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Capítulo 13 - Las técnicas que lo definieron todo

En la enfermería, la valiente valkiria seguía enfrentándose a patadas y gritos contra el doctor, que esperaba a que otras enfermeras pudieran agarrarla de brazos y piernas, cosa que parecía imposible. Incluso con ese terrible dolor dentro de su nariz, inflamada y que le faltaba el aire, la valkiria seguía empeñada en que Nostradamus no se acercase a ella por puro pánico que le tenía al doctor.

La llegada de Hrist seguida de la diosa de considerable altura, y ahora con su piel natural de color azulada, hizo que todos ahí menos el doctor se quedasen quietos y guardaran silencio.

 - Svipul, pequeña guerrera... - saludó la diosa con una sonrisa, caminando hacia ella mientras las enfermeras le dejaban paso, hasta sentarse en el borde de la cama - ¿No dejas que un doctor te trate?

Ella se cruzó de brazos mirando en dirección opuesta, con un puchero en el rostro, que le duró poco porque empezó a toser y a hiperventilar.

 - Seguro tienes todo el tabique interior inflamado por el veneno, no sé como resistes tanto... - ella le giró la cara hacia ella.

 - Poder de valkiria... - murmuró ella con una sonrisita.

Puso su mano sobre su nariz y boca, haciéndola brillar. Con poco, ella podía sanar cualquier herida, y también su mayor cualidad: quitar el miedo.

De vuelta al tercer combate del Ragnarok, todos miraban expectantes cómo el representante de los dioses podía estar de pie sobre el agua. No era que estuviese volando, ni que tuviera menos densidad que el agua, sino que debajo de sus pies había una concentración mucho mayor, de un color más oscuro, que le permitía estar sobre ella sin hundirse. Mientras, Masamune salió del agua de un salto, sin poder usar sus manos por tener atadas todas esas wakizashis a sus dedos con la venda.

 - Así que control del agua, ¿eh? - comentó el japonés con una sonrisa socarrona, dejando salir un pequeño silbido - Esto va a ser más emocionante que el combate de mi maestro hace mil años. Tu padre no hizo eso, ¿verdad? - provocó sin miedo.

 - Insignificante... - volvió a susurrar Tritón, con la voz rota - Insignificante... ¡Insignificante!

Cuatro torres de agua empezaron a crecer con su grito, una en cada punto cardinal rodeando la arena redonda, elevándose al cielo y juntándose en uno en lo alto para caer de lleno sobre la arena, teniendo el mismo diámetro que esta y sin dejar un lugar firme donde el japonés pudiese escaparse del torrente de agua llegado del cielo.

 - ¡Y ahí viene, el primer golpe directo de Tritón! - comentaba Heimdal emocionado, pues se había subido a un asiento que llevaban dos aves, siendo sostenido en el vuelo con cuerdas por ellos, pues no podía estar directamente en la arena - ¡Un ataque directo que deja al representante de los humanos sin lugar donde esconderse!

El japonés dobló las rodillas mirando hacia arriba, con una sonrisa, extendiendo sus brazos horizontalmente.

 - Es demasiado pronto... ¡Pero es el momento adecuado! - gritó emocionado - ¡Vamos, Kára!

Por detrás del japonés se visualizó una enorme figura. No fue tan grande como lo era Prour en su momento, pero su tamaño imponía. Con un grito enorme más parecido al rugido de una bestia, sonrió mostrando los dientes, detrás de su Einherjer.

Estirando ella sus grandes brazos también, haciendo coincidir sus tres grandes garras en cada mano con las tres wakizashis de cada mano de Masamune, el japonés comenzó a girar sobre sí mismo haciendo rotar sus pies de acuerdo a un mismo punto. Rápidamente el aire a su alrededor también giró, convirtiéndose en una pequeño torbellino con numerosos brillos filosos, siendo sus armas girando y cortando en el centro de la arena.

