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Capítulo 58.5: Lo siento... (Final alternativo)

« Pelea solo por amor y no por venganza… ¿Se trata de eso…? »

La humana terminó de caer al suelo, golpeándose contra los escombros; un poco de electricidad residual quedó en su cuerpo que le agitó un poco, para después intentar levantarse con las fuerzas que le quedaban.

« Pero yo… Yo también hago esto por amor, ¿No es así?…

» Por… por mi papá porque él no pudo… Si también lo hago por amor, ¿Por qué no he conseguido mi…? ¿Huh? »

Ella levantó la vista y se dió cuenta que Zeus estaba preparando su puño con el rayo divino, con una postura de ataque que ya conocía; no tuvo que pensarlo por mucho ni una segunda vez.

Zeus estaba por usar su "Puño que supera el tiempo".

« N-No… Si me da con eso, será mi fin. »

Ng Mui se levantó de inmediato y preparó también su ataque; sus manos tomaron forma de garra y sus piernas bajaron su estatura, preparando ese ataque de hace momentos.

– ¡Esa es su técnica especial…! – exclamó Geir con emoción en medio de su miedo – ¡Va a usarlo de nuevo y podrá acabar con Zeus!

– ¡Pero debe hacerlo ahora…! ¡Si no, todo estará perdido! – le acompañó Leónidas con ambos puños cerrados.

– ¡Vamos Ng Mui! ¡Tú puedes…! – gritaron a la par Hrist 'la que ruge' y Sigrune, ambas con voces de emoción y desesperación.

Todo dependería de tan solo unos instantes menores a segundo; el primero que pudiera impactar su ataque sobre su rival sería quien tomaría la victoria. Cada quien debía estar atento para usar su mejor ataque en el momento indicado.

Todo sucedió en un instante menor a un instante.

Zeus fue el primero en actuar; su puño terminó de cargar energía eléctrica y la titánica de Cronos, y… su pie dió el salto de impulso.

Se dirigió a la humana a extrema velocidad al tiempo que su cuerpo entero se iluminaba; una luz cegadora le envolvió justo antes que pudiera conectar su golpe y los relámpagos se hicieron presentes a su alrededor así como en su cuerpo. Antes que alguien pudiera darse cuenta, el rayo se formó desde el suelo y llevó a las nubes a Zeus para hacer la teletransportación; el dios desapareció y quedó la humana con ambos brazos ya preparados para responder.

El silencio se formó en pocos instantes, siendo interrumpido por la gotera de lluvia; misma gotera constante que empapó a Ng Mui, dándole más qué pensar antes que apareciera de nuevo Zeus.

Sus ojos se cerraron y decidió pensar en ello.

« Amor… Pelear por amor y no por odio… »

– ¡Tranquila Wing-wah! ¡No te haré daño!

Su mente se dejó sumergir en aquellos sentimientos y recuerdos antiguos; la ocasión en que Fung To-tak la encontró y cuidó cuando llegó al pueblo de la provincia Sichuan. Aquella manera tan sentimental en que le dió el abrazo de bienvenida cuando vio que despertó.

– Creí que nunca volvería a verte…

« Amor… »

También su mente le mostró sus momentos como maestra de Yim Wing-chun, sufriendo mucho por las tonterías e inexperiencia de la joven. Pero Yim siempre tenía una cálida sonrisa y un sentido del humor perseverante para hacer de todos los momentos, fueran buenos o malos, agradables o incómodos, felices o tristes, los mejores recuerdos…

Una sonrisa se asomó en los labios de Ng Mui.

« Amor… Luchar por amor… »

Su mente le dio a conocer también otros recuerdos, ahora los que compartía con su padre Lui Sei-leung:

El primer regalo que le compró, la primera ropa que se le regaló de las mujeres tejedoras del pueblo, la primera vez que la llevaron al monasterio shaolin, la primera visita que recibió, la primera vez que ella fue de vacaciones con él…

Incluso esa plática en el barranco, que por muchos años había visto como una mancha oscura que le quiso ocultar la verdad que estaba ocurriendo al monasterio, de repente fue vista con ojos distintos… Un egoísmo irracional solo para mantenerla fuera de las llamas, sin importar cuántos pudieran perder la vida.

