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Capítulo 7. Golpes de cólera

- ¡¡¡Ahhhhhhhh!!!

- ¡¡¡Ahhhhhhhh!!!

Huitzilopochtli y Aquiles intercambiaron puñetazos entre ellos, comenzando una rutina que se repetiría por los siguientes momentos.

Aquiles golpeaba en partes vitales del cuerpo del Dios de la guerra, tales como las costillas o el cuello para tratar de derribar al Dios y vencerlo más rápido.

Mientras, Huitzilopochtli lanzaba sus golpes con menos estrategia, atinando tanto en sus brazos como en su cabeza que aún seguía bajo el cuidado del casco; pero, a diferencia de Aquiles, los golpes de Huitzilopochtli salían con mayor fuerza que los de él.

En las gradas, la emoción subía y subía de nivel más y más mientras contemplaban ese intercambio de puñetazos que compartía la desesperación en cada unos de ambos rivales.

- ¡Con sus puños ambos continúan y continúan la pelea! - Heimdall estaba muy emocionado por el combate - ¡Esto crece de nivel más y más!

- ¡Toma esto! - Aquiles sujetó los brazos de Huitzilopochtli con todas sus fuerzas para dejar de ser golpeado, y usando su cabeza le dio un fuerte golpe en la frente de Huitzilopochtli.

Shiva observó el movimiento, y pudo recordar momentáneamente su combate contra Raiden Tameemon en el Ragnarok pasado. Dirigió levemente su mirada a su brazo perdido, que ahora era un pedazo de brazo que aún mantenía, como si tuviera nostalgia presente en su mente, y regresó con seriedad la mirada al combate.

Por su parte, los Dioses de Mesoamérica no dejaban de alzar sus voces a favor de Huitzilopochtli, cada vez con más volumen y emoción. Sin omportsr que le ocurriera al Dios deseen la guerra en la arena, todos ellos en ningún momento tuvieron sus ánimos bajos.

- ¡Vamos! ¡Huitzilopochtli!

- ¡Colibrí del sur!

- ¡Mata a ese humano!

- ¡Demuéstrale lo que esta hecho Mesoamérica!

- ¡Mátalo! ¡Mátalo! ¡Mátalo!

- ... - Coatlicue continuamente se limpiaba los ojos de sus lágrimas para poder ver con más claridad - ¡Hijo! ¡Por favor, gana!

- ¡Vamos hermano! - exclamaba Cuahuitlícac con sus puños cerrados - ¡Tira a ese semidiós! ¡Sal victorioso, como el Rey de Aztlan que eres!

Huitzilopochtli perdió el equilibrio por el cabezazo que le había dado Aquiles, pero tras dar un par de pasos hacia atrás tomó impulso y regresó con un mismo cabezazo a Aquiles.

Lo sujetó con un brazo paea asegurar que no escapase, y su cabeza fue a parar con un sonido muy estrepitoso en la frente de Aquiles, logrando que el casco del semidiós saliera volando de su cabeza y cayera al suelo con un sonido metálico chirriante.

Aquiles se quedó sorprendido por la forma en que el golpe le tiró el casco, aunque más aturdido había quedado por el potente cabezazo del Dios de la guerra.

- ¡Vamos semidiós! Yo tengo mucho que dar. - sonrió Huitzilopochtli con orgullo al ver que Aquiles casi caía al suelo.

- ¡Yo también!

Ambos se tomaron de los brazos y comenzaron un enfrentamiento a base de cabezazos, de los cuales salían ondas de choque que levantaban mucho polvo de la arena. Ambos se miraban fijamente, dejando ver levemente una sonrisa en sus labios que mostraba el sentimiento que ambos compartían: emoción por pelear contra alguien tan fuerte.

Atenea miraba con atención y mucho cuidado los movimientos que soltaba Aquiles y movía levemente las mangas de su vestimenta, como tratando de formar una estrategia en su mente y escribirla en el aire. Ares a su vez miraba los movimientos de su hermana menor con confusión.

- ¿Qué haces?

- ¡Ese idiota! - exclamó Atenea - Está olvidando todo lo que le enseñe en el Monte Helicón... ¡Es un completo idiota! ¡Les dije que nunca tuviera un enfrentamiento con cabezas: eso terminará tanto con él como con su rival!

- Creo que las circunstancias de tus enseñanzas han cambiado - habló Hermes - Antes le enseñaste a ser un semidiós contra humanos. Ahora es un semidiós contra un Dios.

- Sigue siendo un idiota - habló seriamente, mientras seguía masticando sus dulces - Por ejemplo, uso su Jabalina del Rey demasiado pronto, con la esperanza de matar a Huitzilopochtli de un solo golpe. Pero, ahora que el colibri del sur no tiene ninguna protección ni arma, es el momento ideal para usar esa técnica.

- Ahora solo están luchando con sus puños - habló Ares con una sonrisa - Sin armas ni nada. Un combate muy limpio.

- Por el momento - argumentó la Diosa - Aquiles aun tiene una espada... puedo ver como le rebota en sus caderas cada vez que suelta un golpe hacia Huitzilopochtli.

- ¿Entonces por qué no la usa?

- Está esperando... - Atenea cruzó sus dedos mientras pensaba - Le enseñe que si se quedaba corto de armas, las guardará solamente para una ocasión muy especial, por lo que no desenfundará esa espada hasta que tenga idea de qué hacer con ella... - el ceño de Atenea se frunció con un recuerdo en su mente - Aunque también le enseñe a no desperdiciarlas... ¡Y ya perdió 2! - exclamó con molestia.

- ¡Jaja! Es muy divertido ver como te molestas - comentó Ares sarcásticamente - ¡Sigues siendo una niña, después de todo!

- ¡No me llames niña! - estaba a punto de gritarle y regañar a su hermano, pero Atenea pensó en un mejor argumento, con lo cual soltó una sonrisa malvada - ¿Niña, dices? Lamento recordarte esto, hermano mayor... Pero esta "niña" SI consiguió un puesto en el Ragnarok...

Hermes soltó una leve risa burlona, al tiempo que se enojaba Ares.

- ¿Qué tratas de decir, Atenea? - se levantó con enojo de su asiento.

- ¡Oh, por favor no! - exclamó la Diosa con sarcasmo, mientras se cubría con las mangas de su sudadera - Por favor, no le hagas daño a tu hermanita... ¡No soportaría ver a mi hermano mayor siendo un idiota nuevamente!

- ¿¡Qué carajos dices!?

- ¿Daño a mi princesa?

La voz de Zeus entrando al palco asustó tanto a Ares como a Hermes, quienes se irguieron con reverencia por instinto. Atenea, muy por el contrario, se levantó del asiento con un salto y corrió al padre del Cosmos con mucha tranquilidad y naturalidad en sus movimientos.

- ¡Papito!

Con un salto abrazó al anciano, quien le sostuvo y le dio un beso en la mejilla.

- Mi linda Atenea... Con que estabas aquí...

