Capítulo 8.5: Fuego abrasador (Final alternativo)
– ¡H-Huitzilopochtli emerge de las llamas! ¡A-A pesar que su cuerpo está quemado… se ha levantado con una sonrisa diabólica!
Las deidades de Aztlán irrumpieron en gritos de triunfo; aunque el estado de su representante fuera tan decadente, ninguno mostró temor en perderlo. Coatlicue también se sintió confiada de su hijo, que le impulsó a gritar como una joven dama que ya no era.
– ¡Vamos mi Huitzi! ¡Confiamos en ti!
Los humanos por un momento se vieron intimidados por la reacción tan positiva de tales dioses, aunque no todos. Al menos, no los amigos del semidiós.
– ¡Aquiles! – Patroclo fue el primero de ellos – ¡No te rindas!
– ¡Vamos hermano! ¡Hazlo pedazos!
– ¡Acaba con ese rarito!
También los soldados de las ciudades-estado de Grecia se unieron por el semidiós, e incluso los hombres de Troya; en especial Héctor, su gran némesis de toda la vida.
– ¡Derrótalo de una vez, semidiós!
La décimo tercera valkiria tampoco quiso quedar detrás con los clamores.
– ¡Aquiles…! ¡Tú puedes!
Con el apoyo que escuchaba tras sus espaldas, Aquiles se sintió más confiado y seguro frente al mexica que con su herida quemada aún me mantenía de pie y sonriendo malévolo.
– Ahora… Permíteme derramar toda tu sangre, "dios".
– ¿Permiso?… ¡Yo no lo necesito para acabar contigo!
Ambos corrieron uno contra el otro, chocando sus puños en sus rostros: Aquiles con calor que marcó sus nudillos en el rostro del dios, y Huitzilopochtli con el mismo resultado pero debido a su tremenda fuerza.
El semidiós quedó algo desorientado por el golpe, pero no tanto ya que pudo dar una patada en la herida quemada del dios; esperaba que el dolor le hiciera retroceder, pero no fue así.
Ocurrió todo lo contrario: Huitzilopochtli solo se emocionó más. Tras ellos comenzó su rutina de ataques uno contra el otro; golpes candentes de parte de Aquiles, rutinas desesperadas y frenéticas, mientras que Huitzilopochtli se la pasó lanzando cada vez golpes con fuerza abrumadora y abismal que aumentaba a pesar de la perdida de sangre, y a veces estrategias que aturdían al griego hasta dejarlo sin aliento.
Todo hasta que se dió aquel momento; Huitzilopochtli levantó su pierna y dió una patada descendente con lo cual logró enterrar la cabeza de Aquiles en el suelo, dejándolo al parecer inconsciente.
Los espectadores quedaron anonadados y sorprendidos; poco le importó al mexica quie levantó el rostro con sonrisa sangrienta.
Una expresión perturbadora, pero de victoria. Suficiente para los dioses que sonrieron con emoción por el desenlace.
– ¡I-Increíble! ¡Con tan solo unos pocos golpes más Huitzilopochtli consigue quedarse con la victoria de este combate!
– ¡Siii! ¡Nuestro señor Huitzilopochtli ha ganado!
– ¡Una victoria más para los dioses!
– ¡Huitzi! – Coatlicue abrazó a Cuahuitlícac llorando de emoción – ¡Ganó! ¡Tu hermano ganó! ¡¡Siiii!!
Por su parte, Huitzilopochtli se agachó un poco para susurrarle a Aquiles en el suelo.
– No cantes victoria. Me encargaré de bañarme con tu sangre, pero… tal vez no hoy. Te ganaste un día más.
Palabras que para el mexica fueron vacías, ya que creía haber hablado con un cuerpo inconsciente o tal vez moribundo por la masacre de heridas.
Pero estaba muy equivocado.
En esos momentos, Aquiles estaba derribado más no inconsciente; al contrario, escuchó y su mente aún presente fue capaz de procesar esas palabras.
« Así que… ¿Esto termina así? ¿Así terminaré todo el día de hoy? Con la primera derrota para la humanidad y… siendo cazado más tarde por este demente… ¿Esto será así…? »
Un breve momento para reflexionar sobre su vida; sobre su carrera empezando como un chico de Tesalia, siguiendo por el discípulo de Atenea para pelear contra Troya, y terminando en aquel encuentro divino que terminó con su vida.
