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Capítulo 44.5: Una mujer a quien cumplir... (Final alternativo)

El recuerdo de su última día juntos invadió la mente de Josefa, lo mismo que del Einherjer viendo la distancia que acortaba el celta de la naturaleza.

« ¡Emiliano…! ¡No te quedes de pie; tenemos que pelear! »

El mexicano asintió y de inmediato, como pudo con su único brazo, comenzó una ráfaga de balas con efecto de francotirador que acribillaron el cuerpo del celta sobre muchas heridas, además de grietas algunas muy visibles en Deo Ceruninco.

Pero ya no iba a ser lo mismo; no ahora que Cernnunos conocía la clave para sobrepasarlo. Su cuerpo dio un cuarto de giro hacia atrás, y preparando a su serpiente realizó su golpe frontal de "arquero":

– ¡Vetiti Affinitatis: Selkie Cleissy!

La flecha de magia negra surgió del hocico de la serpiente y en un instante llegó hasta el humano:

Gracias a los reflejos de su valkiria pudo reaccionar para hacerse a un lado, pero no salió ileso pues desde su hombro y costado izquierdo de las costillas le impactó la flecha, llevándose todo el brazo. El ataque siguió su camino, destruyendo parte de la catedral del Zócalo, hasta clavarse en el muro de contención.

¡Por segunda ocasión la flecha mágica de Cernnunos hace un gran daño en el humano, ahora quitándole el brazo que no podía usar!

– ¡Amor, ya basta! – Josefa no podía soportar lo que veía, al igual que los demás mexicanos presentes. – ¡Ya ríndete, por favor!

Emiliano de nuevo perdió el equilibrio que se hizo muy notorio; sin un brazo y el otro sujetando un arma pesada, ahora el humano se tambaleaba de lado a lado tratando de estar de pie.

También estaba perdiendo sus sentidos: ojos, mente y espíritu estaban perdiendo las reacciones del exterior, viendo que ya estaba muy afectado por todas esas heridas. Perder su brazo fue la gota que dio lugar a su derrota corporal.

Con la apertura Cernnunos se aproximó contra su oponente; levantó el brazo y preparó el golpe taladro de Deo Ceruninco, que ahora con la poca distancia entre ambos significaría una muerte segura.

– ¡Zapata…! – Simo en la enfermería abrió los ojos y se levantó del asiento – ¡Sal de ahí!

– ¡Maldita sea chico! – para esas alturas, Hlökk ya había deshecho su peinado de coletas por la frustración – ¡Quítate de ahí!

– ¡Maravilloso! – Esus aplaudió un par de veces – ¡Usted puede hacerlo, maestro!

– ¡Vamos, vamos, vamos! – Atenea movió las piernas con frenesí – ¡Terminen con esto!

Exclamaciones de emoción y gritos de júbilo para el celta que se aproximaba, mientras gritos desesperados y angustiosos de parte de su gente para él. No podía escucharlos pues sus oídos se embotaron, pero pudo percibir con claridad que era todo lo que había para él.

No más esperanza, sino tormento.

« Así que, al final todo se resolverá de la misma manera cuando estuve en vida… » su cabeza concibió esa idea y le dio forma para dar una conclusión « Qué tonto fui… al pensar que podría lograrlo.

» Pensando que solo yo podría hacer algo semejante, pero… Bueno, al menos sé que en los cielos hay alguien muy parecido a mi… Que irónico; ojalá hubiéramos compartido armas hace tiempo…

» Por favor… a todos ustedes, pueblo mío, mi tan amado México, y todos los que han confiado en este cabrón tan ignorante y egoísta… les pido perdón por esta pendejada, pero… será lo mejor para ustedes…

» Hasta aquí llegué. »

Su cuerpo cedió; las rodillas flaquearon y comenzó a descender, mientras Deo terminaba su preparación para abalanzarse en él. Las gradas prestaron absoluta atención a lo que ya era el final de esa cuarta ronda, en especial las valkirias, los Einherjer y los humanos mexicanos que lloraban por su general.

Pero…

Justo antes que ocurriera el choque, hubo un momento que lo cambiaría todo.

La decisión de Mist.

En ese momento ella era la única consciente de lo que ocurría, entre en el cuerpo derrotado del Einherjer y la deidad céltica a punto de atravesarlo.

