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Capítulo 10. Pelea de Reyes

- ¡La pelea pasada fue emocionante!

- ¡Por supuesto que si! ¡Un semidiós contra un Dios!

- ¡Creí que nunca terminaría!

- ¡Y a mi me hubiera gustado que siguiera!

- Espero que las siguientes peleas sean así de emocionantes.

- Por supuesto que lo serán.

- Pero... hay algo que no entiendo...

- ¿? ¿Por qué... la arena es...?

- ¿Por qué está llena de agua?

Una plataforma circular y metálica en el centro, mientras que alrededor el agua cubría toda la arena de combate. Un par de fuentes a los costados de las gradas soltaban cascadas de agua con lo cual se alimentaba la piscina y permanecía llena.

A pesar de que el coliseo era otro, la arena de combate tenía exacta igualdad y similitud al tercer combate que se llevó a cabo durante el Ragnarok en el Valhalla hace un milenio, combate que todos en kas gradas podían recordar a la perfección.

- Si, me recuerda a ese combate...

- ¡Así es! ¡El combate entre Poseidón y Sasaki Kojiro!

- Pero entonces... ¿Un Dios del mar va a luchar?

- No creo que sea así... - Uno de los espectadores a las orillas se estiró y bebió un poco del agua. - Es... agua dulce...

- ¿Agua dulce? Entonces... ¿Quiénes pelearán?...

Heimdall apareció en el centro de la arena después de bajar de un par de cuervos que le cargaban una pequeña silla. El Dios Nórdico se levantó, sacudio un poco sua ropas, y con su cuerno comenzó a hablar.

- Después de la terrible derrota de Aquiles, el héroe de Grecia, el marcador está un punto a favor de los Dioses. La humanidad ahora mismo tiene un pie dentro de la extinción.

Zeus y Atenea aparecieron nuevamente en su palco; prácticamente igual a cuando se había ido, la Diosa estaba dando pequeños brincos de felicidad mientras silbaba en voz baja. Ares y Hermes les vieron llegar.

- Entonces seguirá Sobek - comentó Ares.

- Así es. Papi tenía razón - habló con orgullo y altanería la Diosa de la sabiduría - Si que los egipcios estaban ansiosos por tener el segundo encuentro.

- Ya me lo imagino - comentó Hermes - Con la victoria de Huitzilopochtli, ellos han de querer tener el título de la segunda victoria, y consecutiva.

- No se te escapa nada, Hermes.

Zeus se sentó y acomodó en la silla que tenía, y al cabo de unos instantes Atenea, sin importarle lo viejo y frágil que podría llegar a parecer su padre, se sentó en el regazo de Zeus con una sonrisa de niña mimada.

- ¡Vamos papi! ¡Trátame como si fuera tu princesa!

- Oh cariño, tu siempre lo eres. - Zeus con un gesto de amor le acarició el cabello a la Diosa.

- ¡Pero, déjenme preguntar esto! - continuó Heimdall con emoción - ¿Esto es motivo suficiente para que la humanidad se rinda?

- ¡Noo! - las gradas de la humanidad gritaron a voz en cuello.

- ¡En efecto! ¡La humanidad no caerá! ¡Y si ellos, simples mortales, no caerán en este momento, mucho menos los todopoderosos Dioses! ¡Los Dioses que aplastarán a los humanos que se crucen en su camino!

Shiva miraba con seriedad la arena, mientras Kali, su segunda esposa, estaba acostada en una almohada flotando y debajo de uno de los brazos del Dios mostrando mucha comodidad y simpatía.

Syf alcanzó a ver ese gesto de la Diosa de la india, y de manera inconsciente recostó su cabeza en el hombro del Berserker del Trueno mientras soltaba un suspiro. Thor se dio cuenta del movimiento pero no dijo nada.

Entre todos los presentes en las gradas del lado de los Dioses, había una sección que definitivamente sonreía con orgullo y mucha soberbia: los Dioses del reino de Egipto.

La Trinidad de Dioses más importantes del Reino de Egipto, los cuales eran Osiris, Isis y Horus, miraban con expectación y alegría la arena de combate. Los 3 sentados en fila, hombro con hombro, representaban a simple vista la totalidad de la fuerza de Egipto, más aún con la victoria de Anubis del Ragnarok pasado en sus hombros. Atenea rápidamente percibió su fervor y emoción al instante.

- Si que son altivos los egipcios - comentó con firmeza Atenea - Se puede oler hasta aquí su orgullo de que Sobek peleará.

- Solo falta saber una cosa - comentó Zeus - Saber si Sobek podrá mantener ese orgullo por mucho tiempo...

- ¡Y por supuesto que los Dioses no quieren caer! ¡Así que, díganme...! ¿¡Quién está listo para la segunda ronda del Ragnarok!?

