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Nine

¿Debería tener en cuenta que su resistencia al alcohol es nula?

Conciencia, se más dura la próxima vez por favor. Le harías un favor.

Al día siguiente de su borrachera despertó en el hogar de su amigo durmiendo en el sofá con el dolor de cabeza comparado como si le hubieran pisado la cabeza.

Agradecía que era sábado y no tuvo que trabajar pasándola en su cama viendo alguna serie en Netflix.

Ya siendo lunes debía volver al bufet. Ese día se había levantado de malas así que se tomó un café realmente cargado en para retomar energías que su cuerpo no le generaba.

Sunghoon tenía un juicio en la mañana, así que estaba prácticamente solo en la oficina. Deseaba a todos los santos que esa serenidad y paz se mantuviera tal cuál como estaba.

–Lee Heeseung~

Tarde. Debió no haber invocado a la chusma.

Choi Jongho entró dando un portazo a su oficina como si se tratara de Pedro por su casa inspeccionando en lugar con esa sonrisa tan irritante que tenía.

Se sentó apoyando sus pies en el escritorio a lo que Heeseung sacó rápidamente, el pelirrojo lo miró ofendido.

–¿Así es como tratas a tus invitados? –posó una mano en su pecho.

–Si te das cuenta entraste sin ni siquiera tocar. –dijo Heeseung manteniendo su vista en el computador.

–Ugh, tú siempre tan serio Lee. –hizo una mueca acomodando sus cabellos.– Hace una bonita mañana, ¿no?

–¿Qué necesitas Choi? –habló indiferente ignorando la pregunta del otro.

Jongho lo miró ofendido pero la ocultó rápidamente.

–¿Necesito algo para visitar al mejor abogado de este buffet?

Si, desaparecer. Pensó Heeseung.

–No te haré el trabajo otra vez, Choi. -dictó Heeseung.

–Por favor Lee, esta vez si es importante. Yunhie bubu me invitó a una cita~ –Dijo en un tono meloso.

Sintió un escalofrío pasar por su espina dorsal.

¿Enserio acababa de actuar tierno frente a él? Dios, dale paciencia porque de a poco se le va acabando.

Todos decimos, fuerzas Heeseung.

–Dile a tu novio que lo pospones para otro día. No gastaré mi preciado tiempo trabajando en algo donde no me pagarán. Y no me mires con esa cara de "Te acusaré con papi" porque eso ya no funciona conmigo, Jongho. –Enserio buscó las palabras más sutiles porque el momento lo estaba matando.

El pelirrojo lo miró una vez de pies a cabeza una última vez apretando sus puños en señal de frustación. A los ojos de Heeseung parecía un niño haciendo un berrinche porque no le habían comprado el juguete.

Enserio sintió compasión por el novio del chico, debía que tener la paciencia del porte de un buque para estar con alguien como Choi Jongho. Sin duda ni se acercaba a lo que era su tipo?

¿Y cúal era el tipo de Heeseung?

Bueno, cabello rizado pero lacio, labios pomposos en forma de corazón, ojos de cachorro que se puedan reflejar las estrellas, mejillas medianamente abultaditas, estatura menor a la de él, una apariencia inocente pero reflejando mascunilidad.

¿Es necesario dar el nombre? Creo que no.

–Se nota que te falta sexo.

-¿Qué?

No acaba de escuchar eso, estaba loco.

–Mírate, tienes la mirada perdida y esa vena del cuello está que revienta sola. Conozco buenos clubes donde se consiguen polvos fáciles. –dijo Jongho.

No estaba necesitado, claro que no.

No mentiría diciendo que no salía ni que nunca en su vida ha tenido relaciones sexuales o que era un santo, era un adulto ya. Solo que no lo veía como algo que se le hiciera falta.

–Mi vida sexual no es de tu incumbencia, Choi. –se levantó dirigiéndose a la puerta.– Ahora si me disculpas, tengo cosas que hacer. No me gano la vida charlando contigo si es que lo que piensas.

