Capítulo 13: Pelea hasta el final
- Muy mal, Majestad... Un punto en contra de su trono...
El temblor que le generó a Jingu esas palabras fue notable para Sobek, por lo que el cocodrilo relajó su postura y movió sus manos para contemplar sus garras.
- Creí que habría más modales en una gobernante de naciones... que además es diestra en el arte de la espada... - comentó el cocodrilo, mirando sus garras como si acabará de tener una sesión de manicure - Existen ciertos valores... como "no atacar a alguien que no tiene su arma" por la deshonra del guerrero... o eso creo...
Jingū seguía de pie y quieta ante las palabras de Sobek, pero Hrist dentro de ella le impulsó.
« ¡Jingū, no te dejes intimidar! ¡Ataquémoslo de una vez! »
« ¡S-Si! » Jingū movió sus piernas y dio un salto para dirigirse hacia Sobek de frente.
- ¡La peleadora de la humanidad se dirige a toda velocidad contra el peleador de los Dioses, aprovechando que ya no cuenta con su arma!
La mujer se movió a toda velocidad, pero Sobek seguía mirando sus manos con indiferencia ante los movimientos de Jingū. Esta falta de atención le provocó momentáneamente un enojo a la espadachín.
- ... - Pero, sin importar cuantos centímetros de distancia se reducían, el cocodrilo seguía sin darle importancia, y ni siquiera dirigió sus ojos a Jingū.
Y en cuanto la punta de la hoja metálica que cargaba Jingū se posicionó a centímetros del Dios, este habló nuevamente con un tono de voz autoritario.
- Pero, si recuerdo una norma específica...
Con gran velocidad, Sobek movio su pie derecho pada dar un paso atrás acompañado de un cuarto de vuelta que le permitieron a Jingu pasar y entrar en el espacio personal del cocodrilo.
Dentro de ese espacio y momento, Sobek movió su mano derecha y consiguió tomar a Jingu del hombro, deteniendo en seco su avance y haciendo que soltara nuevamente su espada. Con la mano posicionada en el hombro de la mujer, Sobek estiró sus garras y acompañando el agarre que había hecho enterró sus garras en el brazo de Jingū.
Y finalmente, de un solo movimiento y aprovechando su diferencia de alturas, Sobek levantó su brazo y con ello a Jingū, quien instintivamente se sujetó el brazo de Sobek para no caer.
- ¡I-Impresionante! - exclamó Heimdall al captar todo - ¡Sobek sin arma aún puede pelear! ¡Usando sus garras, ha levantado a Jingū con una sola mano!
- ¡! - Atenea se quedó muy impresionada, junto con sus hermanos Ares y Hermes. Pero Zeus, con una sonrisa notable en su mirada, lucía mucho más tranquilo.
Líf y Lífthrasir quedaron boquiabiertas y sin aliento para respirar; parte de ellas sentía una gran emoción por ese movimiento, pero la preocupación por Jingū también salió a relucir. Sasaki se asustó por la forma en que había actuado el Dios, incluso después de haberlo previsto.
- ¡! - Jingū con forcejeo instintivos se movía en su posición, aunque la sorpresa no le dejaba actuar más de aquello.
Por su parte, Sobek miró con arrogancia a la mujer y volvió a hablar.
- Si pierdes tu arma, usa tus manos. Si pierdes tus manos, usa tus dientes. Si pierdes tu cabeza, maldices en el infierno o el cielo. Pero nunca dejas de pelear.
Con un movimiento agresivo y repentino, Sobek lanzó a Jingu al suelo al tiempo que retiraba sus garras del brazo de la mujer. Ella cayó sobre sus pies de espaldas y a un lado de su espada, soltando un leve quejido por el gran dolor por la herida recién formada que tenía en su brazo. Sobek se preparó y expulsando las garras de su mano derecha nuevamente tomó impulso para asestar un golpe directo con su mano.
- ¡Sobek tampoco desaprovecha ninguna oportunidad! ¡Golpeará a Jingū Kougou con sus garras extendidas!
- ¡! - Jingū pudo reaccionar y tomó su espada a su lado con ambas manos. Moviéndola con todas sus fuerzas, la interpuso entre ella y las garras de Sobek.
- ¡Y Jingū la logra evitar el golpe con su espada!
- ¡! - Jingu se quedó completamente sorprendida una vez más por la abrumadora fuerza del Dios, a tal grado que no era suficiente interponer la espada.
- Majestad... apenas se sumerge en mi... - Los ojos de Sobek reflejaron gran poder y autoridad - Pero... así nunca alcanzará mi profundidad...
- ¡Ahhh! - poniendo toda sus fuerza en sus manos, acompañando una patada con sus piernas juntas que dieron en el abdomen del Dios, logró que Sobek se alejara lo suficiente para que ella se pusiera nuevamente de pie.
Con mucha velocidad, decisión y molestia, Jingū atacó usando el estilo de Itou Sai en infinitas ocasiones para dañar al Dios. Sin embargo, el Dios cocodrilo uso únicamente las palmas y garras en sus manos para esquivar los cortes de la espada.
Dicho intercambio de golpes entre las garras de Sobek y la espada de Jingū duro un largo tiempo, el cual demostró en gran manera la resistencia física abrumadora que poseía Sobek, que tomó por sorpresa a la mujer. Pero, a pesar de ello, no desistió.
Y finalmente, la perseverancia de su pelea dio sus primeros frutos: las garras de Sobek se agrietaron levemente, mientras que las palmas del Dios sufrieron leves cortes que derramaron pequeñas gotas de sangre pero que con gran rapidez pintaron sus manos de color rojo.
- ¡Tras tanta lucha, la luz de esperanza brilla para la humanidad! ¡Jingū Kougou finalmente ha conseguido herir a Sobek, en sus palmas!
- ¡Increíble! - Líf y Lífthrasir sonrieron con total emoción mientras apretaban sus puños - ¡Jingū ha conseguido los primeros resultados de su trabajo!
- ¡La fuerza de nuestra representante finalmente está atravesando la coraza del cocodrilo de Egipto!
Ambas se levantaron y gritaron con todo lo que tenían.
- ¡¡Vamos Jingū!!
- ¡Si, así es! - Sasaki por fuera sonreía, pero en su interior no pensaba exactamente lo mismo: « Finalmente puede hacerle daño a Sobek, pero... Tras tantos ataques que ha dado directamente, ninguno consiguió herirlo... Realmente ese cocodrilo es mortal estando a la ofensiva, mientras que su resistencia es muy aterradora e impresionante »
En la humanidad, los ánimos subían levemente hacia Jingū; muchos de ellos ahora veían con ojos esperanzadores a la mujer que luchaba firmemente contra aquel Dios.