« Amor… Todo esto es por amor… ¿Incluso en ese día había amor detrás de sus acciones? ¿Es verdad eso o solo… una fantasía mia…? »

De repente escuchó de nuevo ese llanto de bebé agitar con eco; sus ojos giraron a todos lados pero solo pudo encontrarse con la misma oscuridad absorta. Sin pensarlo, ni una sola vez, sus ojos fueron al suelo propio y… se encontró a sí misma.

Una versión suya joven, aquella mujer que entró al Ragnarok 1000 años atrás para contemplar la pelea entre dios y el hombre por la supervivencia; aquella que ahora se encontraba llorando en el suelo mientras veía como su padre era masacrado a golpes por el dios griego.

– ¡Ya basta, por favor! – la joven Ng Mui no podía dejar de llorar, sin importar cuánto cubriera sus ojos – ¡Papá, ya detente por favor! ¡No quiero que te mueras! ¡Por favor ríndete…!

Escucharse a sí misma llorar mientras se daba aquel festín de carne entre Zeus y Adán le hizo sentir de nuevo la impotencia, por lo cual apretó sus puños con ferocidad.

« ¡Ya no importa…! ¡Papá está… ya está muerto! ¡No puedes hacer nada para evitarlo! ¡Ya deja de llorar! »

El sentimiento de ira comenzó a apoderarse de su cuerpo de nuevo, recorriendo sus venas y cada célula dentro de sí.

« No importa cuantas lágrimas tire… No importa cuántos gritos haga suplicando por su rendición… No importa cuántas veces me imagine la misma escena, solo que ahora yo tomaría valor suficiente para saltar a la arena y recibir esos golpes en vez de él…

» No importa nada de eso, porque él ya no está aquí. Nunca más estará aquí… »

El sentimiento de derrota emocional se apoderó de ella; volteó la cabeza al suelo y, apretando sus ojos lo más que podía, comenzó a derramar todas sus lágrimas guardadas. Lágrimas que había contenido por 1000 años…

Cada vez que recordaba la hazaña de Adán, quiso llorar pero se lo guardó… Cada que recordaba las cosas que Lui Sei-leung había hecho por ella hasta ese día, quiso llorar pero se lo guardó… Cada que su mente imaginaba al padre perfecto junto a ella, quiso llorar pero se lo guardó…

Era un buen momento para soltar todo eso y dejarlo ir, estando ella sola consigo misma…

Pero no podía estar mucho tiempo… El ataque de Zeus estaba por ejecutarse, y debía actuar o sería destruida…

Tampoco podía permitírselo.

« Lo siento mucho… » se pasó la mano por el rostro, para limpiarlo y ver con claridad « Todo esto es… es mi vida completa…

» Aunque hayas hecho todo por amor, padre… Yo no me lo puedo permitir todavía… No me puedo permitir actuar del mismo modo mientras Zeus siga vivo…

» Debo vencerlo por ti… Debo odiarlo hasta que te haya vengado… Lo siento… »

Su respiración fue volviéndose más lenta con cada instante, hasta volverse una eternidad… Su cuerpo y mente comenzaron a entrar en armonía de nuevo, entre el odio que nunca podría abandonar y su nueva perspectiva de Adán y su pelea librada…

Sus párpados abrieron y cerraron en un instante, volvieron a escuchar en sus oídos el repiqueteo de la lluvia de los Campos Elíseos, los gritos de la gente que estaban presenciando la batalla, y el ambiente del campo de batalla destrozado.

Había vuelto a la realidad, con ambas pupilas oculares contaminadas por la flor de loto de la iluminación…

Por fin…

¿Alcanzó la iluminación? No; no era suficiente para la iluminación ni que su alma pudiera tener la paz que había buscado desde su niñez… Pero había tocado lo suficiente para lo que necesitaba…

– Un segundo más… solo un segundo más…

Ver el alma del dios griego, y con ello su último movimiento.

El cielo brilló de nuevo, y el relámpago divino cayó en el suelo, a varios metros de separación de Ng Mui. Allí mismo apareció la sombra de Zeus en su forma final, quien tan solo aterrizar en el suelo aprovechó la distancia creada entre ambos para ejecutar su ataque.

El motivo de su teletransportación fue crear espacio suficiente para que su ataque fuera el más poderoso y el último.

En un santiamén devoró la distancia entre ambos, levantando escombros del suelo debido a la alta velocidad que había ganado con la teletransportación; en solo un parpadeo estaba lo suficientemente cerca de Ng Mui para ejecutar su puñetazo directo, liberando también todo el poder de su relámpago en una nueva técnica de muerte instantánea.

