Capítulo 11. Poseidón de Egipto
Jingu y Sobek seguían con sus miradas el uno al otro, con total quietud, calma y silencio. El agua de alrededor a veces se agitaba por los movimientos de las ropas de Sobek, y a veces se calmaba junto con las ondulaciones del cabello de Jingu.
Todos estaban muy atentos al desarrollo del comienzo: el más mínimo movimiento definiría el inicio de la pelea, y con eso se podría saber si alguno de los 2 será el vencedor.
Pero el silencio que se generó por su falta de movimientos era totalmente abrumador. Por más de 2 minutos, el mirarse ambos con silencio y quietud comenzaba a aburrir a todos en las gradas, aunque seguían mirando fijamente.
- El silencio permanece. Y definitivamente ninguno está dispuesto a lanzar su primer golpe - comentó Heimdall con precaución.
- Esto si que es aburrido... - habló con pesadez Atenea, mientras se rascaba la melena de cabello que cargaba - Esperaba que Jingū fuera alguien con más iniciativa como para lanzar el primer golpe.
- Está analizando a Sobek - comentó Ares - ¡Igual que Sasaki Kojiro! Está luchando con su mente.
- Probablemente - concordó Hermes - Ambos parecen estar muy atentos.
- Aún así. Ya debieron al menos haber lanzado un primer golpe. Al menos Sobek.
- Paciencia hija - le tranquilizó Zeus rápidamente - La pelea llegará...
Los peleadores seguían mirándose, de distintas formas cada uno. Jingu miraba y analizaba partes vitales de Sobek para atacar: las gruesas escamas en su piel, sus manos con garras largas y filosas, los dientes de su hocico, su mirada aterradora. Por otra parte, Sobek solo recorría su mirada en Jingu de arriba a abajo, y de abajo a arriba, sin darle importancia.
Después de tanto silencio por parte de la mujer, Sobek soltó un suspiro agotador al tiempo que relajaba su postura.
- Cielos... - comentó con sarcasmo el Dios - Estoy frente a una emperatriz, y la primera mujer representante de la humanidad... Debo decir que esto es nuevo para mi.
- ... - Jingu solo permanecía en silencio, levantando su arma con firmeza.
- Parece que no está dispuesta a pelear... - habló con arrogancia y sarcasmo - Así que le contaré una historia... la historia de cómo este bello tridente terminó en mis manos...
Sobek movió su báculo, girándolo unas cuantas veces, para finalmente mostrar la punta contraria que tenía su arma: incrustado como si fuera parte original de aquella arma de Sobek, se encontraba el tridente de Poseidón, poseyendo uno que otro rasguño debido a las veces que lo uso el anterior Dios.
Jingu miró el arma y aunque parecía estar serena, sus ojos lograron mostrar levemente un sentimiento de inferioridad y asombro por el arma del segundo hermano griego.
- ¡Ohhhh! ¡El Tridente de Poseidón! - sonrió Lífthrasir en cuanto vio el arma de Sobek - ¡Lo soldó a su arma! ¡Se apropió del título de Poseidón y de su arma!
- ¡Por algo es el Poseidón de Egipto! - concordó Líf - ¡P-Pero Jingu será capaz de derrotar a ese poderoso egipcio!
- ¿Le gusta? - sonrió Sobek mientras movía el arma en sus manos, presumiendo el tridente - Me costó mucho tener esta arma... El tan proclamado, conocido, y ansiado tridente de Poseidón...
- ...
- La historia es corta para ser sinceros... - siguió explicando Sobek, aprovechando el silencio de Jingū - Después del primer Ragnarok, Grecia estaba destrozada por la humillación que sufrieron. - usando los dedos de su mano libre comenzó a contar - Zeus por el primer padre... Poseidón por el mayor perdedor... Hércules por el peor asesino... Apollo por el mejor francotirador. - suspiró con clara soberbia - A veces siento lástima por ellos... Mas aún cuando recuerdo que mi predecesor en el Ragnarok, el Dios Anubis, aplastó a un emperador con todas sus fuerzas... algo muy curioso si lo ponemos en perspectiva con el día de hoy, ¿No lo cree?
- ... - Jingu frunció levemente el ceño.
- ¿¡Cómo se atreve de hablar así de Grecia!? - Ares se enfureció bastante con el comentario de Sobek - ¡¡Nosotros pusimos la sede en este torneo, y viene a recordarnos lo que ocurrió hace 1000 años!!
- ¡Que pesado Ares! - se quejó Atenea con sarcasmo - Ya veo porque no ponen tu nombre en ningún lado.
- ¿¡Acaso no te indigna!?
- Meh... - suspiró Atenea - Me da igual.
- ¡Típico de ti! - comentó Zeus.
- ¿Se lo perdonarás, padre?
- Ella no estuvo en el Ragnarok pasado, así que si - concluyó Zeus con total seguridad. - Además, es mi pequeña princesa.
- ... - Ares se quedó asombrado - No puedo creerlo.
- Tú no puedes creer nada - bromeó Atenea con superioridad.
- Cómo le decía - continuó explicando Sobek - Después de todo eso... Grecia lanzó una especie de oferta. Un pequeño torneo para tener a un segundo Poseidón; para alguien que fuera digno de levantar el tridente del Dios que solía ser más Dios que cualquiera. La oferta tocó a las puertas de Egipto, y entonces decidí entrar.
- ...
- Las pruebas fueron difíciles, duras y bastante problemáticas... Pero, finalmente, lo conseguí... - sonrió con soberbia, mirando el tridente y recordando todo aquello - Varna, Danu y Ganga, de la India... Tiamat y Apsú de los babilonios... Ahti de los celtas... Gong gong de China... Mama Cocha de los incas... los pocos hijos de Poseidón... Todos los Dioses del mar fueron derrotados por mi, para que dignamente tenga en mis manos el gran Tridente de Poseidón.
