Cruz de espadas sobre el corazón
Dedicado a ErMardyto
(Este es un AU de mundo normal, Espero que no moleste)
A Hirst nunca le había encantado el Iaijutsu. Era algo que nunca le llamó la atención, además de que tenía algunas malas experiencias con deportes que implicaran golpear a gente. La última vez terminó rompiéndole la nariz a Raiden, el capitán del equipo de sumo. Lo peor fue que su hermana Prour le estuvo dando la brasa todo un mes sobre como había hecho daño a su novio y sobre como debía controlar a la fiera.
No era culpa suya, exactamente. Es como si tuviera dos personalidades, la normal, calmada y algo tímida que solía mostrar normalmente, y la "bestia" como la llamaban. Se emocionaba demasiado y se volvía un torbellino de furia. Muchos profesores particulares de deporte se habían negado a enseñarle por este motivo, todos temiendo que los dañara. Sin embargo, ella estaba decidida a aprender un deporte durante ese verano, y cuando algo se le metía entre ceja y ceja no había nada que le hiciera cambiar de idea.
Así fue como escuchó de cierto profesor de Iaijutsu que nunca se daba por vencido con un estudiante, fuera cual fuera. Era una promesa demasiado buena para ser verdad, pero bueno, menos da una piedra. Así fue como conoció a aquel hombre. Un hombre apuesto, de rostro alegre y dado a la risa, diligente en sus enseñanzas y con un entusiasmo tan inagotable como contagioso.
Sasaki Kojiro.
Hirst lo recordaba entrenando siempre que llegaba al dojo, con el sudor perlando su piel lisa y su pelo negro flotando a su espalda recogido en una coleta. Su cara esbozó una sonrisa tonta con el recuerdo de él recibiéndola con una sonrisa al verla aparecer por la puerta, como si entrando a ese dojo se transportara a un lugar lleno de luz cálida y acogedora.
-Hirst, deja los fantaseos para cuando te termines el desayuno.- Dijo su hermana mayor Brunhilde sacándola de golpe de sus pensamientos mientras se dirigía a la cocina.
- No estaba fantaseando.- Murmuró de mal humor.
En la mesa del comedor de la casa en la que vivía junto a sus otras 12 hermanas estaban ellas dos, su hermana Randgriz terminando unos trabajos en su portátil y su hermana Holk que mandaba mensajes por el móvil a vete tu a saber quien. Hirst se dio cuenta que era la única con una taza aún frente a ella así que se apresuró a terminarla. Pocos segundos oyó pasos lentos y un bostezo provenientes de la escalera. Geir por fin se levantaba.
- Buenos días.- Dijo la pequeña de las 13 mientras se acercaba a la cocina aún con el pelo despeinado y la camiseta del pijama.
- Buenas tardes, casi. Es casi medio día.- Contestó Brunhilde.
- Por cierto Hirst.- Preguntó Randgriz levantando la vista del portatil.- ¿Hoy también tienes clase con Kojiro?-
Hirst asintió mientras bebía lo que le quedaba de café.
- La verdad es que es un profesor muy bueno. Has mejorado mucho desde que empezaste a principios de verano.- Comentó Brunhilde.
-Si. Si que lo es.- Hirst se sonrojó levemente mientras decía esto.
- Aunque parece que te gustaría que te enseñara otras cosas.- Dijo Holk con una sonrisa burlona.
Hirst pegó un respingo en su silla y su cara se tiñó de un rojo intenso como de tomate.
- ¡Cierra el pico!- Gritó.
- Seguro que te gustaría blandir su "otra espada".- A Holk le gustaba ser a veces ser una impertinente.
- ¡Qué cierres el pico, enana!- Esta vez Hirst se levanto de la silla mientras su flequillo cambiaba de lado y una vena le asomaba en la frente.
- Dejadlo las dos. Hirst, calmate. Y tu Holk, para con la broma.- Como siempre, Brunhilde era la que tenía que poner orden mientras Geir se escondía tras su falda, atemorizada por su hermana mayor.
Hirst se levantó de mala gana y subió a su habitación para prepararse. Se puso unos vaqueros y una chaqueta, se recogió el pelo en su habitual trenza y agarró la funda de su espada de madera o boken. Bajó las escaleras con paso rápido y tras una breve despedida con sus hermanas salió a la calle. Allí tomó su moto y se dirigió al dojo.
- Estupida Holk.- Pensaba para si misma.
No era como si le gustara su profesor. . . ¿Verdad?