Especialmente, el joven emperador que estaba sentado y había cuestionado los movimientos de su madre, ahora podía visualizar tanto esfuerzo que estaba poniendo para atacar al Dios.
- ¡Vamos mamá! ¡Tú puedes!
Jingū dio un par de pasos al frente mientras atacaba, cosa que sorprendió mucho al Dios por lo que él retrocedió, bajando por un momento la guardia.
Jingū, aprovechando la ventaja que surgió, tomó la espada con una mano mientras giraba la punta del arma hacia el lado contrario, para efectuar un ataque dr corta distancia. Se acercó y poniendo toda su fuerza en su brazo, giro el arma sobre el pecho del Dios.
- ¡Tu ataque, Sasaki! - exclamó emocionada Líf - ¡Estilo Ganryu: Garra del Tigre!
Jingu movió la espada con toda su fuerza, consiguiendo golpear de lleno el pecho del Dios y recorrer gran parte de su abdomen, hasta que la hoja golpeó el suelo.
Pero lo siguiente fue lo que ella no quería ver: el cuerpo del Dios, a excepción de las ropas que llevaba, estaba intacto completamente, y ni siquiera había una herida mínima en algún lado.
- ¿¡!?
- ¡La espada de Jingū nuevamente no puede hacer daño al Dios!
- ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! - las pequeñas valkirias gritaron del susto.
- ... Que mal Majestad... - Sobek extendió sus garras de su mano izquierda, preparándose para atacar nuevamente.
Pero, Jingū, hablando por primera vez en voz alta durante el combate, no se lo permitió.
- ¡¡No!! ¡¡No te dejaré así!!
Jingu afirmó la espada en sus manos, y levantándola en esta ocasión con toda su fuerza realizó un Tsubame Gaeshi que recorrió la misma zona de impacto que el golpe anterior, haciendo que Sobek se quedará quieto por la sorpresa de escuchar a la mujer. Pero, el resultado del ataque fue el mismo que el anterior, que le provocó otro grito de enojo a Jingū.
- ¡¡NOO!! ¡¡NOOOO!!
Jingu tomó el arma y apretó el mango con todas sus fuerzas y emociones, para finalmente realizar un tercer golpe completamente improvisado, que recorrió desde arriba en el pecho de Sobek hasta tocar el suelo, nuevamente.
Sin embargo, el torbellino de emociones en Jingū provocó que la espada se moviera con mayor precisión y fuerza, dando el resultado que tanto esperada: un corte medianamente profundo se abrió en el cuerpo de Sobek, lo cual ocasionó que la sangre divina del cocodrilo volara con gran velocidad y manchara de lleno la ropa y el rostro de Jingū. Heimdall gritó de la sorpresa ante dicho movimiento.
- ¡Finalmente, un golpe en el cuerpo de Sobek le hace daño directamente! ¡Jingū Kougou ha cortado el cuerpo de Sobek!
- ¡Esto...! - Atenea estaba bastante sorprendida - ¡Una batalla muy emocionante! ¡Y finalmente... ha surgido la verdadera baturaleza del poder de Jingū!
- En efecto. Jingū finalmente le ha hecho algo de daño a Sobek... - comentó Hermes, igualmente sorprendido.
- Pero... ¿Cómo diablos fue que...? - Ares lucía confundido - Si la espada de esa mujer es divina, ¿Por qué anteriormente no le había hecho daño a Sobek?
- Por una razón. - contestó Atenea con voz juguetona - Sobek tiene una piel muy dura, casi impenetrable. Los cocodrilos tienen una coraza en su cuerpo que les da defensa ante cualquier depredador, y si eso le agregamos a Sobek, un Dios... lo hace demasiado resistente a los golpes incluso con armas divinas...
- ¿Entonces, Sobek era el Dios con más resistencia de los que conocemos?
- Así es hermano. Y finalmente Jingū Kougou ha atravesado la coraza más resistente en los cielos... - Atenea grito de emoción - ¡Ella si que es "la bendecida de los Dioses"!
- ¿Y qué tiene que ver eso con la herida de Sobek?
- ¿Acaso no es obvio? ¡Jingū Kougou es fuerte, veloz, diestra en el arte de las armas, y muchas cosas más! - sonrió Atenea con felicidad - ¡Como ya lo dije antes, carga con demasiadas leyendas en sus hombros como para que pierda contra un Dios!
Jingū respiró hondo, recuperando el aliento por todo por frenético que acababa de hacer. Sin evitarlo, sus labios dibujaron una sonrisa de satisfacción al ver la herida de Sobek, sin importar la sangre que la manchaba continuamente.
Sobek, mostrando mucha molestia ante las emociones de Jingū, se movió ligeramente a derecha y con su cola golpeó el vientre de la mujer de forma que la lanzó hasta el otro lado de la plataforma de la arena.
Con un golpe seco y muy fuerte cayó de espaldas, caída que le dolió más al haber aterrizado en el costado donde Sobek le había enterado sus garras.
El cocodrilo tocó con sus dedos su herida, asegurándose de lo real que era. Y, sin mostrar ningún sentimiento de odio o rencor, sus dientes se ordenaron en una sonrisa que dirigió a Jingū.
- Magnífico Majestad... ha atravesado la mayor defensa de los cielos... - en su mente, la curiosidad le habló de inmediato « Ese golpe venía acompañado de... algo más. No sé cómo decirlo, pero... sentí sus emociones de forma singular... Veamos que tantos trucos carga esta mujer. »
Sobek tiró la sangre en sus manos, mientras se acomodaba y daba pequeños saltos en el mismo sitio donde estaba, como si estuviera calentando. Jingū se levantó una vez más hasta quedar completamente de pie, muy dolorida, y con espada en mano dirigió su mirada hacia el Dios.
- ¡Jingu después de recibir el golpe del Dios se vuelve a levantar! ¡Y parece que Sobek se prepara para contraatacar!
La humanidad levantaba gritos de admiración que también se combinaban con otras tantas quejas y críticas.
- ¡Vamos Jingu!
- ¡Tú puedes!
- ¿No eres de aquellos que se quejaban?
- ¡No, claro que no!
- ¡Aún así no es suficiente!
- ¡Seguramente Sobek le hará pedazos!
- ¡Cállense todos!
- ¡Deja de decirme que hacer!
Jingu escuchó todo lo que decían los humanos, por lo que de forma inconsciente se aferró a su espada con molestia, mientras su rostro se acomodaba de acuerdo a sus emociones.
