Tercer Acto: Romper El Compromiso
Kageyama arrugó más su nariz, teniendo la rabia acumulada por haber sido regañado por Matsuda después de que afirmara no amar a Hinata y que sólo se casaría con él debido a sus responsabilidades como Rey.
¡Cómo si quisiera ir a la escuela hoy!, si no había prácticas ese día por culpa de la inspección mensual de los directivos para ver si había algo roto, cosas que faltaran, y todas esas cosas complicadas en el gimnasio.
Ahora debía de romper su compromiso con Shoyo y buscar a alguien que realmente amara. Era un molestia, una jodida molesta, y eso que ya había conseguido un prometido. Frunció más su ceño, y sus manos apretaron las delgadas cuerdas que sostenían a su hermoso caballo blanco que galopaba bajo las calles de Miyagi, recibiendo reverencias temerosas y saludos temblorosos de cada persona que pasaba a su lado.
Así llegó hasta Karasuno, deteniendo a su caballo en el estacionamiento principal, y entre caricias y tras ofrecerle una manzana que llevaba en su bolsillo, le pidió que lo esperara hasta que llegara el descanso, donde le traería algo de comer. El enorme animal relinchó con euforia ante la caricia de Tobio, y éste retrocedió unos cuantos pasos hacia atrás, temiendo que éste lo terminara pateando.
Una vez lo pateó, casi pasó a mejor vida.
Ahí fue cuando sus ojos azules, tras apartar la vista, se encontraron con la bicicleta de Hinata ya aparcada en el estacionamiento. Eso significaba que el menor ya había llegado a clases, eso era bueno. Todo iba de acuerdo al plan, todo significaba que sería todo de forma correcta.
Tobio vio a su caballo blanco, él correspondió la mirada. Se miraron así por unos buenos segundos, en las que esos redondos ojos negros encararon el color azul, y su bella conexión infantil terminó con otro relinchido y Kageyama con una idea en mente. Amaba la planificación tan estructurada y perfecta de su pieza maestra, sólo atinando a acomodarse de mejor forma su enorme capa roja y su corona relució como si fuera una realeza decidida de sus acciones. Así sacó su teléfono a una enorme velocidad, marcando con agilidad el número de su mayordomo Matsuda, y se lo apegó a su oreja para escuchar la conocida voz que lo había reñido.
-¿Joven amo? -La voz del rubio lo llenó de dicha sin querer. El hombre parecía dudoso y daba la impresión de estar preocupado, con un traqueteo nervioso entre sus cuerdas vocales-. ¿Pasa algo? ¿Le ha ocurrido algo?
-Decidí que romperé mi compromiso después de la escuela -aludió Kageyama, sin esperar realmente una larga conversación llena de formalidades y palabras de adorno. Eso no le gustaba, ¡era una molestia!-. Por eso necesito que alguien venga por Tobio Kaiser cuando pueda, me llevaré a Hinata a comer, veremos una película, e iremos de compras a la tienda deportiva. Después si él quiere, nos detendremos en el parque principal de Miyagi y jugáremos voleibol -pensó en voz alta los planes que tenía previstos incluso antes de habérselo dicho a su actual prometido. Por supuesto, no fue para nada extraño que Matsuda no dijera nada al principio, porque, ¿qué demonios? ¿Kageyama se estaba dando cuenta de lo que estaba diciendo? ¿Lo estaba? ¿Se lo estaba diciendo con modo sarcástico o irónico? ¿¡Sólo porque tenía 21 ya significaba que no entendía a la juventud actual!? ¡Debía de actualizarse!-. ¿Matsuda? -Kageyama lo llamó, un poco perdido y arqueando una de sus cejas, creyendo que le había pasado algo ante el silencio sepulcral tan repentino.
-Joven amo, puede que yo éste en un error, pero... -Matsuda habló de improviso, con su voz habitual seria, melodiosa, preciosa. Tobio escuchó todo con atención, y su extraña paciencia dentro de él le permitió no decir nada durante los largos segundos que asemejaron una eternidad, antes de que el mayor se atreviera a continuar con su monólogo-. No sé si yo soy el que no está entendiendo, pero todo lo que dijo, ¿es como una cita? ¿Planea tener una cita para romper su compromiso?
Kageyama se sintió un poco ofendido ante la interpretación de su fiel Matsuda. ¿De qué hablaba? Eso no era un cita: no, ir a comer... juntos, ver una película... juntos, ir a una tienda deportiva... juntos, jugar voleibol... juntos (o al menos sólo practicar saques y recibimientos).
¡No!
¿De dónde sacaba Matsuda que eso era una cita? ¡En definitiva no había sentido en sus palabras! No era una cita porque al final del día le pediría romper el compromiso.
-¿Ah? -Encaró de pronto, apretando más su móvil contra su oreja y mostrando un gesto irritado al entrecerrar sus ojos y hacer un puchero con sus labios, indeciso-. ¿De qué hablas? Esa una salida para romper un compromiso.
