Capítulo 8. Fuego abrasador
- ¡Ahhh! ¡Huitzilopochtli vuelve a emerger, y esta vez con una sonrisa diabólica!
Los Dioses del reino de Aztlan elevaron sus gritos de emoción. De hecho, en vez de perder emoción o mostrar menos ánimos, en todo momento su clamor se levantaba más y más.
- ¡Eso es Huitzilopochtli!
- ¡Puedes matar a ese simple humano!
- ¡No importa que tan Dios se crea, no podrá contra el colibrí del sur!
- ¡Mátalo Huitzilopochtli!
Coatlicue fue invadida por una gran determinacion al ver que Huitzilopochtli se quitaba el arma del pecho y sonreía nuevamente mientras se levantaba. Cerró los puños con decisión y grito con todas sus fuerzas.
- ¡Vamos hijo! ¡Confiamos en ti!
Al ver tanta emoción por parte de los Dioses, Patroclo y sus amigos no se quedaron atrás y exclamaron con grandes voces.
- ¡Chicos! ¡Apoyemos a Aquiles!
- ¡Aquiles! ¡Tú puedes hermano! ¡Vamos!
- ¡Vamos Aquiles! ¡Puedes acabar con ese Dios!
- ¡Tú ganarás, héroe de Grecia! - los troyanos también apoyaron al semidiós con sus ánimos.
- ¡Vence Aquiles! ¡Vence! - Héctor se levantó nuevamente y gritó con mucho furor.
La menor de las valkirias por mucho menos se quedó atrás del clamor.
- ¡Aquiles! ¡Tú puedes salvar a la humanidad y a mis hermanas! ¡Tú puedes!
- ... - Aquiles apretó sus puños candentes al escuchar tantas palabras de aliento, mientras dirigía su mirada eufórica hacia Huitzilopochtli.
El Dios de la guerra, a pesar de tener la mitad del cuerpo quemado y sus manos llenas de sangre, levantó una postura defensiva y dirigió sus ojos sedientos de sangre a Aquiles.
- Permíteme derramar tu sangre "dios"...
Aquiles se correspondió con una sonrisa llena de seguridad.
- ¡Entonces permíteme matarte, dichoso Dios de la guerra!
Ambos corrieron y con toda su potencia se golpearon el rostro. Aquiles con su puño emitiendo calor que se marcó evidentemente en el rostro de Huitzilopochtli, y el Dios con su fuerza abrumadora y bestial que casi consigue noquear a Aquiles.
- ¡Un golpe directo entre ambos! ¡Y la pelea sigue!
- ¡Aquiles, idiota! - Atenea gritaba con emoción y molestia - ¡Córtale la garganta de una vez!
- Tranquila Atenea - habló Hermes - Aún no acaba la pelea.
- ¡Pero podría terminarla de una vez!
Aquiles se logró recuperar del casi knock out que le ocasionó Huitzilopochtli y sin pensarlo más de 2 veces le propinó una patada en el torso del Dios, logrando así alejarlo unos metros de él.
Una vez que Huitzilopochtli estaba separado del semidiós y trataba de recomponer su postura defensiva, Aquiles corrió hacia el y comenzó una ráfaga de golpes incendiarios al Dios de la guerra, consiguiendo con cada movimiento que lanzaba aumentará la temperatura en sus golpes.
El calor subía, y el daño en el cuerpo de Huitzilopochtli era más que proporcional y más que con el cuerpo quemado del Dios. Huitzilopochtli recibió una buena parte de esos golpes, nublando momentamenteamente su mente.
Pero en cuanto despertó y se dio cuenta de la situación, comenzó a esquivar y contrarrestar cada uno de los golpes de Aquiles, aunque lo más sorprendente para el Semidios era la facilidad y fluidez con que Huitzilopochtli movía sus brazos para desviar los ataques del semidiós, como si estuviera estado esperando que Aquiles hiciera eso.
« Esto es... No puede ser, ¡Antes no hacía esto! »
- ¡Las ventajas de haber cazado a 400 Dioses tu solo...! - habló Huitzilopochtli con orgullo y arrogancia frenéticos - ¡Es que conoces 400 formas de cómo atacará un Dios! ¡Y créeme que escogiste la forma menos original de todas!
- ¡Huitzilopochtli sin poner ningún esfuerzo en sus movimientos consigue desviar los ataques de Aquiles! ¡Cómo si estuviera danzando con sus brazos!
- ¡Como tu baile cariño! - Parvati sonrió al Dios de la creación y destrucción de la india, quien solo mantenía su seriedad ante la batalla frente a sus ojos.
Aquiles por su parte aumentó la velocidad que igualmente su vio la temperatura del lugar, logrando emitir grandes cantidades de vapor.
- ¡No creo que te hayas enfrentado a alguien que tenga fuego en sus manos! - le respondió Aquiles con enojo.
- ¡Debo admitir que eso sí fue original de tu parte! - sonrió Huitzilopochtli con satisfacción - ¡Pero no será suficiente para ganarme!
- ¡Ya lo veremos!
Aquiles dejó de lado su baliza frenética y pasó a moverse de manera aleatoria y a lanzar potentes golpes al azar por toda la arena, con lo cual consiguió asustar un tanto a Huitzilopochtli y ponerlo a la defensiva total.
« ¡Bien! Con esto tengo algo más de tiempo... » pensó Aquiles mientras seguía golpeando al azar « ¡Ahora tengo que encontrar una estrategia para vencerlo! »
Huitzilopochtli por su parte, a parte de esquivar con mayor cuidado y precisión los golpes que soltaba Aquiles con más desesperación que antes, trataba de analizar la situación en que se encontraban ambos peleadores. En su breve análisis, llegó al punto de querer saber el por qué Aquiles había usado hasta ese momento el potencial completo de la ambrosía.
« Un maravilloso poder que solamente usa hasta este punto... Seguramente lo hace porque es algo que le desgasta mucho físicamente... » sus ojos mostraban una gran sed de sangre, pero aunque no lo pareciera su mente trabajaba constantemente en analizar lo necesario en Aquiles.
Huitzilopochtli esquivo nuevamente un golpe de semidiós que destruyó la arena y género un gran cráter en el suelo, con lo cual Huitzilopochtli tuvo un plano más de cerca de Aquiles, viendo que su cuerpo no mostraba signos de cansancio ni heridas por usar el poder de la ambrosía, por lo que descartó esa primera idea.
« No, no es eso. Sigue golpeando sin cesar y sin cansarse... Debe haber algún otro motivo. »
Del mismo modo, Aquiles aprovechó el golpe que lanzó al sueño para continuar analizando a Huitzilopochtli.
« Huitzilopochtli no se ha animado a lanzar un golpe contra mi desde que comencé con este frenesí de golpes... ¿Será que es repentino para él? » lanzó otro golpe al aire tratando de golpear al Dios, pero su oponente nuevamente esquivó y dio un salto usara alejarse un par de metros del semidiós, que sorprendió al guerrero.
« Parece ser que está queriendo igual que yo conseguir tiempo... ¿Acaso... también está ideando una estrategia? ¿Este demente? » Aquiles emprendió una carrera a Huitzilopochtli « ¡En ese caso debo apresurarse a vencerlo antes de que tenga una idea! »
Aquiles llegó hasta Huitzilopochtli y comenzó nuevamente un conjunto de golpes aleatorios en todos lados, pero esta vez con mayor desesperación que llamo mas la atención en Huitzilopochtli.
« Esta desesperación... parece ser que... » levemente el Dios sonrió al notar lo que estaba buscando « Parece ser que no es muy bueno manejando este truco, por lo que o bien nunca lo uso o no acostumbra a hacerlo. » Huitzilopochtli preparó sus 2 puños para defenderse y contraatacar « Parece que con su inexperiencia puedo tener una abertura... »
Huitzilopochtli queria acercarse a atacar, pero los movimientos de Aquiles en toda la arena le impedían acercarse lo suficiente para golpearle. Aquiles se comenzó a movilizar más al ver la iniciativa en Huitzilopochtli.
« ¡Mierda! Creo que ya tiene algo... » Aquiles golpeó varias veces el suelo, levantando humo combinado con vapor candente « ¡Ya es momento de que lo derrote! »
- ¡Aquiles no permite ni una sola apertura! - Heimdall seguía todo con sumo cuidado - ¡Sin importar lo que quiera intentar el Dios de la guerra, el Semidios no permite ni una sola oportunidad para algún contraataque!
Huitzilopochtli gruñó levemente crujiendo sus dientes.
« Debo hacer algo rápido. Ya que... » Huitzilopochtli dio una mirada rápida a la espada de Aquiles, que aún yacía en el sitio donde hace un solo cuantos segundos la había lanzado « De lo contrario, él podría usar su arma... Y no sé si en esta ocasión pueda librarme del daño que me genere. »
Aquiles continuaba golpeando aleatorio, hasta que en un momento Huitzilopochtli esquivó todo corriendo a un costado, pero de manera inconsciente dejó todos sus flancos libres de defensa. Aquiles presto atención a aquello y momentáneamente sonrió.
- Te tengo... - « ¡Lo que necesitaba! »
- ¡!