« ¡Jingū! ¡Deja de prestarles atención! » le exigió Hrist al notar las emociones de la mujer « ¡Te estás dejando influenciar mucho! »
« Pero señorita Hrist... Ellos... »
« ¡Tenemos suficiente con este cocodrilo demente como para que unas estúpidas quejas nos afecten! Ya para cuando matemos a este Dios, podrás restregarles en la cara todo lo que quieras... ¡Pero ahora concentrémonos! »
Sobek notó el dilema de emociones en Jingū, por lo que se relajó levemente y sonrió de forma arrogante mientras su mente le daba una idea.
« Es momento de sacar mi primera prueba de valor... »
- Majestad, debo pedir disculpas... - habló Sobek rápidamente y en voz alta - A pesar de todo lo que ha ocurrido entre nosotros en esta arena, debo confesar algo a usted, Majestad...
Jingu se quedó muy sorprendida por esas palabras, que dejó de prestar atención a su alrededor y a Hrist para escuchar lo que le diría el Dios. La humanidad también se calló y prestó atención, y muchos en las gradas de los Dioses también se concentraron.
- Con todo el respeto que merece... Su voz es más bella de lo que esperaba.
- ... ¿Eh?
Jingu se quedó paralizada al instante mientras sus mejillas se tornaban un color cálido, amigable y demasiado notable, mostrando que no esperaba aquello. Y ella no fue la única que no lo esperaba.
- ¿¡Qué es esto!? ¿¡Sobek ha halagado a Jingū a mitad de la pelea!?
Todos en las gradas se quedaron completamente confundidos y sorprendidos.
- ¿¡Qué diablos hace Sobek!?
- ¿¡Por qué le dice eso!?
- ¡La está distrayendo!
- ¿¡Qué carajos!?
- ¡¿Qué?! ¿¡Qué!? - inmediatamente Atenea se enfureció a tal punto de levantarse - ¿¡C-Cómo se atreve a decir eso a mitad de la pelea?! ¡J-Jugar con el corazón de una dama para sacar ventaja es...!
- ¿Sacar ventaja? - preguntó Zeus con interés - No creo que ella cambie de opinión y deje su pelea solamente por unas palabras.
- ¡Aún así... ¿Para qué lo hizo!? ¿¡Cómo...!?
- ... - Jingu estaba muy sorprendida y no se movía en absoluto mientras sus emociones flotaban, por lo que Hrist intervino.
« ¡No dejes que ese cocodrilo te manipule! ¡Estás luchando ahora mismo contra el! »
Jingu sacudió su cabeza como símbolo de afirmación ante las palabras de Hrist, y su semblante serio aunque mantenía su sonrojo de sorpresa, regresaron ante Sobek.
- ¡N-No juegues conmigo!
- Tal como lo sospechaba... una voz cálida como el amanecer, dulce y hermosa como el rocío junto al río... - suspiró Sobek en voz alta, y Jingu nuevamente se sorprendió y hasta llegó a asustarse, mostrado en el color rojo que se intensificó en su rostro - Debo decir que es un gran contraste. Algo que definitivamente no esperaba para pelear...
- ¿Eh?
- Oh, disculpe... - se corrigió el cocodrilo soltando una risa traviesa - Me refiero a que esperaba enfrentar en esta arena algo distinto.
- ¿Distinto?
- Me refiero a un espíritu más firme y de liderazgo... - sonrió Sobek con una inusual inocencia - Esperaba pelear contra un bloque de acero. No contra una flor de loto.
- ¿¡E-Ehhhh!? - Jingu estaba a punto de soltar la espada mientras su sorpresa aún emanaba en gran manera. Sin embargo, sacudió la cabeza enojada y volvió a adquirir su semblante serio - ¡No digas tonterías!
- ¿Le sorprende...? ¿Le gusta... Majestad?
- ¡¡Ya cállate cocodrilo!! - exclamó enojada Jingu, apretando su espada al tiempo que su rostro se volvía más y más rojo - ¡¡Sigue peleando!!
Las palabras en las gradas de la humanidad cambiaron drásticamente; de apoyar a la mujer, la mayoría de los espectadores expresaron sus quejas y molestias frente a cómo actuó Jingū, mientras que surgió un tercer grupo con una actitud nueva: burlas y desprecio.
- ¡Esto es inaudito!
- ¡Un simple cocodrilo la está perturbando!
- ¡No lo puedo creer!
- ¡Esto tiene que ser una broma!
- ¡Sabía que tener a esta mujer en la arena era una idiotez completamente!
- ¡Ella no debería estar peleando ahí!
- ¡Alguien más se merece este lugar!
- ¡Deberían cancelar este combate!
- ¡Más nos vale una derrota que seguir viendo esto!
El emperador Oujin de inmediato se asustó al notar todas aquellas burlas, y comenzó a mandar a sus siervos para que callaran a todos los que hablaban de esa forma, aunque con cada uno que volvía las quejas se hacían más numerosas y las borlas y risas resonaban con gran fuerza.
- ¡Esos humanos...! - exclamó enojada Líf mientras veía lo que pasaba - ¡¿Cómo se atreven!?
- ¡¡Definitivamente los merecen el tridente de Poseidón en sus malditos culos!! - habló completamente enojada Lífthrasir.
- ¡Ella sigue peleando... y aun así...!
- ¡Por eso los Dioses los quieren matar!
- ¡Desde despreciar la labor de los Dioses, hasta humillar a sus propios representantes!
- ¡La humanidad es tan... tan...!
- ... - Sasaki, quien había estado manteniéndose firme todo el tiempo, ahora expresaba en su rostro mucho enojo al igual que las pequeñas valkirias, por lo que sin pensarlo 2 veces se dio la vuelta y salió del palco apresuradamente.
Conforme todo el desprecio de la humanidad llegaba a sus oídos, Jingū conseguía endurecerse en gran manera hasta el grado de que escuchaba su propio corazón salirse del pecho junto con las lágrimas que empezaron a recurrir de sus ojos, que contrastaban la temperatura de sus mejillas.
Pero es faceta más exterior que interior ocultaba el verdadero sentimiento que la comenzó a carcomer: humillación.
Se estaba sintiendo humillada y pisoteada ante la arrogancia exagerada del Dios cocodrilo a tal grado de decir todo eso. Mientras que su enojo hacia latir zumo corazón mucho más, su humillación entraba y salía por todos sus órganos internos como un parásito.
« Jingu, no los escuches... » Hrist era capaz de sentir en carne propia los sentimientos de la Jingū « Dejemos eso de lado, y sigamos peleando. No los oigas... »
- ¡Mierda, mierda! - se quejó con gran voz, mientras apretaba más la espada y la humillación que sentía crecía y crecía al grado de hacerla temblar, junto con nuevas lágrimas que salieron de sus ojos - Maldito Dios...