« Qué… ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo hacer? »

Llegaron a su mente 2 opciones:

La primera: deshacer el Volund para protegerlo de Cernnunos. Un plan muy arriesgado, desesperado, y sin sentido pues dejaría a Zapata sin arma divina. Podría deshacer de manera parcial el Volund, dejando una parte de su cuerpo al humano mientras lo demás sería un escudo para él, pero…

¿Funcionaría? ¿Sería una buena opción para salvarlo y ganar esa pelea que ya parecía estar pérdida? ¿Podría ser que… provocaría dolor en sus hermanas si llegase que fracasar?

Muchas cuestiones pero poco tiempo para pensar; era la única opción viable.

Mist cruzó los dedos y se preparó para deshacer el Volund. Solo tendría unos instantes para actuar; empujar a Zapata para salvarlo al mismo tiempo que detener a Deo Ceruninco con… ¿Con qué? ¿Una patada, un golpe de su puño o… usaría su propio cuerpo?

« Eso no importa… Debo hacerlo, y ya. » Mist se preparó para el momento; cerró los ojos con fuerza, sabiendo que lo siguiente podría llegar a ser doloroso, y…

Más bien, pero…

¿Podría ser la única opción?

La otra era también muy arriesgada; había más posibilidades que no funcionará, pero… debía intentarlo, y ambos estarían a salvo.

Su mente actuó por la segunda opción…

« ¡Deja de pensarlo tonta! ¡Hazlo de una vez! »

… Que era despertar al general.

« ¡Emiliano…! ¡Emiliano despierta! »

En su mente casi inconsciente por el dolor, cansancio y sentimentalismo, el mexicano pudo escuchar a la lejanía tal voz femenina. Era como estar cayendo en un pozo infinito y que alguien le hablaba desde la orilla.

« Esa voz… »

Abrió un poco los ojos pero no veía más que una profunda oscuridad; el final de su vida.

« No, es mi… imaginación. Ya estoy delirando… »

« ¡Emiliano! ¡Despierta! »

A esas alturas parecía imposible sacarlo del fondo; solo tenía pocos instantes antes que ambos murieran por el choque de Cernnunos. Si quería hacer algo para salvarlos a ambos, tenía que ser…

YA.

Mist se sumergió en la consciencia del humano para poder alcanzarlo; sintiendo su cuerpo muy malherido, su mente casi apagada, y su voluntad pérdida le era muy difícil dar con el botón adecuado, pero…

No se rendiría. Hace mil años no se rindió contra Apolo, y no estaba dispuesta a hacerlo ahora.

Su mano dio en el lugar correcto, que para Zapata fue lo mismo que si alguien le sujetara y de golpe lo llevara a la superficie.

« ¡Emiliano, debes despertar! »

« Chamaca… Eres tú. »

« ¡Déjate de pendejadas y despierta!…  ¡AHORA! »

Sus ojos reaccionaron y abrieron por completo; su mente despertó de nuevo, dándose cuenta de la situación que tenía con Cernnunos usando a Deo Ceruninco para atravesarlo. Solo restaban unos cuantos centímetros para que se diera el ataque del celta, pero…

« ¡Levántate Emiliano! ¡Aún no terminamos! ¡Aún tienes una promesa que cumplir…! »

El mexicano reaccionó justo a tiempo; levantó su brazo que aún sujetaba su agraria divina para apuntarla al celta, aunque por la casi nula distancia de separación y la presencia de Deo Ceruninco no iba a ser posible disparar.

Pero…

« ¡Vamos a ganar, Emiliano! »

– ¡Ahhhhhhhhhhhhh--!

¿Quién habló de disparar?

Emiliano levantó el arma con el cañón apuntado a Cernnunos y Deo Ceruninco; aunque quiso jalar el gatillo y descargar el arma, su postura no le iba a permitir un tiro correcto. Lo único que pudo hacer fue lo que ya no quería hacer:

Usar a Mist de escudo.

Con la bayoneta al frente Deo Ceruninco siguió su camino hasta, sin darse cuenta, ensartarse con la punta filosa. Por el impulso que llevaba terminó por empujar a Zapata más y más, mientras su hocico y cuerpo se rasgaban e incrustaban con el filo del arma divina del humano.