« Igual que en Troya… aquí voy a perder. Parece que desde que tomé la ambrosía estoy condenado a nunca cumplir mi sueño…
» ¿Huh…? »
– ¡Aquiles, levántate! ¡Por favor no te rindas!
Una voz chillona entró en su cabeza.
« Esa voz es… de la joven Geir… Ella… »
– ¡Aquiles! ¡No seas idiota! ¡Levántate y muéstrale a ese rarito que se equivoca! ¡Una vez más!
Una voz masculina seguida de otras tantas que repitieron esas palabras hicieron eco también.
« Patroclo… mis amigos… »
Pocas palabras, de pocas personas, en poco tiempo.
– ¡Con esto, el primer combate termina! ¡La primera victoria del segundo Ragnarok es para los--!
– No.
Pero era suficiente para intentarlo una vez más.
– ¡T-Tú--! – Huitzilopochtli le miró sorprendido desde la cima de su pie.
– ¡No he terminado!
De un salto Aquiles salió del agujero e hizo perder el equilibrio de Huitzilopochtli; levantó su puño y atinó un manotazo en la cara del mexica que le hizo retroceder.
El golpe más fuerte que había dado, haciendo por un momento resonar el estadio.
Las gradas de sorprendieron y emocionaron, cambiando en ambos lados los sentimientos que tenían.
– ¡N-No puede ser…! ¡Aquiles se ha levantado de nuevo, para terminar la pelea…!
Los amigos del chicos exclamaron alegres y felices, abrazándose unos a otros, mientras que Heir rió un poco en voz baja sintiéndose nerviosamente feliz de ver a su peleador aún de pie; el griego Aquiles tomó repetidas bocanadas de aire para recuperar el aliento perdido, antes de incorporarse por completo y erguir ambos puños.
« No… Todavía puedo ir una vez más… Todavía puedo. »
También Huitzilopochtli se incorporó, aunque de un salto a pesar del golpe en su rostro que le había dejado marca; aún así dió una sonrisa divertida.
– ¡Así que seguías consciente!
– Por un momento no, pero… Pude levantarme justo a tiempo. – no podía dejarse derrotar tan fácilmente, ya fuera física o moralmente – Cómo soldado de mi tierra natal, Tesalia y Grecia, y ahora de la humanidad… ¡No seré detenido, ni siquiera por la muerte!
Huitzilopochtli rió emocionado.
– ¡Qué divertido! Un oponente contra quién podré luchar por siempre… ¡Sigamos, entonces!
Todas las gradas quedaron por un momento en silencio para admirar aquellas 2 figuras; principalmente la familia y reino de Huitzilopochtli, así como los amigos y enemigos de Aquiles.
Una historia que a continuación ya sabemos cómo termina; un final agrio para la humanidad y el joven griego nombrado como primer representante defensor. Pero, en el idioma existe una combinación de palabras que cambian todo lo que conocemos, dándonos paso a nuevas posibilidades no exploradas o no pensadas; posibilidades que cambian todo, o que simplemente abren nuestras cabezas.
¿Qué pasaría si…?
En este caso…
– ¡Todos se emocionan! ¡Todos gritan! ¡Y todos queremos lo mismo: el resultado de esta primera gran pelea!
¿Qué pasaría si Xiauhcoatl, la antigua serpiente de fuego, no hubiera despertado en ese combate?
Aquiles apretó uno de sus puños y se atrevió a mover su pierna listo para ser el primero en dar un golpe de frente, pero justo cuando estaba a punto de hacerlo sintió un peso.
No un peso físico, sino un peso moral.
« Esto que siento en mí… Esto es… »
Decidió cerrar los ojos por un momento para tomar una bocanada de aire profundo, y con eso relajar todo su cuerpo que estaba tenso y herido por el combate. En cuanto terminó, dió otra bocanada de aire, que fue seguida por otra un poco más prolongada, y otra un tanto más larga, y así sucesivamente.
Hasta que pudiera calmar todo su musculoso y herido cuerpo; incluso la ambrosía que circulaba en sus venas comenzó a calmar su ritmo, con lo cual su piel retomó su color natural y el calor y fuego que emanaba de sus brazos se apagó dejando únicamente humo que se esparció rápidamente por el campo de batalla.
– ¿¡Qué…!? ¡Aquiles ha apagado la furia de la ambrosía!
– ¿¡Pero qué--!? – los amigos del griego cayeron de espaldas ante tal escenario, y Patroclo junto con Héctor abrieron los ojos completamente.
