Capítulo 1 - Inicia el segundo Ragnarok
Observando callada y sentada un sobre abierto delante de ella, el rostro de Hrist, la que tiembla, no tenía expresión alguna. Dentro del sobre se veía claramente el sello del panteón griego, pero Hrist no necesitaba leerlo para saber de qué se trataba.
1000 años
Ya habían pasado 1000 años desde que ocurrió todo aquello que permanecía en su memoria como si hubiese sido ayer. Las lágrimas de alegría y tristeza de su hermana Brunhilde, la euforia de la victoria, su combate junto con Sasaki Kojiro... todo eso estaba guardado en su mente y en su corazón intacto... pero había sido tanto tiempo y a ella se le había pasado tan rápido... tan rápido que no se sentía preparada para lo que llegaba a continuación.
Desde que Brunhilde partió junto con su Einherjer, la segunda hermana había pasado a ser la primera, por lo que ahora aumentó considerablemente su trabajo, labor y consideración. Había ganado en respeto, pero había perdido muchos seres amados... y no quería que eso volviese a pasar.
Tan enfrascada en sus pensamientos, no notaba los pequeños tirones de su manga de una chica que se había sentado a su lado. Geir, ahora midiendo la increíble cantidad de dos centímetros más que en el primer Ragnarok, siendo este el único cambio que tuvo su cuerpo en siglos y siglos, miraba a su hermana mayor con una sonrisa triste.
- El día ha llegado... - dijo sin más, mirándola con compasión.
- Parece que estabas más preparada que yo para esto... - comentó hinchando el pecho, tomando mucho aire para dar luego un suspiro.
- Más o menos... he madurado un poco, creo, y como ahora tengo hermanas menores pues... ellas no pueden tener de ejemplo a la antigua Geir que era...
Al mencionar a las valkirias menores, Hrist cerró los ojos, bajando la cabeza. La única manera de poder ganarles a los dioses era con el poder de la volund, pero... ¿Cómo iba a pedirles a las hermanas nuevas y menores, aquellas que nacieron después del Ragnarok que sean las volunds de nuevos Einherjer? Que por cierto, no tenía ni maldita idea de a quién elegir...
- No puedo obligar a las chicas menores a participar... no, no puedo, la menor apenas tiene 100 años, no puedo...
- Ellas se han criado escuchando las historias del Ragnarok, hermana Hrist... - Geir tomó la mano de su hermana - No tendrás que obligarles...
- No es obligarles, Geir... - ella se levantó, exasperada - Es... que las miro y recuerdo lo que le pasó a algunas de nuestras hermanas, y... y no, no puedo, no quiero...
Aunque ella caminaba intentando pensar en otra posibilidad, su mente le decía que no. Todo debía hacerse al igual que en el anterior... solo que en cambio, según leía ahora Geir en la carta, no se revelaría la lista de ninguno de los grupos para evitar los conflictos que hubo en el anterior, como las fusiones y las traiciones.
Cuando ella dejó la carta para acercarse de nuevo a su hermana, Hrist alzó la voz de una forma muy característica en ella cuando aparecía "la otra Hrist".
- ¿¡Esos malditos bastardos de los dioses creen que esto es un juego!? ¿¡Que poner la vida de miles de millones de personas en una balanza y que en el otro extremo haya un torneo para que ellos se diviertan a costa de jugarse tanto?! ¡Ocurra lo que ocurra siempre morirá alguien, humano, dios o valkiria! ¿¡Cuál es la diversión en matar?! Y lo más importante... ¿¡Cuántos jodidos años quedan para que se muera Zeus?!
Hrist se mordía el labio inferior con las pupilas temblando de rabia, mirando al cielo como si estuviese desafiando a los mismos dioses con sus palabras. Geir no se atrevía no a acercarse, pues con el paso de los años, el carácter de esta valkiria empeoró mucho más y era incluso agresiva sin quererlo.
