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XIX. Muéstrame

Canciones del capitulo:
Maybe de James Arthur
Only Over You de FletwoodMac
Dream A Little Dream OfMe de Ella Fitzgerald

Un sentimiento indescriptible arrasa conmigo teniéndote en mi regazo. Hijo mío, el más pequeño y a la vez el más grande cimiento de nuestro hogar, tu diminuto cuerpo alberga el más inocente y puro amor. Lo llenas todo y lo envuelves todo con tu presencia. Cada día que pasa las raíces de nuestras vidas se entrelazan, y se adhieren a la tierra, inseparables como el alma a nuestro cuerpo. Padre e hijo, siempre y en todo —Moonchild

El cielo moteado y gris acompañado de un gélido aire arropaba la ciudad londinense como una ligera niebla, característica de ella, sin embargo, aquella inclemencia parecía no afectar a los ciudadanos que, ataviados en sus gabardinas caminaban con la premura que trae consigo un día laboral cualquiera. Evidentemente todos terminaban acostumbrándose al mal tiempo más temprano que tarde.

Taehyung observaba la escena a través del ventanal con Jiho en brazos, calmada y reflexivamente, una realidad muy distinta a la suya, hasta que sus brazos comenzaron a debilitarse teniendo que dejarlo en el suelo de madera.

Jiho ya tenía cinco años y pesaba lo justo para comenzar a limitar los mimos de Taehyung, deseo que en su interior parecía interminable, pero el crecimiento de su niño era innegable.

Era temprano en la mañana cuando Taehyung y Jiho, aún en pijama, estaban en la cocina preparando un pastel. Jiho estaba concentrado en mezclar los ingredientes con una sonrisa de emoción, sus manitas moviendo el batidor con ayuda de su papá.

Taehyung, con su propio cabello desordenado y aún medio dormido, le daba indicaciones suaves al niño de pie sobre el pequeño banquito que tenía que utilizar para poder alcanzar la encimera.

—¿Lo estamos haciendo bien, papá? —preguntó Jiho con los ojos destellantes, mirando a la masa espesa que había batido con tanto entusiasmo.

—Lo estamos haciendo perfecto, mi niño —respondió mientras colocaba la mezcla en el molde—. Ahora, lo llevamos al horno y después decoramos, ¿de acuerdo?

Jiho asentía con la emoción de todo niño ante un evento memorable como ver a su padre entrando al horno la previa creación que habían hecho juntos.

Taehyung sabiendo que su hijo apenas despertaba tenía al 100% sus energías, decidió continuar con los preparativos faltantes: preparar la crema y los pequeños adornos con él.

Apenas siendo un bebé, Jiho desprendía de sí un ánimo bastante enérgico y alegre que asemejaba a la de un motor de capacidad inagotable. Su crecimiento pasó frente a los ojos de sus padres como una cálida y rápida ráfaga de viento de verano.

La risa y balbuceos de Jiho ante las caricaturas y sus juguetes siempre estaba presente, mientras Jungkook jugaba con él en la piscina inflable en el patio, siempre estaba lleno de esos sonidos contagiosos cuando apenas tenía un año y todo lo que sabía decir era: agua, appa, pipi, y pica cuando la piel le ardía.

Con el tiempo la condición de su piel mejoró significativamente, cuando ya tenía dos años todos los tratamientos costosos habían valido cada libra esterlina invertida, la constante preocupación y angustia de sus padres se transformó en una alegría sin comparación.

Los primeros pasos de Jiho se convirtieron en carreras interminables por toda la casa y sesiones de escalada cuyas víctimas eran todos los muebles que parecían ser el obstáculo que más lo motivaba. Sus ganas de explorar cada rincón lo habían convertido en un niño que prefería las actividades movidas como jugar en el patio, pintar y rayar las paredes, poco le entretenían las caricaturas de la televisión, su interés de experimentar era una especie de maratón diario que dejaba exhaustos y rendidos a sus padres.

Más de una vez Jungkook caía rendido en el sofá mientras Jiho aún intentaba hacerle seguir jugando con él, mientras que a Taehyung lo dejaba algo ansioso presenciar cómo en pocos minutos su casa se convertía en un desastre, pero a pesar de ello, no podía evitar sonreír al ver a su hijo tan lleno de vida.

A pesar de los constantes chequeos médicos a los que tenía que someterse, su pequeño hijo ha tenido, hasta el momento, una niñez bastante movida, llena de amor y de mucho consentimiento por parte de sus padres, aunque uno más que otro.

Jungkook ha sido mucho más débil cuando se trataba de las cosas que su hijo le pedía, era incapaz de decirle que no. Si Jiho le pedía quedarse un poco más en el parque o comer un helado antes de la cena, casi siempre cedía.

Mientras que Taehyung intentaba mantener el equilibrio. Sabía que su hijo necesitaba límites, especialmente cuando se trataba de dulces o comida chatarra. Las discusiones en casa sobre dulces eran una constante y recordaba claramente todas las veces que había regañado a Jiho por comer chocolates a escondidas después de que él le había dicho que ya no podía más, aunque su padre Jungkook le había dicho que sí.

—Jiho, ¿cuántas veces te he dicho que no puedes comer dulces tan tarde? —preguntó Taehyung con el ceño fruncido al ver que este se comía una barra de chocolate que estaba seguro había escondido en alto en la alacena para que no pudiera llegar a él en caso de que fuera a buscarlo.

Lo que claramente no funcionó, porque el niño tenía la comisura de sus labios embarrada de chocolate. En su interior sabía que era una batalla perdida cuando Jungkook le había dado permiso minutos antes.

—Pero appa me dijo que sí podía... —respondió Jiho, con su vocecita traviesa y los ojos grandes llenos de inocencia, mirando a su papá como si eso fuera suficiente para ganarse un perdón.

Taehyung suspiró, lanzándole una mirada a Jungkook, que siempre se encogía de hombros, sintiéndose culpable, pero a la vez cómplice de su hijo.

—Appa también tiene que aprender a decirte que no —señaló Taehyung; estaba claro que la influencia de Jungkook era difícil de resistir para el pequeño.

Él siempre le limitaba los dulces porque ya era un niño bastante energético y el que comiera dulces solo le daba más energías para ser más caótico, además de que nunca quería dormirse a la hora que debía irse a la cama precisamente por los dulces.

A pesar de estos pequeños conflictos cotidianos, la niñez de Jiho ha sido plena.

Desde su primer día en la guardería, logró encantar a todos con su carisma, sin duda era un niño brillante con una facilidad sorprendente para hacer amigos, siempre dispuesto a compartir sus juguetes, invitar a otros niños a jugar por lo que rara vez se le veía solo. Su risa seguía siendo contagiosa y su entusiasmo por la vida, inspirador.

Cuando tuvo la edad adecuada para entrar al colegio, Jiho tomó por costumbre cada tarde a la salida, correr al parque donde se unía a otros niños para jugar al fútbol trepar los árboles o simplemente correr sin razón aparente. Para Jungkook y Taehyung, verlo tan feliz y adaptado era un alivio, a pesar de que las noches solían acabar con ambos sin nada de energía.

Había días en los que Jungkook se sentía demasiado débil para negar las peticiones de su hijo especialmente cuando le ponía esos grandes y brillantes, añadiendo la avalancha de ternura con un puchero. No era raro que Taehyung regresara a casa y encontrara a ambos cubiertos de masa de galletas o con juguetes dispersos por todo el salón.

—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó fingiendo seriedad, pero sin poder ocultar una sonrisa ante el caos que su pequeño huracán había dejado tras de sí.

Jiho, siempre alegre, corrió a abrazarlo.

—¡Papá, papá! Hicimos galletas. ¿Quieres una?

—Solo si prometes comer también tus verduras esta noche —replicó Taehyung, sabiendo que probablemente esa promesa no se cumpliría del todo.

Los años habían pasado, y aunque Jiho seguía siendo ese niño activo y lleno vitalidad, la vida con él era un regalo. A veces, Taehyung y Jungkook se sorprendían de lo rápido que había crecido y aunque a veces se les dificultaba seguirle el ritmo, ambos sabían que no cambiarían esos momentos por nada del mundo.

Para ellos, Jiho era la razón de sus sonrisas diarias y aunque criar a un niño tan movido presentaba sus desafíos, estaban más que felices de enfrentarlos juntos.

Aquella mañana, cuando el pastel ya se había enfriado, empezaron a colocar con cuidado los adornos de música, más fresas y chocolates

—Papá, creo que está quedando bonito —susurró Jiho, observando su obra con una sonrisa satisfecha.

