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Capítulo 70.2: La más bella... (Parte 2)

– ¡Vamos, Gangam! ¡No te rindas, Gangam!

– … ¿Gangam?

– Eso no importa. Ahora importa que ella gane.

– Me da igual, pinche vieja.

– ¡Eh! ¡Habíamos quedado que nada de esa horrible agresión!

– Me vale madres.

El mexicano, sentado a varias sillas de distancia de la reina egipcia, levantó la mano en un gesto ofensivo, que provocó que ella se sonrojara de ira.

– ¡Deja de hablarme así! Después de todo, ¡También soy una mujer!

– Y yo creo en la igualdad de género. Lo siento, mi ciela.

La humana quiso levantarse y discutir con el mexicano, pero se quedó con esa sensación de impotencia; quería respetar el acuerdo que le había dado Adán de no tener más problemas entre ellos. Además, él era mucho más fuerte que ella y podría darle otro puñetazo en la cara.

Qin Shi Huang, sentado a su lado, le puso una mano en el hombro a modo de consuelo.

Hâo. En algún momento olvidará que traicionaste a toda la humanidad por un capricho egoísta. Sólo dale tiempo.

– Ya te expliqué que no lo hice así… Además, estaremos aquí mucho tiempo. Nunca me dejará olvidarlo.

Por otro lado, el inigualable luchador de sumo Raiden Tameemon tenía una mano en la barbilla. Tras haber admirado lo suficiente a aquellas mujeres hasta que Prour le arrancó unos cuantos dientes, se tomó el combate en serio.

– Acaba de perder su lado izquierdo, que parecía ser su flanco más fuerte… Tiene muchas heridas, su vitalidad debe estar por los suelos, por no hablar de todos los golpes recibidos…

» ¿De verdad crees que vas a ganar? Es ridículo.

– ¡No hables así de ella! – Cleopatra se levantó para defenderla – Si mi amiga todavía puede levantarse, entonces puede ganar.

– ¿Con qué, con un milagro? – el rikishi rió con fastidio – Eso es aún más ridículo. Hay otros aquí que merecían un milagro más.

– Cariño… – Prour puso una mano en el hombro de su marido.

Un comentario dirigido no sólo a los enamorados, sino a todos los reunidos en Eljudnir. Qin Shi Huang suspiró con el ánimo bajo.

– ¡Bu Hâo! Esto no se ve nada bien… Ni siquiera con esa cosa rara del escudo que hace.

– ¡Más vale que no sea un Volund…! – exclamó Mist muy molesta – No tendrían por qué aceptarlo después de lo que me pasó… ¡Serían muy tontos y necios!

– ¡Mejor para mí! – exclamó Rasputín – ¡Juguetes nuevos! Esperemos que no sea tan seria como esa reina egipcia…

– No te preocupes, pequeño… – Alrune sonrió con picardía – Las demás no son tan frías.

– ¡Deja de vender a tus propias hermanas, idiota!

Mientras tanto, en una mesa alejada de la principal, Siegfried y Brunhilde compartían un cómodo sofá para ambos, el matadragones sosteniendo en brazos a la primera hermana valkiria. Su rostro platinado se apoyaba en la oscura cabellera de su esposa, deseoso de ser incluido en la discusión.

– Tienen razón. Veo las cosas complicadas a partir de ahora. Su cuerpo está acabado, su arma aunque regenerada podría ser destruida, y esa diosa tiene un poder aterrador…

» ¿Qué te parece, Buu-chan?

– Hmmm… – ante el comentario de Siegfried, volvió la cabeza a la realidad – Todo lo que ha conseguido hasta ahora sólo puede deberse a un Volund… No se me ocurre otra forma.

– ¿De verdad crees que otra de tus hermanas ha corrido el riesgo de sacrificarse?

– Espero que no. Pero… También espero que sí, ya que podría hacer toda la diferencia en esta lucha contra la diosa de la fortuna…

– ¿En qué podría cambiar, si ahora todo parece ir a favor de la diosa?

Eso es lo que intento averiguar… Pero con tantas cosas en mi mente, no tengo una respuesta…

Pahala Shlok. Raajaon Kee Agnimaalaen
[ Primer verso. Guirnaldas de fuego de reyes ]

Srinivas
[ Morada de Sri ]

El choque creó una onda que recorrió el campo de batalla, alejando a ambas combatientes: Gangambika con el cuerpo desequilibrado y la espada envuelta en aura divina, mientras Lakshmí con los ojos cerrados y el puño extendido al máximo.

La humana fue la primera en recuperar el equilibrio, quien enterró los pies en la arena; movió la espada todo lo que pudo y sus labios entonaron el verso para su siguiente ataque.

Pahala Shlok. Bhaagy kee jhoothee devee
[ Primer verso. Falsa diosa de la fortuna ]

Como pudo empujando con su único brazo, la humana lanzó su espada en una estocada hacia arriba que con su aura divina pretendía generar más daño que antes; el tajo golpeó los brazos cruzados de Lakshmí y la empujó unos metros…

Al mismo tiempo, la diosa levantó las palmas de las manos y empujó hacia delante, con lo que un par de golpes invisibles golpearon el estómago y el hombro derecho de Gangambika.

La humana tosió sangre y retrocedió junto a la diosa, arrodillándose ambas en el suelo para asimilar los ataques recibidos.

– ¡El impacto de su ataque ha generado más daño a ambos! ¡El sexto asalto está a punto de decidirse…!

El rostro de Rudra estaba abierto y sorprendido al ver a la diosa luchar con este nuevo estilo de Diwali.

– Qué increíble… Nunca pensé que podría luchar así.

– Yo tampoco la he visto hacerlo nunca, pero me gusta mucho cómo se mueve, tan fluida y libremente~ – Shiva imitaba los pasos de Lakshmí como un juego, con orgullo de padre – Se parece mucho a mi Tandava… Sólo que ella nunca se lastima, sólo se cansa…

» Al final, ayudó tenerla como alumna de coreografía durante un tiempo, ¿No te parece, Rudra?

El dios de la tormenta no le respondió, sino que continuó con la mirada perdida en Lakshmí:

Aunque estaba en una batalla a muerte, cada uno de sus movimientos era tan bello, que resaltaba todo el físico de la diosa. Sus brazos, sus caderas y su vientre, sus pies y sus piernas, su cuello y su rostro, su cabello…

El dios, sin apartar la mirada, sonrió un poco y se sonrojó ligeramente.

– Cierto. Ya había olvidado… lo bella que es.

– No eres el único que puede perderse por ella… – bromeó Shiva, aunque ya la había superado hacía tiempo – Por eso te fijaste en esa chica tímida, ¿verdad?

– No sólo por eso… – Rudra apretó una de sus manos – Sus valores, sus ideales, su corazón… ¡Todo en ella es bello y hermoso!

El dios extendió una mano en el aire, provocando una ráfaga de viento que azotó a los dioses del Svarga.

– Vamos, mi Lakshmí… ¡Creo en ti!

En el campo de batalla, Lakshmí oyó las voces de apoyo de su primer amor; eso hizo que se sonrojara de forma muy notable, a pesar de la sangre que tenía en la cara.

« ¿Me… me… me… me… me llamó "mi Lakshmí"? ¡Me encanta cómo suena ♡! »

Sus pies se movieron para acortar la distancia e inmediatamente se abalanzó sobre Gangambika, con todos sus puños cerrados listos para golpear.

Ksirabdhitanaya
[ Hija del mar de leche ]

Una lluvia interminable de golpes exponencialmente fuertes arremetió contra la humana, que sólo pudo extender su espada Taabeej en el aire para resistir todo lo que pudo, intentando usarla como escudo.