El cocodrilo notó los sentimientos de la mujer, por lo que dejó su sonrisa y la miró con seriedad serena. Después, dio unas rápidas miradas hacia la humanidad, con ojos serios y firmes que mostraban enojo de forma pacífica.
Finalmente, el tour de su mirada volvió a caer en Jingū, y su actitud volvió a ser serena y relajada, y hasta cierto punto se percibía mucho más cortes que antes.
- Perdóneme, Majestad. No quería llegar a esto.
- ¿Y bien? - Jingū separó una de sus manos de la espada para restregarla en su rostro, limpiando sus lágrimas - ¿Qué quieres, maldita sea?
- Quería llegar a expresarle... la segunda cosa que admiro de usted...
De inmediato, Sobek apresó el paso y emprendió carrera a toda velocidad hacia Jingū.
- ¡Después del intercambio de diálogos, Sobek se dirige hacia Jingu para un ataque frontal! ¡Va a embestirla de frente! - Heimdall prestó más atención.
- ¡! - por unos instantes Jingu se sorprendió, pero aprovechando su cúmulo de emociones negativas dio un paso al frente lista para atacar.
« ¡Jingu, calma tus emociones! ¡Tu ataque no va a funcionar! »
« ¡Me importa una mierda! ¡Si puedo matar a este maldito Dios, me sirve! » Jingu se estaba preparando para usar un corte Ganryu otra vez.
Sobek y Jingu continuaron hasta estar separados por poco menos de un par de metros. Él seguía corriendo a velocidad, mientras que Jingu se detuvo en seco para mover la espada aprovechando el impulso que llevaba.
Sin dudarlo, movió la espada conforme el movimiento y la fuerza le dictaba, y entonces ocurrió el movimiento de Sobek.
Este dio un salto, de forma que no solo logró esquivar el ataque sino que estuvo elevado en el arrogante una enorme cantidad de metros. En cuanto comenzó a descender al suelo, detrás de Jingu, Sobek tomó la punta de su cola y flexionando su cuerpo se enroscó como si fuera una pelota.
Tocó el suelo, y aprovechando la fuerza de la caída junto a su forma esférica, el cocodrilo rodó en el suelo y siguió su camino hasta llegar a la orilla de la plataforma, en la cual cayó para hundirse en la profundidad de la arena.
Debido a sus emociones alteradas, ella no pudo visualizar ni reaccionar a tiempo. Con su mirada baja y su peinado desaparecido, dejando como consecuencia un brillo son cabello oscuro que se movió lentamente con el pasar del viento, respiraba enfurecida esperando haber atinado su golpe.
Pero, cuando levantó la mirada para encontrar el resultado de sus actos, vio que estaba completamente sola en la plataforma. Esto la sorprendió en gran manera, de forma que se olvidó de sus anteriores emociones.
- ¿Eh?
- ¡Esto es inesperado...! - exclamó sorprendido el nórdico - ¡Sobek corrió hacia Jingū para dar un salto y posicionarse detrás de ella, pero al parecer su impulso lo termino llevando hasta el fondo de la arena!
- ¿¡Qué!? - Jingu volteó a Heimdall - ¿¡Qué Sobek hizo qué!?
- ¡E-Eso mismo señorita! ¡Saltó sobre usted, y terminó rodando hacia el agua!
- ¿Entonces...? - Jingu volteó hacia los lados con confusión y miedo.
Los Dioses y humanos en las gradas estaban sorprendidos, y con gran razón al ver se movimiento del cocodrilo.
- ¿Qué acaba de pasar? - preguntó Ares confundido.
- Yo tampoco lo sé. - explicó Hermes - Pero parece que ese movimiento no le salió bien a Sobek.
- ¿No le salió bien? - preguntó Atenea con sarcasmo - ¿Solo porque no fue lo que esperaban: un ataque a espaldas de Jingu?
- ¿A qué te refieres Atenea? - preguntó Ares.
- Tan solo miren a los egipcios... ellos están calmados y totalmente serenos, porque saben lo mismo que yo.
- ¿Y eso es...?
- Que Sobek no falló en su movimiento.
Ares y Hermes dirigieron sus miradas hacia los Dioses egipcios, en especial hacia la Trinidad que los dirigía: Osiris, Isis y Horus. Los 3 estaban sentados en fila en sus asientos, pero ninguno de ellos se mostraba asustado ni preocupado.
En otra parte del estadio, entre los pasillos cercanos a la sección de Dioses egipcios, había un par divino que lucían igualmente tranquilos, pero ellos emanaban más seguridad y confianza que los demás Dioses egipcios. Una vestía ropas extravagantes, llenas de joyería, y en sinfonía con las curvas femeninas que portaba en todo su cuerpo, mientras que el segundo Dios parecía traer varias mantas como si fuera una especie de extranjero.
Ambos Dioses, con sus manos entrelazadas, expresaban mucha confianza y miraban la arena con gran expectación,
- Vamos, Sobek... - hablaron ambos al mismo tiempo, con orgullo y esperanza en sus palabras.
Jingū seguía mirando a todos lados de la arena mientras hacia giros de 360°, fijándose en el movimiento del agua para captar sitios donde fuera más turbulenta.
- Entonces... - Jingu comenzó a sacar sus propias conclusiones. - Sobek está...
Después de dar varias vueltas, finalmente se detuvo en seco para mirar hacia una orilla en especifico.
- Sobek está... nadando en el agua... - con algo de miedo se dirigió a la orilla - No se en donde vaya a parecer de nuevo...
La mujer siguió sus pasos hasta quedar cerca de la orilla, a menos de medio metro. Se estiró hasta quedar de puntitas para tratar de visualizar el interior del agua, pero el reflejo del sol no le permitía.
« Jingu, ya no te acerques más... » le advirtió de inmediato Hrist « Ya no te acerques si no quieres que- »
Sin esperar más tiempo de respuesta, las aguas se agitaron de un segundo a otro, y atrás de la mujer una inmensa y gigantesca columna de agua se levantó sobre la arena.
Jingu se volteó con total rapidez y sostuvo su katana, lista para defenderse. De la columna de agua surgió una gran esfera de agua que voló rápidamente hacia Jingu mientras la además agua volvía a su sitio.
Ella apuntó su arma hacia la esfera, y al instante que chocaron, el agua salió volando por todas partes al ritmo del sonido metálico que resonó en toda la arena, mostrando lo que había en su interior: Sobek, golpeando con su recuperado tridente el arma de Jingū.
