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Un amor de entre clases

Dedicado a AdanJD174

Las clases hacía horas que habían acabado y la luz naranja del atardecer se colaba por las ventanas del aula, cayendo sobre las mesas y las sillas. Sentada en uno de los pupitres, absorta en el contenido de su cuaderno, una chica con gafas y pelo negro y liso hasta los hombros apoyaba su cabeza en su mano izquierda mientras la derecha movía el lápiz sobre el cuaderno. La calma y el silencio del desértico edificio le encantaban, saboreando aquellos momentos de tranquilidad en contraste con el ajetreo y bullicio de las horas de clases.

Su mente se encontraba totalmente ida, por lo que no pudo oír los sigilosos pasos que se acercaban por detrás. Unas manos se alzaron lentamente sobre la cabeza de la pequeña para caer rápidamente sobre sus hombros. La joven dio un respingo, casi haciendo caer sus gafas y lanzando el lápiz.

- Te vas a dormir si sigues soñando despierta, Reginleif.- Una voz femenina sonó a su espalda.

Reginleif se giró para mirar con vista molesta a la mujer que la había asustado. Ataviada con un pantalón largo negro y una camisa blanca, la alta profesora llevaba el largo pelo negro recogido en una coleta larga sobre la espalda y un broche de alas en el flequillo. Sus ojos azules se cruzaron con los verdes de la pequeña.

- ¿Qué haces aquí, Brunhilde?-

- He estado terminando unas notas y revisando unos trabajos ¿Y tu qué haces aquí tan tarde?- Dijo la mayor.

- Sabes que me quedo tarde a terminar los deberes y luego vuelvo.-

- Sí, pero nunca tan tarde. Y también parece que has terminado los deberes hace rato ¿Ese del dibujo no es el chico de último año?- Brunhilde dijo mirando el cuaderno abierto que su hermana se apresuró a tratar de tapar.

El dibujo era poco más que un boceto, pero hecho con esmero y con dedicación. El dibujo mostraba a un joven de pelo corto y despeinado, con ojos grandes y una sonrisa amable. Era claramente reconocible para todos los que estuvieran en aquel instituto. Era el chico más guapo y más querido de todos, el estudiante de tercer año, Adán.

- ¡N-no es nada!- Reginleif recogió sus cosas mientras un rubor intenso corría por sus mejillas.

- ¿Por qué no tratas de acercarte? Es bueno en los estudios, sobre todo biología. Podría ayudarte, como se te da tan mal esa asignatura.- Brunhilde habló de forma casual.

Reginleif se enfurruñó y guardó las cosas para marcharse apresuradamente por la puerta de su aula, seguida de cerca por su hermana. No soportaba oír eso, porque odiaba que supieran lo que estaba pensando. Desde que entró en el instituto había visto a aquel chico rubio y de ojos azules, con la camisa medio desabrochada que dejaba entre ver los marcados pectorales. Realmente era un chico atractivo por fuera, pero también lo era por dentro, siendo uno de los estudiantes más amables de toda la escuela, siempre ayudando a los estudiantes nuevos como si fuera un hermano mayor.

Reginleif siempre lo había mirado desde lejos, a excepción de una vez en las que él se había acercado para darle una libreta que se le había caído, regalándole también una sonrisa luminosa. Había un aura de divinidad alrededor de él, haciéndolo ver como una meta inalcanzable, por lo que ella se había contentado con observarlo desde la distancia.

- Vamos a casa, las demás están preocupadas por ti. Perdona si te he hecho sentir mal.- Brunhilde acarició la cabeza de su hermana pequeña y depositó un beso sobre su frente.

- Sí, volvamos.- Reginleif hace una pausa, notando el olor que provenía de su hermana. Esbozó una sonrisa pilla.- Por cierto ¿Esos deberes que tenías que revisar tenían algo que ver con la clase de gimnasia? Porque esa colonia es la misma que la del profesor Leonidas.-

Brunhilde simplemente apartó la mirada de manera incomoda, admitiendo la derrota y que la habían pillado mientras ambas hermanas se marchan de camino a casa.

Lejos de allí, tumbado en una de las zonas de hierba del parque, el chico rubio se encontraba comiendo una manzana. Su rostro no reflejaba ninguna emoción mientras masticaba, y su mente tampoco estaba centrada en nada. Le gustaba estar allí tumbado, relajándose mientras escuchaba los cantos de los pájaros y sentía la brisa corriendo por su cara y la hierba mientras comía una fruta, siempre que esta no estuviera ácida como esa.

De repente, unos pasos acercándose a él lo hicieron erguirse y sentarse. La visión que tuvo le hizo fruncir el ceño.

- Vaya, vuelves a hacer el vago por ahí. Típico de ti.- Una chica alta, de cuerpo fino y con atributos pequeños, pero con una figura estilizada y erótica. Su pelo era del color del fuego, su piel era blanca como la leche y sus ojos eran de un azul de medianoche, y su sonrisa era hechizante y cautivadora, pero también altiva y soberbia.