Trató de apartar esos pensamientos de su cabeza y centrarse en la carretera. Tardó poco en llegar al edificio con el letrero "DOJO TODA" en su fachada, aunque desde fuera no pareciera más que una tienda como otra cualquiera. Podía no ser el gimnasio mejor equipado del mundo, pero se podía notar que los que trabajaban allí lo mantenían cuidado con cariño y dedicación. Empujo la puerta de cristal de la entrada y llegó al mostrador. Allí, un amable anciano la recibió.
- Hola Hirst ¿Otra vez vas a entrenar con Kojiro?- Preguntó el anciano con una sonrisa amable.
- Así es. Por cierto- Dijo mientras sacaba su cartera y le entregaba unos cuantos billetes al anciano. - Aquí tiene lo de este mes, señor Seigen.
- Muchas gracias, siempre tan puntual.- Seigen tomó el dinero y lo guardó mientras murmuraba.- Aunque puede que ya no tengas que pagar cuando seas de la família.-
- ¿Uhm?¿Dijo algo?- Preguntó Hirst confundida.
- ¡Nada, nada! Kojiro ahora mismo está con Kagekatsu, pero no creo que tarden mucho. Ve cambiándote si eso.- Dijo tratando disimular con una risa.
Hirst ignoró la risa y se dirigió a los vestuarios, donde cambió su ropa por el kimono blanco y la hakama negra del uniforme. Tomó su boken y se echó agua en la cara para relajarse. Tras eso, se dirigió al dojo donde ya se oían los choques entre los dos bokens a gran velocidad.
En el tatami del dojo, el instructor de pelo negro y aspecto joven se enfrentaba a un enorme y musculoso hombre. A pesar de la diferencia de tamaño y la apariencia fiera del enorme hombre, se notaba claramente la diferencia de habilidad, mientras Sasaki repelía cada uno de los ataques lanzados hacia él y devolvía contra-ataques incesantes a gran velocidad. Finalmente, Kagekatsu cayó agotado al suelo del dojo, respirando con dificultad.
- No puedo más. Y pensar que hace apenas unos años yo era el que te pateaba el culo.- Dijo mientras se incorporaba.
- No es nada. Gracias a tí he aprendido un montón, es por eso que pude llegar a este nivel.- Afirmó Kojiro mientras le tendía una mano para que se levantara.
- Vaya, parece que tendré que pedir la décima revancha después. Ahora tienes clase.- Kagekatsu dijo mientras se fijaba en la figura femenina que acababa de aparecer por la puerta.
Kojiro se giró para ver a su estudiante y la sonrisa se formó de forma involuntaria en su cara. Era una vista agradable y muy bella encontrarla ataviada con el uniforme del dojo. De alguna manera ver la constancia de esa chica por aprender le animaba a seguir enseñándole, como si le recordara a él mismo cuando era pequeño.
- No le des muy duro, que sino la vas a espantar.- Dijo Kagekatsu mientras se reía antes de recibir un golpe en las costillas por parte de Kojiro.
A pesar de esto, Kagekatsu salió riendo entre dientes mientras le daba los cinco a Hirst para saludarla. Tras entrar al tatami y hacer la reverencia de saludo, ambos tomaron su postura de inicio. A una orden de Kojiro, ambas espadas chocaron con gran potencia para inmediatamente después iniciar un baile frenético de choques, esquivas y fintas. La coleta y la trenza daban vueltas detrás de los contendientes mientras sus pies cambiaban incesantemente de posición y sus manos apretaban la empuñadura de sus armas, intentando romper el estancamiento entre los dos.
Aunque si que había una diferencia entre los dos. Mientras que la mente de Kojiro se llenaba con las posibles acciones que su alumna podría hacer, Hirst tenía destellos que la distraían.
"Deja las fantasías"
"Parece que te gustaría que te enseñara otras cosas"
Las frases de sus hermanas, junto a sus propias preguntas, se repetían en su mente y la empezaban a enfadar. No sabía lo que sentía por aquél hombre, no sabía si lo quería o simplemente lo admiraba, o si simplemente le atraía físicamente, y eso la enfadaba terriblemente. Poco a poco, su flequillo empezó a cambiar de lado a medida que una vena empezaba a aflorar en su frente. Sus movimientos se volvieron más rápidos y potentes, empujados por una ira que le hacía apretar los dientes. Kojiro, a pesar del incremento de velocidad, mantuvo su defensa de forma perfecta, contrarrestando la furia de su oponente con una mirada fría y un calculo perfecto.
O no tan perfecto.