En cuanto escucho que todos gritaron con emoción y optimismo, tanto del lado de la humanidad como del lado de los Dioses, Heimdall soltó una risa de satisfacción.

- ¡En ese caso, presentemos al segundo peleador que han mandado los Dioses!

En cuanto terminó de hablar, una gran puerta metálico del lado occidental de la arena se abrió con pesadez, dejando que todo el agua que provenía de la arena corriera a gran velocidad y fuerza dentro del pasillo que había.

- ¡Del lado occidental de esta arena de combate tenemos al siguiente Dios, que definitivamente no mancha la imagen que ha dejado Huitzilopochtli en la arena! ¡Todos deben tener mucho cuidado con lo que dicen y hacen, tanto mortales como Dioses, ya que conocen a este Dios no ha de mostrar piedad! ¡Y menos aún con su apodo más reciente de todos: el Poseidón de Egipto!

- ¿¡Qué!? ¿¡Poseidón!?

- ¡Imposible! ¡Poseidón está muerto!

- ¿Qué significa esto?

En la humanidad, las gradas estaban muy confundidas y asustadas mientras escuchaban la presentación.

Dentro del pasillo lleno de escaleras, un Dios bastante musculoso y de alta estatura comenzó a caminar hacia la gran ola de agua dulce que caía frente a él. Su semblante y la forma orgullo en que se movía daba a entender claramente que no le importaba la gran ola que se aproximaba.

- ¡En su tierra natal, la gran nación de Egipto, este Dios es realmente conocido y temperado por todos sus compatriotas! ¡Conocido, temido, respetado, y altamente venerado! ¡Los egipcios alzaron por muchas generaciones sus ofrendas a este Dios porque sabían y saben que tan poderoso puede llegar a ser!

El Dios levantó su vista hacia la corriente de agua dulce, y en vez de tener una reacción de miedo al escapar de ella o de tener una reacción de superioridad al solo mirarla con indiferencia, tomó una tercera opción para hacer: comenzó a estirar su cuerpo, iniciando en los brazos y terminando en sus piernas, como si estuviera haciendo ejercicio.

- ¡Sus dominios son los más altos y con el mayor valor dentro de la tierra de Egipto! ¡En primer lugar, el gran río Nilo, del cual toda una civilización tomó sus aguas para prosperar y crecer por muchos siglos! ¡En segundo lugar, el poderoso ejército, conformado por miles de soldados listos para la batalla y para morir en la guerra! ¡Y en tercer lugar, y su dominio especial que lo caracteriza tanto: el trono del faraón!

- ¿El trono del faraón?

- ¿Qué quiere decir?

- ... ¿Significa que...?

- ¡Así es: este Dios que está a punto de entrar no es cualquiera; es nada más ni nada menos que el Dios de los faraones!

- ¿Dios de los faraones?

- ¡C-Creo que sé a quien se refiere...!

- ¿Quién es?

-¡Dilo!

- ¡Pero... es imposible! ¡No puede ser él!

El Dios tomó con sus fuerzas el enorme báculo que tenía en sus manos, respiró hondo y de un único salto se adentró en las olas de agua dulce que llenaron todo el pasillo donde caminaba.

Después de moverse un poco en el agua, con mucha facilidad comenzó a nadar entre las turbulentas y violentas olas que se movían constantemente, e incluso era capaz de llevar la contraria a la poderosa corriente que se desataba.

- ¡El gran Egipto va a temblar por su presencia! - continuó Heimdall - ¡No sólo porque este Dios tiene bajo sus dedos el poderoso trono del faraón, si no porque nunca pensarían que él lucharía en esta arena! - levantó una de sus manos - ¡Este Dios es conocido por la fertilidad en la tierra, prosperidad, protección de la realeza, y un Dios benéfico que ayudó hasta a sus propios hermanos en el pasado! ¡Pero hoy no!

- ¡Es imposible!

- ¡No puede ser él! - muchos en la humanidad supieron su identidad, y comenzaron a temblar de miedo.

- ¡Este Dios se ha hartado de la humanidad al igual que muchos otros! ¡Este Dios ha decidido ser quien exterminara su oponente en esta arena! ¡Lo aplastará como si fuera una basura! ¡¿Y acaso alguien recuerda estas palabras!?

El Dios siguió nadando con mucha rapidez y violencia alrededor de la plataforma, levantando a su paso grandes olas que turbaban a los espectadores, y creando una especie de remolino.

- ¡Ese Dios!

- ¡Es él!

- ¡Finalmente!

- ¡Su reconocimiento en Egipto es poco comparado con todo lo que ha hecho ante todos los Dioses del mundo! ¡Tras la muerte de Poseidón, este Dios se atrevió a combatir, luchar y derrotar a todos los Dioses del mar que se atrevieron a tocar el tridente del Tirano! ¡Todos los Dioses que quisieron el puesto fueron derrotados y humillados por él, y es por eso que el día de hoy este Dios luchará para limpiar el nombre del tirano de los mares! ¡Efectivamente, ahora se presentará el poderoso Poseidón de Egipto!