- ¡Ahora mismo voy a sacar todos los archivos de la humanidad, y buscaré a alguien fuerte, muy fuerte, mucho más fuerte que Lubu porque pienso hacer un Ragnarok que hará que a los dioses que le quiten las ganas de vérselas con las valkirias y con la humanidad! - gritó enojada yendo hacia la biblioteca - ¡Empezaré desde el número 0000000000001 hasta el último humano que muera en ese segundo y elegiré el mejor, el mejor! - luego se detuvo a mitad del pasillo, pensando - Bueno, mejor empiezo por el 0000000000002.
Geir la observaba irse mientras seguía maldiciendo. Sabía que Hrist pasaría la noche sin dormir mirando archivos, buscando Einherjer sin descanso hasta tenerlos todos, y mientras tenía que hablar con las hermanas valkirias... los dioses siempre lo deciden todo sin apenas tiempo de margen.
Salió fuera, a donde pudiese ver las estrellas de esa noche, mirando al cielo con expresión preocupada, juntando las manos en posición oferente.
- Hermana Brunhilde, danos fuerza y valor para lo que viene a continuación... proporciona templanza y relajación a tu hermana Hrist para que dirija este Ragnarok tan bien como lo hiciste tú... ayúdanos a proteger a los humanos que tanto amamos... ayúdanos a hacer que los Einherjer que perdieron la vida hace mil años no hayan luchado por nada... o tal vez si... si vez que es muy difícil todo eso, tal vez... - ella se puso nerviosa incluso hablando sola, sin saber que palabras dedicarle a su hermana - No se... ojalá puedas mandarnos un rayito de esperanza que nos caiga encima y nos ilumine... solo quiero que sepas que pase lo que pase, lucharemos con todo nuestro corazón.
* * *
Las gradas del estadio comenzaban a llenarse, esta vez estaba hasta rebosar. Nadie quería perderse un espectáculo así, ya que el anterior no fue decepcionante en absoluto. Todo estaba lleno de emociones que se querían experimentar de nuevo. Mientras todos se colocaban en sus asientos, los dioses en sus palcos hacían lo mismo. Zeus, más pelón que la última vez, se subía de un saltito a su trono, con las piernas colgando, levantando los brazos como un niño pequeño yendo a ver un partido importante de su equipo favorito.
- ¡1000 años para volver a experimentar esto, Hermes! ¡Deberíamos cambiar esa constitución y hacerlo una vez cada 100 años! ¡Que emocionante!
Hermes, a su lado, no había cambiado ni un ápice de como era hace mil años, y solo se puso recto al lado de su padre, mirando a los espectadores, tanto humanos como dioses.
- Esperemos que la nueva valkiria que está a cargo esté a la altura de Brunhilde... - comentó con una sonrisilla.
En otras zonas del palco, otros dioses de otras religiones se acomodaban en sus asientos. Una diosa de un metro de alto se subió a su asiento, decorado con un mullido cojín, y estando a cuatro patas igual que un gato, comenzó a amasarlo y mullirlo para acomodarlo mientras ronroneaba.
Mientras, la diosa Afrodita la mirada de reojo, rodeada de sus guardaespaldas, y giró los ojos cuando la vio acomodarse y acostarse en el cojín igual que un felino.
- ¿Tienes algún problema? - preguntó la diosa gato mirándola - Ah, te da envidia, tú no puedes hacer esto.
Afrodita dio una carcajada.
- ¿Envidia? ¿De una diosa como tú? No me agradan los dioses que se comportan como animales - dijo restándole importancia con la mano.
- Pues tú eres medio vaca y tu amante medio burro - dijo indicando al palco donde Ares iba a sentarse.
Ante la furia de la diosa mirando a la diosa que le lavaba una manita y luego se frotaba su orejita, sus sirvientes optaron por llevársela de allí y buscarle otro lugar con mejores vistas en el palco, lanzando la diosa gato una mirada de triunfo, volviendo a ronronear.
En otro palco, una diosa estaba tirada de una manera muy extraña sobre un trono, con los pies por encima como si estuviese desanimada, mirando a la arena con la cabeza boca abajo, suspirando agotada.
- No, no es lo mismo sin él... - murmuraba - No puedo disfrutar del Ragnarok si no lo tengo conmigo... Necesito comentarlo...
