Tres días con los pequeños
Dedicado a @LACdarknes
- ¡Menudo día! Siento que las piernas me están matando.
- Pero si tu no caminas, Hlokk. Vas volando por ahí cuando Jack no está cargando contigo, so pesada.
- ¡¿ME ACABAS DE LLAMAR GORDA?!
- Hirst, Hlokk. No os peleéis, por favor.
Las tres valquirias caminaban por los pasillos del valhalla, con Randgriz intentando calmar a sus hermanas Hlokk y Hirst para que no se lanzaran a las manos. Las misiones habían complicadas aquella vez, pero el descanso por fin había llegado para los fatigados combatientes y sus compañeras. Las tres llegaron a la sala de descanso para las valquirias, sentándose alrededor de la mesa, Hirst y Randgriz usando las butacas y Hlokk recostándose en el sofá.
- ¿Qué haréis vosotras ahora?- Preguntó Hlokk colocándose de lado sobre los cojines.- Jack me ha prometido té con pastas para celebrar el éxito de la misión.
- Yo iré con Kojiro a visitar a su amigo Musashi y a otros maestros. Hace tiempo que no los ve y quiere volver a batirse con algunos de ellos.- Dijo Hirst tras dejar caer la cabeza contra el respaldo, completamente agotada.
- Es tierno que te lleve a conocer a sus amigos. Debe apreciarte mucho.- Dijo Randgriz enternecida, alegrándose por su hermana.
- ¡S-S-SOLO ES PORQUE ELLOS INSISTIERON!- Exclamó Hirst, roja como un tomate y con el flequillo cambiado de lado.- ¡Quieren agradecerme por ayudar a su compañero! No es distinto de lo que Lu Bu hizo cuando te presentó a sus oficiales.
- Me considera parte de su tropa, así que es normal que me presente al resto. No es nada especial.
- Pero no es normal que te empeñes en curar sus heridas cada vez que volvéis.- Intervino Hlokk con una sonrisa malévola.- Sí, lista, Nostradamus no es precisamente alguien que se guarde algo le molesta. Prácticamente lo sacas a patadas.
Hirst giró la mirada hacia su hermana con una sonrisa cómplice a la de Hlokk, viendo como ahora era su hermana pequeña la que enrojecía de vergüenza y apartaba la mirada.
- B-b-bueno, él parece más calmado cuando me encargo yo de hacerlo.
- Y el hecho de poder tocar sus músculos fuertes y tonificados no tiene nada que ver ¿Verdad?
La mayor y la menor estallaron en carcajadas mientras la de en medio se encogía en su butaca haciendo pucheros.
- ¡Oye, no soy la única que hace cosas así! Tu le pides a Jack que te lea libros solo porque te gusta como narra.- Se defendió Randgriz.
Hlokk se irguió con la cara escarlata mientras Hirst daba patadas de la risa. Las tres terminaron riéndose de ellas mismas y de sus tonterías. Mientras tanto, la mayor de las hermanas, Brunhilde, miraba la pantalla del ordenador donde realizaba los informes. Odiaba ese papeleo, pero odiaba más las regañinas "orientativas" de los dioses cuando no los hacía. Terminó de rellenar el documento y lo envió antes de desplomarse de cansancio sobre el teclado.
- Bueno, parece que por fin se terminó por hoy.
Unos pasos acelerados la hicieron girarse hacia la puerta, la cual se abrió de golpe revelando a una agitada Geir que respiraba de forma entre cortada.
- Yo y mi gran bocaza.
- ¡HERMANA HILDE!¡TENEMOS UN PROBLEMA!
Brunhilde se levantó con pesadez ante la llegada de la encarnación de la pesadez que era su hermana pequeña. Sus problemas podían desde ser que se habían acabado los dulces hasta que los gigantes estaban atacando Asgard otra vez. Tras seguirla durante un rato, ambas se pararon en frente de la puerta de la zona de descanso de los Einjerhar. Notó que desde detrás de esta se oían voces juveniles, o más bien infantiles, lo cual era imposible. Okita no había salido de su habitación y no había más niños en aquel lugar a parte de Geir y sus hermanas más pequeñas. En su mente trató de imaginar todos los posibles escenarios en los que aquello era posible, pero todo eso se fue al traste cuando abrió la puerta. Los ojos de Brunhilde se abrieron como platos y su mandíbula se descolgó al comprobar que tres niños que nunca había visto estaban allí. Uno de ellos, apoyado contra la pared mientras leía un libro, llevaba una camisa blanca bajo un viejo chaleco marrón, con pantalones negros y zapatos sucios. Su pelo blanco era corto y parecía suave, cayéndole un par de mechones sobre la frente. Otro de los niños trataba de llamar su atención mientras se sentaba a su lado. Vestía una ropa oriental que le quedaba algo grande, de color rojo con estampado de flores con un pantalón negro al igual que su pelo, recogido en una coleta. El último niño, sin embargo, estaba alejado de los otros, con el ceño fruncido sobre los ojos rodeados de sombra. Vestía una ropa también oriental, pero más parecida a la portada por los mongoles en las estepas, aunque en lugar de recogerse el largo pelo negro, lo llevaba suelto y despeinado, dándole un aspecto aún más salvaje.
