Capítulo 19 - Gracias por gritar
Entre los aclamos de victoria por parte de los dioses, que volvían a ponerse por delante del marcador, en las gradas humanas reinaba el silencio. Hrist y Geir observaron como su hermana Kara, en vez de desvanecerse igual que su Einherjer, reunió sus fragmentos y salió volando hacia algún lugar. Tal vez esa valkiria guardaba alguna sorpresa.
Kojuro mantenía en silencio al ejército del Clan Date, que empezó a retirarse de las gradas con dignidad, a la vez que echaba un vistazo a Yasuke, el samurái de ébano, en la última grada de brazos cruzados.
En la arena, Asimantos arrancó el tridente del suelo, observándolo, con esa pequeña sonrisa que hacía su rostro uno más amable y más lindo. Sin embargo, no tardó en quitarla de su cara cuando levantó la mirada en busca de Sasaki Kojiro, viéndolo allí, al lado de esa valkiria bipolar. Sabía que había que tener cuidado con ese dúo, pero ahora estaba más cerca de conseguir lo que su padre no pudo. Así, el Einherjer también le miraba, serio y de brazos cruzados, aceptando así de alguna manera que podría haber una futura rivalidad entre los dos... pero ahora no iba a ser. El anciano le dio la espalda, empezando a caminar con un rostro tranquilo hacia el pasillo más cercano.
- Creo que... Necesito un rato a solas.
Empezó a caminar alejándose de los demás, y ninguno de los presentes le dijo nada para impedirlo. Era normal, Masamune era para él algo más que un alumno. Ya había sido su amigo, y Sasaki no tenía muchos de esos.
En la arena, Anfítrite se encontraba "pidiendo amablemente entre nervios y chillidos" (lo que vendría siendo gritando y casi amenazándo) a la diosa Hécate para que abriese la barrera de esa zona para permitirle entrar con su hijo mientras que el agua se marchaba.
Hécate, diosa de la magia griega.
Hécate se reía de su insistencia, pero como sabía el temperamento de esa mujer, abrió un hueco para dejarle entrar.
Hécate es la encargada de la barrera del campo de batalla de la zona este, y esta se divide en cuatro según los puntos cardinales. Otros tres dioses se encargan de las otras zonas.
Al abrirse un hueco, Anfítrite se lanzó con un enorme salto hasta el centro de la arena, seguida por Tritón. Allí ella abrazó a su hijo con fuerza, dándole sonoros besos en la cara, dándole vergüenza a este y queriendo quitarse.
- ¡Mi niño, mi niño, mi niño! - gritaba feliz sin soltarle - ¡Que orgullosa estoy!
- Madre, vámonos... - lo pidió Tritón - Asimantos se siente avergonzado, y está herido. Le curaremos en casa.
- Si... - Ella se separó, viendo a sus dos hijos juntos, siendo tan diferentes y tan iguales - Oh, mis pequeños bebés... Mis dos bebés preciosos con sus lunares en el mentón - dijo acariciándolosa la vez.
Los dos se sonrojaron a la vez, desviando la mirada con el mismo gesto, haciendo sonreír a su madre. Fue cuando ella y su hijo tomaron a Asimantos cada uno de un hombro, ayudándole a caminar y bajando las escaleras, pues para este era difícil con los tentáculos.
En la salida, les esperaba una curiosa visita.
- Ho, Ho, Ho... Asimantos... Así te llamó tu padre al final...
Los tres se giraron, viendo venir a Zeus caminando con las manos a la espalda, seguido de su hijo Ares, de un tamaño mucho mayor que él, con el pelo muy largo y su flequillo fuera de su cara, echado atrás sujeto con la corona y vestido con armadura brillante y dorada, además de llevar una fina barba rubia.
- Gran Zeus, no es momento... - le pidió Anfítrite - Mi hijo estay muy herido...
- Sólo será un minuto para darte la enhorabuena... - Él acarició su perilla con paciencia - No me parecía buena idea que salieras al principio, pero... Lo has hecho bien.
Asimantos miró a su madre y luego a su tío Zeus, también a su primo Ares. Tragó saliva asintiendo, ahora algo tímido. En realidad... Era la primera vez que podía mirarles sin sentirse indigno. Ellos eran reconocidos dioses. Él acababa de salir a la luz.
- Recupérate en tu casa, con tu familia. Ya no tienes nada más que hacer aquí. Lo que querías, lo cumpliste.
- Pero no he terminado, gran Zeus... - contestó él en un susurro - Tengo que matar... A Sasaki Kojiro...
- Ese puede esperar. Ya basta por hoy - Ares le habló - Todos los guerreros descansan, y ninguno ha ganado yendo herido a por un enemigo como Sasaki Kojiro. Él es otro nivel.