Otro dios de su mismo panteón entró en el palco, caminando por detrás de su trono y acariciando la cabeza de la diosa, que más bien le frotó el pelo hasta despeinados por completo.
- ¡Morrigan, destructora! ¿A qué viene esa cara tan larga? ¿Quién se ha muerto?
Ante la actitud positiva y vivaracha de Lugh, Morrigan solo respondió con un gruñido cansado.
- Le echo de menos...
- Oh, venga, arriba esos ánimos, seguro qué...
- Que dramática eres, solo he ido a comprar palomitas hace cinco minutos.
El dios Loki apareció flotando con una sonrisa ladina con un cuenco de palomitas, lo que hizo a la diosa levantar la cabeza rápidamente hacia él.
-¡Loki! ¡No sabes cuánto te he echado de menos! - Morrigan ponía algunas veces un tono de voz bastante difícil de averiguar si hablaba con ironía o no.
- Lo que digas, ahora ponte bien y déjame sitio en el trono, culo gordo - la insultó amistosamente, dándole con un pie toques en el brazo para que ella se moviera.
Cuando ella lo hizo, se sentó a su lado, estando algo apretados en un trono que era para una persona, pero les daba un poco igual. Lugh se rascó la cabeza mirándolos.
- ¿Vais a quedaros así de juntos? Hay más tronos...
- No nos molesta, además que tenemos mucho que cuchichear y comentar - la diosa intentaba robarle palomitas, pero el nórdico le puso una mano en la cara.
Lugh suspiró, y luego dio una gran sonrisa de las suyas alzando los hombros mientras los dejaba a esos dos peleándose e insultándose. Loki era difícil de soportar algunas veces, Morrigan también. Desde que se conocieron formalmente, se hicieron inseparables. Toda la energía que desprendía Loki, Morrigan podía contenerla, al igual que cuando Morrigan se ponía dramática e insoportable, él la podía controlar. Además, siendo ambos amantes del cotilleo y de los secretos, eran un fuerte dolor de cabeza cuando pasaban al ataque a la vez.
- ¡Ojos de choto, dame palomitas! - le insultaba ella a sus ojos.
- ¡Ve tú a por las tuyas, plana! - se lo devolvía él insultando el poco pecho de la diosa.
Mientras se peleaban en su trono, un gran dios apareció por detrás de ellos a paso lento, arrastrando una túnica. A un metro de acercarse a ellos, sin siquiera mirarles, Morrigan y Loki se detuvieron como estaban, ella tirándole del mechón de pelo más claro a él, y él tirándole a ella de una oreja.
- Buenos días, Lord Odín - saludó ella.
- ¡Querido tío! Ya pensaba que llegabas tarde...
Odín no les miró ni les saludó, continuando su camino hacia su palco, el de al lado, a su trono, con Hugin y Munin en sus hombros, que les miraron cuando se volvieron a pelear. Odín había cambiado desde entonces, parecía más demacrado que la última vez. Sus ropas anchas escondían todo su cuerpo, llevando una túnica que escondía hasta sus pies, y su peinado era ahora sin adornos, solo todo su pelo echado hacia atrás, llegándole hasta las rodillas. Al sentarse en el trono, puso solo su brazo derecho sobre el reposabrazos cuando siempre apoyaba los dos.
Muchos lo miraron sin decir nada, y solo mantuvieron silencio cuando vieron al guardián del Bifrost salir a la arena, al que muchos aplaudieron. Heimdal sonrió con un poco de vergüenza, levantando los brazos y saludando, teniendo en uno de ellos su preciado Gjallarhorn. Cuando los aplausos se relajaron un poco, se lo llevó a la boca.
- ¡Damas y caballeros, dioses y humanos, no saben el placer que me provoca volver a reunirme aquí, con ustedes! - lo dijo dando una vuelta sobre sí mismo, mirando hacia todos - ¡Nos volvemos a ver después de mil años, hay caras conocidas, caras nuevas! ¡Se nota que nadie quiere perderse el mayor evento que existe... El destino de la Humanidad!
Todos volvieron a aplaudir, teniendo la atención en aquel dios al que se le notaba emocionado por haber sido elegido de nuevo el presentador del evento.