« ¡Cambio de estrategia! »
Aquiles se incorporó con totalidad y de manera drástica cambió la forma en que golpeó a Huitzilopochtli; sus golpes se volvieron ordenados y consecutivos que se dirigieron a todos los puntos débiles del Dios, muy distintos a los puños aleatorios y sin cesar de hace unos segundos.
Sin poder defenderse por la posición que tomó, Huitzilopochtli recibió de lleno en su cuerpo los golpes incandescentes que arrojó el Semidios, y debido a las altas temperaturas que habia adquirido durante su lanzamiento aleatorio por la arena, varias partes en el cuerpo del Dios de la guerra consiguieron quemaduras muy graves que se reflejaron instantáneamente.
- ¡Aquiles golpea de lleno con sus puños de fuego a Huitzilopochtli! ¡Y nuevamente consigue quemar todo su cuerpo!
- ¡Vamos hijo! ¡Tu puedes! - Coatlicue se levantó con determinación - ¡Tú puedes!
- ¡Vamos colibrí del sur! - el Berserker del Trueno se encontraba muy emocionado por el combate, levantandose de su asiento en reperidas ocasiones.
Pero había algo que aún no tenía en consideración por ningún motivo: el hecho de que su esposa Syf estaba presente y sentada junto a él, quien continuamente le estaba haciendo caricias en los brazos del Dios.
Ella, mostrando nuevamente una expresión de aburrimiento, solo paso a repetir sus actos de cariño mientras soltaba un suspiro.
- Tal vez deba cambiarme el nombre a "Lu Bu Housen". Tal vez así mi cariño me haga caso.
- ¡No diga eso señorita Syf! ¡Su... prometido y prácticamente esposo le quiere y ama mucho! - le hablo así Forseti ya que no conocía del todo la relación entre ambos Dioses.
- Probablemente si... probablemente no... Uno nunca sabe con Thor después de haber disfrutado una pelea...
- ¡Pero le aseguro que siempre piensa en usted!
- ¿Del mismo modo que nuestras hijas?
Syf por un momento tuvo un semblante triste, al recordar que hace 1000 años Shiva derrotó a Raiden Tameemon y, por consiguiente, una de sus hijas había perdido la vida; la valkiria Prour.
La noticia le destrozó el corazón completamente, y aunque había conseguido lanzar todos sus insultos disponibles a Shiva por lo que hizo y al mismo Thor por permitir aquello, el vacío dentro de su corazón aun la mantenía en vela día y noche constantemente.
- No creo que piense en mi después... De la muerte de las valkirias en el Ragnarok anterior...
- ¡P-Pero sus otras hijas! ¡Las niñas Líf y Lífthrasir!
- Ellas... - suspiró Syf con una aura misteriosa - Mi mente es tan borrosa en esos años que no podría segurar que esas... pequeñas niñas hermosas son parte de mi descendencia... Aun si lo fueran, no sabría si a Thor le importaría.
- ¡Claro que le importa! ¡De otra forma, no habría permitido a Brökk y Eitri participar como herreros de la valkiria Geir!
La Diosa se sorprendió por esa declaración.
- ¿Qué ellos qué?
- Ellos pidieron permiso para ayudar a Geir a fabricar armas divinas para los Einherjer, y Thor accedió... ¡Thor si piensa en el bienestar de la gente que le rodea! - « Bueno, en realidad les dio permiso para que la valkiria Geir tuviera oportunidad en este Ragnarok. Pero... no creo que nadie note si cambió un poco la versión... ¡Por el bienestar de Thor-sama! »
Syf se quedó pensando unos segundos, hasta que un coqueto sonrojó invadió sus mejillas y dibujó una sonrisa en sus labios.
- Bueno... parece que tienes razón, Forseti. Aunque no lo parezca, mi lindo Thor si piensa en los demás... - sonriendo aun, depositó su cabeza en el hombro del Berserker, quien aun así no se dio cuenta de la presencia de la Diosa.
Huitzilopochtli casi cayó al suelo con tanta ráfaga de golpes, pero con un movimiento de sus piernas logró estabilizarse y ponerse de pie nuevamente, sorprendiendo bastante a Aquiles.
- ¡Mi turno, "dios"!
Huitzilopochtli apretó los 2 puños y de inmediato atacó con una ráfaga de ataques a Aquiles que, comparado con todo lo que le había generado el Semidios, era menor en cantidad pero compensado bastante con la típica fuerza devastadora del Dios.
Aunque, hubo algo que cambió bastante con respecto a todos los ataques que había lanzado anteriormente el Dios: por primera vez en toda la batalla, Huitzilopochtli golpeó de forma estrategica e incluso se podría decir que planeada con mcuha anticipación, y no de forma aleatoria ni descontrolada que lo caracterizó toda la pelea.
Primero, un par de firmes golpes al estómago que anteriormente le había perforado, de modo que Aquiles de inmediato escupió mucha sangre y perdió parte de su fervor de batalla al igual que su equilibrio.
- ¡Jaja! ¡Ya te tengo!
Después, Huitzilopochtli junto sus puños y lanzó un uppercut combinado sobre la mandíbula de Aquiles, consiguiendo que volará unos centímetros sobre el aire y terminará cayendo al suelo de sentado con un golpe seco y sonoro.
- ¡! - Aquiles estaba muy sorprendido por el cambio tan repentino de golpes, pero eso no fue impedimento para él.
Nuevamente se levantó y preparó sus puños ardientes para golpear a Huitzilopochtli de regreso, pero para cuando comenzó a mirar a los lados para encontrar al Dios de la guerra, éste preparó su brazo izquierdo con todas sus fuerzas y de un único y certero golpe en la mejilla logró tirar en el suelo completamente a Aquiles, además de que la fuerza del golpe lo arrastró en el suelo un par de metros lejos de donde estaba.
El héroe de Grecia a pesar del tan potente golpe aún permanecía consciente, por lo que quiso levantarse de suelo, pero la fuerza si que había conseguido aturdirlo como lo demostró con el fuerte quejido que salió de sus labios.
Pero Huitzilopochtli, para asegurar la victoria de la batalla, corrió con inspiración y para finalizar su contraataque soltó un fuerte pisotón sobre la cabeza de Aquiles, logrando hacer temblar toda la arena y abrir varias partes de la tierra, sin contar que claramente había dejado inconsciente al semidiós.
El silencio en las gradas surgió después de ver todos esos movimientos masivos, pero a pesar de ello Huitzilopochtli levantó el rostro con firmeza y determinación consiguiendo que todos los Dioses de las gradas cambiaran sus expresiones por celebraciones en forma de gritos de gran júbilo.
- ¡Si! ¡Huitzilopochtli!
- ¡Así se hace!
- ¡Lo conseguiste!
- ¡Una victoria más para los Dioses!
- ¡Así debe ser una buena pelea!
- ... - mientras todos reían y se emocionaban, Huitzilopochtli descendió un poco y susurró a Aquiles - Sabía que la victoria sería mía, y... ya sé que dije que me quedaría con tu sangre como trofeo, pero... Un luchador tan digno de hacerme pelear con todo como tu no merece ese destino...
- ¡Hijo mío! - Coatlicue sin dudarlo abrazó a Cuahuitlícac mientras lloraba de emoción - ¡Ganó! ¡Tu hermano ganó!
- ¡Yo también lo veo madre! ¡Mi hermano ganó la batalla!
- ¡¡Sii!! - Coatlicue sonrió ampliamente.
- ¡Impresionante! - Heimdall tampoco era capaz de ocultar su emoción - ¡Huitzilopochtli tan solo requirió un par de golpes para destruir a la cólera de Aquiles que arrasó con Troya! ¡Un acto que realmente es digno del Dios de la guerra de los mexicas!
- ¡Maldita sea! - Atenea hizo un berrinche en las gradas, al tiempo que unas lágrimas infantiles corrian por sus ojos violeta - ¡Mi lindo Aquiles perdió! ¡Mi lindo Aquiles fue humillado muy feo!
- ¿Por qué querías que ganará un humano? - Ares estaba indignado con las palabras de su hermana - ¡Eres una Diosa!
- ¡Cállate la boca, Ares! - se quejó Atenea rápidamente aún con su voz de berrinche - ¡No tienes derecho a opinar si perdiste ante Hércules!
- ... - Ares se enojó mucho con la Diosa, pero no hizo nada por el hecho de que Zeus también le miraba con curiosidad y seriedad para saber qué hacia.
Por otro parte, Atenea extendió sus brazos a la arena en dirección de Aquiles, completamente herido y con la cabeza enterrada en el suelo.
- ¡Tan solo miren como dejaron a mi muchacho! ¡Está masacrado y tirado en el suelo!
- Hay que esperar a que Heimdall le dé la victoria a Huitzilopochtli - comentó Hermes con tranquilidad - Podrás sacar a Aquiles de ahí y mandarlo arena la enfermería para que atiendan todas sus heridas a tiempo.
- ¡Más le vale a Heimdall terminar con esto rápido! - Atenea se volvió a sentar en su sitio, con su mirada de enojo.
