Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXXIV. Corazón y flecha

Canción para el capitulo:

Lo que construimos de Natalia Lafourcade

Alguien a quien una vez amé me dio una caja llena de oscuridad. Tarde años en comprender que eso, también, era un regalo—Mary Oliver

"¿Por qué ahora?, ¿por qué tuvo que volver ahora?" Es lo que Jungkook no dejaba de preguntarse cuando la imagen de Ji-seok mirándolo directamente a los ojos seguía repitiéndose en su cabeza.

Es tarde. Huyó, salió corriendo de ese lugar casi arrastrando a Taehyung consigo, él lo sabía, que es lo peor. La manera en la que Jungkook hizo silencio durante todo el viaje de vuelta a su apartamento y el resto de la noche fue inquietante y vergonzoso para él. Ambos sabían la razón de aquel mutismo, sin embargo, Taehyung como siempre, fue tan considerado que no preguntó nada, pero incluso eso hizo que Jungkook se sintiera mal.

Mal porque no estaba claro de sus sentimientos como lo estaba Taehyung. Deseaba poder dejar de pensar tanto, simplemente poder permitirse amar a alguien más sin miedo a lo que podría pasar después.

Todo lo que pensó que ya había superado volvió, y solo quería gritarle a Ji-seok por aparecer en su vida en un momento en el que ya estaba confundido y sintiéndose como un idiota por no darle a Taehyung lo que realmente merece, que no es un hombre que no sabe lo que siente, él ya tuvo suficiente de eso con su exesposo.

Jungkook no lo amaba, esa es una cosa de la que está seguro. Ya no amaba a Ji-seok, quizás su mente y corazón estuvieron aferrados a ese sentimiento por un largo tiempo, pero ese amor se disipó hasta que solo quedó el recuerdo de lo que alguna vez sintió por él. Sí, hay una parte de él que siempre estará atado a ese amor, es lo que lo hacía la persona que es ahora.

Aunque siente que de alguna manera sigue estancado en ese dolor que dejó su abandono, el simple hecho de que solo la mención de su nombre sacara sus lágrimas, era una gran demostración de que no lo ha superado del todo y que solo se ha convecino a si mismo de que sí.

El miedo de encontrarse a Ji-seok, el miedo de solo verlo frente a él le aterraba y no quería enfrentarlo, aunque sabe que debe hacerlo si quiere deshacerse de esa incertidumbre, de ese dolor que sigue sembrado en su interior. Tiene que hacerlo por sí mismo. Por él y por Taehyung.

La pastelería estaba cerrada, tenía todo el día libre para quedarse en casa, seguir componiendo canciones y tocando la guitarra hasta cansarse. Por supuesto que de su mente no desapareció la voz de Taehyung pronunciado aquel te amo, su mirada llena de ese amor que todavía siente que no merece, pero que, sin embargo, él aún está dispuesto a darlo.

El silencio que reinó en el pequeño apartamento cuando dejó de tocar la guitarra trajo consigo recuerdos que no quería tener en mente en ese momento, pero ahí estaban tan vivos como si hubieran sucedido hace poco tiempo.

Una vez más, solo su mente y él. Sus recuerdos y él.

—Seokie, no quiero estudiar, por favor no me obligues —le pidió Jungkook al chico de cabello negro como el carbón que había dejado de usar lentes y de pronto era un poco más alto que él.

—Tienes que estudiar para el examen que tienes, si contestas las preguntas que te haga puede que te de una recompensa —expresó Ji-seok con tranquilidad, sentándose en la cama de su alcoba.

Cuando no usaban la sala de estudio, estudiaban en la habitación de Ji-seok, lo que siempre terminaba en besos.

Bueno, estudiaré sólo las primera dos páginas —anunció sentándose en la silla del escritorio con los libros y cuaderno que iba a necesitar para estudiar para el examen de historia del cine.

Estaba en su primer semestre de universidad y a diferencia de Ji-seok, no le gustaba tanto estudiar. De los dos él siempre ha sido el más disciplinado en cuanto a los estudios, quien siempre terminaba arrastrando a Jungkook a estudiar para sus exámenes, chantajeándolo con besos de recompensa a los que no podría negarse, porque sabía que esos besos terminarían en algo más placentero que se había vuelto como una adicción.

Se apresuró en estudiar bien, en memorizar las notas y pensar bien en las preguntas que le haría Ji-seok. La habitación estaba sumergida en un silencio que resultaba agradable, sobre todo porque nadie más estaba en casa.

El hombre que lo tenía suspirando por él se encontraba tumbado en la cama boca arriba, con sus piernas largas colgando de la cama y un libro que ocultaba su rostro.

Cuando Jungkook terminó de estudiar, se levantó apresurado y emocionado. Caminó hasta Ji-seok que seguía con su atención en ese libro que tenía en la cara. Su camiseta gris de nirvana estaba ligeramente levantada, dejando a la vista su abdomen trabajado, Jungkook ni siquiera se dio cuenta cuando empezó a ponerse tan fuerte, pero le encantaba que lo estuviera.

Terminó sentándose a horcajadas sobre él, sonriendo cuando este lo observó por debajo del libro que mantenía frente a su rostro.

—Listo, hazme las preguntas —le pidió sonriente.

Ji-seok dejó el libro a su lado y acomodó una almohada debajo de su cabeza, para luego llevar sus manos a los mudos de Jungkook y acariciar la zona mientras le hacía las preguntas que leía de su libro de estudios.

Creo que pasarás ese examen con la calificación más alta —señaló dedicándome una sonrisa llena de picardía mientras deslizaba sus dedos por debajo de aquellos pantalones cortos—. Te mereces esos besos, ven aquí.

Ji-seok se sentó en la cama con Jungkook aun sobre su regazo, lo tomó del cuello y lo besó como siempre lo hacía. La manera en la que lo sujetaba con tanta delicadeza, como sus dedos siempre se hundían en su piel como si quisieran parte uno del otro.

—Te amo —masculló contra sus labios.

—Yo te amo más, quiero que sepas eso ¿sí? —señaló acariciando su mejilla mientras lo miraba a los ojos casi como si estuviera a punto de llorar—. Que te amo, y te amaré sin importar dónde yo esté o como. Mi amor por ti, siempre estará, de una manera u otra, te lo prometo.

—¿Por qué dices eso como si te irás a algún lado acaso? —dijo Jungkook peinando su cabello de la frente—. No te irás a ningún lado lejos de mí, no te lo permito —expresó bajando sus manos hasta su abdomen, haciendo cosquillas en la zona hasta que terminaron en risas, con Jungkook debajo de él, retorciéndose de la risa por las cosquillas que ahora le hacían a él.

—Estás rojo como un tomate, te ves hermoso, Junie—susurró sonriente.

