Ten
¿Tenía tiempo para echarse para atrás?
¡Su estómago le molestaba por puros nervios!
Había aceptado una cita, y no tenía pensado que se pondría ni siquiera.
¿A dónde lo llevaría? Tal vez a un restaurante lujoso.
No, Jungwon no se ve de ese tipo.
Ya se había duchado y faltaba menos de una hora para que el chico pelirrojo de ojos gatunos lo pasara a buscar.
La última vez que tuvo una cita fue a los veinte años en la universidad y no salió para nada bien. Si bien no comparaba a Jungwon con ese cretino que intentó poner algo en su trago, solo estaba algo inseguro.
El menor siempre se le ha insinuado y ha demostrado que está interesado en él. ¿Pero que sucedía que era como esas películas que el chico popular logra enamorar a el don nadie por una apuesta y al final se reía en su cara? Tal vez debería dejar de leer fanfics dramáticos pero buenos escritos por niñas de trece años.
Entró a su closet y revisó un poco sus prendas buscando qué podría verse no tan producido porque si, no quería que Jungwon a.k.a notara que se estaba arreglando para él.
Lo diría, pero solo se lo guardaría para él. Y nosotros que también sabemos claro.
Finalmente tomó unos jeans holgados y una polera negra junto con una camisa blanca medio abrochar con las mangas arremangadas. Como no hacía mucho calor optó por unos botines negros y una chaqueta larga por si llovía.
Tomó un poco del maquillaje de emergencia que le había regalado Yunjin en su último cumpleaños y se arregló luciendo lo más natural posible, marcando más sus facciones masculinas.
Tomó su chaqueta viéndose en el espejo quedando satisfecho con el resultado, para ser algo que planeó a último momento no se veía mal. Se echó un poco de perfume para no oler mal y se sentó en el sofá de su sala esperando que llegara la hora mientras revisaba su teléfono.
Jungwon le envío un mensaje avisándole que ya estaba abajo así que tomó sus llaves y su billetera revisando que no se quedara nada cerrando la puerta a sus espaldas.
En primer lugar no se acuerda como fue como había aceptado esa cita. Estaba consciente que le hizo mucho de rogar al menor, pero le sorprendía que nunca se echaba para atrás. Seguramente lo pilló desprevenido, sin embargo no caerá en sus encantos tan fácil.
–Jay, aquí.
Cambio de planes, al parecer no se la estaba dejando fácil.
Yang lo estaba esperando con un ramo de amapolas lilas y negras. Nunca en su vida había visto amapolas negras pero le parecían lo más bonito que ha visto.
Se acercó sutilmente dedicándole un pequeño asentimiento con la cabeza como saludo. Haciendo lo mismo, Jungwon le entregó el ramo sin poder mirarlo a los ojos rascando su nuca con las mejillas algo rosadas.
Jay admite que le pareció tierno.
–¿Yang Jungwon poniéndose tímido? –preguntó con gracia en su voz.– Gracias.
Dijo Jay refiriéndose al ramo.
–Para qué veas lo que puedes hacer. –murmuró avergonzado. Esta vez carraspeó para cambiar de tema.– Te diría que vuelvas a dejarlas a tu hogar pero no tenemos tiempo, vamos.
Sin preguntar, Jungwon tomó su otra mano guiándolo a un vehículo que nunca le había visto. No sabía que el menor podía conducir. Tomando asiento en el copiloto dejó el ramo en sus piernas viendo curioso lo que traía el auto.
Jungwon subió y le miró por última vez haciéndole sentir extraño.
¿Tenía algo en la cara? Tal vez exageró con el maquillaje.
El menor se acercó peligrosamente hacia él quedando a una distancia mínima de centímetros quedándose estático en su lugar. Observó esos ojos gatunos que lo miraban con tanta profundidad revolviendo su estómago con mariposas inexistentes que no sabía qué podían existir. Tragó duro cerrando sus ojos esperando cualquier cosa que podía sin pensar que lo único que ocurriría sería escuchar el sonido de un click.
–Debes tener el cinturón abrochado, no queremos que ocurran accidentes. –dijo Jungwon.
Jay bajó la mirada avergonzado. ¿Enserio creyó que lo besaría? Dios, debió haberse visto como un tonto.
–¿A dónde me llevas? –preguntó Jay evitando la vergüenza de hace un rato.
–Es una sorpresa, si te digo tal vez se arruinará.
Agradeció que no haya mencionado nada de la verguenza que acaba de pasar y se dedicó a ver por donde iban. El resto del viaje siguió en un silencio cómodo para ambos y de vez en cuando hablaban de cosas espontáneas.
–Llegamos.