- ¡La historia se ha repetido, damas y caballeros! - comenzó a celebrar Heimdall con toda su emoción expulsada - ¡Del mismo modo que el Berserker del Trueno derrotó de un golpe en la cabeza al humano más fuerte de los 3 Reinos, el día de hoy el colibrí del sur derrota al semidiós héroe de Grecia con un golpe en la cabeza!
Mientras los Dioses mantenían una postura alegre y contenta, la humanidad gritaba con desesperación a chia el Semidios enterrado en la arena.
- ¡Aquiles! ¡Vamos, levántate Aquiles! - una de las primeras en gritar fue Geir, que mantenía aun la esperanza en su boca que se podía demostrar claramente con las lágrimas en sus ojos - ¡Por favor, levántate Aquiles!
- ¡Aquiles! ¡Aquiles! - Patroclo y sus amigos también gritaban con todas las emociones que sintieron al instante.
- ¡Por favor Aquiles! ¡Levántate y gana, por todos nosotros!
- ¡Aquiles!
- ¡Levántate hermano!
- ¡Una última vez!
- ¡Por favor Aquiles!
Por otra parte, los troyanos miraban el escenario con silencio y seriedad, concluyendo con vocrs apagada.
- ... Aquiles perdió ante un Dios... - comentó Télefo - Pero bueno, era de esperarse. Ese Dios de la guerra claramente era demasiado para él.
- Pero al menos parece estar vivo - refutó Cicno - Sigue debajo de los pies de Huitzilopochtli, por lo que parece que perdió la consciencia. Pero si sigue vivo...
- Significa una única cosa - completó Héctor con arrogancia - Me podrá pagar la revancha que tengo pendiente con él
- ¡Veamos si la vergüenza de esta derrota le permite siquiera subir el rostro! - exclamó divertido su hermano París.
Los demás troyanos vieron a París con cierta molestia, por el hecho de que el hermano de Héctor había estado en la mayor parte de la pelea divagando en las demás gradas.
- ¡Bien! ¡Sin mas que decir! - Heimdall levantó su brazo de forma victoriosa - ¡No queda más que declarar que la victoria es de Huit-!
- Aún no.
La voz seca de Aquiles asustó mucho a Huitzilopochtli, quien dirigió su mirada al suelo en donde aún mantenía su pie. Y en primer plano pudo ver a Aquiles moviendo su cara para mirar con sus ojos dorados llenos de cólera al Dios de la guerra.
- ¡T-Tu!
- ¡Esto no se acaba para mi!
Aquiles de un salto salió del agujero en el suelo, movimiento que también consiguió tirar el equilibrio de Huitzilopochtli haciéndolo caer de espaldas.
El semidios levantó sus puños que nuevamente se encontraban envueltos de llamas iracundos, y después de dar un giro para encontrarse cara a cara con el Dios de la guerra, le soltó un golpe que lo arrastró varios metros y lo dejó tirado en el suelo, golpe que soltó una potente onda que choque que recorrió todo el estadio.
Todos en las gradas se quedaron completamente sorprendidos y en total silencio por ver el movimiento tan repentino de Aquiles.
- ¡E-Esto...! - Heimdall parpadeaba tratando de entender lo que acababa de ver - ¡Esto es...! ¡Aquiles se levanta nuevamente y ahora él deja a Huitzilopochtli en el suelo!
- ¡Increíble! ¡Así se hace Aquiles! - Patroclo sonrió de emoción al tiempo que lloraba.
- ¡Eso es héroe de Grecia! - Héctor también sonreía con mucha emoción.
Aquiles por su parte, respiraba con mucha dificultad por el cansancio excesivo que sentía en todo su cuerpo, al tiempo que miraba a Huitzilopochtli tirado en el suelo.
Unos segundos después, el Dios de la guerra se incorporó del suelo con pesadez y miró nuevamente a Aquiles con una sonrisa de satisfacción.
- ¡Maldito "dios"! Seguías consciente.
- Por un momento perdí la consciencia, pero pude recuperarme.
- ¡Puedo notarlo! - levantó sus puños con firmeza - Ni siquiera puedo tenerte bajo mis pies para que caigas, ¿eh?
- ¡Soy el soldado de la humanidad! - Aquiles correspondió levantando sus puños - ¡Ni siquiera la muerte me detendrá!
- ¡Jaja! - rió Huitzilopochtli con diversión - Parece que estamos destinados a pelear y nunca morir...
- Si, así parece... - Aquiles cambió momentáneamente su ira por satisfacción - ¡Y con gusto estoy decidido a seguir luchando contigo, dichoso Dios de la guerra!
- ¡Lo mismo digo, "dios"!
Ambos rivales con sonrisa en cara se prepararon para atacarse nuevamente. En las gradas la emoción subía más y más.
- ¡Vamos Aquiles! ¡Tu puedes hermano!
- ¡Hijo mío! ¡Gana!
- ¡Aquiles, ni pienses en rendirte!
- ¡Vamos hermano! ¡El Rey de Aztlan podrá contra ese Semidiós!
- ¡Todos se emocionan! ¡Todos gritan! ¡Y todos queremos lo mismo: la conclusión de esta batalla!
Aquiles levantó sus puños encendidos, listo para soltar su ataque. Pero, un leve dolor que más bien fue una sensación de cosquillas en su parte inferior del cuerpo le hizo voltear a ver de que se trataba.
Entonces vio que, tomando su talón izquierdo con una mordida muy leve y al parecer juguetona, había una cabeza de serpiente; o mejor dicho, gran parte de una serpiente.
Se encontraba la cabeza mordiendo el talón levemente, cabeza que contaba con un colorido plumaje, y también estaba gran parte de su cuerpo que mostraba dicho plumaje con más variaciones de color y fragmentos de piedra saliendo de la espalda. Pero la cola de la serpiente no era una cola normal; era una especie de mango de arma de maderas con plumas de ave saliendo del otro lado.
Aquiles quedó muy confundido al ver a esa serpiente, y más aún Huitzilopochtli cuando cambió su vista y vio al animal que tomaba el talón del héroe.
- ¿Qué diablos? - preguntaron ambos oponentes con mucha confusión.
- ¡Tenemos una serpiente en la arena! - Heimdall estaba también sorprendido por aquello - ¡Hay una serpiente en la arena que esta mordiendo el talón izquierdo del semidiós!
- ¡! - Zeus abrió mucho sus ojos - ¡Ohhhh!
- Una serpiente invasora...
- ¡D-Debemos hacer algo! - Ares se indignó de inmediato - ¡Una serpiente se metió en la arena! ¡Debemos detenerla!
- No Ares. Estás equivocado...
- ¿?
El Dios de la guerra miró a su hermana con confusión, la cual aumentó cuando vio que Atenea miraba a la serpiente con mucha seriedad combinada con miedo.
- ¿De qué hablas? ¡Esa serpiente se metió en la arena! ¡Debemos sacarla!
- No, así no es - contestó nuevamente Atenea - La única forma para sacar a un invasor es que sea realmente un invasor.
- ¿¡Y!?
- Esa serpiente... Ha estado dentro de la arena todo este tiempo...
- ¿Eh?
- ¿Pero qué demonios?
Aquiles se inclinó y con sumo cuidado tomó a la serpiente de la cabeza, consiguiendo que soltara el agarre de su talón, y la elevó hasta la altura de su cara para poder verla más de cerca.
- ¿Y esta serpiente? - Aquiles la miró con detalle, y luego volteó a Huitzilopochtli - ¿Viene contigo?
El animal de un momento a otro se portó muy agresiva y lanzó una especie de gruñido a Aquiles, mostrando todos sus dientes. El semidios que se asustó por el cambio de actitud tan repentino, lanzó a la serpiente al medio de distancia entre él y Huitzilopochtli.
La serpiente por su parte nuevamente lanzó un gruñido a Aquiles, y arrastrándose con seriedad y rapidez recorrió la distancias hasta los pies de Huitzilopochtli, quien aun seguía impactado.
- ¡E-Esa serpiente...! - Cuahuitlícac se sorprendió en cuanto reconoció al animal - Es...
- ¡Es mi Xiauhcóatl! - terminó Coatlicue la frase, también bastante sorprendida por ello - ¡E-Es mi serpiente! ¡Mi regalo a Huitzilopochtli!
- P-Pero...
- ¿¡Cómo es que está viva!?
Todos en las gradas de los Dioses estaban muy confundidos por la aparición de la serpiente, puesto que la mayoría conocía de la misma y no sabían como era posible que estuviera en la arena.
- ¡No entiendo! - se quejó Ares rápidamente.
- Esa serpiente es... - explicó Zeus con claridad - El arma que tenía Huitzilopochtli desde el comienzo de su combate...
- ¿Eh? ¿Esa... espada extraña?
- Si. Es algo así como el Mjölnir de Thor... Un arma que tiene vida, aunque en este caso es porque el arma es un animal.
- ¿Pero cómo es posible eso?
- No me preguntes eso - declaró rápidamente el Dios griego - Mis rayos no están vivos para que te pueda responder.
- Eso no debería preocuparte, estúpido Ares - dijo Atenea mientras se sostenía el cabello con preocupación - Debería preocuparte que siga viva esa serpiente... Mas aún cuando fue destrozada hace poco por la mano de Aquiles...