Tras haber levantado varias olas, el Dios dio un gran salto levantando una gran cantidad de agua, y cayendo sonoramente aterrizó en la arena generando un gran cráter con el impacto y levantando olas alrededor de él.

- Y el nombre de este Dios es... ¡¡SOOOBEEEEEK!!

{ Sobek | Egipcio }
[ Segundo representante de los Dioses ]

- ¡No puede ser!

- ¿¡S-Sobek peleará!?

- ¡Ese Dios... no debería estar ahí!

- ¡No debería pasar esto!

- ¡Imposible!

Las gradas de la humanidad temblaban y murmuraban al ver que un Dios que antes era conocido como tan benéfico ahora estaba en la arena de pelea para exterminarlos; aunque también los maravillaba la presentación que hizo que demostraban perfectamente su título.

Sobek miró a su alrededor varias veces, mostrando una sonrisa orgullosa que relucía perfectamente las largas filas de dientes dentro de su hocico.

- Increíble... - comentó para si mismo con orgullo y felicidad resplandeciente - Así que esto es el Ragnarok...

- ¡Vamos Sobek!

- ¡Destruye a tu oponente!

- ¡Derrótalo por Poseidón!

Todos los Dioses gritaban y admiraban al Dios que estaba parado en la arena, especialmente los Dioses de Egipto que tenían como memoria la victoria de Anubis, Dios de la muerte, frente al emperador dragón. Pero también muchos Dioses de Grecia soltaban lo mejor de sus ánimos al recordar la derrota humillante del segundo hermano de la Trinidad.

Geir estaba de pie en el palco que le dejaron los Dioses, mientras que Líf y Lífthrasir estaban sentadas compartiendo la silla que anteriormente uso la valkiria. Las pequeñas con una sonrisa de emoción y una risa traviesa, mientras que la mayor tenía un semblante serio que ocultaba su nerviosismo, pero ambas partes compartían la sorpresa e impacto ante dicha presentación.

- ¡Eso fue sorprendente!

- ¡Usando el agua a su favor para hacer mucho más épica su entrada!

- ¡Esto si es un Dios del mar!

- ¡Si tan solo Poseidón viera esto...! ¡Se le saldría un tornillo! - rió divertida Líf, la cual acompaño también Lífthrasir.

Geir miraba la arena con atención. Pero, no dejaba que su sorpresa fuera mayor a la velocidad con que su mente trabajaba sobre el asunto.

« Parece ser que dijo la verdad… » miró con confusión a las gradas de los Dioses, ubicando y enfocando entre ellos al responsable de que supiera el segundo luchador: el posible traidor de los Dioses « Sobek es el segundo, tal como dijo. Pero… ¿Por qué nos ayuda? No puedo entenderlo, y necesito entenderlo... »

- ¡Onee-sama! ¡Onee-sama! - Líf gritó a Geir al verla tan pensativa y pérdida - ¡Sal de tu cabeza de un vez! ¡Te vas a perder la presentación de Cleopatra!

- ... - Geir sonrió al tiempo que se sacudía mentalmente de sus dudas - Si. Tienen razón. No quisiera perdérmela.

- ¡Y ahora, es el turno de la humanidad! - mientras Heimdall hablaba, Sobek miró con una sonrisa al lado contrario de la arena, y los enormes portones metálicos de la misma se abrían con lentitud dejando entrar el agua de la arena - ¡Ahora toca conocer al humano que se encargará de pasar por segunda vez la prueba de luchar contra el segundo Tirano de los mares!

Las gradas de la humanidad se inquietaron bastante, mientras se miraban unos a otros y la duda entraba en todos ellos.

- ¿A quien mandarán para pelear?

- Debe ser alguien fuerte...

- ¡Seguramente irá Sasaki Kojiro! ¡El perdedor más fuerte de la historia!

- ¿Pero... lo podrán mandar de nuevo?

- ¡Estoy seguro que debe ir! ¡Ya venció a Poseidón una vez, podrá derrotar a un otro Poseidón nuevamente!

- Pero Sobek... ¡Se ve muy temible!

- ¿Realmente mandarán a Sasaki Kojiro por segunda vez?

El agua entró en el pasillo con gran resonancia sonora y pesadez, inundando completamente por donde entraría el siguiente peleador. Sobek fijo su vista en la oscuridad del pasillo, tratando de previsualizar a su oponente.

- ¡Y debo confesar, damas y caballeros presentes en este estadio, que el dato que se me dio es impactante y poco fácil de creer! - comenzó a hablar Heimdall con emoción, demostrando claramente esa sorpresa de la que hablaba - ¿Y de qué se trata? ¡Pues de que, por primera vez en la historia de estos 2 Ragnarok, una mujer será la que pise esta arena de pelea!