- ¡Lo siento papi! - sonrió la Diosa - Sé que me pediste quedarme en mi habitación hasta que fuera mi turno, pero... Los gritos de la gente que está viendo este combate me despertaron, y más aún viendo que mi lindo Aquiles está luchando contra el terror de Mesoamérica.

- No quería que vieras este combate por tu... cercanía con Aquiles...

- ¡Todo lo contrario! - Atenea regresó a la orilla del palco para ver el combate - ¡Esto es muy emocionante! Mi lindo Aquiles luchando contra un Dios salvaje y violento... ¡Me hubieras llamado para ver estos desde su presentación!

- Jeje... probablemente... - Zeus con lentitud tomó asiento en la silla que tenía frente suyo para contemplar el combate - ¿Y bien? ¿Qué ocurrió?

- Bueno... - antes de que hablara Ares, Atenea le interrumpió - Mi lindo Aquiles perdió su escudo, casi le mutilan el brazo, y en respuesta destrozó el arma de Huitzilopochtli con... ¡un solo golpe!

- ¿¡Qué!? - Con sorpresa dirigió su mirada a la arena - ¿¡Pasó todo eso!?

- Pues sucedió... - respondió con indiferencia Hermes - Fue muy rápido. Y ahora están terminando la pelea con sus puños a ver si alguno de los 2 cae primero.

- ¡Argh! - Aquiles golpeó con gran impacto el rostro de Huitzilopochtli, haciendo que el Dios casi cayera al suelo.

Huitzilopochtli se incorporó con pesadez, volteando su rostro para escupir sangre a la arena, dándose cuenta de lo grave que se estaba volviendo la pelea. Se volvió a erguir, mientras se limpiaba la boca y otra vez se ponía en posición ofensiva.

- ... No creí que alguien más que la estúpida de mi hermana lograría esto en mi... - sonrió con emoción mientras corría a Aquiles - ¡Veamos si duras más que ella!

Huitzilopochtli atinó un par de golpes en el pecho de Aquiles, creando de paso una gran abolladura en su armadura, y finalmente un derechazo en su rostro, que dejó a Aquiles tirado en el suelo con heridas severas.

Aquiles tosió pesadamente mientras se levantaba. Al tiempo que se erguia de nuevo, en las gradas de la humanidad las voces se alzaban con gran júbilo y fervor, tratando de apoyar al semidiós que peleaba en su nombre.

- ¡Aquiles! ¡Héroe de Grecia!

- ¡Tú puedes!

- ¡Levántate! ¡Gana!

- ¡Acaba con ese Dios!

- ¡Aquiles! - incluso los soldados troyanos y todos los que había derrotado personalmente Aquiles alzaban sus voces en favor del héroe griego - ¡Tú puedes! ¡Levántate y continúa!

- ... - Aquiles oyó todas las voces perfectamente, y con determinación levantó sus puños. Primero se limpió el rostro de la tierra y sangre que había salpicado, y después cerró ambas manos tomando una posición defensiva mientras miraba nuevamente a Huitzilopochtli.

El Dios mesoamericano sonrió y nuevamente tomó una posición ofensiva.

- Creí que habías terminado, semidiós.

- Ya viste que no, dichoso Dios de la guerra... - habló seriamente Aquiles - Yo soy el héroe de Grecia que luchó en Troya... ¡Aquiles! ¡Y aún tengo mucho que dar!

- ¡Excelente! - sonrio Huitzilopochtli - Sé lo que había dicho al principio, pero... Esta pelea ha sido demasiado divertida como para que te dieras por vencido tan fácil... Me alegra saber que aun tienes mucho que dar.

- Así que tu también te has divertido... - sonrió Aquiles - Compartiendo ese sentimiento el héroe de Grecia y el colibrí del sur... ¿Qué raro, no?

- Realmente... me gustaría bañarme en tu sangre... ¡Pero eres demasiado bueno para morir así! - gritó con alegría - ¡Luchemos hasta que me demuestres lo contrario!

- ¡Por supuesto, dichoso Dios de la guerra!

Ambos, con una sonrisa de satisfacción se lanzaron nuevamente al combate, empujando ambos su puño derecho con decisión.

Chocaron sus nudillos, y nuevamente la tensión creció mientras ambos depositaban sus fuerzas para derrumbar a su oponente; auqnue ahora ambos se miraban con una sonrisa mientras daban todo de si. Las gradas por su parte miraban con mucha expectación.

- ¡Este combate continua, damas y caballeros! ¡Este combate sigue hasta que uno de los 2 sea derrotado por el puño de su rival! ¿Y quién sera el que caiga? ¿¡Los puños del héroe que derrotó a Troya con sus manos, o los puños del tirano de Mesoamérica que mató a 400 Dioses!?

- ¡Ahhh! - Forseti también se adentró mucho en la emoción de la pelea - ¡Thor-sama! ¡Esto es muy emocionante!

- Lo sé... - habló el Dios Nórdico con sus ojos fijos en los golpes entre ambos combatientes mientras sonreía con emoción - Esto me... recuerda...

- A ese Lu Bu Housen, ¿No es así?

Forseti volteó con sorpresa al escuchar la voz dulce y femenina que salió. Thor no pareció haber notado la voz del todo, ya que por un momento sus oídos prestaron atencion pero su vista seguía fija en el campo de batalla.

Frente al pequeño Dios de la justicia, se encontró con una mujer muy joven y hermosa con cabellos rubios igual que el oro, y vestida con pieles cómodas y agradables. Con una reverencia Forseti habló hacia la Diosa, quien avanzó al otro asiento que se encontraba junto al Berserker del Trueno.

- ¡Señora Syf!

- Veo que has estado acompañado a mi Thor mientras estaba ocupada.

- Si, mi señora. He estado con Thor-sama en todo momento.

- Me alegra... - pasó cariñosamente una de sus manos sobre la cabellera rojiza y abundante del Dios Nórdico a pesar de que él no lo notó, y tomó asiento. - Y supongo que ha estado enfrascado mirando el combate.

- Está en lo correcto mi señora. Este combate ha captado mucho su interés desde que comenzó, pero ahora mas que nunca tiene sus ojos puestos en la arena.

- Así supongo... desde que derrotó a Lu Bu Housen hace un milenio ha dejado de ser el mismo que conocí...

La Diosa no tenía muchos problemas con hablar de esa forma del Berserker aunque estuviera presente, porque sus ojos y oídos estaban tan fijos y estáticos en el combate, mientras que su mente estaba vagando en el combate de hace 1000 años. En otras palabras, Thor no escucharía siquiera un insulto hacia él mientras tenga a Lu Bu Housen en su cabeza.

Huitzilopochtli soltó otro golpe; esta Vez fue en la zona del estómago de Aquiles, aprovechando la herida que le había afligido anteriormente con su arma. Aquiles escupió sangre y cayó de espaldas sonoramente, mientras trataba de recuperar el aliento por el gran dolor que le generó el golpe.