—Hazme el amor.

—¿Ahora?

—Sí, ahora —le pidió—. Quiero mi verdadera recompensa por trabajar duro. Quiero que me hagas el amor y me digas que me amas.

—Puedo hacerte el amor y decirte que te amo —declaró acariciando la punta de su nariz con la suya.

Jungkook sacudió su cabeza ante el recuerdo de la última vez que estuvieron juntos de esa manera. Se cambió de manera apresurada, necesitaba salir de su mente y distraerse de esos recuerdos que llegaban a él como fantasmas, con nostalgia y dolor, sentimientos que no quería sentir en ese momento.

Terminó de alistarse para ir a correr y aprovechó para llevarle algo de comida a Taehyung, sabía que estaba muy ocupado y que probablemente no se había tomado el tiempo para comer algo, lo conocía lo suficiente como para saberlo.

Llegó a esa oficina en la que le dijo que estaría durante todo el día, misma que se encontraba en una calle no muy lejana a donde estaba el bar. Era un pequeño local de dos pisos, con una pequeña recepción en la entrada, abajo había dos salones mientras que arriba se encontraba únicamente la oficina de Taehyung.

—Vaya, ¿esta será tu nueva oficina? —cuestionó entrando al lugar que estaba decorado con mucha elegancia con diseños en las paredes, un pequeño escritorio al fondo y un sillón rojo de tres plazas junto a este—. Me gusta, te ves como todo un jefe detrás de ese escritorio.

—Bueno, técnicamente soy tu jefe —señaló sonriente—. Cómo tendré que atender a más gente ahora, se me ocurrió tener un lugar donde poder reunirme cómodamente con los nuevos inversionistas.

—Mírate, ya hasta hablas como todo un empresario, jefecito —expresó sonriente dejando sobre el escritorio el bolso con comida que preparó para él.

—¿Y esto?

—Comida, la hice yo así que no te garantizo que esté tan buena como la que cocinas tú —señaló sentándose frente a él.

—La disfrutaré mucho, gracias honey —dijo tomando el bolso en sus manos—. ¿Vas a ejercitarte?

—Sí, solo vine a asegurarme de que comas bien. —Jungkook se levantó de su lugar con la intención de acercarse a él y despedirse con un beso en los labios—. Nos vemos luego.

—Salgamos esta noche a cenar, ¿te parece? —le preguntó Taehyung cuando ya estaba a punto de salir de su oficina.

—Me parece genial, miel —respondió desde el umbral de la puerta. Le mandó un beso desde su lugar y le hizo un corazón con la mano antes de cerrar la puerta.

Inició su recorrido por las calles alrededor de Tazzys, su camino habitual cuando solía salir a correr. Dejó que sus propios pies lo llevaran a donde quisieran, no pensó mucho hacia dónde iría. Su mente estaba concentrada únicamente en su respiración agitada, en cómo los músculos de sus piernas se contraen y en el sonido de la guitarra de la música que escuchaba a un volumen prudente.

Una vez más, terminó corriendo por esa plazoleta en donde se encontraba el mismo grupo de siempre jugando ajedrez y Go debajo de los árboles. No importaba si era verano o invierno, ese lugar siempre estaba lleno de personas jugando o ejercitándose.

Corrió despacio alrededor de la plaza por un tiempo hasta que se cansó y volvió a tomar el camino de vuelta a casa. Caminó frente a esa Iglesia que una vez más lo cautivó por esos vitrales con figuras divinas, ¿eran ángeles? No estaba seguro.

La música se dejó de reproducir cuando su atención estuvo casi por completo en la estructura de la casa de ese Dios con el que aún no hace las paces. Siempre que corría por esa calle, aquel lugar se llevaba toda su atención y esa tarde no fue la excepción. Tenía algo cautivador que le hacía mantener la mirada, pero entonces un grupo de personas saliendo de la Iglesia fue lo que hizo que apartara la mirada y continuará su camino lejos de ese lugar.

Dejó un solo auricular en su oído mientras se reproducía "All I Could Do Was Cry" de Etta James, una canción que en definitiva no estaba en su playlist para hacer ejercicio, pero no se detuvo a cambiarla y fue en ese momento cuando escuchó su nombre ser vociferado detrás de él. Jungkook detuvo sus pasos de golpe cuando volvió a escuchar su nombre con más fuerza.

Tuvo miedo de darse la vuelta porque reconoció esa voz de inmediato, la reconocería donde sea. Lentamente se dio la vuelta, con el corazón latiendo con fuerza, el montón de personas que salían de la Iglesia ahora empezaban a esparcirse a su alrededor.

El coro de la canción llegó en el instante que se dio la vuelta por completo y entonces lo vio, acercarse casi corriendo en medio de las personas que se alejaban en dirección contraria.

All I could do, all I could do was cry.

La voz de Etta James se hizo lejana cuando lo tuvo a pocos pasos de él, y quiso gritar como lo estaba haciendo ella y decirle al hombre frente a él que todo lo que hizo fue llorar por él. No le dio tiempo a reaccionar, a huir otra vez, simplemente estaba de pie frente a él, sin siquiera pestañear, hasta sentía que se le iría el aire cuando sonrió con algo de nerviosismo. Era evidente cómo la comisura de sus labios se alzaba temblorosa y no parecía saber qué hacer con sus manos.

"Es él, es realmente él"

Jungkook se imaginó tantas veces ese momento que aun teniéndolo en frente se sentía irreal. Necesitaba que él dijera algo pronto o efectivamente se quedaría sin aire, era tan asfixiante tenerlo enfrente y no saber expresar todo lo que pasaba por su mente en ese momento.

—Jungkook, que bueno verte por fin —dice tratando de sonreírle con seguridad—. Dios, estás muy diferente —expresó. Su voz seguía siendo igual de suave aunque se notaba que estaba nervioso.

Su mirada escaneó el rostro de Jungkook y luego su brazo tatuado. Él sabía que sería lo primero que notaría y llamaría su atención. Por su mente pasaba el recuerdo de sí mismo diciéndole a Ji-seok los tatuajes que quería hacerse en el futuro. Por la mirada que tenía el sacerdote supuso que estaba pensando lo mismo que él o quizás no. Quizás no tenía permitido tener esos pensamientos ahora que le entregó su vida a Dios.

—Tú también —replicó Jungkook mirándolo de arriba abajo. Realmente lucía como todo un hombre que se ha dedicado a Dios.

—Ha pasado mucho tiempo —dijo dando un paso adelante para estar lo suficientemente cerca como para no tener que hablar tan alto y que las personas no cruzaran en medio.

—Ocho años —aclaró Jungkook tragando en seco.