– ¡¿Qué estás haciendo, Aquiles!?
– ¿¡Aquiles!? – incluida la propia Geir se sorprendió de la postura del griego – ¡¿Qué haces!? ¡Debes ganar…!
Sin embargo, Aquiles no estaba prestando atención a nadie más que solo él mismo.
En medio del dolor que aparecía y se desvanecía en su cuerpo, el humano solo tenía su propia voz mental como sonido para sus oídos.
« Esto es…
» Toda mi vida ha sido lo mismo… Todo ha terminado de manera instantánea, desde que tomé la ambrosía para ser el soldado de mi querida Tesalia para defenderlos… Todo fue así desde el mismo comienzo… »
Aquiles relajó los dedos de sus manos aunque sin cambiar su postura.
« Desde ese comienzo pensaba que… Que mi sueño nunca sería realizado como quería…
» Quería ser un soldado y disfrutarlo, gozarlo con todo mi corazón. Hasta que Atenea… Hasta que ella me dijo que tal vez no podría hacerlo por haberme convertido en un dios… »
La diosa griega estaba atenta en las gradas; hubiera gritado, pataleado o hecho algo para mostrar la sorpresa que sentía ante la quietud de su discípulo en el campo.
Pero no lo hizo; porque sus ojos captaron algo más en el humano.
– Vaya, vaya, mi lindo Aquiles…
Aquiles abrió un poco sus ojos, captando a Huitzilopochtli a metros frente suyo preparándose para seguir luchando.
– ¿Qué ocurre, "dios"? ¿Continuamos o no…?
El griego volvió a respirar profundo y cerrar sus ojos, siguiendo pensando en todo eso.
« Gracias a Atenea pude convertirme en el soldado ideal para mí tierra, aunque… Siempre terminaba todo demasiado rápido. Si no hubiera sido por Apolo interviniendo de último momento… También hubiera terminado la guerra al matar a París…
» Todo parecía un absurdo… Todo acababa rápido, pero… »
Su corazón comenzó a latir con fuerza, siendo él mismo capaz de oír cada uno de sus movimiento.
« Lo que perdí-- No, lo que pensé que había perdido cuando tomé la ambrosía… La satisfacción de una buena pelea… Creo que ahora veo otra cosa que nunca percibí… »
Volvió a apretar uno de sus puños y lo levantó, apuntando hacia atrás mientras movía una de sus piernas al frente y el otro brazo hacia atrás, cómo si estuviera preparando impulso para su ataque. Atenea vio aquello con ojos de emoción y, por primera vez sin mostrar algún sentimiento infantil, susurró con sinceridad en favor de su discípulo.
– Vamos Aquiles, hazlo…
« Solo quería disfrutar una pelea, pero… Gracias a la ambrosía pude cumplir el verdadero propósito de mi sueño…
» Derroté a todos esos enemigos fuertes de un golpe… Destruí fuertes y castillos con mis manos de manera instantánea… Acabé con ejércitos tan solo batiendo mi lanza… ¿Pero, todo por una buena pelea? Claro que no…
» Todo lo hice para proteger a mi gente… Proteger a mi pueblo, a mis compañeros de batallón, a mis mejores amigos y hermanos… Incluso a Atenea aunque nunca lo necesitó… Todo fue por eso…
» Si todo hubiera tomado más que un solo golpe, mucha gente hubiera resultado herida y hubieran sufrido mucho por eso… Pero todo lo conseguí tan fácil para proteger a quienes amo… Y así debe ser ahora… »
Aquiles abrió de nuevo sus ojos, que volvieron al antiguo estado de su cólera: escleróticas negras y pupilas doradas que daban a entender la ambrosía corriendo en sus venas. El dios contrajo los músculos, que de inmediato marcaron sus venas por todos lados, aunque…
Esta vez no había cambio de color, ni de temperatura; al contrario, parecía que los músculos de su brazos comenzaban a moldearse a sí mismos, aunque con lentitud. Atenea lo observó y se sorprendió en gran manera.
« ¡Eso es…! » no evitó sonreír con orgullo y bastante emoción « ¡Uno de mis ataques favoritos…! ¡Sí aprendió a hacerlo! »
Huitzilopochtli al ver que por fin Aquiles se preparaba a atacar, no dudó en juntar ambos puños en un golpe de nudillos para prepararse él también.
– Así que irás de frente… ¡Me encanta! ¡Yo también te responderé con la fuerza de mis puños, "dios griego"! ¡Te haré caldo de sangre!