Íra: I omorfiá ton theón
[ Hera: Belleza de los dioses ]

Un puño directo, que a su vez congeló el tiempo en los Campos Elíseos dejando a los espectadores atrapados en una escena que nadie podría evitar o siquiera percibir; todos abrieron sus bocas y así quedaron, exclamaron a alta voz y así quedaron, sus ojos se expandieron y así quedaron…

Solo quedó Zeus, lanzando su puño eléctrico sobre la humana y toda la descarga del rayo divino para terminar el combate de una vez.

– ¡Esto es por ti, mi amada bombón…!

Lo que Zeus no se esperaba… era que Ng Mui también se pudiera mover.

La humana levantó su vista al dios griego, emitiendo brillo en sus ojos de las flores de loto… Aunque este era distinto al de Buda, que antes Zeus había visto…

Sus ojos de loto eran oscuros.

– Te tengo… Zeus…

Ng Mui pudo ver con leve claridad lo que sucedería una vez que el dios griego ejecutase su técnica; sus pies se movieron para dar un paso atrás e inclinar su torso a la derecha, levantando el brazo izquierdo e irguiendo los dedos para formar una pequeña espada. El arrabio tanto de sus brazos como de sus piernas se movió en su cuerpo hasta alcanzar su palma, formando un completo guante de cintas que le pudiera dar la capacidad divina de ejecutar su último ataque.

Su palma derecha formó la misma garra que había hecho antes para su técnica más fuerte; dio un paso al frente y, antes que Zeus lanzara sobre ella su puño más fuerte, ella usó de nuevo su técnica marcial de victoria.

Shàngdì: sān huǒYànwù zhī Shé
[ Dios: Tercer fuego – Serpiente de aversión ]

Su brazo izquierdo cerrado se lanzó directamente al puño del dios griego, dando un choque de ataques: el rayo divino en todo su furor contra las cintas de arrabio de la mejor artista marcial.

Sobra decir que las cintas no fueron suficientes para detener el rayo, sino que se calcinaron al contacto con su arma divina; Zeus vio en primera fila como la mano de la humana cedia ante el rayo divino, hasta que la humana ante el calor y la electricidad perdió por completo aquella mano…

Pero el objetivo de ese choque no era detener el rayo divino.

Una vez que Ng Mui estaba en esa postura, y con esa cercanía, levantó el brazo derecho; aprovechando que el dios tenía el rayo puesto sobre su brazo izquierdo, aunque perdiera esa extremidad, podría usar su otra mano para herir al dios y derrotarlo.

Una técnica de sacrificio.

« ¿¡Huh…!? ¡No puede ser--! »

El dios estaba lo suficientemente cansado y agobiado para haberse dado cuenta antes; el rayo divino comenzó a moverse por su cuerpo, a través de su brazo, para volver a su pecho y fungir como escudo contra la técnica de la humana. Ella avanzó con todo lo posible de sus fuerzas, además que las cintas de arrabio restantes en sus piernas transitaron hacia su mano para darle el impulso final y lograr conectar el ataque.

El instante de choque se produjo; el rayo divino cubrió el pecho de Zeus, logrando envolver el brazo derecho de la humana y comenzar a electrocutarla de pies a cabeza, provocando que comenzara a derramar sangre y partes de su armadura.

Pero ella había logrado su objetivo: sus dedos se introdujeron a tiempo en el pecho de Zeus, aprovechando una apertura en sus músculos descontrolados; la habilidad de su técnica se realizó y, en un santiamén, el pecho del dios fue atravesado hasta su espalda en cortes limpios…

Shàngdì: Zuìhòu de huǒChóuhèn xīshēng
[ Dios: Último fuego – Sacrificio del odio ]

El dios escupió sangre; tal herida mortal logró apagar el rayo divino y dar descanso tanto a él como a Ng Mui. Ambos quedaron en esa postura unos instantes, cuando de repente la Octava Conciencia le dio a Ng Mui un detalle que no había previsto:

Sin dudarlo, la humana se acercó un poco más a Zeus y, usando su brazo izquierdo sin mano, se aferró a su cuerpo y cubrió con este; el dios griego se sorprendió, que tampoco se dio cuenta del por qué lo había hecho…

El último ataque de Zeus fue un golpe de efecto retardado, o sea que en cuanto Ng Mui se aferró a su cuerpo, a sus espaldas volvió el rayo divino para ejecutar por segunda vez el ataque. Sin poder evitarlo, el rayo golpeó la espalda de Zeus dándole una descarga eléctrica, y siendo que no hubo tiempo suficiente, la única opción de Ng Mui fue aferrarse al dios como escudo para evitar el daño.