- ...
- Y ahora que lo recuerdo... - apunto cin el tridente a Jingū - Majestad... usted me es familiar... con una de las Diosas del mar que derroté anteriormente...
- ...
- ... Si... usted se asemeja mucho a ella... mi última oponente de ese torneo... - sonrió Sobek con malicia - Amemasu, la Diosa japonesa de los maremotos...
...
- ¡Ahhh!
- ¡Ahhh!
La lucha entre Amemasu y Sobek se volvió intensa. Los golpes que ambos colocaban al cuerpo de su rival, la fuerza con que movían el agua. Todo se había convertido en un verdadero campo de guerra.
Tras haber recorrido aquel torneo que duró unos 17 meses, los Dioses de todos los Reinos esperaban con más y más ansias el final, que definiría al próximo Poseidón.
Zeus y Hades, los 2 hermanos restantes de la trinidad griega que habían decidido formar dicho torneo, estaban sentados en sus respectivas sillas, mirando con total seriedad el campo de batalla que estaba irreconocible por esa última batalla.
Amemasu nuevamente arrojó una gran ola de agua turbulenta que fue directo sobre el cuerpo de Sobek, golpeando las escamas del cocodrilo y consiguiendo nuevamente herirlo de gravedad, que se mostró con toda la sangre que soltó por sus escamas y convirtiendo esas turbulentas aguas en rojas cascadas que inundaron la arena.
Sobek lanzó un grito de dolor mientras se inclinaba en el suelo para enterrar sus garras al mismo y resistir el golpe de agua. Gracias a su gran musculatura y a sus escamas altamente resistentes, el Dios no salió volando sino que pudo aferrarse hasta que Amemasu, también motivada por el cansancio que sentía tras tanta larga pelea, dejó de mover las aguas y cayó al suelo para descansar.
Ambos Dioses respiraron muy pesado y con gran agitación, ambos pintando el suelo con su sangre, ya sea por medio de la piel del cuerpo y las heridas, o por la boca, nariz y oídos. Ambos estaban en un estado muy deplorable, muy distinto a como se habían presentado 17 meses atrás, pero tanto cambio solo podía reflejar el gran esfuerzo de ambos Dioses por ganar esa pelea.
Sobek y Amemasu se volvieron a levantar, e inmediatamente después se miraron el uno al otro. Todos los Dioses que admiraban solo lanzaban sus aclamaciones y aplausos para apoyar a su Dios favorito.
- ¡Vamos Sobek! ¡Tú puedes!
- ¡Consíguete el título de Poseidón para Egipto!
- ¡Tú puedes conseguirlo!
- ¡Recuerda a Anubis! ¡Ganó por nosotros!
- ¡Amemasu! ¡Si se puede!
- ¡Tú puedes ganar!
- ¡Trae honor en nombre de Susano!
- ¡Gana por los Dioses de Japón!
Zeus y Hades miraban y pensaban en completo silencio, hasta que el anciano habló en voz baja, como forma de comentario.
- Tal vez debería detener la pelea en este punto... Ambos Dioses están muy agotados, y uno de los 2 podría morirse.
- Cómo tu quieras hermano - contestó Hades sin mostrar importancia alguna - De hecho, desde un comienzo te había dicho que no parecía buena idea poner a todos los Dioses a pelear solo para deshacerse de las cosas de Poseidón. Solo lo tenías que regalar y ya.
- Pero en ese entonces pensé que alguien tendría que ganárselo con dignidad... considerando lo que hizo nuestro hermano.
- ¿Considerar que cosa? ¿Qué era un idiota sin cabeza que perdió por su arrogancia, y que ahora está en... quién sabe donde? ¿O el hecho de que mató a Adamas, quien me caía bien? ¡Meh! - levanto uno de sus brazos en señal de indignación - Ese título se lo puede quedar quien se le dé la gana. Solo das ese tenedor en una cajita y ya.
- Entonces... lo terminaré.
En cuanto se levantó Zeus, Hades rápidamente interrumpió.
- No seas tan precipitado ¿Todo este tiempo de torneo sera desperdiciado para que de un momento al otro lo canceles así como si no hubiera sido nada? Hay muchos Dioses que se sentirán muy enfadados si haces algo así, como por ejemplo Shiva...
- Bueno, ¿Tú que quieres? - preguntó el anciano Dios con indignidad - ¡No parece tenerte nada a gusto!
- Quiero irme a mi casa. - levanro los hombros Hades - Tengo una esposa que satisfacer, por si no recuerdas.
- ¿La esposa que tu raptaste para quedártela?
- Depende de tu punto de vista hermano - comentó Hades, mientras se miraba las uñas - Para ti es secuestro y rapto. Para mi... se le conoce como invitación sin previo aviso.
Mientras los hermanos griegos discutían, en la arena Sobek y Amemasu comenzaron una pequeña conversación entre ellos.
- Sobek... deberías rendirte... - Amemasu sonrió con soberbia mientras se erguía - Sabes que soy más poderosa que tu. Hasta este punto soy yo la que aún puede controlar estas aguas. Deberías saber que es inútil que sigas peleando con tanta desesperación...
- Si... lo sé - comentó Sobek con un suspiro, dirigiendo su mirada al suelo para respirar con grandes bocanadas de aire. - Tienes razón. A estas alturas, tratar de derrotarte es casi imposible. Eres muy fuerte y poderosa para mi, un cocodrilo...