Ji-seok solo asintió esta vez sin mostrar esa sonrisa a medias. A pesar de que se veía tranquilo tenía un atisbo de nerviosismo en su mirada. Siempre ha sido una persona que maneja sus emociones muy bien, por lo que también le sorprendía un poco que se mostrara carente de palabras.

Entonces se preguntó: "¿habrá olvidado lo que fuimos?" o "¿recordaba todo como yo lo he hecho por años?"

Verlo trajo muchos recuerdos y con ellos todo el enojo que sentía por él, por irse de esa manera, no obstante, de su boca no salió una sola palabra.

—¿Podemos hablar, por favor? —cuestionó Ji-seok aún más amablemente de como lo recordaba.

—No tenemos nada de qué hablar —fue lo único de lo que fue capaz de decir en ese momento, pero reunió valor para continuar—. Dejaste claro que querías cuando te fuiste y no terminaste nuestra relación como un hombre.

—Entiendo que estés enojado conmigo—musitó, desviando por un momento la mirada a sus manos— por eso...quiero que hablemos, creo que es algo que ambos necesitamos. —determinó volviendo a mirar los ojos brillantes de Jungkook que parecían aún más cristalizados.

—Bien —masculló Jungkook—. ¿Cuándo?

—Cuando puedas, ahora tengo que celebrar una misa que terminará aproximadamente en una hora, puedes venir aquí y me encontrarás.

—Bueno, vendré en una hora.

—Te esperaré —expresó sin saber cómo despedirse hasta que finalmente se despidió con una reverencia.

Aunque la música continúo reproduciéndose de manera aleatoria, Jungkook no le prestó atención en todo el camino a su apartamento y en cuanto estuvo dentro de esas cuatro paredes, dejó salir un fuerte suspiro que no sabía que estaba reteniendo hasta ese momento.

Algo dentro de él esperaba no volver a verlo nunca más y mucho menos aceptar hablar con él, ¿y si no iba? Después de todo lo que pasó entre ellos estaba casi seguro de que el hablar a solas podría ser muy incómodo, sin embargo, estaba dispuesto a hacerlo por sí mismo.

Ambos necesitaban hablar, concluir, cerrar aquel candado que se quedó medio abierto. Necesitaba deshacerse de la raíz en su interior que le causa malestar al solo escuchar su nombre, ya no quería tener miedo de verlo por la calle un día cualquiera.

Se dijo para sus adentros que ya no puede huir de lo que le hará libre, de lo que le permitirá hacer espacio para amar sin miedos y sin dudas de lo que siente. Pensó que quizás si expresaba sus sentimientos con él y lo escuchaba todo sería mucho más sencillo, podría dejar aquel lastre en el camino.

Jungkook necesitaba respuestas a todas las preguntas que se ha hecho durante tanto tiempo, tenía que sacar de su mente y corazón todos esos sentimientos confusos que estaban cada vez más enredados y difíciles de entender.

En el tiempo que se duchó y cambió, sumergido en sus pensamientos, ya había pasado una hora, imaginando cómo será esa conversación con Ji-seok, qué cosas le dirá o cuales él podría decirle.

Se detuvo frente a la Iglesia que ahora estaba vacía, la misa parecía haber terminado. Subió los escalones y con cada paso que daba solo se repetía a sí mismo que necesitaba poder mirar atrás sin llorar o sentir dolor por él. Tenía que sacar de su pecho lo que le impedía no poder decirle al hombre que lo ama que él también.

Caminó lentamente hacia el centro de la Iglesia donde se encontraba únicamente Ji-seok, de espaldas a él. Lo invadió una sensación inmensa de surrealismo, como si el mundo se viniera abajo. Todas las veces que se imaginó infinitos escenarios y posibilidades se resumían en lo mismo, un sentimiento inquietante y opresor.

Aquel hombre de pelo brillante color azabache y prolijamente recortado, hacía que en aquel momento su corazón latiera con fuerza, cada paso que daba hacia él era como otra cadena que lo mantenía paralizado.

Al estar frente a Jungkook, Ji-seok sonrió levemente, sin mostrar los dientes, su mirada templada y apacible le causaba el efecto contrario.

Bajo la luminosidad tenue en la que estaban esta vez pudo fijarse en que Ji-seok ya no tenía la piel tan cuidada como antes, pero, aun así, era luminosa, y al mínimo cambio en la comisura de sus labios sus ojos sonreían.

"Sus ojos sonríen primero" pensó Jungkook.

—Hola, otra vez —dijo finalmente Ji-seok mientras Jungkook ponía su atención en la tira blanca que enlazaba ambos lados del cuello de su camisa. —Esto es mi tarjeta de presentación —añadió notando la mirada del pelinegro en aquella dirección y llevando su mano hacia el alzacuello.

El silencio se volvió denso, a Jungkook le temblaba levemente el labio inferior por lo que se lo mordió intentando frenar el reflejo, sentía que si pronunciaba al menos una sílaba se echaría a perder la fachada que estaba dispuesto a mantener hasta el final de aquel encuentro.

Ji-seok lo condujo por una puerta que conducía hacia el patio que dividía la Iglesia de la casa de las monjas. Jungkook agradeció en silencio que él decidiera salir de la parroquia, ya que de alguna manera no sentía que era correcto hablar allí dentro.

Caminaron uno al lado del otro en silencio, hasta llegar a aquella casa de dos plantas, que era mucho más amplia de lo que se podía apreciar desde afuera.

Jungkook entró cuidadosamente a la sala de estar donde había marcos de fotos colgando de las paredes, en una de ellas vio a Ji-seok con un grupo de monjas, pero su atención volvió rápidamente al hombre que estaba a su lado cuando rompió el silencio que había entre ellos.

—Me imagino que en este momento te es difícil hablarme, al menos toma asiento ya que estás, por favor —le pidió con cierta timidez, no tenía idea de cómo iba a manejar aquella situación. Ji-seok también se había imaginado muchos escenarios hasta un punto.

"Se hablará lo que se tenga que hablar, imaginarlo no adelantan un minuto de mi vida hasta ese momento", fue lo que alguna vez pensó Ji-seok cuando estuvo en Roma.

—No has cambiado nada —tiró Ji-seok al aire como el que finge no saber jugar dardos y da casi en el centro.

—¿Eso es lo que vas a decirme después de tanto tiempo? ¿Crees que soy el mismo ingenuo que dejaste? ¿Ahora te sientes superior a mi insinuando que aún me conoces?

Ji-seok le sonrió y salió de su boca una risa que no pudo contener, Jungkook tenía una expresión de indignación latente a punto de volver a explotar.

Una simple frase con doble función: expresar una verdad y hacerlo hablar. El sacerdote atinó como en tiempos pasados a una leve provocación y le causó gracia que le hubiera funcionado.

—No quise insinuar eso, solo quería que hablaras y también me refería a tu físico —aclaró aún con esa expresión de viejo amigo pintada en todo el rostro.