En cuanto el rayo impactó sobre Zeus, su Forma Diamante se esfumó y con ello el espacio congelado del Puño que supera el tiempo. Una ráfaga de aire arrebató todo a su alrededor, y de nuevo el tiempo corrió para dejar caer la lluvia, las expresiones de los espectadores, y el final del combate oculto en una nube de polvo…

¿¡Ehhhhhh…!? – Heimdall parpadeó varias veces perplejo – ¿¡Qué es esto!? ¿¡De nuevo un choque… instantáneo que nadie ha podido percibir…!?

– ¡Padre…! – Ares apretó los puños con miedo sobre el barandal de su palco, mientras Hades y Adamas se mantenían serios, Hermes con los ojos abiertos, y Atenea se decidió por cerrar la mirada.

– ¡No puedo verlo~!

– ¡Hermana…!

– ¡Wing-wah!

Yim Wing-chun y Fung To-tak se tomaron uno al otro, con la misma emoción de preocupación, así como también los otros ancianos del Templo Shaolin tenían los rostros pálidos y boquiabiertos. Entre aquellos que apoyaban a la humanidad, también se encontraba Geir que estaba mordiendo el borde de la sábana de su camilla del hospital ante la incertidumbre y el miedo.

– ¡Ng Mui…!

– ¡Ella…! – Sigrune se llevó las manos a la cabeza – ¿¡Ganó!?

El silencio comenzó a desaparecer mientras la lluvia de los Campos Elíseos se hacía más sonora y se encargaba de desvanecer la nube de polvo, para revelar el resultado… Algo…

Imposible de creer…

Ng Mui estaba de pie, con su brazo izquierdo muy quemado y sin mano, sudando y sangrando a la par que la lluvia mojaba su cuerpo completo. Zeus con la cabeza baja, respirando doloroso y habiendo perdido su transformación muscular quedaban ahora el anciano pequeño… Ambos tenían respiración muy pesada y dolorosa, jadeando con las bocas abiertas y los ojos apenas abiertos…

La humana tenía la mano derecha incrustada en el pecho de Zeus, siendo que de allí el dios se estaba desangrando a más no poder.

Todos los espectadores, tanto dioses como humanos, se asustaron de aquello.

– ¡No puede ser…! ¡Z-Zeus está…!

La diosa Amaterasu terminó por caerse de su trono, provocando el movimiento de sus yokai; así también los dioses importantes que presenciaban la pelea, como Thor desde las sombras, Lugh y Morrigan, los dioses de la India, los pocos que quedaban de Egipto, los dioses de Aztlan…

Todos tenían las miradas estupefactas ante ese escenario.

El dios griego fue el primero en hablar, escupiendo primero sangre para liberar espacio de su boca.

– Eso… eso fue… magnífico, Ng Mui…

Ng Mui movió la vista en sorpresa al Padre de los Dioses, quien con su único ojo volteó para mirar a la humana… además de darle una sonrisa de rendición.

– Mi ojo… ambos ojos fueron testigos de… cómo me superaste, hasta el último segundo. Me impresionaste…

La humana se sintió un poco halagada por recibir esas palabras del dios más fuerte que había conocido hasta el momento, pero… a decir verdad, no quería esas palabras provenientes de él. No quería recibir nada que fuera de las manos de Zeus.

– No hice esto… por ti… Esto fue por mi… mi papá…

Con un solo tajo sacó su mano del pecho de Zeus; la diferencia de alturas provocaba que ella estuviera levantando al dios, y con ese último movimiento Zeus cayó al suelo, estrellando el rostro en los escombros que quedaban; escupió un poco de sangre y quedó tendido en el suelo.

Entonces la humana sacudió su mano, tratando de limpiarse toda la sangre que pudiera de sus dedos, y sin esperar se dio la media vuelta y comenzó a trastabillar a la puerta donde había entrado; el ojo de Zeus, perdiendo la poca visión que tenía, se quedó con la imagen de la humana retirándose…

Su silueta, la forma que se movía su cabello, y ese humor negativo con que se iba… todo era exactamente igual al de Hera. Esa imagen mental hizo a Zeus, aun estando en el suelo a punto de morir, sonreír por lo bajo.