- ¿¡Qué!?

- ¿¡Una mujer!?

- ¿Qué quieren decir?

- ¿Una mujer peleará por la humanidad?

- ¿De qué están hablando?

- ¡Debe ser una broma!

- ¿Dijo lo que escuche?

- ¡La humanidad parece turbada por esto! - exclamó Heimdall al ver las emociones de las gradas - ¡Pero así es! ¡Hace un milenio ninguna mujer tuvo la oportunidad, privilegio y responsabilidad de pisar la arena de pelea! ¡Pero hoy será diferente: una mujer, muy poderosa y reconocida por la humanidad, entrará por primera vez en el Ragnarok, y será justamente para luchar contra el tirano de los mares, todo por defender a la humanidad en este segundo encuentro!

- Esto si que es nuevo.

- Una mujer peleando por nosotros...

- ¡Espero que sea tan fuerte para vencer a Sobek!

- ¡Debe serlo!

- No me convence... ¡Debería ir Sasaki!

- ¡Y no sólo eso, sino que esta mujer proviene de la tierra de Egipto!... ¡Y no sólo proviene de Egipto, sino que esta mujer fue parte de la gran y poderosa realeza egipcia!

- ¿¡Qué!? ¿¡Una egipcia!?

- ¿Peleará una egipcia?

- ¿¡Una mujer de Egipto peleará contra un Dios de Egipto!?

- ¿Parte de la realeza?

- ¿Se refiere a que fue una princesa o una reina?

- ¡! ¡No puede ser posible!

- ... - Sobek miró con una sombría sonrisa al oscuro pasillo frente suyo - No esperaba esto, pero... ojalá sea una buena reina...

Sin embargo, pasaron los segundos constantemente, y tras casi un par de minutos la calma se había hecho muy presente en la arena.

El silencio lo invadió todo y comenzaron a mirarse unos a otros tanto en las gradas de la humanidad como en las gradas de los Dioses, soltando preguntas al aire.

- ¿? ¿Qué pasa?

- ¿Por qué se tarda en entrar?

- ¿Estará maquillándose?

- ¿Para qué necesitaría eso?

- Cosas de mujeres.

- ¿La humana no entrará?

- ¿Se rindió tan fácil?

- Probablemente haya pasado algo.

- ¿Estará bien?

- ... Que lento - se quejó Atenea en voz alta, sin despegar la mirada del pasillo de la humanidad - Están tardando mucho.

- ¿Oh? - Zeus miró con curiosidad el silencio que se formó - Oh... creo que ya entiendo que pasa.

- ¿?

- Onee-sama, se están tardando mucho... - comentó Lif - ¿Qué habrá pasado con Cleopatra?

- ... No tengo idea. Pero espero que no sea... Un problema de estética de último momento.

- ¿Problemas de estética? - las 2 valkirias se sorprendieron - ¿O sea que Cleopatra podría estar ahora mismo en sesión de maquillaje?

- Tan solo espero que no. Iré a ver que ha pasado.

Geir se dio la vuelta y estaba a punto de caminar a la salida de palco, cuando de repente un sonido de teléfono arremetió en la suena. Se trata del aparato que cargada Heimdall.

- ¿? - el Dios atendió la llamada - ¿Bueno?

- ¿? ¿Qué pasa? - Geir volvió a la orilla del palco al notar ello.

- ¿Qué? ¿Qué hicieron...? - Heimdall se sorprendió por lo que oía. - Bueno... parece ser costumbre ¿o qué?... Oh, discúlpeme jovencita... Bueno, ¿Entonces quién irá?... Ohhhh...

- ¿¡Qué está pasando!? - Geir no entendía nada.

Las 2 pequeñas valkirias se pusieron a pensar, y tras unos segundos entendieron la situación.

- ¡Onee-sama! ¡Onee-sama! - Líf y Lífthrasir sonrieron a la par, llamando la atención de Geir - ¡Adán contra Zeus! ¡Recuerda a Adán contra Zeus!

- ¿? Espera...

- ¡Una disculpa muy grande para todos! - Heimdall colgó la llamada y continuó hablando por el micrófono - ¡Una disculpa en especial para usted, señor Sobek!

- ¿?

- Me acaban de informar que tendremos un cambio de oponente de último momento.

- ¿¡Eh!? ¿¡Qué diablos!?

- ¿Van a cambiar el oponente?

- ¡El oponente que tendrá Sobek ya no será la realeza de Egipto! - inmediatamente levantó una de sus manos - Pero no se preocupen damas y caballeros... A pesar de este cambio tan repentino... ¡¡Quién enfrentará a Sobek aún así será nada más ni nada menos... que una reina!!

- ¿Oh? - Sobek se interesó bastante.

- O mejor dicho... - extendió su brazo al pasillo de la humanidad - ¡Déjenme presentarles a... la emperatriz!