Los humanos gritaban en las gradas, tratando de darle el ánimo necesario para que pudiera levantarse nuevamente para luchar.

- ¡Vamos Aquiles!

- ¡Derrota a ese Dios!

- ¡Obtén la victoria por nosotros!

Pero entre todas las voces que salían y gritaban, había un grupo que era mucho más escandaloso que los demás, el cual Aquiles había estado prestando atención desde que comenzó la pelea.

- ¡Vamos Aquiles! ¡Levántate!

- ¡Pártele el culo a ese Dios!

- ¡No se te ocurra perder, chico!

- ¡Vamos! ¡Amigo, levántate!

Se trataba de sus amigos y compañeros de guerra que tuvo en Troya. En primera fila, estaban todos sus amigos de Tesalia: Antíloco, Ayax, Automedonte, Estentor, Eumelo, Meríones y Teucro. Pero, entre todos ellos, destacaba su mejor amigo: Patroclo, quien parado sobre una caja de madera gritaba con todas sus fuerzas para apoyar y animar a su amigo y hermano.

- ¡Aquiles! - gritaba su mejor amigo - ¡Levántate! ¡Ponte de pie y mata a ese Dios! ¡Destrúyelo para que vayamos por unas bebidas!

- ...

Aquiles respiró hondo con todas sus fuerzas, y finalmente se volvió a poner de pie con decisión y firmeza. Se apretó el torniquete en su estómago, y miró nuevamente al Dios mientras escupía nuevamente sangre para terminar de limpiarse la boca.

- Vamos, dichoso Dios de la guerra. Aun no estoy muerto.

- Es lo que puedo ver... - y en cuanto terminó de hablar, Huitzilopochtli se lanzó nuevamente al combate, pero esta vez Aquiles logró esquivar su golpe y hacer que el Dios mexica cayera estrepitosamente en el suelo.

- ¡Si! ¡Arriba Aquiles!

- ¡Gana Aquiles!

- Si que esos chicos sin escandalosos... - comentó por lo bajo Cicno, viendo como los amigos de Aquiles gritaban y se emocionaban más que los demás en las gradas.

- Siendo los amigos más cercanos de Aquiles... - habló Télefo - lo menos que pueden hacer es darle sus ánimos.

- ... Y parece ser que funciona... - comentó Héctor, al ver que Aquiles peleaba nuevamente con todas sus fuerzas. - Esto me recuerda... a cuando mate a su amigo y él se vengó...

- Que pésimo recuerdo mantienes - bromeó Télefo, dirigiendo su vista nuevamente a la arena - De todo por que podías recordar en tu vida, tenías que mantener tu peor error.

- El error que hizo caer a Troya, por cierto - secundó Cicno.

Héctor se enojó mucho, y miró a ambos con molestia.

- Cállense.

Huitzilopochtli comenzó una sucesión muy prolongada de golpes en el cuerpo de Aquiles, sin tener intención de detenerse. Aquiles, por su parte, usaba sus brazos para cubrirse de los golpes que lanzaba su rival, tratando de soportar la gran lluvia de puñetazos que destrozaban el metal divino que recubría sus brazos.

El suelo detrás de él se destrozaba, quitándole mucho apoyo a su intento de sobrevivir al ataque. Mientras que Huitzilopochtli, con cada golpe que soltaba, su sonrisa malvada de pronto comenzó a cambiar por una sonrisa de satisfacción y orgullo, transmitiendo le al semidiós que esa pelea la estaba disfrutando más de lo que que esperaba.

Aquiles levemente respondió al gesto con una sonrisa igual, mientras que en su cabeza procesada prolongadas ocasiones el como salir de aquella situación y lanzar su contraataque hacia Huitzilopochtli.

En las gradas, los amigos de Aquiles miraban el acontecimiento, con lo que quedaron muy sorprendidos pero sus ánimos y su determinación no se vio afectado ni por un segundo.

- ¡Sal de ahí Aquiles!

- ¡Devuélvele un puñetazo!

- ¡Dale en la cara!

- ¡Tíralo Aquiles!

Geir sentada en la silla comenzaba a sentirse impotente al ver la batalla entre ambos guerreros. Vinieron a su mente todos los recuerdos de su pelea entre el Rey Leonidas y ella contra Odín; en aquel combate había sido una herramienta de mucha ayuda, pero estando sentada en las gradas mientras nuevamente contemplaba los combates le provocaba una genuina impotencia de no poder estar presente en la arena para brindarle ayuda a Aquiles.

- Quiero... bajar para ayudarle... - alcanzó a murmurar con pesar y lamento. Pero, en su mente llegaron otros recuerdos, tanto recientes como pasados.

Primeramente, el momento en que Aquiles perdió su lanza por haber lanzado un ataque de frente demasiado apresurado. Se dio cuenta de que si hubiera ayudado a Aquiles, desde hace un largo rato ella ya estaría muerta.

En segundo, y más importante todavía, el combate entre Thor y Lu Bu: la similitud entre ambas primeras rondas del Ragnarok le llenaron la mente e hicieron que rápidamente abandonará esa idea, pero sus esperanzas siguieron de pie.

- No. No puedo ayudarle como quisiera... solo me queda... dejar mi confianza en Aquiles... - habló con voz alta para ella misma - ¡Tú puedes!

- ¡Lindo Aquiles! - gritó Atenea desde las gradas - ¡Sal de ahí!

- ¿Estás a favor de Aquiles, hija? - preguntó Zeus con curiosidad mientras veía el apoyo de la Diosa.

- Un poquito... Si... - confesó sin mucha discreción - Es mi lindo Aquiles. No puedo estar en su contra.

- Creí que habíamos discutido ese tema - habló habló Zeus con seriedad.

- ¡Papá! No te pongas en ese plan - se quejó la Diosa con una voz muy infantil - Es mi lindo Aquiles. Si, lo entrené personalmente aunque dijiste que no lo hiciera, lo crié como un soldado para los humanos aunque mi responsabilidad debió haber sido traerlo aunque Olimpo para que se volviera un Dios, y lo estuve ayudando durante mucho tiempo de forma cercana y estratégica a pesar de que me prohibiste tener alguna relación con la guerra de Troya... ¡Pero es mi lindo Aquiles! ¡No puedo dejarlo aunque su merced tan fácil!

- ... - Zeus se quedó en silencio, junto con los otros 2 Dioses.

- E-Eso como si Hércules estuviera en esa arena y le dijeras a Ares que se callara.

- Pero Hércules si estuvo en una arena así... - habló Ares con pesadez al recordar aquello - ¡Luchó ferozmente contra un asesino sin escrúpulos!

- Pero, ella tiene un punto - concordó Zeus con voz sarcástica - No te callabas.

- ... ¿En serio le harás caso?

- ¡Soy la princesita de papi! ¡Obviamente me hará caso! ¡Consíguete tu puesto Ares!

- ¡Toma! - Aquiles abrió su defensa a pesar de la lluvia de golpes de Huitzilopochtli y consiguió atinar un puñetazo certero en su rostro, con lo cual el Dios Mexica perdió su punto de apoyo y cayó al suelo.