Pero, para su sorpresa, los ataques de Lakshmí estaban cargados del mismo fuego verde que había visto antes, y que ahora veía en acción: dicho fuego conseguía devorar poco a poco el aura de destino de Taabeej y, de ese modo, hacer que sus golpes se sintieran más fuertes. Además, dichas llamas tocaron su mano y carbonizaron lenta y casi sutilmente la armadura de su mano, hasta llegar a la piel…

Fue allí donde la humana vio como su mano recibía heridas casi sin sentir dolor, pero con la sorpresa de que se iba desintegrando poco a poco…

« ¿Qué es este… fuego extraño…? »

La humana acabó levantando una pierna y utilizándola como impulso para saltar hacia atrás y alejarse lo más posible de Lakshmí; así pudo examinar sus heridas.

« No me duele nada… ¡Pero me estaba quemando! ¡También le dió a Taabeej! »

« … Supongo que no somos las únicas que usan su aura del destino para ganar. » comentó Skogul, viendo que su mano también estaba herida.

« ¿Qué quieres decir? »

Eso también lo había visto el espartano entre las gradas divinas.

– ¿Qué demonios…? Nunca había visto un fuego que pudiera arder sin molestar a los quemados.

– Me parece que son "llamas del destino", si así queremos llamarlo… – respondió Hermes, captando la atención del espartano.

– ¿De qué se trata?

– El Tandava del señor Shiva acelera el corazón hasta lograr la combustión… Lo mismo ocurre con Lakshmí y Diwali, pero su combustible es su propia aura de destino.

» Su aceleración provoca una combustión en su aura de destino, creando "llamas de destino" que lo desintegran todo…

» En teoría Lakshmí también debería verse afectada… Pero teniendo en cuenta que tiene el aura de destino de 1116 dioses pendiente de quemar, no será pronto.

– ¿Qué carajo? ¡Esa diosa no tiene fin!

– Es la diosa de la fortuna, que se beneficia incluso de un estornudo bien hecho. Yo no tengo la culpa.

– Entonces… – el espartano rechinó los dientes – ¿Qué podría hacer esa tonta para ganar? ¿Cuál es la solución?

– Por muy poderoso que sea, debe tener un punto débil, como el Tandava que quemó a su usuario… Todo depende de cuál sea su debilidad. Si la reina poética de la humanidad lo descubre y lo vence antes de que se desmorone, será su victoria contra todas las probabilidades.

Eso hizo que Leónidas se llevara una mano a la cabeza, para rascársela con desesperación mientras pensaba…

« ¿Cuál es la debilidad de esa diosa? »

Inmediatamente, los pies de Lakshmí se aceleraron al ritmo de su danza especial, al igual que los cánticos que resonaron por el campo de batalla en nombre de los dioses del Svarga.

Om Mahalakshmaye vidmahe ~♪
Vishnú priyaye dhimahi ~♪
Tanno Lakshmí prachodayat ~♪

« Mierda… ¡Aquí viene esa loca de nuevo! »

Diwali
[ Festival de las luces ]

Mientras se balanceaba y movía de un lado a otro, su cuerpo avanzaba y volvía a acortar la distancia para arremeter contra la humana; ella sólo pudo alzar la espada y abrir los labios para entonar su verso.

Teesara Shlok. Raajakumaar Aakarshan
[ Tercer Verso. Encanto del Príncipe ]

Llegó el sonido de la rueda y la espada divina se convirtió en el látigo de metal, que Gangambika tuvo problemas para manipular; sin la mitad de su campo de visión y sin un brazo, el equilibrio se había perdido a lo grande.

« ¡Vamos, vamos…! Si puedo… ¡Tengo que hacerlo! »

Tras varios intentos fallidos, consiguió estabilizar su cuerpo y mover el látigo a su alrededor como un escudo giratorio.

Teesara Shlok. Lohe Kee Salaakhen
[ Tercer verso. Barras de hierro ]

Lakshmí vio interrumpido su avance por el látigo, pero no fue impedimento; sus manos y dedos se movieron al ritmo del tintineo en sus oídos, e inmediatamente los hilos provocaron las burbujas de aire que rompieron el escudo de la humana.

Rápidamente, Gangambika fue azotada por una lluvia de golpes invisibles que le dieron de lleno; apenas podía esquivarlos con el látigo Taabeej y su cuerpo apenas podía resistirlos.

– ¡Agh…! – no pudo aguantar mucho y acabó rompiendo su defensa; Lakshmí aprovechó y se acercó lo suficiente para levantarle uno de los pies.

Padma. Dharma
[ Flor de Loto. Deber ]

Su pie se envolvió en hilos divinos e inmediatamente lanzó una patada al pecho de Gangambika, que la alejó varios metros.

Una vez que la reina poética cayó al suelo, Lakshmí movió los pies en su danza para volver a acortar la distancia y arremeter con los puños; Gangambika escupió sangre y con dificultad se levantó del suelo.

« ¡Gangambika…! » por primera vez, la voz de Skogul no era un regaño sino un impulso « ¡No te rindas tan rápido! ¡Vamos, puedes resistir…! »

« Lo sé… ¡Por eso estoy aquí…! »

Sus labios ensangrentados tomaron aire para entonar de nuevo sus versos.

El marido del Sol…
cuya capa de nieve…
Desaparece en primavera…
Es tan brillante como el Sol ~♪

El látigo brilló con su típica aura divina, preparándose para golpear, mientras la humana volvía a ponerse en pie y ajustaba el equilibrio.

Pero, en lugar de lanzar su ataque, sus labios recuperaron el aliento y continuó entonando los versos del poema… Aunque no los versos del mismo tipo.

El jinete volvió…
Rápidamente en la olla hasta que…
Afortunadamente lo limpió ~♪

Mientras tanto, el elefante…
Agarró el caballo y…
Lo tiró al suelo ~♪

El fuego divino del noveno verso envolvió la forma actual del tercer verso de Taabeej, tras lo cual la humana lanzó su ataque mientras Lakshmí se acercaba con sus hilos desplegados para encerrarla…

Un golpe directo con la hoja divina de Taabeej, frontal como la estocada de una lanza; rápido e inmediato, igual que el tercer verso, pero cargado de fuerza divina y del calor abrasador de las llamas del noveno verso.

Teesara aur Nauvaan Shlok. Soory Ke Pati Ka Savaar Aur Ghoda
[ Tercer & Noveno Versos. Jinete y caballo del marido del Sol ]

La diosa interpuso ambas manos para defenderse, y el filo del látigo golpeó directamente en la muñequera que le quedaba, haciéndola añicos por completo y lanzándola varios metros por los aires.

La valkiria Skogul estaba bastante sorprendida por su nueva técnica.

« ¡Así que puedes combinar versos! »

« No sabía que podía hacerlo. Tuve un poco de… ¡Agh! »

Su cuerpo se resintió del drástico cambio, que la puso de rodillas.

« Sí… Mejor evita hacerlo. »

« No prometo nada… »

– ¡Gangam onee-chan!

La mera mención de ese apodo llamó la atención de Gangambika, que dirigió su mirada hacia las gradas para ver de quién se trataba. Lo había oído hacía tanto tiempo que casi lo había olvidado…

En las gradas de la humanidad todo el pueblo de Telangana estaba de pie apoyando a su reina.bPor primera vez vio en su pueblo ese tipo de admiración y apoyo; la niña que había gritado apretaba los puños con fuerza con su mirada esperanzada en el campo de batalla.

– ¡Gana, Gangam onee-chan! ¡Siempre gana, hoy también…!

– ¡Vamos, Majestad! ¡Confiamos en usted!

– ¡Vamos, reina tonta…! – El rostro de Ala-ud-Din enrojeció de emoción – ¡Que cortarme la cabeza no fue un tonto milagro! ¡Demuéstralo!