BESTIA DEL HURACÁN

Al caer el torrente sobre él, quedó un espacio en la mitad, donde el aire giraba entorno al samurái, conducido por su movimiento, he hizo que un momento el agua fuese fuertemente conducida y despedida a los muros de la arena, teniendo Tritón que ponerse un brazo frente a la cara para evitar el golpe del agua en las zonas más sensibles. Al final del torrente del agua, en lo más alto, el agua comenzó a abrirse desde dentro mientras que el aire de su pequeño tornado subía, saliendo de entre el agua la silueta hecha con aire de una bestia rugiente, similar a la mezcla entre un dragón oriental y un tigre, que desapareció en el aire a la vez que el agua terminó de caer.

 - Completamente increíble, Kára - mencionó el japonés, a medida que su giros comenzaban a bajar de velocidad rápidamente, parando de pie y quieto al final.

La silueta de la valkiria detrás de él seguía, y en vez de sonreír convencida como hizo antes, miró a un lado con un suave sonrojo por el halago a su poder, antes de desaparecer de detrás de él.

 - ¡Increíble! ¡Con una brillante técnica y la demostración de su hermana valkiria, el humano ha conseguido evitar el torrente de agua sin moverse del sitio! ¿Qué pasará ahora? - Heimdal daba tironcitos a las cuerdas que le sostenían su banquito volador, y así indicaba a las aves de arriba hacia dónde quería moverse desde el cielo.

Tritón, habiendo observado cómo evitó su ataque con el rostro serio y desinteresado, avanzó por el agua hasta que sus pies tocaron la tierra del centro, viéndole Masamune por el rabillo de su único ojo, aprovechando el momento.

 - Esto aún no acabó, ahora es mi turno de atacar.

Los pasos de Masamune eran rápidos yendo contra Tritón, y si llevase otro tipo de calzado que no fuese la sandalia tradicional (waraji) seguramente se escurriría con toda la arena ahora mojada, de las baldosas blancas. Levantando el brazo derecho y sus tres armas de este, dio un nuevo golpe descendente, que Tritón consiguió esquivar un pequeño pero rápido paso atrás. Pero, sin embargo, antes de que sus wakizashis se chocaran contra el suelo, Masamune sonrió, con un rápido movimiento, frenando en seco y moviéndolo ahora ascendente contra Tritón.

 - ¡¿Pero si eso es...?! - Geir abrió los ojos, apoyándose en la barandilla para ver más de cerca.

 - Así es - Sasaki, a su lado, le sonrió - Tsubame Gaeshi.

En las gradas no tardaron en reconocer la técnica, alzándose contentos de volver a verla puesta ahora en las manos del único que aguantó las enseñanzas de Sasaki Kojiro, siendo la gran mayoría antiguos compañeros o mentores del pobre Sasaki los que celebraron la técnica.

- ¡Se te olvida quien fue mi mentor! - exclamó con una sonrisa a la vez que levantaba sus armas, para acabar la técnica.

Sin embargo, cuando debería encontrarse de frente con Tritón, sus armas sólo tocaron el aire, abriendo todavía más su ojo al ver que delante suya no había nadie. Su ataque fue completamente errado, viendo por el rabillo de su ojo el movimiento en su punto ciego, aquel lugar donde le faltaba un ojo, estando Tritón a su lado, agachado, con su tridente apuntando a él.

 - Y a ti se te ha olvidado quien fue mi padre.

Apuntándole con el tridente desde una distancia de menos de un metro y teniendo todo su costado levantado y expuesto hacia el dios, este comenzó una serie de numerosas y potentes estocadas al frente, teniendo sólo el tiempo justo el japonés de cubrir su costado con su otro brazo, de forma que sus propios filos no le hiriesen con la llegada de los golpes, donde los primeros le dieron, rasgándole la piel y la ropa, antes de poder verle y reaccionar moviéndose respecto a llegaban, huyendo rápidamente de ellos alejándose más con un salto, con sus brazos defensivos, empezando a aparecer numerosos cortes y puñaladas donde sólo le alcanzó una de las tres puntas, sin llegar a ser demasiado profundas, pero sí brotaba la sangre en todo su costado.