El dios mexica separó ambos puños y sin dudar se lanzó hacia el humano atrevidamente; su madre en las gradas apretó sus manos en miedo y preocupación aunque su hermano Cuahuitlícac solo exclamó eufórico y decidido.
– ¡Vamos hermano! ¡Hazlo pedazos de una vez!
– ¡Huitzi, mi pequeño! ¡Ten mucho cuidado!
Mientras se iba acercando Huitzilopochtli para dar su propio golpe mortal, Aquiles siguió preparando su golpe para lo que estaba a punto de hacer mientras que la musculatura tanto de su brazo extendido como de todo su cuerpo comenzaba a mutar en cambio.
« Ahora tiene que ser lo mismo… Ahora me he convertido en el soldado indicado para pelear y defender a toda la raza humana. De mi depende avanzar en este Ragnarok en derrota o…
» O en victoria… Y para hacerlo debo hacer lo que mejor hago: terminar todo de un golpe. Proteger a la gente de amo en verdad, a quienes quiero cuidar por siempre, y no jugar más…
» ¡Como el heroico semidiós de Grecia que he sido en toda mi vida, protegeré a la humanidad! ¡Es todo o nada, y ahora! »
El humano se abalanzó a Huitzilopochtli mientras que su cuerpo terminó de modificarse: la musculatura correspondiente a su brazo extendido se expandió en gran manera de golpe, así como los pectorales, los músculos del hombro y la axila, llegando hasta su hombro extendido al frente. Mientras que Atenea sonrió muy emocionada y esperanzada, Zeus no pudo evitar recordar que aquello era muy parecido a su propio cambIo de cuerpo para pelear.
Aquiles se arrojó al frente dando un paso, logrando enterrar el pie en su totalidad en la arena de batalla y generando un impacto que estremeció el suelo, lo suficiente para que Huitzilopochtli se percatase de su rival; el humano movió un poco su cadera para tomar impulso al tiempo que extendió los dedos de su brazo extendido para formar con ellos una especie de cuchilla.
Todos los espectadores miraron asombrados y atónitos el desarrollo de ese movimiento.
– ¡Vamos, hermano! – Patroclo exclamó bastante emocionado – ¡Hazlo pedazos!
– ¡Termina con él, semidiós griego! – le acompañó Héctor con la misma emoción.
Aquiles movió su brazo inmediatamente al tiempo que la musculatura de su brazo se contrajo en un instante, cómo si todos sus musculos estuvieran acumulando toda la presión generada para su ataque; tanto Geir en su palco como Shiva en las gradas tuvieron el mismo pensamiento cuando vieron ese ataque.
« Tal cómo… el Yatagarasu de Raiden Tameemon… »
Su brazo avanzó desde su postura hasta el frente, ahora como si fuera una lanza atinando un golpe directo de frente; al mismo tiempo, Huitzilopochtli apretó su puño y arrojó con todas sus fuerzas un golpe limpio con el mismo calibre, apuntando al brazo del griego.
Pero de inmediato notó la diferencia, al ver cómo su brazo-lanza ahora conseguía romper el viento de fricción frente suyo para avanzar hacia él, cómo si fuera un relámpago rompiendo la lluvia para tocar el suelo.
El nuevo ataque definitivo de Aquiles:
« ¡Yo seré el primer ganador del Ragnarok! »
Akontismós ton Theón
[ Jabalina de los Dioses]
Su mano chocó de frente contra los nudillos impuestos por Huitzilopochtli con gran impacto, generando una onda de choque que fue capaz de rasgar el suelo bajo ambos, además de por primera vez generar gran tensión en el mexica por soportar uno de sus ataques.
Por primera vez, Aquiles superó a Huitzilopochtli, cosa que no tardó mucho en hacerse evidente:
Sus dedos extendidos formaron aquella punta de lanza con la cual fue capaz de, al principio lentamente para después lograrlo limpiamente, cortar los dedos del puño del mexica, romper cada uno de los huesos de su mano, y finalmente destruir su golpe; tras la mano hecha pedazos, el brazo-lanza de Aquiles continuó avanzando, consiguiendo con la fuerza de choque romper todo el brazo extendido del dios en un santiamén.
Y otro instante le tomó a Aquiles continuar con su ataque hasta alcanzar el pecho de Huitzilopochtli, el cual atravesó limpiamente hasta que su mano salió por completo ea espaldas del mexica junto con carne, sangre, y fragmentos de huesos.