- ¿Y bien? ¿Para qué sigues luchando? - habló Amemasu con una sonrisa - Solo ríndete y ya. Te cuidaré después de esto, pero no puedo hacerlo si no te rindes.
- ¿Por qué?... ¿Para qué?... - Sobek miró al vacío por un segundo, y comenzó a hablar en susurros para si mismo - Sé que conseguiré el título que tanto admiro. Porque tengo la fuerza para lograrlo... Y porque...
- ¿?
- Porque... entonces... conseguiré esos ojos... - Sobek apretó sus puños y levantándose miró a Amemasu - ¡Lo siento Diosa de los maremotos! ¡Tengo algo que conseguir!
- ¿Ah si? ¿Y qué es?
- ¡¡El título de Poseidón de Egipto!! - corrió hacia la Diosa con mucha brutalidad, extendiendo sus garras - ¡¡Poseidón era el gran Dios de Dioses!! ¡¡Solo yo podré tener el título de Dios de Dioses!!
- ¡Jaja! ¡Iluso! Si tanto anhelas perder... ¡Pierde de una vez! - levantó sus manos y nuevamente arrojó una gran cantidad de agua en forma de taladro hacia el Dios.
Pero Sobek, abriendo sus brazos para apuntarlos al frente y tomar forma de felcha, dio un salto y rompiendo la resistencia del agua logró entrar en la misma. Con todas sus fuerzas, comenzó a nadar dentro de aquel pequeño taladro de agua, logrando llegar con velocidad hacia la Diosa, cosa que asustó y sorprendió a Amemasu.
- ¡! ¡Eso... ya lo habías hecho!
Con un movimiento rápido Sobek salió del taladro y se abalanzó sobre la Diosa que se hallaba indefensa.
- Por supuesto que lo hice antes... - habló Sobek mientras saltaba.
Con gran estruendo, Sobek cayó sobre la Diosa japonesa, consiguiendo tirarla al suelo y arrastrarla unos metros de donde estaba. Al momento de caer, Sobek uso sus piernas para aferrarse al suelo, con su cola consiguió bloquear las piernas de la Diosa, y con sus manos tomó los brazos de ella.
Entonces, cara a cara, ambas deidades se encontraron; Amemasu con confusión por lo que acababa de suceder, y Sobek con orgullo y avaricia que se reflejaba claramente a través de sus ojos.
- ¡T-Tu! - Amemasu comenzó a moverse para liberarse, pero la fuerza del cocodrilo era abrumadora y muy terrible.
- Pero tu no pudiste adivinar que volvería a hacer aquello...
Sobek abrió su hocico y sin dudar ni un solo segundo el Dios mordió el brazo izquierdo de la Diosa, primero apretando con todas sus fuerzas para romperlo y luego con un movimiento circular le arrancó la mitad de dicha extremidad.
- ¡Ahhhh! - la Diosa solo pudo soltar un grito de dolor desgarrador - ¡¡Suéltame maldito!!
- ¿Sabes por qué? - Sobek lanzó una mirada aterradora de orgullo, junto con una sonrisa sangrienta hacia la Diosa que estaba completamente asustada y herida - Porque los verdaderos Dioses son capaces de predecir a su oponente... algo que obviamente tu no tienes...
Nuevamente abrió su hocico y con un mordisco esta vez hirió el hombro derecho de la Diosa con mucha gravedad, provocando un segundo grito de dolor de la misma.
- Ahora, aprende tu lugar... - los ojos de Sobek se convirtieron en los mismos ojos de Poseidón, llenos de soberbia e indiferencia - Insignificante intento de Dios...
- ¡¡¡M-Me rindo!!! - Amemasu comenzó a llorar de dolor mientras aún en vano trataba de librarse del agarre de Sobek - ¡Me rindo! ¡Me rindo! ¡Pero n-no me mates! ¡No me mates! ¡Te lo ruego!
Después de oír esas palabras llena de dolor y humillación, Sobek liberó a la Diosa de su agarre, se levantó y apartó a un lado permitiendo que Amemasu tuviera espacio para levantarse.
El cocodrilo se irguió con orgullo y silencio, mientras la mujer expresando miedo y dolor trataba de cubrir sus heridas y su extremidad pérdida, junto con un lagrimeo sollozante y en susurros para no ser escuchada ni vista.
El Dios cocodrilo levantó su vista y se encontró con las gradas de Dioses en total silencio, confusión, asombro pero principalmente miedo, quienes miraban sin apartar la vista y no creían lo que acababa de ocurrir.
Antes de que el silencio devorará el orgullo flameante que sentía Sobek, unos aplausos secos y sonoros resonaron en toda la arena, llamando la atención de todos los presentes. Se trataba de Hades, el Dios griego del Inframundo, quien levantado de su asiento miraba la arena con agrado bastante notable en sus ojos.
- ¡Magnífico! - comentó Hades - Nunca creí que una lucha entre 2 Dioses podría llegar a ser... tan impactante. Pelea y sentimientos combinados, para conseguir lo que tantos han anhelado: ser el Dios más respetado entre todos los Dioses. Ser el Dios de Dioses... y el día de hoy mis ojos pueden contemplar esto...
Hades con un movimiento de sus manos creó unas escaleras que lo llevaron directamente hasta la plataforma central de la arena, por la cual descendió para llegar hasta Sobek.
- Tantos Dioses del mar, y solo uno podía quedarse con el título. Tantos nombres en la lista, y solo uno llegaría hasta este día. Y ahora podemos conocer el verdadero potencial de aquel que se alza sobre todos los Dioses... - se dirigió hasta Sobek y levantó uno de sus brazos en señal de victoria - ¡¡Admiren a Sobek: ganador del D-O-D!!