Mientras tanto, en el palco de los dioses...

El dios Lugh estaba concentrado viendo la batalla, acariciando su barba y reclinado hacia delante en su trono, mirando curioso. A su lado, en el trono que era de Morrigan, era Balder el que estaba dormido, con las piernas recogidas y abrazado a un cojín, completamente dormido después de haber sido recogido de los pasillos mientras andaba sonámbulo por Thor, dejándolo a cargo del celta por un rato. El sonido de un bostezo hizo al celta mirarle, viendo al chico frotar uno de sus ojos, despertándose y siendo consciente por primera vez desde que empezó el Ragnarok, mirando a su alrededor para saber dónde estaba.

- ¡Por fin despiertas, dormilón! - dijo dándole un golpe en la espalda con buen humor, uno tan fuerte que derribó al chico del trono, cayendo al suelo - ¡Venga arriba! ¡Te estás perdiendo los combates con tanto dormir!

Balder le miró desde el suelo, con rostro cansado, como si no hubiera dormido lo suficiente. Aunque durmiese, como en parte era sonámbulo, su cuerpo seguía funcionando dormido, y no descansaba del todo. Se levantó pesadamente, frotando sus ojos ojerizos y sacudiendo su ropa del polvo del suelo.

- Lo siento mucho... - ese murmuro fueron las primeras palabras que se le escucharon - Pero no puedo evitarlo...

- Lo sé, lo sé, no lo tomes tan a pecho, siéntate de nuevo a ver esto.

- ¿Cómo vamos? - preguntó mirando el trono, sentándose y viendo a los dos contrincantes - No se quiénes son ninguno de ellos...

- Vamos 1-1. Asclepio ha muerto - contestó el celta cruzándose de brazos.

- ¿Asclepio? - Balder abrió los ojos mirándole - Pero... oh, no...

- ¿Cómo que "oh, no"? Tu hermano mayor sigue vivo, te has perdido su pelea también.

- Lo siento mucho... - volvió a disculparse murmurando, bajando la cabeza.

- Conmigo no te disculpes, sino con él, aunque no creo que le importe nada. Bueno, muchacho, ¿qué has soñado? ¿Qué has visto en ese futuro próximo cuando duermes? Cuenta, cuenta...

- Eso, cuenta, cuenta...

Las cabezas de Morrigan y Loki habían aparecido a ambos lados del trono donde estaba Balder, haciendo que el albino se asustase. Desde luego, un chisme era la mejor manera de atraerlos, estuvieran donde estuvieran, cosa que hizo carcajear a Lugh.

- Siento estar en tu sitio, Morrigan... - dijo el chico empezando a levantarse, pero ella lo agarró volviéndolo a sentarlo.

- Eso no importa - ella contestó con una sonrisa, moviendo una pierna para sentarse en el reposabrazos, y Loki lo hizo en el contrario, moviéndose a la vez como si fueran un espejo, mirando al chico - Cuenta, cuenta...

- Pero si tú también puedes ver el futuro...

Balder siempre hablaba con un hilo de voz, como si todo lo que dijese estuviese mal y fuera a ser regañado.

- A-Además... cuando estoy sonámbulo no sueño con nada... o sí, pero... no lo recuerdo, es demasiado confuso... si duermo tranquilo sí sueño bien y puedo ver el futuro, pero así no... lo siento...

- Me pone nervioso con tanta disculpa - Loki puso una mueca.

- A mí me pone nerviosa que no haya chisme - contestó ella.

Antes de que Balder pudiera seguir disculpándose con ellos, dos manos enguantadas de negro aparecieron, agarrando cada una las cabezas de Morrigan y Loki, echándose una rápida mirada ambos antes de ser levantados de la cabeza, pataleando, pero en vez de quejarse, empezaron a hacer el idiota, como de costumbre.

- ¡El gancho~! - comenzó Loki riendo mirando los dedos de su cabeza, estando sin los pies en el suelo.

- ¡El gancho nos ha elegido! - continuó Morrigan riendo, pero ella estaba agarrada al trono porque le daba miedo estar sin los pies en la tierra.