- ¡Aquiles ha atinado otro golpe en el rostro de Huitzilopochtli! ¡Después de una ráfaga de golpes, Aquiles rompe el equilibrio!

- ¡Eso es Aquiles! - exclamó Patroclo con una sonrisa - ¡Vamos!

- ¡Acábalo Aquiles!

El héroe griego preparó otro puñetazo con su brazo derecho, y finalmente lanzó el golpe, pero la velocidad de Huitzilopochtli le permitió girar en el suelo y esquivar el puñetazo.

Por su parte, aprovechando el movimiento circular, Huitzilopochtli le tendió una patada rápida a Aquiles que lo separó del Dios. Así, el colibrí del sur se volvió a poner de pie y sin esperar ni un segundo lanzó un par de golpes a Aquiles que le dieron directamente en su rostro, haciéndolo retroceder aun más.

Aquiles se mantuvo de pie, y escupió sangre nuevamente, aunque en esta ocasión era más de la que esperaba. Sintió un dolor intenso en su estómago, y sujetó nuevamente el torniquete. Respiró hondo y rápido, mostrando que se comenzaba a cansar; incluso se le podía notar al ver como apenas conseguía permanecer de pie.

« Mierda… esto es más de lo que puedo dar... No… no sé si pueda continuar... »

Patroclo pudo ver esto, por lo que le gritó a su mejor amigo para que siguiera.

- ¡Ya casi Aquiles! ¡Ya casi terminas! - sonrió con emoción - ¡Recuérdalo! ¡Un día de 30!

- ... - Aquiles escuchó lo que dijo su mejor amigo, con lo cual inevitablemente soltó una sonrisa « Si, ya sé que estoy muy cansado y agotado y todo eso... pero tiene razón Patroclo... » sacudió la cabeza como símbolo de negación « ¡Apenas estamos en el día uno de 30! ¡Tengo que seguir intentándolo al menos! »

- Puedo ver que ya casi no puedes... - habló Huitzilopochtli, quien también se encontraba jadeando con pesadez; cosa que sorprendió mucho a Aquiles fue ver al terror de Mesoamérica cansado por primera vez - Si... esto se está haciendo cansado y tedioso...

- Parece que no soy el único que no está en forma...

- Creo que en realidad... estamos tan en forma que será imposible vencer nos el uno al otro...

- ¡! - Cuahuitlícac se sorprendió en las gradas - ¿Acaso... mi hermano no puede vencerlo? ¿¡Ese semidiós es más que los 4000 Dioses que derrotó el solo!?

- Huitzilopochtli... - Coatlicue mostró su pesar en su rostro mientras miraba con nostalgia la arena.

- Bueno, semidiós... - sonrió Huitzilopochtli mientras movía sus extremidades para acomodarse - Lamento decirte esto... No voy a perder esta pelea.

- Yo tampoco la perderé... - Aquiles respiró hondo y después de haber rozado con su mano varias veces su funda, el Semidios desenfundó la ultima espada que le quedaba - ¡Terminaré contigo!

- ¡Aquiles lo ha hecho! ¡Finalmente desenfunda su última espada! ¡Esta dispuesto a terminar con la pelea de una vez!

- ¿? ¿Qué diablos, Aquiles? - exclamó Atenea con molestia en las gradas - ¿Por qué usara su última espada?

- Quiere tener la victoria de una vez - murmuró Ares - Se le puede ver cansado y algo molesto...

- ¡Pero es no es excusa! - exclamó Atenea - Debería seguir luchando con sus manos... aun tiene mucho que dar, una armadura que lo protege completamente, y si usa sus armas me aburrirá...

- Pero tu usas armas, Atenea - comentó el Dios de la Guerra.

- ¡Cállate, Ares!

- Si estuviera en su lugar, también usaría esa espada en ese momento - comentó Hermes - De hecho, ya la habría usado desde hace un largo rato. Pudo haber dañado gravemente a Huitzilopochtli con su espada en más de una ocasión.

- ¡Lo sé, pero eso le quitaría lo divertido a este combate! ¡Y mi lindo Aquiles debería hacer algo divertido!

- No lo creo... - comentó el Dios mensajero - Lo que provocaría en realidad será el comienzo de la segunda ronda.

- ... No lo había visto de esa forma... - comentó la Diosa, sonriendo nuevamente - Tienes razón. Ya no veré a mi lindo Aquiles, pero podré ver otro combate... Por cierto, ¿Ya se decidió quién será el segundo?

- ... No discutimos mucho de ello cuando hicimos la lista... - respondió Zeus a la pregunta de su hija - Pero.... Los egipcios pidieron la segunda ronda...

- ¡Increíble! ¡Siempre me han fascinado esos tipos! ¡Y más aún después de escuchar que Anubis destruyó al emperador con su ejército de terracota! - exclamó con una amplia sonrisa la Diosa - ¡Será increíble ver a uno de ellos matando a un humano!

- ... Jaja... - rió Huitzilopochtli con sarcasmo - Vas a usar tus armas al final... Muy bien... - Huitzilopochtli caminó unos cuantos metros hasta llegar a su escudo, que aún yacía tirado en el suelo, en el mismo sitio donde lo había depositado hace varios minutos.

- ¡! ¡Aquiles toma su espada, y Huitzilopochtli responde tomando su escudo! ¡La pelea concluirá con el choque de armas de estos 2!

Huitzilopochtli puso el escudo en su brazo, ajustando la cinta para tenerlo fijo en su extremidad, y tomó una postura defensiva mientras sonreía nuevamente con malicia.

- ¡Hermano! ¡Vamos, tu puedes!

- ¡Huitzilopochtli! ¡Hijo! - exclamó con decisión la Diosa Coatlicue, logrando visualizar los movimientos de ambos lados - ¡Acaba y vuelve con nosotros!

Huitzilopochtli escucho las voces de su hermano y su madre, y una sonrisa de alegría se asomó en sus labios.

- ... - Thor sonrió ampliamente al seguir viendo la batalla - Ya viene el final... El último golpe que soltarán ambos Dioses...

- ... Siempre es así... No sé para que estoy a su lado - se quejó abiertamente Syf, mientras acariciaba cariñosamente el brazo del Berserker del Trueno y apoyaba su cabeza en el hombro cubierto por la capa de pelo que cargaba el Dios - Después de su batalla contra Lu Bu Housen solo tiene peleas y sangre en su cabeza... dentro de esos rizos escarlatas...

- ¡Pero, señora Syf! ¡No puede decir todas esas cosas en frente de Thor-sama! - exclamó preocupado Forseti.

- No tienes que preocuparte por eso Forseti... Sé perfectamente que no me presta atención... Podría divorciarme de él y no lo sabría...

- Muy buen, semidiós... - habló Huitzilopochtli con orgullo y soberbia mientras se quedaba en su posición esperando el movimiento del semidiós - ¡Avancemos al siguiente acto! ¡Y lleguemos al final con orgullo!