Entrando por el gran cauce de agua, apareció un bote de madera; aunque la estructura era pequeña y simple, los adornos de joyas preciosas y oro le hacían ver más lujoso.

Moviendo uno de los remos y posicionada al frente, casi en medio del bote, se encontraba una niña vestida con mucha formalidad, que de inmediato identificaron las valkirias presentes en el palco personal de Geir.

- ¡Es... la hermana Hlökk!

- ¡Hlökk está navegando el barco!

- ¿Hlökk? ¿¡Hlökk!? - Geir se asombró más de ver a Hlökk en la arena que de verla manejando un bote, pero todavía la situación le sorprendió en gran manera - ¿¡Qué hace ella ahí!?

Sentada en el bote, detrás de Hlökk y portando un semblante orgulloso y altivo combinado con mucha serenidad y quietud, había una mujer que cargaba con un tipo de kimono grande de colores vivos y decorados con bordados muy llamativos, además de traer un sombrero de paja sobre su cabeza que mantenía baja.

- ¿Quién es ella?

- ¿Dijo emperatriz?

- ¿De quién se trata?

- Escuchemos...

- ¡Serenidad, calma, disciplina, técnica, liderazgo, voluntad, valentía, justicia, rectitud...! ¡Todas estas características deben portarlas aquellos que gobiernan las naciones, en especial los que se proclaman como poderosos emperadores de la Tierra! ¡Y esta mujer cuenta con todos estas características, que se definen mejor en su voluntad de pelar en este Ragnarok por la humanidad!

El barco llegó hasta la orilla de la plataforma central, y tras pegar levemente en la orilla d el misma Hlökk dejó de lado el remo para ayudar a la emperatriz.

- ¿Le ayudó, su majestad? - preguntó con cierto tono de sarcasmo típico de ella pero mostrando más un lado amable y dulce, mientras extendía una mano a la mujer.

- Muchas gracias.

- ¡Está mujer sufrió la muerte de su esposo por causa de una legión de rebeldes! Pero, ¿Esto la detuvo?... ¡NO! ¡Para nada! ¡De hecho, la leyenda cuenta que se vistió con las ropas de su esposo muerto, y asesinó con crueldad y venganza a aquellos que acabaron con el amor de su vida y compañero de alma!

La Emperatriz se levantó y caminó hasta llegar a la orilla de la plataforma, donde se paró y estuvo quieta momentáneamente.

- ¡Se cuenta que los Dioses la bendijeron para que llegara hasta aquí! ¡En sueños, esta mujer predijo la victoria que la llevaría a ser conocida en la historia: la expansión imperial en el Mar de Japón hasta la península de Corea! ¡Se dice que fue bendecida no sólo con esta predicción, sino que su voluntad y compromiso hizo que obtuviera el favor de los Dioses para ganar todas sus batallas y en todas sus misiones!

- Muchas gracias - respondió la mujer, mientras tomaba el manto que cargaba.

- Le deseo lo mejor... - sonrió Hlökk.

- ¿Y qué usó ella para ganar? ¿La habilidad de sus guerreros? ¿Sus predicciones en sueños? ¿La bendición de los Dioses?... ¡¡No!! ¡Por supuesto que no! ¡Por qué ella no es únicamente una emperatriz!

La mujer se quitó el manto, que cayó en el bote, y mostró si vestimenta real: vestida con una especie de kimono muy simple y con faldas con muchas aberturas para permitir el movimiento de sus piernas, además de que sus brazos también estaban aligerados comparado con lo que portaba anteriormente.

Comparado con lo que todos en las gradas pensaban, la mujer se vestía de una forma muy casual, y hasta cierto punto informal, lo cual hizo que muchos comenzarán a dudar en silencio. Por su parte, Sobek también se sorprendió mucho por el contraste de vestimentas, pero eso solo provocó que sus dientes se mostrarán en una sonrisa llena de curiosidad.

- Ohhh~

- ¡¡Ella es una samurai!! ¡¡Esta mujer es diestra y disciplinada en el manejo de la naginata, típica arma de las onna bugeisha, y sin embargo, su poder se ha manifestado mejor en la historia con su uso de la espada!!... - Heimdall dirigió su mano a la emperatriz que mantenía una mirada seria bajo su sombrero de paja - ¡¡Esta mujer fue capaz de usar la katana en sus manos para vengar a su esposo, para conquistar su visión de la tierra prometida, y el día de hoy su espada luchará contra las fauces feroces del Poseidón de Egipto!!

La mujer tomó la espada que tenía sujeta en su espalda con su mano derecha, y con la izquierda tomó la funda de la misma y la arrojó con ligereza al bote. Del mismo modo, tomó el sombrero en su cabeza y también lo lanzó al bote, poco antes de que Hlökk retomara los remos y emprendiera el viaje de vuelta a las habitaciones.

