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Amor de barra

Dedicado a misscreactivi

El día se había levantado algo nublado, con una lluvia bastante fuerte. Las gotas y el viento del exterior golpeaba los cristales de las grandes ventanas del elegante despacho. Sentado frente al escritorio, con una montaña de papeles de su empresa esperando ser rellenados y/o firmados, Odín suspiró agotado. Miró el reloj con desgana para comprobar cuanto tiempo había estado trabajando.

8:30 AM, habiendo empezado a las 6:00 AM y no iba ni por la mitad.

Se reclinó sobre el respaldo de la silla. Maldito el momento en el que decidió que ser el jefe de la mayor multinacional del mundo sería algo bueno. Le quedaba aún al menos otras cuatro horas de papeleo, seguida de tres reuniones online de hora y media cada una con los inversores y la junta respectivamente, y por último tendría que comprobar que todo estaba correcto en la empresa, lo cual le llevaría un mínimo de otras cuatro horas, lo que lo condenaba a estar todo el día sentado en ese sillón.

A veces se preguntaba como había llegado a eso.

Las horas pasaron, y con ellas la pila de papeles parecía disminuir poco a poco hasta desaparecer. Odín miró el reloj nuevamente: 12:30, pasado el medio día. Se sirvió un poco de whisky para relajar los nervios, cuando la puerta de la habitación se abrió dejando entrar a un hombre joven y alto, con largos cabellos rojos y un archivo en las manos.

- Buenos días, padre.- Thor habló al mismo tiempo que extendía el archivo a las manos de su padre.

- Supongo que son los informes de contabilidad.- Dijo Odín mientras se llevaba el vaso a los labios para beber.

- Así es.-

- Parece que todo está en orden. Aquí tienes.- Odín se los devolvió tras ojearlos y firmarlos.

Thor tomó de nuevo los papeles y se dirigió hacia la puerta para dirigirse de vuelta a sus propios deberes. Sin embargo, se paró en seco mirando una estatuilla de piedra negra con la forma de uno de aquellos famosos guerreros de terracota. De todas los adornos que se podían ver en aquel, traídos todos de los distintos viajes de su padre, aquél era el único del que no sabía su historia.

- Por cierto, padre ¿Cuándo conseguiste esa estatua?- Dijo el pelirrojo señalando al ornamento.

- En otro momento.- Respondió su padre con voz seca.

Thor no insistió y salió de la sala cerrando la puerta tras de sí. Tras eso, Odín se quedó mirando la figurita. Montones de recuerdos llegaron a su mente, pero antes de que pudiera visualizarlos bien, unos mensajes llegaron a su teléfono. Los inversores se habían convencido y escribían para concretar una fecha para firmar los acuerdos, y la junta no había registrado ningún asunto del que fuera necesario hablar, por lo que habían cancelado la reunión. Eso le quitó un peso de los hombros. Volvió a mirar la estatuilla, y con esas nueva noticias, el viejo y tuerto empresario acarició su negra barba, se sirvió otro vaso de whisky y decidió perderse un rato en sus recuerdos mirando la lluvia, los recuerdos de como consiguió aquel soldado.

Los recuerdos de aquel bar.

~0~

La noche había caído junto con un terrible aguacero, causando que no hubiera casi nadie en las calles. Caminando por la acera, encogido para mantener el calor, caminaba un joven vestido con un grueso chaquetón con capucha y cargando una bandolera negra. El joven caminó con paso apresurado hasta la entrada de un bar, iluminada por un letrero de caracteres chinos. El joven empujó la puerta para entrar y escapar del frio de la noche. Al entrar, se retiró la capucha revelando un pelo negro y corto, con un ojo cubierto por un parche oscuro mientras el otro revelaba un ojo oscuro con el iris dorado. Caminó hasta la barra y se sentó con una sonrisa.

- ¡Ah del bar, ha llegado el más leal de tus clientes!- Dijo mientras daba un ligero golpe con la palma en la madera.

- Ya va, ya va.- Respondió una voz desde el interior de la cocina.

De ella salió un joven alto vestido de pantalón negro y camisa blanca, de pelo negro y manos finas, que cubría sus ojos con una venda carmesí mientras en su mejilla resaltaba el tatuaje de un cienpies.

- Buenas noches, Odín ¿Qué te pongo esta vez?- Preguntó el camarero con una sonrisa.

- Lo de siempre, Qin. Hoy necesito algo que me relaje.- Dijo Odín.

- Un vaso de whisky pues.- Dijo Qin mientras sacaba un vaso y servía el líquido con la maestría del que lleva toda la vida viviendo con la ceguera.

Odín tomó el vaso y lo vació de un solo trago.

- ¿Y bien? ¿Cómo te ha sido hoy el trabajo?- Dijo Qin con una sonrisa pícara.

- Una mierda ¡Estoy agotado! Pero lo bueno es que me van a ascender dentro de poco.- Respondió Odín.