-Más bien da la impresión de ser una cita para una propuesta de matrimonio -corrigió y recitó lo primero que llegó a su mente. Tobio recibió esa contestación, no pudiendo evitar dilatar sus pupilas porque sus ojos estaban temblando y su pecho empezó a latir con una fuerza extremadamente grande, como si fuera de otro universo, ¿una propuesta de matrimonio?
-Pero, ¿qué dices? -soltó con demanda, exigiendo una respuesta. Su única mano libre que no sostenía su teléfono llegó a parar a su cintura y esperó con paciencia la explicación irracional que estaba teniendo Matsuda, ignorando por completo la extraña mirada temerosa de algunos estudiantes que pasaban por ahí tras entrar por la puerta trasera-. ¡E-estoy a punto de romper mi compromiso porque no amo a Hinata! -declaró Tobio, sin entender sus propios sentimientos más que el rubor inundando su cara y ese calor asfixiante que sintió al pronunciar el apellido del doncel.
Matsuda dio otro suspiro, que alteró más a Kageyama, porque toda su paciencia se estaba yendo por el caño y porque tocó un territorio desconocido que no conocía.
-Joven amo, ¿puedo saber qué le parece el cuerpo de Hinata-sama? -cuestionó de improviso, logrando tomar desprevenido al chico que estaba al otro lado de la línea. Por unos segundos creyó que Matsuda tiraba sus gustos hacia ese lado, aun cuando nunca había visto a la cara a Hinata, ¿Matsuda estaba enamorado de Hinata?
-¡No te entregaré a Hinata! -exclamó en un impulso, y Matsuda dio una exhalación larga que sonó como una eternidad para Kageyama.
-¡No es eso! Sólo conteste la pregunta, por favor -suplicó el rubio, con un tono de voz notablemente agitado.
Kageyama se quedó en un silencio sepulcral, sembrando una semilla de cansancio entre la llamada ahora en línea y su corazón aventurero que no lograba atrapar el nombre de esa sensación de amargura por la simple idea de que alguien más se fijara en Hinata de forma romántica. Al final, trató de enfocarse en la pregunta dada, visualizando el color naranja de esa persona. Fue demasiado fácil, porque siempre lo miraba, siempre se llevaba su atención: cuerpo pequeño, no era tan alto en cuanto a estatura, cuando se trataba del uniforme escolar, no era suficiente poder mirar su piel al exterior, sólo se marcaba su figura, se notaba que tenía caderas curvilíneas y su pequeño cuerpo era esbelto. Sin embargo, no era como el de una chica en lo absoluto. No, Hinata tenía el cuerpo de un chico. Cuando usaba su uniforme del Karasuno se le notaban más sus piernas y con eso, resaltaba más su trasero... pero Kageyama no era como si lo supiera porque lo hubiera visto con detenimiento, no.
Se suponía que a un chico normal le gustaría el cuerpo de una chica a esa edad. Pero él... el futuro Rey de Miyagi, estaba siendo atrapado por los encantos de un doncel, sí, de otro chico.
-Es bonito... -dijo de pronto en medio de un susurro, tratando de hundirse en su mundo porque el color rojizo ya había explotado en su cara y trató de esconder todo rastro de su vergüenza sobre su rostro al colocar su mano, cubriendo su boca.
-¿Qué hay de su cara?
Kageyama lo volvió a pensar, ahora enfocándose en esa molesta sonrisa que le mostraba a todos, él incluido. Sus ojos cafés rasgados, sus hebras alborotadas, la curvatura de sus labios, sus orejas, su piel nívea, su pequeña nariz.
-Es bonita. -Volvió a susurrar.
-Vaya, ¿y qué hay de su voz?
De tan sólo imaginarse a Hinata llamándolo de diferentes formas lo hizo estremecerse. El tono «Kageyama» que tenía Hinata siendo presentado por un ambiente de enojo, alegría, lujuria, a punto de llorar, eufórico, susurro, un grito. Un simple saludo, una despedida, un gemido, lo mucho que le gustaba la comida, cuando le exigía pases e incluso cuando decía groserías...
-Es bonita... -soltó, hundiéndose más en su pena y creyendo que le estaba saliendo humo de las orejas. ¿Qué haría Matsuda si por su culpa termina muriendo ahí mismo por exceso de calor?
-¿Y qué tal su personalidad?
-¡Es un idiota! -gritó sin pensárselo mucho, olvidando casi por completo su propia vergüenza y se enfocó en rechinar sus dientes, al recordar que ese chico le sacaba canas verdes por esa forma tan extrovertida de ser: ¡debería de ser ilegal!-. Odio que no deje de seguirme a todos lados durante las prácticas, cuando nos sentamos juntos en los descansos se me pega demasiado, sonríe demasiado que siento que me va a dejar ciego, me irrita el simple hecho de saber que ahora iré a verlo para romper mi compromiso...
Bien, Matsuda Fudo podía decir que todo se volvió patas arriba, ¿qué demonios pasó? Ahora ya no sabía si Kageyama estaba enamorado de Hinata o no.
-Pero... -contestó de improviso el azabache, guardando absoluto silencio.
-¿Pero? -Matsuda lo incentivó a continuar, repitiendo su palabra.