—Está quedando precioso —afirmó Taehyung, pasando un brazo alrededor de los hombros de su hijo—. A papá Jungkook le va a gustar mucho.

Finalmente, con el pastel terminado, Taehyung ayudó a Jiho a que llevara el pastel escaleras arriba, abrió la puerta de su habitación sigilosamente y en cuanto estuvieron dentro cantaron juntos.

—¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos papá Jungkook, cumpleaños feliz! —cantaron a dúo.

Jungkook se despertó lentamente al escuchar las voces de Taehyung y Jiho, se estiró en la cama mientras los veía acercarse a él con un pastel en manos de su pequeño hijo. Aún con el cabello despeinado y los ojos entrecerrados, les sonrió.

—Feliz cumpleaños, honey —expresó Taehyung que seguía levemente inclinado detrás de Jiho, mientras que este se acercaba a la cama notablemente emocionado.

—¡Feliz cumpleaños, appa! —chilló Jiho colocando el pastel frente a su papá con euforia—. Tienes que pedir un deseo antes de soplar la vela.

Jungkook se sentó en la cama con cuidado, tomó el pastel en sus manos y antes de cerrar sus ojos, miró a Taehyung y luego a su hijo frente a él. El amor y la alegría en esa habitación eran todo lo que siempre había deseado.

—Un deseo... —repitió Jungkook, mirando la pequeña llama de la vela.

«Mi deseo es que Jiho crezca sano y feliz y que siempre estemos juntos los tres, como ahora».

Sopló la vela después de haber pedido su deseo, mientras Jiho aplaudía con entusiasmo.

—¡Ehhh! —aplaudió Jiho para luego abrazar a Jungkook—. Ahora te toca comer pastel —declaró enterrando su dedo en la crema que decoraba el pastel para luego llevarlo a los labios del pelinegro que lo miraba con complicidad.

—Mmm delicioso —susurró Jungkook—. Pero lo dejaremos para más tarde, ¿sí?

—Felicidades papá, cumples 38, te estás poniendo viejo —dijo riendo con travesura mientras se cubría la boca con las manos.

—Viejo, yo no estoy viejo, los viejos no pueden levantarte así, ¿a qué no? —declaró alzandolo en sus brazos y dejándolo sobre su espalda mientras se ponía de pie.

—Gracias, miel —susurró Jungkook al detenerse frente a Taehyung que los observaba con admiración. Se inclinó levemente hacia él para darle un beso corto—. Este es el mejor regalo que podría pedir.

—Feliz cumpleaños, honey —susurró Taehyung, acariciándole el cabello desordenado—. Te amamos mucho.

—Yo también los amo —respondió Jungkook, mirando a su familia con sus ojos llenos de amor ahora que dejaba a Jiho sobre la cama.

Taehyung ya tenía todo el día planeado para pasarlo con Jungkook y celebrar su cumpleaños. Es febrero y hace frío en las calles, aún estaban llenas de nieve, así que se abrigaron muy bien antes de ir a su primer destino.

Un parque de atracciones de Notting Hill, era un lugar que Jungkook quería visitar desde que fue a Inglaterra de vacaciones y saber que había un parque de atracciones en el que podría divertirse con su familia, lo deseaba aún más.

Dejaron el coche estacionado y caminaron hasta el parque de atracciones, pasando por las diferentes tiendas y casas coloridas que inmediatamente llamaron la atención de Jiho.

—Sabes que la película, "Un lugar llamado Notting Hill" me recuerda un poco a nosotros —señaló Taehyung aferrándose al brazo de Jungkook quien cargaba a Jiho del otro lado.

—¿Por qué?

—Bueno, porque trata de un amor a primera vista entre un británico y una súper estrella —consideró Taehyung sonriéndole mientras bajaban por una calle que ya empezaba a estar llena de gente—. Yo soy el británico y tú la súper estrella.

—Pero en ese entonces no lo era.

—Yo ya sabía que lo serías, honey —declaró sonriente.

—Papás, miren, hay que subirnos ahí.

La voz de Jiho llamó su atención y ambos padres miraron al gentío en el parque de atracciones al que se aproximaban lentamente. Jiho estaba emocionado, claramente, pero ellos se dedicaron una mirada algo asustadiza.

Ellos han sido bastante cautelosos y discretos en cuanto a la identidad de su hijo o de exponerlo mucho al público. Muy pocas veces se han encontrado con personas que los reconocieran en la calle, pero de ese poco porcentaje siempre ha sido en lugares así de concurridos, como los parques, el cine y los conciertos a los que iban como invitados y pases especiales.

Blue Notes seguía siendo una banda, aunque no sacaban música seguido o hacían muchos conciertos como antes, ellos seguían su agenda como artistas y aunque hacían trabajos individuales siempre se presentaban como un integrante de la banda. Jungkook seguía siendo el famoso guitarrista y líder de la banda, ahora que era productor musical su nombre estaba detrás de muchos éxitos, especialmente con artistas ingleses.

Les preocupaba que su hijo fuera expuesto, que salieran fotos de él por las redes sociales cuando ellos casi nunca han compartido así de mucho la identidad de Jiho. Lo único que querían era protegerlo de ese mundo tan oscuro, pero ambos sabían que, mientras Jungkook siga siendo muy conocido, era algo inevitable para ellos.

—Está bien, estaremos bien —señaló Jungkook—. No te preocupes mucho, sí. Yo me encargaré de todo.

Taehyung asintió sabiendo perfectamente a qué se refería su esposo. No necesitaba que dijera más. Él sabía que desde que se mudaron a Londres se había quedado con ese ese miedo de ser hostigado y perseguido.

No quería que Jiho experimentara algo como eso y piense que es algo normal.

Ambos se olvidaron de ello y disfrutaron juntos del momento. Por suerte no pasó nada durante todo el tiempo que estuvieron subiéndose a todos los juegos disponibles a los que Jiho podría entrar.

Taehyung ya se sentía algo cansado, pero no dejó subirse a los juegos con ellos. Disfrutaba ver lo mucho que Jiho se divertía, hasta el punto que parecía él el festejado y no su padre que solo se reía en las atracciones que eran muy altas.

Caminaron cerca del río, donde estaban todos los puestos de comidas y bancos. Su hijo vio tantas cosas que Taehyung percibió en su mirada brillante que no sabía cuál de todas les iba a pedir, pero terminó diciendo que quería probar las banderillas.

—¿Seguro que no quieres otra cosa, hijo? —preguntó Jungkook hincándose frente a él con la intención de convencerlo para que comiera otra cosa ya que ese día su padre Taehyung estaba generoso y lo dejaría comer comida mucha chatarra.

La cuestión es que la fila para las banderillas estaba bastante larga y uno de los dos tendría que hacerla.

—Sí, quiero de esas que tiene ese niño, así de grande —señaló Jiho a la familia que pasaba frente a ellos.

—De acuerdo, uno así de grande —susurró Jungkook al ponerse de pie y mirar a Taehyung encogiéndose de hombros—. Yo iré, ustedes compren algo más mientras tanto porque al parecer me voy a tardar.

—Está bien, nos sentaremos en ese banco, estaremos cerca. —Taehyung señaló el banco que quedaba justo detrás de ellos.

Tomó a Jiho de la mano y juntos compraron tres malteadas antes de sentarse en el banco y esperar a que Jungkook comprara las banderillas que su hijo tanto quería.

Ya se habían subido a la mayoría de los juegos, así que un descanso era todo lo que Taehyung necesitaba en ese momento que ya no sentía sus pies. Estar en sus 40 no era para nada un chiste, aunque trataba de mantenerse tan en forma como su esposo, cuando se trataba de ejercidos ha sido difícil seguirle el ritmo.

—Papá, vamos a abrir lo que ganamos en los juegos de fortuna —señaló Jiho el pequeño bolso que se encontraba en el regazo de Taehyung.

Estaba concentrado en mostrarle a Jiho cómo funcionaba uno de sus juguetes nuevos, intentando mantener la atención de su hijo mientras miraba de reojo para ver cuánto más tendría que esperar por Jungkook.

Notó algo extraño cuando un par de zapatos impecables se detuvieron frente a ellos y antes de siquiera levantar su mirada para ver de quien se trataba, la voz del hombre llamó su nombre con suavidad y supo en ese segundo de quien se trataba.