- ¡Como quieras!

Aquiles saltó con decisión, apuntando el filo de su espada a Huitzilopochtli, quien correspondió con una sonrisa e interpuso su escudo entre ambos, de forma que las armas de los 2 guerreros chocaron sonoramente.

Las gradas en ambos lados se quedaron quietos y en silencio contemplando los movimientos que lanzaron.

Patroclo y sus amigos conocían perfectamente bien a Aquiles para saber que ese salto y el uso de la espada estaban indicando que aquel movimiento Aquiles lo tenía pensado como el final. Sabían que su mejor amigo estaba ya decidido a luchar con lo poco de fuerza y resistencia que Kevin quedaba para concluir con el combate.

Coatlicue y Cuahuitlícac, incluso con la gran brecha de espacio entre ambos, pudieron ver la firmeza de Huitzilopochtli y seriedad que le daba a la batalla a pesar de sus palabras y movimientos, además de que vieron el orgullo flameante en el Dios y su alegría y emoción por pelear con alguien tan fuerte como lo fue Coyolxauhqui en el pasado.

- ¡Increíble! ¡Un último golpe entre estos 2 peleadores! ¡Ambos ya quieren el final! ¡Y parece ser que el público también ya quiere el final de esta batalla!

- ¡Aquiles!

- ¡Huitzilopochtli!

Aquiles con su espada chocó infinitamente la defensa del Dios, buscando el momento oportuno para contarle la cabeza a su rival, y Huitzilopochtli se cuidaba de los golpes de Aquiles con su escudo y esperaba poder usar el mismo como un boomerang o un arma para cortar a Aquiles.

« ¡Si, todos ellos tienen razón! ¡Tengo que ganar este combate, cueste lo que cueste! » momentáneamente se acordó de su yo pequeño, delgado y débil « En ese entonces me había puesto la meta y sueño de ser el soldado que sea capaz de proteger a Tesalia y luchar en su nombre con orgullo, pero... pero el día de hoy hay algo más... »

Geir se emocionó por la pelea que ambos estaban teniendo al momento, y se levantó de la silla con sorpresa mientras admiraba los movimientos de los contrincantes.

- ¡Aquiles! - en las gradas de los humanos, ninguno desfallecía ni paraba en su labor de apoyar al semidiós.

- ¡Vamos Aquiles!

- ¡Hermano! - gritó Patroclo con firmeza - ¡Vamos! ¡Confío en ti!

- ¡Gana esta pelea por nosotros! - todos los chicos de Tesalia sonreían por el combate.

También los troyanos entraron en la emoción y apoyaron al semidiós que los había derrotado en el pasado.

- ¡Vamos guerrero! ¡Tu puedes!

- ¡Si se puede Aquiles!

- ¡Derrótalo Aquiles!

- ... ¡Sería una lastima que perdieras después de humillarnos, Aquiles! - Héctor habló con convicción, mientras se levantaba de su sitio y se acercaba al borde de la arena - ¡Más te vale no perder! ¡Me debes una revancha!

« ¡El día de hoy... me he convertido en el soldado que peleará por la humanidad!  ¡Y todos ellos ven en mi lo que debo hacer: ser el soldado para ala humanidad que ganó contra un Dios! »

- ¡Huitzilopochtli!

- ¡Vamos, rey de Aztlan!

- ¡No te detengas ni por un segundo!

Incluso los Dioses de otros Reinos se emocionaban y apoyaban a Huitzilopochtli como si lo conocieran personalmente.

- ¡Derrótalo colibrí!

- ¡Arráncale la cabeza!

- ¡Aplástalo!

- ¡Hermano! - Cuahuitlícac comenzó a llorar de la emoción - ¡Vamos hermano! ¡Ya derrotaste a 400 Dioses con tus manos! ¡Tú puedes contra ese semidiós!

- ¡Hijo! - Coatlicue se levantó de su sitio - ¡Gana por favor!

- ¡Jajajajajajajaja! - en su silla, Thor reía emocionado con el combate. Syf permanecía en silencio total, contemplando como su novio-esposo recordaba sus tiempos de pelea y Forseti se asustaba completamente de la reacción del Berserker.

- ¡Lindo Aquiles! ¡Ni se te ocurra perder! - Atenea gritaba con emoción combinada con soberbia - ¡Me dejarás en ridículo!

- ¿Vas a apoyar a los humanos o a los Dioses? - preguntó Ares serio.

- ¡A quien me haga mantener mi reputación! ¡Y mi lindo Aquiles no me está ayudando! - regreso su vista a la arena - ¡Al menos termina con vida!

- ¿Qué dices Atenea?

- ¡Ash! ¡Si no dices nada productivo, cállate Ares!

Geir inconscientemente comenzó a llorar levemente, y en cuanto se dio cuenta se limpió sus lágrimas y miró nuevamente a la arena con sus manos cruzadas.

- ¡Vamos Aquiles! ¡Tú puedes! ¡Tú puedes!

- ¡Ahhhh! - Aquiles ponía todo su empeño en sus ataques, aumentando cada vez la fuerza de sus golpes.

Huitzilopochtli se dio cuenta de ello, y también ponía toda su fuerza en detener la ráfaga de ataques consecutivos que soltaba el semidiós, pero no estaba interesado en atacar ni contraatacar.

solo se empapaba con el sudor de su propio cuerpo y la sangre que derramaban ambos rivales por las heridas que tenían en sus cuerpos, mientras que su corazón pedía a gritos seguir disfrutando de ese combate.

« ¡Soy un soldado para la humanidad! ¡Y por ellos es que ganaré esta pelea! »

Aquiles clavó su espada en el escudo de Huitzilopochtli con determinación y ferocidad, movimiento que sorprendió al Dios de la guerra. Entonces, desde esa postura, Aquiles lanzó un puñetazo directo al escudo con su otra mano, un golpe que fue completamente distinto a los demás que había lanzado:

El golpe fue capaz de fragmentar completamente el escudo y arrojar al Dios de la guerra a varios metros lejos. Igualmente, el impacto del puñetazo resquebrajó y fragmentó toda la armadura que llevaba, dejando al descubierto su cuerpo superior a la cintura; su capa cayó al suelo, y los pedazos de metal divino azotaron.

Heimdall, el primero en notar aquel cambio en Aquiles, se asustó completamente.

- Eso... ¡Eso es...!

- ¡! - Atenea lo notó también, pero en vez de asustarse sonrió aun más que antes y sus ojos se llenaron con una malicia inexplicable - Que lindo... ¡Jajajajajajajaja!

- ¡! - Ares y Hermes se asustaron, pero ese sentimiento lo compartió con el Dios Padre del Cosmos, quien asomó sus ojos dorados a la arena.

- También lo viste hijita...

- Es una lastima que en este punto lo vaya a usar... ¡Significa que ya perdió la cabeza y solo quiere matar a Huitzilopochtli!