Con eso consiguió detenerse el impulso de Aquiles, pero fue trasladado a Huitzilopochtli quien salió volando por lo aires junto con la onda de choque que había ocasionado el ataque del griego; Aquiles solo se quedó de pie con su brazo extendido al frente, contemplando el resultado de haber aprendido una de las mejores técnicas de Atenea.
– Eso… funcionó…
– ¡¿Ehhhhhh…!? ¡Esto es…! ¡Aquiles ha superado a Huitzilopochtli, el monstruoso dios de la guerra, con un solo golpe frontal!
El mexica salió volando por los aires hasta caer en el suelo, rodae un par de veces, y ponerse de pie de nuevo aunque con bastante dificultad; por supuesto que tenía mucha dificultad, más ahora que tenía una nueva herida qmtanto en el brazo derecho ahora roto y sin utilidad como en su pecho que en esta ocasión si era mortal:
Un agujero en su pecho, justamente entre los pulmones y lo suficientemente cerca del corazón para que por medio de la herida se viera que faltaba por lo menos la mitad de tal músculo. Coatlicue y Cuahuitlícac cambiaron sus expresiones de inmediato, ahora a terror y miedo absolutos.
– H-Hermano…
– ¡Huitzi, mi niño! ¡Hijo…!
El mexica respiró un par de veces con dificultad; tosió bastante sangre que manchó el suelo y entonces pudo levantar la vista para Aquiles para también dedicarle una sonrisa orgullosa de lado.
– "Dios"… ¡Ese fue un buen ataque…!
– … Gracias… – Aquiles se incorporó de nuevo, aunque su brazo comenzó a dolerle bastante.
– Toda mi vida… He sentido dolor como este… – comenzó Huitzilopochtli con esa misma sonrisa – Pero nunca… nunca un dolor ocasionado por una buena pelea… ¡Tú eres el primero que consigue divertirme, Aquiles!
El humano se sorprendió que Huitzilopochtli lo llamaste por primera vez por su nombre.
– Aquiles… – El dios mexica rió un poco – Fue un placer haber luchado contra ti…
– ¡No, hijo…! – Coatlicue se llevó ambas manos a la cabeza en desesperación – ¡Mi niño, no te mueras! ¡Por favor…! ¡Que alguien salve a mi hijo…!
Huitzilopochtli bajó la cabeza levemente para usar aquella habilidad que solo una madre y un hijo tan unidos como ellos podrían tener.
« Madre mía… »
« Hijo… » Coatlicue se tapó la boca tratando de contener su llanto « ¡No te mueras, por favor mi niño! ¡Tengo que salvarte…! »
« No es necesario, querida madre… » el mexica sonrió con calma y serenidad « Mi hermano podrá cuidar de ti… »
« ¡Eso no me importa! ¡Yo te quiero a ti…! »
« Madre mía… No es necesario que hagas nada por mi ni para mí. Puedo decir que empecé con la felicidad de estar a tu lado, y ahora me iré con la felicidad de haber satisfecho mi terco y duro corazón… Me voy sin arrepentimientos ni nada más… Solo con mis últimas palabras para ti…
» Te amo, mamá… Te amaré por siempre… »
El dios mexica escupió más sangre todavía además de la que el agujero en su cuerpo estaba derramando, las últimas gotas que le quedaban; cerró sus ojos y por fin dió su último suspiro de vida, aunque…
Nunca cayó. Su cuerpo permaneció de pie, únicamente con la mirada hacia abajo. Coatlicue quedó horrorizada con tan solo contemplar dicha escena.
– ¡H-Huitzi…!
Lentamente el cuerpo del dios mexica comenzó a tornarse de brillo verde, mientras que Aquiles que había empezado a sujetar el brazo con que realizó su ataque solo se quedó mirando el escenario también con asombro y sorpresa reflejado en sus ojos como platos.
– Yo… Lo hice…
– ¡Pero qué gran final…! ¡Aquiles consigue derrotar a Huitzilopochtli, el temible mexica de la sangre, con un último golpe juntando todas sus fuerzas! ¡Y con esto tenemos el primer… el primer desenlace del segundo Ragnarok!
Escuchar las palabras de Heimdall fue suficiente afirmación para él; en cuanto el cuerpo de su rival terminó de hacerse polvo que se elevó al cielo, Aquiles no dudó en cerrar el puño del brazo aún usable y levantarlo hacia arriba en señal de victoria.
– ¡Lo logré!