- Dime que esto es una broma.
- ¿Cómo lo arreglamos?
- ¡¿Y yo qué sé?! ¡Ni siquiera sé como han acabado así!
- ¿A que viene todo este barullo?- Preguntó una voz a sus espaldas.
Adán apareció por la puerta como siempre, con una manzana a medio comer en una mano y una hoja como toda ropa. Sus ojos también se abrieron cuando reparó en los niños que estaban en la sala, aunque su rostro cambió a una sonrisa paternal y un brillo le resplandeció en los ojos.
- ¿Qué les ha pasado?
- Eso intentamos saber. Han vuelto a la edad de la infancia y no tenemos a nadie que-
Su voz se detuvo cuando cayó en la cuenta. Se giró hacia Adán, quien ya la estaba mirando.
- ¿Adán?
- Yo me encargo de ellos. Son mis niños a fin de cuentas, así que es mi deber como padre.
- Gracias, me salvas la vida.- Dijo Brunhilde suspirando aliviada.- Intentaremos que vuelvan a su forma original lo antes posible.
Las dos valquirias se marcharon dejando al padre de la humanidad mirando a los niños. Se encaminó hacia los dos niños sentados en la pared. Ambos alzaron la mirada cuando oyeron los pasos, lo que Adán tomó como señal de que tenía su atención. Se detuvo y se arrodilló sonriente frente a ellos, saludándoles con la mano.
- Hola.
- ¿Quién es usted? ¿Y por qué está desnudo?- Preguntó Sasaki mientras Jack ocultaba su rostro con el libro.
- Me llamo Adán, y soy el que os va a cuidar hasta que volváis a ser normales. En cuanto a por qué estoy desnudo, es porque no tengo más ropa.
Sasaki pareció entender y volvió a mirar el libro de Jack.
- ¿Y vosotros como os llamáis?
- Yo me llamo Kojiro.
- Yo. . . yo me llamo Jack.- Dijo en voz baja el niño de pelo blanco.
- Me alegra conoceros. Por cierto ¿Quién es el niño que está ahí solo?- Preguntó señalando al pequeño salvaje.
- Ah, ese Lu Bu. Da un poco de miedo.
- Bueno estoy seguro de que podemos pasarlo bien todos juntos.- Dijo Adán antes de levantarse hacia los niños.
~0~
- Bueno, creo que debemos ir yendo ya. Los chicos se van a preocupar si tardamos mucho más.
Las tres hermanas valquirias habían pasado largo rato juntas hablando, y ahora tenían que dirigirse a sus respectivos planes. El pasillo se animó por su charla hasta que oyeron unos gritos y lloros que venían de cerca.
- Oh no, Brunhlide por fin ha tenido suficiente de Geir.- Asumió Hlokk, lo que le ganó un par de miradas de reprimenda.
Las tres se apresuraron al lugar de origen de los ruidos, solo para encontrar a Brunhilde corriendo hacia ellas.
- ¡Oh, chicas! ¡Menos mal que estáis aquí! ¡Os necesito a las tres!
Las tres la siguieron confundidas hasta la entrada de la sala de descanso de los Einjerhar, donde Geir se asomaba a la puerta temerosa.
- Geir ¿Qué has hecho esta vez?- Preguntó Hirst.
- ¡YO NO HE HECHO NADA!- Protestó la pequeña pelimorada casi llorando.
- No ha sido ella, esta vez. Mirad.
Las tres se acercaron y vieron el caótico espectáculo. Mientras con una mano sujetaba en alto a un niño de aspecto salvaje que pataleaba como loco, Adán mecía en sus brazos a un niño de pelo blanco que lloraba a mares y mantenía alejado a otro niño de pelo negro con la pierna, todo esto con enorme esfuerzo y estrés.
- ¡SUÉLTAME! ¡VEAMOS QUIEN ES MÁS FUERTE!
- ¡WAAAAAHAHAHA!¡Tengo miedo, su color es oscuro!