- ¿Oh?... - Hermes se dio cuenta de lo que hablaban los Dioses, y su rostro también dibujó una sonrisa.

- ... - Ares era el único que no entendía nada de lo que estaban hablando los Dioses. Sin embargo, al ver el estado en que Aquiles se encontraba después de lanzar ese potente puñetazo, recordó de inmediato algo que había ocurrido.

Un evento de hace unos 5000 años, cuando él descendió a la ciudad de Tebas para lanzarles un castigo divino por sus pecados. Recordó al muchacho que se había puesto en la puerta y que no lo permitió pasar, incluso arriesgando su propia vida al beber la ambrosía.

Pero entre todo eso recordó un par de ojos que tenía fijados en su memoria poco antes de que Zeus descendiera para ponerle fin a esa batalla. La imagen se quedó fija en su mente, y entonces entendió de que hablaban los demás Dioses.

- ¡Increíble! - Heimdall estaba bastante sorprendido - ¡De un solo golpe, Aquiles mando a volar a Huitzilopochtli y de paso destruyó su propia armadura!

- ... ¡Eso es...! - Héctor emocionado gritó por encima de las voces de los demás troyanos.

- ¡! - París también se asustó al entender lo que hablaba su hermano.

Geir, levantada vio todo lo que acababa de pasar, y aunque fue en menor grado la valkiria también se asustó por lo que acabab de ocurrir.

- Aquiles... ya llegaste a ese punto... - cruzó sus manos esperanzada - Significa que... no puedes perder... por favor...

Aquiles, en la arena, estaba respirando pesadamente mientras el humo del golpe que liberó contra Huitzilopochtli se desvanecía completamente, al tiempo que sus respiraciones sacaban humo pesado.

El Dios de la guerra, por su parte, se levantó del suelo confundido y sorprendido por el ataque sorpresa que le golpeó. Pero, en cuanto se termino de poner de pie y vio a Aquiles, su expresión cambió. Aunque por un instante sintió algo de miedo, un sentimiento de orgullo y sed de sangre que antes tenía resurgió.

- Finalmente semidiós... puedo luchar contra el monstruo que tienes o... mejor dicho, el monstruo que eres...

Aquiles dirigió su mirada iracunda hacia el Dios, con unos ojos completamente negros a excepción de la iris que se pintaba de color dorado intenso.

- ... Mi lindo Aquiles... - Atenea suspiró con emoción - Finalmente... has despertado el gran poder de la ambrosía que corre por tus venas... La famosa "cólera de Aquiles".

- ¿La cólera de Aquiles?

- Cuando Patroclo, el mejor amigo de mi lindo Aquiles, fue asesinado, Aquiles fue hasta Troya y luchó mano a mano contra Héctor, el mejor soldado de Troya.  En el proceso, usó la fuerza de su ambrosía, en forma de cólera por sus emociones, y con eso derrotó a Héctor con un único golpe.

- Creo que desde entonces no lo ha usado, pero...  - suspiro Hermes con una sonrisa - Pensar que lo usaría hasta estar frente a un Dios...

Los Dioses de los panteones se asustaron mucho al ver el estado de Aquiles.

- No puede ser...

- A-Aquiles...

- ¡Aquiles se ha vuelto un Dios!

« He activado mi cólera... casi sin darme cuenta » levemente Aquiles se miró a si mismo « Ya que estoy así... ¡Daré todo lo que es la ambrosía! »

- Puedo sentirlo semidiós... - A diferencia de ellos, Huitzilopochtli mostró una sonrisa de emoción - Ya no eres un semidiós...

- ¡Entonces ya sabes lo que podré hacer! - Aquiles apretó los puños con enojo.

- ¡Mejor para mi! ¡Soy un completo experto cuando se trata de matar Dioses!

Huitzilopochtli se lanzó con sobre Aquiles, completamente emocionado. Aquiles por su parte, lanzó un grito de enojo y respondió a Huitzilopochtli con un puñetazo directo. Pero el Dios uso también su golpe para contrarrestar el de su rival, y ambos chocaron sus puños al mismo tiempo.

- ¡La batalla se intensifica más y más! - Heimdall estaba asustado - ¡Más ahora que Aquiles usa la ambrosía para atacar!

- La cólera... De Aquiles... - murmuraron los troyanos ante la breve explicación de Héctor.

- Entonces... ese sería su último potencial...

- Así es. Cuando maté a su amigo en la guerra de Troya, usó esa cólera para acabar conmigo... - Héctor apretó el puño - Mis años de experiencia en la batalla... Las tierras que conquiste para Troya... mis riquezas... ¡Todo lo que era yo! ¡Todo se fue a la mierda cuando Aquiles despertó su cólera contra mi!

- Hermano...

- ¡Pero... ahora mismo solo puedo sentir más y más emoción! - gritó Héctor con su primera sonrisa desde que entró al estadio - Esa misma cólera que terminó conmigo... ¡Seré capaz de verla nuevamente! ¡El ferviente espíritu de guerrero que tiene Aquiles!

- ... Tu si que estas loco... - comentó Télefo completamente asustado - Masoquista de mier|

- ¡Aquiles! ¡Vamos, amigo! - Patroclo comenzaba a saltar combinando la emoción del combate con su desesperación de que terminará la misma - ¡Vamos, tu puedes! ¡Destroza a ese Dios de una vez!

- ¡Patroclo, cálmate! - le exhortó Antíloco de inmediato al ver que Patroclo destilaba tantas emociones.

- ¿¡Cómo me voy a calmar, si mi hermano esta ahí luchando con todo!?

- Nuestro hermano - le corrigió Automedonte.

- ¡Solo podemos confiar, en vez de desesperarnos y gritarle así! - comentó Teucro - Él tiene lo necesario para ganar. Un cerebro poderoso para sus estrategias, la ambrosía que le diste, el entrenamiento que le dio Atenea, y... ¡Nuestra confianza! ¡Estoy seguro que no perderá!

- ¡Exacto! - concordaron Meríones y Eumelo con una amplia sonrisa - ¡Aquiles lograra devorar a ese Dios!

- ... ¡Aún así, no puedo evitar sentir esta desesperación! - exclamó Patroclo - ¡Desesperación de volver a estar con nuestro hermano! ¡Lo perdimos en la guerra de Troya, y solo... quiero pasar un día más con él, como en los viejos tiempos!

- No te preocupes... ¡Vencerá! ¡Por nosotros, y por la humanidad! - Ayax sonrió - ¡Será el soldado para Tesalia y para la humanidad que tanto ha deseado!

- ¡Vamos Aquiles! - Geir gritaba de felicidad con muchas lágrimas que caían de sus ojos - ¡Tú puedes! ¡Confío en ti!

De repente, su teléfono comenzó a vibrar, que le alarmó. Sus emociones desaparecieron al instante, y entonces se alejó unos metros de las gradas para atender lo que estaba sonando. En cuanto se dio cuenta que era un mensaje de su hermana Hlökk, se asustó.

"Hermana, ¿En dónde estás? Te hemos buscado las últimas 3 horas."