– ¡La primera pelea del segundo Ragnarok ha terminado! ¡El primer ganador es la humanidad con la victoria del heroico semidiós de Grecia, Aquiles!
La humanidad entera se unió en exclamaciones de victoria y emoción que resonaron en gran manera en el estadio entero.
– ¡¿Qué es esto…!? – incluso Heimdall no pera capaz de creerlo – ¡Apenas es la primera pelea de esta revancha… y la humanidad consigue la delante! ¡Es como un milagro!
Los dioses de las gradas quedaron en silencio, muchos de ellos asustados y temerosos por el escenario; los mexicas en cambio estaban atónitos y boquiabiertos, todos ellos incapaces de creer que su rey estuviera muerto. Prácticamente todos los panteones estaban en silencio, menos una figura sobresaliente entre los dioses principales.
– ¡Mi… Mi lindo Aquiles! – excepto la diosa griega de la sabiduría.
Sin dudar se levantó de su asiento y comenzó a hacer un ridículo baile para celebrar la victoria de su discípulo, a pesar de que sus hermanos mayores y su padre estaban atónitos con el resultado.
– N-No puede ser… – Ares parpadeó un par de veces asustado – No me lo creo… No puede ser verdad…
– ¡Claro que lo es! ¡Mi lindo Aquiles acaba de ganar! – Atenea exclamó muy alegre – ¡Ha ganado mi mejor alumno!
– Así que… así comenzamos… – Zeus desvió sus ojos hacia el palco de Geir con creciente enojo – Muy bien, Geir-chan. Así jugaremos también…
Geir no evitó sentirse muy feliz por el resultado; juntó sus puños y dió un salto con todas sus fuerzas.
– ¡Lo hizo! ¡Aquiles ganó…! – una risa nerviosa le invadió de repente – Con esto… estamos a un paso adelante… Y tenemos la delantera.
Continuó riendo con algo de malicia mientras su mente formaba distintas ideas, pero rápidamente se calmó golpeando sus mejillas un par de veces.
– ¡No! ¡No pienses en eso! – la valkiria respiró un par de veces profundamente para relajarse – Aún no puedo celebrar. Cómo me dijo onee-sama hace 1000 años: todavía faltan 6 victorias más…
Aquiles permaneció con el puño levantado mientras la gente a su alrededor vitoreaba con fuerza, entusiasmo y mucha alegría. Pero al poco tiempo tuvo que bajar su brazo por las heridas de su cuerpo, en especial para sujetar su otra extremidad que estaba más grave de lo que pensaba.
« Ese ataque… Fue demasiado para mí… ¿No estaba preparado todavía, o ya estaba muy herido para soportarlo… » Aquiles jadeó algo cansado mientras sujetaba esa extremidad « Cómo sea. Ya todo terminó… Ahora debo salir de aquí… »
Con paso lento el humano avanzó por el campo de batalla destruido para llegar a la salida de su lado, los portones de la humanidad. Pero antes de llegar hasta la puerta, escuchó una especie de silbido detrás suyo que le asustó.
– ¿Eh…? – con cierta duda volteó a ver de qué se trataba, encontrando un escenario confuso y hasta cierto punto aterrador:
Una enorme serpiente, cubierta de plumas y con pedazos de una especie de diamante verde en su espalda, estaba enroscada en sí misma, levantando su cola con terminación de plumas en tono amenazante y con la cabeza erguida, apuntando sus ojos amarillos en el humano.
– ¿¡Eh…!? – Heimdall volteó a ver el escenario también confundido – ¡¿Una serpiente en el estadio!?
Aquiles le miró bastante confundido al igual que todos los espectadores que cambiaron su punto de atención; la diosa mexica que tenía los ojos llenos de lágrimas fue la única que reconoció al animal.
– ¡Es… Xiauhcoatl…! ¡Mi serpiente que le regalé a… a Huitzi…!
Aquiles parpadeó un par de veces.
– ¿Pero qué--?
– ¡Destrúyelo…!
Como si el grito que soltó Cuahuitlícac con el corazón roto y ojos llorosos hubiera sido una orden, Xiauhcoatl se abalanzó directamente hacia Aquiles apuntándole sus dientes del hocico abierto. En cambio el humano no tuvo tiempo de reaccionar; tan cansado y adolorido estaba que solo pudo caer hacia atrás y ver con terror al animal acercarse.
El tiempo comenzó a correr lento; cada segundo se hizo una eternidad dónde Aquiles presenció lo que parecía ser su final.