—Se supone que los sacerdotes no mienten —declaró Jungkook moviéndose en el sofá aun sintiendo sus manos frías, consideró llevar guantes en ese momento, todo su cuerpo aún estaba frío a pesar de que estaban bajo calefacción, sin embargo, el pelinegro estaba realmente sensible.

—Sigo siendo un hombre, no me convertí en una clase de robot, no digo que esté bien mentir, pero podría pasarme. Vuelvo enseguida —dijo poniéndose de pie y cruzando el umbral de la sala.

Ji-seok volvió con algo en la mano y el pelinegro no daba crédito a lo que veía.

—Hace demasiado frío y ya no sé qué más hacer — expresó sinceramente pasándole una taza de chocolate—. Cuando terminemos este chocolate hablaremos bien ¿de acuerdo? —propuso esperanzado y recibió como respuesta un asentimiento.

Jungkook con la vista en el suelo terminó el chocolate, el calor volvió a su cuerpo evitando que estuviera temblando frente a él no solo por el frío de sus manos. Sintió que por una vez en todo aquel tiempo Ji-seok hizo algo amable por él. Tomando aquel chocolate sintió que la amargura que tenía dentro se iba disipando y también su corazón volvía a latir con regularidad, el caliente y la dulzura que pasaron por su garganta habían tenido un efecto inesperado en él.

—¿Alguna vez estuviste triste por lo que pasó? —preguntó Jungkook, retomando la conversación.

—¿Quieres saber si sufrí?

Jungkook asintió.

—¿Recuerdas cuando íbamos a primaria? Tuve una caída de la bici roja y luego no quise volver a montarla por un tiempo. Así me pasó cuándo tomé la decisión, sentí que me caí de una bicicleta yendo por un barranco, y sentí dolor y sabía que no iba a poder viajar en esa bici porque estaba destruída, sabía que no iba a poder volver contigo y estuve triste viendo esas heridas por un tiempo, hasta que dejaron de doler, sin embargo, no pude deshacerme de mi bici rota, sabía que estabas en el mundo sufriendo por mi causa, pero sabes, simplemente no podía volver a contactarme contigo y prometí hacerlo cuando pudiera.

—¿Cómo es posible que hayas podido estar tan bien mientras sufría?, ¿Cómo pudiste haber sanado sin hablar conmigo? —dijo atropelladamente. Ji-seok suspiró.

—Te sonará patético pero la clase de vida que llevé, todas las enseñanzas que recibí en el seminario menguaron mis inquietudes, aunque siempre te llevé en mente lo hacía orando por ti, no para que cambiaras, sino para que estuvieras bien.

—¿Y de qué sirvió eso? —cuestionó Jungkook sintiendo su cara arder de rabia.

—Creo que solo tú puedes permitirte sanar, yo elegí que Dios me ayudara, de lo contrario no estaría frente a ti.

—¿Qué insinúas? ¿Qué no he querido olvidarme de ti? ¿Te imaginas pasar días y noches dedicando tus pensamientos a alguien que no le genera el mismo sufrimiento? —volvió a cuestionar al borde de las lágrimas. —Tu sufrimiento parece metafórico, haces comparaciones con cosas del pasado y lo haces ver muy fácil, me hace sentir como un idiota.

—No estoy aquí para juzgarte en primer lugar y no estoy pensando que eres un tonto, pero siento que en este momento debo decirte que no has visto claramente que yo busqué de qué abrazarme cuando estaba sufriendo y tu seguiste abrazado al dolor, ahora bien —dijo arrodillándose—. Por favor, Jeon Jungkook, perdóname, te lo pido de todo corazón.

Jungkook evadió su mirada e hizo ademanes de pararse, pero Ji-seok lo tomó del brazo y lo soltó de inmediato, ya las lágrimas corrían sin parar por las mejillas del guitarrista. Por más que intentó no llorar frente a él, fue casi imposible no hacerlo, especialmente cuando este tuvo la osadía de arrodillarse frente a él y pedirle perdón.

«¿Por qué tiene que ser tan bueno?» se preguntó. Deseaba que Ji-seok fuera alguien frívolo y sin corazón, sería mucho más fácil solo odiarlo y olvidarlo, pero no, él tenía que ser tan bueno hasta el punto de que hacía sentir a Jungkook culpable por querer odiarlo y no poder.

—Necesito que me mires y te quedes con esta imagen, si tienes que aferrarte de esto para sanar hazlo, te lo digo con el corazón en la mano, perdón por pensar que no verme o que el tiempo harían de cura para ti. Perdón por haber llegado tarde a pedir perdón, perdón por haber hecho cientos de promesas que nunca cumplí —terminó diciendo en un hilillo de voz con sus ojos cristalizados. —Ojalá hubiera aprendido en aquel entonces a no dar todo por sentado. No te dejé porque me hacías mal, pero ya tenía en mente algo más fuerte que nosotros y ya no hay vuelta atrás porque todo estaba destinado a resultar así. Espero que no vuelvas a mirar atrás, permite que esta imagen de mi opaque la de años atrás, dejemos a nuestros yo de antaño en ese plano temporal. Siempre has sido y serás una persona buena que no sabe querer a medias.

«Querer a medias» se repitió mentalmente. Jungkook se mantuvo sentado en el sofá con Ji-seok arrodillado frente a él. Lo miró directo a los ojos que estaban igual de cristalizados que los suyos, le sorprendía que él aún lo conociera casi como a la palma de su mano, que supiera exactamente cómo es.

—Sí, tenías que haberlo dicho antes porque siempre pensé que el problema era yo, que estabas buscando salvarte a ti mismo de mí —admitió apenas en un tono de voz audible y tapándose la cara con sus manos.

—Si te das cuenta, nunca quise arrastrarte conmigo porque entendí que era algo que estaba sucediéndome a mí como individuo, pero te aseguro que nunca lo hice para escapar de ti, aunque eso implicara desligarme de ti, fuiste más que suficiente para mí y desbordaste todas las expectativas que uno pudiera tener de alguien cuando está enamorado, te dejé ir aun amándote mucho.

Ji-seok sintió una lágrima caliente deslizarse por su mejilla, misma que no pudo retener por más tiempo. En ese momento estaba tan abrumado de solo imaginar todas las veces que él lloró por su culpa.

Ver sus lágrimas correr por sus mejillas, y sus ojos brillosos llenos de tristeza y un inmenso dolor que no podía ser oculto, era el mismo Jungkook que dejó hace ocho años, sólo que más molesto y triste a causa de su presencia.

Al mirarlo de esa manera solo esperaba que aquellas fueran las últimas lágrimas que Jungkook derramaría por él. Que fuera la última vez que se mordiera el labio inferior para evitar que más de ese líquido transparente y salado brotara de sus ojos. Que fuera la última vez que sintiera tristeza o dolor por su culpa.