Rápidamente el silencio de las gradas se convirtió en clamor y voces de alegría, mientras todos decían el mismo nombre al unísono: "¡Sobek!". El Dios cocodrilo sin poder evitarlo sonrió con orgullo y lanzó un rugido de victoria hacia el cielo.
...
En el palacio de Zeus, todos los Dioses de aquellos Reinos que habían participado en el torneo de Grecia, especialmente los anteriores Dioses del mar que participaron, estaban formados en varios pequeños grupos mientras miraban con expectación a la alfombra roja que se extendía sobre el centro de la sala.
Unos instantes después apareció Sobek, caminando en la alfombra, portando consigo sus vestimentas egipcias de Dios, juntamente con las vendas que cubrían su cuerpo completamente por las heridas que tenía.
Pero, a pesar de la mala combinación de vendas con ropas divinas y joyas, el semblante orgulloso de Sobek caminando en dicha alfombra no cambiaba en lo más mínimo, ni se sentía inferior en lo absoluto.
Sobek anduvo con total autoridad y arrogancia sobre la alfombra, llamando la atención de todos los Dioses y semidioses presentes, quienes dejaron de lado las cosas que hacían y discutían entre ellos para admirar al Dios cocodrilo. Sobek llegó hasta el final de la alfombra, frente al trono de Zeus donde el anciano estaba sentado de manera paciente.
Sobek miró de reojo a todos los invitados, y no se sorprendió al ver que en ningún lado había señal alguna de la presencia de los Dioses japoneses, por lo que regresó la mirada al frente.
Zeus descendió de su trono, y tomando de una pequeña mesa que tenia a un lado suyo una corona de oro con incrustaciones de corales y esculturas diminutas de animales marinos, llamó la atención de los Dioses y comenzó la ceremonia.
- ¡En este día nos reunimos para una celebración! - habló Zeus - Celebrar el ascenso de Sobek, dios egipcio del Río Nilo, para tomar el título de mi difundo hermano Poseidón, Dios gobernante de los mares.
Zeus dirigió la miraba al cocodrilo, quien se había inclinado en señal de reverencia, y miraba al suelo con total respeto.
- Sobek, hijo de Seth. Tu nuevo título no es únicamente palabras vacías para un Dios. De ahora en adelante, frente a todos los panteones aquí reunidos, te has de nombrar Dios soberano de los mares y los océanos. - Zeus descendió de su sitio hasta colocarse a medio metro de Sobek - A partir de hoy, Sobek, te conviertes en el regente único de toda el agua en todos los panteones y en el mundo de los humanos. El día de hoy cae sobre tus hombros esta responsabilidad universal.
- De acuerdo Zeus-sama - respondió el Dios cocodrilo con respeto - Acepto estas responsabilidades y títulos con total agrado y respeto.
- En ese caso - Zeus colocó la corona en la cabeza de Sobek - Yo Zeus, presidente del Consejo de Dioses del Valhalla, enfrente de todos los Reinos que reconocen esta autoridad, te nombro... Sobek, soberano de los Mares.
Inmediatamente después un guardia griego trajo un enorme estuche metálico, el cual dejó en brazos de Zeus, quien por unos segundos jugó con el equilibrio del mismo ya que era muy grande. Cuando obtuvo completamente bien el equilibrio, Zeus lo dirigió a Sobek.
- Como regalo del Panteón de Grecia, se te otorga el arma que fue creada por los cíclopes eones atrás para concederle a mi hermano Poseidón el control de los mares.
Sobek levantó la vista y con sus manos tomó el estuche con más facilidad que Zeus, lo dejó en el suelo y abrió para ver su contenido: una nueva arma habia en el mismo, que combianaba 2 artefactos para el Dios.
De un lado, se encontraba el báculo con cabeza de cocodrilo y su hoz que tenía desde que asumió su titulo como Dios del Nilo, aunque la presentación que ahora tenía era mucho mejor, tanto el material como el acabado y los detalles del arma, debido a que su báculo original había terminado hecho pedazos por el torneo que recién había pasado.
Y del otro lado, soldado en el mismo bastón para que fuera parte de la misma, se encontraba el famoso tridente de Poseidón; las 3 puntas del arma, y las decoraciones de la misma, aunque están parecían desgastadas y algo viejas, confirmando que esa arma no era una copia ni una restauración, sino el mismísimo tridente que vio el final de su primer amo en el Ragnarok de hace pocos tiempo.
Sobek tomó el arma con sus manos y lo levantó con algo de asombro por su nuevo peso, contemplando con sorpresa y orgullo el nuevo artefacto que tendría. Zeus finalizó la ceremonia con unas palabras firmes.
- Ahora Sobek es y será el Soberano de los Mares. El Poseidón de Egipto...
...
Sobek movió nuevamente su arma con giros llenos de orgullo, mientras Jingu seguía mirando con atención y serenidad al cocodrilo.
- Pelee con todas mis fuerzas contra tantos Dioses, y todos ellos terminaron de rodillas ante mi... y ahora derrotaré a una representante de la humanidad... - mencionó esa idea en voz baja y repetidas ocasiones dentro de su cabeza, antes de emitir una sonrisa de arrogancia en sus dientes - Esto será muy divertido, créame.
- Aun lo recuerdo... - comentó Ares en voz baja, pasando sus recuerdos dentro de su cabeza - La forma tan violenta que derrotó a Amemasu... ¡Fue inolvidable!
- A mi me hubiera gustado estar en ese largo torneo de Sobek - comentó Atenea con disgusto - Hermes me estuvo diciendo que todas las apuestas, los juegos de azar y hasta los festivales que se hicieron eran... ¡Muy buenos!