Incluso pudo ver cómo apareció de repente una punta que golpeó repentinamente la cabeza de la serpiente, atravesando su mejilla y con eso deteniéndola en seco.
El humano griego miró todo en cámara lenta y absoluto silencio que arremetió en sus oídos; pero terminó cuando, al caer pesadamente en el suelo, su conciencia se perdió de repente y cerró sus ojos, dejándose descansar…
– ¡Ahhhhh…!
De repente despertó con un grito de miedo al recordar esos últimos momentos en qué al parecer estaba a punto de ser decorado por una serpiente.
Levantó su cabeza y respiró jadeante repetidas veces, un tanto asustado de esa escena. Pero, ver a su alrededor y darse cuenta que ya no estaba en el campo de batalla, sino en una especie de habitación de enfermería, fue lo que le tranquilizó e hizo pensar…
– ¿En… en dónde estoy…?
Quién había despertado era Aquiles.
– ¡Por fin, niño!
Una voz chillona de fuera le llamó la atención; moviendo una cortina de lado repentinamente, entró la figura que había emitido el sonido:
Atenea, la diosa de la estrategia y la guerra, además de ser la maestra del hombre que estaba acostado en la camilla. En cuanto la reconoció, Aquiles no evitó soltar una sonrisa.
– ¿Atenea? ¿Eres tú…?
– ¡Por supuesto que lo soy! ¿Acaso hay alguien en el Olimpo, el Valhalla, o los Campos Elíseos, que pueda ser tan hermosa y sexy?
Aquiles rió con ese comentario.
– Ahora puedo confirmar que eres tú.
– ¡Por fin despiertas! – Atenea entonces comenzó a quejarse infantilmente – ¿Sabes? Tendrás que pagarme por haberte traído hasta la enfermería… ¡Eres más pesado de lo que recuerdo!
Aquiles rió otro poco, pero ese comentario le hizo recordar esos últimos momentos que vivió en la arena de batalla.
– Atenea… No recuerdo muy bien qué fue lo que pasó cuando… todo terminó…
– ¿En serio no lo recuerdas? – Atenea sacó una mano de los bolsillos de su chamarra para comenzar a contar con los dedos – Veamos…
» Hiciste uso de una de mis técnicas favoritas… Atravesaste a Huitzilopochtli y lo mataste, llevándote la victoria… Una serpiente antigua apareció por medio del arma divina que rompiste y casi te mata… Al parecer el susto te desmayó, porque quedaste tirado en el suelo… Y te cargué hasta la enfermería, pues las enfermeras eran muy inútiles…
» ¿Algo más que se me pase?
Aquiles se quedó callado por un momento, sonriendo un poco por lo bajo.
– ¿Es cierto? ¿De verdad gané…?
– ¿Quieres que te lo diga de nuevo? ¡Qué niño más terco y codicioso! – Atenea rió alegre y levantó los brazos al aire – ¡Tú, mi lindo Aquiles, ganaste tu pelea del Ragnarok! ¡Eres el primer semidiós que gana, además de haberle dado la ventaja a la humanidad!
El humano solo atinó a reír algo nervioso.
– Sigo sin poder creerlo… O sea, desde que fui convocado por Geir, tenía la intención de ganar, pero--
– ¡Por favor, no empieces con tu poca autoestima! ¡Sino te romperé el otro brazo!
El griego se confundió por ese comentario, pero entonces se percató de aquel hecho además de la excesiva inmovilidad que apareció en su costado derecho; volteó a verlo y se dió cuenta que el brazo de ese lado de su cuerpo estaba envuelto en un enorme yeso que le impedía por completo la movilidad.
– ¿Eh? ¿Y esto?
– ¿No te enteraste? – Atenea comentó con toque de burla – Te pondré al tanto. Usaste la ambrosía en un nivel que nunca había visto: prácticamente te hiciste una copia de mi papi para aumentar tu fuerza.
» Ese poder lo enviaste a tu brazo para la "Jabalina de los Dioses" con que derrotaste a Huitzilopochtli; pero, era demasiado para tu cuerpo herido además que nunca lo practicaste, así que… ¡Simplemente se rompió!
El comentario con tono de voz tan simple de Atenea tranquilizó a Aquiles, aún viendo su brazo enyesado.
– Supongo que me quedaré con esto un buen rato.
– ¡Ojalá no! ¡Sería una vergüenza que mi mejor estudiante tenga que seguir usando eso!