- ¡Esto es...! - Heimdall se quedó sorprendido, pero pudo comprender rápidamente lo que ocurrió - ¡Sobek no se lanzó hacia Jingu no para atacarla, sino para entrar en el agua y recuperar su tridente!
- ¡Eso es Sobek! - el par de Dioses entre las sombras sonrieron con fervor y se abrazaron - ¡Vamos! ¡Vamos!
- ... - Sobek sonrió, mientras mantenía el tridente en el choque de armas - ¿Quiere escuchar mi segundo halago?
- ¡! - Jingu se vio obligada a sujetar el mango del arma con las 2 manos, por la fuerza que comenzaba a crecer de lado del Dios.
- Hasta este momento... Ha peleado con todo...
- ¡Jingū Kougou! - exclamaron las pequeñas hermanas con total emoción y felicidad. - ¡Acaba con ese cocodrilo!
Líf volteó instintivamente hacia atrás y se halló con que el espadachín anciano ya no estaba ahí con ellas.
- ¿Hmmm? ¿Y Sasaki?
- ¿Eh? ¿No estaba aquí? - Lífthrasir volteó junto con su hermana.
Casi de inmediato, el sonido de pasos recorrió el pasillo conectado con el palco, y ambas hermanas se sorprendieron y asustaron un poco.
- Seguramente ya volvió Sasaki - habló Lif primero.
- ¡Seguro nos trae comida! ¡Y ya viene de vuelta! - exclamó Lífthrasir, mientras se relamia los labios.
- ¿De dónde sacaste esas conclusiones? - preguntó Líf con curiosidad sarcástica.
- ¡Pues ya tengo hambre! ¡Ojalá traiga comida!
- Bueno, con o sin comida... ¡Seguramente es él!
Ambas se levantaron del asiento y fueron para recibir al espadachín con los brazos abiertos. Pero, quien apareció del otro lado estaba muy lejos de ser Sasaki Kojiro: se trataba de su hermana mayor, Geir.
- ¡! ¡Onee-sama! - las 2 pequeñas gritaron de emoción y sorpresa mientras caminaban a ella - ¡Onee-sama!
- ¿? - Geir recibió a ambas con un abrazo en las piernas, pero se extrañó mucho al ver que ellas 2 estaban solas en el palco - ¿Siguen solas aquí?
- ¿A qué te refieres, onee-sama? - preguntó Líf - Nos dejaste solas, y luego te fuiste.
- ¿No vino...? - iba a preguntar, pero sacudió su cabeza respondiéndose a ella misma - Cómo sea. De casualidad, saben... ¿No han visto a Sasaki Kojiro por aquí?
- ¡Estaba con nosotras! - exclamó Lífthrasir con emoción, mientras levantaba sus manos.
- ¿Qué? - Geir miró a Líf con confusión - ¿No me acabas de decir que las deje solas?
- Nos dejaste solas, pero Sasaki vino. Y se volvió a ir antes de que vinieras... ¡Tienes que preguntar más específico! - exclamó la valkiria.
- Okey... - Geir se restregó el rostro - Entonces... ¿Aquí estaba Sasaki?
- Si, pero en cuanto la humanidad comenzó a quejarse de Jingū, desapareció de aquí... ¡Como espuma!
- ¿Espuma?
- O-Okey. Debo buscarlo de inmediat| - la valkiria prestó atención en lo que dijeron sus hermanas y se consternó - Un momento... ¿Qué a Jingu le estaban haciendo qué?
- ¡La han estado criticando todo el tiempo! - expresó Lífthrasir con total indignación - ¡Han dicho que ella no se merece estar en la arena! ¡Y cuando Sobek se estaba burlando de ella, la humanidad le apoyó al cocodrilo! ¡Están humillando a Jingu!
- ¿¡Qué diablos!? - Geir se acercó a la orilla del palco, para prestar su atención a las gradas de la humanidad.
- Onee-sama, ¿Dónde has estado? - preguntó Líf con curiosidad - Te fuiste, y no has visto nada de este combate...
- Oh, eso... - « Obviamente no les puedo decir todo lo que me dijo Hlökk. » - Me encontré con Hlökk, y me dijo... que Jingū era mejor oponente para Sobek que Cleopatra... estuvo convenciéndome de que tomó una buena decisión...
- ¡Y si que tiene razón nuestra hermana Hlökk!
- ¡Ha dado demasiadas vueltas esta pelea! ¡En especial por la superioridad de Sobek, pero Jingu no se ha rendido en ningún momento!
- ¡Jingu sigue peleando con todo, a pesar de que Sobek tiene todo un arsenal de armas!
- ¡Definitivamente Jingū es la mejor peleadora por la humanidad hasta donde nuestro ojos han visto! - sonrió Lífthrasir.
- Bueno, hermana... - le comento Líf - Ella es la única que hemos visto en acción.
Después de mantener con su tridente el choque de armas, Sobek dio un paso atrás, dejando a la mujer respirar para reponerse del esfuerzo.
El Dios cocodrilo tomó con su tridente con su mano derecha, y comenzó a girarlo con gran rapidez, haciendo una especie de maniobra.
- ¡Le pondré a prueba, Majestad! - exclamó el Dios, al instante en que detuvo el tridente de forma que apuntaba al agua con sus puntas. - ¡Espero que sea amigable con el agua!
- ¿?
- ¡¡Látigo de Sobek!!
Con un movimiento que recorría desde su espalda hasta el suelo frente suyo, Sobek movió el tridente como si dibujara en medio círculo. Y acompañando al tridente, una columna de agua salió de la arena y golpeó en la plataforma, de la misma forma que golpearía un látigo.
El látigo acuático recorrió toda la plataforma en dirección a Jingu, quien a último momento logró esquivar el golpe moviéndose a un costado.
En cuanto el agua cayó por toda la arena, Sobek saltó y se dirigió hacia Jingū, con el tridente por debajo de su cadera y apuntando a la samurai.
- ¡¡Furia del Nilo!! - con rápidas estocadas horizontales, que recorrían de forma vertical desde el suelo, Sobek arrojó una lluvia de golpes infinitos que iban directamente hacia la mujer.
Ella, sin tener mucho tiempo para pensar, se vio forzada a golpear de forma desesperada y aleatoria hacia el frente para desviar la mayor cantidad de golpes que pudiera.
El tridente de Sobek golpeó miles de veces en Jingū, infringiendo varias heridas en todo su cuerpo que comenzaban a afectarle mucho.
Sobek dejó de lado ese ataque y dio un salto en el aire, elevándose varios metros sobre la mujer y tomando el tridente con la mano izquierda. La valkiria dentro de ella identificó de inmediato el ataque.