- ... ¡Es cierto! - Ares cambió su punto de atención - ¿¡Cómo es que sigue viva después de que fue destrozada de un solo golpe!?
Geir en las gradas cayó en su asiento con un movimiento pesado y turbulento al suelo, mientras recordaba momentáneamente el combate de Lu Bu contra Thor.
- ¿Cómo... cómo es que esto está pasando?...
La valkiria pensó y pensó largamente, entrometiendo en sus pensamientos el recuerdo de Lu Bu Housen usando a Rangdriz, su hermana mayor, como el Rompe-escudos que necesitaba para destruir los guantes de Thor.
- Lu Bu... destruyó los guantes y esto provocó que el Mjölnir despertara... - pensaba y pensaba mientras recordaba - Aquiles destruyó el arma de Huitzilopochtli... pero la serpiente no debería despertar, sino estar muerta...
Despues de tanto pensar, finalmente por su cabeza pasó la pieza clave para saber aquello, que era el último instante en que Aquiles destruyó el arma de Huitzilopochtli: Aquiles tenía incrustado en el brazo la punta vompletamente intacta del Xiauhcóatl que después de unos segundos arrojó al suelo, y tiempo después Huitzilopochtli soltó el mango de su arma que también estaba intacto.
En cuanto Geir completó el rompecabezas en su mente, se llevó las manos a la cabeza al saber lo que significaba.
- Oh no... la serpiente todo este tiempo seguía viva... ¡No!
Xiauhcóatl llego a los pies de Huitzilopochtli, primeramente rodeándolo con agresividad mientras mostraba sus dientes. Pero tras unos segundos, comenzó a arrastrarse por el cuerpo del Dios hasta llegar a su brazo derecho en donde reposó tranquilamente.
- Jaja... - Huitzilopochtli sonrió con molestia y sarcasmo - Toda la vida me odiaste por haber atacado a Cuahuitlícac... ¿Y hasta hoy se te da la gana cooperar?...
Xiauhcóatl solo emitió un gruñido molesto que mostraba aprobación. Aquiles se sorprendió de ello, y pudo deducir lo demás rápidamente.
- ¡Esa serpiente era tu arma! ¡La que destruí con mi golpe!
- Que rápido aprendes "dios" - sonrió con orgullo Huitzilopochtli.
- Pero la destruí.
- Excepto 2 cosas... la punta metálica que tenías en el brazo, y el mango que sostenía yo.
Aquiles iba a formular una siguiente pregunta, pero en vez de eso encendió sus puños en llamas y miró con determinación a Huitzilopochtli.
- ¡No importa como haya llegado hasta aquí! Ahora mismo tu y yo hemos de seguir luchando.
- Tienes razón... - habló con cierta molestia el Dios - ¿Sabes? Realmente no quería usar a Xiauhcóatl, pero... ahora que ella está despierta y tu tienes tus puños de fuego... veamos si puedes contra esto...
Huitzilopochtli nuevamente sonrió con malicia y tomó firmemente a la serpiente del mango del arma, de modo que Xiauhcóatl elevó su cabeza sobre Huitzilopochtli en el aire de manera protectora mientras miraba desafiante armar Aquiles.
Aquiles levantó los puños con coraje al tiempo que el vapor nuevamente emanaba de él. Muchos en las gradas de la humanidad estaban confundidos y se miraban unos a otros, pero los amigos de Aquiles eran los únicos que no les importaba el origen de la serpiente sino el bienestar del semidiós.
- ¡Aquiles!
- ¡Vamos!
- ¡No te detengas ahora!
- ¡Estás cerca de la victoria!
- Cerca de la victoria... - susurró Aquiles para si mismo - Es cierto... Ya estoy cerca de ganar... - sonrió para si mismo.
- Hermes, tu sabes más de estas cosas... ¿Sabes si es posible?
- Bueno... - comentó Hermes pensativamente - De acuerdo con lo que me contó una vez Hefesto, en teoría es posible convertir un animal en un arma. Así que no me sorprende e mucho que dicha arma se convierta en un animal de regreso.
- ¿Pero como fue posible que de entre los pedazos consiguiera regenerarse?
- La serpiente Xiauhcóatl es muy conocida en el Reino de Aztlan por muchos poderes que tiene, y creo que entre ellos está la regeneración, aunque... me sorprende que después de tanto daño físico aun pudiera levantarse esa a serpiente.
- ¿A quien le importa eso? - masculló Atenea enojada y bastante preocupada - ¡Mi lindo Aquiles ya está perdido!
- ¿Por una serpiente que se regenera?
- No es ese el único motivo, Ares - explicó Zeus mirando la arena - Esa serpiente-arma es la más poderosa en todo el panteón de los Dioses mexicas, y analizando más a fondo es una de largo armas más poderosas de los Reinos... incluso podría rivalizar perfectamente contra el Mjölnir de Thor, la lanza Gugnir de Odín, y mi rayo...
- ¿¡En serio es tan poderosa!?
- Tiene muchos récords batidos esa serpiente... por muchos milenios estuvo bajo el misterio de nuestros oídos y ojos, pero después de que Huitzilopochtli subió al trono de Aztlan hemos sido capaces de conocer muchas cosas que ella; sea serpiente, en primer lugar, ha vivido por muchas generaciones, consiguiendo mucha experiencia que lo vuelve en un animal muy salvaje y aunado a su gran poder, es un arma viva muy inteligente y poderosa. En segundo lugar, el propio nombre es quien nos habla más de ella...
- Bueno... mira esto... - Huitzilopochtli sonrió y levantó todo lo que pudo su brazo donde tenía a Xiauhcóatl hacia el cielo, mientras comenzaba a mover a la serpiente en círculos; primeramente pequeños, círculos ligeros y pequeños que rodeaban toda la zona donde estaba, y finalmente se volvió una especie tornado o de turbina de helicóptero por la velocidad y el gran área en que ocupaba aquel movimiento circular.
- Xiauhcóatl el nombre de la serpiente significa... "Serpiente de fuego"...
De inmediato, en medio del movimiento circular de Xiauhcóatl comenzó a surgir un humo negro, y antes de que alguien en las gradas o de que el mismo Aquiles pudiera reaccionar, la serpiente se envolvió en llamas completamente mientras seguía girando, formando un gran tornado de fuego.
- ¡E-Está en llamas! - Heimdall se quedó bastante sorprendido.
- Ese es el poder de esa serpiente... - concluyó Zeus con seriedad - Una "serpiente de fuego" que... en efecto, puede convertirse en fuego...
- ¡Más te vale, mi lindo Aquiles, que no mueras con ese golpe! - exclamó enojada Atenea a la arena.
- Probablemente ese sea su único pensamiento - comentó levemente Hermes.
- ¡I-Igual que el Mjölnir, Thor-sama! - Forseti miraba con asombro el fuego que giraba en la arena - ¡Está usando todo su poder!
- ¡Que envidia! - sonrió Thor con satisfacción.
- ... Típico de ti cariño... - Syf bufó, aunque en esta ocasión no mostró su típica molestia de siempre.
- ¡"Dios"! - exclamó Huitzilopochtli con orgullo - ¡Sobrevive a esto!
- ¡Ya lo veremos! - Aquiles envolvió sus puños en llamas mientras se preparaba para el ataque.
Huitzilopochtli dejó de hacer girar a la serpiente al tiempo que Xiauhcóatl se erguía completamente para mirar con superioridad a Aquiles. Las llamas y el humo que había en la arena se disiparon completamente, y solo quedó la serpiente envuelta en llamas que comenzó a descender con gran velocidad mientras Huitzilopochtli la empujaba al suelo.
- ¡Ese movimiento...! - Coatlicue recordó que la serpiente en el pasado había hecho algo muy parecido cuando sus hijos iban a matarla.
- ¡Devorador de Fuego!
Xiauhcóatl descendió rápidamente hacia el suelo, al tiempo que abría su hocico lleno de dientes y envuelto en llamas listo para aplastar de una mordida a Aquiles.
El Semidios por su parte, con mucha rapidez en su mente pudo visualizar la trayectoria que estaba por tomar la serpiente ardiente, y preparó todo lo que tenía en su mano derecha.
- ¡Aquiles! ¡Sal de ahí! - Geir recordó lo que ocurrió hace mil años y sus ojos comenzaron a llorar descontroladamente.
- ¡Ahhhh!
El movimiento fue demasiado rápido que nadie pudo notar como lo hizo. En cuanto Xiauhcóatl estaba a escasos centímetros de su rostro, Aquiles consiguió moverse ligeramente a la derecha para esquivar el ataque, pero antes de que la serpiente tocará el suelo, Aquiles uso toda la fuerza de su puño derecho y golpeó la mandíbula de la serpiente hacia la izquierda para desviarlo completamente.
Xiauhcóatl terminó cayendo al suelo un par de metros a la izquierda de Aquiles y al momento de clavar sus dientes en el suelo, todo el fuego que tenía contenido en si mismo se dirigió al suelo, y con gran iluminación y un sonido potente la arena estalló completamente, al tiempo que por todos lados, e incluso en varias partes de las gradas, las llamas salieron volando como si debajo de la arena hubiera un volcán en erupción.