- ¡Yo si quiero pelear! ¡Muéstrame tu técnica!
Los niños seguían gritando y llorando mientras Adán daba lo mejor de sí para que se calmaran. Las tres valquirias miraron a su hermana, cuya mirada confirmó sus temores. Después de que Adán pudiera cansar a los niños lo suficiente como para que se mantuvieran quietos, los dejaron en sus habitaciones mientras Adán iba a descansar un poco.
- Lo siento mucho, Adán.- Se disculpó Brunhilde.
- No sabía que los niños podían ser tan caóticos, ni tan incansables. Comparados con ellos, Caín y Abel eran dos angelitos. He fallado como padre.- Dijo Adán mientras se apoyaba en las paredes, camino a su habitación.
- ¿Estará bien?- Preguntó Randgriz.
- No te preocupes. Eva sabrá como animarlo(No piensen mal, cochinos).- Respondió Hirst.- El problema es como devolverlos a la normalidad.
- Respecto a eso, hay buenas noticias.- Respondió Brunhilde.- Mientras Adán las pasaba canutas, he podido descubrir que esto es una maldición menor y temporal. Seguramente algún imbécil flotante con pelo verde la lanzó para echarse unas risas. Por lo que he podido averiguar, estarán de vuelta en unas 72 horas. En términos de Geir, tres días.
- ¿Y que hacemos con esos mientras tanto?- Dijo Hlokk señalando con el pulgar hacia el pasillo de las habitaciones
- ¿Qué quieres decir con "qué vamos a hacer"?- Dijo Brunhilde como si la respuesta fuera obvia.- Os vais a encargar vosotras de cuidarlos.
- ¡¿QUÉ?!
- Sois las que más los conocen, será fácil para vosotras.
- ¡Eso es fácil decirlo! No tenemos ninguna experiencia con niños, y ellos no parecen reconocernos.- Se quejó Hlokk.
- Aún no veo la parte en la eso es mi problema. Tengo cosas que hacer. Además, imaginad que son los hijos de vuestros Einjerhar. A lo mejor eso lo hace más fácil.
Brunhilde se alejó por el pasillo con una sonrisa, dejando a las tres hermanas con la mayor confusión que habían tenido en su vida. Sin más remedio, cada una se dirigió a la habitación de su compañero.
~0~
Hlokk abrió la puerta, buscando con la mirada al niño que había sido su compañero. La habitación estaba un poco oscura en comparación con el pasillo, pero pudo distinguir al niño sentado en el escritorio, con una lámpara iluminando el libro que estaba leyendo. Desde la puerta parecía estar emocionado por lo que estaba leyendo, tanto que ni siquiera se percató de que había entrado sin llamar. Hlokk suspiró al verlo tan inocente, tan tranquilo e infantil, y una sombra le atenazó el corazón al recordar los malos momentos que aquel niño habría de pasar cuando creciera. Apartó aquellos pensamientos oscuros, convenciéndose de que eso no iba a pasar otra vez, y se acercó a él. Al oír el sonido de pasos a su lado, Jack se giró para mirar a la chica que se acercaba.
- Hola. Tranquilo, solo quiero hablar contigo.
- Anne siempre me dice que no hable con extraños.
- Bueno, yo soy quien tiene que cuidar de ti durante los próximos tres días, así que creo que tendremos que hablar.
Hlokk se sentó en la cama con una sonrisa dulce mientras miraba al niño. Esas sonrisas solo se las guardaba a él.
- Mi madre no se preocupará ¿Verdad?
- ¡Anda! ¿No te lo ha dicho?- Hlokk fingió sorpresa.- Esto es una especie de estancia de lujo, en la que podrás hacer, comer y jugar a lo que quieras. Tu madre la ganó en un concurso.
- ¡¿En serio?!- Preguntó Jack emocionado, a lo que Hlokk asintió con una sonrisa.
Jack bajó de la silla de un salto y se dirigió a ella con los ojos iluminados por la alegría.
- ¡¿Entonces puedo leer las novelas que haya aquí?!
- Todas las que quieras.
Ambos caminaron hasta la biblioteca del valhala, repleta hasta los topes de distintos libros. Hlokk lo guió hasta la zona de epopeyas y relatos míticos, donde Jack se dedicó a correr por los pasillos, cogiendo montañas de libros y llevándolos a la mesa más cercana para devorarlos en cuestión de horas. Hlokk se limitó a observarlo correr, hasta que pasadas unas horas el niño empezó a bostezar y a cabecear.
- Bueno, creo que ya es hora de irse a dormir.