Valía la pena humillarse frente a él si ese será el último rastro de dolor que Jungkook sentiría por su causa. Quizás vivir ese momento era una mortificación que él tenía que soportar en algún punto de su vida, aunque le doliera y reabriera una herida era para el bien de ambos. Lo hacía porque ambos lo necesitaban.

Jungkook sintió que se desplomaría en ese momento. Que se desmayaría en ese sillón, porque simplemente no soportaba saber de su boca que nunca fue por él que decidió irse. No soportaba saber que Ji-seok le dijera que lo dejó cuando aún lo amaba, aunque no podía entender del todo que tanto debió haberle costado hacerlo, por la mirada suplicante en su rostro supo que no fue menos que su propio dolor.

Se quedó en silencio por un largo rato, viéndolo llorar frente a él mientras le pedía que usara aquella imagen de él arrodillándose, pidiendo perdón, para sanar cualquier dolor que haya causado él.

—Es que de verdad no entiendo —admitió Jungkook.

—No es necesario que entiendas que pasó conmigo, Jungkook, son cosas que tienen que aceptarse tal cual, incluso yo intenté entenderlo e intenté frenarme de hacerlo, pero no pude —expresó—. No quiero que suene pretencioso, pero lo que tienes que entender hoy es que el perdón es un camino del cual tienes que estar consciente de recorrer. Incluso poniéndome en lo más bajo aún puedes verme ¿no es así? Si quisiera apartarme de tu vista tomaría tiempo que caminara lejos para que no me veas, sé que si al menos aceptas hoy que podrías ser capaz de perdonarme con el tiempo estarás bien. Haciendo esto no estoy pretendiendo solucionarlo hoy pero un comienzo es un comienzo.

—Lo intentaré con muchas ganas, quizás no lo haga hoy o mañana, pero creo que a partir de este día puedo ser más consciente de mis sentimientos y desligarme de lo que alguna vez me dolió respecto a nosotros —susurró limpiándose las lágrimas—. Ahora que has aclarado gran parte de mis dudas, creo que puedo continuar y mirar atrás sin resentimientos. Es todo lo que necesitaba de ti para poder cerrar esta herida que dejaste abierta por tanto tiempo, así que gracias por hacerlo.

Ji-seok se limpió sus propias lágrimas al ponerse de pie y le dedicó una sonrisa.

—Sé que estás buscando ser feliz con alguien a tu lado, tu madre me ha puesto al tanto, no sé lo pedí, pero bueno, es tu madre ya sabes cómo es —declaró Ji-seok recogiendo las tazas de chocolate.

—Yo le pedí que te dijera que estoy feliz para que dejaras de buscarme —admitió Jungkook mientras el hombre volvía a alejarse.

—¿Y lo estás? —preguntó desde la cocina.

—Mucho. Tanto que a veces siento que no es real y que no merezco a alguien tan considerado —susurró esperando que Ji-seok no lo haya escuchado realmente.

—Te mereces la felicidad, Jungkook, no importa cómo o de quien venga —contestó Ji-seok entrando a la sala de estar, encontrándose con el chico de pie frente a la pared en la que se encontraban todas sus fotografías.

En ese pequeño momento, en el que Ji-seok le señaló esas fotografías de cuando llegó a Roma, sus fotos en el monasterio, cuando lo ordenaron como sacerdote, en el orfanato de niños en el que estuvo ayudando. Jungkook se sorprendió bastante al ver que realmente era una persona completamente diferente, pero con sus cualidades como ser humano más intensificadas.

Imaginó tanto ese momento que ya no tenía nada más que decir, estaba frente a una realidad que no lo inquietaba más. Sintió que finalmente pudo desprenderse de ese enojo y tristeza. Que pudo entender a mayor escala que todo lo que pasó tuvo que haber sucedido para forjar su carácter y saber cómo actuar mejor frente a situaciones difíciles.

Después de haber reflexionado viendo las fotos de Ji-seok, este lo acompaña a la salida, ambos en completo silencio, igual que cuando entraron. Pero cuando se despiden en una reverencia este detiene sus pasos al preguntarle si puede pedirle una última cosa, aunque no vaya a hacerlo.

—Por favor habla con tu madre, ella te ama, aunque no lo creas así.

—¿Ella te ha dicho algo? —preguntó Jungkook algo confundido.

—Ella me ha dicho mucho que yo como sacerdote no debo decirte —susurró—. Solo te puedo decir que hables con ella, quiere escucharte y entenderte. Te hará bien hacerlo, confía en mí.

Sin darle una respuesta definitiva, Jungkook se despidió. Se subió a su moto y en lugar de conducir a su apartamento, tomó el camino a casa de sus padres. Hablar con su madre no era mala idea, tenía que hacerle saber sobre su conversación con Ji-seok, que no era necesario que siguiera intentando ponerlos en contacto.

Cuando llegó a casa, solo estaba su madre en el jardín que tenía en el patio trasero, donde pasaba el poco tiempo que tenía libre. Fue recibido con una gran sonrisa y notable sorpresa de que él estuviera visitándolos. Como era de esperarse, su padre estaba en medio de una grabación, a decir verdad, esperaba que ella también.

—Ayúdame a cortar esa maleza, ya que estás aquí mi pequeño —señaló Su-jung—. Usa guantes para que no lastimes las manos.

Sin decir mucho, Jungkook se colocó los guantes y en silencio fue cortando la maleza del gran jardín de flores.

—Hablé con Ji-seok —declaró.

Su madre inmediatamente dejó de hacer lo que hacía para poner toda su atención en él.

—¿Lo viste? —preguntó con sorpresa a lo que él solo asintió.—¿Y qué tal?

—Supongo que estamos bien.

Sin esperarlo la mujer lo atrapó en sus brazos en un fuerte abrazó cuando él aún sostenía las tijeras de jardín.

—Me da gusto que hayas podido hablar con él —masculló—. Sé que fui demasiado insistente con el tema, pero yo solo quería que fueras libre y que dejaras de sentir dolor por ese amor.

—Fuiste más que insistente mamá, hay cosas que haces que no logro entender —admitió dejando en el piso las grandes tijeras—. Como esa tarde que me hablaste de Ji-seok frente a Taehyung sabiendo que él me gustaba y que estábamos conociéndonos para tener una relación. Fuiste desconsiderada, en eso y en muchas otras cosas.

Su-jung lo miró a los ojos por un momento y terminó quitándole los guantes para que entraran a la casa y se sentarán en el sofá de la sala.

—Sé que no he sido la mejor madre, y que no he estado en momentos importantes de tu vida, lo sé y créeme que cada noche me arrepiento de que mi sueño no haya sido criar a mis hijos —se sinceró tomando la mano de Jungkook, quien se mordía el labio inferior para no soltar de golpe todo lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento.