- ¿? ¿Apuestas? - Zeus miró a Hermes con curiosidad.
- ¡D-Desde mi punto de vista, que fue custodiar lo que los demás Dioses hacían! - respondió rápidamente Hermes - Pero bueno. Nunca comprobé que realmente fueran apuestas y todo eso. Pero... lo mejor definitivamente fue la arena de combate. Y fueron papá y el tío Hades quienes estuvieron en primera fila para ver todos los combates, en especial los de Sobek.
- Y por eso mismo puedo asegurar una cosa... - sonrió Zeus con seguridad, dirigiendo la mirada a la arena - Jingu perderá esta pelea.
En las gradas de la humanidad, muchos que estaban indignados por el poco movimiento de la pelea hablaban y murmuraban continuamente y poco a poco sus conversaciones se volvían más agresivas y violentas tanto de palabras como de acciones.
- Ya deberían haber empezado.
- ¡Esto será eterno!
- No debería estar ella ahí. Ni siquiera está luchando.
- Tienes razón. Ya debió haber lanzado su primer golpe.
- Pero nadie está haciendo nada.
- ¡Sáquenla de la arena!
- ¡No digas eso! ¡Está luchando por nosotros!
- ¡Hay quienes si deberían estar ahí! ¡Ella no!
- ¡Que te calles!
- ... - Jingu seguía mirando a Sobek con tranquilidad, siguiendo los movimientos que realizaba con su tridente y la forma en que caminaba lado a lado en la arena nuevamente, tratando de descifrar su primer movimiento.
Líf y Lífthrasir sentadas en la silla de Geir miraban con mucha indignación la forma en que se comportaban los humanos en las gradas, y desde su sitio ambas hermanas se quejaban.
- ¡Son una gran bola de idiotas! ¡Están cuestionando a Jingū Kougou, que está dispuesta a luchar contra el gran Sobek por ellos!
- Tienes razón hermana... ¡Ellos son los que no deberían estar en este Ragnarok!
- ¡Si tan solo fuéramos como la hermana Hrist...! ¡Iríamos y les golpearíamos esas cara de idiotas que tienen!
- Tranquilas pequeñas. Tranquilas.
El pequeño par de valkirias se sorprendió al momento de escuchar la voz de su espadachín favorito de ambas detrás de la silla, por lo que fijaron la mirada llena de emoción para confirmar lo que oyeron.
- ¡Sasaki Kojiro!
- ¡El inigualable bajo los cielos!
- ¡Viniste Sasaki!
- Bueno... en realidad, estoy aquí desde hace ayer - sonrió el espadachín mientras se acercaba a las niñas - Pero no se preocupen por Jingu, ni por lo que digan de ella en las gradas.
- ¿Pero por qué no? ¡Todos la critican sin sentido!
- ¡La quieren fuera de la arena cuando ninguno de ellos tendría la valentía de pararse en ese mismo puesto!
- ¡Ellos deberían largarse de aquí!
- Es cierto, es cierto, pero... ella no fue la única. - comentó Sasaki con nostalgia - Yo también fui criticado y revhazado cuando pelee contra Poseidón...
- ¿Eh? ¿El inigualable bajo los cielos?
- ¡Es imposible que sea verdad Sasaki!
- ¡Debe ser mentira!
- Lo es - se acercó hasta el barandal - Cuando pise la arena, muchos en las gradas, incluso gente con quien había peleado en vida, mostraron su indignación. Y me lo puedo imaginar: ver a un anciano prepararse para luchar contra un Dios suena... gracioso, ahora que lo digo en voz alta.
- ¡No digas eso Sasaki! ¡Luchaste con valor y orgullo, y sabemos que Jingu hará lo mismo!
- Lo sé - comentó con orgullo - Yo estuve con ella durante nuestro viaje hasta los Campos Elíseos. Le ayudé a entrenar mis mejores movimientos con la espada, y también le enseñe a usar la "Defensa de mil imágenes" cuando la necesite.
- ¡Ohhhh!
- ¡Enséñanos a nosotras también! - sonrió Lífthrasir, cruzando los dedos - ¡Para predecir los movimientos de nuestros oponentes!
- ¡Para predecir los ataques de Zeus para cuando vaya a golpearle la cara de anciano!
- ¡¡Siii!!
- ¡Jaja! Creí que me lo pedirían nuevamente si me veían en algun lado. - rió el espadachín - Y, bueno, aprovechando que aquí no está ninguna de sus hermanas para amenazarme... - comentó mientras volteaba a todos lados del pequeño palco - Les enseñaré un poco.
- ¡Si! - ambas hermanas sonrieron.
- Veamos... en primer lugar... observen fijamente a Sobek. - con sus manos señaló al cocodrilo de la arena - Observen de forma detallada cada uno de los movimientos de Sobek.
- Si... - ambas valkirias prestaron toda su atención al cocodrilo divino que caminaba en la arena, dando vueltas una y otra vez.
- Vean y fíjense en cada cosa de Sobek... El patrón con que mueve los brazos... cuantos dedos sujetan el tridente y como se mueven esos dedos... la forma que respira... los parpadeos que da y como se mueven sus ojos... los movimientos involuntarios de su cola, las ondulaciones que muestra su ropa con el pasar del viento... concentren toda esa información en su cabeza.
- ¡Si! - las 2 hermanas cerraron sus ojos y comenzaron a pensar y pensar.
- Con todo eso... traten de visualizar lo siguiente que podría hacer... El siguiente paso... El siguiente movimiento de su cola... El siguiente parpadeo... y de ser posible, el primer golpe de Sobek...