« Bomboncito… ¿Me viste? Di todo lo que pude, hasta el último segundo…

» Lamento… Lamento ser el idiota que no pudo… cumplir su promesa… Espero que la eternidad en el vacío sea suficiente… para que me perdones… »

El dios griego expiró y su cuerpo comenzó a fragmentarse poco a poco, para volverse polvo que con la lluvia iba desapareciendo del ambiente; ni siquiera Heimdall se podía creer lo que estaba viendo, pero de todas formas levantó el Gjallarhon para anunciar con alta voz:

– L-La… ¡La quinta ronda termina! ¡En un instante que nadie pudo ver lo ha determinado…! ¡La ganadora es… es…!

» ¡La mejor artista marcial, de la humanidad y de los Cielos… NG MUI!

Llegando a la salida, los portones se abrieron de par en par lentamente con un chirrido pesado, que le hizo recordar a la humana la retirada del dios griego del campo de batalla hace 1000 años; ser ahora ella quien emprendía ese camino le mejoró bastante el estado de ánimo.

Cerró su único puño y se lo llevó al pecho en reverencia, sonriendo para si misma.

– Lo hice muy bien… ¿Verdad que si, papá…?

Lo primero que resonó en el coliseo fueron los gritos de admiración y triunfo de parte de los humanos; todos se levantaron y de inmediato comenzaron a cantar por la victoria como no lo habían hecho. Tanto por la ventaja que tenía en el marcador, como por lo que había logrado Ng Mui.

– ¡Qué bien! ¡Lo logró!

– ¡Pudo vengar la muerte de nuestro padre, Adán!

– ¡Ese anciano por fin pagó por nuestro padre!

– ¡Lo hizo, lo hizo! – Yim Wing-chun gritó con gran alegría, saltando como pequeño saltamontes – ¡Mi hermana consiguió matar a un dios, y no a cualquier dios: al anciano feo más fuerte!

– ¡Magnífico! ¡Espléndido! – Pak Mei levantó los brazos al aire – ¡Qué técnica más perfecta tuvo que usar para conseguir este final!

– ¡Sublime…! – le acompañó Chi Shin con una sonrisa sonrojada – ¡Qué hermosos artes marciales ha conseguido! ¡La mejor artista marcial en los cielos…!

– ¡En efecto! ¡Tan hermosa que es…! – Mui Hin levantó los puños con emoción – ¡Es por eso que me enamore de tan hermosa y decidida mujer!

– … Ya te la ganaron… – rió por lo bajo Yim, levantando un dedo hacia el asiento de Fung To-tak… En dónde había estado, puesto que ahora se encontraba vacío.

En el pasillo de la humanidad, la humana arrastraba los pies con las escasas fuerzas que le quedaban mientras dejaba un rastro en el suelo, combinando su sangre y la de Zeus, su sudor y el agua de la lluvia, partes de su propia armadura de arrabio que poco a poco se hacía pedazos en su cuerpo…

Después de unos momentos tuvo que recargarse en la pared para descansar; el dolor en su cuerpo, desde las heridas superficiales hasta su corazón que todavía tenía secuelas, no hacía más que crecer y crecer hasta volverse insoportable. Incluso para ella, una maestra muy veterana en el shaolin, eso era algo que no podría soportar por mucho.

– Solo… solo tengo que… salir de aquí…

Levantó la mano derecha y, con los dedos que también le dolían bastante, se fue aferrando a los ladrillos sobresalidos de la pared como soporte; así avanzó unos pocos pasos, hasta que el agotamiento pudo con ella y comenzó a descender al suelo…

– ¡Ten cuidado, Wing-wah!

Una mano se posicionó en su estómago, así como otra bajo su brazo derecho, para sujetarla y no cayese; Fung To-tak abrazó el cuerpo de Ng Mui y lo levantó, asustando a la humana.

– ¿¡Ehhh!? ¡Tú quién--!

– ¡Soy Fung To-tak! ¡No me golpees!

La humana dio un suspiro agotador de satisfacción cuando su mirada se topó con la del hombre, lo cual hizo relajar su tenso y destruido cuerpo.

– Ya veo…

– Lo hiciste bien, Wing-wah… ¡Fue una pelea espectacular! ¡Diste todo de ti, y eso me encantó tanto!