Asimantos bajó la cabeza apretando un puño contra el tridente, escuchando a los dos dioses griegos irse. Su madre se adelantó a impedir que sus hermanas nereidas fueran contra su hijo a abrazarle entre todas, y así aprovechaba Tritón para llevarse a su hermano ayudándole, negando la ayuda de dos sirvientas que traían una camilla.
Ya en otro pasillo, Asimantos tomó del brazo a su hermano, deteniéndole.
- ¿Que ocurre, hermano? ¿Necesitas que paremos? Esa herida de tu pecho parece muy grave, y los tentáculos...
- Antes de entrar a la batalla tenía las cosas muy claras... - le susurró mirándolo - Ganar, que mi padre me viese desde ahí arriba, poder triunfar donde él fracasó... Y después de eso, terminar con su asesino. Y luego...
- ¿Que tenías pensado hacer después de matarle? - preguntó su hermano mayor con una sonrisa.
- Yo... Tenía pensado suicidarme.
La respuesta dejó blanco a Tritón, pero su hermano siguió hablando.
- Es el objetivo de mi vida. Cuando lo haga, no iba a tener nada más por lo que vivir... O eso pensaba... Hasta que os escuché gritar detrás de mí.
Tritón sonrió despacio, volviendo el color a su cara.
- Claro que íbamos a hacerlo... Estábamos ahí...
- Pero nunca os vi - Asimantos bajó la cabeza apenado y con el corazón entumecido.
- Nunca nos viste, pero nos escuchaste. Hermano, no te...
- Gracias por gritar... Gracias por hacerlo...
Tritón se acercó abrazando a su hermano con cuidado por sus heridas. Puede que fuese el primer abrazo que le daba a su hermano liberado de todo... Un abrazo sin que Poseidón les tratase mal, un abrazo sin miedo y como dos hermanos. Pero ahora había que irse a casa, había que empezar de cero.
*
Mientras, en las gradas de los dioses, en la zona japonesa, Amaterasu hacía un berrinche en su trono.
- ¡No, no, no! ¡No es justo! - ella golpeaba con el puño el reposabrazos - Por eso no quiero japoneses en este torneo... Primero pierdo a mi hermano y luego a este... Que bueno, a este no lo conocía, pero es japonés, al igual que ese luchador de sumo del primer Ragnarok, también fue una pérdida... - dijo cambiando el tono de voz a uno más normal, pero rápidamente volvió a ponerse triste, bajando sus orejas y dejando sus colas caer - Pero me da pena todo... Todo, todo...
Ella suspiró con pena, tirada sobre el trono, sin saber qué hacer hasta que empezara el siguiente combate.
*
La diosa Tara estaba asomada viendo el combate directamente, viendo marcharse al dios con su madre y hermano. Suspiró, bajando la mirada. Si se iban a casa, no la necesitarían, así que estaba bien, podía seguir estando en la zona de los humanos. Ahí se sentía mejor, se sentía más cerca de sus seres queridos.
La diosa de gran tamaño y piel azulada se alejó, caminando sola por los pasillos. La humanidad iba perdiendo, pero aún era temprano. Podría haber remontada.
Tan metida en sus pensamientos que no se daba cuenta que caminando sin rumbo, se chocó con una diosa que le esperaba con los brazos en jarras, y al no pararse y debido a su altura, le hizo chocar con su pecho en la cabeza de la menor.
- ¡Oh, perdón! - pidió volviendo a la normalidad, pero se quedó tensa al ver quién era.
La diosa Morrigan puso una mueca, sacudiendo su cara fuertemente igual de un perro, mirándole desde abajo con enojo.
- ¿Querías hacerme sentir mal porque tú tienes pechos y yo no? Que cruel, Tara...
Ella se acercó, amenazante, como la primera vez. Sin Loki alrededor, Tara se relajó un poco, pues quería seguir hablando con ella.
- Morrigan... ¿Cuándo podremos hablar de...?
- Nunca - la celta amenazó - Tú deberías dejarme en paz. ¡Deberías huir al verme, deberías odiarme, señalarme con el dedo cuando me veas e irte! Pero no... Sigues buscándome y sigues... ¡Sacándome el puñetero tema de conversación de que estoy loca! - le gritó en un momento.
- ¡No! Yo no dije que estuvieras loca, dije...
- Es lo mismo. Tú y todos los dioses piensan lo mismo... Y no entienden que así soy feliz...
Morrigan la miró dolida, alejándose y dejando de amenazarla con la mirada.
- A lo mejor si hubiese logrado asesinar a Buddha me dejarías en paz... - soltó finalmente con un siseo maldito lleno de asco, alejándose de ella, desapareciendo en una nube negra que ella misma creó con magia.
