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Capítulo 21 - Ni momento ni lugar

* Tres cositas amores:

- Primero, se presentan aquí tres personajes nuevos de los cuales no hay imagen (por ahora) básicamente porque sigo sin poder editarlas al no tener pc. Igualmente, para el más importante hay una descripción buena.

- Segundo, prometo que en la siguiente comienza la pelea :3

- Disculpen a la molesta de mi Morrigan pero es que es así ❤️

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Con el trato hecho, el cuarto humano estaba asegurado. Hrist colocó su mano en la piedra al lado de los barrotes, y con un pequeño click se abrió la puerta, dejando salir a ese hombre tan alto, vestido con ropas viejas y grises típicas de un prisionero abandonado. Sólo las manos de las Valkirias con Volund Evolucionado pueden abrir las celdas de los Einherjer prisioneros, ya que son las más antiguas y sabias.

- No intentes nada extraño - le desafío la valkiria mayor.

- Soy hombre de palabra. Cumplo mis tratos... Sobretodo si son tan interesantes.

Él sonrió, enseñando una curiosa prominencia en sus colmillos superiores, cosa que le hizo a Geir estremecerse. Vlad caminó el primero por el pasillo, seguido de Edgar, que no le quitaba el ojo de encima, luego Hrist y Hlokk, y finalmente el rey Arturo en la retaguardia.

Geir se quedó un momento pensativa al final del pasillo mirando al suelo, algo asustada de que Vlad pudiese ganar el enfrentamiento y... Fuera libre. Dejar a ese monstruo libre... Ni sabía si los dioses las castigarían por eso.

Un preso de una celda al otro lado se lanzó contra los barrotes con un aullido, haciendo gritar a Geir que apoyó su espalda contra el muro de detrás de ella, al lado de la celda de Vlad, incluidas sus manos por el miedo. El prisionero se rió de su broma, y Geir huyó rápidamente detrás de los otros.

Con la risa del prisionero no se escuchó el ligero click de la celda que tocó la valkiria, y la puerta no se movió hasta que Geir subió los escalones corriendo para irse de ahí.

Una vez en silencio, una mano empujó con suavidad la nueva puerta abierta, haciéndole chirriar, mientras todos los presos guardaban silencio. De ahí salió un preso liberado accidentalmente, que sonrió victorioso ante su suerte, evitando reír estruendosamente por si se le podía escuchar.

*

A la salida, Jack había esperado con Tara a un lado, pues el humano no quería volver a entrar a los calabozos donde ya cumplió condena, además de que no debía dejar a la diosa sola en el Jardín de los Einherjer. Incluso estando él ahí con ella, la diosa ni escapaba de miradas indiscretas y comentarios. Todo estaba bien, pero... Al ver salir a Vlad el primero, Jack abrió sus ojos de sobremanera retrocediendo hasta la pared. Tara le miró algo apenada, inclinandose a su lado y poniendo su mano en su hombro, muy despacito esta vez para que no le sacara un cuchillo.

- ¿No te gusta ese hombre? - susurró ella.

- Eso no es un hombre... - murmuró Jack - Eso es un monstruo... Y los monstruos no le gustan a nadie, ya me lo demostró el mundo. Pobre señorita Hlokk... No se merece un compañero así...

Tara frunció sus labios, tornando su piel un color más grisáceo y apagado por la pena, y al levantar la mirada, vio que el Rey Arturo estaba frente a ellos.

- ¿Que hacéis vosotros dos aquí? - preguntó alzando una ceja.

- ¿No puede un viejo Einherjer y una diosa sin malas intenciones estar cerca de los humanos, antiguo Rey Arturo? - preguntó Jack.

- No, no... No digo eso, sólo... Digo... Juntos... - él juntó varias veces las puntas de sus dedos índices.

- Es que me quedé sola... - comentó ella - Y Jack se ofreció a acompañarme y cuidarme.

- ¿Y confías en él?

- Más de lo que crees - ella sonrió - Nos conocemos desde antes del anterior Ragnarok incluso.