En el palco de las valkirias, Hrist escuchaba con una expresión de tristeza, con las manos en sus piernas, juntas. A su lado, Geir miraba hacia todas partes, recordando cosas del pasado. Por mucho que mirase a su hermana... no rezumaba la misma aura que tenía Brunhilde en esa situación.
- ¡No os hago esperar más, mis estimados espectadores! ¡Todos conocemos las reglas, todos sabemos lo que va a ocurrir en esta arena! ¡El Segundo Ragnarok comienza... ahora!
Y llevándose su cuerno a los labios, sopló con la misma fuerza con la que lo hizo hace mil años, y el sonido hizo que a todos sin excepción se le erizara la piel. Algunos fue de miedo, otros por desconocimiento, otros por excitación... el Ragnarok influía de formas distintas en cada uno de ellos. Después, Heimdal señaló hacia la puerta de los dioses.
- ¡El primer representante del Segundo Ragnarok por parte de los dioses es un dios que todos conocemos muy bien, pues ya nos deleitó con su presencia y su magnífico combate hace mil años en este mismo lugar!
- ¿Cómo? - Geir abrió los ojos - ¿Han puesto a un dios repetido?
- Era una posibilidad... - contestó Hrist sin dejar de mirar la arena - Sabes como es Zeus... nos quiere... agobiar, manipular, acorralar...
- ¡Después de semejante combate que al dios le pareció poco, no ha dudado ni un instante en presentarse para este Ragnarok, queriendo sentir adrenalina, queriendo sentir felicidad! ¡Si abrió el Ragnarok anterior con su presencia, no podía ser menos que no lo hiciese ahora mismo también! ¡Estoy hablando del dios... !
¡¡THOR!!
Mientras que el gran portón se abría lentamente, la mandíbula de Geir se abría igual, pero hacia abajo, viendo entrar al enorme dios pelirrojo portando el Mjolnir. Thor no había cambiado en absoluto en todo este tiempo, y su entrada fue exactamente igual que la vez pasada.
- ¡Es Thor! - repitió ella asustada - ¿Por qué Thor? ¡Lubu era el hombre más fuerte en la tierra armado y apenas pudo herirlo dos veces!
- ¿Y eso te parece poco? - le preguntó Hrist - Ya hemos hablado de esto antes, Thor y Lubu no querían esquivar los golpes del otro, querían contenerlos y encontrar a alguien fuerte.
- Además... - una valkiria apareció caminando tras ellas, haciendo que se girasen a verla - El resultado de una pelea no se mide sólo por el estado físico en el que queda el ganador, sino todo lo que se experimenta en la batalla. Si ambos experimentaron algo nuevo, ganaron mucho más de lo que creemos.
- Hrund... - la llamó Geir en voz baja - ¿Acaso eres tú...?
Hrund le puso una mano en el cabello a Geir, acariciándolo despacio.
- Me desearás suerte, ¿vedad? - dijo ampliando su sonrisa y cerrando los ojos.
Geir solo la miró fijamente, sonriendo despacio después. Luego, ambas miraron a Hrist.
- Hermana mayor, me mandaste llamar - comentó Hrund - ¿Acaso soy la primera?
- Me encantaría que fueras la primera, hermana... - Hrist dio una pequeña sonrisa, mirándola.
- Con gusto daré junto con mi Einherjer los primeros pasos hacia la nueva salvación de la humanidad - aceptó, bajando la cabeza con respeto.
Luego, las tres valkirias se giraron hacia la arena cuando Thor llegó, pues Heimdal iba a anunciar al representante humano.
- ¡El primer representante humano viene pisando fuerte! ¡No, es literal! ¡Es tan grande que sus pisadas se escuchan desde la distancia!
Geir se agarró al brazo de su hermana mayor cuando escuchó que de verdad podía oír los pasos del representante de la humanidad por debajo de ellas, donde estaba la puerta del bando humano.
- Pero hermana... ¿a quién has traído...?
No obtuvo respuesta, pues ella seguía mirando la arena callada y serena, pero sus manos estaban temblorosas por los nervios.