Esta vez el apoyo a su espalda era muy diferente del que había sentido no hacía mucho; ahora se sentía verdaderamente respaldada por su pueblo, portador de sus esperanzas y de su confianza en la reina poética que los gobernaba. A pesar del gobierno poco empático que había hecho, ahora estaban ahí para ella…

Fue muy conmovedor para ella, tanto que se sintió casi al borde de las lágrimas.

« Sí… Estaba hablando de esto… ¡Esto me hace sentir más fuerte! ¡Como la reina que soy, no perderé…! »

Junto con su brillo…
Su cuerpo también se levantó y…
Parecía una estrella llena de fama ~♪

Me sentí abrumado por…
Las cualidades de este hombre y…
Su voz penetró en mi alma ~♪

Los pies de la hermosa Saraswati…
Las cuatro ruedas eran…
Adornado con tobilleras y flores ~♪

Teesara aur Paanchavaan Shlok. Prasiddhi Sitaara Pahiyon Kee Aavaaj
[ Tercer & Quinto Versos. Voz de las ruedas de la estrella de fama ]

El látigo se convirtió en una esfera llena de la energía divina del quinto verso, que al instante se transformó en un torbellino para acortar la distancia en un santiamén. En un segundo, el filo del látigo alcanzó a Lakshmí, que extendió los brazos para protegerse, pero esta vez no funcionó…

El látigo golpeó el brazo derecho de Lakshmí y deshizo el guante de hilo que la protegía; le causó una herida profunda y sangrienta que iba de la muñeca al hombro, dejándole el brazo casi incapacitado. El ataque cargado de fuerza física también consiguió derribar a la diosa, que detuvo el Diwali y cayó sentada sobre el suelo arenoso con un ruido sordo.

Todo lo que quedaba era su respiración agitada y conmocionada mientras llevaba los ojos a su brazo caído y herido.

– ¡Qué bien! – Hlökk saltó de emoción – ¡Ha conseguido contrarrestar sus ataques invisibles!

Unfortunately, sigue haciéndose tanto daño con sus propios ataques… – comentó Jack con poco optimismo – Está en muy malas condiciones, ¿Por qué no se decide a usarlo todo de una vez? ¿Por qué lo alarga tanto?

– Por lo que vimos, está esperando "algo". – Sasaki habló con la misma duda.

– Pero, ¿a qué esperan? – Hrist 'la que ruge' apretó las manos – A este paso morirán ellas primero, ¿Por qué no actúan de una vez?

Todos se lo pensaron, hasta que el francotirador finlandés lo vió.

– ¡Ya lo tengo! ¡El momento, el ángulo perfecto…!

– ¡Oh…! – Jack reaccionó inmediatamente – El ángulo perfecto… ¿Eso esperan? En ese caso, deben ser más cautelosas y rápidas… No tendrán mucho tiempo.

– ¿De qué están hablando? – Hlökk agarró a Jack por la ropa para zarandearlo – ¡Explícate!

– ¡Tienen razón! – Sasaki chasqueó los dedos – Sólo pueden tener un momento, y debe ser perfecto.

– ¿Tú también? ¿De qué estás hablando?

La diosa estaba sentada con la respiración cansada, aprovechando el momento para descansar un poco. Sus ojos estaban fijos en su brazo destrozado, que parecía no poder usar más; el dolor era demasiado, y la sangre bañaba su cuerpo y el campo de batalla…

Pero sonreía.

« Qué extraño… Me duele todo, pero… Ya no quiero irme de aquí, quiero quedarme… ¡Me siento muy mal pero también muy bien…! Igual que…

» Como aquel día… »

– ¿En qué estás pensando ahora?

El preservador se sorprendió cuando en medio de un almuerzo que habían concertado como "cita" la diosa parecía perdida; al cabo de unos segundos reaccionó y dibujó una sonrisa nerviosa en su lugar.

– ¡Nada, nada! Sólo… sólo tonterías…

– ¿Qué clase de tontería? – Vishnú se puso ambas manos bajo la barbilla.

La pregunta incomodó a la diosa, que desvió la mirada mientras un rubor cubría sus mejillas.

– No es nada. Olvídalo.

– Recuerda que todo puede ayudarnos en sus terapias de autocontrol… Todo es válido. Dilo.

– … ¿No habíamos… terminado ya con eso…?

– No hasta que despiertes tu pasión. Si dices lo que estabas pensando, seguro que tenemos una respuesta.

La diosa tuvo un momento de ansiedad; su mirada se quedó en el suelo, el rubor llenó su rostro, hiperventiló aunque intentó que no fuera visible, y finalmente sus ojos se perdieron.

Terminado su espectáculo, respiró hondo y miró a Vishnú para expresarle su pensamiento:

– … Si tuvieras que elegir… pastel con sabor a caca … O caca con sabor a pastel… ¿Cuál elegirías?

El dios guardó silencio.

– ¿Cómo?

– ¡Lo siento mucho! ¡Lo siento mucho! No quise… ¡No quise…!

– Es interesante cómo piensas… y algo inquietante. Será mejor que hagamos otra cosa para borrar eso de nuestras cabezas.

La diosa asintió al instante; se levantó de la silla y se dirigió hacia Visnú para tenderle la mano.

– Caminemos.

– Está bien. – Le cogió la mano y salieron del lugar dispuestos a pasear por el reino de los dioses de la India.

Se limitaron a pasear por el Svarga, cogidos de la mano como una pareja, en absoluto silencio; algo que ambos disfrutaban por igual.

– … ¿Dijiste eso sólo para sacarme a pasear tomados de la mano? – tanto silencio permitió a Vishnú llegar a esa conclusión.

Lakshmí se sonrojó sorprendida.

– Me descubriste.

– Simplemente tenías que decirlo. No había necesidad de un comentario tan… tan raro…

– Quería… Nunca había hecho una broma así, y tenía curiosidad… – la diosa apoyó la cabeza en el hombro del dios preservador, obteniendo un bufido de él.

– Ahora te gustan los chistes. Buen progreso… Hablando de bromas, el asunto del Valhalla está casi terminado. Relacionado con Ragnarok.

– ¿El Ragnarok? ¿Ese torneo al que fuiste hace unos días… y no me llevaste?

– Te dije que no te iba a gustar; aunque te gusten las peleas, no todas fueron agradables. Nuestro líder, ese tonto de Shiva, casi muere por culpa de un humano.

– … Cierto… – a pesar de su respuesta, su curiosidad se encendió en su interior; ¿Un humano capaz de acorralar al más fuerte entre 1116 dioses? Interesante y curioso para ella.

– Como decía, había varios problemas que resolver y yo ya no quería estar allí. Pero Shiva dijo que probablemente hoy todo terminaría y yo volvería al Svarga.

– … ¿Qué tiene que ver eso con los chistes?

– Podrás ver en directo lo que queda de Shiva y la paliza que le dieron… ¿No te gustaría reírte un poco de nuestro líder?

La diosa abrió mucho los ojos y una sonrisa pícara apareció en su rostro.

– Sí.

– Entonces volvamos al palacio… Tal vez lleguemos al mismo tiempo que él.

Ambos dieron media vuelta y se dirigieron a la montaña Svarga donde llegaría el dios Shiva; tal y como él había dicho, nada más entrar llegó la guardia de ángeles del Valhalla portando al dios de la destrucción, que irónicamente fue destruido.

Lakshmí pudo ver en su líder las heridas por quemaduras, una cicatriz en el pecho y el muñón que sustituía a uno de sus brazos; en sus ojos se reflejaban tanto el miedo de ver aquello como la curiosidad de saber cómo se lo había hecho.

– ¡Maldita sea! – exclamó Shiva, ayudado por ángeles y otros dioses de la Svarga – ¡Qué reunión tan horrible! La próxima vez me tomaré un descanso de tanto sentarme.

– ¿Tú, cansado de estar sentado? Ni hablar.