Eso no le hizo mucha gracia al rey. No le gustaba tratar con escorias que manchasen el nombre de su amada Inglaterra con sus actos, y sin embargo Jack le conocía de antes por los libros, aunque no esperaba llevarse bien con él. No todos pueden aceptar que el pasado es el pasado.

Se giraron a ver a Vlad elevar la cabeza al sol en mitad del Jardín, donde los Einherjer se alejaban de él y le observaban en silencio. El estiró los brazos disfrutando del calor del sol en su piel, que incluso estaba algo amarilla por no haber visto el sol en tantos años. Luego sonriendo bajando la cabeza, haciendo crujir su cuello.

- Solo necesito un rápido lavado y ropa... Y estaré listo para matar a un dios - sonrió ampliamente, pero sin nada de felicidad.

Al girar su cabeza y ver a Jack, una carcajada escapó de su boca.

- ¡Jack, mi buen amigo! ¡Cómo nos une la vida! Usaré a tu misma valkiria.

- "Usar" es una palabra muy fea para referirse a una compañera - increpó él.

- Como digas, como digas... Siempre tan correcto... - Vlad miró alrededor, viendo que todos estaban muy tensos - Calma, calma... No me interesa comenzar una disputa. Debo estar concentrado.

Detrás del monóculo de Jack no se veía, pero él mantenía su ojo derecho cerrado.  No quería ver los horrendos colores de ese antiguo vecino de celda suyo, no quería esos recuerdos. Miró a Hlokk con un gesto indescriptible, mientras ella le miró de reojo también. Sus brazos cruzados y su espalda recta le daban confianza, pero cuando Jack abrió un poco su ojo derecho, vio lo que se temía. Hlokk tenía miedo. Mucho miedo.

*

Mientras eso pasaba, en el palco de los dioses griegos, Hermes intentaba esconder su tableta de la mirada inquisitiva de su padre, de pie en su trono para poder ver.

- ¡Vamos, Hermes, hijo! ¿Quién será el siguiente? Lo sabes y me lo ocultas, no me gustan los secretos.

- Espere solo un poco más, padre... - Él sonreía escondiendo su tableta contra su pecho - Debe estar a punto de llegar aq-

- ¡Soy yo! ¡Soy yo!

Morrigan llegó corriendo a ponerse delante de Hermes dando saltitos.

- ¿Ya es mi turno, cierto? - ella le miró de cerca con los ojos brillosos.

- Buen intento, Morrigan-sama - Hermes sonrió - Pero no, no es su turno ahora...

- Anda, déjale salir... - Loki se había sentado en la barandilla de piedra con las piernas cruzadas, apareciendo de la nada - Así deja de molestar tanto.

- Loki tiene razón, ustedes no quieren que siga molestando, ¿Cierto? - ella sonrió de lado, acariciando con un dedo una de las solapas del traje de Hermes - Anda, dime que sí~

- Que no - él siguió con su sonrisa amable, quitando despacio su dedo de su ropa.

A lo lejos, justo en el extremo opuesto del recinto, se encontraba el palco japonés. Amaterasu tenía unos binoculares y con ellos vigilaba atenta el palco griego, estando todo bien hasta que vio las acciones de la celta con el hijo de Zeus.

En ese momento, sus once colas blancas y esponjosas se erizaron de golpe, bajando sus orejas y gruñendo por lo bajo. Las uñas de sus manos se afilaron y sus dientes salieron, además de sus ojos rasgados cuando quitó los binoculares.

- ¿Que se cree que hace esa celta tocando a MI Hermes-kun? - dijo en un tono muy enojado - ¡Nadie puede tocar su impoluto traje negro!

La diosa, volviendo a ver con los binoculares enojada, no podía evitar que le comieran los celos de cualquier mujer, humana o diosa, cercana al mensajero griego. Sabía que su amor era platónico, nunca sería correspondido, pero no podía evitar mostrar un poco su lado salvaje desde la distancia.