La última vez que escuchó su nombre viniendo de aquella voz era un completo desastre emocional. Así que se tardó en levantar su mirada, nervioso de encontrarse con él después de tanto tiempo, después de que se haya despedido con aquella carta que dejó en cenizas.

Alzó la vista y su corazón dio un vuelco al encontrarse con su mirada que seguía como lo recordaba. Juwon estaba parado frente a él, con su cabello más largo de lo que solía llevarlo.

Se preguntó cómo se supone que debía saludarlo, ¿con una reverencia o solo darle la mano? Es lo único que podría hacer.

—Hola —expresó el hombre dedicándole una sonrisa cálida.

Taehyung sintió un nudo en el estómago mientras dejaba a Jiho con sus nuevos juguetes y terminando de beber su malteada. Se puso de pie frente a Juwon, quien vestía una elegante gabardina y un niño de unos once años, quien apenas apartaba la vista de su móvil, estaba a su lado.

—Hola —respondió Taehyung haciendo una reverencia.

Posó su mirada en el chico junto a él, entendiendo perfectamente que se trataba de su hijo. Eran bastante parecidos.

—Ha pasado mucho tiempo, ¿cómo estás? —cuestionó mostrándose sonriente, con una calma y calidez inesperada.

—Estoy muy bien, gracias —contestó Taehyung—. ¿Y tú, qué tal?, ¿vives aquí?

—Sí, hace mucho tiempo ya —replicó el hombre—. ¿Y tú, qué tal? He visto las noticias, ¿estás bien ahora?

Taehyung esbozó una sonrisa tenue al recordar cómo la prensa y los fanáticos cubrieron y expusieron su vida en cuanto se confirmó públicamente su relación con Jungkook. Estaba claro que esas noticias llegaron a Juwon de alguna manera u otra, pues incluso él fue mencionado en más de una de esas noticias.

—Sí, sí, ha pasado mucho, pero nada demasiado grave —dijo minimizando lo complicado que había sido todo aquello—. Vivimos aquí desde hace mucho tiempo también así que...

—Eso es bueno —masculló Juwon—. ¿Es tu hijo?

—Sí, él es Jiho —expresó con orgullo—. Cariño, salúdalos.

El niño se puso de pie haciendo una pequeña reverencia, Taehyung sonrió al ver que ha aprendido bastante bien la educación coreana que Jungkook y él le han dado. Cargó al pequeño en sus brazos al ver que mantuvo su mirada en Juwon, a quien le sonrió cuando este le ofreció chocar sus puños.

—Hola campeón, él es Doyun —señaló al adolescente a su lado que dejó el móvil para poder saludarlos apropiadamente, en ese momento que pudo ver su rostro mucho mejor, no pudo evitar notar los fuertes genes de Juwon en el chico, los mismos pómulos altos y la forma de su nariz.

Era su vivo retrato.

—Me alegra mucho que hayas podido cumplir tu sueño de ser padre —admitió Juwon, mirándolo con una sonrisa sincera—. Te ves muy feliz. Me alegra que hayas formado una familia con la persona correcta.

—Gracias —fue lo único que Taehyung pudo susurrar en respuesta.

De repente, recordó las palabras de Juwon cuando se despidieron años atrás, prometiéndole que no aparecería más en su vida. Y cumplió con su palabra, hasta ese momento que solo podía considerar como un encuentro casual y no algo premeditado.

Él es de las pocas personas que realmente sabia lo mucho que significaba para él formar una familia. Él sabía perfectamente todas las veces que lloró, que discutieron por ello. Así que si podía ver la sinceridad en sus palabras al decirle que estaba feliz por él, de la misma manera que percibió su honestidad a través de su carta. Aunque la leyó en una sola ocasión, cada palabra seguía intacta en su mente.

Taehyung esperaba que él también haya cumplido con lo que se propuso en aquel papel escrito a puño y letra, en el que prometía ser el hombre del que alguna vez él se enamoró y se convertiría en el padre que siempre quiso que fuera. Al ver a su hijo a su lado estaba más que claro, pero, ¿logró el volver a enamorarse?

No sabía si hacer la pregunta en vista de que estaban frente a sus hijos. Por Dios, estuvieron casados por 10 años y se volvieron a encontrar en un parque de atracciones en Notting Hill diez años desde su divorcio, ¿de qué se supone que debían hablar?

Jiho esta vez lo abrazaba por la cintura cuando lo dejó de pie sobre el banco en el que antes estaban sentados, tomando su malteada tranquilamente, mientras que él hijo de Juwon volvió a tener su atención en el móvil. Hasta parecía que solo eran ellos dos.

—¿Encontraste el amor? —cuestionó Taehyung finalmente después de darle tantas vueltas.

Juwon asintió escondiendo sus manos en los bolsillos de su gabardina.

—Sí, lo hice —admitió—. Me alegra que ambos estemos bien ahora.

En ese momento, desde la distancia, Jungkook levantó la vista para ver cómo estaban Taehyung y Jiho. Al principio, no notó nada extraño, pero pronto su mirada se posó en la figura familiar de Juwon, lo primero que hizo fue preguntarse qué hacía allí.

Mientras la fila avanzaba no pudo quitar la mirada de ellos. Taehyung no parecía del todo incómodo así que no debería preocuparse mucho, ha pasado mucho tiempo desde que se divorciaron y él era su esposo ahora, no es como si algo pudiera pasar o que Juwon fuera a hacer algo malo.

Por la expresión en el hombre que alguna vez le llegó a amenazar y la mirada de su esposo, entendió que Taehyung estaba experimentando un momento muy parecido a la que pasó él con Ji-seok.

Una figura del pasado apareciendo inesperadamente, removía muchas cosas que se mantienen enterradas hasta que se tiene a esa persona en frente. La diferencia con él estaba en que ellos sí cerraron el ciclo por completo, por lo que probablemente aquel encuentro sería un recordatorio de que la herida ya estaba completamente sana, ¿o no? No podría saberlo, él no es Juwon y tampoco es Taehyung para saber lo que están sintiendo en ese momento.

De una cosa sí estaba seguro, y es que los recuerdos buenos y malos, danzaban en el espacio entre sus cuerpos como un eco imperceptible mientras hablaban con una sonrisa amigable.

El silencio entre Juwon y Taehyung se hizo largo, se quedaron mirándose a los ojos sin saber muy bien qué decir. Fue en ese momento cuando otra figura apareció junto a ellos, una mujer que irradiaba una belleza radiante, con su cabello negro brillante con ondas naturales y un maquillaje suave que destacaba sus largas cejas y sus ojos grandes.

Era Minsi y se veía estupenda.

«Así que se quedó con ella. Es la persona de la que te enamoraste Juwon», pensó Taehyung al ver a la mujer detenerse junto a su esposo.

—Hola —saludó Minsi con cierta vergüenza en su rostro al notar su presencia.

—Hola, Minsi —respondió Taehyung amablemente, inclinándose en forma de saludo—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, gracias —dijo ella, esbozando una pequeña sonrisa—. ¿Es tu hijo?

Taehyung asintió, mirando a Jiho, quien aún lo abrazaba por la cintura.

Nunca en su vida se imaginó que estaría frente a ellos, presentándoles a su hijo con Jungkook y le gustaba hacerlo. Se sentía orgulloso de llevar visible un anillo que compartía con el amor de su vida y de tener a su lado al hijo que siempre quiso tener.

—Sí, es Jiho.

Minsi le sonrió cálidamente y aunque la situación era un poco extraña, Taehyung pudo notar la sinceridad en sus palabras cuando dijo:

—Felicidades. Me alegra que estés feliz.

Él pudo devolverle una pequeña sonrisa y un agradecimiento antes de que la conversación volviera a detenerse en el aire. Fue entonces cuando Minsi lo miró con algo de remordimiento.

La mujer dio un pequeño paso hacia él, insegura y con voz suave, preguntó:

—¿Puedo darte un abrazo?

La pregunta tomó a Taehyung y a Juwon por sorpresa.

Su mirada se cruzó con la de Minsi y por un instante, todos los recuerdos de su relación fallida con Juwon, la traición y el dolor, volvieron a su mente. Pero también estaba el tiempo que había pasado, el crecimiento que ambos tuvieron y el hecho de que ahora él estaba feliz con su propia familia.

Recibió el abrazo corto, dejando el espacio entre ellos lo suficiente como para que ella pudiera susurrarle algo al oído.

—Gracias por no tratarme como me lo merecía en ese momento —expresó Minsi con una sinceridad que hizo que Taehyung sintiera un nudo en la garganta—. Espero que hayas podido perdonarme.