– ¡No te rías de mí! ¡Que no lleves tanto tiempo aquí no te da derecho a faltarme al respeto!

– ¡Siempre he tenido ese derecho, te guste o no, amigo! ¡Igual que Lakshmí…!

Una nueva voz masculina detrás de Shiva hizo que los ojos de Lakshmí se abrieran de par en par pero con sorpresa; el tono, la risa, las palabras… aunque había pasado tanto tiempo, nunca podría olvidar ese tipo de voz. Tal dios masculino ayudó a Shiva a bajar del carro y miró hacia arriba para que ambos caminaran…

Entonces sus ojos oscuros chocaron con los ojos azul claro de la fortuna. Rudra y Lakshmí intercambiaron miradas, uno con el otro.

– Llevabas mucho tiempo echándole de menos, ¿verdad? – Vishnú tocó suavemente el hombro de Lakshmí – En cuanto lo vi en las gradas, pensé en ti. Pónganse al día.

– Ella… ella es… – La voz de Rudra era tartamuda.

– ¡Claro que es ella, idiota! – Shiva golpeó la cabeza de Rudra – Ya ha cambiado de aspecto, pero sigue siendo ella. No la dejes plantada, ha sido muy paciente.

Visnú ayudó a Shiva a alejarse de allí, dejando a la pareja de dioses en silencio y solos. De hecho, la diosa ya había perdido toda atención a su entorno nada más volver a ver a Rudra; tanto tiempo fantaseando aquel día, ya fuera en sueños o en lapsus mentales…

Y por fin. Por fin la diosa reaccionó, corriendo hacia él y abrazándolo.

– ¡Señor Rudra… Por fin ha vuelto!

El dios cayó al suelo con un golpe sordo y correspondió a Lakshmí con un abrazo igual que reflejaba el sentimiento que llevaba dentro.

– ¡Lakshmí! ¡Yo también te he echado de menos…! Más de lo que puedas imaginar.

– … ¡No tanto como yo!

– Estoy seguro de ello. – Rudra rió suavemente.

El corazón de Lakshmí latía de la misma manera que había estado latiendo con Vishnú, aunque ahora la sensación y el sentimiento eran… ¿Diferentes?

Por un lado, tenía un dolor incrustado en su interior desde que le había dejado marchar, ¿Por qué le dejó marchar, por qué no corrió tras él, por qué no le detuvo, por qué dejó que tantos años de estar con él se echaran a perder…?

Por otro lado, su cuerpo y su espíritu se regocijaban de emoción y felicidad al tocar de nuevo su cuerpo, al sentir su calor, al aferrarse a sus brazos, al oír su respiración y su corazón, al saber que él estaba allí; que su primer amor volvía a ser real.

Dolor y alegría se mezclaban en ella. Era una sensación tan extraña como placentera. Difícil de describir, pero muy agradable de sentir.

– … No te vayas nunca más.

– No lo haré, Lakshmí. No me separaré más de ti.

– … Por favor, no me dejes nunca más.

– Yo tampoco. Me quedaré contigo.

– Ahora… ¿Me cargas?

– … Está bien. Lo que quieras…

Rudra obedeció de inmediato y cargó a Lakshmí entre sus cuatro brazos, una tarea muy sencilla para él. La diosa se excitó bastante, lo que se reflejó en el ardor rojizo que inundó su rostro; enseguida recordó algo.

– Señoe Rudra, ¿Tiene hambre? Hay comida que… Vishnú y yo hicimos…

– ¿Me has preparado comida?

– … No exactamente… Creo …

– Hace tiempo que no pruebo algo hecho por ti… Me gustaría recordar el sabor de tus manos.

– … ¿Eh? – su mente inocente aún dejaba mucho que desear…

« Siento esto otra vez… »

La misma sensación recorría su cuerpo, herido y cortado cubierto por los hilos del destino y con el brazo inutilizado. La misma dicha de paciencia recorría su cuerpo de una manera tan extraña, pero esta vez la duda no era la respuesta; ella ya tenía la respuesta.

« Después de tanto tiempo escondiéndome… Siento una carga menos. Detrás de otros para odiarme a mi misma por lo que soy… Pero ya no lo haré.

» Esta es la alegría de haber encontrado mi destino… Es mío, y sólo mío. No me será arrebatado… »

Inmediatamente se levantó del suelo usando el brazo izquierdo; a pesar de su brazo tan malherido, levantó la mirada ensangrentada y cerró el puño izquierdo que estaba trabado en los hilos de Padma, junto al fuego verde.

– Gangambika… ¡Aún no estoy derrotada! ¡Todavía tengo mi brazo izquierdo, y lo usaré hasta destruirte!

La reina humana, tras toser sangre y retorcerse un poco, levantó la vista sorprendida, sólo para ver cómo Lakshmí se acercaba a la Diwali y acortaba distancias.

– ¡Muéstrame todo de ti! Tu odio, tu deseo, tu corazón ardiente… ¡Lo quiero todo para mí…!

El Padma se encendió como no lo había hecho, haciendo que el cuerpo de la diosa se viera envuelto en las mismas llamas verdes destructoras que comenzaron a recorrer también el campo de batalla; mientras a sus espaldas los gritos del Svarga le daban aún más fuerza de la que ya tenía, la diosa alzó su puño flamígero para ejecutar su ataque más peligroso.

Mahabharata Ksirabdhitanaya
[ Olas agitadas de la hija del mar de leche ]

Una cúpula de sombras de Lakshmí rodeó inmediatamente a Gangambika, que arremetió con todo tipo de ataques frontales aleatorios: puños directos, burbujas de aire con gran fuerza, hilos que podían contener todos sus ataques y sus movimientos.

Ante semejante ofensiva, mucho más poderosa que las anteriores, Gangambika apretó los pulmones y lanzó sus versos para estimular a Taabeej mientras agitaba la espada.

Teesara aur Nauvaan Shlok. Soory Ke Pati Ka Savaar Aur Ghoda
[ Tercer & Noveno Versos. Jinete y caballo del marido del Sol ]

Su látigo divino se convirtió en fuego y empezó a agitarlo alrededor de su cuerpo en zigzag para crear un escudo tanto contra los golpes de la diosa como contra sus hilos.

Todos los golpes impactaban con fuerza en el látigo, haciendo que Gangambika se pusiera de rodillas para resistir todo lo que azotaba; incluso con un solo brazo, la diosa conseguía mantener la lucha bajo su control.

« ¡Maldita loca de las peleas…! »

Incluso con su escudo de látigo, varios golpes de la diosa consiguieron colarse y abrir una o dos heridas en su cuerpo descubierto, por no mencionar que el aura divina de Taabeej causó bastante calor dentro de su defensa.

Gangambika suspiró un poco molesta por encontrarse en aquella situación, acorralada y acalorada.

« Maldición… Sólo yo decidí llevar tan poca ropa para luchar. Aunque parecía una buena idea al principio…

» Todo por mi lindo Kuma. Si no fuera por… por su inocente perversión, todo sería… diferente… »

– ¿Cuánto me miras, lindo Kuma~?

– ¿Eh? No sé de qué estás hablando… No estaba viendo nada.

– No viste nada porque hoy me puse algo más recatado… ¡Pensando en ti!

Ambos, sentados en una roca a las afueras de Telangana, poco antes de la puesta de sol, Gangambika golpeó a Kumara en la cabeza en un gesto amistoso; cuando aún eran jóvenes atraídos el uno por el otro, ignorantes de su futuro como reyes.

Fueron esos meses donde en los jóvenes amantes florecieron sus emociones; donde también Kumara aprovechó para estar atento en Gangambika, como su cuerpo. Acababa de notar que su ropa de hoy era más recatada que la que llevaba normalmente…

– ¿De verdad? No me di cuenta… – Pero no lo admitiría, o podría ser etiquetado como…

– ¡Claro que te diste cuenta! ¡Pervertido!