Las señales que daba Heeseung eran claras. Agradeció que el pelirrojo captara su indirecta y abandonara su oficina.

Finalmente solo en su escritorio suspiró rendido masajeando su sien con sus dedos.

Deseaba que ese día se acabara de una vez por todas. Faltaban unas horas para que terminara su horario así que debía mucho por hacer. Solo rogaba a cualquiera de los dioses existentes que por favor no le tocara algo pesado, ya estaba bastante fastidiado con el reciente asunto.

El teléfono sonó y tomó para contestarlo.

–Habla abogado Lee Heeseung, ¿en qué puedo ayudarle? –la voz en la otra línea la pudo reconocer y cerró los ojos intentando no llorar de frustración.– Señora Na, cuánto tiempo sin escucharla.

Si, su día iba de mal en peor.

Decir que no estaba nervioso era una total mentira. Nunca en su vida había cruzado la puerta de un psicólogo ya que era primera haciéndolo.

Mantenía sus manos en su regazo jugando con sus dedos para evitar la mirada de la persona delante suyo. Llevaban cinco minutos de que había entrado a la oficina y donde no había dicho ni una sola palabra.

Estaba solo.

Para su mala suerte, ninguno de sus cercanos podía estar con él ese día. Yunjin tenía una sesión de fotos, Wonyoung dijo que su bebé estuvo molestándola toda la noche con pataditas en su vientre así que no había podido descansar mucho, Jungwon invitó a Jay a una cita –que según él era una salida de amigos pero ajá, sabemos que no es así– y ya estaba realmente grande para que sus madres lo acompañaran.

El chico delante suyo le dedicaba una mirada serena y nada incómoda. Respondía unos mensajes que le habían llegado de sus otros pacientes y volvió con el chico frente a él.

–Bien. –le dio una sonrisa.– ¿Jake, cierto?

El nombrado asintió.

–Es un placer conocerte. Mi nombre es Choi Beomgyu y estoy aquí para ayudarte en lo que necesites. –entrelazó sus manos manteniéndolas a la altura de su pecho.– ¿Ves este lugar de aquí? –señaló el salón a lo que Jake asintió.– Nada de lo que hablemos aquí saldrá de estas paredes. Mi código de psicólogo me prohíbe estrictamente hablar de lo que suceda aquí con alguien más exceptuando que haya alerta de suicidio, en ese caso debo acudir a quien te dió la hora que en este caso sería tu hermano, Jay.

Jake asintió dirigiendo la vista a la oficina. Tenía un color crema en las paredes decorado con plantas, el título universitario de Beomgyu a un costado de su escritorio y el mismo de un color azul para darle más color al lugar supuso.

–Cuéntame sobre ti, ¿hay algo que te guste hacer?

–Me gusta la repostería, de hecho junto a mi hermano somos dueños de una. –habló esta vez Jake.– desde pequeños siempre nos ha interesado la cocina.

–¿Y por qué específicamente en el área de la repostería? –profundizó el tema Beomgyu.

–Con nuestras mamás teníamos la costumbre de fin de semana por medio cocinar galletas cuando éramos niños. Cada cuando le tocaba elegía el sabor de esa para ese día, yo siempre elegía chocolate con algo.

De a poco fue contándole sobre lo que se ha dedicado en este último tiempo. No quiso contar mucho detalle del abandono de su ex o del embarazo como tal. Beomgyu escuchaba atentamente lo que le decía el chico frente suyo, sin querer interrumpir en ningún momento.

Al finalizar la sesión, Beomgyu le dijo que la sesión de hoy fue más que nada para conocerse y explicar en qué consistirían sus siguientes sesiones. Ya en la próxima sesión empezarían a trabajar y ver como podían progresando paso a paso, al ritmo que mejor le conviniera a Jake.

Lo acompañó hasta la puerta y se despidió amable con una sonrisa.

Se sentía un poco más tranquilo que desde que entró hasta ahora. Supuso que el chico le dió la tranquilidad que necesitaba para entrar en confianza y así lo hizo.

Solo esperaba tener un buen trabajo, y no retroceder en el intento.

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