- No quieroooo.-
- Podrás seguir leyendo mañana. A la cama.
Cuando volvieron a la habitación, Hlokk lo ayudó a meterse en la cama y se dispuso a marcharse cuando:
- Hlokk ¿Podrías leerme ese cuento?
Hlokk giró la mirada hacia donde el niño señalaba, siendo el libro que estaba leyendo, "Romeo y Julieta".
- ¿No te lo has leído ya varias veces?
- Mi mamá siempre me lo lee cuando me voy a dormir.
Hlokk rodó los ojos con una sonrisa. Ese niño simplemente podía con ella. Tomó el libro y se sentó junto a él en la cama.
~0~
Hirst se preparó para el segundo día con su pequeño compañero. El primero había sido fácil de enfrentar, puesto que el niño había entendido rápidamente sus explicaciones y se había dedicado a entrenar y perseguir animalitos. Hoy, sin embargo, sería un poco diferente.
Llegó al pequeño jardín donde Kojiro solía entrenar, encontrándolo sentado con las piernas cruzadas y con su espada de madera apoyada en un hombro. Parecía estar meditando.
- Hola Kojiro. Se que hoy también querías entrenar, pero resulta que-
Se detuvo cuando escuchó un sonido. Se fijó en el chico, descubriendo que un hilillo de baba le caía de la boca, de donde también provenía el sonido, que no era otra cosa que sus ronquidos. El flequillo y la trenza de Hirst se cambiaron de sitio mientras una vena se le marcaba en la frente.
- ¡MENTECATO DORMILÓN! ¡DESPIÉRTATE!
Kojiro pegó un respingo tapándose los oídos. Se giró hacia la valquiria, que lo miraba con ojos enojados y las manos en las caderas.
- No son horas para estar durmiendo.
- Es que tengo sueño, y al sol se está muy bien.
- Como sea. Alguien ha venido a verte.
Desde detrás de la puerta aparecieron un anciano algo encorvado y un enorme hombre musculoso que lo miraban con una sonrisa.
- ¡Maestro! ¡Kagekatsu!
El joven corrió a abrazarlos, y poco después, se estaba batiendo con Kagekatsu bajo la mirada de Hirst y su maestro.
- Gracias por cuidarlo. Nos preocupamos cuando nos enteramos de lo que le había pasado, pero sabiendo que tu estás aquí todo irá bien.
- No es para tanto jajaja.- Rió Hirst mientras un ligero rubor aparecía en sus mejillas.
Sin embargo, sus ojos se volvieron al combate cuando vio que Kojiro alzaba las manos en señal de rendición. Esto ocurrió en repetidas ocasiones, viendo como cada vez que el combate iba algo mal, Kojiro se rendía, hasta que la luz del día cayeron, despidiéndose el Einjerhar y la valquiria del maestro y el compañero del pequeño samurái.
- Hoy ha sido un gran día. He estado muy cerca de vencerlo.
- No es verdad.
Kojiro se giró confundido hacia Hirst, que lo miraba con una mirada decepcionada.
- ¿Por qué siempre te rindes?
- Es que si sigo luchando, puedo acabar malherido. Entonces no podría seguir practicando y hacerme más fuerte.
- Pero rendirse no siempre podrá ser una opción.- Se arrodilló y lo miró a los ojos.- Imaginate que de repente entra por la puerta un terrible oponente con un tridente y trata de matarme a mi o a alguien a quien quieres, y tu eres el único que puede detenerlo ¿Pelearías con él?
- ¡Pues Claro!
- Pero ese enemigo puede ser muy poderoso, más que tu. Si vieras que te supera ¿Te rendirías?
- Yo . . .
- Rendirse es solo una opción cuando es solo tu vida la que corre peligro. A veces habrá enemigos que no te permitan retirarte, por lo que siempre tienes que intentar ir con todo y esforzarte hasta el final ¿Vale?
- Vale.
- Bien. Vamos, ya es hora de dormir, y ese sí es un enemigo ante el que hay que rendirse.
Dijo la valquiria mientras sujetaba su mano, camino de su habitación.
~0~
Randgriz suspiró mientras se sentaba en uno de los bancos del patio. No sabía como le había ido a sus dos hermanas con sus respectivos humanos, pero esos dos últimos días no habían ido bien para ella. Aunque Lu Bu no era un niño revoltoso o agresivo y siempre estaba entrenando con su lanza, cada intento suyo por acercarse a él habían sido recibidos con miradas frías y silencio. Aquel día no era distinto, y ella no sabía que hacer más que mirar desde la distancia.
- Me dijeron que estaríais aquí.- Una voz amable sonó a su lado.