- ¡Es muy difícil! - se quejó rápidamente Lífthrasir, usando sus dedos para apretar su cabeza - ¡Son muchas cosas en que pensar!
- ¡Espera! ¡Tengo algo! - Líf apretó más y más sus ojos mientras visualizaba algo, y de repente los abrió nuevamente, con mucha emoción - ¡Si! ¡Lo tengo! ¡Sobek podría lanzar una estocada directa! ¡Usando el tridente!
- ¿¡Ehh!? ¿¡Una estocada!? - su hermana menor se sorprendió.
- ¡Si! - le felicitó Sasaki - Así es, una estocada directa. Y más me sorprende que pudieras visualizar algo así tan pronto.
- ¡Hermana! ¡Ayúdame! - le rogó Lífthrasir
- ¡Si hermana! Verás...
Ambas hermanas comenzaron a discutir entre ellas, mientras Sasaki miraba nuevamente la arena, cambiando la sonrisa que tenía en una mirada de preocupación.
« Jingū… Espero que hayas podido aprender lo suficiente de mi para conseguir ver lo que... se te avecina... » una gotas de sudor salieron de su frente, que rápidamente limpió para que las valkirias no lo vieran « Si que Sobek es peor de lo que me imaginaba… Ya te ha matado 50 veces Jingū y a mi me ha matado 38 veces en lo que llevamos de pelea... Por favor, ten mucho cuidado... »
- ... - Jingu nuevamente apretó la katana en sus manos, cambiando su seriedad por preocupación mientras seguía viendo a Sobek.
- ... - el cocodrilo miró nuevamente a Jingu y suspiró - Que desperdicio la verdad... Estar en esta arena y no hacer nada de nada...
- ...
- Si me permite su Majestad... - Sobek tomó el tridente con su brazo derecho, extendiendo la punta hacia Jingu - Es hora de pelear.
En menos de un segundo una rápida ráfaga se dirigió desde el brazo derecho de Sobek hasta el brazo izquierdo de Jingu. Dicha ráfaga golpeó con violencia el brazo de la mujer, consiguiendo hacer un corte medianamente superficial.
Pero, a pesar de la "simplicidad" del golpe, la fuerza y velocidad fueron lo suficientemente inesperados para que Jingū soltara su katana, la cual voló debido al impulso del golpe hasta caer y chocar con severidad en la orilla de la arena.
- ¡Ah! - Jingu soltó un leve grito de dolor, por la sorpresa del ataque.
- ¡Ha comenzado! - Heimdall estaba sorprendido - ¡Sobek es el primero en atacar, y consigue herir el brazo de Jingū con una única estocada!
- ¡¿Qué!? ¿¡Ya empezaron!? - Líf y Lífthrasir dejaron de lado su discusión para prestar atención.
- ¡Oh~! - sonrió Atenea con dicho movimiento - Que buena puntería.
- ¿Apuntó al brazo izquierdo a proposito? ¿No debió haber atacado directamente a Jingu en su cuerpo para matarla? - preguntó Ares con confusión.
- ¡Es obvio que apuntó al brazo, idiota! - se quejó la Diosa - Sobek no querrá terminar con esto rápido.
- ¿Y por qué no?
- Por algo Sobek fue tan insistente en entrar a la arena. Quiere tener una buena pelea... ¡Y probablemente también quiera jugar con Jingu! ¡Así que no la dejará morir tan pronto!
- ¡! - Jingu se tocó el brazo viendo que su herida no era tan grave, pero la mancha roja que se formó la hacia ver peor.
- ¿Qué le pareció, Majestad? - preguntó Sobek con sarcasmo - ¿Le gustó ese golpe?
Jingu comenzó a mirar en todos lados para buscar su arma, hasta encontrarla a un par de metros de ella. Caminó con lentitud, y tratando de no perder su atención a Sobek, hacia el arma para recogerla.
- Una vez que Jingu ha perdido su arma, ahora se dispone a recogerla... ¿Será que lanzará su siguiente ataque una vez que la tengo en sus manos?
La humanidad se dividieron en la opinión pública por segunda ocasión.
- ¡Tan solo véanla! ¡No pudo esquivar ese golpe!
- ¡Fue demasiado rápido para esquivarlo!
- ¡Es mala idea tenerla en la arena!
- ¡Dejen que quejarse!
Jingu se agachó y tomó nuevamente el arma con sus 2 manos, asegurándose de la firmeza. Se levantó nuevamente y sin esperarlo se encontró con las puntas del tridente de Sobek a escasos centímetros de su cara.
- No me decepcione, Majestad... - Fue lo que alcanzó a escuchar la mujer.
Con un movimiento rápido, interpuso la punta de su espada en uno de los espacios del tridente, provocando el choque de armas, y empujando con todas sus fuerzas consiguió detener el movimiento. La punta más larga del arma de Sobek golpeó la mejilla de Jingu, la cual logró sacar una pequeña cantidad de sangre junto con una herida.
- ¡Increíble! ¡Sobek lanzó una segunda estocada a la cara de Jingu, pero ella reaccionó a tiempo y detuvo su golpe con su katana!
Sobek comenzó a ejercer un poco de fuerza para empujar la katana. Jingu por su parte trataba de poner resistencia, pero el Dios era bastante fuerte además de que el tridente le hacía más daño conforme se movía.
Tras unos momentos de imponer fuerza, finalmente Sobek dio un salto hacia atrás para retroceder, con lo cual Jingū tuvo un respiro que se reflejó de inmediato.
La chica casi tiró su espada nuevamente, pero apretando sus temblorosas manos consiguió mantenerla firme. Sobek por su parte, levantó su tridente en forma arrogante mientras miraba con superioridad a Jingu.