El humano trató de usar sus pies para frenar, pero la fuerza de Deo lo empujó y arrastró levantando rocas del suelo; el choque terminó por llevar al mexicano hasta impactar un edificio, con una nube que llenó el campo de visión de los espectadores.

¿¡Pero qué ha pasado…!?

Tanto humanos como Dioses creyeron que el resultado ya estaba decidido: la derrota de la humanidad tras 2 victorias seguidas.

Pero Cernnunos, al igual que Heimdall, sentía que algo no estaba bien; que la batalla no había terminado todavía.

Tuvo razón cuando, de entre los escombros del edificio destruido, emergió el humano reventado en heridas por doquier aunque protegido por las cintas del Volund, con el brazo aún sujeto al fusil. Los espectadores se sorprendieron bastante.

– ¡Emiliano Zapata aún sigue vivo a pesar del choque entre estos peleadores!

– ¡Cariño…! – Josefa fue de las primeras en mostrar preocupación, aunque los demás presentes se mostraron emocionados.

– ¡Nuestro general sigue vivo! – exclamo Palafox – ¡En pie y con arma en mano para partirle su madre a ese Dios!

– ¡Vamos, Zapata! – apoyó Villa desde su sitio – ¡Hazlo pedazos ahora!

« Pero… » la esposa del general era, de entre los presentes en esa sección, la única que se mostraba en verdad preocupada y asustada « ¡Está muy herido! ¡Lo… lo van a matar! »

El mexicano respiró hondo varias veces recuperando el poco aliento que podía mantener; Cernnunos bufó algo molesto.

– Pudiste sobrevivir a ese ataque por un milagro, pero… No dejaré que siga así.

Cernnunos levantó la mano que sujetaba a Deo para traerla de regreso, y siendo que la criatura era un arma divina obedeció sin dudar.

En la enfermería de Gimlé, los espectadores se preocuparon bastante.

– ¡Va a usar esa arma de nuevo! – exclamó Sigrune cubriéndose la cara.

El más preocupado y angustiado era Simo, quien ya daba por hecho la derrota de la humanidad y… el no regreso de su valkiria.

– ¡Chico, dispara o haz algo! – Hlökk exclamó muy enojada y angustiada, con las coletas deshechas y las manos en la cabeza – ¡Termina con él y devuélveme a mi hermana!

Pero hubo una gran sorpresa para todos en cuanto vieron lo que ocurrió:

Deo Ceruninco, después de haberse movido para regresar a Cernnunos, dejó de avanzar como si estuviera siendo frenada en seco; el celta se confundió bastante por tal reacción.

– ¿Deo? – volvió a mover su mano para llamar a la serpiente, pero el resultado era el mismo.

Cuando levantó la vista a la zona del impacto pudo ver la razón del por qué no regresaba Deo Ceruninco:

La bayoneta del fusil que sujetaba Emiliano no sólo había rasgado y atravesado a Deo, sino que había terminado atorado; la fuerza con que el humano sujetaba su arma divina era lo que impedía que Deo Ceruninco volviera al celta.

– ¡No puede ser…! – Morrigan abrió los ojos con sorpresa – ¡Ese tonto y estúpido humano… esta impidiendo que Cernnunos lo mate!

– Debería ser obvio – comentó Lugh a su lado, aunque no tan preocupado como ella – Supongo que si te quieren matar, tu lo evitarías.

Los 3 pequeños Dioses se molestaron, aunque Esus expresaba más preocupación que enojo.

– M-Maestro…

– Así que te quieres quedar con Deo Ceruninco… – Cernnunos apretó la mano donde tenía a la serpiente – No podrás.

Dio un jalón con toda su fuerza, consiguiendo que el humano con el arma en mano saliera de la zona del impacto cubierta de escombros; tales le hicieron daño al salir expulsado, pero ya estaba muy herido como para sentir más dolor que el que ya tenía.

El humano cayó al suelo de cara, y entonces Cernnunos invocó a Deo creyendo que ya estaba solucionado el problema pero no fue así: la serpiente mágica aún seguía atorada en la bayoneta del mexicano, quien aún estaba apretando el mango del arma para no soltarla.

– ¡Emiliano Zapata aún no suelta el arma divina de Cernnunos! ¡A pesar que la pelea ya parece estar pérdida, él… aún no se rinde!

– ¡Deja ir a Deo! – exclamó el celta ya enfadado, jalando por enésima vez su arma sin resultado.