Gangambika le sacó la lengua haciendo que Kumara se sonrojara y su mirada se desviara; la chica dejó caer la cabeza sobre su hombro.

– ¿De verdad te gusta tanto acosarme?

– ¡No es acoso! ¡Yo no hago eso!

– Pero si me miras… ¿Qué título le darías? Me gustaría escuchar tu defensa antes de ponerte en el jurado.

– ¿Eh? Bueno… eh… – pensó un par de veces antes de hablar – Yo diría que… se trata de… de… admirar…

– ¿Admirar?

– Sólo estoy… admirando arte.

– ¿Así que soy arte para ti?

– A decir verdad… La obra de arte más perfecta.

– … Sigue… – Gangambika desvió la mirada y empezó a sonrojarse.

– Es verdad. Eres la mejor obra de arte que he conocido… La mejor que los dioses han creado. Sólo eso podría explicar por qué eres… "Tan tú."

– ¿"Tan yo"? – Gangambika devolvió la mirada a Kumara – ¿"Tan yo" es ser exhibicionista?

– ¡No, no! En absoluto. Quiero decir… lo que veo en ti…

» Dejemos a un lado tu belleza física… Quiero hablar de quién eres, y de cómo te dedicas a darlo todo de ti…

» Tu carisma, generosidad y humildad son enormes… Nunca te guardas nada, sino que prefieres dar a toda Telangana tanto de ti como puedas… Para los niños eres una hermana mayor, para los ancianos una maestra, para los adultos una princesa…

» Siempre eres directa y firme, nunca te dejas subestimar. Luchas y haces todo lo que te propones, y siempre triunfas. Ordenas el caos, juzgas el crimen, vences al malhechor.…

» A pesar de tus riquezas y de tu posición en Telangana, eres tan atenta con la gente y, como he dicho, tan generosa… Como si todo el oro que tienes lo vendieras a cambio de sus sonrisas y felicidad…

» Te veo y… cuando dejas ver tu cuerpo… es como si también dejaras ver tu alma… Toda esa belleza la dejas al descubierto, sin miedo ni dudas.

Kumara se volvió tanto hacia Gangambika como ella hacia él, ambos con la cara roja: el príncipe por haber dicho todo aquello a la ligera, mientras que la joven por haber oído tantas cosas bonitas.

– Eres la más hermosa. Por eso me gusta mirarte… Por eso prefiero estar contigo…

Su mano se movió para acariciar la mejilla de la chica, mientras la otra mano agarraba la de Gangambika y entrelazaban sus dedos; ambos cerraron los ojos y sus rostros se acercaron gradualmente, Kumara estaba a punto de decir lo último que tenía en mente…

« Por eso… Es por eso que vas a ser mi esposa. »

– ¡Gangam onee-chan!

La niña vino corriendo y provocó una interrupción en su ritmo; Gangambika se dio cuenta de su proximidad a Kumara y, sin siquiera procesarlo, su mano se separó del niño y le dio una bofetada instantánea, y luego se levantó.

– ¡Hola, pequeño sol! ¡No estábamos haciendo nada malo…! ¿Qué puedo hacer por ti?

– ¡Hay problemas en el pueblo! ¡Uno de los ancianos se ha desmayado! ¡Ayúdanos!

– ¿En serio? ¡Qué se le va a hacer! – se rió un poco nerviosa – No te preocupes. Iré en cuanto termine de atender al sucio viajero que tengo aquí…

– ¡No, no! – la chica agarró a Gangambika y empezó a tirar de ella – ¡Tienes que venir ahora, si no morirá!

– ¡Está bien, está bien! Ya voy, ya voy… – Gangambika se volvió hacia Kumara – Lo siento mucho.

– No… No te preocupes… – Kumara acarició su mejilla para suavizar el dolor de la bofetada – Está bien … Nos volveremos a ver más tarde…

– Sí… Así será.

La joven fue arrastrada por la niña, pero sus ojos permanecieron fijos en Kumara esperando verle marchar por última vez aquel día. Pero no fue así, sino que ella vio al joven en el mismo lugar todo el tiempo hasta que desapareció entre los aldeanos.

Todo el tiempo los ojos carmesí de Gangambika y los ojos esmeralda de Kumara estaban el uno en el otro, mientras el joven la miraba de pies a cabeza con el mismo sentimiento de admiración.

« Él sólo ve en mí… belleza… No dijo nada que no me hayan dicho ya, pero… Él ve algo más en mí… » sus labios sonrieron nerviosamente « ¡Mierda, cómo me gusta ♡! »

Esa misma noche tuvo una idea que llevó a cabo al día siguiente en su otra cita con Kumara: ahora iba vestida con una bata de gran tamaño que le cubría todo el cuerpo; Kumara se sorprendió al verla con esa ropa.

– ¿Por qué llevas eso? ¿Es por lo de ayer?

– Algo así…

– Yo… Siento haberte estado mirando sin que tú lo quisieras…

– No, no. Al contrario… Al contrario… Si vas a verme…

La muchacha se abrió la túnica y reveló su verdadero atuendo: un top de amplio escote, hombros desnudos y color rojo, y una falda que apenas llegaba a medio muslo. Kumara quedó boquiabierto y estalló de vergüenza.

– ¡Mírame bien!

– Qué… ¡¿Qué estás haciendo con eso…!?

– Es ropa y maquillaje de mi madre. El maquillaje creo que me quedó bien, pero su ropa era muy recatada así que la recorté mucho, ¿Te gusta~?

– ¿En qué estás pensando? – Rápidamente la cubrió con la propia túnica – ¡La gente dirá muchas cosas de ti, y todos los hombres… no puedes ir por ahí con eso puesto…!

– Esto no es para pasearse como una exhibicionista. Esto es sólo para ti… – uno de sus ojos carmesí se cerró en un guiño coqueto – Para ti y solo para ti, para que puedas admirar más mi belleza ♡.

– P-Pero… No estaba… ¡No estaba hablando de tu cuerpo…!

– Hablabas de mí en todos los sentidos. Y que mi forma de vestir era como si dejara ver mi alma… Por supuesto que lo he entendido, y por eso esto es para ti – Gangambika se abrió de nuevo la túnica, asegurándose de que la mirada de Kumara estuviera clavada en ella – Quiero ser la más bella para ti, en todos los sentidos…

» Esto será para ti y sólo para ti… ¿Entiendes…?

Kumara tragó saliva algo avergonzado.

– Muy bien… ¡Es suficiente…! ¡Ya puedes cubrirte!

– No te preocupes, no le diré a nadie lo pervertido que eres.

– No soy… ¡No soy un pervertido…!

– Sí, sí… Lo que tú digas, lindo Kuma…

« … Es verdad… Esto nunca fue para complacer sus más bajos deseos carnales… » Gangambika rió lo mejor que pudo en voz baja « Esto fue sólo para que… él me mirara… »

En medio de su divino escudo giratorio blandiendo el látigo, su ojo carmesí fue capaz de atravesar la batalla para ver las gradas humanas… y encontrar esos ojos esmeralda que tanto le gustaban.

De toda la gente de Telangana, sólo la mirada de Kumara le importaba: incluso detrás de sus ojeras de desesperación y el brillo de la confianza, sin que su cuerpo herido y carbonizado o su armadura destrozada lo impidieran…

La mirada de Kumara seguía siendo de admiración, por su radiante belleza. Gangambika lo comprendió al verlo en ese pequeño instante.

« Todavía… todavía me mira… Como la más bella… »

La sonrisa de Gangambika se ensanchó enormemente.

– Justo lo que quería.

