Capítulo 11 - Los herederos
A partir de este capítulo aparecerán más dioses y humanos, algunos posibles Einherjer, ya que como no hay listas por ambos bandos, habrá muchos candidatos y apariciones :3
Algunos serán los peleadores, otros no, quién sabe :3
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El humano con su valkiria tuvo que abandonar rápidamente la arena, llevándola a enfermería. Primero ella y luego él, sus heridas podían aguardar. Solo saludó a los contentos humanos que le aplaudían, mirando también a su familia con una sonrisa, que gritaban su nombre y tenían una mirada orgullosa para él.
Geir mientras, ya pudo chillar de felicidad mientras daba saltos sujeta a las manos de Sasaki, quién también la imitaba como si fuera un niño pequeño. Hrist miraba al cielo con una sonrisa, allá donde se marchó Asclepio. Realmente, ese dios era querido y respetado, puede que no tanto como lo fue Hércules, pero su trato siempre fue bueno y amable con todos. Ahora, ambos dioses comparten cielo, aunque se odien, tendrán espacio para estar, si es que hay algo después de esa desaparición.
- Hermana mayor... - murmuró Hrist - ¿Lo viste? Hemos ganado el segundo enfrentamiento... Seguiremos dando lo mejor que nosotros y seguiré tus pasos cómo hiciste tú hacia la victoria.
Con sus ojos lagrimeantes emocionados, Hrist soltó un suspiro feliz, limpiandolos después, girándose hacia ellos dos.
- Vamos a la enfermería a ver a nuestra hermana, ya sabéis los problemas que tiene con el doctor. Mientras pensaremos sobre el siguiente enfrentamiento.
Ellos dos asintieron, pareciéndo dos niños pequeños, marchando con Hrist hacia allí. Cuando estuvieron cerca, ya escuchaban a Svipul y a Aníbal en la enfermería.
- ¡No, no quiero! - gritaba ella, entre jadeos y mareos por no poder respirar bien - ¡Me da miedo!
- No va a pasar nada... - me calmaba el anciano - Si duele, estará sanando...
- ¡No me refiero al tratamiento, me refiero al doctor!
Hrist entró la primera, y su hermana menor Svipul de abalanzó hacia ella, abrazándola.
- ¡Hermana Hrist! ¡Por favor, quédate conmigo y pide que me cambien el doctor! - rogó después tosiendo un poco.
- Svipul, querida... - ella me acarició el pelo, dejando su cabeza reposar en su pecho - Sabes que es necesario, no quiero que te pase nada malo...
Hrist acompañó a su temblorosa hermana a la camilla, mientras una enfermera sentaba a Aníbal en una silla, observando sus dedos dislocados mientras le ponía un paño con medicina en la herida sangrante de su cabeza.
- Aunque duela la curación, es beneficiosa - dijo el anciano, tendiendo su mano herida a la enfermera - Igual no tiene por qué doler siempre - la enfermera contó hasta tres, pero en el dos había torcido los dedos de Aníbal provocando un crujido estremecedor, volviéndolos como estaban de su disloque - ¿Ves? Ni siquiera he cambiado el gesto... - Aníbal se excusó de ello, pero una gruesa lágrima estaba saliendo de su ojo y cayendo.
- ¿Y esa lágrima? - replicó la valkiria con las mejillas hinchadas y el ceño fruncido.
- De la emoción de ganar... - contestó Aníbal con un hilo de voz, ya que realmente le dolió, pero había que hacerse el fuerte.
Ni siquiera sus pasos hacían ruido, pero su presencia ya hacía que todos se tensaran. Alguien había entrado a la enfermería igual que una sombra negra, y Svipul se puso a gritar que la soltaran con todas sus fuerzas queriendo irse de la cama, a lo que Geir y Hrist se lo impidieron agarrándola de las manos, una a cada lado de la cama.
Ella apenas podía hablar ya, pues la hinchazón de su nariz y el picotazo en su interior le hacían perder la fuerza y marearse... Pero realmente le daba miedo ese hombre, el doctor humano que ahora se quitaba la máscara para poder observar mejor a sus pacientes.
Nadie culpaba a Svipul de que la apariencia del doctor le diera miedo, era normal. Muy normal. Incluso ella terminó por desmayarse cuando vio sus ojos grises encima de ella, haciendo más fácil su futura labor.
- Así que le picó un escorpión dentro de la nariz... Será difícil extraer el veneno directamente de ahí, y además curar la herida. Confío en su resistencia de semidiosa y en sus ganas de vivir.
Sus palabras tampoco eran muy positivas, pero el tipo era así...
Mientras que Sasaki los observaba en la puerta, una mano se puso en su hombro.