¿Por qué no era correspondido? Bueno, lo primero es que Amaterasu nunca se atrevió a decirle una sola palabra a Hermes, y si él le hablaba, se derretía en el suelo en una bola de pelo blanco, oculta entre sus colas para evitar que le viera con una timidez exagerada.

Lo segundo es que ellos eran polos opuestos... Y sabía que Hermes no tenía ojos para una líder de panteón que no sabía ni ponerse un kimono correctamente.

Lo tercero, que todo su panteón se opondría a ello.

Los mangakas, debajo de ella, guardaban silencio y no se movían, como si ella fuera un T-Rex cuando se ponía tan enojada. Finalmente Amaterasu lanzó su binoculares al aire, dándole a un pobre mangaka en la cabeza, levantándose de su trono y yéndose lo más rápido que le permitían sus enormes sandalias con una exagerada plataforma para que no pareciera tan bajita.

- ¡Amaterasu-sama! ¿A donde va? - exclamó uno al ver que se iba.

- ¡A reclamar lo que es mío por derecho en mi mente y en mis fantasías! - contestó desde lejos, sin detenerse ni mirar atrás, antes de dar un traspiés y casi caerse al suelo.

*

De vuelta al palco griego, Morrigan había acabado sentándose en el suelo enojada por no haber conseguido lo que quería, y detrás de ella seguía Loki en la barandilla, que había puesto sus pies en los hombros de esta. Cuando Ares iba a abrir la boca para preguntar, un putrefacto olor les llegó a la nariz, haciendo que el dios se tapara con la mano. Zeus usó su mano como abanico delante de él, y Hermes arrugó la nariz sin gustarle eso.

- ¡Loki! - Morrigan le miró con la nariz tapada - Cochino.

- No inventes - él le dio un patada en la nuca sin mucha fuerza - Huele a perro muerto.

- Algo así... - murmuró Hermes - Entonces ya viene.

Por una de las entradas al palco griego apareció la figura zoomorfa de un dios.

El dios Seth se movía igual que un licántropo a cuatro patas, pues la forma de su cuerpo recordaba a eso, un ser entre persona y lobo. Su espalda era ancha a diferencia de su estrecha cadera, y su cuello siempre iba caído, con su morro torcido casi siempre rozando el suelo. Sus manos llenas de garras y sus patas traseras eran grandes, y su columna se marcaba en su espalda terminando en una raquítica cola con la punta bífida. Sus orejas eran largas, pero acabadas en corte horizontal, sus ojos pequeños y su boca llena de dientes.

Ante la presencia de esos dioses, Seth se incorporó sobre sus patas traseras con un impulso de sus manos, siendo ahora más alto que la mayoría de los dioses presentes, pero no tanto como Ares. Con la forma de su columna y su cuerpo al estar incorporado, se notaba que Seth estaba más acostumbrado a ir a cuatro patas.

- Seth-sama, bienvenido - Hermes despegó su tableta de su pecho, tocando un par de veces - ¿Está listo?

- Deja... Las forr...malidades... Herrrrmes - Seth hablaba futuramente, muy despacio y grave, teniendo que hacer paradas en sus palabras porque su garganta pedía gruñir en vez de eso, también acostumbrado a hablar muy poco - Os he oído... Oigo muy bien.

- Mejor - Morrigan seguía sentada en el suelo con la nariz tapada, hablando de forma graciosa por eso - No se me da bien fingir. ¿En serio va a ir el perro pulgoso antes que yo, Hermes? ¡Yo soy más fuerte y tengo más rango que él!

- Morrigan-sama, ya hablamos de esto... - Hermes le miró pidiendo paciencia, pero eso solo hizo que la diosa hiciese un drama tirada en el suelo, pataleando, y por supuesto todos la ignoraron.

- Me pediste hace tiempo que quería ser uno de nuestro representantes, Seth-sama... - continuó Hermes - Por mi parte lo acepto, pero, ¿Lo acepta el líder de su panteón?

- Yo no tengo... Que prr... Preguntarle nada a Rrra - contestó enseñando los dientes - Él no me manda.