Teesara aur Paanchavaan Shlok. Prasiddhi Sitaara Pahiyon Kee Aavaaj
[ Tercer & Quinto Versos. Voz de las ruedas de la estrella de fama ]

Gangambika arriesgó su defensa para avanzar en ataque; golpeó directamente el suelo con el látigo divino, generando una onda expansiva que movió el suelo a su alrededor. Los hilos de Lakshmí, así como muchos golpes invisibles, lograron conectar sobre la humana, abriéndole muchas heridas, pero también consiguió romper el ritmo del Diwali de Lakshmí.

Un segundo; más que suficiente para ella.

Es brillante incluso cuando…
Hay luz y frescura incluso…
Cuando hace frío…
Es más profundo que el océano y…
Más estable que el monte Sumeru ~♪

Envolvieron las murallas de la ciudad…
Las torres y murallas de la ciudad…
Los patios de las casas de los reyes eran…
Fresco de nieve, sándalo y agua ~♪

Pahala aur Nauvaan Shlok. Barph Aur Paanee Kee Halkee Aur Thandak
[ Primer & Noveno Versos. Luz y frío de la nieve y el agua ]

El látigo divino se convirtió en la espada divina original de Taabeej, que inmediatamente agitó a Gangambika para crear un golpe continuo en zigzag con el que golpear los hilos restantes que pudieran intentar encerrarlo, junto con un intenso resplandor divino rojizo que llenó el campo de batalla.

La diosa cayó al suelo de espaldas, teniendo que retroceder un poco ante la destrucción causada por el ataque desesperado de Gangambika; aprovechó el momento en que la humana sintió la sobrecarga del cambio de versos y casi cayó de rodillas.

Rukmini
[ Reina de Krishna ]

De sus manos volvieron a salir redes de hilos del destino que desplegó de inmediato para atacar a Gangambika en su momento de debilidad…

Aathavaan Shlok. Tour Hua Daanav Sarp Pahiya
[ Octavo verso. Rueda de serpiente del demonio caído ]

Pero Gangambika no tendría más momentos de debilidad. No más.

La arma divina de Taabeej se transformó de nuevo en el disco cortante que rodeaba su cuerpo, tras lo cual realizó un giro completo utilizando todo su cuerpo, como un pequeño juguete, para liberar magia divina del arma con el fin de destruir los hilos que se acercaban.

Aathavaan Shlok. Paintees Taad Chhand
[ Octavo verso. Treinta y cinco versos de palma.]

– ¡No perderé todavía, Lakshmí…!

– … ¡Muy bien! ¡Sigue así, Gangambika…! ¡Vamos a quemar nuestras almas aquí y ahora…!

Nauvaan Shlok. Maut Se Uthe Meharaab
[ Noveno verso. Arcos levantados de la muerte ]

Diwali
[ Festival de las luces ]

Comenzó entonces su réquiem ofensivo y defensivo:

Los pasos de danza de Lakshmí llenaban la arena de batalla, humedeciendo cada grano con su propio sudor y la sangre que caía de su cuerpo; tras ella, los dioses de la Svarga exclamaban el canto especial y la música que inundaba los Campos Elíseos. Las manos de Lakshmí se movían de un lado a otro con golpes físicos, burbujas de aire y redes de hilos que lanzaba sin cesar, por no hablar de sus llamas verdes que consumían la atmósfera.

También su mente se consumía con la sensación de fluidez que tenía con Diwali, usando tanto el Padma que su cuerpo lloraba de agotamiento y dolor; pero el placer era mucho mayor. No se derrumbaría; no mientras los 1116 dioses aún le dieran fuerzas para luchar.

Los dioses de la India fueron los que alzaron sus voces más alto que ningún bando del estadio; las hermanas mayores de la diosa se sincronizaron con Adhi para gritar al mismo tiempo; Rudra y Shiva bailaron y gritaron, con el ritmo llevado por Parvati y Saraswati; Vishnú se extrovertió por primera vez con las sensaciones interiores.

Los pasos desesperados de Gangambika contrastaban en ritmo y movimiento, siendo que con todo su cuerpo trataba de mantener el equilibrio así como usar correctamente sus versos; Taabeej cambió de forma en cuestión de segundos para adaptarse al frenético combate, y su aura divina se desbordó como un escudo de suerte para mantener con vida a Gangambika así como atacar con todo lo que podía. Ella seguía resistiendo y atacando con las últimas gotas que aún le quedaban de vitalidad…

Pero fue precisamente su poema lo que la mantuvo consciente y activa; entonarlo le dio una nueva mentalidad. Ya no era la de una reina gloriosa y arrogante, sino la de una mujer que luchaba por ganarse sus metas con su propio corazón. No se derrumbaría; no mientras su príncipe la estuviera esperando.

Los espectadores de la humanidad se unieron en exclamaciones; una enorme horda, no sólo los habitantes de Telangana y de la India, sino de diversas regiones, se unieron para exclamar en apoyo de la reina poética. El príncipe Kumara Kampana encabezaba esos gritos de apoyo de pie por encima de los espectadores; también los generales militares estaban emocionados por el combate. Sólo Magno tenía los brazos cruzados y observaba todo con detalle, para comprender…

Los dioses entre las gradas; Atenea, Ares y Syf; Leónidas y Hermes en la habitación de Afrodita; Jack, Sasaki y Simö junto a Hrist y Hlökk; Jeanne, Okita y Kondo… Las pantallas encendieron el combate en la reunión que mantenían Afrodita y Geir, por lo que ambos prestaron atención; los gritos llegaban hasta el jardín donde estaba Nut con Thor, Horus y Thot…

Por un momento, las diferencias entre Lakshmí y Gangambika se hicieron cada vez más pequeñas; cada golpe y cada respuesta consumían la diferencia entre ambas, conectándolas con una única premisa…

Su gran deseo de ganar. Ni suerte ni fortuna, ni amor ni dolor, ni orgullo ni mansedumbre, ni propósito ni destino… Su apasionado deseo de ganar esa lucha las mantuvo conectadas, logrando así por unos segundos la mejor batalla. Incluso siendo mujeres que no estaban acostumbradas a luchar como sus antiguos compañeros, tuvieron en sus vidas la mejor batalla de sus vidas…

Por un momento fueron el mismo corazón, latiendo de la misma manera, con el mismo deseo…

Gangambika retrocedió varios metros con la espada divina aún aferrada en la mano, ya bastante herida de tanto interactuar con las llamas verdes del destino; su boca se abrió y dejó escapar mucha sangre y aire, soltando grandes tragos para recuperar el aliento.

« ¡Gangambika! ¿¡Estás bien…!? »

« … Skogul, ¿Lo… conseguiste…? »

« Gracias por haber aguantado tanto… ¡Ya lo tengo! Mis cálculos ya están hechos, ¡Y esta vez…! No… no estoy segura, pero… ¡Hagámoslo! »

« … No puedo seguir… Yo sólo… Sigo viva… »

« Entonces usemos eso. Apostemos todo lo que nos queda, en esto… Logremos el milagro que tanto me prometiste. »

Los labios de Gangambika dejaron escapar una ligera sonrisa, tomando una última bocanada de aire.

« Muy bien… Vigílame bien… »

Su mano apretó la empuñadura de Taabeej, liberando hebras de sangre, y levantó el brazo una vez más; su ojo carmesí también brilló y ajustó la mirada en Lakshmí, que permanecía inmóvil, recuperando el aliento.

– Querida diosa de la fortuna, Lakshmí… ¡Prepárate! ¡Apostaré todo lo que me queda en este ataque!

Atenea se levantó de su asiento nada más oír aquello.

– ¡Aquí viene! ¡El último choque…!

– Ahora es su oportunidad… – Ares apretó una de sus manos – ¡Si consigue acertar esa patada mágica una sola vez más, habrá acabado con esa humana!

– … Pero no olvides esa espada divina. Es muy poderosa… y podría cambiar las cosas. – Los ojos de Syf se volvieron hacia Taabeej con gran desconfianza.