- Sasaki-sensei, le estaba buscando.
Sasaki se giró a verle, saliendo de la habitación para hablar con él.
- ¿Que puedo hacer por ti? Ah, siento haberme perdido antes, me encontré con buenas amigas.
- Lo entiendo, no importa. Sólo quería saber con quién tengo que hablar para ser yo el siguiente en salir a pelear por los humanos.
- Oh, pues con la señorita que está aquí dentro, permíteme llamarla...
Antes de que Sasaki la llamase, Hrist ya salía para dejar a los médicos encargarse del resto, acompañado por su hermana, curiosa por haber oído "Sasaki-sensei".
- ¿Sasaki-sensei? - preguntó sorprendida - Pero... ¿Cómo?
- Oh, bueno... Nada especial... - Sasaki se frotó la nuca algo avergonzado.
- Él se volvió realmente famoso por ser el primer humano en matar a un dios en el Ragnarok anterior - contó el japonés de la armadura - Miles de personas querían que Sasaki fuera su mentor, pero...
Él miró a Sasaki, que seguía avergonzado, pero terminó lo que él quería decir.
- Pero no soy un buen maestro. Aprendí de lo que veía y lo que copiaba, aprendiendo a contrarrestarlo, y eso yo no sé enseñarlo...
- No es culpa tuya, sensei - Masamune sonrió despreocupado - Perdió alumnos a montones, además de que viajaba constantemente para conocer a más y más personas. De los miles de alumnos que ha tenido en este milenio... Solo yo puedo considerarme un auténtico alumno de Sasaki-sensei.
- Porque tienes la cabeza más dura que tu propio casco - se burló Sasaki dándole un suave golpe en el hombro - Has sido un buen alumno, paciente, trabajar e innovador... Si tú quieres, te mereces participar, aunque eso lo decidirá la jefa.
Todos miraron a Hrist, que había cambiado a ser la que ruge, con una sonrisa diabólica en el rostro y su ojo brillante. Un heredero de Sasaki Kojiro... Fantástico.
*
En el bando de los dioses, la pérdida de un buen médico y un dios amable como Asclepio sentó realmente mal. Muchos se preguntaban por qué había querido pelear, aunque la venganza era la respuesta, Asclepio no era alguien con ese sentimiento ni rencor. Otros decían que tal vez no era tan amable como creían, y otros que fue obligado. Eso ahora no importaba.
En la enfermería, Tara, la enfermera a cargo, miraba la pantalla inexpresiva, mientras mostraba a Heimdal dando el resultado de la pelea y a Aníbal corriendo con su valkiria en busca de una cura. Bajó la mirada pensativa, frotando sus piernas mientras estaba sentada, y luego de levantó, girándose hacia Thor, que estaba en la camilla, sin mirar ya la pantalla con el ojo que le quedaba.
- Bien pues... Sin jefe, sin medicina tradicional.
Ella abrió el tarro donde estaba el ojo herido de Thor, cuyo globo ocular se había vuelto blanco. Lo sacó cuidadosamente, poniéndolo en su mano, dejando salir un brillo de su palma que regeneró el miembro herido, acercándose después. Le retiró la venda de su ojo, y levantando sus párpados, volvió a meter despacio el ojo en la cuenca, dejando luego su mano encima con un brillo verdecino, del color que se estaba volviendo ahora la piel de la diosa, antes algo azulada, uniendo y sanando el interior de su cuenca.
Cuando terminó, Thor par parpadeó, ajustándose y acomodando, dejando Tara delante de él un espejo de mano, donde pudo ver cómo su ojo empezaba a volverse de nuevo negro al estar en contacto con su cuerpo, lentamente hasta que ambos fueron iguales.
De la misma forma, ella sanó sus manos y su pecho en unos segundos, estando el nórdico como nuevo tras eso, levantándose de la camilla y enderezandose delante de ella, siendo solo escasos centímetros más alto que ella. Ella era una diosa muy alta, aunque llevase un poco de tacón en sus zapatos, y eso me hacía llamar la atención, además de los diversos colores que podía tornar su piel.
- Como nuevo - dijo ella recogiendo la camilla en un momento - Puedes irte cuando quieras, tu martillo está en la sala de al lado, donde están las pertenencias de los ingresados.
Ella se dirigió a la puerta, antes que él. Thor se estaba poniendo sus guantes que estaban en su mesa, al lado, pues era peligroso que anduviese sin ellos. Tara estaba indecisa, tal vez con algo de miedo parada delante de la puerta, pero solo necesitaba tomar aire... Y luego salir de la enfermería, yéndose de allí con paso decidido y elegante.
