Eighteen
Lo había acompañado a sus terapias con Beomgyu, a las ecografías y de vez en cuando lo iba a ver. Hablaban todos los días pero hoy era un día especial, tendrían una cita y no podía evitar sentirse emocionado.
–¿Cuál crees que se me ve mejor? ¿La amarillo pastel o la roja? –Preguntó a Jake con dos camisas manga corta en sus manos a su hermano que lo veía desde la cama.
–Yo creo que deberías ponerte esto. –Dió varios hasta su armario buscando esa chaqueta de mezclilla que le había regalado hace un tiempo.– Te sienta mejor, además te la regalé yo.
Jay ayudó a que se colocara la chaqueta y dió una mirada de intriga al espejo. No se convencía del todo aunque agradecía que fuera tallas más grande que las que él usa para por cubrirse bien cualquier cosa.
–No lo sé Jay, ¿Y si me lleva a algo más formal? Toda esa gente elegante con trajes y yo súper casual con chaqueta de mezclilla y jeans. Me veré muy fuera de lugar. -Dijo algo Inseguro.
–Jake por favor mírate, aún con panza tienes a ese chico babeando por tí. No importa lo que te pongas, Heeseung le gustarás de igual manera. –Tomó por los hombros haciendo que se mirara frente a frente con el espejo.– Yo miro a un chico valiente que ha hecho de todo por salir adelante, quien a podido avanzar sin depender de nadie y no ha necesitado de nadie para crecer con Riki. Estoy muy orgulloso de tí, haz tenido un gran avance estos meses.
Sonrió enternecido por las palabras de su hermano. Jay tenía mucha razón. Comparándose meses atrás, se encontraba mucho más fuerte de lo que se podía imaginar.
Cuando Yuta se fue, toda su autoestima se fue junto a él. Todos los pensamientos negativos pasaron por su mente cuando leía esa carta una y otra vez. Ya fue hace unas semanas atrás cuando la volvió a leer por coincidencia de habérsela encontrado entre unos papeles acumulados que tenía en su escritorio pero no se hundió ni nada, solamente la guardó entre tantas cosas. Decidió si es que, alguna vez podría ser necesario, guardarla en una caja al fondo del closet junto algunas cosas que se le habían quedado al japonés como discos o uñetas de guitarra. La ropa arapienta que él odiaba decidió botarla, estaba en muy estado como para donarla a algún lugar, no era ropa digna para nadie.
Quien sabe, algún día hará algo con ellas.
Todo el espacio que le sobró en los cajones lo rellenó con ropas más anchas que tuvo que comprarse por como su estómago iba creciendo con el tiempo. Y la habitación más pequeña, la convirtió en la habitación de su bebé.
Con ayuda de sus amigos la pintó y construyó de color amarillo pastel. Compró un moisés que va pegado a su cama para los primeros meses y en la cuna de madera que le regalaron sus madres puso el patito que Heeseung le había regalado.
Sin darse cuenta, muchas cosas había hecho alrededor de estos meses.
Cosas que le ayudarán a traer un bebé sano a este mundo.
–¿Estás listo? –preguntó.
Repasó su vestuario sintiéndose confiado del resultado, sonriéndose a si mismo. Asintió decidido que esa sería la mejor tarde de su vida.
Esperando en su auto, con el estómago revuelto de los nervios, la música es lo que le daba tranquilidad en ese momento.
Peaches de Justin Bieber era que sonaba en la radio y su cabeza meneaba al ritmo de la canción. Vió su reflejo por el retrovisor por una vez más procurando que no se viera mal y que fuera a asustar al pastelero por su forma de vestir.
La ventana del auto fue tocada tres veces, viendo a Jake sonriéndole y saludándolo con su mano. Se bajó rápidamente verlo frente a frente, admirando al chico frente suyo.
–Hola, ¿te hice esperar mucho? –preguntó el menor. A lo que Heeseung negó.
–No, yo me adelanté... –Nuevamente el silencio reinaba entre ellos, con sus miradas puestas en el otro. Heeseung carraspeó.– Estás muy bonito, por cierto.