« ¡Jingu! ¡Defiéndete! »
- ¡¡Anfitrita!!
Las estocadas del tridente de Sobek comenzaron a golpear con hacia el suelo, en todas direcciones y formando una especie de cúpula pequeña. Jingu, sin tiempo que perder mirando la lluvia de ataques, movió su espada en todas direcciones para desviarlos. Se notaba que la desesperación comenzaba a consumir sus emociones.
« ¡Jingu! ¡Trata de usar la Defensa de mil imágenes! ¡No podrás escapar de todos sus ataques si sigues así! »
Sobek en el aire siguió moviendo su tridente con seguridad y seriedad, que se pudo reflejar en una pequeña sonrisa malvada junto a sus ojos hambrientos de sangre.
Tras sus estocadas, finalmente el cocodrilo dejó en paz a Jingū saltando de regreso al suelo. Las gradas del lado de los Dioses estaban muy emocionadas, que se expresaban en sus gritos.
- ¡Sobek ha recurrido a usar 3 movimientos que lo definen como el gran tirano de los mares! ¡Ha mostrado a su oponente la gran diferencia entre una humana y el Dios de Dioses!
- ¡Ese es Sobek! ¡El Poseidón de Egipto!
- ¡Es tan poderoso como Poseidón!
- ¡Un verdadero tirano de los mares!
- ¡Siempre quise ver pelear a Sobek-sama!
- ¡Es tan guapo y poderoso! ¡Me encanta!
- ¡Sobek! ¡Sobek! - muchos Dioses, tanto los egipcios como de los demás Reinos, gritaban su nombre junto con un nuevo título que hace un milenio que no se usaba con tanta frecuencia.
- ¡El Dios de Dioses! ¡D-O-D!
- ¡¡D-O-D!! ¡¡D-O-D!!
- ¡¡D-O-D!! ¡¡D-O-D!!
Sobek escuchó con total atención todos los gritos de los demás Dioses, y con un movimiento lento dirigió su mirada hacia ellos.
Pintado con sus ojos, se reflejaba el mismo sentimiento de arrogancia y odio que tenía ilustrado Poseidón en su respectivo combate, a lo que se le añadía la forma de sus ojos que aumentaban dicho sentimiento.
Todos los Dioses se asustaron, tanto por sus ojos como al recordar la misma mirada de Poseidón, y uno a uno se quedaron callados completamente.
Pero instantes después Sobek volvió su mirada a la arena y tomando el tridente con fuerza lanzó un grito.
- ¡Eso es! ¡Yo soy su nuevo Poseidón! ¡Su nuevo Dios de Dioses! - sonrió con una amabilidad extraña, mientras levantaba el tridente con una mano - ¡Adórenme como su nuevo Rey de los mares!
Pero los Dioses, captando de inmediato la aceptación, nuevamente alzaron sus voces y gritos de júbilo en favor del Dios Sobek.
- ¡El Dios de Dioses! ¡D-O-D!
- ¡¡D-O-D!! ¡¡D-O-D!! ¡¡D-O-D!! ¡¡D-O-D!!
Sobek sonrió con orgullo excesivamente notable, y lanzó un rugido al cielo acompañado de su tridente levantado.
- ¡¡Sobek!!
- ¡Jaja!
El cocodrilos rió con mucha diversión mientras hablaba con muchos aires de grandeza.
- Se siente bien tener el apoyo del pueblo, sean basura o no... - miro a Jingū de reojo - Especialmente para los reyes: es un trabajo muy difícil liderar a las masas. Pero no necesita saber lo que ya sabe, ¿Verdad Majestad?
- ... - Jingu solo se aferró a su espada con molestia.
- Uno de los placeres de la vida... - sonrió el cocodrilo - Sentir el apoyo de su pueblo es... ¡Una de las sensaciones más excitantes! Por el contrario... - su semblante se volvió más serio - Ser el hazmerreír del pueblo... debe sentirse como una gran deshonra y humillación.
Jingū alcanzó a soltar un gruñido de molestia e inconformidad, que pudo escuchar Sobek. El cocodrilo volvió a mirar a Jingū e hizo una leve reverencia.
- Mi más sentido pésame por ser la reina de ese pueblo tan miserable... Si me lo permite decir...
A pesar de tanta palabrería, ella no se movía en lo absoluto, sabiendo lo que podría llegar a hacer el cocodrilo, por lo que siguió quieta.
- Aunque... hay una escoria que no soporto en lo absoluto. Y creo que usted me entenderá... - Sobek apretó el tridente y con su mirada negativa la dirigió a las gradas de la humanidad - Aquellos que no visualizan el esfuerzo de un rey... aquellos malagradecidos que se burlan de una flor de loto...
- ¡!
Jingu se quedó en silencio y sorprendida, del mismo modo que en las gradas de la humanidad la quietud total se formó.
- Un montón de perros muertos que alimentar, ¿No lo cree, Majestad?
Sobek se quedó en silencio, esperando una respuesta de Jingū. Ella lo entendió segundos después y comenzó a balbucear.
- E-Eh... yo...
Sobek suspiró y volvió a sujetar el tridente.
- Bueno... parce estar de acuerdo... ¿Le parece si seguimos para hacer que cambien de opinión?
Sobek de un salto se arrojó contra Jingu, y ella cambio su sorpresa de inmediato para defenderse de las estocadas del Dios.
- ¡Sobek sigue atacando! ¡Y Jingu se defiende! ¡El combate ha vuelto a activarse!
- ¡Que palabras tan interesantes! - exclamó Atenea con una sonrisa traviesa en sus labios - La verdadera esencia de Sobek: ser un rey y conocer todo sobre los reyes.
- ¿Cómo que se lo tomó muy en serio, no? - comentó Ares al aire. - Es Dios de los faraones, pero parece ser muy apasionado a la realeza.
- Él si hace su trabajo hermanito - habló Atenea con seguridad - Aunque parece que hace más del que debe, eso sí. Pero, tu sabrías de esas cosas si tan solo|
- ¡Suficiente! ¡Dejaré de hablar si sigues con tus bromas! - exclamó Ares a su hermana con total enojo, sabiendo lo que ella le diría.
- Será más placentero tu silencio~ - bromeó la Diosa, mientras se tapaba la boca con un movimiento risueño.
El par de Dioses egipcios dentro de las sombras salieron a la luz para acercarse más a la orilla del palco donde estaban y poder apoyar al cocodrilo mejor.
Aquella que era Diosa tiene características físicas muy peculiares, al igual que su acompañante. En primer lugar, su cabeza era de vaca, en el sentido literal, lo cual contrastaba en gran manera su cuerpo femenino humano.