—No es solo eso mamá, de hecho, el que ustedes nunca tuvieran tiempo para nosotros es lo de menos —masculló—. Eres manipuladora, papá también, quisieron forjar mi futuro en base a sus propios sueños y nunca me preguntaron a mí que es lo que yo quiero, ni siquiera cuando me fui de casa, estoy seguro de que si te pregunto no sabrás responder. Soy tu hijo y siento que no me conoces.

—Jungkook, nosotros solo queremos lo mejor para ti.

—Lo mejor para mi es lo que yo quiero, no lo que ustedes quieran —expresó, haciendo que su madre lo observa sorprendida por como su tono de voz fue más alto.

Estaba tan molesto con sus padres, lo ha estado por años y nunca se había atrevido a expresarlo en voz alta. Sabía que en cuanto lo hiciera sus emociones llenas de enojo saldrían a flote.

—¿Acaso no te das cuenta? —preguntó—. Ustedes decidieron todo por mí, que ropa usaría, que carrera cursaría, a que universidad iría. Con que productoras debería trabajar, todo. Yo nunca tuve opciones, "Jungkook deberías participar en esta película", "Jungkook ve a esta premiere para establecer relaciones", "Jungkook usa este peinado para la sesión de fotos", "Jungkook ser guitarrista es solo un pasatiempo".

—Tu nunca dijiste nada o te quejaste —escuchó la voz de su padre detrás de él. Jungkook se puso de pie para mirarlo a la cara y darle la respuesta que tenía atorada en el pecho.

—¡Porque no quería decepcionarlos otra vez! —dijo una vez más con las lágrimas al borde. Parecía que sus lágrimas esa tarde no querían mantenerse dentro.

—¿Cuándo lo has hecho acaso? —cuestionó su madre esta vez también levantándose del sofá.

—¡Cuando les dije que era gay! —chilló.

—¡Te aceptamos! —gritó su padre de vuelta—. ¡Nunca te dimos a demostrar que estábamos decepcionados o molestos con que te gustaran los hombres!

—Aun así, sé que lo hice —dijo bajando la voz—. Y sé que todavía lo hago. Sé que les molesta que lo sea, que salga con otros hombres, a ti principalmente mamá. Te molestó verme con Taehyung ese día en casa de Eun-joo y por eso sacaste el tema de Ji-seok, porque crees que él podría llevarme por el mismo camino que él tomó, por eso estabas tan desesperada en que hablara con él.

—No... —masculló ella tratando de acercarse a él—. No es así, mi pequeño. Yo te amo como eres, si te he dado esa impresión lo siento, yo solo intento ser mejor madre desde que te fuiste de casa, no sabía que tenías esos pensamientos. No trato de cambiar tu orientación sexual o tus sentimientos, sé que eso no va a cambiar.

» Es cierto que no me pone de lo más contenta tus preferencias, pero son tuyas y yo no debo interferir en eso, tampoco es que me moleste o avergüence, después de todo sigues siendo mi hijo y eso nunca cambiará sin importar todo lo demás —le aseguró tomando su mano y acariciándola con cariño.

»Debimos dejarte elegir que querías en la vida, somos conscientes de que actuamos mal al querer darte lo mejor sin tomar en cuenta tus deseos, pero como nunca dijiste que no hasta que quisiste irte y dejar todo, entendimos que lo estábamos haciendo bien.

Jungkook bajó su mirada sintiéndose aún más responsable.

—Tenía miedo. Eun-joo se fue y puso su pastelería, solo quedaba yo para hacerlos sentir orgullosos y seguir su camino en la actuación —admitió—. Además, ustedes siempre han creído que ser músico es una pérdida de tiempo y realmente me duele tener el apoyo de todos, menos de ustedes cuando es algo que me apasiona. A veces quisiera poder llamarlos y decirles donde estaré tocando para que vayan a verme o mostrarles las canciones que escribo, pero sé que no les interesa o están demasiados metidos en un personaje, que no tienen tiempo para esas tonterías.

Silencio. Solo hubo un largo silencio en toda la sala de estar. En ese momento Jungkook estaba listo para tomar sus llaves e irse.

—Te apoyaremos en lo que hagas con tu banda —declaró su padre—. Pero tienes que saber que quisimos darte todas las comodidades para que no fuera difícil para ti, pero decidiste tomar ese camino y estar con un hombre mayor que tú.

—¿Que tiene que ver que yo haya decidido hacer lo que me apasiona con Taehyung? Hablas como si él fuera un hombre de 50 años —bufó con el ceño fruncido.

—Un hombre casado, pensé que después de lo que pasó con Ji-seok sabrías tomar mejores decisiones, y que sepas que me agrada Taehyung, pero eso no quita el hecho de que podría llegar a hacerte daño y sabiendo lo sensible que eres —declaró desviando su mirada.

—Song-jin —se quejó su madre a su lado, tomándolo del brazo mientras desafiaba al hombre frente a Jungkook con la mirada.

Así que su padre lo veía como una persona débil y sensible. Es cierto que lo es, pero que su padre crea que lo es tanto al punto de que no es capaz de protegerse a sí mismo era aún más decepcionante.

—¿Lo investigaste? —fue lo único que preguntó. No iba a discutir por lo demás, ya que no estaba equivocado en nada.

—Se lo pregunté a él, y sé quién es su esposo —replicó—. Lee Juwon es alguien conocido entre los empresarios.

—Exesposo —le corrigió—. Están divorciados, sino no estaríamos en una relación, papá.

—El punto es cariño, lamentamos que te hayas sentido así, trataremos de hacerlo mejor esta vez y tú expresa cómo te sientes más seguido, así será mucho más fácil para nosotros, ¿sí? —cuestionó su madre mirándolo a los ojos mientras arropaba su rostro con sus manos—. Te amamos tal y como eres, no tienes que hacer las cosas por nosotros, estamos orgullosos de ti y si un día quieres invitarnos a alguna de tus presentaciones, estaremos ahí.

—Gracias —susurró Jungkook.

Ella estaba hablando por ambos, pero sabía que su padre no pensaba lo mismo, es por lo que no dijo nada más. Tomó el casco de su moto y sus llaves. Aún tenía que irse a preparar para la cita que tenía con su novio.

—Cuando dejes de verme como alguien sensible y más como tu hijo, quizás podrías llegar a conocerme mejor de lo que lo haces, papá —fue lo último que dijo antes de salir de la casa sin esperar una respuesta de su parte.

Jungkook condujo hasta la oficina de Taehyung, ya eran las seis de la tarde, por lo que deberían de estar arreglándose para ir a cenar juntos a donde sea que su novio quisiera llevarlo esa noche.