- Hmph...
Las hermanas valkiria en las gradas estaban sorprendidas y atónitos ante dichos movimientos.
- ¡S-Sobek es...!
- ¡Muy rápido! ¡Parece que más que Poseidón!
- ¡Apenas y pude ver sus movimientos! - exclamó Lífthrasir.
- ¡P-Pero pude predecir uno! - contestó con orgullo Líf - ¡Pude ver que lanzaría su tridente al rostro de Jingu! ¡Aunque no fue a tiempo!
- ¡Entonces no sirve que lo predigas si no puedes evitarlo!
Mientras las hermanas discutían nuevamente, Sasaki miraba con mucho miedo al segundo tirano de los mares.
« No puede ser... había previsto que sería más agresivo que Poseidón, pero... ¡Es un verdadero monstruo ese Sobek! »
Sobek golpeó un par de veces con su tridente en el suelo, y las aguas a su alrededor comenzaron a agitarse con violencia, con olas que golpeaban la arena y generaban una leve lluvia dentro de la plataforma.
- Bien... Majestad... - se inclinó al frente mientras apuntaba el tridente a Jingu - ¡Sigamos!
Jingu trató de reaccionar, pero Sobek de un único salto llegó hasta la mujer y con su tridente al frente trató de realizarle un corte. Jingū consiguió moverse su espada de manera involuntaria para golpear el tridente y esquivar la estocada. El Dios cocodrilo dio un paso atrás y lanzó una segunda estocada, pero esta vez Jingu retrocedió y esquivó con el movimiento de su cuerpo.
Y tras unos lanzamientos de parte del cocodrilo, ambos entraron en una pequeña danza de pelea: Sobek usando su tridente continuamente para lanzar estocadas mientras que Jingu esquivaba cada golpe con sus movimientos o con la katana en sus manos.
- ¡La pelea ha comenzado! - exclamó sorprendido Heimdall - ¡Después del largo silencio, ambos combatientes han empezado su intercambio de golpes de manera brutal!
- ¡Esto si se ha puesto bueno! - exclamó Atenea mientras se acomodaba con mucha emoción - No esperaba que fuera Sobek quien tomaría la iniciativa.
- Bueno, si no la tomaba él, la pelea se hubiera prolongado más aún - comentó Ares - Ya que evidentemente Jingū no está dispuesta a atacar.
- Solo fue un descuido - sonrió Atenea, ignorando a Ares - Seguramente ha estado peleando en su cabeza contra Sobek, del mismo modo que Sasaki Kojiro peleó contra el tío Poseidón antes de enfrentarse cara a cara.
- Aunque para haber peleado en su mente... me sorprende mucho la poca respuesta de Jingū - comentó Hermes, notando la desesperación con que se movía Jingū - Debió haber previsto las 2 primeras estocadas de Sobek.
- Pero fueron muy veloces... ¡Tanto como los últimos ataques de Poseidón! - respondió Ares al comentario de su hermano.
- Eso sí, fueron veloces... - habló Zeus - Aunque, para alguien que puede predecir movimientos, debió hacer sido fácil esquivarlos o bloquearlos... tal como lo hizo con la estocada a la cara.
- Habrá que esperar - concluyó Atenea, mientras cruzaba los brazos y sus ojos lleno de emoción se fijaban en la emperatriz - Jingū tiene buenas habilidades y trucos que poder usar para pelear contra Sobek. Aun tenemos todo un espectáculo que observar.
- ¡Sobek lanza y lanza sus golpes con ferocidad, pero Jingu se resigna solamente a esquivar y contrarrestar los golpes con su katana!
Jingū conseguía mover su espada a la velocidad necesaria para evitar la mayoría de los golpes de Sobek, pero unos cuantos eran capaces de hacer daño en ella; cortes ligeros en su ropa, una pequeña piedra de la arena que subía y le golpeaba en la cara o las manos, rasguños con muy poca sangre que recorrían sus manos y mejillas, y uno que otro cabello que volaban tras el movimiento del tridente. Todo muy mínimo, pero eran más daños de los que se podrían contar.
Sobek golpeada con cierta aleatoriedad, dando más golpes en la arena que rodeaban a Jingu que a la mujer misma, lo que le daba mucha ventaja a la peleadora de esquivar y contrarrestar las estocadas del Dios.
Por su parte, muchos en las gradas de la humanidad nuevamente se quejaron del avance de la pelea frente a sus ojos, especialmente por la respuesta que daba Jingū ante los ataques.
- ¡Ya debería haber atacado a Sobek!
- ¡Solo está esquivando!
- No deben decir eso. Está peleando con lo que tiene.
- Además, también Sasaki Kojiro, nuestro primer peleador, hizo lo mismo.
- ¡Pero el pudo ganar!
- ¡Guarden silencio todos ustedes!
La audiencia de la humanidad guardó total silencio por su sorpresa de escuchar una voz con toque infantil levantarse en el resto de voces, pero al ver quien la originó la sorpresa se acrecentó.
Se trataba de un joven de aproximadamente unos 20 o 25 años bien dotado, que no sorprendía por la edad que aparentaba ni por la complexión y figura física que tenía; la sorpresa residía en las túnicas reales que lo vestían, los cuales tenían bordados dorados en todos lados, además de joyas y metales preciosos como adornos que colgaban en casi todas las partes de su cuerpo excepto la cabeza. También, estaba sentado sobre un cojin bastante cómodo y que tenía decoraciones y bordados bastante diversos.
El hecho de que tuviera tantas cosas brillantes y desbordantes mostraba que no era un simple muchacho, sino que era alguien de la realeza, y muchos de los que estaban cerca de él lo reconocieron.