–Gracias. Tú también te ves muy bien. –Sonrió acariciando su brazo dándole una mirada dulce.– ¿Estoy bien para el lugar que iremos? No quiero pasar vergüenza.
–Si lo que te preocupa es que si tal vez iremos a un restaurante elegante, quédate tranquilo. El día está muy bonito como para desperdiciarlo en lo lugar cerrado.
Tenía razón, el cielo estaba despejado y había un sol que no era absurdamente fuerte como los anteriores días en verano.
Heeseung se encargó de abrirle la puerta como un caballero, siendo una acción exagerada que encontró Jake -aunque todos sabemos que por dentro estaba saltando como tal colegiala ajá- pero solamente le siguió el juego.
–¿Me dirás a dónde iremos?
–La curiosidad mató al gato.
–Y los gatos tienen siete vidas.
Heeseung sonrió mientras conducía, ignorando la insistencia de Jake. Luego de unos cinco minutos se le fue la curiosidad.
El resto del camino fue tranquilo, con la música de la radio ambientando el viaje mientras Jake se preguntaba porqué se alejaban de la ciudad.
El paisaje era bonito, lleno de áreas verdes que no era nada igual como lo era Seúl. De vez en cuando pensaba mudarse a una ciudad más tranquila o quien sabe, otro país pero no le gustaba estar lejos de su familia y amigos, solo era un quehacer en su mente antes de morir.
–¿Por qué tan pensativo? –preguntó Heeseung.
–¿Esto se puede considerar un secuestro?
–¿Fuiste obligado a venir? –El menor negó.– Entonces no.
–¿Me puedes dar una pista al menos? –Preguntó impaciente.
–Es un lugar que me gusta visitar solo.
Jake no quiso seguir insistiendo y se centró en el resto de camino que quedaba. Al pasar unos minutos se quedó dormido.
Unos dedos presionando sus hombros fueron los que interrumpieron sus sueños, no siendo claro quien era tuvo que resfregar sus ojos para aclarar su vista.
–Llegamos. –dijo Heeseung desabrochándole el cinturón.– ¿Cómo estuvieron esos veinte minutos de sueño?
Asintió haciendo a Heeseung sonreír por su ternura.
Ya bajo del auto tuvo claro que estaban en una playa. Ya pasaban de las seis de la tarde así que el sol ya iba descendiendo formando un amanecer.
Como el verano estaba finalizando no se notaba mucha gente pero se notaba que estaban más alejados de la playa principal. El lugar era precioso, sin duda Heeseung tuvo una buena elección.
–¿Te gusta? –preguntó el abogado mientras cargaba una canasta que supuso era de picnic.
–Es muy bonito, ¿por eso me pediste traer una mochila con ropa de cambio?
–El día está muy bonito como para no echarse un chapuzón en el agua. Vamos.
Tomados de la mano se sentaron a una distancia prudente de las olas. Abrieron la sábana con mucho cuidado que no se doblara y se sentaron tan rápido como pudieron para evitar que el viento se la llevara.
Dejando un lado la canasta a un lado, se recostaron disfrutando el sonido de las olas del mar. Acostados de lado para verse mutuamente, con sonrisas cómplices pero tímidas. Los corazones eran quienes emitían ruido en ese momento, queriendo disfrutar la paz de la playa y olvidar un rato la estresante ciudad.
–¿En qué piensas? –preguntó Jake.
–Pienso... que el Heeseung de hace unos meses no creería lo que está pasando ahora mismo.
–¿Estar con la persona que te gusta en la playa?
–Estar con el chico que hace mis días mejores. –Sonrió acariciando la mejilla del contrario.– No recuerdo mucho pero mi papá me dice que cuando era un bebé, a mamá se le hacía más facil hacerme dormir aquí que en casa, tambien le gustaba cantarme. Este lugar era su lugar favorito y también se formó el mío.
Jake escuchaba atentamente lo que decía. Si sabía la situación y que su madre no estaba, como había hecho Heeseung con él, era el momento de estar ahí para él cuando lo necesite. No se imaginaba un mundo sin sus madres, debió ser aún más dificil siendo tan solo un niño. Tomó su mano entrelazandola con la suya acariciandola en señal de estar ahí.