Taehyung observó su rostro, lleno de vulnerabilidad. Sabía que el rencor no tenía lugar en la vida que había construido con Jungkook y Jiho. Hizo las paces con su pasado y siguió adelante.

Asintió, sonriéndole con calma a la mujer.

—Sí lo hice —le respondió con una tranquilidad que sólo podía venir de la paz interior que había encontrado.

Minsi sonrió, aliviada y se acercó para darle un último abrazo. Fue breve, pero significativo. Al separarse, ambos sabían que aquel gesto marcaba el cierre definitivo de un capítulo que había sido doloroso para ambos, pero que ya no tenía peso en sus vidas actuales.

—Me alegra verte bien, Taehyung —susurró Minsi antes de dar un paso atrás.

—A mí también —respondió él.

Juwon, que había permanecido en silencio durante ese intercambio, esbozó una sonrisa, se despidió de Jiho y alentó a su hijo a que hiciera lo mismo, quien para su sorpresa le sonrió mientras guardaba el móvil en sus bolsillos.

Taehyung se despidió con un asentimiento y los vio alejarse hacia el estacionamiento. Pero cuando pensaba que ya estarían lejos, vio al Doyun correr hacia él, aparentemente sin que sus padres supieran que volvió hacia él.

Estuvo a punto de preguntar si olvidó algo, pero el niño le arrebató aquellas palabras al abrazarlo con fuerza. Considerando que durante toda su conversación con sus padres este se mantuvo distante y únicamente saludando con educación. Que se devolviera para abrazarlo era simplemente increibile.

—Gracias —susurró—. Mi papá tiene su antiguo anillo de bodas con una foto de ustedes en su caja de recuerdos bajo llave. Hace poco me contó su historia, porque abrí la caja fuerte sin permiso, así que gracias por no odiarme. Solo quería decir eso.

Taehyung sintió las lágrimas picar en las esquinas de sus ojos. Doyun no dijo nada antes, pero en pocos segundos dijo más de lo que esperaba que dijera. Él ya sabía quién era y qué papel tuvo en la vida de sus padres.

Se tragó el nudo en su garganta y mantuvo las lágrimas en su lugar.

—No tienes nada que agradecerme, es cosa del pasado. Ve con tus padres o se preocuparán —señaló Taehyung en cuanto se separó del chico, quien asintió y volvió a correr lejos de él.

—¡Por cierto, soy fan de Blue Notes! —gritó cambiando de espaldas, haciendo la señal de rock con sus manos.

Definitivamente ese niño sabía mucho más de lo que demostraba saber y por un momento le dolió que él llegara a pensar que en algún punto de su vida pudo haber sentido odio hacia él, cuando nunca fue así.

Él solo le sonrió y elevó su dedo pulgar.

Taehyung sintió cómo una extraña ligereza se asentaba en su pecho. Aquello, que alguna vez había sido un dolor constante, finalmente quedaba atrás.

—Papá, ¿quién era ese hombre?  —preguntó Jiho mientras ambos volvían a sentarse.

Bajó la mirada hacia su hijo, con una sonrisa suave pero algo pensativa.

—Era un viejo amigo, cariño. Alguien que conocí hace mucho tiempo.

Jiho asintió aceptando la respuesta sin más preguntas, contento de seguir jugando con su juguete nuevo. En ese momento, Jungkook llegó junto a ellos con las banderillas.

—Aquí están, como las pidió el príncipe —anunció mostrando las banderillas con una sonrisa y su cabello algo desordenado por el viento.

Jiho saltó emocionado al ver la comida y con la ayuda de Taehyung empezó a comer. Los tres compartieron la merienda, riendo entre bocados y limpiándose las manos pegajosas entre ellos, mientras el bullicio del parque era parte de aquella celebración de cumpleaños que apenas iniciaba.

Después de haber descansado lo suficiente, Jiho recobró más energía para terminar de subirse a los demás juegos. Cuando estuvo en los caballitos, balanceándose de un lado a otro con una sonrisa de oreja a oreja, Jungkook notó que Taehyung estaba más callado.

Se acercó un poco más y lo pegó más a su cuerpo al tomarlo de la cintura para preguntarle en voz baja:

—¿Está todo bien?

Taehyung volteó para mirarlo, sabiendo que Jungkook siempre podía percibir hasta el más mínimo cambio en su estado de ánimo, así que asintió lentamente.

—Supongo que ver a tu exesposo con su familia es algo que te deja pensando —consideró Jungkook haciéndole saber que estaba al tanto de su reciente encuentro con Juwon.

—No estoy pensando nada de eso. Es solo que fue raro verlos y que me haya sentido feliz en cierta forma —expresó Taehyung con su mirada en Jiho.

Jungkook sonrió, reconociendo ese sentimiento. Sabía muy bien lo que Taehyung estaba tratando de expresar.

—Eso es porque sabes por lo que pasaron —murmuró Jungkook—. Porque, en algún momento, tú estuviste involucrado en todo eso.

Taehyung asintió en silencio. Luego, casi sin darse cuenta, dejó escapar una pregunta que llevaba dentro desde hacía rato.

—¿Así es como se siente perdonar a alguien que te lastimó? —miró a Jungkook esperando que él pudiera darle una respuesta que hiciera sentido.

Jungkook lo miró con ternura, tomando su mano entre las suyas y apretándola ligeramente.

—Sí, miel —le respondió con dulzura—. Así se siente y es muy liberador.

Taehyung asintió lentamente, como si estuviera procesando esa sensación por completo.

—Siento que hoy cerré una herida que había estado medio abierta por mucho tiempo.

Jungkook le dio una sonrisa comprensiva.

—Eso es algo bueno —señaló Jungkook con los ojos brillantes de cariño—. Estoy seguro de que ellos también lo sintieron así.

Taehyung asintió y se aferró al brazo de Jungkook mientras ambos observaban a su hijo hablar hasta por los codos con la niña que quedaba a su lado. Les seguía sorprendiendo lo fácil que era para él establecer una conversación con cualquier niño, fuera de su edad o no.

El Ritz es un hotel que ha sido muy famoso por años por su elegancia histórica, sus impresionantes habitaciones y por supuesto por ser uno de los comedores más hermosos del mundo.

Aunque no era la primera vez de Taehyung en ese restaurante, le seguía impresionando todo alrededor de ellos, desde los candelabros hasta las mesas con manteles y las pinturas en el techo.

No fue distinto para Jungkook y Jiho quienes halagaban la belleza y delicadeza del restaurante donde le volvieron a cantar cumpleaños a Jungkook, quien cerró los ojos sonriente mientras soplaba las velas de su segundo pastel.

—¿No es esto muy caro? —preguntó Jungkook al ver los precios en el menú.

—¿Desde cuándo miras los precios? —cuestionó Taehyung casi en un susurro.

—Que tengamos dinero no quiere decir que no mire los precios, por Dios cuando hago las compras compro los detergentes con descuento —declaró Jungkook—. Siempre miro los precios, amor.

—Bueno, ¿qué tiene de malo que gaste mi dinero en una cena cara para el cumpleaños de mi esposo? —preguntó Taehyung.

—Ninguno.

—Entonces pide lo que quieras y no pienses en el precio, si estamos aquí es porque puedo pagarlo —indicó Taehyung dedicándole una sonrisa que Jungkook correspondió bajando un poco más su rostro para evitar que su esposo viera sus mejillas sonrojadas.

Fue inevitable que Taehyung notara su rostro encendido, lo que hizo que sonriera aún más. Su esposo seguía sonrojándose a pesar de que ya tenían nueve años juntos, Jungkook seguía poniéndose tímido en momentos como ese, cuando él se encargaba de pagar o de tomar el control de algunas cosas, es como si volviera a ser el Jungkook de 27 años que entró con timidez a su bar.

—¡Ya sé que voy a pedir! —chilló Jiho llamando la atención de las personas a su alrededor.

—Muy bien cariño, baja la voz, ¿sí? —le pidió Taehyung tomando el menú que Jiho sostenía en sus manos, escuchando con detalle cada cosa que su hijo pretendía comer esa noche.

—No puedes tener tanta hambre si comiste hace dos horas —señaló Jungkook aun decidiendo qué comería.

—Papaaá, fue hace dos horas —declaró con los ojos muy abiertos, mostrándole dos dedos como si estuviera completamente indignado.

Jungkook levantó su mirada de la expresión de su hijo para darse cuenta de que había un grupo de personas en los ventanales del restaurante, fue en ese momento que notó que les estaban tomando fotos.