Emiliano tosió por lo bajo para después levantarse del suelo usando solo sus pies y manteniendo el fusil en su brazo; soltó una risa burlona en voz baja con una sonrisa sangrienta.

– No… chingo a mi madre si lo suelto.

Cernnunos quiso expresarse más emociones negativas, pero sentía que le quedaba poco tiempo para mantener su magia.

– En ese caso… Muérete ahora.

Cernnunos se preparó para usar a Deo aprovechando que estaba aferrada al humano: confiaba en contar con la fuerza suficiente para atraerlo a sí mismo y acabarlo con sus manos, o tal vez usar uno de sus hechizos aprovechando la distancia.

Pero Emiliano sabía lo mismo: sabía que no le quedaban fuerzas suficientes para resistirse o mantener la pelea por más tiempo.

Ambos lo sabían. Era ahora o nunca.

« ¡Vamos Emiliano! ¡Tenemos que terminar…! »

Emiliano sintió la presión que ejerció Mist, además de notar que el arma divina se estaba agrietando por estar en contacto con la magia negra de Cernnunos; eso fue más que suficiente para avanzar.

« ¡No se diga más chamaca! »

Cernnunos generó mucha presión en su brazo listo para su movimiento mientras Deo Ceruninco comenzó a cargar magia negra; los espectadores estaban en completo ansiosos por el final del combate que llegase de una vez aunque ya estaban sospechando quién sería el ganador.

Las deidades se mostraban en verdad ansiosos y molestos por la tardanza, mientras la humanidad quería que ocurriera un milagro que se podía notar por sus expresiones de preocupación, angustia y miedo.

De nuevo todos ya habían dictado que la pelea acabaría mal para el humano…

Pero, solo una persona en el estadio no compartía ese sentimiento. Mejor dicho 2 personas.

Tales eran Mist y Zapata.

El éxtasis del momento le permitió a Zapata poder ver ante sus ojos toda esa vida de revolución, sufrimiento, guerra…

Toda su vida terrenal que lo había llevado al Ragnarok.

« Todo el camino hasta aquí… Desde que mi jefa dejó el sombrero en mi cabeza confiando en mi para lograr mi objetivo. Tanto que he hecho y me ha llevado hasta aquí…

» Nunca lo he olvidado. Mi mamá, mis hermanos y hermanas, la gente de Anenecuilco, la gente de la asamblea, Morelos, y mi amado país México… Todos confiaron en mi para traerles la libertad que se merecen.

» Les… Les pido una disculpa por no haberlo logrado antes. Por haber fracasado, dejarme engañar tan fácil por el enemigo y haberlos abandonado de manera tan tonta y ridícula, pero…

» Pero hoy es diferente. Tengo la oportunidad de arreglar ese error, de… ¡De terminar lo que comencé! ¡Gracias a todos por confiar en mi! Compadres y comadres, mi jefa Eva, chamaca Geir y todos ustedes que me ven… ¡No los defraudaré el día de hoy! ¡Hoy terminaré lo que les prometí…! »

Mist y Emiliano Zapata conectaron sus palabras al mismo tiempo, aplicando su último ataque.

– ¡¡Tierra y libertad para la humanidad!!

El fusil liberó un brillo divino al tiempo que Emiliano apretó el gatillo para descargar su contenido, para al usar usar sus pies para impulsarse al frente y avanzar.

Debido a la posición de Deo, con la bayoneta y la punta del cañón del fusil dentro de sí, no pudo hacer nada al respecto: recibió de lleno las balas del arma, las cuales Mist con su habilidad divina y experiencia con Simo cambió al instante a balas de francotirador, y todas ellas terminaron por destruirlo: primero la cabeza, la causa sin remedio estalló por la presión generada, y luego su cuerpo conforme Emiliano avanzaba en carrera hasta llegar al celta.

Todos los espectadores quedaron atónitos y boquiabiertos por el escenario: Emiliano Zapata estaba destruyendo el arma divina mágica de Cernnunos.

En especial los Dioses estaban en shock: Morrigan abrió ojos y boca con todo lo que pudo, por primera vez Lugh se mostró sorprendido, mientras Taranis, Teutates y Esus tenían sus rostros horrorizados.

Los humanos no podían creerlo; mucho menos Simo, Leónidas y Hlökk que igualmente quedaron boquiabiertos y sorprendidos.