– … Era lo menos que podía hacer… Después de todo, se lo prometí…

La respuesta de Ng Mui, fría y directa como siempre, bajó un poco los ánimos de Fung To-tak, como si hubiera estado esperando que la humana dijera otra cosa… Se limitó a apretar su agarre, para estar más cerca de ella y avanzar usando su propia fuerza para cargarla.

– Vamos… Estás muy herida.

– Si… eso fue… muy difícil… Pero pude conseguirlo, ¿No?

« Amor… Esto también es por amor. »

Un último pensamiento quedó golpeando la cabeza de la huanan justo en esos momentos en que, detrás de su cuerpo tan destruido y de su horrible agotamiento, pudo sentir la cercanía y calor de Fung To-tak; hace mucho tiempo, cuando ambos eran jóvenes, solían ser mucho más cercanos a lo que eran cuando se convirtieron maestros marciales.

En cuánto recordó eso, las mejillas de Ng Mui se sonrojaron y su cabeza terminó por recargarse sobre el hombro de Fung To-tak, dando sus últimas fuerzas en confiar que la llevaría hasta la enfermería…

– … ¿Wing-wah…? – de repente volteó Fung To-tak y se dió cuenta que la humana perdió la conciencia, que le asustó mucho – ¡Wing-wah, despierta!

Sin perder mucho tiempo, la sujetó de su cadera y de sus piernas, para arrojarla sobre su pecho y correr con todas sus fuerzas para llegar lo más pronto posible a la enfermería.

– ¡Ayuda! ¡Necesito un doctor, de inmediato…!

En las gradas de los dioses, el silencio era aterrador y doloroso. En especial… El costado de los dioses griegos estaban con expresiones indecibles de incredulidad. Hermes apenas pudo tragar saliva, mientras Ares comenzó a llorar de manera estridente, tapándose el rostro para no ver más.

– ¡Padre, no…!

Atenea que antes había estado con el rostro lleno de incertidumbre… ahora en verdad estaba pálida y sorprendida. Sus ojos azules comenzaron a vislumbrar toda la vida que había llevado con su padre, siendo que él junto a sus hermanos mayores la habían criado de manera tan especial… Una pequeña gota salió de su ojo.

Adamas se levantó casi de un salto, dio media vuelta y a grandes zancadas llegó a la puerta, abriendo la misma de un golpe aunque en el proceso terminó por destruirla por completo. Aquello alarmó a Hermes, quien volvió a la realidad.

– ¿Qué haces?

– ¿¡No es obvio…!? – Adamas se giró con expresión eufórica, levantando una de sus manos – ¡Estoy harto de estas malditas mierdas, de torneos y reglas…!

» ¡Yo mismo me encargaré de exterminar a esos malditos humanos, con estas manos, ahora mismo!

El dios griego abandonó el palco, dejando al trío restante en silencio. Ares fue el siguiente en reaccionar, apretando el barandal donde estaban hasta hacerlo pedazos.

– No puede estar pasando… ¡No puede ser verdad!

– … Lo es…

La diosa habló por primera vez; se llevó ambas manos a la cara, para tapar con sus mangas ambos ojos, y después de frotar un poco volvió la mirada con ojos rojizos y un poco hinchados a la arena frente suyo.

– Papi… papi perdió… Y no me gusta…

– A nadie le gusta esto… Tampoco lo permitiré.

Hades también habló por primera vez; se levantó de su asiento y tomó el parche que cubría su ojo, para apretarlo con la suficiente fuerza hasta hacerlo pedazos por completo. Los fragmentos fueron llevados al suelo una vez que extendió los dedos de su mano para dejarlos caer.

– No es nada personal contra… – Hades negó su cabeza antes de terminar sus palabras – No. Claro que es personal.

» Ahora me toca pelear… Para vengar a mi hermanito.

Fecha de publicación: 27/07/23
ASFD

Nota de autor: Muy buenas, querida gente.

Si, sé que se publicó fuera de tiempo y a estas alturas ya no es muy relevante jsjs (Bueno, un poco si para entender algo que tocaré más adelante y para los Team Ng Mui que quedaron llorando la muerte de la waifu tomboy, entre ellos yo UnU). Lo que pasa es que hasta ahorita me dio inspiración para darle su final feliz a Ng Mui xdn't.

Con esto volvemos a la programación habitual; llorar al reconsiderar que fue mala decisión dejar a la waifu morir, y escribir la siguiente pelea con más waifus y husbandos sabrosos UwU.

Sin más que decir… ¡Los leo en el siguiente capítulo!

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