Dejó salir un suspiro viendo que las cámaras tenían una vista casi completa de Jiho y Taehyung. En un momento rápido, decidió cambiar de asientos con Jiho para que estos no pudieran tener tanto acceso al rostro de su hijo. Lo último que quería era encontrarse con fotografías de su hijo por todo el internet, sin su consentimiento, no cuando apenas este era consciente de que uno de sus padres era alguien muy conocido.

Jungkook hizo como que nada estaba pasando afuera hasta que vio como le pidieron que se alejaran de ese lugar y vio como los camarógrafos se fueron. Disfrutó de la cena con su familia, se tomaron fotografías que casi siempre mantenían para sí mismos o compartían con sus familiares únicamente.

Al llegar a casa, Jiho cayó rendido en su cama. Taehyung agradeció que no tuvo que regañarlo esa noche para que se fuera a la cama y dejara de ver las caricaturas cuando ya era hora de dormir.

Taehyung dejó la habitación de su hijo para encontrarse a Jungkook desabotonando su camisa lentamente mientras hablaba por teléfono con su familia. Fue hasta el cuarto de baño sigilosamente, casi pasando desapercibido por su esposo.

Rápidamente se dio una ducha, secó su cabello, de vez en cuando sacaba la cabeza para ver que hacía Jungkook. La última vez que miró estaba sentado en la cama aun con sus medias puestas y su pantalón de vestir, con el pecho al descubierto y toda la atención en su móvil.

Se acomodó la bata de seda roja que había pedido por internet hace poco, junto a los bóxeres de encaje con ligas y medias que se ajustaban a sus piernas. Se miró en el espejo algo dudoso, ya no tenía el cuerpo de antes, pero estaba seguro de que a Jungkook no le ha dejado de gustar como contrastaba la lencería roja con su tono de piel.

—¿No quieres comerte el tercer pastel de la noche? —cuestionó Taehyung saliendo del cuarto, encendiendo la luz principal de la habitación y corriendo las cortinas, para luego darse la vuelta y ver la expresión de su esposo.

—¿Y eso? —preguntó Jungkook algo incrédulo.

—Tu regalo por mantenerte joven mientras yo envejezco —replicó encogiéndose de hombros.

Jungkook se rio bajito. Dejó el móvil bloqueado sobre la mesita de noche y se relamió los labios mientras miraba de arriba abajo a Taehyung.

Se veía sexy, siempre lo ha sido, pero hace casi un año que no lo veía con lencería de ese calibre y eso le estaba enloqueciendo poco a poco.

—Tú estás como el vino, Hun —declaró extendiendo su mano para tomar la de su esposo, acercarlo a su cuerpo y mantenerlo acorralado entre sus piernas.

Las manos de Jungkook se deslizaron por sus brazos mientras admiraba de cerca la ligas que ceñían a sus piernas más tonificadas debido al ejercicio que hacían juntos. Alzó su mirada mientras se deshacía del nudo de la bata corta que apenas llegaba hasta sus muslos y vio en la mirada de Taehyung un coqueteo atrevido que extrañaba ver.

Desde que son padres de Jiho, se han dedicado completamente a educarlo y darle a su niño, casi todo su tiempo y energía, así que las noches de sexo se redujeron, luego fueron haciéndose más viejos y la energía no era la misma como para poder mantenerse toda la noche despiertos explorando el cuerpo del otro.

—El rojo te queda perfecto, es mi color favorito en ti —susurró Jungkook aun con la mirada puesta en su esposo.

Esa noche, ambos estaban listos para recordar la pasión que siempre ha caracterizado sus encuentros.

Jungkook sonrió con picardía al deshacerse del nudo de la suave bata que llevaba puesta y darse cuenta de la nota que tenía pegada en su abdomen.

"Soy la cereza del pastel, cómeme".

—Voy a comerte, pero...

—¿Pero?

—Quiero que te quedes con la ropa interior mientras lo hago.

—Tendrías que romper un poco de ella —consideró Taehyung acariciando los brazos de Jungkook que se mantenían en su cintura.

—No importa, puedo comprarte más como esta —señaló Jungkook.

—Bien, no hagamos mucho ruido —le pidió Taehyung subiéndose sobre su regazo lentamente—. Jiho tiene el sueño ligero.

—Yo no soy el que estará chillando.

Pronto la habitación se llenó de placer y lujuria. Gemidos suaves mientras sus cuerpos se volvían uno.

Palabras de amor y caricias suaves fueron parte de la pasión desatada entre sus cuerpos, mismos que se conocían desde hace nueve años.

Besos desesperados y movimientos controlados mientras la lencería roja seguía puesta en el cuerpo de Taehyung, y Jungkook disfrutaba de verla en cada gemido arrebatado, en cada suspiro de placer y especialmente en la liberación de su excitación contenida.

Terminaron recostados en la cama después de un baño caliente para relajar sus músculos. Las luces de la habitación fueron apagadas mientras Jungkook continuaba haciendo lo que fue interrumpido por su esposo al salir del cuarto de baño con lencería roja puesta.

Subió a sus redes sociales fotos de él con su familia celebrando su cumpleaños para agradecer a todas las personas que lo felicitaron. Esta vez decidió compartir esa fotografía en la que Jiho miraba a la cámara con emoción, sabía que pronto estarían circulando las fotos de su hijo tomadas por otras personas, así que lo hizo el primero.

—¿Cuándo tienes que volver a Corea para cumplir la agenda con Blue Notes? —preguntó Taehyung mientras miraba a Jungkook dubitativo para presionar el botón de "publicar foto".

—Dentro de dos semanas —contestó finalmente enviando la fotografía y dejando de lado el móvil.

—Jiho está feliz de volver a ver a Minha —susurró Taehyung, empezaba a quedarse dormido.

—Tiene que mejorar su coreano y Minha es la profesora perfecta —declaró Jungkook acomodándose entre los brazos de Taehyung.

Desde que es un bebé, Jiho ha escuchado el coreano en casa y el inglés fuera. Muchas veces olvidaba cómo se decían o escribían algunas palabras en coreano, ya que el inglés es el que más escucha a diario, en su escuela, con su familia, en las caricaturas, cada que salían juntos. Pero entendía casi perfectamente ambos idiomas, aunque maneja mucho mejor el inglés.

La llegada a Corea fue emocionante para su hijo, quien apenas durmió durante el viaje. Estaba tan feliz de ver a sus abuelos y a su prima Minha, que se mantuvo despierto durante el viaje del aeropuerto hasta la casa de los padres de Jungkook.

—¡Hola pequeño! —chilló la madre de Jungkook cuando este corrió hacia sus brazos después de haberse quitado los zapatos en la entrada.

Jungkook y Taehyung fueron recibidos por una niña de 10 años que se aferró a sus piernas mientras les decía lo mucho los extrañó, pero se apartó cuando Jiho gritó su nombre y esta corrió hacía él para abrazarse y saltar juntos tomados de la mano.

—Bienvenidos a casa —expresó Seokjin saliendo de la cocina junto al padre de Jungkook que también les dio la bienvenida con un cálido abrazo, mismo que le siguió un abrazo de Su-jung.

—Gracias por la bienvenida —expresó Taehyung sonriéndole a Seokjin, que seguía a su lado—. ¿Y Eun-joo?

—Debe estar llegando del supermercado —replicó Seokjin—. Jiho ha crecido mucho.

—Ahora te darás cuenta lo energético que es, huyamos de lo que se convertirá esto a partir de aquí —declaró Jungkook—. Por lo que veo estás en la cocina, te ayudaré.

Ambos fueron a la cocina donde preparaban el almuerzo. Como lo predijo Jungkook, Minha y Jiho empezaron a saltar y corretear por toda la casa, hasta que empezaron a jugar con el señor Jeon en el patio.

El chillido de su hermana al entrar a casa hace que casi se queme con agua hirviendo, aún peor cuando esta fue hasta la cocina para abrazarlo y zarandearlo con emoción.

—Dios, hermana, ya no soy un adolescente para que me muevas así —se quejó Jungkook mientras esta lo apretaba.

—Te extraño mucho, ¿estás más alto o es mi parecer?

—Está más alto.

—¡Taehyung! —chilló corriendo hacia él para hacer lo mismo, abrazarlo con fuerza—. Que guapo estás Dios mío, tener un hijo te queda bien.

—Estoy totalmente de acuerdo —declaró alzando sus cejas y elevando su mentón.