Se pusieron a reír ambos, girándose a la vez a mirar a Thor, que los había agarrado así y les miraba sin hacerles ninguna gracia sus burlas.

- Hola primo~

- Hola, lindo pelirrojo, ¿me sueltas antes de que se me salgan los ojos de la presión que tengo en mi cabeza? - pidió con una sonrisa inocente.

- Os tengo dicho a ambos que no os quiero cerca de Balder - les dijo seriamente.

- Ya estamos con que somos malas influencias... - Loki bufó, antes de que ambos fueran soltados y cayeron al suelo.

- Hermano mayor, no era necesario... - Balder se asomó en el trono, mirándole - Ellos no estaban haciendo nada.

- Y estoy yo aquí para vigilar, grandullón - Lugh dio una gran sonrisa, levantando el pulgar, y luego dando otra palmada a la espalda de Balder, que le hizo de nuevo caerse del trono - Este chico está muy delgado, tiene que comer más. Mira, se cae al suelo con soplarle.

Mientras, en el palco de las valkirias...

Geir se tapó los ojos temblorosa, a la vez que Sasaki y Hrist miraban con seriedad. También reconocieron eso, ese ataque llamado Anfítrite. A unos metros de ellos, el Rey Arturo y el Rey Edgar miraban la pelea, en silencio y también serios, sin sentarle bien que el primer herido en el enfrentamiento sea el humano.

 - Están recreando los ataques de hace 1000 años... - comentó el portador de la Excalibur.

 - Era su padre y su mentor... algo debieron sacar de ellos. Pero también tienen cosas propias.

 - La diferencia parece ser que... el dios sabe perfectamente cómo evitar los golpes que eran de Sasaki Kojiro - El Rey Arturo se acarició la barbilla, mirando a un lado.

 - ¿Puede que haya entrenado expresamente para enfrentarse a él? - preguntó el otro rey.

 - Si y no... sólo él lo sabe. De todas formas son los golpes que mataron a su padre, es una cuestión de orgullo saber defenderse de ellos.

Mientras que ambos reyes hablaban, a sus espaldas, unos metros más allá contra la esquina de una pared, un hombre escuchaba la conversación. Cuando el Rey Arturo mencionó la última frase, sonrió ampliamente, sin pizca de felicidad.

 - Cuánta razón tienes... - murmuró en un siseo.

Con su rostro cubierto con una capucha a excepción de su boca, se dio media vuelta yéndose por el pasillo. En el momento del susurro, el Rey Arturo se estremeció, mirando a sus espaldas y a su alrededor.

 - ¿Se encuentra bien, Majestad? - preguntó el rey Edgar.

 - Sí, sólo...

Observó el pasillo del fondo, separándose de la barandilla y yendo a paso rápido hacia este, girando la esquina y mirando, encontrándolo vacío. El rey Edgar le seguía, sin quitarle el ojo de encima.

 - ¿Quiere que vaya a mirar al fondo? No es molestia.

 - No, déjalo... - respondió este sin dejar de mirar al final del pasillo - Volvamos a ver el combate.

Mientras que los dos reyes volvían a la baranda a ver, el chico continuaba adentrándose en los pasillos, asomándose a la enfermería, donde aún estaba la diosa con la valkiria anterior, pasando rápidamente al otro lado de la puerta para no ser visto y seguir por el pasillo. Al fondo de esta, estaba la sala de los registros akásicos, donde entró cuando se aseguró de que no había nadie. El holograma de Enkidu estaba flotando sobre una mesa, con una ofrenda bajo esta. 

Silbó muy suavemente, pasando su mano enguantada en negro por la mesa y la silla, llegando al monitor de una pequeña tableta, sonriendo además y quitando su silbido al ver una lista encuadernada a un lado.

 - Pero qué despistada eres, valkiria...