Cernnunos igualmente, soltando tal expresión facial detrás de su casco-cráneo mientras los pedazos de Deo Ceruninco volaban por los aires, drenando toda la magia negra que había acumulado, y por ende sus últimas fuerzas vitales. El celta solo pudo admirar con los ojos abiertos su final a manos de Emiliano Zapata.

El mexicano siguió corriendo con el gatillo apretado; tras pocos eternos segundos de destruir a Deo Ceruninco finalmente llegó hasta el celta. El arma divina siguió su camino, aunque habiendo terminado con la serpiente se abrió paso el el brazo de Cernnunos para infringir un corte.

Sin perder impulso y por el suelo resbaladizo por la lluvia, Zapata avanzó desde la muñeca derecha hasta el pecho de Cernnunos, clavando la bayoneta y el cañón del arma en el esternón de la deidad, a mitad de sus pulmones. El celta sintió el golpe que su cuerpo macizo detuvo en seco, casi cayendo de espaldas y soltando lo que le quedaba de Deo Ceruninco.

¡¡No… No lo… No lo puedo creer!! – Heimdall casi se atragantó con sus palabras por la conmoción – ¡¡Emiliano… Zapata ha… ha destruido el… arma divina de Cernnunos… y clavó su fusil divino… en el pecho de… De su rival!!

El celta escupió gran cantidad de sangre; Zapata solo permaneció con el fusil estirando, jadeando con enormes bocanadas de aire mientras el cansancio aparecía tras la adrenalina del momento.

Pero Cernnunos estaba atónito sin poder comprenderlo.

– T-Tu… – apenas tenía fuerzas para hablar – N-No… No puede… ser…

– ¿No puede ser…? – Zapata sonrió con toque de burla – ¿No es posible… que un humano le haga… daño a un dios?

» Lo siento compadre… Desde hace un chingo eso es una pendejada.

Su mente estaba asustada; no sólo por su arma divina destruida en el suelo y el fusil del humano clavado en su pecho, sino… Por lo que iba a ocurrir a continuación, con respecto a su promesa.

« N-No… Yo hice la… la promesa… Le prometí a Cleissy que los protegería, a la naturaleza, pero… Un humano me ha… ¿Derrotado? ¿He perdido por… Los ideales de un humano…? No… »

Eso le molestó bastante, a modo que kevanto el puño para golpear a Zapata.

– ¡No lo permitiré…!

Mist fue la primera en reaccionar a ello.

« ¡Dispara Emiliano! ¡Ahora! »

El mexicano respondió por inercia apretando el gatillo; las últimas balas especiales de Mist atravesaron al celta, y por la presión ejercida igualmente provocaron una pequeña explosión que abrió un agujero en el cuerpo de Cernnunos.

Todos los dioses de nuevo quedaron boquiabiertos, en especial Atenea en las gradas griegas junto a sus hermanos; Hades permaneció con el rostro serio y con expresión serena.

El celta sintió una gran dolor recorrer su cuerpo, además que la explosión le removió y tiro al suelo su casco-cráneo animal; las rodillas le fallaron y cayó al suelo después que Emiliano retirara su arma y le diera espacio. El humano aprovechó la ocasión, aunque no oportuna, para hacer un comentario sarcástico.

– ¿Siempre ha tenido rostro normal, compadre? Esperaba que fuera como un caballo.

– No… No puede ser…

Cernnunos estaba atónito, asustado y… en especial, decepcionado de sí mismo.

– Yo… lo hice todo bien… ¿Por qué… por qué no gané…?

El humano dejó clavado al suelo la bayoneta para tener su mano libre.

– ¿No se lo dije? Yo lucharé por la libertad de mi gente hasta la muerte. Pero… parece que la libertad aún me quiere con vida…

– Pero… yo…

En verdad Cernnunos estaba derrotado, y muy decepcionado.

¿Por qué el guardia de la naturaleza acababa de ser herido de muerte por un humano? ¿Por qué su ideal de justicia divina fue superado por la libertad humana?

¿Por qué…?

Entre el dolor que sentía y las fuerzas que lo dejaban, un suspiro salió de sus labios expresando ese corazón quebrado.

– De verdad perdí… no pude proteger a mi… naturaleza…

– ¡Nooo! – Esus comenzó a llorar, sujeto a la orilla de las gradas y sostenido por Taranis y Teutates quienes también estaban desconsolados y tristes.