- ¡¡¡Ahhhhhhhh!!! - Heimdall asustado comenzó a apagar las llamas que quemaban su ropa - ¡¡La arena está en completas llamas!!
- ¿¡Qué mierda!? - Ares estaba impactado completamente por el potente golpe de la serpiente.
- ¡El ataque más poderoso de Xiauhcóatl: el Devorador de Fuego! - también estaba sorprendido Cuahuitlícac por lo que acababa de ocurrir - ¡L-Lo esquivó ese semidiós!
- ¡Hijo! ¡Tienes a mi serpiente en tus manos! - exclamó Coatlicue muy esperanzada - ¡Acábalo!
Huitzilopochtli se sorprendió bastante por el movimiento que hizo Aquiles, pero dicha sorpresa se reflejen más en una sonrisa de orgullo.
- ¡Maravilloso! Aunque no esperaba que estuvieras tan cerca del ataque, "dios".
- Yo tampoco lo esperaba... - confesó Aquiles - ¡Se me ocurrió a último momento!
- ¡Muy bien! ¡No terminemos aquí!
Huitzilopochtli con todas sus fuerzas sacó a Xiauhcóatl del suelo y con todo y serpiente en mano comenzó a atacar a Aquiles.
Huitzilopochtli aprovechó a la serpiente y en todo momento se la pasó arrojando el hocico del animal en dirección a Aquiles, tratando de hacerle algún daño. Sin embargo, Aquiles después de presenciar el abrumador y devastador poder de Xiauhcóatl estaba completamente concentrado en golpear y desviar el hocico de la serpiente.
Con cada movimiento que soltaba Aquiles en la bestia, Huitzilopochtli analizaba profundamente a Aquiles para encontrar alguna debilidad a la vista que pudiera usar para atacar, pero el humo que se desataba por los potentes golpes de Aquiles nublaba la vista en ambos contrincantes; especialmente en Huitzilopochtli.
- ¡Aquiles!
- ¡Vamos Aquiles!
« Este tipo... ¡Si que es un prodigio! » Huitzilopochtli se sentía bastante orgulloso al respecto « Bien... subamos de nivel una vez más... »
Huitzilopochtli uso un último ataque lanzando la cabeza de Xiauhcóatl a Aquiles, quien nuevamente lo desvío con otro de sus golpes. Al momento en que la serpiente recibió el golpe, Huitzilopochtli dio un salto hacia atrás y clavó sus pies en el suelo.
- ¿? - Aquiles se sorprendió por ese movimiento.
- ¡Ahhh!
Aprovechando la fuerza que aún se mantenía en Xiauhcóatl por el golpe de Aquiles, Huitzilopochtli empujó a la serpiente desde la punta en la dirección en que iba, y debido a que tenía sus pies clavados en el suelo, comenzó a girar en sentido a las manecillas del reloj con Xiauhcóatl al frente como si fuera la manecilla.
Al principio el movimiento fue muy lento, tal que Aquiles comenzó a acercarse con mucha rapidez para golpear a Huitzilopochtli.
- ¡Parece que Huitzilopochtli está intentando sacar una última carta! ¡Pero Aquiles no pierde su oportunidad y se lanza!
- ¡Vamos Aquiles!
- ¡Acaba con ese Dios!
Aquiles corrió y estando a un par de metros de Huitzilopochtli, este había completado el segundo giro que hacia y la serpiente con sus dientes al gerente amenazó a Aquiles con golpearlo.
Sin poder evitarlo, Aquiles recibió de frente el cuerpo del animal, y justamente como si fuera un látigo, la fuerza que llevaba terminó mandando a volar a Aquiles varios metros lejos de donde estaba Huitzilopochtli.
El semidios cayó con mucha pesadez, pero casi al instante volvió a levantarse y corrió nuevamente a Huitzilopochtli para intentar golpearlo nuevamente con sus puños en llamas. Pero, en cuanto quiso acercarse, Xiauhcóatl girando se interpuso nuevamente, y entonces Aquiles se dio cuenta de que ahora estaba girando con más rapidez, formando una especie de escudo alrededor de Huitzilopochtli.
- ¡!
- ¡Otro de sus movimientos! - se sorprendió bastante Cuahuitlícac al ver aquello. - Uno de los movimientos que uso contra los gigantes que atacan Aztlan.
- ... - Coatlicue también estaba sorprendida, pero la emoción de ver todo el potencial de Xiauhcóatl y Huitzilopochtli era más fuerte.
- ¡Disco Solar!
- Huitzilopochtli gira y gira con Xiauhcóatl en manos... ¡E impide completamente el paso hacia Aquiles!
La humanidad estaba bastante sorprendida por el movimiento, pero no entendían completamente el por qué estaba realizando aquel movimiento.
- ¿Qué está haciendo ese Dios?
- ¿Por qué está girando?
- ¡La pelea no terminará si sigue girando!
- ¡! - Aquiles también había notado ese detalle - ¿¡Qué intentas hacer, dichoso Dios de la guerra!?
- ¿Qué quieres hacer Huitzilopochtli? - preguntó Ares bastante confundido.
- Si, me sorprende mucho que esté haciendo eso - comentó Hermes - Ninguno se acercará con ese giro.
Por otra parte, Atenea miraba detalladamente y analizaba cada elemento de la pelea constantemente, mientras se mordía la punta de los dedos en señal de preocupación. Finalmente, sus ojos se encogieron al notar lo que iba a pasar y lanzó un grito a la arena.
- ¡Lindo Aquiles! ¡Sal de ahí!
- ¿Qué? - los otros griegos en el palco la miraron con confusión, a excepción de Zeus.
- ¡Aquiles, idiota! ¡Muévete!
Aquiles giró la cabeza un instante al escuchar a Atenea, cuando pudo ver lo que pasaba: el cuerpo de Xiauhcóatl parecía más largo puesto que unos segundos atrás Aquiles estaba parado al borde del círculo que había dibujado Huitzilopochtli con el movimiento giratorio, pero en cuanto volteó la cabeza de Xiauhcóatl estaba a punto de golpearlo.
- ¿¡Ehh!? - « ¿¡La serpiente se alargó!? »
- ¡Si! - Cuahuitlícac estaba muy emocionado « El movimiento giratorio que le permite a mi hermano arrasar con toda una área, y entre más tiempo pase, el cuerpo de Xiauhcóatl se alarga temporalmente por la fuerza centrífuga como si fuera una liga... ¡Esto se termina! »
Aquiles logró reaccionar unos instantes antes de ser golpeado, y consiguió hacerse unos pasos hacia atrás para esquivar el golpe. Pero, la serpiente al ver aquello, abrió su hocico lo más que pudo intentando al menos hacer un corte en el cuerpo de Aquiles.
Y sin previo aviso, uno de sus colmillos más largos consiguió clavarse a último momento en el pie izquierdo del semidiós.
- ¿Eh?
En cuanto Xiauhcóatl sintió que había conseguido su objetivo, movió su hocico con ferocidad, logrando atrapar a Aquiles con un mordisco en su pie, que por la forma en que se movía la serpiente terminó siendo una mordida en el talón.
- ¡Ya te tengo, "dios"! - sonrió Huitzilopochtli mientras seguía girando y girando.
Xiauhcóatl con mucha agresividad aplastó de un solo mordisco el talón de Aquiles, al tiempo que el veneno que tenía en sus dientes se introdujo rápidamente. Aquiles soltó un grito de dolor y el color dorado de sus siervos ojos desapareció para regresar a su antiguo estado.
Huitzilopochtli siguió girando y tras unos segundos, finalmente dirigió la fuerza hacia un costado mientras que Xiauhcóatl también soltaba a Aquiles de su mordida. Debido a la gran cantidad de fuerza y velocidad que llevaba el Semidios, salió volando por los aires con mucha agresividad y violencia hasta chocar con una de las murallas de la arena, que prácticamente destruyó por completo.
Pero el movimiento no había sido únicamente dañino para el semidios; debido aires la gran fuerza y velocidad que había adquirido Xiauhcóatl durante el ataque de Huitzilopochtli, este siguió moviéndose con gran potencia por la inercia y terminó cayendo al suelo con un golpe muy potente. Al mismo tiempo, el movimiento le afectó a Huitzilopochtli quien por la misma inercia también voló por los aires hasta golpear las arenas de las gradas, casi de las mismas forma que lo hizo Aquiles.
- ¡I-Impresionante! - Heimdall se quedó boquiabierto - ¡Huitzilopochtli usa sus mejores ataques, y al final el efecto colateral de su ataque termina afectándolo también!
- ¡Aquiles! ¡Vamos Aquiles! - entre los escombros miraba Patroclo desde su sitio.
-¿Aquiles... habrá sobrevivido a eso?... - preguntó Ares con curiosidad.
- ¡Más le vale! - exclamó Atenea con enojo.
El humo se disperso, y del segundo cráter en los muros de la suena surgió Huitzilopochtli completamente herido y sangrando en todo su cuerpo, mostrando que el efecto colateral del ataque le había dañado más de lo esperado.
- ¡Hijo! - Coatlicue lloró en cuanto vio al Dios tan dañado.
- ¡Huitzilopochtli es el primero en salir, y arete aparecer esta en condiciones estables! - exclamó mientras volteaba hacia el primer cráter. - Pero... ¿Podemos decir lo mismo de Aquiles?