Seguía afligido por la reciente conversación con sus padres y Ji-seok, pero también mucho más liberado después de haber sacado de su mente todo ese sentir que siempre mantuvo preso en su interior. Lo necesitaba tanto para poder prestarle mucha más atención a lo que sentía por su novio.

—Oh, iba de salida a buscarte —señaló Taehyung al ver a Jungkook estacionado en su moto frente a su nueva oficina.

—Te leí el pensamiento —expresó extendiéndole el casco—. Vamos a mi apartamento, me cambio y vamos a tu casa.

—De hecho, estás bien así —señaló mientras se ajustaba el casco—. Aunque no lo creas es algo casual.

—Entonces te llevo.

Jungkook condujo hasta el apartamento de Taehyung y no pensó que tendría que esperar casi un hora completa tumbado en la cama de su novio mientras esté caminaba de un lado a otro alrededor de la recámara. Alistándose para su cita.

—No parece que sea tan casual —señaló Jungkook al ver que este se visitó con una camiseta gris y un par de pantalones color mostaza, sobre sus hombros una gabardina gris y alrededor de su cuello una bufanda verde con rayas azules y rojas.

—Esto es casual para mi —especificó sonriente al detenerse frente a la cama, posando para él de la manera más graciosa, sacándole una sonrisa.

—Quedémonos y hagamos el amor —le pidió Jungkook tomándolo de la cintura y acercándolo a él.

Las manos de Taehyung cayeron sobre sus hombros, quien le sonreía con picardía cuando fue arrinconado entre las piernas del pelinegro.

—¿Tu a mi o yo a ti? —preguntó pasando sus manos por el largo cabello de Jungkook, quien presionó su frente de su abdomen mientras reía en voz baja.

—Nos turnamos —señaló—. Pero hoy tengo muchas ganas de hacerte gritar y que tengan que llamar a la policía por lo escandaloso que eres.

—Vaya, de verdad que me sorprendes cada día —dijo Taehyung divertido.

Sintió las manos de Jungkook apretar sus nalgas mientras alzaba su mirada para verlo a los ojos.

—Deja de toquetear y vámonos.

Jungkook se puso de pie mientras reía y siguió los pasos de Taehyung hacia la salida. Su novio condujo por algunos largos minutos antes de que llegaran a un lugar de comida a la parrilla que estaba cerca del mirador al que una vez lo llevó cuando él estaba en medio de su proceso de divorcio.

Al parecer ambos estaban tan hambrientos que devoraron la comida y pidieron más carne cuando se terminó. En ese momento todo fue risas y mucha comida.

—Te ves diferente hoy —expresó Taehyung cuando salieron del lugar—. Caminemos.

—¿Diferente? —preguntó caminado junto a Taehyung, quien se encargó de guiarlo por una calle que él ya conocía.

—Sí, me gusta verte así —expresó tomándolo de la mano a pesar de que había personas caminando alrededor de ellos—. Me gusta verte despreocupado.

Jungkook solo le sonrió al ver lo feliz que estaba, ya no había nadie alrededor de ellos cuando llegaron a la calle que los llevaba directamente al mirador. Taehyung lo tomó de ambas manos y empezó a caminar de espaldas con la mirada puesta en el sin dejar de sonreírle.

—¿Por qué estamos aquí? —preguntó Jungkook moviendo sus manos de un lado a otro, mirando detrás de su novio para evitar que tropezara con algo.

—¿Recuerdas cuando me trajiste aquí? —preguntó dejando ir una de sus manos y subiendo los escalones a su lado.

—Si.

—¿Y la razón?

Jungkook asintió en afirmación.  Claro que recordaba perfectamente ese día en el que decidió ayudar a Taehyung de alguna manera cuando notó que no la estaba pasando muy bien debido a su proceso de divorcio que desconocía en ese momento.

—Quise hacerlo por ti también, porque, aunque no lo digas sé que tienes muchas cosas en la cabeza por las que gritar, recuerdo que aquella vez me dijiste que gritarías conmigo para que no me sintiera solo al hacerlo, quiero que hagas lo mismo por ti —expresó—. Estuviste sumergido en tu mente en estos últimos días. No es bueno estar tanto tiempo metido en tus pensamientos, así que pensé que quizás te haría bien venir aquí y estar por encima del ruido del ajetreo y quizás aclarar tu mente un poco.

—Gracias por traerme —masculló Jungkook en cuanto llegaron a la cima.

Se sentaron en aquella caseta en forma de Hanok que les permitiría apreciar la belleza de la noche desde las alturas, aislados del ruido y más cerca del cielo bañado en estrellas brillantes. A Jungkook le encantaba ese lugar, pero aún más estar ahí con Taehyung.

Se quedaron en completo silencio durante un largo rato, Taehyung dejando pequeños besos en el dorso de su mano de vez en cuando. Hasta que finalmente Jungkook decidió hablar y contarle todo lo que sucedió aquella tarde.

—Hoy... —empezó a decir—. Hablé con mi ex. Ji-seok.

—¿Es la misma persona que vimos en el parque en año nuevo? —preguntó Taehyung acariciando su mano.

Jungkook solo asintió con la mirada en el horizonte. Estaba tratando de organizar sus ideas antes de continuar y empezó a sentirse nervioso, su corazón latiendo fuerte. Sabía que Taehyung no le reclamaría o juzgaría, pero aun así se sentía nervioso al respecto, porque era consciente de que no se sentiría completamente cómodo de que le dijera que se vio con su ex, después de todo, sigue siendo su novio y claro que eso le haría preguntarse muchas cosas.

—Lo vi cuando dejé tu oficina esta tarde y quedamos en vernos en la Iglesia para hablar —declaró—. Aclaramos muchas cosas que dejamos inconclusas y creo que tuvimos un final definitivo, bueno, por lo menos yo lo tuve.

—¿Y cómo te sientes ahora? —cuestionó Taehyung acomodándose en su lugar para mirarlo a los ojos.

Jungkook ladeó la cabeza para mirarlo a la cara y entrelazó sus dedos con los de Taehyung.

—Siento un gran alivio en mi corazón. Creo que ahora entiendo un poco mejor sus razones, la decepción de que se fuera de esa manera marcó mucho en mí, dejando como consecuencia un gran miedo a amar como en alguna ocasión lo hice. Que él me haya prometido toda una vida en ese entonces fue lo que más dolió —explicó Jungkook—. Me pidió perdón, no le afirmé que lo haría, pero entendí que eventualmente tengo que hacerlo para superarlo realmente.