No era algo obligatorio que el líder de panteón aceptase que un dios a su cargo participase, pero si era de alguna forma, una bendición para ellos y estaba bien visto.

- ¿Pero al menos lo sabe? - insistió Hermes.

- Él no sabe de mí... Desde hace siglos... ¿Que le imporrrr...taría?

Hermes compartió una mirada con Zeus, y luego ambos levantaron sus hombros mientras el primero tocaba algunas cosas en su tableta, mientras su medidor de paciencia se iba acabando porque Morrigan no dejaba su drama en el suelo, cada vez más escandaloso como el de una niña pequeña.

Seth ya estaba enseñando los dientes y gruñendo, mirando a la diosa, mientras el pelo negro de su lomo de erizaba, y antes de que pudiese hacer algo más, el fornido celta apareció levantando a la diosa por debajo de los brazos, echándola contra su pecho igual que con una niña pequeña.

- Vamos a ver, que son esas pataletas... Morrigan, barbilla alta y mejillas desinfladas - le dio saltos para desfrustrarla - ¿No te han dejado salir ahora?

Morrigan se portó bien encima suya, aún con cara de enojo, asintiendo ante las palabras de Lugh.

- Piénsalo de este modo, es mejor así. Imagina la cantidad de poder que obtendrás después de su combate. Seth es el dios del caos, de la destrucción y el desierto, la erosión y además la fuerza bruta. Se parece a ti en varias cosas.

- Es como yo pero en feo - ella contestó mirando a Seth, apoyada en el hombro de Lugh.

- Algo así, algo así. Así que mejor deja al pincelito seco hacer su trabajo - dijo refiriéndose a Hermes con el pulgar.

Morrigan entrecerró los ojos, dejándose mecer en el cuerpo calentito de su amigo, aceptando en silencio lo que decía. Eso a Ares le hacía gracia.

- Pff, ¿A Lugh le haces caso y a mi hermano Hermes no? - le preguntó.

Morrigan le respondió a eso sacándole la lengua, haciendo a Loki reír por lo bajo por el espectáculo que daban entre todos. Lugh empezó a retirarse con ella caminando, en dirección al palco celta, donde había dejado a su hijo.

- Celtas... Son tan raros... - Ares negó.

- Diferentes - comentó Zeus.

- Locos - Ares miró a su padre - Locos, todos locos. Brutos, alocados, desequilibrados... Hace dos milenios no estaban así.

- Hace dos milenios gobernaba otro - Zeus tendió su taza de té a Hermes para que le eche otro poco - Cuando cambia el líder, cambia el panteón.

- Lugh es el único con sentido común entre esos bárbaros... Y se dedica de hacer de niñero de Morrigan... como dios de la guerra que reconoce su fuerza, eso me parece vergonzoso - Ares negó al gesto de Hermes de echarle te a él también.

- Cada uno tiene una historia, hermano - Hermes dejó la tetera, porque obviamente Seth y Loki no querían de ese "agua con hierba" - Morrigan no ha dejado nunca de ser una niña aunque tenga tantos años a su espalda.

- ¡Es una diosa de la guerra! - él se levantó - ¡Y se tira en el suelo y patalea si no consigue lo que quiere!

- Siéntate y cállate.

Las palabras de Zeus soltando su taza fueron rápidas y duras contra su hijo. Incluso su brazo había crecido de golpe, aumentando drásticamente su musculatura. Ares le miró aturdido unos segundos, terminando por sentarse.

- No hables así de alguien de mayor rango que tú, te caiga bien o mal - le advirtió su padre - Hablas a su espalda muy bien sin recordar que ese sigue ahí - señaló con la cabeza a Loki, que con una sonrisa, le saludó - Sabes de su relación con la celta y aún así ahora pareces tu el niño pequeño. Si tienes problemas con su comportamiento, ve directamente al palco celta y se lo dices a la cara, pero no creas que nadie irá en tu ayuda.