Al instante, su estómago rugió con voracidad, y Geir se dio cuenta que no había comido absolutamente nada desde la noche anterior en la cena, poco antes de partir a los Campos Elíseos para el Ragnarok, y tampoco había comido nada durante toda la mañana mientras entrenaba a los próximos Einherjer. Geir se avergonzó ahí mismo donde estaba, a pesar de que el mensaje de Hlökk no mencionaba nada de comida.

Geir también se sintió un poco incómoda, mientras pensaba una excusa lo suficientemente buena para que Hlökk ni sus hermanas supieran más de su ausencia. Pensó un largo rato, hasta que le llegó otro mensaje de parte de Hrist.

"No estás en tu cuarto. ¿EN DÓNDE ESTÁS?"

- ¡Ahh! - gritó levemente al sentir como si hubiera estado frente a frente con la cara molesta de Hrist.

Nuevamente volvió a pensar, pero su mente no tenía ni la menor idea de lo que podía decir a sus hermanas. Por lo que apagó el dispositivo para asegurarse que no le llegarán más mensajes, y regresó nuevamente a las gradas.

- ¡Vamos Aquiles! - una nueva motivación movió su corazón cuando pronunció por enésima vez aquellas palabras - ¡Por la humanidad, y por mis hermanas!

Aquiles lanzaba golpes con una potencia mayor a la de antes hacia Huitzilopochtli, demostrando definitivamente que su cólera aumentaba exponencialmente su fuerza.

Sin embargo el Dios de la guerra ya no los recibía directamente, sino que la mayoría los esquivaba usando sus habilidades como guerrero; movimientos con sus brazos para desviar los o cubrimiento para recibir uno que otro golpe de Aquiles.

El héroe de Grecia le soltó un derechazo que el Dios de la guerra esquivo sin problema alguno; golpe que impactó en el suelo y dejó un profundo cráter. Aprovechando la defensa baja que tenía, Huitzilopochtli soltó un golpe con su brazo izquierdo a la cara de Aquiles, que lo mandó varios metros lejos de él.

- ¡La potencia de los golpes de ambos contrincantes ha incrementado bastante! - exclamó Heimdall emocionado - ¡Ambos pelean con más de la guerra que han estado mostrando!

« ¿Pero qué diablos?... » guiado por las observaciones de Heimdall, Aquiles confirmó lo que su cuerpo había sentido con aquel golpe mientras se levantaba del suelo « Huitzilopochtli aumentó la fuerza de sus golpes... ¡En un solo instante! »

- ¿Qué te parece, semidiós? - sonrió Huitzilopochtli, mientras corría hacia Aquiles con los puños en alto - O debería decir... "dios"... ¡Ya que estoy peleando contra un Dios como yo, no hay necesidad de contenerse más!

- ¿Había estado luchando con su fuerza contenida?... - Télefo se asustó de escuchar eso.

- ¡Pero si ha estado peleando con mucha seriedad! - exclamó Cicno - ¡O sea que...! ¡No, tiene que ser una broma!

- ¡Aquiles! - Patroclo se asustó con la declaración de Huitzilopochtli - ¡Resiste y gana!

Huitzilopochtli llegó hasta Aquiles y en vez de usar sus puños para golpearlo, interpuso su cabeza y comenzó a empujarlo como si él fuera un toro. Aquiles recibió de lleno el impacto, especialmente en la zona que anteriormente Huitzilopochtli había perforado, por lo que inevitablemente escupió una considerable cantidad de sangre.

Pero no por eso Aquiles se detuvo, y de inmediato comenzó a golpear todo el cuerpo de Huitzilopochtli usando demasiada fuerza en sus brazos, y consiguiendo aunque fuera poco ralentizar a Huitzilopochtli.

En las gradas de los mexicas, sin detenerse lanzaban gritos de júbilo y emoción, incluso Coatlicue había cambiado su semblante apático y temeroso por uno más extrovertido y optimista.

- ¡Vamos hijo! ¡Derrótalo!

- ¡Hermano!

- ¡Dios de la guerra! ¡Destrúyelo! - Thor se levantó de improviso - ¡Acaba con ese humano!

- ¡Ahhhh! ¡Thor-sama!

- Cariño, vuélvete a sentar - Syf trató de hablar con el Berserker emocionado.

- ¡Ahhhhh! - con mayor velocidad que antes, Aquiles golpeaba y golpeaba el cuerpo de Huitzilopochtli.

Suena embargo hubo un momento que emocionó tanto a las gradas como a los peladores; los puños de Aquiles soltaban sudor que, al contacto con su propia piel, se evaporaban completamente, dejando ver que cada folleto de Aquiles soltaba grandes cantidades de humo.

- ¡Los golpes de Aquiles sueltan humo y vapor como si... estuvieran en combustión! - se sorprendió bastante Heimdall al notar eso.

- ¡! - Shiva, quien en la mayor parte de toda la pelea había tenido un semblante serio y callado, se levantó de su asiento cuando notó aquel detalle. - Eso... es...

- ¡Toma esto! - con su brazo izquierdo, Aquiles consiguió golpear el rostro de Huitzilopochtli y quitárselo de encima.

Huitzilopochtli cayó a un costado, y Aquiles se irguió mientras sus brazos emanaban bastante calor al grado de que parecían haber cambiado el color de su piel a rojo.

- ¡Aquiles! - Atenea se sorprendió por el movimiento del semidiós - ¡Se está quemando!

- ¿Puede hacer eso?

- ¡Por supuesto que si! - Atenea estaba más emocionada que antes - ¡Cuando Aquiles despertó su cólera, todo su cuerpo comienza a calentarse por el fervor de sus emociones combinado con la ambrosía, y aunque nunca había llegado hasta este punto, es posible que lo hiciera: sus puños se convirtieron en un par de faroles que golpean como bombas de acero candentes! ¡Está usando el poder de la ambrosía al máximo!

- Eso... ¿Pudo haber hecho Hércules?

- ¡Claro que si! Pero Hércules era demasiado recto y justiciero para dejar que sus emociones lo agitaban hasta ese grado - complementó Hermes - Su espíritu tendría que ser completamente humillado para que hubiera usando todo el poder de la ambrosía.

- ¡Y mi lindo Aquiles será quien me conceda el placer de ver eso!

- ¡Eso es... El verdadero potencial de Aquiles! - Héctor también se emocionó bastante - ¡Ahora que lo veo, yo nunca fui un oponente digno para sacar su poder completo... pero ahora estamos frente a Aquiles con todo lo que es!

- ¡Aquiles! ¡Ya lo tienes! ¡Mátalo de una vez! - Patroclo gritaba y gritaba, cada vez más emocionado.

Aquiles por su parte, con sus puños casi envueltos en llamas, miró hacia el lugar donde había despertado su cólera, y alcanzó a ver la espada que aún le quedaba, intacta en el suelo. Sin pensarlo 2 veces, corrió por el arma.