El segundo tenía cabeza de halcón y un gran plumaje brillos o y limpio cubría su espalda como si se tratara de una capa de plumas. En todo su cuerpo la ropa que llevaba cargaba adornos metálicos muy relucientes.
Ambos miraron con emoción a Sobek y todos los ataques que realizaba. Sin importar la destrucción que generaba en la arena, el par de Si osea se sentían felices.
- ¡Por favor! - exclamó la chica vaca combinando emoción con preocupación - ¡Tú puedes contra ella!
- ¡No te atrevas a perder Sobek! - le acompañó el Dios halcón con palabras de sarcasmo - ¡Vamos, fetichista!
- ¡Furia del Nilo! - sus estocadas horizontales avanzaron hacia Jingū, quien apenas logró esquivarlas haciéndose a un lado. Aprovechando el movimiento, Jingu se acercó al Dios para ahora ser ella quien atacaría.
- ¡Eso es! - Líf y Lífthrasir sonrieron emocionadas mientras sus mentes recordaban aquel movimiento - ¡Se trata del estilo. ..!
- ¡Cambio de las 42 espadas de Isemori!
Con los movimientos continuos de su arma, Jingu atacó múltiples veces a Sobek, haciendo rasguños apenas perceptibles en su cuerpo. El cocodrilo, un poco molesta por ello, extendió sus garras en su mano izquierda y se preparó para lanzar un ataque nuevo.
- ¡¡Mano del faraón!!
La mano extendida recorrió hacia Jingu, quien apenas pudo esquivar el golpe fatal. Sin embargo, las puntas de sus garras consiguieron rasgar sus ropas y herir parte del cuello y del pecho, liberando una cantidad significativa de sangre que pintó el suelo de rojo.
Ella retrocedió un par de pasos hacia atrás, mientras respiraba para recuperar esfuerzos por lo que había esquivado y recibido.
Entonces tomó una orilla de su ropa y con fuerza rasgó un gran pedazo de tela para envolverlo en su cuello y cubrir su zona herida, y para finalizar apretó con firmeza para que se quedara quieta.
Mientras tanto, en las gradas de la humanidad todos seguían sorprendidos y para evitar recibir más problemas de parte del cocodrilo, en silencio miraban el combate. Aunque, en menor cantidad, solo algunos soltaban sus opiniones.
- ¿Qué quiso decir ese cocodrilo?
- ¿Dijo la verdad?
- Somos...
- ¡No le hagan caso!
- ¡Ella está peleando por nosotros!
- No lo merecemos...
A pesar de la gran diferencia de opiniones, entre ellos, aún había unos cuantos que hablaron con críticas y quejas.
- ¡Es obvio lo que dijo ese cocodrilo! Estamos mal desde que mandaron a una mujer a pelear.
- Es obvio que esta pelea está mal equilibrada.
- ¡Dejen de decir esas estupideces!
- ¡Solo le dan razón a ese Dios!
- ¡Ya tiene razón desde que comenzó esta pelea!
En la humanidad las discusiones otra vez dieron origen en todos lados. Jingū pudo escuchar sus voces y discusiones, pero era mucho mayor el frenesí del combate como para prestarles atención.
Lo Dioses de los demás Reinos prestaron atención a las discusiones del lado de la humanidad.
- ¿Oh~? - sonrió Zeus con curiosidad - Siguen habiendo diferencias y cada vez se hacen mayores.
- La naturaleza de la humanidad... - habló Ares despectivamente.
- ... - Atenea solo miraba en silencio a los humanos.
Por primera vez admiraba en silencio total sin soltar comentarios, además de que emitió un enojo y molestia dirigido hacia ellos mientras seguía escuchando sus palabras. Tras haber estado en silencio durante tanto tiempo, suspiró con mucho enojo.
- Lamento que Jingū tenga que cargar con eso en su espalda...
Mientras los humanos seguían discutiendo, mientras el joven emperador Oujin seguía mandando a sus siervos para que callaran a todos, pero la tarea era imposible.
Tras un largo rato de estar en esas condiciones, se levantó de golpe y emitió un grito de enojo.
- ¡No puedo seguir aquí! - exclamó - ¡Me largaré ahora mismo!
- ¡Señor Oujin! - sus siervos se quedaron sorprendidos.
Los anteriores espectadores en las gradas, los troyanos que se quedaron en la arena para ver las demás peleas, suspiraron con decepción.
- Eso es lo que nos ganamos... - comentó en voz baja Télefo, antes de dar un trago a un odre de vino.
- Tú lo haz dicho... - le respondió Cicno,
- ¡No hay necesidad que se mueva!
Todos quedaron en silencio cuando escucharon la voz de un tercero que se irguió en medio de todos ellos. El miedo y el respeto se apoderó de todos ellos al reconocer tanto su voz como su apariencia.
- ¡¡Sasaki Kojiro!! ¡¡El espadachín que derrotó a Poseidón!!
El espadachín salió de los pasillos en el estadio y se adentró en las gradas de la humanidad, de forma que fuera visible para la mayor cantidad de gente.
Sasaki estaba enojado, cosa que todos vieron y que les hizo guardar silencio y reverencia. Incluso el emperador Oujin dejó ir su enojo y coraje para dar lugar al respeto hacia el espadachín.
Líf y Lífthrasir lo vieron y con una sonrisa de emoción gritaron a su hermana mayor.
- ¡Onee-sama! ¡Onee-sama! - ambas apuntaron donde estaba Sasaki - ¡Ahí está Sasaki!
- ¿? - Geir miró hacia las gradas de la humanidad y lo encontró - Oh...
- ¿Qué pasa hermana?
- ... - « No puedo hablar de ese tema con él si está con tanta gente... ¡Pero Hrist está peleando en la arena y corre gran peligro! » - Quédense aquí ambas. Tengo que hablar con Sasaki lo más pronto posible.
- ¡Pero hermana! ¡La pelea!
- ¡Acabas de llegar!
- ¡Onee-sama! ¡Onee-sama!
- No se preocupen, haré lo posible para no tardar - habló Geir - Pero, mientras tanto. No se muevan, y quédense aquí - y sin esperar más respuesta, salió de su palco a toda velocidad
Ambas niñas se quedaron nuevamente solas.
- ¿Y ahora? - preguntó Lífthrasir con inocencia.
- ¿Cómo que "y ahora"? - Líf exclamó - ¡Ahora: apoyar a Jingū!
- ¡Siii!