Seokjin y Jungkook terminaron de cocinar juntos mientras, Eun-joo, Taehyung y Su-jung arreglaban la mesa en la que compartirán todos juntos. El comedor se llenó de risas cuando Jiho por decir "por favor" en coreano dijo una mala palabra, lo que fue corregido de inmediato por Jungkook, ya que por primera vez Taehyung se lo tomó mucho más relajado.

La noche cayó y con ella el cansancio de su hijo. La bienvenida en casa de sus padres era todo lo que Jungkook necesitaba antes de empezar su agenda como artista. Era consciente de que, durante su estadía en Corea, no iba a tener mucho tiempo para pasar con su familia, debido a que iba a estar viajando para trabajar.

Le reconfortaba que al menos su esposo y su hijo estarán con ellos en el tiempo que él esté grabando contenido, haciendo sesiones de fotos y grabando algo de música con su banda para mantener el nombre de Blue Notes vivo.

El encuentro con sus compañeros de banda fue tranquilo e igual de cálido. Ellos pudieron compartir con Jiho mientras se ponían al día con la agenda que Namjoon les explicaba.

No se sentía como un trabajo para ellos. Cada que se volvían a reunir todos juntos era como si nada hubiese cambiado, como si el tiempo no hubiese pasado para ellos. El amor por la música seguía intacto, especialmente para Jungkook que estaba sumergido en ella prácticamente todos los días de su vida como productor musical.

La química entre ellos estaba allí a pesar de que tenían años sin verse o estar juntos. Es como si pudieran encender y apagar el botón de Blue Notes y sus mentes se sincronizaban por un mismo propósito. Demostrarles a sus fanáticos que seguían apoyándolos en todo lo que hacían, que los amaban y que él cielo era solo el comienzo.

Los días de Jungkook estuvieron llenos de ensayos, sesiones de fotos, entrevistas y presentaciones en vivo en programas en el que eran invitados especiales, hasta que finalmente llegó el día del fan concert.

Sentir las vibraciones de la música, cada nota de los instrumentos mezclada con sus voces y las de quienes cantaban con ellos a coro era la fuerza motora que los hacía entregar todo en el escenario. La energía del público, los gritos y las luces que llenaban el estadio, era algo que siempre llenara a Jungkook de vida. 

Tocar su guitarra, cantar, saltar y bailar al ritmo de la batería de Cyrus, acompañar a Jimin en su canto o a Hyun-jin en el piano. Era una sensación llena de plenitud y pasión que Jungkook amaba.

Sus ojos se llenaron de lágrimas durante el último fanconcert, no solo por la emoción del momento, sino también porque extrañaría volver a estar sobre un escenario con sus compañeros de banda, disfrutar cada segundo de música creada por ellos especialmente para la gente que estaba allí para gozar tanto como ellos.

Era el último día que estaría sobre el escenario y no sabría cuándo volverían a hacer aquello cuando cada año que pasaba ellos envejecían. Lloró porque era el aniversario de Blue Notes y estaban soplando las velas de su pastel en el escenario mientras el cielo se llenaba de fuegos artificiales azules y todos los ligthstick se iluminaron con el mismo color.

Ellos eran amados por sus fans y no había mejor regalo para ellos como artistas y hombres que aman la música, ver el rostro de emoción de sus fans. Mientras se despedían, se puso aún más sensible, fue entonces cuando vio a Taehyung esperar detrás del escenario con Jiho en sus brazos.

—Fue increíble, como siempre —expresó Taehyung con sus ojos cristalizados.

—¡Papá eres el más cool! —declaró Jiho emocionado—. Estaban gritando mucho, así:¡Ahhh!

La risa de él y sus compañeros de banda llenó el pasillo mientras caminaban todos juntos hacia los camerinos.

—¿Te gustó pequeño? —preguntó Jimin tomando su mano, mientras Cyrus lo tomaba del otro extremo y lo ayudaban a saltar en el aire.

—Claro —dijo con emoción—. Fue genial, tíos —expresó alzando su mirada.

Después de que Jungkook cumplió con su agenda como artista y tuvo un merecido tiempo junto a su familia, decidieron tomarse un pequeño respiro antes de volver a Londres.

La isla Jeju era un lugar especial para ellos y estaba en la lista de pendientes para visitar con Jiho. Así que empacaron y se embarcaron hacia la isla, emocionados de mostrarle a su hijo la belleza natural de la playa que ellos amaban tanto.

El clima era perfecto: el sol brillaba, el viento acariciaba suavemente sus rostros y el sonido de las olas junto a las gaviotas, llenaba el aire con una melodía relajante. Armaron un picnic frente al mar, donde disfrutaron de comida casera mientras Jiho no podía contener su emoción, corría descalzo por la arena, reía y jugaba a su alrededor, recogiendo conchas y salpicando en la orilla.

Después del picnic, se dedicaron a jugar vóley y críquet en la arena. Jiho corría incansable de un lado a otro, con su risa llenando el aire mientras Jungkook y Taehyung lo seguían. Jungkook, siempre dejaba que Jiho ganara mientras fingía estar exhausto, lo que hacía que el niño riera aún más. Taehyung, en cambio, se sentía más tranquilo al ver lo felices que estaban ambos.

Desde su lugar en la manta sobre la arena, les tomó fotos mientras seguían jugando criquet. Orgulloso subió algunas fotografías a sus redes sociales, mismas a las que le puso como título: "Happiness".

El principal propósito de ir a aquella playa privada era visitar: "El muro de las artes" donde han escrito fechas importantes de su vida.

Se acercaron con Jiho y Jungkook lo tomó de la mano mientras Taehyung lo cargaba. Juntos, guiaron la pequeña mano de su hijo para que escribiera la fecha en que lo adoptaron, una fecha que marcaba un antes y un después en sus vidas.

El niño no entendía completamente la importancia de ese acto, pero sonrió emocionado al ver cómo sus padres escribían con él.

—¿Qué estamos haciendo, papás? —preguntó con curiosidad.

—Estamos dejando nuestra huella aquí, cariño —respondió Taehyung sonriente—. Como hicimos antes con otras fechas importantes. Esto es para que siempre recordemos lo especial que fue el día que llegaste a nuestras vidas.

Jiho solo sonrió y se dejó guiar por las manos de su padre Jungkook que expresaba en voz alta cada número que colocaban debajo de las demás fechas que seguían intactas.

JK
TH JH
22/7/22
06/10/22 :)
12/5/25 <3
22/6/26 — Married <3
11/11/26 — ^.^

Cuando finalmente regresaron a Londres, la vida volvió a su ritmo habitual.

Una mañana, Taehyung llevaba a Jiho a la escuela como de costumbre. Mientras caminaban hacia el colegio donde estudiaba, Jiho saltaba a su lado, emocionado por estar con sus compañeros.

Él siempre lo llevaba al colegio y Jungkook lo recogía a la salida, a pesar de que tenía el autobús escolar a su disposición, prefirieron acompañar a Jiho hasta que estuviera más grande y pudiera cuidarse mejor solo.

Que Jungkook lo recogiera, casi siempre de alguna manera u otra terminaba llamando la atención, su rostro era conocido en Londres y por más que se cubriera con una mascarilla y gorra, siempre alguien de la calle terminaba reconociéndolo, pidiéndole alguna foto que él terminaba rechazando o aceptando, dependiendo de si estaba o no con su hijo.

Después de que él había compartido aquella foto con Jiho, era evidente que la atención no sería poca, que no podría evitar la mirada de algunos padres e hijos mientras lo recogía en la entrada de su colegio. Pero al mismo tiempo, ahora que ya todos estaban convencidos de que Jiho era hijo de una celebridad como también la mayoría de los niños que allí estudiaban, la curiosidad no era tanta, ya estaba claro de quien era hijo el niño con facciones asiáticas que habla perfectamente el inglés y un coreano... que se entiende.

Estudiaba en Eaton House School, una escuela elitista. Taehyung y Jungkook buscaron la mejor escuela para Jiho, querían que él tuviera la mejor educación y no les pesaba pagar para ello.

Sin darse cuenta su pequeño estaba creciendo rápido. Esa misma semana, Jiho tendría una ceremonia especial debido a su logro académico de aprender a leer, un logro que para ellos parecía llegar demasiado pronto.

El día de la asamblea llegó, Jiho con su uniforme impecable y una sonrisa nerviosa, buscaba a sus padres entre los demás mientras su profesora llamaba su nombre.