- ¡Aquiles corre en dirección opuesta a Huitzilopochtli!

Huitzilopochtli se levantó, y con emoción vio a Aquiles corriendo.

- ¡No huyas, "dios"! ¡No he terminado contigo!

Aquiles corrió hasta llegar y tomar con su mano derecha su arma, y rápidamente se dio la vuelta por haber escuchado a Huitzilopochtli cerca de él. A unos cuantos metros pudo visualizar al Dios de la guerra, quien corría con completa emoción hacia él.

- ¡No puede ser! ¡Huitzilopochtli volverá a embestir a Aquiles!

- ¡Aquiles! ¡Quítate de ahí!

La humanidad presente en las gradas comenzó a gritar al ver que Aquiles se había quedado quieto en su sitio mientras Huitzilopochtli se acercaba más y más. Sin embargo, él dirigió sus ojos dorados fijamente al Dios de la Guerra y emitió una sonrisa.

- Bueno... hagamos un segundo intento...

Tomó su espada desde la punta del mango, apuntando el filo para al frente, y se acomodó ofensivamente, dejando su brazo izquierdo como escudo y el brazo derecho con su espada. Patroclo la vio, y junto a sus amigos sonrieron.

- ¡Lo hará! ¡Lo hará nuevamente!

- ¡Si, así es! ¡Lo volverá a hacer!

- ¡Y ahora lo hará con su mejor poder!

Huitzilopochtli llegó hasta unos centímetros de Aquiles, preparando sus puños para arremeterlo con toda su fuerza, pero el Semidios fue mucho más rápido con el movimiento que tenía preparado.

- ¡Jabalina del Rey!

Usando la espada como si se tratara de su lanza, Aquiles empujó el arma con todas sus fuerzas hacia Huitzilopochtli, específicamente a su cabeza para cortarla de una vez; además, debido a la fuerza que estaba usando y al gran calor que emanaba de su cuerpo y se reflejaba en sus puños, el arma en manos de Aquiles se torno de un rojo vivo y comenzó a expirar vapor al moverse junto con una leve flama que surgió momentáneamente.

El Dios de la guerra, viendo el movimiento que estaba realizando Aquiles, solo fue capaz de mover su cabeza a un costado pero no de esquivar completamente el golpe. La espada continuó su camino, y se clavó en el hombro izquierdo del Dios de la guerra, realizando un profundo corte que, acompañado con el calor burbujeante de la espada y la flama de fuego que surgió y dejó una leve corriente de humo tras si, literalmente quemó todo el costado de Huitzilopochtli hasta llegar casi a la cintura.

El Dios de la guerra al sentir el gran calor acompañado con el corte, solo pudo lanzar un grito de dolor desgarrador, al tiempo que soltaba una patada a Aquiles para quitárselo de encima.

Todos en las gradas se quedaron en silencio al ver aquel movimiento. Coatlicue se quedó realmente impactaimpactada, consiguiendo apenas emitir un grito de desesperación junto con lágrimas.

- ¡¡Hijo!!

- ¡¡Hermano!!

Después de ese par de gritos, las gradas nueva,ente soltaron su ruido; especialmente la zona de los chicos de Tesalia y Troya.

- ¡Ahhh! - Patroclo sonrió de emoción - ¡Así se hace Aquiles!

- ¡Eso es Aquiles!

- ¡Magnífico guerrero de Troya! - Héctor también sonrió de emoción. - ¡Así debe ser una pelea!

- ¡Increíble, damas y caballeros! ¡Aquiles ha cortado y quemado a Huitzilopochtli hasta casi dejarle en 2 piezas!

- Igual que... a Raiden... - Shiva recordó la Kritti Vasasu que había lanzado a Raiden Tameemon hace 1000 años, que consiguió quemar el cuerpo del luchador poco antes de terminar la pelea.

- ¡Mi lindo Aquiles! - sonrió Atenea - ¡Está avanzando más de lo que pensé!

- Y... Huitzilopochtli está... - Ares estaba muy sorprendido con el ataque, al recordar también que Shiva había atacado de forma similar a Raiden Tameemon.

- Si esto sigue así... - comentó Hermes - Tendremos nuestra primera derrota muy pronto.

- Esto no se acaba aun... - comentó Zeus sonriendo - Los mexicas no caen, ni siquiera estando muertos...

- ¡Ya terminaré contigo dichoso Dios de la guerra! - los puños de Aquiles volvieron a cambiar de color y el humo comenzó a emanar de todo su cuerpo.

- ... - Huitzilopochtli tocaba el mango del arma que, aún hirviendo y soltando la sangre del Dios, seguía clavada en su pecho.

Los Dioses de otros Reinos se habían asustado y comenzaban a murmurar sobre lo que acababa de suceder.

- ¿Huitzilopochtli... ha perdido?

- ¡Nuestra primera derrota!

- No debimos aceptar esto...

- ¡Nos matarán!

Pero el panteón mexica siguió sin dudar ni por un segundo.

- ¡Eso no es nada!

- ¡El Dios de la guerra Huitzilopochtli no caerá con ese simple corte!

- ¡Vamos Huitzilopochtli! ¡Gana por Aztlan!

- ¡El Dios me que mató a 400 puede con más!

- ¡Huitzilopochtli ganará potencia todos nosotros!

- ¡Gana! ¡Gana! ¡Gana!

Huitzilopochtli seguía admirando el arma en su pecho con silencio y movimientos tranquilos, hasta que soltó un sonido aterrador anexo los oídos del héroe griego.

- Jaja... - una risa divertida.

- ¿Qué?

- ¡Jajajajajajajaja! - levantó la mirada mientras reía como un completo loco, reflejando en sus ojos diversión y locura combinados - ¡Esto es... demasiado excitante!

- ¿¡Qué!?

- ¡Eso es Huitzilopochtli! ¡Vamos!

- ¡Tu puedes!

Huitzilopochtli agarró el mango de la espada, y de un solo movimiento se arrancó el arma de su costado, expulsando mucha sangre suya en el suelo.

- ¡Ah! ¡Huitzilopochtli se saca el arma como si fuera una simple astilla!

- Jajajajajajajaja... ¡Estoy muy orgulloso de ti, "dios"! - Huitzilopochtli acercó el filo de la espada y lamió la sangre que tenía, a pesar de que aún estaba caliente el arma - ¡Ni siquiera la maldita de mi hermana muerta han conseguido que llegue a este punto! ¡El punto en que una pelea me divierta completamente! ¡Debo decirte que me enorgulleces tanto: un humano ha conseguido sacarme varias sonrisas! ¡En verdad me encantaría habernos conocido antes! Pero, ahora las cosas son distintas...

Huitzilopochtli dibujó un malvado deseo sangriento en sus ojos, y con una sonrisa diabólica miró a Aquiles al tiempo que lanzaba la espada al suelo con indiferencia.

- Por eso soy el demonio de la sangre... entre más sangre tenga a mi alcance... más desearás no haberte enfrentado a mi...

ASFD

...

Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.

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