Jungwon se estacionó en el estacionamiento de un restaurante italiano. A Jay le sorprendió y lo miró incrédulo reincorporandose en el asiento. Quitó su cinturón y se iba a bajar pero el menor lo detuvo diciéndole que esperara un segundo. Cinco segundos después tenía al pelirrojo abriendole la puerta del copiloto estirándole la mano para que pudiera salir. Con las mejillas color carmesí, algo tímido aceptó la mano de Yang.
–¿Restaurante italiano? –preguntó curioso el mayor.
–Un pajarito me contó que tu comida favorita era la italiana, así que, que mejor un restaurant donde te sientas a gusto. –mencionó el chico de hoyuelos sonriendole algo avergonzado.
Jay se sintió realmente conmovido con sus palabras. Se había dado el tiempo de investigar cúales eran sus gustos para no probar algo que no le gustara.
La verdad para ser pastelero, haber estudiado gastronomía era bastante mañoso con las comidas, el más asquiento entre Jake y él. El ramyeon que su hermano se devoraba solo a él con solo verlo u olerlo le daba unas naúseas terribles por estar cerca del producto. Siempre había sido un berrinche que no ha podido superar.
Irónico, le encanta la pasta pero odiaba el ramyeon.
Dándole una pequeña sonrisa entró junto a Jungwon al gran restaurant frente a ellos. El aura del lugar era elegante y sotisficado. Las paredes con un diseño de piedras incrustradas en una cerámica junto a la madera le daba la sensación de un lugar rústico.
–Buenas tardes, ¿tienen una reservación? –preguntó el anfitrión.
–Buenas tardes, tengo una reservación a nombre de Yang Jungwon. –El anfitrión revisó la pantalla si estaba o no.
–Si, acompáñenme por favor.
Fueron guiados hacia la terraza del lugar, donde constaba unas luces bastantes nítidas pero perfectas para esa tarde ya oscureciendo.
Tomaron asiento en una mesa cerca de una estufa colocada por los cambios de temperatura que habían últimamente más que Jungwon no quería que le pasara algo al mayor.
–¿Estás cómodo? –preguntó Yang sacándolo de sus pensamiento.
–Si, es un lugar muy bonito.
Jungwon no decía nada, pero sabía que algo le acomplejaba al otro estando ahí. Desde que entraron al restaurante los ojos del mayor miraban todo con curiosidad como un gatito descubriendo algo nuevo quería decir algo pero tenía la certeza de que no sabía como explicarlo.
Al rato llegó el camarero a pedir su orden y pedir algo para beber mientras esperaban. Al volver Yang le pidió que le pasara la botella de vino diciendo que él la abriría sin ningún problema.
–¿No será veneno? –preguntó Shim bromeando un poco.
Jungwon quitó el corcho con facilidad. –No. Abierta frente a tus ojos.
Dejó que le sirviera un poco siendo Jungwon quien también se sirvió a sí mismo levantando la copa a sus manos.
–Quiero que brindemos. –revolvió un poco la copa.– por nosotros, por el futuro que nos depara.
Chocó las copas junto a el pelirrojo. –por el futuro que nos depara. –se sirvió un sorbo y vió que Jungwon hizo lo mismo.– ¿No estás manejando?
–Pediré un Uber luego, no me atrevería a ponerte en peligro.
Una vez más el mayor se siente conmovido. ¿De verdad Jungwon había pensado en todo? Lo estaba dejando sin palabras, como si no fuera real. Estaba siendo una tarde muy bonita.
Tiempo después vinieron con los platos que habían pedido. Dando las gracias al camarero deleitaron ese exquisito aroma que llegaba a sus narices, probando a gusto la comida del lugar.
–¿Cómo averiguaste este lugar? –Preguntó Jay limpiándose la boca.
–El novio de mi prima trabaja aquí, así que nos invita a venir de vez en cuando. –Respondió Jungwon con simpleza.
–¿Es chef o camarero?
–Es el dueño del restaurant.
Abrió los ojos como platos sorprendido. No sabía que indirectamente Yang estaba involucrado indirectamente en el mundo de la cocina.
El momento del postre llegó y un tiramisu con dos cucharas fue colocado en frente de su mesa.
–Pedí uno porque conozco los contundentes que son, así que no creo que podríamos comernos uno cada uno. –explicó Jungwon.
–Veamos qué tal está, y si supera mis manos con la repostería. –dijo Jay tomando la cuchara.
–Este es muy bueno, pero está más que claro que nadie supera tus manos mágicas.
Sonrió tímido por el cumplido pero no respondió nada al respecto. Llevó la cuchara a su boca dejando que sus pupilas gustativas probaran el postre. Yang esperaba atento su respuesta y respiró cuando Jay levantó el pulgar en modo de aprobación.