- ¡Felicidades! Avisame y lo celebraremos como se debe. Pero por ahora. . .- Qin le sirvió otro vaso y sacó uno más para si mismo.

Odín y Qin brindaron y bebieron durante algunas horas como habían hecho tantas otras veces. Había descubierto aquel bar cuando se perdió volviendo a casa desde la universidad, y desde entonces ese camarero ciego llamado Qin shi huang se había vuelto su mayor confidente y su mejor amigo. Visitar aquel bar era lo único que lo relajaba tras la paliza de trabajo de todos los días.

- Bueno, tengo que irme ya. Tengo que terminar algunas cosas para mañana.- Dijo Odín dejando el pago sobre la barra.

- Hoy al menos te acuerdas de pagar, rácano de mierda.- Dijo Qin con una risa burlona.

Odín simplemente le devolvió la risa y una peineta antes de salir. El bar se quedó solo nuevamente, y con la partida del hombre la sonrisa de Qin también se fue. Abrió un cajón y sacó un bote de pastillas, que por el sonido al agitarlo, se notaba que estaba casi vacío. Sacó una píldora y la tragó con un poco de licor.

~0~

Habían pasado ya algunos días desde aquella reunión.  uno en el que por suerte Odín no tenía mucho que hacer. Había terminado todo el trabajo del día, por increíble que pudiera ser, así que simplemente había dedicado el resto de la tarde a leer un libro cuando un mensaje llegó a su móvil.

-"Hey ¿Quieres salir a dar una vuelta esta noche? Tengo la noche libre.- Preguntaba Qin en el mensaje.

Odín reflexionó. No tenía nada que hacer hasta mañana.

- "Ok. ¿Quedamos en el bar y salimos desde ahí?"- Respondió el tuerto, recibiendo un pulgar arriba.

Cambió su ropa y se dirigió hacia allí. El cielo ese día estaba despejado, con un ligero riesgo de lluvia, pero no se veía ni una sola nube. El día era perfecto para salir, y también para dar las dos grandes noticias. Había sido ascendido a un puesto más importante, pero también más tranquilo, por lo que tendría más tiempo libre. Eso significaba que podría estar más tiempo con él. Desde hacía un tiempo, el lazo que los unía había estado haciéndose más fuerte, al menos para él. Le gustaba estar a su lado, relajado, compartiendo historias del trabajo y otras tonterías.

Llegó al bar y lo vio parado frente a la entrada. Tras un saludo echaron a andar mientras hablaban de las aventuras y desventuras de esos días. Caminaron durante horas y horas hasta llegar a un puente sobre el rio. Se pararon allí un rato simplemente a mirar las aguas correr, y Odín decidió que era el mejor momento.

- Por cierto. Ha pasado algo más.- Dijo el tuerto al ciego.

- ¿El qué?-

- Me han ascendido. Ahora estoy a solo unos pasos de la silla del jefe.- Dijo riendo.

- ¡Enhorabuena! Que pena que nos hayamos dejado las botellas en el bar.- Dijo Qin en tono sarcástico.- Ten. Tengo algo para ti.-

Qin echó mano a su bolsa y sacó un paquete de cartón. Odín abrió la caja y deshizo el envoltorio.

- ¿Un guerrero de terracota?- Preguntó Odín sorprendido.

- Para que te cuide ahora que eres un líder.- Qin dijo mientras esbozaba una sonrisa triste.

- ¿Desde cuando lo has tenido preparado?- Preguntó Odín guardando el regalo en su bolsa.

- Desde hace tiempo. Sabía que lo necesitarías cuando yo no estuviera.- La voz de Qin sonó cansada, mientras unas gotas de sudor caían por su sien.

- Qin ¿Está todo bie- Antes de poder terminar esa frase, Qin pegó sus labios a los de Odín.

Al separarse, Odín se quedó en shock por unos segundos.

- Quería hacer esto antes de irme. Te quiero.- Qin sonrió triste.

Acto seguido, su cuerpo perdió las fuerzas y cayó al suelo mientras Odín salía del shock y trataba de sujetarlo. Pidió a gritos que alguien llamara a una ambulancia mientras sostenía el cuerpo de la persona que le acababa de abrir su corazón. La ambulancia llegó al cabo de unos pocos minutos, pero no hubo nada que hacer. Murió poco después de llegar al hospital. Al parecer había sufrido de una enfermedad terminal desde hace ya varios años, y los medicamentos que tomaba eran solo para retrasar lo inevitable. Desde ese día, Odín se encerró en el trabajo, intentando que los ánimos y el apoyo de su amado no cayeran en saco roto, y con eso llegó hasta el puesto de jefe en menos de un año.

~0~

Odín dejó el guerrero de vuelta en su estantería y se secó la lagrima que había caído por su mejilla. Realmente le había cuidado mucho en todos esos años. Se giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta, sin poder esconder la sonrisa triste que aquellos recuerdos de barra le habían provocado.

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