– Cernnunos… acaba de ser…

– Derrotado por un humano…

Ninguno quería mencionar lo que sentían por el miedo y respeto que le tenían a Cernnunos de hace muchos milenios; el único que lo hizo fue Esus, quien todo ese tiempo quiso volver a expresarlo:

– ¡No te vayas… Papá!

Cernnunos volteó a la dirección de sus alumnos-hijos, sintiéndose conmovido por tales palabras y, por desgracia, siendo de lo último que percibió.

Pero no fue así: lo último que percibió fue un golpe en su frente, como un manotazo muy débil para llamar su atención, de parte del humano. Emiliano sonrió de lado y, con la lluvia que limpió su rostro, pudo dar su declaración al celta:

– No diga esas pendejadas de que perdió; yo terminaré lo que usted empezó.

» No crea que dejaré morir los sueños de mi amigo vegetariano; yo me haré cargo de proteger a su naturaleza, así podrá descansar en paz.

Cernnunos le miró en shock… ¿Un humano sería capaz de cumplir el mismo juramento que él hizo por la naturaleza? ¿Un humano lucharía por proteger la naturaleza así como él lo hizo por tanto tiempo?

Pero… se trataba de Emiliano Zapata. Tras haberlo visto pelear en ese combate, lo poco que le quedaba de conciencia le dijo que podría hacerlo.

Que podía confiar en él.

– Hazlo… Emiliano Zapata…

Esas fueron sus últimas palabras, antes que su enorme cuerpo cayera al suelo mientras sus últimos pensamientos se desvanecían en el aire.

« Espero me perdones, mi amada Cleissy… Yo te hice la promesa pero perdí. Pero… en realidad me alegra…

» Me alegra saber que me reuniré contigo… »

Su cuerpo golpeó el suelo con pesadez, bañando el agua de la lluvia de rojo escarlata por su sangre, y poco después comenzó a brillar para fragmentarse en polvo que se elevó al cielo.

Esto… ¡No lo puedo creer! – Heimdall estaba con los ojos abiertos por completo mientras daba el resultado – ¡L-La cuarta… la cuarta pelea del segundo Ragnarok termina con un… un resultado que nadie pudo prever…! ¡Un resultado casi imposible!

Ante tal despedida Emiliano no pudo más que sentir respeto; sin embargo, su personalidad también a clamaba por orgullo para si mismo.

– Lo hicimos chamaca…

« ¡Lo hicimos Emiliano! » respondió Mist con una sonrisa en su rostro herido.

Una vez que el cuerpo de Cernnunos desapareció y Emiliano se había quitado el sombrero en respeto, tomó uno de los revólveres en las cintas de sus caderas y descargó su contenido al cielo en contra de la lluvia.

– ¡Viva la humanidad, cabrones!

– ¡El ganador de este duelo es Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur! ¡Con esto, los humanos se quedan con la delantera del segundo Ragnarok!

***

Emiliano Zapata vs Cernnunos
Duración del combate: 19 min. 39 sec.
Técnica decisiva: Tierra y libertad para la humanidad.
Ganador: Emiliano Zapata
3 – 1

***

La humanidad se unió en aclamaciones y vítores de alegría; su representante, aquel humano dispuesto a dar su vida por toda la raza humana, había ganado la pelea a pesar de todas las dificultados y pronósticos, pero no sólo eso:

El bando de la humanidad había conseguido 3 victorias consecutivas en el segundo Ragnarok.

Por primera vez los humanos superaron por mucho a los Dioses.

Escuchando todos los gritos en su favor, Emiliano no evitó soltar una risa victoriosa al tiempo que se acaba las balas del revólver; apenas le quedaban fuerzas para seguir de pie.

« ¡Lo logramos, Emiliano…! A pesar de todas tus… "pendejadas" »

– ¡Le pido una disculpa por eso, chamaca! Pero bueno, el resultado fue como esperábamos.

« ¡En definitiva! »

El cuerpo del humano brilló para deshacer el Volund; se pudo ver que la valkiria resultante tenía el vestido manchado de sangre, suya y del humano, además de una que otra herida en el cuerpo. Aun así, ella fue quien ayudó al mexicano a mantenerse de pie para salir.