Mientras, en otro lugar del ala de los dioses...
- ¿Pero se puede saber por qué estoy haciendo esto...?
Loki estaba apoyado en la pared, moviendo un pie enojado con los brazos cruzados, al lado de un letrero que eran los baños. Tras escucharse el grifo, salió Morrigan secándose las manos con un papel que tiró a la basura.
- Porque eres mi mejor amigo y como apenas tengo a quién considerar amiga... Me acompañas tú al baño. Tu género es fluído y eres un dios raro de narices, así que seguro que esto no te afecta a tu ego de machito.
Loki había dejado de escucharla cuando dejó sus ojos fijos en alguien al fondo del pasillo, y Morrigan se acercó a ver también a su lado como buena chismosa que era. La diosa Tara hablaba con un dios anciano, sonriendo y asintiendo, antes de despedirse y seguir caminando.
- Si Tara está aquí es porque todo va genial en la enfermería - dijo la diosa de la destrucción - Bien, podemos ir a verle, ¿No crees...?
Ella giró a ver a Loki, que tenía el ceño más fruncido mirándola y se mordía la punta de su pulgar con rabia. Era obvio que la sola presencia de esa diosa le enojaba, más cuando recordaba que ella, la diosa considerada Madre de todos los Budas, aquella que concede la iluminación y la sabiduría, había sido la que eligió al anterior Buda que los traicionó en el primer Ragnarok. Desde entonces, siempre creía que esa maldita diosa les traicionaría también, y que debía pagar por aquello.
Ante su enfado y enojo, la diosa Morrigan no estaba preocupada y actuaba como siempre, molestando un poco.
- La miras mucho... ¿Te gusssssssta? - le preguntó con una sonrisa.
- ¿¡Cómo me va a gustar?! - gritó exasperado - ¡La odio, la odio, la odio!
- Nadie creyó de tus sospechas la vez pasada hasta que fue demasiado tarde, tranquilo, mi niño... - ella le dio una palmadita en el hombro para calmarle - Si tienes ansias de venganza por lo sucedido, yo creeré en ti como la vez pasada. ¿Somos amigos, no? Más que eso, cómplices, compañeros de desmadres...
Loki dejó de morder su dedo, casi a punto de sangrar, pero aún no quitó su mala cara, a lo que la diosa le dio un abrazo por la espalda, juntando sus manos en el pecho del peliverde.
- Estás muy tenso... ¿Quieres que hagamos eso que te gusta y te desestresa...? Ya sabes, nuestro juego... - le susurró con voz traviesa, como si eso fuera un secreto entre ambos.
Eso pareció atraer la atención de Loki, que giró su cabeza a analizar su rostro.
- ¿Tú quieres que... Juguemos con Tara a eso?
- Yo no tengo problema - confesó - Participaré para que te sientas mejor y más feliz, pero te dejaré hacer la mayoría a ti.
Loki se separó de ella, siendo un poco más alto, analizando su mirada y sus palabras. Hacía muchos años que Morrigan y él no hacían juntos eso tan divertido, pero además participar con algún conocido era mucho mejor, y si era alguien a quien Loki tuviera ganas... ¿Por qué no?
Su sonrisa empezó a ampliarse y retorcerse, llegando hasta casi debajo de sus ojos, y estos dilataron sus pupilas horizontalmente, poniendo un gesto endemoniadamente loco y macabro que solo el dios de las bromas sabía hacer, mientras intentaba taparse la sonrisa con sus manos, empezando a dar pequeñas risas algo dementes. Morrigan solo observaba orgullosa a su mejor amigo.
- Pero primero a la enfermería - sentenció - Y quita esa cara que todavía se da cuenta que estamos planeando una de las nuestras.
Loki soltó una última risa como pudo, mientras se intentaba relajar y corría detrás de la diosa a la enfermería.
Mientras, Thor había salido y recuperado su martillo de la habitación contigua. Sus manos estaban plenamente curadas y podía agarrarlo sin problema, pero desvío la mirada a un pasillo cuando escuchó a un par de dos cantando horrorosamente mal una canción. Conocía esas voces, para su suerte o desgracia, y siempre que andaban juntos no planeaban nada bueno... Osea, casi todo el día.
- Ya lo ves, la vida es así... Tú te vas, y yo me quedo aquí~ 🎵 Lloverá~ y ya no seré tuya... Seré la gata... Bajó la lluvia~ ¡y maullaré por tí!
Tras eso empezaron las risas seguidas de tontos maullidos, mientras Thor giraba los ojos con disimulo viendo aparecer a ese dúo dinámico de antes.