Taehyung solo asintió, no iba a negar que saber con seguridad que Jungkook nunca ha llegado a odiarlo aun cuando fue alguien que ha causado dolor en su vida, le hace sentir un poco extraño. Recuerda aquella ocasión cuando le preguntó si creía que sentiría algo por el sí lo volvía a ver y este le contestó que no lo sabría. Estaba teniendo dudas de lo que pudo haber sentido Jungkook cuando habló con él, no lo iba a negar.

Era inevitable que no se sintiera de esa manera y se hiciera preguntas cuando Ji-seok fue la persona antes de él por la que tuvo fuertes sentimientos.

—¿Qué piensas? —preguntó Jungkook al ver como Taehyung estaba metido en sus pensamientos.

—Sabes, es inevitable para mi pensar bien de alguien que te hizo daño, pero aun así fue capaz de buscarte y pedirte perdón, creo que fue algo valiente considerando que es alguien que supongo ha renunciado a su orientación sexual —consideró Taehyung—. No me molesta el que hayas hablado con él, creo que es algo que necesitabas hacer y pretendo quedarme a tu lado mientras estés lidiando con esos sentimientos, porque sé que es un proceso y que no es algo que superas de un día para otro.

—Gracias —masculló Jungkook—. Por ser paciente conmigo y por soportar todo este apego emocional a otra persona que no eres tú. Por entenderme y por quedarte a mi lado, amándome.

—No pretendo hacer que te olvides de él, es algo imposible, porque como me dijiste una vez, siempre será parte de ti porque eso te hace el Jungkook del presente —susurró Taehyung apartado los mechones de cabello de su novio—. Pero más allá de prometer cosas, daré todo de mí para que las cosas funcionen entre nosotros. Esta es mi manera de darte las gracias a ti por estar para mí en mi peor momento y no irte, creo que estamos a mano en ese sentido.

—Quiero seguir creciendo juntos —masculló Jungkook acercándose más al cuerpo de Taehyung, buscando su calor corporal, mismo que percibió cuando este lo tomó de la cintura y lo mantuvo muy cerca de su pecho—. Quiero que sanemos juntos.

Sin esperarlo, Jungkook se pone de pie y en un movimiento rápido se sienta sobre sus piernas. Ya era de noche, por lo que las probabilidades de que alguien subiera al mirador era muy pocas, de todos modos, Jungkook decidió asumir el riesgo de sentarse sobre las piernas de su novio, sonriéndole con la felicidad de tenerlo en su vida.

—Dame la oportunidad de ser la persona que te acompañe, aunque estés herido —le pidió cuando su cabello fue movido por la brisa y verlo de esa manera, con una sonrisa a medias, sobre sus piernas y abrazándolo por los hombros.

» Quiero ser la persona que haga que el espacio que ocupa ese nombre en tu cabeza sea cada vez menor —admitió acariciándole la mejilla con cuidado—. Quiero estar contigo cuando Ji-seok se convierta solo en una anécdota del primer amor de la que puedas reírte y sentirte orgulloso por haberlo superado.

Jungkook le dedicó una sonrisa más amplia, alzó sus dedos hasta tocar el rostro de Taehyung. Lo miró a los ojos y por primera vez desde hace tanto tiempo, percibió sus sentimientos con claridad. Fue tan luminoso y espléndido en su interior cuando encontró su mirada y lo supo, fue claro para él, fue como volver a encontrar luz en su interior.

Él no sabe amar a medias. Es todo o es nada. Y con Taehyung era todo.

Sin decir nada, sus miradas gritaban en silencio: "te amo", "te amo y te veo a través de la cortina de tu dolor", "yo también te amo y te veo a través de tus barreras de dolor".

—¿Sabes que se siente estar contigo? —cuestionó Jungkook tomando su rostro entre ambas manos.

—¿Cómo?

—Cómo volver a respirar luego de un largo maratón debajo del agua —masculló Jungkook llevando sus manos hasta el pecho de Taehyung—. Amarte, se siente como escuchar la melodía de un piano o un violín, suave, a veces triste, a veces alegre. Pero siempre hermoso y único. Amarte es como esa canción que siempre repites y que nunca te cansas de escuchar. Amarte es como besar las estrellas y cantarle a la luna. Amarte es tan brillante y excepcional como la música que hace tu corazón ahora que te he dicho que te amo.

Taehyung le sonrió con las lágrimas en las esquinas de sus ojos a punto de salir. Sabía que Jungkook no le diría solo, "te amo", que él diría algo mucho más romántico porque así es él. Y como amaba fuera de esa manera que le conmoviera tanto con sus palabras. Porque solo él puede expresarse de esa manera.

—¿Me amas? —cuestionó Taehyung solo para volver a escucharlo.

—Te amo.

Taehyung esperaba que él tardará más tiempo en hacerlo, pero tal parece que todo lo que necesitaba era sellar esa herida que seguía abierta y permitirse a sí mismo amar a ciegas.

—Yo te amo mil millones de infinitos.

Entre risas, Jungkook se puso de pie y corrió hasta la orilla del mirador tomándolo de la mano y arrastrándolo con él. Lo miró con algo de osadía antes de llevarse las manos a la boca y gritar, gritar muy fuerte.

—¡Amo a Kim Taehyung!

Taehyung se rió de ello, pero no tardó en llevarse las manos al rostro y simular un megáfono para hacer lo mismo.

—¡Amo a Jeon Jungkook!

Jungkook lo tomó con fuerza de la cintura y lo besó. Una mano en la cintura del Taehyung que aún se reía por la locura que acaban de hacer, y la otra levantando la barbilla del hombre que le correspondió el beso con la misma vehemencia de alguien que tampoco ama a medias.

Era todo o nada. Y para ellos, era todo el amor de uno por el otro, en un beso.

Hasta aqui esta primera parte de esta historia. Espero que la espera de este capitulo y este encuentro haya valido la pena.

Se puede decir que Jungkook y Ji-seok tuvieron el cierre que merecían, ¿Qué opinan de la manera en la que Ji-seok lo abordó? Particularmente Moonchild y yo lloramos mucho con la conversación entre Ji-seok y Jungkook, planificamos y modificamos un montón de veces hasta que quedamos satisfechas con el resultado, así que espero que les haya gustado mucho.

Por otro lado, Jungkook decidió hablar con sus padres de como se sentía, ¿creen que su padre fue muy duro o que alguna vez ellos logren hacer las pases y tener buena relación? Tuvimos el primer te amo de Jungkook hacia Tae, que no podía ser menos.

¿Qué esperan leer en la segunda parte de Show Me?, ¿Vivir juntos?, ¿matrimonio?, ¿Blue Notes en el estrellato? Los leo.

Adelanto de la segunda parte: "Muéstrame tu amor, para que yo pueda amarte , y que tú puedas amarme aún cuando parezca que todo se derrumba".

Gracias por haber llegado hasta qui. Nos seguimos leyendo pronto.

All the love.

KJ

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro