el llanto por Hrist, pero fue un desgarrador llanto de su hermana mayor lo que le paralizó el corazón.
Hrist estaba llorando, fuertemente, dejándose caer al suelo sentada en sus rodillas y apoyando los puños en el suelo, colocándolos luego en su corazón, desahogando su amargura. Geir la miró derrumbándose y llorando a su vez, acercándose a abrazar a su hermana mayor dándose su apoyo. Hlökk se había ido, traicionada y triste, con miedo y desilusión, y ahora el marcador divino sumaba un punto más.
3 - 1
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¡Finalmente terminó la cuarta pelea! Espero que os haya gustado ^^
Ahora bien, ¡que se preparen los siguientes! ¿Quiénes serán? Ya conocéis a quién mandarán los dioses ^^
Pero... ¿Y del bando humano? ¿Quién podría ir ahora?
Lo sabremos pronto, gracias por seguir estando conmigo, os amo ❤
Ra diciéndole a Heimdal que ha tenido un milenio para pulir las normas del Ragnarok.
Amaterasu diciéndole a Ra que ha tenido milenios para solucionar su conflicto con Seth.
La gente:
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