Tara quedó sola de nuevo, más acongojada que antes. Sí, si Morrigan hubiera logrado asesinar a Buddha cuando acabó el primer Ragnarok, ella... Seguramente le odiaría por matar a su hijo... Pero no lo hizo. Y no sabía por qué.
Igualmente, ahora había otro Buddha ajeno al del primer Ragnarok por la muerte del primero en otras circunstancias, tenía un nuevo hijo que alcanzó la iluminación... Pero eso no significaba que no amase aún al perdido...aunque él no quisiera hablar nunca con ella ni la considerase su nueva madre, otro de los papeles de esta diosa.
Tara suspiró, alejando esos pensamientos de su cabeza. Igualmente, siempre quedaban dos incógnitas: por qué Morrigan no mató a Buddha cuando tuvo ocasión, y por qué Tara no sentía un miedo real cuando estaba cara a cara contra esa diosa que quería matarla.
*
En el Jardín de los Einherjer reinaba un triste silencio, escuchando solo lamentaciones y maldiciones. Por las grandes televisiones habían visto perder la tercera ronda y no estaban contentos. Entre ellos, Odiseo y Aníbal seguían sentados en el suelo en un rincón, habiendo acabado la bebida de sus vasos, comprendiendo el segundo por qué su amigo le dijo que ese no era Tritón.
- Tritón es un dios benévolo - le comentó Odiseo - No puede negarse a ayudar, pero no quiere que se le reconozca... Seguramente por miedo a las represalias. Por eso suele disfrazarse de humilde campesino, pero tiene la sabiduría de un dios.
- ¿Y qué pasará si ahora esa valkiria de humor cambiante entra al jardín buscándote para ser el siguiente? - señaló el primer ganador a la puerta.
- Si me busca, me encontrará, aquí sentado a tu lado, amigo mío. Otra cosa es que pueda levantarme, porque no pienso salir ahí. Llevo toda mi vida terrenal en guerras y a merced de los dioses cuando me negaba a ir, y ahora no pasará lo mismo.
- Si viene tranquilo. Tírate al suelo en peso muerto, que has cogido unos kilos con la calma de este lugar y nadie es capaz de moverte - el viejo cartaginés le dio un par de palmadas al otro en la tripa, soltando unas risas juntos.
*
- ¡Ella siempre quiere sacar ese tema de conversación, siempre! ¿Es que acaso no hay nada más dentro de esa cabeza azul?
Morrigan se quejaba andando de un lugar a otro, en un lugar apartado, mientras Loki estaba sentado en el aire con las piernas cruzadas, sin mirarla, ocupado mirando sus uñas.
- ¡Estoy cansada de las personas que sólo quieren ayudar y ayudar y ayudar! ¡Pero si dije que no quiero ayuda, que soy así feliz y que no me importa nada! ¡Nomeimporta, nomeimporta, nomeimporta!
Ella se puso a dar saltos de frustración en el sitio, haciendo a Loki rodar los ojos.
- Si te comportas como una loca, pues normal que te crean como una.
- Pero yo no estoy loca... - ella se acercó tristemente mirando al otro - Mírame, es en serio... Me siento mal... Yo solo intento ser feliz...
Al ver que el otro seguía sin prestarle mucha atención, Morrigan le propinó una patada en la espinilla, haciendo al otro aullar de dolor.
- Es importante...
Loki le miró enojado, viendo a Morrigan a punto de comenzar a lagrimear.
- Hey, nonononono no lleves el drama a otro nivel... - él le dio unas palmaditas en la cabeza, sin saber que hacer - No estás loca... Sólo...
- Te echo de menos, Loki...
Las palabras de unas Morrigan lagrimeante hicieron callar a Loki, mirándola con algo de seriedad que se fue girando a un rostro neutro.
- Vamos. Levanta el mentón. Tienes que salir ahí y ser más fuerte. Puede que seas la siguiente. Vamos, vamos a mofarnos delante de los humanos...a ver si eso te levanta el ánimo.
*
En el palco de los celtas, Lugh continuaba su lectura con ayuda de una sirvienta que sujetaba su libro y pasaba sus páginas. Así pasaba los minutos mientras llegaba otro combate y no había nada interesante.
Así, entretenido con su libro, no tuvo gran atención en una figura acechante que se movía lentamente detrás suya. Cuando estuvo detrás de su trono y movió sus manos con intención de tapar sus ojos, el dios Lugh le agarró de las muñecas y tiró de él hasta que cayó a sus pies dando una voltereta en el aire.
- ¿Quién osa a acercarse al gran Lugh por la espalda y creer que le puede pillar con la guardia baja? - preguntó levantándose y mirando al suelo, donde el otro estaba liado en su capa.