Recordando la conversación que había tenido con su marido momentos antes, lo que la hizo sospechar aún más.

« Brökk y Eitri… ¿Qué mierda acaban de hacer? Sólo están cavando sus propias tumbas… »

La diosa abrió los ojos y dibujó una amplia sonrisa en sus carnosos labios.

– ¡Adelante, Gangambika! ¡Voy a recibirlo de frente!

– ¿Está loca? – Hlökk se llevó las manos al pelo – ¡Sólo ella haría algo así estando tan muerta! ¡La van a hacer pedazos!

– ¡No te atrevas…! – Hrist 'la que ruge' se levantó de su asiento – ¡No te atrevas a usar a mi hermana como escudo…! De lo contrario, ¡Te mataré yo misma!

– Todo va según lo previsto… – Sasaki se volvió hacia el inglés y el finlandés – ¿Qué dicen?

– Los colores que emanan ahora, sus corazones a punto de estallar, son… Beautiful! Wonderful! ¡Qué hermoso espectáculo!

– Parece que están a punto de hacer su último movimiento… – Simö juntó las manos con esperanza – ¡Todo tiene que salir bien! ¡Perfecto y preciso, para que tengan éxito!

– ¡Ya he tenido bastante! – Hrist agarró a Sasaki para zarandearlo – ¿De qué plan estás hablando? Dilo o te rompo el brazo, ¡Aunque me entristezca!

– ¡Muy bien! ¡Pero no me rompas el brazo!

Gangambika aspiró con todas las fuerzas que le quedaban y sus destrozadas cuerdas vocales entonaron los versos de su poema. Una vez más, una vez más…

El río dorado, que atraviesa…
El fin del mundo celeste…
Es como Massara…
La prueba del arbusto es como…
El que está en un pozo, y él…
Es como un foso…
La descendencia…
Desde la palmera Lakshmí fue…
Adornada con la novia de la tierra ~♪

Pahala Shlok. Svargalok Kee Svarn Nadee
[ Primer verso. Río dorado del mundo celestial ]

La espada divina de Taabeej se transformó en luz divina, tomando también los orbes especiales de su filo; sus piernas hicieron acopio de la última fuerza muscular de su cuerpo e, impulsada por la espada divina, la humana se lanzó como una flecha a gran velocidad.

El último ataque de la humanidad; la diosa de la fortuna levantó ambas manos para generar la defensa de los dioses.

Lokamata
[ Madre del mundo ]

Un violento torbellino de hilos del destino se lanzó en un instante contra Gangambika para encerrarla e impedir su último ataque. Sin la espada lista para defenderse, todo se reduciría a un intento fallido…

Pero no fue así. Al contrario, era lo que esperaban tanto Skogul como Gangambika.

« ¡Hazlo, Skogul! »

Volund. Dhal-skjoldet til den poetiske dronningen
[ Volund. Escudo Dhal de la reina poética ]

La armadura se deshizo para convertirse en el gigantesco escudo, que Gangambika sujetó como pudo con el codo del brazo que le quedaba. Así pues, fue Skogul quien recibió los hilos de Lakshmí; era la que se encontraba en mejores condiciones y no podía permitir que la humana saliera más herida en esos momentos.

Pero no era sólo por eso; tenía un segundo objetivo en mente.

Volund. Dynr Sköglar
[ Volund. Estruendo de batalla ]

La habilidad le permitía absorber los hilos que lanzaba Lakshmí y transmitírselos a Gangambika, igual que había hecho en la ocasión anterior. Esto activó inmediatamente la memoria de Lakshmí.

« Significa que su ataque será aún más fuerte… ¡Ella realmente va a apostar todo lo que pueda…! ¡No la detendré! ¡Debo responder igual! »

Sus brazos se cerraron y dejó de transmitir los torbellinos de hilos, concentrándose ahora en su propio ataque: movió todos los hilos dentro y alrededor de su cuerpo hacia su pierna para realizar su golpe final.

Una vez reducida la ofensiva de Lakshmí, se llevó a cabo el siguiente paso de la humana: lanzar el escudo para perder peso y aumentar su velocidad, además de evitar que Skogul recibiera más daño.

« ¡Ya lo tienes…! » exclamó Skogul « ¡No lo arruines! »

Su velocidad aumentó aún más y levantó el filo de su espada, al mismo tiempo que los hilos de Lakshmí se concentraban en su pierna; la atmósfera se llenó de la fortuna de Lakshmí y de la nueva aura del destino de Gangambika, creando un ambiente tan tenso que nunca se había sentido hasta el momento.

En los instantes previos, la humana utilizó su última voz para llenar sus oídos con sus nuevos versos del nuevo poema, el que quedaría registrado en sus pergaminos de la historia del segundo Ragnarok.

Oh dulce vida…
La derrota es amarga e inminente…
La victoria es gloriosa e imposible ~♪

Pido un milagro, lo necesito…
Un milagro desde cero…
Mi corazón por fin entiende…
Un milagro desde cero ~♪

La verdadera felicidad ~♪

Sus bocas, la de Gangambika y la de Lakshmí, se abrieron para tomar la última bocanada de aire, y sus ojos se cerraron para dejarse llevar por el momento. Un final que les dio emoción y calor…

Oscuridad.

Oscuridad fría y solitaria.

Un entorno tan oscuro como la noche misma, sólo que sin estrellas, sin luna, sin una fuente de calor… Simplemente oscuridad. Así debe ser la muerte…

¿Era realmente así, tan sola y triste? Tan desolada…

" ¿Qué es este lugar… ¿Por qué estoy aquí? Tengo miedo… "

" Querida… "

Una voz masculina llenó el silencio de aquel lugar, haciéndola volver la mirada. Solo verlo allí hizo que sus mejillas se sonrojaran por el calor de la vergüenza y la sorpresa.

" T-Tú… ¡¿Qué estás haciendo aquí…?! "

" Lo hiciste bien, mi amor… Estoy muy orgullosa de ti. "

Tal se acercó a ella y le cogió la mano caballerosamente para darle un beso.

" … No es prudente hacer eso en un momento como éste. "

" Lo siento. Quería hacerlo una última vez. "

" ¿Por última vez? Quieres decir que… que yo… "

" Lo siento tanto… Ojalá hubiera podido hacer esto en tu lugar. "

El hombre extendió ambos brazos y la rodeó por completo, para protegerla y proporcionarle su calor; la notable diferencia de altura entre ambos no fue impedimento. Sólo quería abrazarla por última vez y darle un poco de su calor en aquel lugar, para que la soledad no le hiciera daño y para que su amor la acompañara en el más allá.

" … ¿Es realmente así como va a ser? ¿Va a terminar todo aquí? "

" Lo siento mucho, pero… No llores, por favor. Lo hiciste espléndido… Luchaste con un fervor y una pasión que nunca había visto. Justo lo que necesitabas para ganar, pero… Parece que no fue suficiente. No me parece justo…

» Te prometo… No importa si tengo que esperar un millón de años, estaré aquí listo para tu próxima reencarnación. Incluso si tengo que buscar tu alma en el infierno, lo haré… Vamos a encontrarnos de nuevo… Sólo espérame. "

Haber entrado en aquel lugar la había asustado, pero gracias a él ya no tenía miedo; ya no sentía miedo, sino que ese amor la dejaba tranquila. Después de todo, no estaría tan sola.

" … Sí… Espérame… "

Lakshmí cerró los ojos y dejó que aquel calor la cubriera…

Shrii Majaalakshmiaii
[ Belleza de la gran multiplicadora ]

Lakshmí fue la primera en soltar su último ataque.

Su patada se soltó y golpeó en un taladro directo con hilos devastadores, que consumió todo el campo de batalla en línea recta; recibirlo directamente sería, en última instancia, el fin de cualquier ser vivo…

Justo fue lo que supo Gangambika, cuando parte de su cuerpo recibió el daño de los hilos; inconscientemente su cuerpo giró y lanzó la espada al frente, liberando también su último ataque.