- ¿Una mujer samurai?

- ¡D-De verdad hay una mujer en la arena!

- ¡Esto...!

- ¡Onee-sama! ¡Onee-sama! - sonrieron Líf y Lífthrasir con mucha emoción en sus miradas - ¡Es ella! ¡Nuestra Sasaki Kojiro!

- ¡¡La primera mujer en pisar la arena de pelea de este Ragnarok!! ¡¡Y su nombre es...! ¡¡JINGŪ KOUGOU!!

{ Jingū Kougou | Japonés }
[ Segunda representante de la humanidad ]

Jingū con un semblante serio y bastante tranquilo dirigió sus ojos a Sobek, quien a pesar de mantener un perfil físico aterrador y orgulloso, los gestos de su cara mostraban mucho genuino interés en Jingū.

Sobek se irguió completamente, mientras tomaba el báculo con firmeza.

- Debo confesar... - susurró el Dios cocodrilo de forma que solamente Heimdall y Jingū pudieron escucharlo - Que esto es muy... curioso y divertido. Espero, Majestad, que no decepcione mis expectativas...

- ... - Jingu con silencio apretó la mano donde tenía su katana, sin moverla de su sitio.

En las gradas de la humanidad, las opiniones y murmuros se hicieron presentes de tal forma que todas las gradas se inundaron. La opinión pública se dividió en 2 de forma muy rápida.

- ¿Ella es la emperatriz consorte Jingū?

- ¿¡La real!?

- ¡Es imposible! ¡E-Es una leyenda!

- ¡Esto no debería ser verdad!

- ¡Pero ahí está!

- ¿Y... si podrá contra Sobek?

- ¡Se ve muy débil!

- ¡Tengan cuidado con lo que dicen!

- ¡Pero es la verdad!

- ¡También dijeron lo mismo de Kojiro!

- Espero que pueda luchar contra ese Dios...

Las gradas de los Dioses, a diferencia de los humanos, estaban combinando la sorpresa de ver a la primera mujer en pisar el Ragnarok con la curiosidad de todos ellos, puesto que muchos Dioses la conocían por sus leyendas y renombres.

Aunque, mucha parte de esas emociones se disipaba mientras se burlaban de como los humanos en las gradas se dividieron en cuestión de opinión.

- ¡Esos humanos son intrigantes! - comentó Kali en brazos de Shiva - Tienen a una representante en la arena pero la critican... ¿Será por que es una mujer?

- ¡Es por eso que deben ser destruidos! - exclamó Durga - ¡Ni siquiera entre ellos se apoyan!

- ... - Shiva con toda su atención miraba la arena, especialmente a Jingū. Aquello intrigó a Parvati.

- ¿En qué piensas, cariño?

- ... - Shiva permaneció en silencio unos segundos más, hasta que habló - Esa mujer... si que armará un desastre en la arena...

- ¿? ¿Lo dices por que la conoces?... - le preguntó Parvati con interés - O... por Lakshmi...

- Un poco de ambas.

Atenea sonreía con curiosidad por ver a la emperatriz samurai frente a frente con el Dios que se ganó el título de su tío Poseidón. Los recuerdos golpearon su cabeza y sonrió genuinamente.

- Con que... Jingū será la siguiente en pelear. Esto definitivamente no me lo esperaba; pensaba que Cleopatra sería la siguiente.

- Igual que yo... - comentó Zeus con una sonrisa - Pero ha ocurrido del mismo modo que le quite a Shiva el segundo encuentro para pelear contra Adán.

- Aunque no te salió del todo bien papi - comentó con sarcasmo la Diosa, soltando una risa burlona - Pero bueno. Parece que salvaste a Shiva de una muerte segura en esa ocasión...

- ¿Tú también la conoces... a esa emperatriz? - Ares no estaba prestando tanta atención a la conversación a lado suyo, pero si que estaba sorprendido por la fama que parecía tener Jingū entre muchos Dioses.

- Bueno... - explico Atenea su hermano - No de la misma forma que a Aquiles, Hércules, Perseo, Ulises, o la mitad de los soldados y héroes de Grecia. Pero... conozco de ella por su gran fama como "bendecida por Amaterasu" y cosas así. Ademas, como buena Diosa de la guerra me mantengo informada de las guerras a nivel mundial... algo que deberías hacer Ares.

- ... Creo que no te volveré a preguntar nada... - Ares bajó su semblante con molestia.

- Aunque... - sonrió la Diosa - Me hubiera gustado que ella fuera mi oponente en este Ragnarok. Para probar si esa "bendición de victoria en las guerras" puede ser útil contra la Diosa de la guerra...

Por otro parte, Syf en las gradas de los Nórdicos estaba en toral silencio, y muy sorprendida por la participación que daría Jingū. Miraba constantemente con curiosidad, antes de hablar.