–Gracias. –Dijo Jake, dando un pequeño besito en la mano del contrario.
–¿Gracias por qué?
–Por enseñarme este lugar tan privado y personal para tí.
–Quiero enseñarte más de mí. –Profundizó su mirada en el menor sin querer verse intimidante pero hacerle entender que hablaba enserio.– Quiero sincerarme contigo para que veas que te quiero conmigo, enserio.
Lo último no sonó posesivo sino íntimo. Jake si sintió un pequeño escalofrío con dichas palabras, logrando llegar a sus adentros, sumando los mejores sentimientos que había sentido jamás.
Aquí se sentía desnudo, no desnudo físicamente. Desnudo de alma.
El mayor no le hacía inquietantes mariposas sino unas tranquilas. Aquellas que se sienten livianas y sin el sentimiento de algo malo pasará.
Paz, eso es lo que sentía al estar junto al mayor.
El sentimiento de paz de reconocer que estaba en el lugar seguro.
–Yo igual te quiero conmigo Heeseung.
☕︎...
Jake tuvo que dejar su panecillo a un lado para agarrar su estómago de la risa. Llegando a dolerle de tanto de reír.
–¿Como logras sacarle la nota musical a un pedo? –Preguntó incrédulo a la rareza del mayor.
A Heeseung se le logró contagiar la risa. –Tenía nueve años, iba solo con mi papá en el auto y estaba en silencio. Supongo que es un don.
Ya eran más de las ocho, y el sol ya estaba medio escondido en el mar.
Después de esa conversación profunda, decidieron ir a bañarse un rato al mar. Claro Jake no llegó muy lejos ya sabemos porqué pero aún así disfrutó con el agua llegándole hasta la panza.
Ahora se encontraban con una toalla cada uno, cubriendose del frío y agarrando energías de la comida que había traido Heeseung.
Bueno, mejor dicho, la señora Lee.
Pero no le quitemos puntos, él igual aportó armando los panecillos.
–Hace unos días me dijiste que te gustaba la física, cuéntame de ello.
–Oh si, la física cuántica es facinante si te lo planteas. –Se acomodó para estar en una mejor posición.– A diferencia de la física clásica, que se ocupa de objetos macroscópicos y sigue las leyes del movimiento de Newton, la física cuántica se basa en principios diferentes y revolucionarios. Hay varios tipos de fenómenos como por ejemplo el entrelazamiento cuántico que se caracteriza en que dos o más partículas se vinculan de tal manera que el estado de una partícula está intrínsecamente relacionado con el estado de las otras, sin importar la distancia que las separe. Osea imagina, que dos objetos pueden estar a una distancia relativamente lejana y siguen conectados entre sí.
Heeseung sonría como tonto al ver como le relataba algo que tal vez no tenía mucha idea de lo que se trataba, pero ver la emoción en sus ojos al hablar de algo que le gustaba era algo que podría apreciar por el resto de su vida.
–Entonces la física cuántica ha dado lugar a numerosas aplicaciones- ¿Hee me estás escuchando?
–Si, estoy escuchando. Es que te ves muy bonito hablando de las cosas que te gustan, continúa. –respondió Heeseung haciendo que Jake se sonrojara.
Para continuar, tuvo que tragar duro para no tartamudear. –Entonces la física cuántica ha dado lugar a numerosas aplicaciones tecnológicas, como los láseres, los transistores y los dispositivos de imagen médica. También ha llevado a teorías más avanzadas, como la mecánica cuántica relativista, que une la física cuántica y la teoría de la relatividad de Einstein. Pero de eso te puedo hablar otro día –se encogió de hombros restándole importancia.– ¿Qué otro hobby tienes además de descrifrar la nota musical de los pedos?
Heesung picó la costilla del menor por molestarlo haciéndolo reír. –Me gusta cantar.
–¿Enserio?