- ¡!
- ¡Usted es...!
- ¡Emperador Oujin! - unos soldados japoneses se acercaron al joven.
- ¿Cómo pueden decir tantas cosas de ella? - preguntó indignado el joven a todas las gradas - ¡Está luchando por la humanidad!
- ¿Lo dice porque es una emperatriz, como usted? - bufaron algunos del público.
- No sólo por eso... - exclamó con mucho orgullo el joven - ¡Si no porque también es mi madre!
Todos los que le escucharon se confundieron y turbaron demasiado, al punto que nuevas discusiones comenzaron a salir y más murmuros y quejas de muchos otros lados.
Pero, antes de volver antes levantar la voz contra ellos, el emperador Oujin tuvo un momento se silencio ababsoluto donde se concentró en mirar a la arena de pelea para ver a la mujer que luchaba ahí.
« Vamos mamá ¡Tú puedes!… » el joven pensó con mucha seriedad y orgullo « ¡Tú puedes ganar contra ese Dios! »
Jingu siguió moviendo la espada en sus manos continuamente, haciendo resonar miles de veces el sonido del metal contra metal en la arena combinado con la agitación constante de las aguas dulces que bañaban su cuerpo.
Después del unos momentos, consiguió empujar la espada para hacer que el tridente golpeara el suelo, logrando una apertura total.
- ¡! ¡Entre las estocadas, Jingū Kougou se abre camino!
- ¡! - los ojos del Atenea brillaron inmensamente - ¡Viene algo bueno!
- ¡Sasaki! ¡Sasaki! - Líf y Lífthrasir se emocionaron de golpe, mientras sus cabezas se mareaban totalmente debido al esfuerzo que hacían usando la Defensa de mil imágenes - ¡L-Lo vimos! ¡Tsubame Gaeshi!
Jingū de un salto se acercó al Dios y usando toda su fuerza golpeó con su espada de arriba a abajo, consiguiendo que el Dios realizaba un cuarto de giro para evitar el golpe.
En cuanto la espada casi tocó el suelo, Jingu la tomó con mucha firmeza y la levantó con un movimiento repentino, haciendo que la espada golpeara de repente el torso, pecho y parte del hocico del Sobek poco antes de que el Dios diera un salto hacia atrás y recobrara el equilibrio.
- ¡Increíble! ¡Jingū Kougou se atreve a soltar su primer ataque contra Sobek! ¡Y no es nada más ni nada menos que el mismo Tsubame Gaeshi que hizo que Poseidón mirara a Sasaki Kojiro a los ojos!
Pero, había una gran diferencia entre ambos ataques que soltaron los espadachines en sus momentos. Una diferencia que era evidentemente notoria.
Sobek se pasó la mano por todo donde había sentido que la punta de la espada golpeó, pero no porque tuviera heridas en todo esa sección; al contrario, el cosquilleo que le generó haber sentido el movimiento de la espada se le hizo muy curioso y hasta cierto punto divertido.
Jingu tragó algo de saliva al ver que Sobek estaba completamente ileso tras el ataque, mientras que el Dios cocodrilo le miró dibujando una sonrisa de diversión en su hocico lleno de dientes.
- No está mal Majestad, pero... para la próxima, que su ataque sea más original...
- ¡Sobek recibió el ataque directo de Jingū Kougou, pero está ileso tras ello!
- ¡Debo confesar que eso fue maravilloso! - Atenea tenía sus emociones volando por el aire - ¡Finalmente mis preciosos ojos pueden contemplar con totalidad el ataque de Tsubame Gaeshi que tanto presumían!
- Si que es un buen ataque... - comentó Hermes a forma de respuesta.
- ¡Así se hace mamá! - exclamó el emperador Oujin con total emoción, a pesar de que la gente comenzó a criticar el hecho de que Sobek no recibió daño alguno.
- ¡Eso fue espléndido! - comentaron Líf y Lífthrasir - ¡Demasiado hermoso para nuestros pares de ojitos!
Por su parte, Sasaki seguía mirando al segundo tirano de los mares, ahora con mayor temor y asombro.
« No es posible que alguien haya salido ileso de ese golpe... Miyamoto Musashi recibió 2 cortes en la cara, y Poseidón perdió parte de su cabello... Pero ese cocodrilo está totalmente ileso... »
Tratando de ocultar su preocupación de las pequeñas valkirias, un segundo pensamiento se duda entró en su cabeza al ver los movimientos de Jingu.
« Además de eso… la Defensa de mil imágenes. Jingu no la está usando correctamente, ya que parece que no está viendo ninguno de los ataques de Sobek para poder esquivarlo y atacarlo bien. Sé que no tuvimos mucho tiempo para que la pudiera desarrollar completamente... ¡Pero puede y debe usarla si quiere superar a este segundo Poseidón!... »
Por su parte, nuevamente Jingū apretó sus manos en la espada, la cual levantó con orgullo aunque tras unos segundos comenzó a temblar ligeramente. Sobek lo notó de inmediato, pero no le dio importancia alguna sino que movió su tridente con cierta arrogancia.
Mientras Sobek hacia girar el tridente en constantes círculos alrededor de su mano, como preparando el siguiente ataque, Jingu tenía un único pensamiento en su cabeza que la llenaba de preocupación y angustia.
« ¿Qué… qué debo hacer en este punto? No puedo ver nada de lo que hace... » la angustia pasó a reflejarse en el brillo leve de sus ojos « No puedo ver ninguno de sus ataques... ¿Qué hago...? »
ASFD
...
Recordatorio: La publicación de capítulos es cada 21 días.
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