Tras eso, Zeus dio otro sorbo de té, dejando en silencio a todos ahí, salvo a los roncos gruñidos que salían naturalmente de la garganta de Seth. Ante la tensión, una nueva figura apareció caminando con aire solemne en el palco griego, con una curiosa sonrisa dentro de lo que permitían las boqueras de su pico.

- ¿Interrumpo algo?

El dios Ra observó curioso el panorama, centrando su mirada en Seth, al cual debía mirar de lado por la forma de su cabeza de ave y solo podía verle por un ojo.

- Seth... ¿No tienes nada que decir ante esto? ¿No quieres hablar? ¿Sólo gruñir?

Seth no respondió ante eso, pero si aumentó la intensidad de los gruñidos que salían, mostrando hostilidad.

- Me parece raro... Ni siquiera te importó el anterior Ragnarok.

- No tenía ninguna... Expectativa por parrrr...te humana.

- Que descubrimiento, igual que todos - Ra fue sarcástico con él - ¿Y ahora sales de tu oscuro agujero y crees que tener algún derecho sobre los demás para participar tú? ¿Sabes todos los que están en contra?

Seth iba a contestar, pero frunció el ceño enseñando los dientes al ver aparecer a Horus detrás de Ra. Igualmente, la diosa Bastet llegó también, que aunque no tenía mucho que ver ahí, le gustaba estar con sus semejantes y enterarse de que pasaba ahí, quedándose sentada en la barandilla, lamiendo su mano para luego pasarla por su oreja felina igual que un gato. Igualmente, Loki ya estaba llamando a Morrigan de nuevo con la mano, que empezaba el drama.

- Compañeros egipcios... - Hermes suspiró antes de meterse entre medias - Comprendo que tienen mucho que tratar con Seth-sama y él con ustedes, pero quedan sólo cinco minutos para el siguiente enfrentamiento... No es el momento ni el lugar, Ra-sama...

Sabiendo que Hermes le estaba pidiendo paz a un líder de panteón, estaba algo tenso, y le miraba como si quisiera que comprendiera. Ra giró su cabeza hacia el, clavando su ojo negro en el mensajero. Luego, giró la cabeza hacia las extensas gradas, con tantos humanos y dioses ansiosos por ver un nuevo enfrentamiento.

- En realidad no tenemos tanto que tratar con Seth - Ra llevó una mano a su propia cintura, tranquilo - Él puede salir a pelear.

- ¡Pero Ra-sama! - Horus le miró rápidamente - ¡No deberías dejarle hacer nada que quiera! ¡Mi tío asesinó a mi padre!

- Y por ello naciste tú. Que no se te olvide, Horus.

Con eso, Ra no estaba defendiendo a Seth ni mucho menos. Simplemente hacia bien su papel de líder egipcio, poniendo paz donde vives la tensión en un momento que ciertamente no era ni el momento ni el lugar.

- Así que sal sin miedo, Seth... Me gustaría saber cómo pelea alguien que lleva milenios encerrado, saliendo muy rara vez para causar el desasosiego en mis tierras.

Seth gruñó. Lo tomó como lo que era, una amenaza, pues le estaba diciendo con eso que no esperaba que él regresase de la arena de combate.

- ¿Te gustarrrr...ría que muriese... Cierrrto? - le preguntó sin miedo a la respuesta.

- Obviamente - contestó el líder con sinceridad - Serías un problema menos con el que lidiar ahora que has decidido salir por tu propia pata. Nadie te echa en falta. Si muriese, a nadie le importaría. Es más, nos alegraríamos.

Ra miró a Horus, y él asintió convencido, enfrentando con la mirada a su tío Seth. A eso, Morrigan se acercó al oído de Loki.

- ¿Por qué Seth mató al padre de Horus? - le preguntó, desconociendo el chisme.

- No lo sé yo tampoco, no sería muy interesante - Loki la miró despreocupado - Tal vez asuntos de reparto de terrenos.

Morrigan no se quedó conforme con el chisme, así que fue directamente a preguntarlo a la gatita que estaba lavándose ahí a un lado.

