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Algo más allá de la admiración


Los pasillos del edificio de los einjerhar eran un poco confusos, para alguien que no los transita normalmente es fácil perderse. Generalmente, los dioses no visitan estas estancias en persona a menos que sea un asunto muy importante, por lo que mandan a un mensajero. El problema es cuando tu eres el mensajero y no tienes idea de por donde ir.

Forsetti se encontraba en esta situación. Había sido mandado por el señor Thor para mandar un encargo a uno de los einjerhar. El problema es que solo le había dado el nombre de este, nada más. Siguió buscando mientras andaba con paso acelerado. Los nervios empezaron a crecer dentro de él cuando se dio cuenta de que ya llevaba más de una hora buscando.

- Mierda, el señor Thor se va a enfadar, no le gusta que le hagan esperar. Ay madre mía, soy hombre muerto, hombre muerto.- Balbuceaba mientras corría por los pasillos.

Aún con la imagen de Mioljnir cayendo sobre su cabeza por su retraso, Forsetti llegó a una de las zonas abiertas del edificio. Sus ojos nerviosos percibieron por el rabillo una figura sentada en uno de los bancos. Se giró rápidamente en un acto involuntario para ver de que se trataba, pero su mirada se quedó clavada en la el chico allí sentado. A través de sus gafas pudo ver a un chico joven, apenas en los veinte, con el fino pelo negro recogido en un moño sobre la cabeza a excepción de algunos mechones que le caían por las sienes. Sus ojos, a pesar de que se centraban en el manuscrito que tenía extendido sobre las piernas, eran de un color negro profundo y brillante, como si fueran dos esquirlas de obsidiana pulida. Estaba allí sentado sobre el banco, con la espada al lado de las piernas cruzadas y la armadura negra aún puesta, pero no parecía un soldado. No parecía peligroso.

Cuando Forsetti se dio cuenta, se había acercado a él aún con el mensaje en las manos. El chico, percibiendo que había alguien a su lado, alzó la vista del papel y cruzó miradas con aquel dios con gafas y gabardina.

- ¿Ocurre algo?- Su voz era fina y delicada. Definitivamente no era un soldado.

- uh-uhhh- Las palabras tardaron en salir.- s-s ¡Si!¡Necesito entregar este mensaje al guerrero Lu Bu Housen, es urgente! ¿Sabes dónde está?- Pudo decir con prisas al recordar su tarea.

- ¡Claro! Mi lord lleva mucho tiempo esperando una nueva misión.- Dijo el joven con entusiasmo.

- ¿Lord?- Forsetti se mostró confundido por la reverencia con la que se refería a aquel humano.

Forsetti siguió al chico por los pasillos hasta llegar a una puerta grande. Forsetti sintió de inmediato una presión enorme proveniente del interior de la habitación. El joven llamó a la puerta mientras mantenía una sonrisa radiante y alegre.

- Mi lord, ha llegado un mensaje para usted ¿Puedo pasar?-

- Adelante.- Una voz profunda y ronca sonó desde el otro lado, haciendo estremecerse a Forsetti.

El joven abrió la puerta de la estancia. En el interior se veía a un hombre de largo pelo negro salvaje, con unos hombros anchos y cuerpo musculosos. Este se encontraba en una postura llamada "Tantou" mientras en cada uno de sus brazos extendidos colgaba un enorme jarrón de acero forjado. El hombre desprendía un aura salvaje y tenebrosa. Abrió los ojos y miró hacia la puerta abierta con una mirada de depredador. Forsetti pegó un respingo y empezó a sudar. No entendía por qué ese humano le transmitía tanto miedo. No era un dios y su fuerza seguramente ni se acercaría a la del señor Thor, pero aún así estaba aterrado.

- El mensaje.- Dijo Lu Bu dejando caer los jarrones, los cuales se hundieron en el suelo de mármol con un gran estruendo.