- ¿Qué quieres, Lilith?- Adán preguntó con disgusto, observando a la chica a los ojos.

- Oye, no es de buena educación hablar así con una dama, y más teniendo en cuenta todo el tiempo que compartimos.- Dijo ella haciendo un falso puchero.

- Lo nuestro se acabó hace semanas, no tengo motivos para estar contigo más tiempo, así que dime que quieres y largate.- Adán le espetó, enojándose cada vez más.

Lilith simplemente sonrió y dio unos pasos alrededor del chico mientras sonreía con malícia. Le puso un dedo bajo la barbilla para alzarla y luego lo puso sobre sus labios fruncidos.

- Vamos Adán, sabes que no encontrarás a una chica mejor que yo. No puedes vivir sin mí, y pronto te darás cuenta, y entonces volverás corriendo a mis brazos.- Lilith rió y se marchó.

 Adán se levantó y tiró el corazón de la manzana a la basura. Había perdido todo su sabor.

~0~

El ruido de la campana marcó el fin de la clase. Adán, como los demás alumnos, recogió sus cosas para marcharse y caminó por el pasillo cuando fue detenido por el profesor de biología.

- Disculpa Adán ¿Podemos hablar un momento?- El hombre preguntó con una mirada tranquila.

- Claro, profesor Nostradamus.-

Adán lo siguió hasta su oficina, sin saber exactamente que quería el profesor. Las notas de sus últimos trabajos habían sido buenas, como siempre, y tampoco había tenido problemas con otros alumnos. Cuando entraron en el departamento de biología, el profesor le indicó que se sentara.

- ¿Ha pasado algo, profesor? No creo haber hecho nada malo.-

- ¡No, no! No te he traído aquí porque hayas hecho malo. De hecho, quisiera pedirte un favor. Verás, hay una alumna de primer año a la que no le está yendo muy bien en esta asignatura y es una pena porque le pone mucho empeño. Ya que tu eres el mejor estudiante en esta materia, me gustaría pedirte que la ayudes.- El profesor habló con voz tranquila, sin tratar de presionar.

- ¡Claro! ¿Quién es?- Adán preguntó animado.

- Es la hermana de la profesora de historia, Brunhilde. Se llama Reginleif, y no te preocupes, ya le hemos avisado de que hablaríamos con alguien para ayudarla después de clases.-

Adán asintió y se despidió del profesor para dirigirse a su siguiente clase.

El día pasó y el fin de las clases llegó con el sonido de la campana. Todos los alumnos abandonaron el aula mientras charlaban de sus asuntos, a excepción de la pequeña chica con gafas. A Reginleif le habían dicho que la persona que la ayudaría llegaría poco después del fin de las clases, y sinceramente sentía curiosidad por saber a quien exactamente le habían pedido ayuda. No podía ser Nostradamus, puesto que él era su profesor, por lo que pensó que sería otro profesor. Nunca imaginó que Adán apareciera por la puerta.

- ¡¿Adán?! ¡¿Qué hace aquí?!- Reginleif preguntó nerviosa, casi cayéndose de la silla.

- Me pidieron que te ayudara con biología. Al parecer te cuesta un poco.- Adán le dedicó una sonrisa amable.

Adán se sentó en una silla frente al escritorio de Reginleif. Durante algunas horas, ambos repasaron las lecciones que habían dado en aquel año. Las extrañas palabras y los conceptos intrincados se volvían fáciles de entender gracias a las palabras de aquel chico, al que Reginleif escuchaba fascinada. Cuando la luz naranja del atardecer se empezó a colar por las ventanas, ambos se despidieron y partieron por distintos caminos. Reginleif sonrió emocionada mientras apretaba el cuaderno de apuntes contra su pecho. Aquella era su oportunidad. fue corriendo a casa, donde sus hermanas la esperaban para cenar.

- ¡Ya estoy aquí!- Anunció cuando entró por la puerta.

- ¿Cómo te ha ido? vienes casi dando brincos.- Preguntó una de sus hermanas mientras se colocaba la trenza y el flequillo correctamente.

- Bien. Creo que por fin estoy empezando a entender las clases de biología.-

La cena pasó entre charlas y risas, y cuando las pequeñas se marcharon a dormir, solo las dos mayores se quedaron a hablar en la parte baja.

- Parece que tu plan salió bien. Cuando me dijiste que ibas a sugerirle eso a Nostradamus, pensé que te mandaría a la mierda.- Hirst dijo mientras se recostaba en el sofá.

- Solo hay que pedirlo bien. El camino está abierto, ahora ella tiene que caminar.- Respondió Brunhilde.

Lejos de allí, Adán caminaba dándole vueltas a la sesión de enseñanza que había dado. Realmente era una chica muy trabajadora y se notaba que le ponía empeño, no solo en estudiar, sino también en calmarse y poder prestar atención. Eso era algo que consideraba admirable y curioso ¿Había hecho algo que la pusiera nerviosa? ¿O pensaba que él le haría algo? No entendía por qué estaba nerviosa, pero haría todo lo posible para que estuviera cómoda. Era una estudiante junior, así que como senior tenía que ayudarla.