–Enserio. –se acostó en la arena invitando a Jake a acostarse a su lado.– De vez en cuando, le cantaba a Wonyoung en el embarazo cuando Sunoo andaba muy inquieto pero no mucha gente me ha escuchado.
–Tienes un don con los bebés.
–Eso creo.
Jake apoyó su cabeza en el brazo de Heeseung mientras este con su otro brazo rodeó su cintura queriendolo tener cerca suyo. Jake apoyó sus manos en el pecho del mayor dando pequeñas caricias, dándoles calor recorfontante que necesitaban gracias al viento que empezaba a darles un poco de frío.
–¿Podrías cantar un poco para mí? –preguntó Jake, conectando sus miradas.– Por favor.
Heeseung no pudo negarse a esos ojitos, claro que no.
'Cause I'm off my face, in love with you
I'm out my head, so into you
And I don't know how you do it
But I'm forever ruined by you, ooh-ooh-ooh
Jake pudo descubrir lo talentoso que era el mayor, lo descubrió cuando su voz salió tan dulce y suave como un algodón de azúcar. Se dió cuenta que podría estar escuchándola por horas y quedaría encantado como tal canto de sirena.
Cerró sus ojos queriendo que la melodía quedara en su memoria para siempre, sintiendo como los dedos del mayor se enredaban en su cabellera húmeda.
Ya era bastante tarde para volver así que Heeseung arrendó una cabaña cerca de ahí para poder pasar la noche. Dejó que Jake se duchara primero y decidió esperar hirviendo agua para ambos.
Jake salió con su pijama ya puesto y ayudó al mayor poniendo tazas para tomar café, en su caso té.
–Es una habitación, así que yo dormiré en el sofá. –Dijo Heeseung.
–Pero dormirás muy mal, te dolerá la espalda en la mañana.
–No quiero que te sientas incómodo.
No quiso decir nada más porque sentía dudas si el mayor tenía las mismas intenciones que él.
Tomaron de sus tazas con música ambientada para no quedar completamente en silencio.
Heeseung lamentó volver ese bonito momento incómodo, pero no quería que Jake pensara que era un necesitado.
El menor se ofeció a lavar las tazas, guardándolas donde correspondían. Agradeciendo por fin poder sentarse porque el dolor de pies le llegaba hasta los tobillos, sentía que los tenía hinchados.
Al volver de la ducha Heeseung notó lo cansado que estaba Jake. Fue un día muy movido para él y más con casi siete meses de embarazo.
–¿Me permites? –se arrodilló frente a Jake con la intención de hacerle un masaje en los pies.
No podía con la vergüenza que tuvo que mirar a otro lado por lo roja que sentía su cara en ese momento. Soltó pocos quejidos al sentir los dedos del mayor apretar y masajear zonas donde al parecer eran afectadas. Nunca en su vida le habían hecho un masaje en los pies y menos la persona que le gustaba.
–Vergüenza hay que tener para mentir y para robar. –Al parecer el mayor le había leído la mente.– déjame consentirte un poco.
–Ya lo has hecho todo el día.
–Es lo que mereces. –dió un pequeño beso en los pies de Jake y lo ayudó a levantarse.– Bien, a dormir.
Iba a buscar una manta y almohada a la pieza pero el menor lo detuvo tomando su muñeca.
–Hyung, ¿por qué no quieres dormir conmigo? ¿Ya no me quieres? –Sabía que estaba siendo infantil al hacer puchero y berrinche pero se sentía culpable de que él tuviera que dormir en ese viejo sillón.
–Claro que te quiero, bonito. –tomó su carita entre sus manos acariciandola con cariño.– pero no quiero que la primera vez durmiendo juntos sea porque te sientes culpable de que tenga que dormir en otra parte más incómoda.
–No es porque me sienta culpable, tal vez un poco. Si me siento bien para dormir juntos esta noche, enserio.
–¿Enserio quieres que duerma contigo? –preguntó por última vez.
Jake asintió frenéticamente conectado miradas.
De nuevo, Heeseung no era nadie para negarle algo a esos ojitos.
Cuídense, tomen agüita y coman sus comidas.
Lxs adoro.
Hanrling. 🪐
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