Mientras que el muchacho se reía a sus pies, consiguió quitarse su capa roja de encima, haciendo a Lugh alzar una ceja.
- Hey, viejo... ¿Que hay? - preguntó el chico sonriendo.
Héroe celta Cúchulainn, hijo de Lugh.
- ¿Qué "que hay"? - repitió Lugh en voz alta - ¡Que hay de ese pelo tan corto que llevas, querrás decir! - él lo agarró del cuello de su capa para levantarlo de un salto - ¡Y por la diosa Dana! ¿Dónde está tu barba? ¡Pensaba que querías parecerte a tu padre! Cuántos disgustos en un momento...
- No exageres, viejo, que te vas a acabar pareciendo a Morrigan. Quería parecerme a ti cuando era un crío, pero yo no quiero tener esa barba ahora. ¡Soy joven!
- ¡Y yo también! - replicó el dios Lugh, pero de buen humor, no podía enfadarse con él.
- ¡Que va! ¡Si te digo viejo en vez de papá es por algo! ¡Que tienes más años que el sol!
Los dos celtas eran brutos y hablaban en voz alta, casi gritando, y estaban a nada de llegar a los puños... Pero cariñosamente.
- ¿Cerveza seguirás bebiendo, ¡No es así?! - Lugh se colocó en una postura para dar una embestida - ¡Y comiendo como un oso!
- ¡Si, sigo bebiendo cerveza! - Cúchulainn se preparó para frenar esa embestida.
- ¡Así me gusta!
Lugh se movió en un instante, haciendo aparecer llamas a su alrededor, y estando ambos a menos de un metro, terminando con Cúchulainn cayendo encima del trono de al lado con su padre encima, riéndose ambos, hasta que el mayor se dio cuenta de algo, algo que no era que no era normal el ruido que hacían.
- ¡Balder! - vociferó el mayor tirando de su hijo - ¡Que estaba durmiendo y le hemos aplastado!
Pero debajo de los dos celtas no había nadie. Sólo la pequeña almohada que el nórdico usaba para descansar.
*
En el palco de las Valkirias, los dos reyes se habían retirado un poco a hablar, dejando a las dos Valkirias solas. Geir miraba preocupada a su hermana mayor, que seguía mirando la arena sin moverse desde que Kojiro se marchó.
- Hermana Hrist... Debemos elegir al siguiente Einherjer...
Hrist suspiro tristemente, agarrando su abrigo antes de darse la vuelta.
- Elijo a Enkidu y perdemos... Elije Sasaki a Aníbal y ganamos... Elijo a Masamune y perdemos... No sirvo para esto, debía estar aquí Sasaki para ayudarme... Y él necesita intimidad ahora...
- ¡Pero hermana Hrist! ¡Los dos primeros Einherjer que eligió la hermana Brunhilde también perdieron! ¡Y al final ganamos!
- Pero yo no soy la hermana Brunhilde... - ella caminó despacio, con la cabeza baja, dirigiéndose al Jardín de los Einherjer.
Sin embargo, no dio más de tres pasos hasta que dos figuras llegaron caminando por el mismo lugar por donde se fue Sasaki.
- Vaya... - dijo un varón al que aún no se le veía el rostro - El señor Sasaki tenía unos colores muy apagados y tristes...
Jack apareció al salir al balcón, estando acompañado por la que fue su Valkiria hace mil años... Hecha toda una linda mujer que seguía sin renunciar a su ropa de lolita.
- Señor Jack... - Geir le miró impresionada, pues él no había cambiado ni un ápice en mil años, y la valkiria ya era madura y mayor para aceptar la muerte de su hermano Hércules a sus manos - ¿Que hacen aquí?
- Curiosidad - esta vez contestó Hlokk con una mano en sus caderas - Va a comenzar la cuarta ronda, nuestro número. Queríamos ver quién saldría y con cuál de mis hermanas.
Hrist no había dicho nada. Su cabeza no daba a basto, y si, debía elegir al siguiente. Sin Sasaki y sin nadie más que ella. Tragó saliva y levantó la mirada hacia los ganadores de la anterior cuarta ronda.
- Hermana Hlokk... prepárate. Serás la siguiente, y mentalizate para tu siguiente Einherjer... Porque será peor que lo que era Jack en su momento.
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Hola mis amores, siento no haber puesto bien las imágenes, no tengo pc ahora para editarlas.
Quería entregar un capítulo más largo con la presentación y una previa visualización de los cuartos peleadores, pero no estoy mentalmente bien para hacerlo... Mis problemas no menguan.
Igual estaré bien en unos días, prometo ^^
Nos vemos!
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