De repente, su sonrisa se transformó en una mueca de hastío al ver al otro lado de la calle a aquella mujer. Lilith iba caminando, abrazando el brazo de uno de los chicos de la clase de Adán, riendo tiernamente y depositando besos juguetones en su mejilla, tal y como alguna vez hizo con él. Cuando la chica se dio cuenta de su presencia, lo miró por encima del hombro con una sonrisa soberbia, haciendo que Adán chasqueara la lengua asqueado y se marchara.

~0~

- Entonces ¿Cuál era la hormona que segregaba el páncreas?- Reginleif preguntó mientras revisaba sus apuntes, pero no obtuvo respuesta.

Alzó la vista para ver al chico rubio que miraba la ventana distraído. Sus ojos parecían cansados e irritados, y aún se notaba la cristalina capa húmeda que aparece con la tristeza.

- ¿Va todo bien?- Reginleif preguntó con un tono preocupado.

- ¿Eh? ¡Ah, sí! Perdona, me he distraído. Es la insulina.- Dijo con un sobre salto.

Habían pasado ya un par de semanas, y ese comportamiento había aparecido en pocas ocasiones, pero esta era la primera vez que lo veía tan mal.

- Adán ¿He hecho algo malo?- Preguntó Reginleif aún más preocuada.

- ¡No, no! No pasa nada. Se está haciendo tarde, será mejor irnos.- Adán dijo esto mientras se levantaba. No quería que se preocupara.

Ambos recogieron sus cosas y caminaron fuera del instituto en silencio. Ambos deseaban hablar pero ninguno de ellos sabía como hacerlo. Cuando estaban ya cerca de la salida, una voz los detuvo.

- ¡Vaya, vaya! ¿Así que esta es la que ha ocupado mi lugar?- Una voz aguda y estridente como de serpiente sonó a su lado.

Sentada en uno de los bancos, Lilith los miraba con una sonrisa.

- ¿No me puedes dejar en paz, Lilith?-

- Realmente has caído muy bajo ¿En serio prefieres a una enana estudiosa? Sabes que no puedes estar sin mí.-

Adán apretó los puños con furia. Fue a decir algo cuando Reginleif habló.

- Mejor que una guarra infiel.- Aquellas palabras hicieron que ambos la miraran con incredulidad.

- ¿Qué me has llamado, enana?- Lilith se le acercó con una sonrisa irritada.

- ¿No te gusta? Puedo usar otras palabras: Furcia, puta, ramera, libertina . . . Es lo bueno de saber mucho. Dices que él no puede estar sin ti, pero eres tu quien lo busca. Curioso ¿No creés?- Reginleif sonrió con malicia.

Lilith frunció el ceño y sacó los dientes en una mueca de rabia. Levantó el puño para golpearla cuando una mano fuerte se cerró en torno a su muñeca. Giró su cabeza y vio a un Adán mirándola con una mirada decidida y fuerte, sirviendo de advertencia.

- Creo que será mejor que te vayas.- Su voz sonó dura y fuerte.

Lilith gruñó enojada, pero simplemente se marchó derrotada. Cuando hubo desaparecido de su vista, Adán soltó un gran suspiro de alivio y se giró hacia Reginleif.

- Lamento que hayas visto eso. No tendría que haberte metido en los problemas de mi pasado.- Adán sonrió algo triste.

- Es lo mínimo que podía hacer para agradecerte todo lo que has hecho por mí. Además, no me gusta que te insulte alguien como ella.- Reginleif terminó la frase a la vez que bajaba la mirada con vergüenza.

Adán sonrió tiernamente. Aquella era la chica más tierna que había visto, y sinceramente no le importaría pasar más tiempo con ella.

- ¿Quieres dar un paseo?- Dijo Adán mientras extendía su mano.

Reginleif sonrió y tomó su mano, intentando calmar su acelerado corazón. Ese fue un buen paseo.

~0~

- ¡Venga, Leif! ¡Que si no, no llegas!- Brunhilde dijo desde la sala de estar hacia las escaleras.

- ¡Ya estoy!- Dijo Reginleif.

La pequeña bajó con un vestido hasta las rodillas de color verde claro y un pequeño broche en el pelo. Justo en ese momento, el timbre de la puerta sonó. Al abrir, apareció Adán ataviado con un traje negro y una sonrisa amable. Reginleif fue corriendo a abrazarlo y el depositó un beso gentil en sus labios.

- ¿Lista para tu baile de graduación?-

- Al menos ahora soy lo bastante alta para que no sea ridículo.-

Ambos se despidieron de las hermanas de Reginleif, dirigiéndose al baile.


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Aquí está el siguiente One shot. Si he hecho dos seguidos dedicados al mismo usuario ha sido porque me pidió los dos en el mismo pedido. Espero que no os moleste.

Dedicado a AdanJD174


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