Atenea sin dudar avanzó desde su lugar hasta una orilla de la camilla del griego, para tomar asiento junto a su discípulo; sin dudar, la diosa extendió su mano y tomó la punta de los dedos de Aquiles, para acariciarlos lentamente en gesto tranquilo y coqueto.
– A todo esto… ¿Te encuentras bien?
– ¿Hasta ahora me preguntas eso? – rió Aquiles ligeramente – ¿Tanto te preocupaste por mi?
– ¿No es obvio? Mi reputación no puede quedar manchada por un tonto como tú.
El griego sonrió con cierta malicia.
– Entonces… ¿Usar tu lanza divina para protegerme de la serpiente era parte de mantener tu reputación?
Atenea cambió su sonrisa a sorpresa inesperada; su cara se sonrojó un tanto y volteó discretamente a otro lado.
– ¿Qué rayos dices? ¡La pelea revolvió tus sesos!
– ¿Entonces negarás que fuiste tú quien arrojó esa lanza?
– ¡Dices cosas sin sentido!
El humano solo suspiró pesadamente, dejando caer la cabeza en su almohada; ese movimiento le hizo recordar la situación en la que estaba.
– ¡Por cierto! ¿Qué ha sido del Ragnarok?
– … ¿Qué te parece si no piensas en eso por ahora y solo te dedicas a mejorarte?
– ¿Eh? – Aquiles se asustó un poco – ¿Vamos mal?
– No… No creo… – Atenea se llevó una mano a la barbilla – Con mi ayuda, la vlakiria debería tener la situación en sus manos.
– ¿Estás ayudando a Geir…? – el humano parpadeó un par de veces – Sé qué no debería sorprenderme, pero… ¿No se supone que estás del lado de tu padre? ¿No dirá nada por lo que estás haciendo?
Atenea suspiró largamente con delicadeza; volteó su cabeza a Aquiles de nuevo, para admirar un poco la figura vendada y herida, pero todavía firme de su discípulo. Solo pudo sonreír pícaramente.
– Por ahora, no me importa lo que diga mi papá. Ahora solo quiero estar aquí…
Aquiles no evitó sonrojarse con ese comentario; siempre le tomaba por sorpresa esas palabras especiales que Atenea decía cuando no eran con tono de burla ni infantil. La diosa sonrió in poco y estiró los brazos hacia arriba, para después abalanzarse sobre la camilla.
– Por eso pedí una camilla más grande… ¡Hazte a un lado!
– ¡Ahhh--! – Aquiles no pudo más que moverse para que la diosa pudiera entrar en el lugar – ¡Ten cuidado con este herido!
– ¡Ya pasó mucho tiempo de eso! ¡Mejor, mímame: es lo menos que merezco por cargar tu sangriento y pesado cuerpo!
– No tienes remedio…
Atenea no se hizo esperar extendiendo su brazo derecho para envolverlo con el izquierdo y entrecruzar sus manos juguetonamente, además que recargó su cabeza sobre la musculatura del humano y con la mano libre comenzó a jugar quitando pequeños pedazos del vendaje que tenía. El humano no estaba del todo acostumbrado a eso, por lo que desvió la mirada a otro lado.
– ¿No podría ser pronto tu turno de pelear--?
– No sé, y no me importa. Yo solo quiero estar aquí…
– Pero--
– ¡Ya cállate, tonto griego! ¡Arruinas el momento!
Fecha de publicación: 24/12/23
ASFD
Nota de autor: Solo una cosa qué decir…
Por fin, después de 84 largos años de espera y paciencia, he podido terminar el final alternativo de nuestro querido Aquiles… ¡84 años para este momento! (De hecho nomás fueron 3 de espera, desde hace largo rato ya lo había escrito pero faltaban detalles ajsjsjsjs)
Ahora veo el tremendo potencial de esta primera ronda, tanto el combate como el shipp con la besto waifu por excelencia de LR.
Además que aprovechó para darles este hermoso regalo festivo… ¡Que tengan felices fiestas, Navidad y Año nuevo 2024! Espero se la pasen bien con sus seres queridos, familiares y amigos.
Y también espero un nuevo año lleno de trabajo y proyectos para alegrarlos a ustedes :3
Sin nada más qué decir, con esto doy punto final definitivo al primer arco de LR… ¡Gracias por haberme acompañado en esta primera aventura! ¡Los estaré leyendo en los siguientes capítulos…!
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