Al momento que dijo eso, también salió Aquiles de su agujero. Mucho más dañado que Huitzilopochtli, pero igual el se mantenía de pie tratando de levantar la mirada.
- ¡Vamos hermano! - sonrió Patroclo al ver a Aquiles aun vivo - ¡Así se hace!
- ¡Y Aquiles también emerge! ¡Y podemos ver que esta bien...! ¡No, esperen! ¡Estoy viendo algo más!
- ¿?
Los espectadores en las gradas de la humanidad, en especial sus amigos de Tesalia, y Geir se asomaron para poder ver con más claridad a lo que se refería Heimdall.
Todos se quedaron sorprendidos al ver aquello: el talón izquierdo de Aquiles estaba completamente destrozado. Para ser más precisos, prácticamente la mitad de la pierna izquierda del semidiós estaba hecho pedazos; pero de alguna forma era capaz de mantenerse de pie.
Se veía muy demacrado físicamente, agotado por haber estado luchando con todo lo que tenía, y más aún con su pierna destrozada y el veneno de la serpiente que corría en su cuerpo.
Huitzilopochtli lo miro y la decepción inundó sus ojos.
- Que mal... esto ya se ha acabado...
- ... ¡Aún no!
Aquiles lanzó un grito que sorprendió a todos en el estadio. El semidios aún de pie levantó el rostro y con una mirada determinada volvió a levantar sus puños.
- ¡Terminaremos esto!
- ¡Aquiles sigue vivo, y no sólo eso: también está dispuesto a seguir luchando!
- ¡Hermano! - Patroclo estaba muy preocupado por ver que aún tan herido el Semidios estaba dispuesto a seguir.
Huitzilopochtli cambió su seriedad y volvió la alegría a su rostro.
- ¡Maravilloso, "dios"!
- No estoy dispuesto a caer aún... - Aquiles respiró profundo mientras hablaba - ¡No estoy dispuesto a morir aún! ¡No sin antes salvar a la humanidad!
- ¡Hermano! ¡Así se habla! - Patroclo comenzaba a llorar de felicidad.
- ... ¡Vamos, héroe! ¡Termínalo de una vez! - Héctor nuevamente sonrió mientras apoyaba a su antiguo némesis.
Las gradas de los Dioses también estaban muy emocionados como para esperar el final de Aquiles tan repentinamente.
- ¡Vamos, semidiós! - sonrió Shiva mientras exclamaba - ¡Pelea hasta el final!
- ¡Shiva-sama!
- ... ¡Esto es muy emocionante! - sonrió nuevamente Thor ante la pelea - ¡Espero que termine de una manera gloriosa!
- ¡E-Espérelo Thor-sama!
- ¡Lindo Aquiles! - Atenea también exclamaba con emoción - ¡Termina con esto! ¡Y sal victorioso si puedes!
- ... - Ares miraba con seriedad la pelea, recordando por varios instantes a Hércules, su antiguo mejor amigo,
- ... - Geir aún lloraba por la desesperación que sentía interiormente, mientras susurraba levemente - No, Aquiles... Ríndete de una vez...
- ¡Todos están felices, "dios"! - comentó Huitzilopochtli mientras se erguía con orgullo - ¡Evidentemente esto debe concluir de la mejor forma posible! ¿No lo crees?
- ¡Evidentemente!
- ¡Muy bien! Y para esto, solo tengo una petición para ti...
Huitzilopochtli se agachó al suelo y tomó el objeto que casualmente se había encontrado: la ultima espada de Aquiles, la cual aún estaba ilesa a pesar de toda la destrucción reciente.
- ¡! ¡Huitzilopochtli encontró la ultima espada de Aquiles!
- ¡Su espada! - sonrieron los amigos de Aquiles - ¡Aún puede acabar!
El Dios de la guerra tomó el arma con su mano libre, y de un solo movimiento la arrojó hasta Aquiles, quien logró tomarla con una de sus manos. Y finalmente habló Huitzilopochtli con orgullo.
- ¡Dame tu mejor golpe, Aquiles!
El semidios se quedó sorprendido al escuchar que Huitzilopochtli por primera vez lo llamaba por su nombre. Respiró hondo sintiendo un orgullo flameante dentro de su corazón mientras apretaba la espada en sus manos.
« Vamos Aquiles... Ya estamos cerca de cumplir nuestro sueño... » pensó para si mismo, abriendo finalmente sus ojos que otra vez eran dorados con determinación, mostrando que una vez más usaría su cólera « ¡La humanidad aún no está salvada! ¡Este sueño aún no termina! »
- ¡Eso es Aquiles! ¡Dame todo lo que tienes!
Huitzilopochtli sin pensarlo tomó nuevamente a Xiauhcóatl con sus 2 brazos y comenzó a agitarla en el aire, creando en esta ocasión un tornado de fuego mucho más grande que el anterior; se elevaba en el cielo más que los límites de la arena y se extendía por todo el estadio a lo largo y ancho.
- ¡Huitzilopochtli crea un tornado de fuego mucho mayor que el anterior mientras sigue girando su arma! ¡Esto es increíble!
- ¡Aquiles! - Patroclo quería hablarle a su mejor amigo, pero el tornado de fuego conseguía cubrir casi todos los sonidos en el estadio.
Despues de unos segundos, todos comenzaron a toser por la enorme cantidad de humo en la arena, incluidos los Dioses que apenas alcanzaban a ver lo que ocurría en la arena.
- ¡Hijo! - Coatlicue, sin importar cuanto toser a o cuanto le lloraban los ojos, trataba de fijar su mirada en donde se encontraba su hijo - ¡Vamos, gana!
- ... - Aquiles respiró hondo, a pesar de la gran cantidad de humo presente, y y todo su cuerpo se tensó mientras mantenía su cólera y esta se extendía en todo su cuerpo, elevado su temperatura personal poco a poco - ¡Allá voy!
Preparó nuevamente su espada para lanzar su Jabalina del Rey, mientras que el fuego que emitía Xiauhcóatl iba concentrándose en el cuerpo de la serpiente misma y por lo tanto el humo candente se esparcía más y más.
Aquiles concentró todo su poder en su brazo derecho, el cual comenzó a cambiar de color nuevamente junto con la espada. A pesar de que su pierna estaba destruida, al semidiós no le importó y siguió preparando su golpe hacia Huitzilopochtli.
Finalmente, el Semidios exhaló con mucha fuerza y comenzó a correr hacia Huitzilopochtli con su espada aun en mano, de la cual comenzó a salir una flama debido al calor del cuerpo de Aquiles y el el puño que sostenía el arma.
Huitzilopochtli observó aquello, y de manera inmediata todo el gran tornado de fuego se concentró en el cuerpo de Xiauhcóatl, permitiendo que la misma se convirtieran en un reptil que emitía una gran luz como si fuera una lámpara, algo que antes parecía no haber hecho.
Sin embargo, el humo que emitió el tornado siguió presente en la arena debido a la gran cantidad y densidad de la misma, por lo que nadie podía ver lo que estaba ocurriendo.
- ¡Alguien digannos que pasa!
- ¡No puedo ver nada!
- ¡Hay mucho humo!
- ... - Aquiles siguió corriendo hacia Huitzilopochtli usando todas las fuerzas que tenía al momento « Esto lo decidirá... ¡Este será el final de esta pelea! ¡Yo... ganaré! ¡Por los humanos, debo ganar! »
- ... - Huitzilopochtli, iluminado con Xiauhcóatl, podía ver a Aquiles corriendo con total determinación « ¡Eres impresionante Aquiles! ¡Si que mereces el puesto de héroe de Grecia! Es un honor luchar contigo, aunque me hubiera gustado conocerte en otro tiempo y en otro lugar... »
Aquiles llegó a un par de metros de Huitzilopochtli, y entonces lanzó su ataque usando usando mucha más fuerza de la que había tenido antes, además que la temperatura había convertido a la espada en un metal al rojo vivo que expulsaba fuego y humo. Huitzilopochtli levantó a Xiauhcóatl con sus 2 brazos, y la descendió con todas sus fuerzas para golpear a Aquiles mientras la serpiente abría su boca para morder al semidiós con su hocico cubierto de llamas y dientes.
- ¡Jabalina del Rey!
- ¡Devorador de fuego!
Ambos lanzaron su ataque al mismo tiempo, instantes después de que sus miradas coincidieron, y en cuanto ambos chocaron con su golpe, un brillo divino disipó todo el humo negro y se extendió por toda la arena, iluminando y cegando a los espectadores en ambos bandos, al tiempo que el suelo tembló y en todos lados el metal y la piedra del estadio crujío intensamente.
Geir trató de mirar aquello, pero tanto la luz intensa como el recuerdo de hace un milenio le invadieron completamente y sin evitarlo comenzó a llorar amarga y nuvamente al tiempo que caía en la silla que tenía.
- No, Aquiles... - se tapó la boca mientras recordaba lo que había visto hace 1000 años en su hermana difunta Rangdriz - No otra vez... ¡Tú no!
Atenea miraba con detalle, tratando de no cubrirse los ojos para saber lo que ocurría, aunque Ares le cuidaba de que no se quedará ciega su hemana
- ¡Te quedarás ciega!