-Me siento más «ghooooooow» desde que entré al Karasuno, he conocido a varias personas que me han aceptado -aseguró, mientras en su mente se proyectaban las nítidas imágenes de todos sus compañeros de equipo, las dos mánagers, el entrenador y el profesor encargado. Después de eso, a su mente llegó la imagen de Hinata, sonriendo como siempre-. Pero Hinata, es quien me hizo sentir que alguien siempre estaría a mi lado en la cancha. Cuando no había nadie, él llegó como un luz...
De repente, paró en seco su relato, apretando más el agarre de su teléfono, todavía más fuerte de lo que había hecho con anterioridad. Matsuda supo que Tobio ya no quería seguir hablando.
-¿Sabe, joven amo? Debería de proseguir con su rompimiento de compromiso -acreditó a su idea después de pensarlo por un breve lapso de tiempo. Sólo esperaba que su príncipe se diera cuenta de sus sentimientos por su cuenta-. Mandaré a Kento-kun por su caballo, así que no se preocupe.
-Hinata-kun, te busca Kageyama-sama -habló de repente una fémina del grupo del más bajo, cuando estaba a punto de salir del aula para ir al baño antes de que la clase iniciara.
Casi se iba para el otro mundo cuando chocó contra el pecho de Kageyama, se alejó y trató de pedir disculpas, el aire casi se le escapó de los pulmones y el pánico la inundó al ver que era su príncipe de Miyagi.
Tobio ni siquiera parecía enfocado en su alrededor, su vista más bien estaba clavada sobre el cuerpo del chico más bajo del aula, que en esos momentos estaba rodeado de su grupo de amigos. Kageyama Tobio contempló como su pareja que dentro de poco ya no sería su pareja, estaba siendo preso de un medio abrazo por un chico con gafas desconocido mientras otros chicos daban la impresión de estar viendo un vídeo de terror por las muecas extrañas de todos, Hinata incluido.
Cuando los dos cruzaron miradas, Kageyama creyó que toda esa sensación de molestia se desvanecía al verlo levantarse de su asiento y disculparse con sus amigos por tener que atender a su compañero de club -prometido-.
-Buenos días, Kageyama -saludó Hinata con felicidad al verlo, levantando su mano al aire cuando sus distancias de metros se acortaron a centímetros y toda la vista de sus compañeros estaba sobre ambos-. ¿Olvidaste algo de tu primera clase? -cuestionó, creyendo que ésa era la razón de tan esperado encuentro ya que no era la primera vez que Kageyama llegaba hasta él sólo para pedirle prestado un libro o material al haberlo olvidado en casa.
Kageyama negó, bajando su vista al suelo y dando indicios de estar un poco perdido de sus propias acciones. Shoyo se mostró curioso ante la negación y fue aun más extraño cuando vio como Kageyama estiró su mano hasta la altura de su pecho, pidiendo sin palabras que quería que Hinata lo tomara. En efecto, Shoyo no dudó ni un segundo para tomar su mano, a pesar de que no entendía la razón exacta del por qué ese extraño movimiento.
Cuando sus pieles rozaron, el mayor no perdió el tiempo y se encargó de tomar la mano delgada de ese chico, y la acercó en dirección hacia donde estaba su boca. En menos de un minuto, Kageyama ya había depositado un beso en la mano de Hinata. El grito de sorpresa de varios estudiantes no tardaron en esparcirse por la sorpresa, y Shoyo no pudo hacer más que gritar al acompañar un rubor en sus pálidas mejillas porque no se esperaba esa acción de parte de alguien como Kageyama, ¡incluso veía mucho más normal que lo golpeara de la nada a que le diera un beso! ¿Qué le habían hecho a su Kageyama? ¿Era un doble?
-¿Te sientes bien? -indagó Hinata con curiosidad, teniendo un escalofrío al ver directo al rostro ajeno, que todavía mantenía demasiado cerca de su boca su mano, sus ojos rasgados eran de un potente azul que lo examinaban sin parpadear, no daba indicios de estar jugándole una broma, y lo máximo que su corazón inexperto pudo hacer, fue dar otra sacudida cuando otra vez la boca ajena toco la piel de su mano con otro beso. Seguido de eso, alejó su mano de su cuerpo y lo soltó por unos breves segundos, antes de volver a atraparla, pero ahora entrelazando su unión, mientras apretaba sus dedos que se trataban de adueñar de toda la mano de Shoyo-. Ka-kageyama... -pidió con la voz sobresaltada y sólo un poco alterada, al sentir como era envuelto con el único brazo libre que quedaba alrededor de su cintura y éste lo alegaba a él. Cuando menos se dio cuenta y apenas pudo reaccionar, sus cercanías se habían acortado, los dos estaban cara a cara y sus narices rozando sólo lograban que Hinata demostrara todo el desastre que estaba hecho en toda su cara roja, porque ese Rey no conocía claramente lo qué era el espacio personal.
-Hinata, salgamos después de clases, quiero decirte algo. -El mencionado entró en pánico, ante la seriedad y la vergüenza que se esfumó como humo del rostro serio de su príncipe.
¿Qué era tan importante decirle como para que Kageyama se colocara tan romántico y de esa forma con él?
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