Forsetti extendió el sobre con manos temblorosas y este fue recogido por Lu Bu. Al leer el contenido de este, Lu Bu mostró una sonrisa terrible con sus colmillos asomando como los de un animal. Sus ojos brillaron con emoción y confianza a la vez que una pequeña risa escapaba de entre sus dientes.

- Una sesión de sparring ¿Eh? Bien, allí estaré.- Mientras arrugaba la hoja de papel en su mano, Lu Bu salió de la habitación.- Iré a limpiarme y después lo destrozaré.-

Forsetti se quedó parado mirando pasmado y confundido al pasillo por el que el hombre se había ido. ¿Había odio bien?¿Una sesión de sparring con el señor Thor? ¿Por qué el señor Thor se rebajaría a luchar con un simple humano para entrenar? Había muchos dioses fuertes con los que practicar si quería, además de varios monstruos que podrían dar más batalla que cualquier ser humano.

- Por cierto, no me he presentado. Soy Cheng Gong, estratega del ejercito de Lu Bu Housen.- Declaró el joven a su lado con una leve reverencia.

- Soy Forsetti, Dios nórdico de la justicia. Encantado.- Respondió Forsetti extendiendo su mano.

Cheng Gong se la estrechó en respuesta para acto seguido empezar a andar en la dirección en la que Lu Bu se había dirigido. Forsetti le siguió confundido.

- ¿Dónde vas?-

- A ver la pelea.- Respondió con una sonrisa.

- ¿Por qué? El resultado es más que obvio.-

- Lo sé, pero aún así quiero ver como mi lord acaba con ese dios.-

- . . . ¿Disculpa?- Forsetti se preguntó si había oído mal.

- Claro, mi lord es el hombre más poderoso del mundo. Vencerá a ese dios sin apenas esfuerzo.-

-Pffff- ¡JAJAJAJAJAJAJAJA!- Forsetti estalló en risas ante tal declaración.

Cheng Gong se giró extrañado y algo irritado.

- ¿A que viene esa risa?-

- A que es imposible que eso llegue a pasar. El señor Thor es el dios nórdico más poderoso, uno de los mayores guerreros entre los dioses. Un simple humano no será capaz de hacer algo como eso.-

- ¡Pues claro que puede!¡Mi lord es el imbatible bajo los cielos!-

- Muy bien, hagamos una apuesta. Cada uno apoyará a uno, y el perdedor tendrá que hacer lo que el otro quiera.- Forsetti sonaba con extrema confianza, dejándose llevar por la emoción sin pensar en sus palabras.

- ¡Acepto!- Cheng Gong declaró estrechando la mano del dios.

~0~

En una zona de entrenamiento, un dios pelirrojo lanzaba golpes con el inmenso martillo al humano, quien armado con una lanza se defendía y contraatacaba a gran velocidad. Ambos contendientes cambiaban la posición de pies rápidamente levantando pequeñas nubes de polvo, mientras el sonido de sus armas entrechocando hacían un estruendo ensordecedor que retumbaba en toda la sala. Observando aquel baile mortal, Forsetti y Cheng Gong sonreían emocionados por el desempeño de su ídolo. Ambos se encontraban seguros de la victoria, y ya pensaban en que le harían hacer al otro. Estaba en juego su orgullo y la admiración que tenían por sus lideres, puesto que cada uno había insinuado que el líder del otro era un debilucho, algo que no podían tolerar

En ese momento, Lu Bu logró hacer una finta para quitar a Mioljnir de las manos de Thor, lanzandolo lejos de su amo, al coste de que su lanza fuera con él. Ambos se enfrascaron entonces en un intercambio frenético de puñetazos a gran velocidad, haciendo que de sus nudillos y sus bocas empezaran a caer sangre. Cheng y Forsetti aguantaron la respiración, con los nervios a flor de piel, deseando con todas sus fuerzas que su ídolo ganara. El choque entre aquellas fuerzas imparables hizo que las columnas de la estancia temblaran ante su fuerza titánica. Tras unos segundos de furioso choque, ambos quedaron quietos y resoplando antes de caer de espaldas al mismo tiempo. Todo quedó en silencio, solo oyéndose la respiración pesada de los ahora caídos contendientes, los cuales mostraban una sonrisa de satisfacción. Ambos se levantaron tras unos segundos.