Finalmente, su mirada se encontró con la de Taehyung, quien le hacía señas para que mirara a la cámara que sostenía Jungkook. El niño, aliviado de verlos, sonrió ampliamente mientras recibía su certificado. Jungkook capturó el momento con una fotografía.

Esa noche, celebraron el logro de Jiho con todos sus primos en la casa de los abuelos de Taehyung. La casa estaba llena de risas, con sus abuelos y tíos llamando desde Corea para felicitar a Jiho, quien estaba encantado por toda la atención que estaba recibiendo, mostraba su certificado a todos, mientras su familia lo llenaba de abrazos y palabras cariñosas.

Verlo tan feliz y rodeado de amor les recordaba lo afortunados que eran de haber formado esta familia juntos. Mientras la noche avanzaba, se dieron cuenta de que, aunque el tiempo pasaba rápido y Jiho crecía ante sus ojos, para ellos siempre será el tesoro que iluminó sus días, el infinito que se agregó a los mil millones de amor que ya era parte de ellos.

Era fin de semana cuando Jungkook se encontraba en su estudio en casa mientras Jiho miraba caricaturas en su habitación. De vez en cuando miraba la cámara de seguridad para asegurarse de que todo estuviera bien.

Desde que volvieron a Londres, su agencia, CTC Music negoció con el sello discográfico de Griff para participar en la producción de su nuevo álbum, una estrella en crecimiento, una chica que Jungkook consideraba con mucho talento para convertirse en alguien grande.

Accedió a trabajar como productor y compositor, así fue como empezaron las sesiones de grabación y producción del álbum de Griff. En un principio pasaban largas horas en el estudio, intercambiando ideas, ajustando melodías y experimentando con sonidos para crear un álbum que combine el estilo pop-alternativo de Griff, con la influencia del rock y sensibilidad musical de Jungkook.

Dado que es perfeccionista y detallista, como productor estaba involucrado en cada aspecto de la grabación. Trabajaba de cerca con la artista para asegurarse de que las canciones no solo suenen bien, sino que también tengan un mensaje emocional y personal, reflejando tanto la voz del artista como su propia huella creativa.

Aquella tarde acababa de hacer un arreglo con su guitarra que había estado buscando desde hace semanas y en cuanto obtuvo lo que quería le envió el demo guía a Griff e inmediatamente siguió trabajando en una canción propia que empezó a escribir desde que fue a la Isla Jeju con su pequeña familia.

Él y Jiho estaban solos en casa, ya que era fin de semana y Taehyung se encontraba en Tazzys cubriendo las vacaciones del gerente, aunque alguien más se quedó a cargo, este prefería ir al bar para no olvidar lo que se siente servirle a la gente.

Jiho entró a su estudio arrastrando sus pies con el ceño fruncido y haciendo puchero con sus labios.

—Papá estoy aburrido —se quejó mientras se dejaba caer sobre el sofá blanco cerca de la puerta—. Ya no quiero ver más televisión.

Jungkook se dio la vuelta por completo en su silla giratoria para ver a su hijo apoyar su frente el sofá, notablemente haciendo un berrinche por haber agotado su fuente de entretenimiento. Según la hora que tenía en el monitor de su computadora, Jiho estuvo casi una hora viendo caricaturas, es lo más lejos que ha llegado viendo televisión, casi siempre a los 30 minutos ya estaba cansado y buscaba otra cosa que hacer.

—¿Te muestro la canción que estoy escribiendo? —le preguntó Jungkook aun la guitarra sobre su regazo.

—¡Si! —chilló saltando emocionado.

—Bien, no tiene título todavía, pero suena así:

¿Qué te hice tan bien?
Eres más de lo que soñé
¿Qué hice tan bien?
Eres más de lo que mi corazón puede albergar.
Y aun así te amo más y más y más y más.
Enséñame, cada paso que des
Ahí quiero estar.

Jungkook terminó de cantarle a su hijo que lo miraba desde el sofá con atención, terminó de tocar los acordes con su guitarra con su mirada fija en la reacción de Jiho, quien solo sonreía.

—¿Y qué tal? —le preguntó con expectación.

—Me gusta —dice pensativo sentado en el sillón con sus pies colgando y una mano en su rostro, usando la pose del pensador.

—¡Show Me! —gritó emocionado saltando del sofá.

—¿Ah? —cuestionó Jungkook mirándolo sin entender a qué se refería.

—¡El título de la canción appa! —dijo alzando sus brazos.

—Ahhh —expresó mirando a su hijo para luego mirar la letra escrita por él y una vez más a Jiho—. Show Me, si, le queda bien. Es perfecto.

—Sí —vociferó con victoria—. Te dije. Soy cool como papá —dijo con orgullo mientras se acercaba a él.

—Show Me será. Tus créditos de la canción se irán a tus ahorros para la universidad —señaló Jungkook mientras alzaba a su hijo y lo sentaba en su regazo.

—Quiero tocar la guitarra, papá —le pidió Jiho mirando como él pretendía dejar la guitarra a un lado para poder sostenerlo.

A Jiho siempre le ha gustado que le tocara cualquiera de los instrumentos que tenía en casa y que le cantara sus canciones infantiles favoritas.

—Toquemos tu canción —sugirió Jungkook.

—¿Mi canción?

—Sí, Show Me.

—¿Es mía? —cuestionó Jiho mirándolo con ojos grandes, mientras se apuntaba a su mismo con su dedo índice.

—Sí, es tuya.

—Tengo una canción mía —expresó emocionado—. Se lo contaré a papá Tae.

—Toquemos la canción una vez y vayamos a buscarlo al bar para ir a almorzar juntos, ¿te parece?

No tocaron la canción solo una vez, ya que en ese mismo momento a Jungkook se le ocurrieron nuevos arreglos a la melodía, así que terminó tocando y cantando la canción para su hijo tres veces seguidas, lo que por supuesto no hizo que Jiho se quejara al respecto.

Luego de cambiarse y salir de casa, se subieron al auto y de camino al centro de la ciudad, donde se encontraba Tazzys, escucharon música y cantaron juntos, algunas de Blue Notes.

—No, esa no —expresó Jungkook cuando una canción subida de tono se reprodujo en los altavoces del auto.

—¿Por qué no? —cuestionó Jiho frunciendo sus cejas en el asiento trasero.

—Esa canción es de adultos, tú no puedes escuchar eso todavía. Cuando seas más grande, ¿sí?

—Está bieeen —masculló notablemente inconforme. 

Jungkook estacionó el coche una esquina antes de llegar al bar, ya que la calle estaba llena, así que tuvieron que cruzar para poder entrar al bar que aún decía cerrado. Jungkook notó el letrero en la puerta y sonrió para sí mismo.

"Si eres músico, entra y pregunta qué día puedes tocar £150 por actuación"

Leerlo le trajo recuerdos de aquella tarde que entró a Tazzys en Gangnam y lo primero que vio fue un letrero muy parecido.

Empujó la puerta para que Jiho pudiera entrar.

—Aún no abrimos...

Taehyung se quedó a media frase al ver que quienes entraban al bar eran su hijo y su esposo. Sonrió al ver el rostro extrañamente contento de Jungkook y luego Jiho llamó su atención.

—¡Papi! —chilló corriendo hacia él detrás de la barra—. ¡Tengo una canción!

—¿Ah sí?, ¿cómo es eso? —preguntó Taehyung dejando sobre el mesón las botellas que estaban a punto de echar a la basura.

—Papá Jungkook me hizo una canción y la tocamos juntos en su guitarra cool —anunció emocionado.

—Wow, eso es genial —expresó Taehyung cargándolo para dejarlo sobre la barra, mirando a Jungkook son sonrisa quien se detuvo detrás de Jiho del otro lado de la barra.

—Adivina cómo se llama. Yo le puse el título. —levantó el mentón con orgullo.

—Mmm, ¿el niño de mis ojos? —cuestionó pensativo, su hijo negó—. Ya sé, ¿My forever?

Jiho volvió a negar.

—Me rindo, ¿cómo se llama?

—Se llama Show Me.

—Show Me, ¿por qué Show Me? —pregonó Taehyung con curiosidad y Jungkook también escuchó atento la respuesta de su hijo.

—Porque dice: "Enséñame cada paso ".

—Eres un niño muy cool —declaró Taehyung apretando las mejillas del niño que empezó a reír.

—Lo sé —dijo alzando sus cejas—. Los niños de mi curso me lo dicen mucho.