- ¿Es un humano? ¿Es una bestia? ¿Qué es? ¿Quién es? - preguntaba Heimdal a los espectadores, emocionado - ¡Un ser que viene buscando venganza, que viene a cumplir el objetivo por el cual fue creado! - Heimdal miró su tableta, con un nudo en la garganta, dudando si decirlo o no, pero igual lo hizo, presa de la emoción - ¡Viene para patearle el culo a los dioses y hacer que no sean tan despiadados con los humanos! ¡Fracasó en su misión, pero ahora sus ojos brillan más que antes, está decidido a ganar!
Las puertas se abrieron, dejando ver a una enorme silueta caminando despacio y pesadamente. Thor alzó levemente el mentón, dando una sacudida a su cabeza para apartar el cabello de sus ojos y ver bien a su rival.
- ¡Demos la bienvenida a una creación de los dioses para destruir dioses! ¡Os hablo de...!
¡¡ENKIDU!!
El humano simplemente avanzó caminando a paso lento, sin quitar los ojos del dios pelirrojo del martillo que tenía delante. No tenía que preguntar, Enkidu notaba que estaba delante de un dios... uno muy poderoso, además.
- Bien... - Hrund habló, cerrando los ojos - Ahora es mi turno...
Un segundo después, su cuerpo comenzó a brillar, convirtiéndose en un destello de luz que salió volando desde el palco hasta la arena de batalla. Enkidu lo vio de reojo, con rostro serio, y no supo por qué, sintió la necesidad de tender la mano hacia eso. Fue justo entonces cuando en su mano apareció una lanza.
Enkidu observó su lanza, acariciándola con el pulgar, empezando a sonreír. Tenía los colmillos más pronunciados que el resto de los dientes. Luego levantó la mirada hacia Thor, y este, movió su martillo, cambiándolo de hombro.
Geir observaba la arena agarrada a la barandilla, sin poder cerrar la boca. ¡Enkidu era incluso más grande que Thor! ¡Sus brazos, su cabeza, su espalda! ¡Parecía una bestia!
- La fuerza física de Thor es asombrosa - habló Hrist - El cuerpo de Lubu no fue capaz de soportar la enorme presión que generan los ataques de Thor... así que pensé... - Hrist miró a su hermana, con su misma cara de tristeza de siempre - ¿Habría alguien capaz de tener la fuerza de Lubu... con la resistencia física de Raiden Tameemon?
Geir miró a su hermana con una mezcla entre miedo y sorpresa, mientras Hrist, lentamente, pasaba a ser la que ruge, poniendo una sonrisa terrorífica en su cara.
- ¡Sí que existía, Geir, sí que existía! - comentó sonriendo con los ojos muy abiertos y mostrándole un grueso libro que era una de los primeros tomos de registro de la humanidad, abriéndolo por una página que era de un color diferente a las demás que mostraba el registro de Enkidu - Muy pocos registros tienen este color en sus páginas, son de seres considerados humanos creados por los dioses. ¿Sabrías decirme otro de ellos?
Geir aún estaba asustada de la actitud de su hermana, pero su corazón brillaba con esperanza, mientras su hermana se volvía a calmar y ser la de siempre. Ante su shock sin respuesta, Hrist abrió el mismo libro por la primera página escrita, y los ojos de Geir se iluminaron al ver de nuevo el rostro de Adán.
- ¡Es... es increíble, hermana! - Geir sonrió apretando los puños.
Hrist sonrió tímidamente antes de cerrar el libro y volver a mirar la arena, mientras su hermana pequeña la imitaba. Ahora que no la podía ver pero la sentía a su lado, Geir podría jurar que el aura de Hrist se empezaba a parecer un poco a la de Brunhilde.
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Así finaliza el primer capítulo, espero que os esté gustando :3
Os aclaro unas cositas...
1 - No pondré el número de la hermana valkiria para no arriesgarme.
2 - Algunas historias y rangos de los dioses los modificaré un poco igual como ocurren en el manga, pero siempre habrá parte fiel a la mitología.
3 - Siempre haré una pregunta al final de cada capítulo con combate, y el de este es que me digáis de que equipo sois
Bando de los dioses - Team Thor
Bando de los humanos - Team Enkidu
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