- ¡Thor! ¡Lindo nórdico pelirrojo, me alegra que te encuentres bien! - ella saludó contenta.
- A mí me da igual como estés, sinceramente - comentó el dios de las bromas - Vale, ya le viste, vámonos.
- Espera un momento, que estaba preocupada...
- ¿Preocupada? - repitió Thor levantando una ceja - Mis heridas de ahora no se asemejan a aquellas que me hiciste la primera vez que nos vimos.
- Oh~ te sigues acordando, que lindo...
- Morri, ¿Te vas a un hotel con el o vienes conmigo a hacer eso? - Loki seguía insistiendo.
- Que si, que ya voy, cabezota... Bueno, nos vemos luego, Thor. Por cierto, Hermes ya me confirmó que saldré a pelear, ¡Tengo tantas ganas! - ella dio unos saltitos emocionados - ¡Yo quiero un rival como el tuyo, grande, fuerte, resistente, pelirrojo...!
- Si, claro, para que te enamores - Loki empezó a arrastrarla tirando de un brazo suyo.
- Yo ya no me enamoro de humanos, que asco - le dijo adiós a Thor mientras miraba a Loki, y aprovechaba para dar un salto y subirse a su espalda a caballito - ¡Arre Loki!
- Ah nononono, Morrigan por ahí no - se quejó él, tomándola de las piernas por inercia - Sabes que por ahí no, no juegues con eso.
- Vale vale, me callo, pero llévame hasta el final del pasillo solo...
- ¡Bájate!
- Mientras que hablas y te quejas ya me podrías haber llevado hasta el fondo, ¡Vamos que yo a cambio te dije que jugaríamos! ¡Tenemos que hacerlo rápido antes de que empiece el tercer combate!
- Y además con prisas... No me dejarás disfrutar de nada... - masculló el peliverde empezando a caminar.
Pero ella se acercó a su oído a susurrarle y recordarle, con esa voz coqueta, a lo que iban a jugar.
- Vamos a matar a Tara~
La sonrisita de Loki no se hizo esperar, que empezó a repetir sus palabras con un canturreo mientras corrían hacia el final del pasillo y desaparecían tras una esquina.
Thor negó suavemente. Si, para su suerte o desgracia estaba relacionado con ese par de tarados, y realmente no quería meterse en los líos que ellos ocasionaban, pues no era la primera vez que se unían para matar a un dios qué no les cayese bien.
Justo cuando iba a marcharse a las gradas, Thor escuchó unos pasos algo torpes, viendo de quién eran al levantar la mirada. Alguien venía caminando, lentamente y con algo de torpeza, y en el fondo se alegró de que esos dos no se encontraran con él, aparte de que tienen prohibido acercarse al chico, y que es una víctima demasiado inocente para sus bromas pesadas.
- Balder... ¿Que haces aquí...?
El chico, bastante más bajo que su hermano mayor, parecía caminar sin rumbo y con la mirada perdida, a lo que Thor se acercó, deteniéndolo con una mano en su pecho.
El niño albino de luna no se inmutó, y cuando Thor pasó su mano por delante de su cara y notó que sus ojos no respondían, se dio cuenta que su hermano ahora de encontraba en estado de sonambulismo. Días atrás apenas había dormido, acentuando así sus ojeras, y sobretodo porque no quería tener visiones acerca del Ragnarok, cosa que siempre ocurría cuando dormía.
Sumado al sonambulismo de Balder, también padecía narcolepsia y fases de insomnio, por lo que podía dormirse un rato en cualquier lugar y cualquier situación independientemente de esta por un ataque de sueño, pero a lo mejor pasaba las noches enteras en vela, con un trastorno del sueño y cansancio general bastante grave si cuando dormía se volvía sonámbulo.
Thor giró despacio a su hermano, poniendo una mano en su espalda, empujándolo despacio y que caminase a su lado, llevándolo de vuelta a donde estaba su trono en el palco de los dioses.
Allí, mientras de elegía al tercer candidato, Lugh, el dios celta, estaba acomodado en su sillón, teniendo a su lado una sirvienta que le sujetaba un libro que estaba leyendo mientras el se frotaba su barba recortada suavemente, haciendo un gesto para que ella pasará la página. Por el rabillo del ojo, vio a Thor agarrar a su hermano menor y sentarlo en su trono, donde había un cojín de que Balder llevaba a todas partes por su narcolepsia. Le cerró los ojos y le dejó descansar, mientras caminaba con su martillo al hombro.
- Érase un dios a un martillo pegado - recitó Lugh mirándole - Érase un martillo superlativo...
- ¿Que dices? - Thor se detuvo mirándole neutral.