—Claro que lo hacen —dijo Jungkook alzándolo en sus brazos mientras él y Taehyung reían por su respuesta. —Te amo, ¿sabías? —cuestionó después de haberlo llenado de besos mientras Jiho intentaba escapar de él.

—¿Mil millones de infinitos como a papá Tae? —preguntó Jiho sonriente.

—Claro que te amamos mil millones de infinitos —respondió Taehyung saliendo de detrás de la barra, para quedar frente a ellos.

—Entonces... —dijo alzando su brazo para abrazar a Taehyung por el cuello, al mismo tiempo que lo hacía con Jungkook, quedando él en medio de sus padres—. Yo los amo mas infinitos —dijo apegándolos más a su cuerpo hasta lograr que ellos lo abrazaran.

En cuanto se separan, Jiho posa su atención en el tocadiscos del bar que seguía en el mismo lugar donde el padre de Taehyung siempre lo ha tenido. Es de las cosas del bar que no cambió de lugar con tal de mantener viva su esencia en Tazzys.

La luz solar se filtraba por los ventanales, iluminando parte del cabello negro del niño que se acercó al tocadiscos mirándolo con curiosidad, Taehyung se detuvo a su lado esperando que este le preguntara algo sobre el aparato antiguo frente a sus ojos.

—¿Puede elegir una canción? —cuestionó Jiho pasando sus dedos por la madera del tocadiscos.

—Sí, te enseñaré cómo funciona.

Jiho eligió "Dream A Little Dream Of Me" de Ella Fitzgerald, la misma canción que él cantaba con su padre en ese mismo bar.

Taehyung sonrió con algo de nostalgia al recordarse a sí mismo junto a su padre escuchando aquella canción con la misma emoción que ahora su hijo disfrutaba.

"Birds singing in the sycamore tree. Dream a little dream of me", resonó por todo el bar, bañado por la luz solar que dentro de poco desaparecería y los dejaría bajo la luz de la luna.

—¿Pones esta música cuando vienen las personas? —preguntó Jiho moviendo sus brazos sujetado de las manos de Jungkook que bailaba con él en el centro del bar. Moviéndose de un lado a otro al ritmo lento de la música.

—Sí, hijo —respondió Taehyung sonriéndole de pie junto al tocadiscos y viéndolos bailar. 

—¿Por qué? —cuestionó el niño.

—Porque la música es lo que mantiene a las personas motivadas, es el escape que muchos necesitan —le contestó Jungkook mientras aún bailaban lentamente—. La música conecta a las personas.

—¿Conecta a las personas?

—Sí, hace que se sientan felices, como lo estás tú ahora —declaró Jungkook.

—¡La música me hace muy feliz! —chilló con una gran sonrisa en su rostro.

Después de haber bailado juntos dos canciones más, Jiho correteó entre las mesas riendo mientras esquivaba sillas y casi se tropezaba con los taburetes, hasta que finalmente se sentó frente al viejo tocadiscos, fascinado por cómo el vinilo giraba y la música emergía de sus bocinas, moviendo sus pies al ritmo de la música y tamborileando sus pequeños dedos sobre sus piernas, de vez en cuando cambiaba las canciones o repetía la que más le gustaba para tararearla como si quisiera memorizarla.

—Le gusta la música —declaró Taehyung mientras terminaba de acomodar algunos vasos.

—Sí, creo que lo he influenciado mucho —susurró Jungkook con una ligera preocupación, pero sin dejar de estar orgulloso de ello.

El amor y la música siempre ha sido el lenguaje en su familia, la forma en que conectaban con esta y allí estaban, viviendo ese mismo ritmo juntos.

Only Over You de Fletwood Mac sonaba cuando Jungkook recostó su cabeza de los hombros de Taehyung mientras miraba lo entretenido que estaba su hijo escuchando música y moviendo sus labios tratando de cantar una canción que no se sabía.

"My heart's your future, your future is me"

El sonido de la campana del bar llamó la atención de Jungkook y Taehyung mientras la voz de Stevie Nicks llenaba el bar de un aura casi antigua, como si estuvieran en otra época.

Ambos miraron hacia la entrada, donde una figura alta, con el cabello anaranjado y brillante, entraba al bar, dejando ver apenas su silueta mientras la luz del sol ocultaba sus rasgos.

—Aún no abrimos —dijeron Jungkook y Taehyung al unísono tratando de ver de quien se trataba exactamente.

—Vine por el anuncio, soy cantante —señaló la chica que se acercó a ellos.

Fue en ese momento que ambos notaron el estuche de guitarra que colgaba de los hombros de la chica, su cabello iluminado por la luz del exterior y las pecas que salpicaban su rostro.

Una chispa de reconocimiento cruzó entre Jungkook y Taehyung y sin necesidad de palabras, ambos supieron lo que estaban pensando: un déjà vu, el inicio de su historia.

Taehyung le sonrió a la chica extendiéndole el formulario, quien dejó la guitarra sobre uno de los taburetes a su lado.

—¿Guitarrista? — preguntó Jungkook, esbozando una pequeña sonrisa al recordar su propia historia y mirando a su esposo de reojo.

—Si —susurró la chica con seguridad.

Ambos asintieron, intercambiando miradas de nostalgia y orgullo mientras recordaban cómo la música había sido el puente entre sus almas.

La música, la eterna compañera de sus vidas, los había unido y ahora unía a su familia, llevándolos a ese momento en el que su hijo escuchaba música clásica en el tocadiscos viejo de Tazzys y le daban la oportunidad a alguien más de encontrar su camino de la misma manera que ellos lo hicieron.

La música siempre había sido más que simples notas para ellos. A lo largo de los años, se habían dicho palabras que resonaban como una promesa eterna:

"Muéstrame la melodía de tu corazón cuando ama. Yo escucharé cada canción, ritmo y armonía de tu amor. Me convertiré en un experto de la música para leer las partituras del lenguaje del amor."

Todo lo que habían vivido, cada alto y bajo, cada acorde perfecto y cada silencio, los había traído hasta este momento: un lugar donde el amor no solo era una emoción, sino una melodía que se tejía con la vida misma.

Cada canción, cada acorde, había sido una parte vital de su historia. Incluso cuando la vida parecía desmoronarse, habían aprendido a amarse en las notas imperfectas y en los silencios entre ellas.

Se miraron, comprendiendo que su historia, lejos de estar completa, estaba en una etapa de comienzo de una nueva melodía, más rica y profunda. La música los ha unido, los había mantenido juntos y ahora los guiaba hacia el futuro con su hijo, quien también comenzaba a descubrir el poder de una canción.

Jungkook sostuvo la mirada de Taehyung y una sonrisa se formó en sus labios, una sonrisa que contenía todo lo que había sido, lo que eran y lo que serían.

Mientras la última nota de la canción sonaba en el tocadiscos, Taehyung y Jungkook sabían que no importaba cuántos capítulos más escribieran en su vida, porque siempre estarían allí, dispuestos a mostrarle al otro la melodía de su corazón, para seguir componiendo juntos la sinfonía de su amor.

"Muéstrame tu amor", ha sido su promesa.

La melodía no había terminado. De hecho, estaba a punto de alcanzar su clímax y juntos, como siempre, se enfrentarían a cada nueva nota con la certeza de que lo mejor aún estaba por venir.

Porque la verdadera grandeza no estaba solo en las canciones que escuchaban, sino en la música que creaban juntos. Y esa música, la suya, resonaría para siempre, como un eco interminable, como una armonía eterna que nunca dejaría de sonar.

Y con cada acorde, lo seguirían haciendo por mil millones de infinitos más.

No puedo creer que llegamos al final de Show Me😭

Debo admitir que prolongamos mucho este capítulo porque no queremos que termine. Pero todo lo que empieza tiene que terminar.

Show Me ha sido la definición de "El final es el comienzo y el comienzo es el final", así como el símbolo del infinito ♾️.

Cuéntenme que les pareció. Esperaban que ¿Juwon y Tae se volvieran a encontrar?, ¿que les pareció este encuentro? Su hijo fuera un Gem, de hecho Juwon lo llevó a conciertos de Blue Notes.

Por otro lado tenemos a Jiho siendo un niño muy amado por sus padres, bastante energético y social. muchos acertaron con que Jk sería el consentidor y Tae el estricto.

No duden en contarme que les pareció el capítulo final, ¿cumplió con sus expectativas?

Nos seguimos leyendo en el epílogo y un capítulo extra que será publicado mañana.

Deja un corazón o un infinito si amaste la historia tanto como nosotras >>>>>>>>> ❤️♾️

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