- ¡Necesito saber si mi lindo Aquiles sobrevivió!
La gran luz acompañada de una ola de calor ligeramente soportable y las llamas de fuego que volaban de manera momentánea en el aire duraron varios segundos, al tiempo que se esparció por todos los Campos Elíseos en donde estaban, y se elevaba más allá en el cielo de forma que incluso en el espacio era posible distinguirlo. Era el conjunto de elementos más hermoso y al mismo tiempo desgarrador conocido.
Al final de instante que parecían eternos, la luz y el calor comenzaron a disminuir, permitiendo que los espectadores pudieran empezar, uno a uno, a abrir sus ojos para dirigirlos a la arena y ver lo que ocurría.
Pero, cuando el brillo divino se disipaba más y más, fue suplantado por una gran cantidad de polvo y humo que salieron disparados, invadiendo nuevamente el campo de visión de todos los presentes.
- ¡No podemos ver nada! - Heimdall trataba de disipar algo de humo para tener el campo libre, pero era demasiado además de que comenzó a toser por tanto humo en la arena y calor que estaba presente - ¡El humo resultante y el calor hacen difíciles ver algo en esta arena!
Poco a poco el humo iba dejando ver lo que ocurría en la arena. Al principio dejando ver un par de siluetas, con lo cual todos los espectadores se sorprendieron.
- ¡Aquiles! ¡Hermano!
- ¡Huitzilopochtli!
Unos segundos después, Heimdall fue capaz de visualizar a los peleadores por unos instantes y un grito de miedo junto con susto salió de su boca repentinamente, asustando a las gradas.
- ¿¡Qué es!?
- ¿¡Qué pasó!?
- Ahora que lo logro ver... - informó rápidamente el Dios - ¡Esto es muy impactante!
- ¿¡Qué ocurre!?
- ¿¡Ganó Aquiles!?
- ¡¿Y mi hermano?!
El humo siguió moviéndose, y finalmente ambos peleadores fueron descubiertos a los ojos del público, asustando completamente a los espectadores en ambos lados, tanto en la humanidad como a los Dioses.
Aquiles estaba de pie, inclinando su cuerpo hacia el lado derecho del cual se había apoyado para usar su Jabalina del Rey, pero había muchas cosas que demostraban el inmenso daño que había recibido.
En primer lugar todo su costado derecho del cuerpo estaba quemado y casi derretido, incluso la mitad de su cara había sufrido dicha quemadura y había volado trozos de piel del rostro junto con la media ceguera que tenía.
En segundo lugar, y el más importante de todo el daño, era que el brazo derecho había desaparecido completamente. En su lugar quedaba gran parte del hombro el cual estaba casi cicatrizado por completo debido al calor que se reunió en la arena, y dicho hombro apuntaba a Huitzilopochtli.
En tercer lugar, en todo el cuerpo de Aquiles había marcas de cortes largos, profundos y verticales de arriba en los hombros y parte de la cabeza a abajo la punta de los pies, como si hubiera sido atacado violentamente con una lluvia de veloces cuchillos; aunque la zona más afectadas parecían ser su pierna derecha que aún conservaba y lo que quedaba de la izquierda.
En cuarto lugar, el torniquete que se había hecho Aquiles en su estómago desapareció completamente, dejando en su lugar la seria herida que le infringió Huitzilopochtli anteriormente, de la que comenzó a brotar sangre a montones; a pesar del gran calor de la batalla, la herida no había cicatrizado sino que empeoró con los cortes verticales que tenía.
Aquiles era quien estaba mucho más dañado por el golpe de Huitzilopochtli, teniendo la mitad de su cuerpo calinado e irreconocible y la otra mitad rebanado y cortado como si fuera un jamón.
- ¡Aquiles recibió un gran daño en su cuerpo! ¡Tanto que apenas parece estar de pie!
- ¡Aquiles! - Patroclo lloró la ver a su amigo así de herido.
- ¡Amigo! - todos los chicos de Tesalia observaron aquellos y sin dudarlo lloraron junto con Patroclo.
Pero Huitzilopochtli tampoco se había salvado del daño generado.
Medio inclinado hacia el frente por el golpe que había realizado, Huitzilopochtli también contaba con muchas heridas, aunque hasta cierto punto eran comparadas con las que poseía su rival en Aquiles.
Huitzilopochtli, en primer lugar, adquirió un gran y profundo corte en el rostro, que iba de izquierda a derecha en diagonal, corte que le había dejado medio ciego.
En segundo lugar, tenía los brazos hacia abajo debido al ataque, sin embargo la mitad de su brazo izquierdo había sido cortado por el ataque de Aquiles, aunque también se encontraba ya cicatrizada la herida por el enorme calor que generó el corte de la espada, y parte del brazo derecho también estaba quemado.
En tercer lugar, sobre las anteriores heridas que ya le había generado Aquiles, tenía un tercer nuevo corte en su pecho que iba desde la barbilla hasta parte de su pierna izquierda, prácticamente llegando a la rodilla de la misma, la cual se veía muy grave por ser la peor quemadura en todo su cuerpo; y, a diferencia de las anteriores, el corte parecía más fresco y no cicatrizado.
Y en cuarto lugar, aunque en realidad fue daño generado en Xiauhcóatl; la espada de Aquiles, que estaba exageradamente candente al grado de estarse derretiendo, estaba clavada en un costado de Xiauhcóatl, causándole mucho daño además de una quemadura muy profunda.
- ¡Hijo! - Coatlicue lloró al ver el estado deplorable de Huitzilopochtli. Por su parte, Cuahuitlícac estaba en silencio mirando con total asombro el estado de su hermano.
Geir miró todo con amargura, y nuevamente se tapó el rostro al recordar uno de los momentos más tristes en su vida: a Lu Bu Housen sin piernas ni brazos montado en Red Hare enfrente de Thor, mientras que el cuerpo muerto de su hermana Rangdriz caía al suelo estrepitosamente.
- ¡Eso es muy impactante! - Heimdall miraba de un lado a otro completamente sorprendido e impactado - ¡Ambos lanzaron su más poderoso ataque al mismo tiempo, y terminaron muy mal heridos! ¡Sin brazo, con cortes en sus cuerpos, y un ambiente muy candente por las altas temperaturas de sus golpes! ¡Algo que no habíamos visto desde hace mucho!
- ¿Qué está diciendo? - reclamó la Diosa Durga en su sitio, junto a Shiva - ¡Si justamente hiciste eso al luchador Raiden hace un milenio! ¡Matarlo con tu danza de fuego!
- ... - Shiva permaneció en silencio. En ese momento, lo único que le importaba era ver la manera en que ese combate concluía.
Los Dioses murmuraban entre sí con sorpresa y asombro, mientras las gradas de la humanidad se asustaban y preocupaban por el estado del semidiós.
- Pero, entonces... ¿Quién es el ganador?
La pregunta de Heimdall silenció a todos en las gradas, quienes se miraron unos a otros con confusión. Y segundos despues, las discusiones comenzaron a hervir en todos lados.
- ¿Aquiles ganó?
- ¡Pero si se ve muy herido!
- ¡Tal vez siga vivo!
- ¡Huitzilopochtli debió ganar!
- No lo creo... no se mueve...
- ¡Pero el golpeó primero!
Atenea por su parte estaba en silencio y muy sorprendida mirando fijamente a Aquiles, a quien no esperaba verlo tan quemado y mutilado. Zeus, Hermes y Ares estaban preocupados por la siguiente reacción que pudiera tener la Diosa de la sabiduría, pero en silencio esperaban algún movimiento.
La serpiente Xiauhcóatl, con enojo y dolor, levantó su hocico del suelo y se quitó el arma derretida del cuerpo, e irguiéndose con todas las emociones que sentía algún momento se dirigió hacia Aquiles a quien tenía unos centímetros enfrente.
- ¡Xiauhcóatl ataca sin dudar!
- ¡¡Aquiles!! ¡¡Quítate de ahí!! - exclamó Patroclo, mostrando levemente esperanza en sus palabras.
- ... Quieto...
Las palabras leves detuvieron de inmediato a Xiauhcóatl, quien en seco se detuvo frente al semidiós y en un movimiento lento y sereno volteó a mirar a Huitzilopochtli, el Dios de la guerra que tenia la frente al suelo. Casi instantáneamente después, Huitzilopochtli levantó su rostro medio quemado y tuerto con el cual miró a la serpiente en primer lugar y en segundo a Aquiles.
- Él... sigue vivo... - los Dioses se quedaron muy sorprendidos al descubrir ello.
- ¡Damas y caballeros! ¡Huitzilopochtli sigue vivo, a pesar de tantas heridas!
- ¡Hijo mío! - Coatlicue sonrió con mucha alegría, mientras abrazaba esperanzada a Cuahuitlícac y lloraba con todas sus fuerzas. - ¡Estás vivo! ¡Estás vivo!
- ¡Hermano! ¡Sabía que lo lograrías!
- ... - Aquiles, en silencio, también levantó su rostro medio quemado para mirar a Huitzilopochtli, y después de unos momentos habló con dificultad - Hola... dichoso Dios de la guerra...