- ¿No conoces ese poema? Es muy famoso, lo he modificado un poco para que vaya contigo, ya que no sueltas el martillo ni para dormir.
Thor sacudió la cabeza, cambiando de tema.
- ¿Hay tercer combate ya o no?
- Si, ya se está dirigiendo a su lugar - comentó mandando retirarse a la sivienta con su libro - ¿Recuerdas ese que insistió como un descosido salir en tercer lugar si o sí por "asuntos personales"?
- Que aburrido... - murmuró.
Realmente no, no le caía bien ese dios ni nadie que se relacionara con él, así que su combate no le importaba en absoluto, pero de quedó sentado solo para vigilar que su hermano menor no se volviera a levantar sonámbulo e irse por ahí.
Heimdal, en el centro de la arena de combate, llamo la atención a los demás con su saludo, a la vez que la arena cambiaba de forma. Un trozo circular del centro, de gran diámetro, empezaba a ascender lentamente, dejando abajo el resto y apareciendo unas escaleras a ambos lados de la arena para que los participantes pudieran llegar al centro.
- ¡En este tercer combate... Tenemos en el bando de los dioses...!
Un chico esperaba tras las grandes puertas de los dioses, esperando a que se abriesen, con la mirada en el suelo y los ojos titilantes de rabia mientras apretaba el mango de su arma en su mano fuertemente.
- ¿Acaso lo que has hecho es una venganza por tu padre, Asclepio...? - murmuró tembloroso de rabia - Insignificante, insignificante... - repetía con un cambio en su voz, más gutural y rota - Yo te enseñaré cómo se venga a un padre... Yo te enseñaré cómo es un hijo del que estar orgulloso... Insignificante, insignificante...
- ¡... Alguien que viene a mostrar el verdadero significado de la venganza! - siguió comentando Heimdal.
Las puertas de la zona de los dioses se abrieron, dejando salir una gran cantidad de agua que empezó a rellenar el espacio hasta quedar casi al borde de la plataforma del centro, llegando a mojarla cuando se abrió dejando las escaleras libres. Empezando a avanzar, el representante de los humanos se dejó ver, empezando a subir las escaleras. Todos aguardaron silencio en ese momento, excepto Heimdal que seguía con su presentación.
Geir comenzó a temblar, escondiendose detrás de su hermana mayor, teniendo recuerdos muy feos de esa arena de batalla, que ya se vio en el tercer enfrentamiento del primer Ragnarok.
Sasaki, en cambio, sonreía, recordando todo lo que sucedió hace mil años. Mientras que Heimdal terminaba de hablar, el dios había llegado a la plataforma, levantando la mirada y encontrándose con la de Sasaki a lo lejos, mirándole con un odio indescriptible.
- ¡... Su nombre es...!
- ¡Poseidón!
Un grito femenino apareció en el lado de los humanos, y muchos más gritaron ese nombre aterrados. No era de extrañar la confusión, la situación era la misma, el mismo escenario, la misma presentación y lugar, además de que el chico allí presente, llevaba el tridente de este dios, vistiendo de cintura para abajo exactamente igual... Y con una semejanza en su rostro impresionante a la de él.
- ¡¡Tritón!!
No era mentira el afirmar que para la gran mayoría de los presentes era la primera vez que veían a Tritón, pues siempre lo imaginaron igual a su padre, pero siempre se dijo que la mitad de su cuerpo era la larga cola de un pez, aunque por lo visto podía tener piernas, también.
Tritón era un chico reservado, seguía los pasos de su padre pero no le gustaba mostrarse al público, y además era el heredero de su famoso tridente, quien perdió a su dueño hace exactamente mil años, y que ahora volvía a aparecer en el Ragnarok con otro portador capaz de usarlo.
No tardó en aparecer, llegado de la puerta de los humanos, salió un barco con un remo, al igual que hizo Sasaki Kojiro hace mil años, el representante de la humanidad, recibiendo ovaciones y aplausos.
Al aparcar la barca al lado y subir de un salto a la arena, se pudieron ver bien todas sus armas, y sin embargo sacó dos trozos de venda largos, empezando a ponerse tres katanas en una mano, entre sus dedos, y atando su mano a ellas con la venda, simulando unas gigantescas garras.
De la misma forma lo hizo en su otra mano, salvo que en esta le pidió ayuda a Heimdal para atarlo, ya que su otra mano estaba vendada con sus armas. Él era...
- ¡¡Date Masamune!!
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Siento si esto último fue un poco precipitado, igual seguiré actualizando luego los otros libros y me concentraré en esta pelea ^^
Ahora la pregunta...
Bando de los dioses - Tritón
Bando de los humanos - Date Masamune
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