–Es bueno si, pero yo puedo hacerlo mejor. –dijo con confianza Shim.
–¿Entonces algún día me harás un tiramisu solo para mí? –preguntó curioso y a la vez coqueto Yang.
–Puede, no prometo nada Yang. –El pelirrojo sonrió enternecido y comió felizmente.
Al terminar el postre y pedir la cuenta Jay regañó a Jungwon por no dejarle pagar su mitad de lo debido siendo que este le había dicho que no se preocupara por esta vez que él invitaba.
Salieron a caminar un rato ya apreciando la bonita noche y tranquila que les brindaba ese día, sintiéndose cómodos con la presencia del otro. Por primera vez que se conocían tenían una conversación agradable que no se basaba en el menor coqueteándole y el mayor regañándole.
Su visita terminó en un parque lleno de áreas verdes. Pararon en una banca frente a la laguna que cubría el medio del parque con la luz del farol y el sonido de los grillos ambientando al lugar. No había mucha gente debido a la hora pero no les molestaba, lo contrario.
Jungwon observó el rostro del mayor que tenía la mirada fija en la laguna. Desde que llegaron al restaurante lo había notado medio extraño pero no quiso preguntarle para que no se sintiera incómodo en el lugar, se notaba inseguridad en esos ojos parecidos al lagarto de frozen 2 como decía Jake que para Jungwon eran los ojos más bonitos del mundo. No quería ver que aquellos ojitos reflejarán tristeza.
–Hyung. –Sabía que cuando Jungwon lo llamaba así era porque hablaba enserio así que volteó a verlo.– ¿No te gustó la salida?
Se sentía mal por hacerle pensar eso al menor. Yo y mis tontas inseguridades. Pensó Jay
–No Jungwon, si me gustó el restaurante. La comida estuvo deliciosa. –suspiró ocultando sus manos en las mangas.– Solo son... cosas mías, ya sabes.
Jungwon al ver el gesto del mayor tomó sus manos de manera suave buscando transmitirle seguridad.
–¿A qué te refieres con eso? –Preguntó el pelirrojo intentando no sonar duro.
–¿Por qué te gusto?
Si dijeran que respondió al instante estarían muy equivocados. Esa pregunta puede parecer sencilla pero Jungwon tuvo miedo de responder si no era lo que el mayor esperaba.
–¿Por qué me gustas? –Jay asintió a la pregunta.– Bien... puede ser porque no eres abierto con todos. Me refiero a que solo te abres con la gente que quieres, y eso me hace entender a qué te agrado, tienes carácter, tu forma de ver al mundo, lo tierno que eres sin darte cuenta.
–No soy tierno.
–Estás frunciendo el ceño mientras hace puchero, eso para mi es adorable. –una vez más las mejillas de Jay se teñían de color carmesí haciendo sonreír al menor.– eres transparente, sincero pero lo mejor de todo.
Posó una de sus manos en las mejillas del mayor haciéndolo estremecer.
–Cuidas y quieres a tus seres, tienes una personalidad preciosa. –acarició su mejilla.– Sin embargo ahora que a ti te cuidan y quieran. Por favor dame la oportunidad de demostrarte que hablo enserio.
Las bonitas palabras del menor hicieron calentar su corazón. Acarició la mano que aún se mantenía en su mejilla y cerró los ojos disfrutando las caricias que le brindaba el menor.
Si, justo como un gatito.
–¿Sabes porqué te regalé amapolas moradas y negras? –Jay negó.– la amapola se trata de una flor de color intenso que simboliza el consuelo de sentirse bien el uno con el otro. La amapola morada contrae la imaginación, la tranquilidad y el lujo. Un símbolo útil cuando quieres conectar con tu musa artística y crear algo verdaderamente hermoso. Como tú cuando creas nuevas recetas o te piden personalizar pedidos, tu cara de felicidad es algo que cualquiera resguardar.
Jay sonrió enternecido, enserio se fijaba en detalles como esos.
–La amapola negra significa elegancia, el sueño profundo y los sueños más ocultos. Todo tú das un aura sumamente elegante y sé que te cuesta expresar el como te sientes pero sé que en el fondo tienes mucho por decir.
No respondió. Su impulso fue rodear sus anchos hombros forjando un abrazo, hundiendo su nariz en el espacio de su cuello.
Jungwon abrió los ojos sorprendido rápidamente poniendo sus manos alrededor de su cintura para que no se cayera.
–¿Quieres saber mi respuesta?
Antes de que Yang lograra responder sus labios fueron callados por los contrarios, sellando el momento con un delicado beso.
Eso le dió a entender, que ahora podría ser feliz junto a su amor.
Cuídense mucho, tomen agüita y coman sus comidas.
Lxs adoro. 🤍
Nos leemos pronto~
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