- Ha estado bien ¿Misma hora mañana?- Preguntó Thor incorporándose.

- Si quieres que vuelva a pateare el culo.- Respondió Lu Bu con una sonrisa.

Ambos hombres chocaron puños antes de irse, dejando a Cheng y Forsetti pensando. Había quedado en empate ¿Ahora qué?¿Quién tenía que obedecer al otro? Ambos se miraron confundidos, sin saber que decir.

- Bueno, supongo que no pasa nada. Debo decir que tu dios ha estado increíble.- Dijo Cheng finalmente rompiendo el silencio y encogiéndose de hombros.

- Lo mismo digo. No pensé que un humano podría darle tanta batalla, realmente es espectacular.- Forsetti respondió con una sonrisa.

Ambos caminaron fuera de la sala, mientras hablaban de como había sido la pelea y como se habían desenvuelto en esta. Sin darse cuenta, pasaron horas hablando mientras relataban historias de como habían visto a sus ídolos lograr cosas increíbles y espectaculares.

Thor venciendo al ejercito de gigantes.

Lu Bu derrotando a diez generales en un día y con un golpe cada uno.

La derrota de Jormungander a manos del martillo Mioljnir.

La vista de las nubes abriéndose por el Sky eater.

Todos los logros de esas personas que admiraban sirvieron para conocerse. Cuando se quisieron percatar estaban hablando de sus impresiones y sus gustos. Cheng Gong encontraba interesante como aquel dios relataba historias de su panteón, a la vez que escuchaba atentamente las suyas. El admirar a otros los hacía tan parecidos que la compatibilidad era casi inmediata, la cual también fue notada por Forsetti. Tras unas horas más, ambos se separaron y volvieron a sus lugares, no sin antes prometer el quedar otra vez. Esto se repitió con cada mensaje que Thor mandaba, luego se quedaban hablando cuando las sesiones de entrenamiento terminaban. Poco tiempo después, Forsetti y Cheng se reunían a hablar con casi cualquier excusa, y siempre que tenían un rato libre se encontraban en aquel jardín. Algo había empezado a unirlos, algo más allá de la admiración por otros, algo más personal.

~Un tiempo más tarde~

Reunidos de nuevo, en las partes bajas de la escalera, Cheng se disponía a despedir a Forsetti. Como dios de la justicia tenía trabajo que hacer, juicios que dar y asuntos en los que mediar. Asgard no se iba a regir solo. Habían pasado ya algunos meses desde entonces.

- Entonces ¿A la misma hora de siempre?- Preguntó Cheng Gong.

- En el lugar de siempre.- Dijo Forsetti con una sonrisa.- En fin me voy.

Forsetti empezó a subir apresurado las escaleras hacia la puerta custodiada por dos guardias. Sin embargo, se detuvo a medio camino. Meditó si lo que estaba a punto de hacer valía la pena, si estaría muy fuera de lugar, o si era aún muy pronto. Sacudió esos pensamientos y simplemente se lanzó.

- ¡CHENG!

Bajó corriendo las escaleras, corrió hacia Cheng y tomándolo un poco por sorpresa, chocó sus labios con los del estratega. Se quedaron así unos segundos, saboreando el momento, antes de separarse y volver a correr hacia las escaleras. Cheng Gong se quedó inmóvil por el repentino beso. Un calor empezó a brotarle en el pecho a la vez que la sonrisa y el color en crecían en su cara y sus mejillas. Juntó sus manos frente a su boca y gritó con todas sus fuerzas:

- ¡DEJALOS DE PIEDRA, CARIÑO!-

La frase hizo a Forsetti dar un tras pies al final de la escalera, a la vez que los guardas aguantaron torpemente la risa.

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