Tomó la carpeta, donde había mínimo 100 fichas de personajes históricos y mitológicos archivadas, a la vez que le daba a un botón a un lado para encender la tableta. Miró a su espalda, asegurándose de que no venía solo, tocando con el dedo la lista virtual. Hrist había hecho una selección de un centenar de posibles Einherjer y la había impreso, pero al verse tan decaída con la pérdida de Enkidu, y que la elección de Aníbal fue de Sasaki, y que Masamune era improvisado, la había dejado allí, sin necesitarla.

 - Vaya, vaya, aquí está la lista de todos los del jardín, ¿eh? - murmuró para si, pasando con el dedo - Dónde estás, dónde estás... Aquí~

Con una nueva sonrisa, encontró la ficha virtual del Rey Arturo, uno de los 100 posibles Einherjer.

 - Ciertamente sólo estás aquí por tener la Excalibur, no te creas - dijo a la imagen de éste en la pantalla, como si pudiera hablar con él, y además apuntándole con el dedo, coincidencia que fue su yema a parar justamente a la X de color rojo de una esquina, eliminando la ficha virtual del Rey Arturo - Ups, que torpe, pero si le he borrado... 

Con una suave risa satisfecha, vio que se notaba en la lista que faltaba una de esas fichas, metiendo una al azar de otra carpeta al lado, quedando ya el perfecto número 100, y mandando imprimir esa ficha.

Mientras, volvió a mirar a la puerta, abriendo el cuaderno impreso, buscando también la ficha impresa del Rey Arturo, lamiendo su dedo antes de pasar las páginas, sacando la ficha con una sonrisa al encontrarla mientras se escaneaba la del otro humano al azar y la ponía en el sitio de este sin mirarla siquiera, dejando la carpeta donde estaba.

 - No lo tomes como algo personal... No participaste en el anterior, tampoco vas a participar en este. Vas a quedarte a la sombra viendo como otros hacen lo que querías. Que lástima, ¿no?

Empezó a arrugar y a hacer una bola de papel con él, apretándola lo máximo posible, para luego abrir la boca y meterla dentro, humedeciéndola con saliva y masticando este, hasta que se la tragó sin dejar rastro de su existencia, caminando hacia la puerta de salida, habiendo apagado antes el monitor y dejando todo como estaba.

Al salir y cerrar tras de si, fue sorprendido por una chica alta de piel azulada que caminaba hacia ahí, y en cuanto cruzaron miradas, parece que se asustaron los dos porque se tensaron, mirándose mutuamente.

 - Esto... - el chico comenzó a hablar, llevando disimuladamente una mano a la empuñadura de la espada de su cintura.

 - Discúlpame, no quería sorprenderte - Tara negó restándole importancia - Soy yo la que no debería estar aquí, mi aspecto puede impresionar un poco. Sólo buscaba el palco exterior...

 - Oh... - él dio una suave sonrisa, levantando la mirada hacia ella y dejando ver que tenía el pelo rubio - Creo que vas en dirección completamente opuesta.

 - ¿En serio? - ella miró a su espalda y luego se dio un golpe en la cabeza - Ah, si... esto está al revés que el palco de los dioses...

El chico notó temblar un poco su mano en la empuñadura, teniéndola que soltar. Era una diosa, no había cabida en que pudiese matarla... pero le había visto salir de esa sala.

 - No te preocupes, yo también ando un poco perdido - confesó con una inocente sonrisa - Sólo quería buscar el Jardín de los Einherjer, pero ya veo que no es por aquí.

 - Siento no poder ayudarte como tú a mí... conozco esto peor que tú. De todas formas, gracias por las indicaciones.

La diosa sonrió, dándole la espalda al chico y despidiéndose con una mano. El chico volvió a ponerse serio, mirando sus espaldas. Ah, era la chica que estaba antes con los dos reyes... si tan sólo no fuera una diosa, se quedaría mucho más tranquilo...

Se fue caminando por el lado opuesto a esta, sin intención de ir aún al Jardín, retirando su capucha de su cabeza, sonriendo en el solitario pasillo.

 - Jódete, padre.

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Y aquí vuelvo a dejar el capítulo, nos vemos, amores ^^

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