Randgriz alzó la mirada y vio a un hombre de mediana altura, vestido con ropas coloridas similares a las de su humano, con el pelo negro y largo recogido en un moño y una barba corta. Realmente se parecía un poco a Lu Bu.
- ¿Quién sois?
Antes de que el hombre pudiera responder, Lu Bu dejó la lanza de golpe y corrió hacia él. Randgriz intentó levantarse para pararlo, temiendo que quisiera atacarlo, pero el niño se limitó a abrazarse a su cintura y hundir la cabeza en su estómago.
- Hola, hijo.- Dijo el hombre mientras se agachaba para abrazarlo y cargarlo en sus brazos con cariño.
- ¿Hijo?- Preguntó Randgriz confundida.
- Perdona, no me he presentado. Me llamo Lu Shang, y te agradezco por cuidar de mi hijo.- Dijo el extraño haciendo una pequeña reverencia.
Mientras Lu Bu volvía a su entrenamiento, Lu Shang se sentó en el banco mientras lo miraba con orgullo.
- Tu hermana ya me puso al tanto de la situación, así que decidí venir a echar una mano.
- Se lo agradezco mucho, porque realmente no se que hacer. He intentado hablar con él y que nos llevemos bien, pero el parece ignorarme y hasta estar molesto con mi presencia.
- No te preocupes. Es así con todos, pero no por odio. Simplemente le cuesta hablar con alguien que no sea yo.
- Por suerte, mañana volverá a la normalidad, así que supongo que no pasa nada.
- ¡No digas eso, chica! ¡Sois compañeros, tenéis que llevaros bien!- Se giró hacia la pequeña fiera.- ¡Lu Bu! ¡Ven aquí un momento!
El niño respondió al instante y correteó hasta llegar frente a los dos.
- ¿Es verdad que no has estado hablando con esta señorita cuando ella te habló?- Preguntó Lu Shang, recibiendo una afirmación con la cabeza.- Eso no está bien. Tenéis que llevaros bien.
- No es necesario. Ella no es fuerte.
Randgriz sintió esas palabras como un pinchazo en el corazón
- Eso no lo sabes. La fuerza puede venir de muchas maneras y en muchas formas, y es mejor tener amigos que puedan apoyarte. No sabes cuando sus cualidades pueden serte de ayuda.
Lu Bu miró al suelo pensativo, todavía no del todo convencido.
- Venga. Intenta llevarte bien con ella, y no juzgues a la gente por sus apariencias. Pídele perdón.
Lu Bu alzó la mirada hacia Randgriz, quien la recibió con una sonrisa tierna. Se inclinó hacia delante con las manos en las rodillas.
- Lo siento.
- No pasa nada.
Tras pasar el día hablando y viendo a Lu Bu jugar, terminando llevándolo a su habitación, siendo Lu Shang quien lo cargó en sus brazos, estando medio dormido. Tras dejarlo en la cama, Lu Shang lo arropó y se despidió con un beso en la frente.
- Gracias otra vez. No sé que habría hecho si no hubiera aparecido.
- No es nada. Estoy seguro de que habrías encontrado una manera.
- Es un niño encantador cuando quiere, pero tiene caracter.
- Sí. Solo espero espero que los nietos no sean tan así.- Murmuró Lu Shang.
- ¿Qué dijo?
-¡Nada! Buenas noches.- Respondió Lu Shang marchándose apresuradamente.
Tras quedarse sola, Randgriz se acercó a la cama del ahora dormido niño. Acarició sus cabellos negros y salvajes y su cara algo sombría. De repente, notó como las manos del niño se acercaban para coger la suya, abrazándola con sus bracitos. Randgriz sonrió y pensó que dentro de ese pequeño estaba el Lu Bu de siempre.
~0~
Tras la vuelta a la normalidad de los tres humanos, las valquirias decidieron no hablar de lo sucedido, aprovechando que los estos no parecían tener memoria del tiempo en el que habían sido niños.
Mientras tanto, dos de estos humanos hablaban en los pasillos.
- ¿En serio no le vamos a decir que nos acordamos de todo?- Preguntó Kojiro.
- No.- Respondió Lu Bu.
- ¿Es porque hiciste sentir mal a Randgriz o porque oíste a tu padre decir que quería nietos?
- . . . Sí.
~~0~~
Aquí está el siguiente One shot. Este ha sido uno de los que más he disfrutado y mejor me lo he pasado escribiendo y para el que he tenido más ideas. He tenido que descartar algunas, pero creo que lo he hecho lo mejor que he podido.
Muchas gracias a @LACDarknes
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