Un movimiento hizo que Kojiro se echara hacia atrás, mientras Hirst se lanzaba de frente. Sus pies chocaron y perdieron el equilibrio. Por unas milésimas, Hirst cerró los ojos esperando el golpe contra el suelo. Sin embargo, el impacto esperado fue sustituido por otro mucho más suave y amortiguado. Hirst abrió los ojos solo para encontrarse acostada sobre el pecho de Kojiro, quien en un rápido movimiento, la había tomado de la cintura con su brazo libre para que no cayera contra el suelo.
- Perdona ¿estas bien?- Preguntó Kojiro con un pequeño gruñido de dolor.
Hirst se quedó congelada unos segundos. Estaba acostada sobre el hombre con el que tenía tantas dudas, siendo abrazada por él. Rápidamente trató de erguirse y levantarse, pero a medio camino, sus ojos se cruzaron con los de su maestro. Ambos quedaron sorprendidos y mirándose fijamente mientras cientos de pensamientos llegaban y pasaban en sus mentes a la vez que el rubor aparecía en sus mejillas.
- lo. . . ¡Lo siento!- Hirst salió corriendo hacia el vestuario, dejando a un confundido Kojiro aún en el suelo, tratando de entender que había pasado.
En el vestuario, Hirst respiraba con agitación, tratando de calmar los acelerados latidos de su corazón. ¿Cómo habían acabado en una situación así?
Pero se había dado cuenta de una cosa. Le gustaba estar con él. Le gustaba ese hombre y el estar envuelta en sus brazos era reconfortante. Al menos sus dudas se habían despejado, lo cual era bueno. En ese momento oyó ligeros golpes en la puerta.
- ¿Hirst?¿Va todo bien?¿Puedo pasar?- Kojiro sonaba preocupado.
- Si, adelante.-
La puerta se abrió, mostrando a un Kojiro con un aspecto muy distinto al que ella estaba acostumbrada. Su rostro se componía ahora de una mezcla de preocupación y tristeza. Realmente el hecho de que ella huyera de él de aquella manera lo había afectado. Se levantó para mirarle a los ojos. Tenía que decirselo.
- Si te preocupa que me hicieras daño, me han caído almohadas más pesadas, jeje.- Dijo Kojiro para animar el ambiente.
- No es eso.- Hirst entrelazó sus manos mientras las mantenía bajas.
- Bueeeeno, la clase no ha ido nada mal. Se te ha visto mucho más hábil, aunque al final has sacado tu lado agresivo y has estado atacando casi como una fiera encerrada, lo cual no es malo, solo extraño, pero se nota que tienes talento y con un poco de entrenamiento podrías sacarle mucho partido a esa rabia de forma que no acabe causando un accidente como el de ahora, el cual tampoco me molesta porque. . .- Kojiro empezaba a vomitar palabras de forma nerviosa en un desesperado intento de cambiar de tema.
Hirst se estaba preparando. No iba a dudar más. Iba a decírselo, y sabía la manera perfecta para callarlo.
-. . . además de que un tropezón lo tiene cualquiera, sino que me digan a mí s-uhng.- De repente, algo se presionó contra sus labios.
Puesta de puntillas, agarrando con sus manos los hombros de aquel hombre mientras pegaba su pecho al suyo, Hirst cerró los ojos mientras besaba los labios de Kojiro. Permanecieron así durante unos segundos que parecieron horas. Poco a poco, Kojiro pasó del shock y la sorpresa a seguir el momento, cerrando los ojos mientras abrazaba la espalda de Hirst, pegándola más a el y besando con ternura a la chica.
Tras unos segundos más, ambos separaron sus labios, completamente ruborizados, buscando recuperar un poco el aliento. Les costó volver a mirarse a los ojos tras eso, pero fue Hirst la que empezó a hablar.
- Kojiro, me gustas. Desde hace un tiempo, me has atraído por tu forma de ser, tu positivismo, y por como no me diste por perdida debido a mis ataques de rabia. Quisiera saber ¿Tu también quieres estar conmigo?
- Hm, vaya parece que en esta ocasión vuelvo a perder.- Kojiro sonrió mientras observaba a una confundida Hirst.- Hoy pensaba declararme yo, pero parece que me has ganado.-
Hirst sonrió ante aquella respuesta y ambos se volvieron a unir en un beso, ajenos a Seigen y Kagekatsu, que casi no podían mantenerse en silencio por la emoción, desde su escondite en la puerta del vestuario.
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Aquí está el siguiente One shot. Quiero avisar que no soy un experto en artes marciales y solo he buscado un arte marcial japones con espadas de madera. Lo siento si no es el estilo de espada de Kojiro.
Dedicado a ErMardyto
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