- ... Que interesante. Una mujer pisando el Ragnarok, y no es del lado de los Dioses... - recordó lo que había dicho Thor sobre el siguiente peleador y comentó en voz alta - Pensé que Nut sería la siguiente.

- Thor-sama la excluyó de los primeros combates - respondió Forseti a la pregunta de la Diosa, que le llamó la atención - Pidió a los Primigenios para la mitad del torneo... y si los humanos llegaban hasta el final, también estarían preparados para la últimas peleas.

- Debemos tener una estrategia - respondió Thor a la Diosa - Lo mejor que podemos hacer estarían tener a los mejores para después; si pierden o salen muy heridos, nos podemos ver afectados.

 - Bueno... opino que si lo que queremos es ganar, Nut debió ser la siguiente. Ella es demasiado poderosa para que que algún humano pueda contra ella.

 - No fue ese el unico factor para que Thor-sama decidiera el siguiente peleador. Ya que Sobek también intervino, y por la forma en que hablaba se le notaba que estaba ansioso por pelear.

- ... - Syf se quedó un tanto pensativa, antes de volver a hablar - La victoria de Anubis parece haber subido el ego de Egipto. Espero que no cometan ninguna estupidez los egipcios después de esto...

- ¡¡Onee-sama!! ¡¡Onee-sama!! - Líf y Lífthrasir sonrieron - ¡¡La Emperatriz espadachín y samurai va a pelear contra el cocodrilo soberano de Egipto y ahora de los mares!! Es...

- ¡¡Una versión mejorada de Sasaki Kojiro contra Poseidón!!

- ¡¡Esto estará... completamente fuera de control!!

Geir no estaba prestando atención a lo que decían sus pequeñas hermanas. Solo tenía un único pensamiento en la cabeza:

- ¿P-Por qué Hlökk introdujo a Jingū a la arena?

- ¿? ¿Eso importa ahora, onee-sama? ¡Ya tenemos la pelea!

- ... - Geir siguió pensando, hasta el grado que su cabeza comenzó a tener teorías que pasó a creerse - Espera... ¿Acaso... Hlökk cambió el orden de peleador? ¿¡Y ni siquiera me consultó!?

- ¿Eh? ¿Hlökk cambió a Cleopatra por Jingū?

Geir caminó hacia los pasillos del estadio con algo de enojo en sus movimientos. Las 2 hermanas se asustaron al ver a Geir por primera vez, con esas expresiones.

- ¡Onee-sama! ¿A dónde vas?

- ¡Iré a hablar con Hlökk sobre esto! ¡Necesito una explicación de inmediato! - antes de irse dio una media vuelta hacia las hermanas menores y les miró fulminantes - ¡Ustedes 2! ¡Aquí se quedan!

- ¡Ahh! - gritaron ambas a la vez - ¡Las caras de la hermana Hrist!

- ¿? ¡No, nada de eso!... - Geir se calmó un poco y volvió a hablarles - Quédense aquí ambas. No salgan por ningun motivo, y tampoco anden dando vueltas en el Coliseo.

- E-Está bien hermana... - afirmó Lífthrasir.

- Pero no te preocupes... - sonrió Líf, mientras volvía la mirada a la arena de pelea - ¡Esta pelea es tan prometedora que ni siquiera despegaremos los ojos!

Una vez que recibió la respuesta de ambas, Geir respiró profundo y continuó con su viaje, mientras Líf y Lífthrasir bajaban de la silla y se acercaban a la orilla del palco para ver mejor.

- ¡¡Esto será... increíble!!

Heimdall miró a ambos lados de la arena.

- ¡¡Muy bien!! ¡¡Que dé comienzo!! - con un movimiento de su mano la descendió hasta el suelo - ¡¡Que el segundo encuentro del Ragnarok... comience ahora!!

Todos pusieron sus ojos directamente en la arena, esperando ataques al instante.

Pero, de igual forma que al comienzo de la ronda pasada, los 2 combatientes estuvieron quietos frente al otro. Aunque, marcando diferencia con respecto a dicho combate, ni Sobek ni Jingū tomaron posturas de defensa ni de ataque; simplemente se miraron el uno al otro.

El silencio de la pelea era rápidamente acallado por el movimiento del agua dulce alrededor de ambos, pero aun quiero se volvió largamente infernal.

- ¿Eh? La pelea ha comenzado pero... - Heimdall estaba sorprendido aunque su voz no hacía notar tanto ese sentimiento - Estos peleadores están... muy quietos...

Atenea en todo momento dirigía su mirada a la arena, con mucha seriedad y calma, al tiempo que analizaba lo que ocurría; incluso los más mínimos movimientos de ambos peleadores.

- ... Esto será lento... - comentó Atenea con seriedad que reflejaba más su aburrimiento, mientras hurgaba en los bolsillos de su chamarra - Espero que empiecen en algún momento.