- Y bueno, Seth... - Ra prosiguió - ¿Pelearás con tus hoces? ¿Acaso recuerdas donde están? ¿Pelearás con las hoces que hacen honor a tu perdido título de dios de la fertilidad?

El sonido de una bocina hizo indicar a todos que los dos siguientes participantes debían estar colocándose en el pasillo de salida. Ra miró de reojo a la arena, terminando por sonreír.

- Mejor me espero a verlo por mí mismo.

Ra bajó un poco su pico, siendo así una despedida, dándoles la espalda y marchándose, siendo seguido por Horus. Bastet no se podía ir, estaba entre los brazos de Morrigan, muy tranquila igualmente, que se la enseñaba a Lugh que había vuelto a buscarla.

- ¡Mira Lugh! ¡Una michi! ¿Nos la podemos quedar?

Ella levantó a Bastet para enseñársela al enorme celta. Bastet estaba acostumbrada a ser mimada y consentida, era normal para ella recordarle que era una diosa gato y que por tanto era hermosa.

- Morrigan, tenemos muchos gatos allí, no podemos llevarnos a esa, ya tiene casa - el celta había lidiado con estas situaciones mil veces.

- Michi sin correa es de quién lo vea - sentenció ella.

- Venga, ven conmigo. Tenemos que ir a ver a Odín porque Balder ha desaparecido.

- ¿Desaparecido? Se estará dando alguno de sus paseos sonámbulo - ella soltó a la diosa y se despidió con la mano, acompañando a Lugh - ¿No tenías que vigilarle? Él solo dormía en mi trono.

- Si, es cierto, pero vino mi hijo y me descuidé un poco... - él se rascó la nuca.

- Bueno, bueno, todo se arregla. Vamos a ver a Odín.

Al empezar a irse todos del palco griego, fue Amaterasu que llegó un poco después jadeando y odiando internamente sus zapatos, que en realidad amaba. Vio marcharse a todos, sonriendo, pero aún con sus colas erizadas. Se había torcido los pies como siete veces cada uno, pero ella era constante. Sus tobillos también lo eran.

- Bien, la he espantado... - dijo convencida cuando vio que se iban - Lo conseguí...

Recuperando el aliento un poco, sonrió orgullosa levantando la cabeza, pero ni siquiera se dio cuenta que Hermes estaba a su lado preguntándose qué hacia ella aquí.

- Amaterasu-sama... ¿Que suc-...?

Un chillido por parte de la japonesa fue el detonante para su gran sonrojo, acabando de rodillas en el suelo envolviendose en sus colas completamente, formando una esponjosa bola blanca protectora, para que no fue expuesta completamente roja.

Hermes alzó una ceja sin saber que hacer, mirando a su padre. Pero Zeus solo se reía.

*

- Y por eso Lugh se despistó con su hijo y Balder misteriosamente desapareció. Lo sentimos.

Morrigan dio la cara al lado de Lugh frente a Odín con una sonrisa, mientras que el nórdico fruncía su ceño arrugado y viejo y Hugin y Munin negaban a la vez mirándoles.

Antes de que esos dos cuervos molestos comenzasen a increparles y molestar, su dueño habló.

- Traedme a Balder.

- Que pereza... - Morrigan giró los ojos.

- Es lo justo, Morrigan - Lugh ya se iba a ir.

- Vosotros no, celtas - Odín gruñó - Hugin y Munin.

- Ah, menos mal - la celta sonrió yéndose.

Mientras, los dos cuervos alzaron el vuelo, yendo uno por entre los pasillos y el otro alzando el vuelo para ver desde las alturas, buscando al hijo menor y favorito de Odín.

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¿Cómo puedo explicar la forma de hablar de Seth sin que parezca acento ruso?

https://youtu.be/MERr8ZsO3uA

A partir del minuto 7:30 o así, es la forma de hablar del licántropo Morkvarg ^^

Es pronto pero....

XD

Bando de los dioses - Seth

Bando de los humanos - Vlad

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