- No puedo creer que todos ustedes tengan esta actitud tan lamentable. - comenzó a hablar Sasaki a todos los que estaban en las gradas - Denigrando a un representante de la humanidad porque no cumple con sus expectativas... ¡Esto es indignante!
Todos permanecieron callados y con la cabeza gacha. Ni siquiera los que se quejaban en todo momento se atrevieron a hablar.
- Deberían darle su apoyo a esta mujer. - habló con orgullo el anciano - Ha peleado con todas sus fuerzas contra un Dios tan poderoso y especialmente peligroso... El segundo Tirano de los mares, incluso encima de Poseidón, a quien enfrente yo arriesgando mi vida... ¡Ella también está arriesgando su vida para ganar contra ese Dios, en nombre de la humanidad! ¡Ella merece su respeto!
- Vaya vaya... - Afrodita desvío su atención de la pelea para ver el discurso de Sasaki - Que curioso... y lindo~
Sobek también escuchó las palabras de Sasaki, y después de realizar un ataque contra Jingu, detuvo su tridente para informarle.
- ¡Majestad, buenas noticias! ¡Al parecer ganará respeto de su pueblo!
Jingū se detuvo al ver que Sobek se detenía, y entonces ella también pudo escuchar parte del discurso de Sasaki. Respiró hondo y volvió a prepararse para atacar.
- ¡Lo único que ahora más me importa es derrotarte!
Se lanzó contra el cocodrilo golpeando con el estilo de Itou Sai, e inmediatamente despues cambio al estilo Yayoi Shinyin para abrirse paso entre ella y el tridente.
Pero, a pesar del empeño no sus movimientos, el cocodrilo se movió con fuerza y más brutalidad que antes, estableciendo un perímetro del cual no le permitía pasar.
Sobek dejó de lado sus estocadas directas y dio 2 pasos hacia atrás al tiempo que giraba su tridente en el aire presuntuosamente. Jingū se imaginó lo que estaba a punto de hacer, por lo que aprovechó la defensa baja del cocodrilo para acercarse.
« ¡Jingu, no deberías acercarte sin tener algo en mente! »
« ¡Lo único que tengo en mente es acabar con él de una vez! ¡Eso servirá! »
- ¡¡Látigo de Sobek!!
Sobek realizó su ataque más pronto de lo que esperaba Jingū, por lo que le tomó por sorpresa.
Y aunque pudo tener algo de tiempo para esquivar, recibió una mala noticia. El arma de agua que parecía inofensiva alcanzó a golpear el lado derecho del cuerpo de Jingu pero fue más mortal de lo que se imaginaba:
Realizando un corte perfectamente limpio y profundo, el látigo de agua recorrió desde el hombro hasta alejarse un poco del codo, dejando salir mucha sangre de la herida. También la gran fuerza del látigo era sorprendente y aterrador en gran manera, puesto que su potencia mandó a volar a la mujer hasta la otra orilla de la plataforma.
Todo esto sin contar el corte superficial que se reflejó en la plataforma, confirmando la fuerza del ataque.
Jingu cayó al suelo de espaldas con mucho dolor, tanto por el golpe en su espalda como por la herida en su brazo que comenzaba a hacerse notar en gran manera.
Tomó su espada con su mano izquierda, y tratando de erguirse para volver a atacar, pudo ver a Sobek dejando de lado el agua para tomar vuelo y encaminarse hacia ella.
« ¡Jingu! ¡Lo que vaya agua hacer, esquívalo! ¡No estás en condiciones para estar en combate directo! »
Pero ella estaba en completo shock, pérdida en su cabeza y en el entorno.
En primer lugar por el dolor de su brazo derecho que ya estaba haciendo efecto, la inmovilizó seriamente, dolor que se recorría en su cuerpo y salía a relucir en otros lados, como en su costado donde Sobek atino su primer golpe y en el hombro donde Sobek le había clavado sus garras.
En segundo lugar, ver a Sobek dar un salto acercarse con tanta furia y brutalidad le asustó en gran manera por primera vez en el combate. Se sintió muy pequeña mientras veía al cocodrilo ir hacia ella.
Y finalmente sus memorias le golpearon con fuerza, dando como resultado su quietud de movimientos.
« No... No puedo... »
« ¡Jingu! ¡Aún no te rindas! ¡Podemos seguir! » Hrist estaba tanto preocupada por lo que estaba abrumando a Jingu como por la cercanía que conseguía el cocodrilo.
« No puedo con esto... ¡Es...! »
« ¡¡Jingū!! »
« ¡No puedo seguir...! »
Sobek terminó a menos de medio metro frente y sobre Jingū, y en vez de usar una estocada con el tridente apostó por otro ataque que demostraba su ferocidad como Poseidón de Egipto.
- ¡¡Mano del faraón!!
Las garras de su mano derecha brillaron junto con el sol que se colaba en medio del momento, mientras se acercaban al cuello de Jingū para acabar con ella de una vez. Jingū por su parte seguía con su shock de miedo y dolor, pero sus instintos fueron los que pudieron reaccionar a tiempo.
Levantando su brazo izquierdo que se aferraba a la espada, como si la tuviera pegada a su mano, trató de bloquear el golpe con el filo del arma.
El arma de Jingū y las garras de Sobek chocaron, produciendo un sonido metálico severo que se esparció por toda el estadio junto con una onda de choque inusual.
Las aguas a su alrededor volaron tras la onda de choque, pero en cuanto terminó se quedaron quietas nuevamente. El silencio recorrió el estadio de forma muy aterradora.
Los Dioses miraron la escena con mucha sorpresa y emoción, pero tales emociones no se podían expresar con gritos; la mejor forma en que pudieron hacerlo fue con sus miradas silenciosas que admiraban el ambiente.
Hermes estaba en silencio con sus ojos completamente abiertos, Ares tenía su boca abierta mostrando su gran sorpresa, Zeus sonreía con satisfacción, y Atenea estaba en silencio, sorprendida y hasta cierto punto asustada.
En la humanidad, las gradas también quedaron en silencio. Los humanos dejaron de hablar para mirar el acontecimiento. Sasaki dejó su discurso y al ver lo que acababa de ocurrir en la arena se quedó atónito, a igual que el Emperador Oujin.
Líf y Lífthrasir se quedaron también boquiabiertas, sin creer lo que acababa de suceder, hasta el punto de casi quedarse sin aire por lo que acababa de pasar.
Geir era la única que no sabía lo que estaba pasando, puesto que corría entre los pasillos con gran velocidad. Y fueron las palabras que emitió Heimdall en su Gjallarhorn los que le hicieron saber lo que ocurrió.
- La espada... ¡Sobek ha destruido la espada de Jingū Kougou!
ASFD
...
Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.
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