- ¿Al menos tienes algo dentro de esa chamarra? - preguntó Ares al ver que Atenea movía sus manos en la bolsa de forma un tanto desesperada.

- Obviamente si. Es solo que no lo encontraba - saco un par de paletas de caramelo, de las cuales a una le quitó la envoltura y se la extendió a su padre Zeus - Di "ahh~".

- ¡Ahh~!

De buena gana, Zeus tomó la paleta, y entonces Atenea le quitó la envoltura a la segunda y comenzó a comérsela. Ares estaba confundido por los cambios de humor de Zeus y por el espacio aparente de las bolsas de Atenea.

- ¿Qué tanto tienes ahí dentro?

- Lo suficiente para llegar hasta la cuarta pelea.

Sobek estando de pies con su baculo firmemente sujeto miraba de pies a cabeza a Jingū, mostrando de forma evidente que la analizaba del mismo modo que Sasaki Kojiro analizó a Poseidón. Jingū por su parte sujetaba su katana con firmeza, aunque por unos momentos temblaba su mano.

Tras unos segundos así, Jingū sujetó su katana con las 2 manos y pasó el arma frente suyo. En cuanto la punta del arma tocó el suelo de la arena, las aguas dulces a su alrededor se calmaron como si ahora fuera un lindo estanque.

Todos se quedaron sorprendidos pero más confundidos por ese movimiento.

- Jingu pasa a realizar su primer movimiento, y con ello calma las aguas de las arena... ¡Un movimiento que definitivamente nadie vio venir!

- ¿¡Qué diablos!? ¿De nuevo? - preguntó Ares muy confundido y hasta cierto punto asustado - ¿¡También lo puede hacer como Sasaki Kojiro!?

- Fufu~ se nota que no la conoces... - rió divertida Atenea ante la reacción de su hermano, cosa que hizo enfurecer nuevamente a Ares.

- ¿Esto debería ser... nuevo o corriente para ella? - preguntó Hermes mirando la arena y para sacarse de sus propias dudas y de las dudas de su hermano.

- Verás... a diferencia de Sasaki Kojiro, ella tiene una cierta justificación para ese movimiento curioso... - comenzó a explicar Atenea - La leyenda de Jingū Kougou dice que es capaz de calmar las mareas de los océanos con el movimiento de su arma y portando un par de joyas divinas que tiene. No sé que tanto tenga dentro de sus ropas, pero... parece ser que la leyenda es cierta.

- ¿Entonces deberíamos... sorprendernos?

- Yo diría que si... - comentó Atenea - Esa mujer tiene demasiadas de esas leyendas en su espalda sobre bendiciones divinas y la ayuda de los Dioses para sus combates... Ver que ese movimiento es verdadero solo me hace imaginarme el gran potencial que tiene esa peleadora, tanto así que puede que no necesite siquiera la ambrosía para igualar y tal vez superar a un Dios.

- ¿Lo dices en serio? - Ares se asustó un poco.

- Se nota que no estudias, Ares... - se quejó Atenea con molestia, antes de concluir - Aunque... si esta peleando contra los Dioses como ahora mismo lo hace, espero que los Dioses Sintoistas no le hayan dado sus bendiciones para esta pelea.

Jingū miró a su alrededor con cierta sorpresa, y moviendo sus ojos entrecerrados en dirección a Sobek soltó un profundo respiro mientras trataba de calmar el par de manos temblorosas que tenía, y por segunda vez miró al Dios egipcio con seriedad, quien no se había movido en lo absoluto.

- El tiempo avanza pero... ninguno se mueve...

Las gradas de la humanidad se alteraron rápidamente.

- ¿Qué pasa?

- ¿Por qué no se atacan?

- Parece que Jingū esta temblando...

- ¡Fue mala idea meter a una mujer a pelear!

- ... - Líf se enojó un tanto por esos comentarios que alcanzó a oír - Bola de idiotas. Ella esta por ellos en esa arena... ¿Y así le responden?

- ¡Definitivamente tienes razón, hermana! - concordó de inmediato Lífthrasir, que jalo a Líf un poco de la manga de su ropa - Por cierto hermana. Estás muy cerca de la orilla; te caerás...

Sobek siguió mirando a Jingū con seriedad, aunque su sonrisa de orgullo y expectativa salía a relucir de vez en cuando. Pero, dentro de su mente parecía estar bastante inquieto y ansioso por ver a la mujer pelear.

« Vamos, emperatriz de Japón… Muéstrame si eres digna de ocupar ese trono de la realeza... »

ASFD

...

Nota de autor: Lo prometido es deuda. Y la deuda ya está pagada UwU. Como ven, ya están los 2 capítulos que les prometí por la espera de más de un mes, así que gocenlos UwU

A partir de ahora, la publicación de capítulos retoma la marcha que tuvo en la primera pelea (cada 21 días) y dicho esto... ¡Los espero en el siguiente capítulo!

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