Doosara Chhatha Shlok. Shoony Ka Chamatkaar
[ Segundo sexto verso. Milagro de Zero ]

La espada cortó la distancia, hasta el pecho de Lakshmí; su filo atravesó el cuerpo de la diosa, desde los huesos frontales de la caja torácica hasta la espalda, junto con el grotesco sonido de la carne y la sangre.

Los hilos del destino se extendieron por el campo de batalla, alcanzaron el muro de contención y destrozaron uno de los 4 pilares circundantes. Las gradas entraron en pánico y rodearon la zona del desastre, el humo se disolvió por todo el campo de batalla…

Y se hizo el silencio. Silencio roto por ambas mujeres.

Gangambika por su respiración cansada, tanto que sus piernas ya tan heridas perdieron fuerza y se vio obligada a permanecer de rodillas, aunque con una mano ensangrentada y entumecida sujetando a Taabeej. Lakshmí también respiraba con dificultad, aunque la sangre empezó a manar de sus labios y nariz, ahogándola un poco.

Un momento doloroso pero suficiente para que ambas mujeres descansen por fin. Demasiado para ese momento…

« Yo… » la humana sonrió torpemente, abriendo un poco el ojo « Yo… ¿Gané…? »

– Gan… Gangambika…

La débil pero dulce voz de Lakshmí hizo que Gangambika levantara la vista; de todas las emociones que podía encontrar en la diosa, ya fuera tristeza, desesperación o ira…

Había una sonrisa.

– Muchas… Muchas gracias…

» Toda mi vida… Viví sin ser yo misma, ocultando mi poder… Y mis sentimientos… Lo siento si te causé problemas, no era mi intención… Pero ahora y hoy…

» Gracias a ti… Pude dar todo de mí… Por primera vez… Soy yo misma, sin máscaras ni dudas ni contención… Ya no me arrepiento…

Sus ojos turquesa brillaban de auténtica felicidad.

– ¡Muchas gracias! ¡Gracias por todo…!

En las gradas, entre los dioses hindúes que observaban en silencio y aterrorizados, Shiva tenía una expresión de asombro e incredulidad; entre todo lo que sentía, le impresionó el último esfuerzo de Lakshmí por decir aquello. Igual que Raiden Tameemon hace 1000 años; el recuerdo le hizo derramar imperceptibles lágrimas de nostalgia.

La diosa de la fortuna levantó la mano derecha con sus últimas fuerzas y se la tendió a Gangambika con expresión amistosa.

– Fue una hermosa pelea. Cumpliste tu palabra…

– … Sí… por supuesto que lo fue…

Por inercia, la humana soltó la espada y estrechó la mano de Lakshmí en un apretón de respeto y afecto; al soltarla, la diosa borró su expresión sonriente por curiosidad.

– Pero… te estás perdiendo algo…

– ¿Eh?

Sus ojos iluminaron a Padma y llevó su mano a la cara de la humana, lo que la alertó bastante.

« ¿¡Un último intento!? N-No… ¡No me queda nada! ¡No puedo defenderme…! »

De los dedos de Lakshmí surgió un hilo que conectó con los músculos de las mejillas de Gangambika; los movió para que la carne de la humana se moviera como ella quería…

Para hacerle sonreír; habiéndolo conseguido, Lakshmí apagó el Padma.

– Eso es… De todas las cosas que admiré de ti, lo que más me gustó era tu sonrisa… Nunca dejes de sonreír…

Ese fue su último gesto y sus últimas palabras, mientras su mano empezaba a fragmentarse en fragmentos de alma.

Los dioses del Svarga se quedaron atónitos ante lo que veían, más aún las hermanas mayores de Lakshmí; por primera vez Adhi rompió a llorar y mostró sus emociones de una forma más extrovertida. Asimismo, Parvati extendió una de sus manos, mientras que Saraswati apartó lavmirada porque no quería ver más.

Rudra y Vishnú, desde sus respectivos lugares, observaron en silencio y atónitos cómo la bella y dulce diosa de la fortuna se desvanecía, sin poder evitarlo; Lakshmí dirigió su mirada hacia los escalones del Svarga y su sonrisa se desvaneció un poco.

« No… Sólo los hice llorar. Dije que no lo haría… Por favor, perdónenme… Ojalá pudiera compensarles… »

Su mirada se dirigió hacia el cielo, al igual que su mano, que se alzó hacia allá.

« Lo hice bien, por fin… Rudra y Vishnú, pude hacerlo bien… Le di buena suerte a alguien…

» Gangambika tuvo mi suerte para ganar… Yo también quería pero… Si una de nosotras ganó, está bien… »

Sus ojos se cerraron por última vez.

« Tenían razón… La humanidad es tan increíble… »

Los últimos trozos de su cuerpo volaron por el aire, dejando caer a Taabeej al suelo; Gangambika por inercia se levantó de repente y levantó la mano para coger para sí fragmentos de Lakshmí, pero todo se desvaneció.

Cerró el puño y se lo llevó al pecho, como si allí tuviera algo para sí misma; cerró el ojo y dejó que las últimas lágrimas que le quedaban rodaran por su rostro.

No lágrimas de tristeza, sino lágrimas de gratitud.

– … Gracias, mi querida Lakshmí… Gracias por darme tu buena fortuna.

– N-No… No puedo… ¡No puedo creerlo…! – Heimdall tragó saliva – La batalla entre el destino y la suerte ha terminado… ¡Con un resultado que nadie había previsto o siquiera imaginado! ¡Todas las probabilidades estaban en su contra, y una mujer ha quedado en pie…!

Gangambika cerró el puño y lo alzó al cielo, ahora con orgullo agradecido. Orgullo de la victoria.

– ¡¡¡La ganadora de la sexta ronda es la reina poética de la humanidad, GANGADEVIIIIIIIIIIIIIII!!!

Fecha de publicación: 07/12/23
Autor: ASFD
Edición: Darklord331

Nota de autor: Lakshmí, mi bella bb, por favor perdóname, no soy digno de ser tu escritor :"v

Así tenía que ser, es el evento canónico de LR para que la humanidad pueda salvarse. De nuevo lo siento mucho, mi niña Lakshmí, pero ya no sufrirás más; ahora descansarás y serás feliz para siempre, sin miedo a ser tú misma :"3 (Nmmn, al chile si me dolió, así como con Sobek :"v)

Joder, pero que buena pelea me acabo de rifar XD. Cómo ya había dicho antes, no tenía esperado este nivel de detalle para esta pelea (siempre la había visto como una pelea de transición para luego pasar a las chidas) pero no fue así. Fue una pelea mucho mejor de lo que esperaba, sin mencionar el afecto a Lakshmí (no esperaba que fuera tan querida xdn't). Ahora toca llorar el doble por mi niña muda :"3, pero también celebremos que la jirafa arrogante tuvo la desarrollada de su vida y ahora es humilde, tuerta, feliz y manca. Un buen día para ser Gangadevi.

PD: Nmms Zero, ya párale con tu ayuda a la humanidad. Ya se chingaron a 2 dioses de los más poderosos nomás porque lloraste XD.

Ahora toca esperar el mes de intervalo: a finales de enero tendremos publicación nueva (puede que triple) y con ello el comienzo de la séptima ronda, y la primera mitad del Ragnarok ya estará terminando (joder, nunca creí que llegaría tan lejos, ahora que hago?).

Ahora, si me disculpan, me iré a llorar un mes por mi niña más favorita mientras conservo su recuerdo como foto de perfil (lo siento Susano'o, pero Lakshmí bb se ganó su lugar como foto de perfil UwU).

Sin más que decir… ¡Los leo en el siguiente capítulo!

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