- ¡Y-Y Aquiles también está vivo!
- ¡Hermano! - Patroclo sonrió de emoción al verlo aún vivo.
- ¡Aquiles! ¡Ese es nuestro hermano! - todos los chicos de Tesalia saltaron de emoción al ver al su amigo vivo.
Héctor nuevamente sonrió y dirigió su atención a la arena.
- ¡Héroe Aquiles!
Las gradas se agitaban y gritaban con emocion y furor, pero a pesar de ello el silencio se quedó entre los peleadores, como si ellos estuvieran en un lugar aparte a todos los espectadores. En medio de esa burbuja entre ambos, Huitzilopochtli y Aquiles cruzaron y fijaron miradas uno en el otro; una mirada que transmitía el mismo sentimiento: orgullo y satisfacción.
- ¿Así que sobreviviste... Aquiles?...
- Si... algo así... - sonrió Aquiles a pesar del inmenso dolor de su cuerpo.
- Bien... ¡Me alegro por ti! - exclamó Huitzilopochtli - Eres el primero que ha luchado contra mi y ha vivido para contarlo... hasta ahora...
- ... - Aquiles se pudo incorporar levemente.
- Creo que ya sabes lo que sigue... - comentó Huitzilopochtli - O uno de los 2 se rinde...
- O uno de los 2 muere... - completó Aquiles con pesadez en sus palabras.
Nuevamente se miraron, esta vez con seriedad, mientras el combate que recién acababan de tener pasaba frente a sus ojos.
- Solo uno de nosotros... tendrá la victoria... - habló nuevamente Huitzilopochtli, irguiéndose también.
- ¿Qué te parece si... lo hacemos de nuevo?
- ¿Eh?
- Luchar con nuestros puños... hasta el final... - Aquiles levantó su puño izquierdo - Enfrascarnos en nuestros golpes uno contra el otro hasta que uno se rinda o se muera... Sería una manera digna de que tu y yo terminemos esto...
- ... - Huitzilopochtli sonrió con emoción - ¡Por supuesto, Aquiles! ¡Será un honor golpearte nuevamente!
- También es un gusto y honor para mi... ¡Allá voy!
Aquiles con las pocas fuerzas que le quedaban levantó su brazo izquierdo que se envolvió una vez más en llamas, y arrojándose de un salto mal hecho se dirigió hacia Huitzilopochtli, quien había levantado su brazo restante para también lanzar un golpe a Aquiles.
- ¡Y entre tantos murmullos: Aquiles se dirige a golpear a Huitzilopochtli!
- ¡Aquiles! - Patroclo y sus amigos se asustaron por aquello.
- ¡A-Aquiles! ¡No! - Geir se sorprendió mucho por ese intento, pero el miedo que sentía era mucho mayor.
« Esto que siento en mi... » Aquiles pensó unos instantes, mientras soltaba una sonrisa « Esta satisfacción... Significa que lo logré... ¡Lo conseguí chicos! » las lágrimas de felicidad por primea vez en el combate corrieron por sus mejillas quemadas « Mi sueño... ser el soldado que luchará por Tesalia y ahora por la humanidad... Ha culminado el día de hoy... Es hora de que termine con esta misión mientras él y yo nos envolvemos en esta infinita danza de golpes... »
Aquiles se acercó rápidamente a Huitzilopochtli, apuntando el puño cerrado al rostro del Dios de la guerra, quien con una sonrisa de orgullo esperaba el golpe con todas sus ansias.
Sin embargo, unos instantes antes de que Aquiles consiguiera su objetivo, Xiauhcóatl se interpuso en su camino, mostrando una mirada de enojo y rabia, y lanzó un contraataque que nadie se esperaba:
Saltando a pesar del dolor en su cuerpo, Xiauhcóatl salió disparado contra el rostro de Aquiles, y estando frente a frente abrió su hocico con toda su amplitud. El salto de la serpiente junto con el impulso de Aquiles hicieron en conjunto que la cabeza del semidiós, su cuello y parte de los hombros entrarán dentro de la boca del animal.
Antes de que alguien se diera cuenta de lo que ocurria, inluido el propio Aquiles, Xiauhcóatl cerró sus filosos dientes y cortó la cabeza de Aquiles con una mordida violenta que rápidamente se volvió muy sangrienta.
El impulso que llevaba anteriormente Aquiles hizo que el cuerpo cayera al frente, muy cerca de donde iba a golpear a Huitzilopochtli, mientras que Xiauhcóatl salió disparada hacia el frente un par de metros, con la cabeza del semidiós entre sus dientes la cual sin dudar comenzó a masticar con ferocidad y coraje, salpicando toda la sangre y la carne por todo el estadio.
La sangre del cuerpo comenzó a salir por montones y en chorros frente los pies de Huitzilopochtli, sangre que alcanzó a salpicar todo el cuerpo de Huitzilopochtli incluido su rostro. Y, a pesar de que era un Dios, él tampoco fue capaz de percibir completamente lo que acababa de suceder.
El silencio se quedó presente en ambos lados de la arena, mientras Xiauhcóatl interrumpía dicho silencio con el sonido de la carne y los huesos crujir bajo sus dientes y la sangre que salió del cuerpo cortado en el suelo.
Los primeros en hacer sonar nuevamente la arena fueron nada menos que Patroclo y Geir que gritaron al mismo tiempo con el mismo sentimiento amargo y desgarrador.
- ¡¡¡AQUILES!!! ¡¡NOOOO!!
De inmediato, las gradas de los humanos comenzaron a soltar sollozos y llantos amargos mientras veían como, al igual que el general volador Lu Bu Housen, su primer luchador caía muerto de manera grotesca en aquella arena de muerte.
Los Dioses en su mayoría estaban en silencio mientras trataban de procesar lo que acababan de ver; pero entre todos ellos, los únicos que soltaban sus ánimos y gritos de felicidad eran los adioses del Reino de Aztlan.
- ¡Así se hace!
- ¡Esa es una gran victoria aplastante!
- ¡Huitzilopochtli! ¡El colibrí del sur que nunca será derrotado!
- ¡Hermano! ¡Conseguiste ganar! - salto de emoción Cuahuitlícac junto con sus ojos llorosos.
Coatlicue también lloraba de alegría y felicidad, mirando la escena victoriosa de su hijo.
- Hijo... Xiauhcóatl... ¡Lo consiguieron! - rió levemente mientras seguía llorando abundantemente - ¡Estoy muy feliz!
- ¡C-Con este final agresivo...! - comenzó a hablar Heimdall quien también trataba de procesar lo que acababa de ver - Xiauhcóatl acaba con Aquiles de una mordida... ¡Y con este final, el primer combate del segundo Ragnarok ha... concluido!
Huitzilopochtli finalmente pudo procesar todo lo que paso frente a sus ojos, mientras se limpiaba la sangre de Aquiles que tenía en su rostro con sorpresa e impacto. Después de que la sorpresa concluyera, camino hasta Xiauhcóatl que se lamia la sangre entre sus dientes con molestia.
- ... - Huitzilopochtli habló con mucho enojo y de forma amenazante - Lo tenía bajo control, estúpida serpiente.
Xiauhcóatl con enojo le lanzó un siseo mientras le miraba con el mismo sentimiento, y Huitzilopochtli internamente tenía ganas de aplastar a la serpiente, pero antes de que pudiera hacerlo le vino amenazante la cabeza parte de las últimas palabras de Aquiles.
- ... Luchar ambos hasta el final... - para si mismo sonrió - Que mal... creo que eso ya no se podrá...
El semblante de Huitzilopochtli se volvio sereno y calmado, un rostro que definitivamente Xiauhcóatl no esperaba.
- Y así termina esto... - Huitzilopochtli miró nostálgicamente el cielo - Adiós, querido Aquiles... mi mejor oponente...
- ¡La primera victoria es para los Dioses! ¡Y la primer batalla del Ragnarok termina!
...
Aquiles vs Huitzilopochtli
Duración del combate: 19 min. 57 seg.
Técnica decisiva: Mordida de Xiauhcóatl.
Ganador: Huitzilopochtli.
0 - 1
...
ASFD
Nota de autor: ¡Muy buenas a todos! ¡Feliz noche buena, y feliz navidad!
Bien, despues de esta felicitación les vengo a dejar una mala noticia para ustedes (desde ahora una F)
Por ser este el final del primer combate, además de que no tengo mucho material del segundo encuentro, habrá una pausa en el libro que concluirá el 28 de enero.
¡No se preocupen! Este libro está lejos de quedar suspendido o cancelado, pero me tomaré más tiempo del que normalmente hago pausas para tener todo planeado para la segunda batalla; y, dependiendo de como vaya avanzando la historia, probablemente cada que termine un combate me tomaré un tiempo más de lo acostumbrado.
Pero no se angustien. Si todo sale bien, habrá capítulo doble el 28 de enero, y entonces comenzaremos el segundo encuentro, y la espeea será igual que este (21 días entre capítulo y capítulo).
Y ya que les digo que no me verán por un largo tiempo... ¡Les deseo muy feliz comienzo de 2021 y que puedan realizar todos sus objetivos y metas!
¡Hasta el siguiente capítulo :3!
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