– ¿Qué haces chamaca? – Emiliano tosió un poco y trató de apartar a la valkiria – Yo soy el que debería ayudarte--

– ¡Déjate de tonterías! ¡El que se está muriendo aquí eres tú… wey!

Mist se aferró a Emiliano para no dejarlo caer, al tiempo que Josefa sonrojó apareció en sus mejillas por usar esa expresión. Emiliano sonrió de lado por eso.

– A decir verdad te quedan bien mis palabras chamaca…

– ¿¡Qué dices!? ¡Solo puedo quedar bien en compañía de Simo!

– Que lástima. Estaba por invitarte esos elotitos que te prometí.

– … Solo por eso aceptaré tus palabras.

Un relincho llamó la atención de ambos dándose cuenta que se trataba de la yegua de Zapata, que estaba de pie aunque con vistosas y feas heridas se acercó a su amo con expresión alegre; de esa misma manera le respondió el humano.

– ¡Papaya! ¡Estás bien, chamaca!

– Tal vez herida, pero… parece estar bien – sonrió Mist con calma, acariciándola con su mano libre – Será mejor si te vas con ella ahora, y te atenderán más pronto.

Zapata estaba a punto de negarse pero el cansancio y dolor en su cuerpo se apodaron de él para casi tirarlo al suelo; su consciencia comenzó a perderse y su vista se volvió borrosa casi por completo.

– ¡Hey, Emiliano! – Mist sostuvo a su compañero antes de caer; rápidamente actuó para ponerlo sobre Papaya y darle indicaciones a la yegua – ¡Llévalo de inmediato a la enfermería!

El animal asintió y corrió a la salida del estadio a toda velocidad, ante los comentarios de los espectadores quienes se asustaron por el estado deplorable del mexicano.

– ¡Debo ir a verlo! ¡De inmediato! – Josefa se levantó de su asiento en un santiamén para dirigirse a la enfermería, acompañada de todos los miembros del Ejército Libertador del Sur.

– ¡Vamos! ¡Nuestro general se alegrará por vernos!

Mist quedó sola en la arena, sosteniendo algunas de las heridas que le dolían más, pero no tanto como para ser capaz de caminar hasta la salida tratando de rodear los obstáculos.

En el trayecto se puso a divagar un poco acerca de su combate recién terminado.

« Eso fue peligroso… Cernnunos fue un oponente formidable y peligroso… De hecho, creo que fue una pelea más peligrosa de la que tuve contra Apolo. En especial porque Cernnunos nos prestó más atención de lo que hizo ese tonto rubio griego…

» Si… Si no hubiera despertado a Emiliano en ese momento… Si hubiera elegido protegerlo con mi cuerpo… ¿El resultado habría sido el mismo o…? »

Se llevó las manos al cuerpo, por un momento sintiendo como si tuviera cierta presión en el pecho; de repente escuchó un grito en la lejanía, y al levantar la vista se percató que se trataban de la gente que había estado con ella en la enfermería:

Leónidas acompañado de su hermana Hlökk y Simö Häyhä con su perro, siendo que especialmente el par finlandés estaba alegre por la valkiria. El perro con ladridos corrió por el estadio para alcanzar a la mujer, saltando sobre ella a pesar de sus heridas.

Recibiendo la lengua del perro sobre su rostro fue que Mist tuvo una conclusión alegre.

« No importa lo que hubiera pasado… Lo que importa es que ganamos, y… estaré de nuevo con mis hermanas… »

Fecha de publicación: 14/09/22
ASFD

Nota de autor: Muy buenas gente. (Casi el día del grito mexicano, para conmemorar la posible victoria que pudo obtener nuestro general en nombre de México :3).

Espero que les haya gustado este final alternativo, tanto como a mi me gustó redactarlo. Ahora si me disculpan, me iré a llorar la muerte canon de nuestro general :"3

Cómo pueden ver seguimos publicando aunque en desorden; esto porque quiero comenzar la quinta ronda lo más pronto posible (ya verán por qué quiero llegar a ese capítulo).

Hablando de capítulos; puede que en unas horas se publique el capítulo 45, comenzando el epílogo de la cuarta pelea que dará más preguntas que respuestas de lo que sucederá en el segundo Ragnarok (UwU)

Y bueno, sin más que decir… ¡Los leo en el siguiente capítulo!

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