♡ ⁺ 9.2 › YOONKOOK
“príncipe del mar”
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› pt 3
El tiempo es sabio y tiene estrategias que algunas veces resultan dolorosas, pero necesarias. Yoongi lo había decidido algunos meses después de la partida de Jeongguk, justo cuando estaba por zarpar en un nuevo viaje.
Había días en los que aún despertaba con la esperanza de que hubiese sido una mentira y Jeongguk solo saldría por esa puerta y caminarían juntos por la playa a comenzar sus tareas diarias.
Había otros en los que intentaba con ganas dejar de pensar en eso y terminaba sintiendo una gran furia por ser un idiota empecinado en algo imposible.
¿Qué pasaba si sentía más de lo debido? Definitivamente los piratas no se sienten de esa manera por sus rehenes.
¿Qué pasaba si no había querido gastar ni una sola moneda de su parte del botín por el rescate? Había cumplido y le entregó el oro a su capitán; Yoonjoon lo había mirado sorprendido porque Yoongi no le había estado informando nada sobre las negociaciones con Zalethia, y simplemente apareció con la recompensa prometida. Lo interrogó pero no obtuvo mucha participación de Yoongi, solo cortas y directas respuestas, y se tomó el derecho de reprenderlo un tanto, por no haberlo mantenido informado. Y también por no haber dejado tiempo para despedirse del príncipe.
Yoongi decidió que lo que pasara con ese dinero no le importaba, no quería nada que involucrara la partida de Jeongguk, lo sentía como una especie de vil recordatorio sobre lo que todo eso fue, sobre que Jeongguk realmente deseaba su libertad e irse de ese lugar.
El más reciente viaje los había llevado a tierras lejanas y paisajes únicos, por supuesto, obtuvieron riquezas y cargamentos de otras naves, y cuando regresaron meses después, Yoongi había logrado conseguir una bonita estatuilla de madera tallada en forma de delfín como parte de las recompensas.
La ironía y la nostalgia se mezclaban cada vez que la miraba. Era bonita. Pensaba que a Jeongguk le habría gustado mucho.
Habían pasado largos meses desde la partida de Jeongguk. Había pasado una gran parte de ellos en la nueva embarcación. Pero no había pasado ni un segundo sin extrañarlo.
Solo tenían algunos días desde que habían regresado del último embarque, Taehyung le había mandando una invitación al salón para celebrar la buena campaña, iban a estar todos ahí y él tenía ánimos, por primera vez en mucho tiempo, de pasar un buen rato con sus compañeros. Aunque tenía un extraño presentimiento esa noche.
Aún con ello, fue rápidamente interceptado entre abrazos y canturreos por sus amigos una vez que llegó. Sin embargo, la sorpresa que Taehyung había dicho tenerle, arrojó al suelo todo su buen estado.
—Mira hacia allá y dime qué encuentras... — Taehyung sujetaba su hombro mientras murmuraba en su oído, señalando en dirección hacia una de las esquinas del salón, donde un grupo de hombres bebían y conversaban animados.
Yoongi dejó de prestar atención a la conversación en su mesa y optó por mirar hacia donde señalaba el castaño; creyó equivocarse o estar confundiendo aquella silueta...
Su sonrisa de algún modo fue cayendo sobre sus comisuras hasta formar una nula expresión, la pesadez en su pecho fue algo, y sus pálpitos estuvieron acelerados en cuánto pudo darse cuenta, al verlo darse la vuelta, de quién se trataba.
—Jeongguk... — Yoongi logró pronunciar su nombre, casi sintiendo a la par un nudo formándose en su garganta. Taehyung a su lado sonrió y levantó su brazo en dirección a aquella esquina, logrando captar la atención del joven hombre.
En cuánto sus miradas se encontraron, hubo como una especie de chispa que petrificó su cuerpo, no supo cómo interpretar el brillo en aquellos ojos que tanto extrañó, pero si pudo sentir un enorme deseo por desaparecer inmediatamente de ahí.
—Iré por él, espera un momento... — Taehyung avisó.
—No. — Yoongi detuvo a Taehyung del brazo, tal vez ejerciendo más fuerza de la necesaria.
No sabía porqué de repente se sentía tan nervioso, tan angustiado por reencontrarse nuevamente. Taehyung lo miró confundido, aún más cuando Yoongi se levantó de su lugar y huyó rápidamente.
Escuchó que lo llamaron.
Escuchó la voz de Jeongguk. Pero no pudo detenerse, una herida abriéndose de nuevo, una que creyó haber sanado. Encontró su camino fuera del salón y tuvo que detenerse a tomar aire una vez alejado de todo el ajetreo, necesitaba mantener la calma, necesitaba pasar por esto.
— ¡Yoongi! — la voz finalmente lo alcanzó a su espalda. Sus ojos se cerraron un momento, el momento en el que tomó valor para dar media vuelta finalmente. —¿Por qué te vas así?...
Yoongi lo miró. Lo miró. Finalmente estaba ahí. Estaba seguro de qué su corazón sería capaz de saltar fuera de su pecho. Alejándose de la conmoción, su mirada se volvió incrédula. ¿Estaba preguntando eso de verdad? ¿Tenía una respuesta realmente?
—Tú... — tomó un momento para regular su tono de voz, que estaba por salir entrecortado e inseguro, pero se mantuvo. — ¿Qué estás haciendo aquí?
—Yo... Volví porque quería verte. — Jeongguk fue sincero y se esforzó por que su sonrisa no se amargara ante la extraña mirada que Yoongi estaba dándole, como si estuviese siendo profundamente ofendido y no entendía el porqué del todo.
—Pero tú... No entiendo. — Yoongi trató con todas sus fuerzas de que los sentimientos no terminaran de abrumarlo. Sentía como si fuese una ilusión, uno de los muchos sueños que había tenido sobre volver a ver a Jeongguk. Y no le pareció justo tener que despertar y volverlo a perder. Estaba cansado de eso. — ¿Por qué querrías verme de nuevo si huiste de mí?
La pregunta salió más como un reclamo, no pudo evitarlo. Estaba ahí, como un perro maltratado tratando de lamer heridas que no alcanzaba. ¿Por qué tenía ese irremediable deseo de lamentarse y de reclamar?
—No, yo no huí de ti... — la sonrisa de Jeongguk finalmente descendió.
Es cierto que esa no estaba siendo la llegada que había imaginado, tal vez había sido muy optimista de su parte imaginar algo diferente, él simplemente estaba feliz de volver a ver al pirata y no deseaba reprimirse de tal emoción.
—Lo hiciste. Tu lo dijiste en esa nota que escribiste, que eras libre. — Yoongi repitió aquellas palabras en su cabeza. No tenía ningún rastro de la vieja nota, pero las tenía muy bien guardadas en su memoria. —De mí, ¿de qué más lo serías?...
Yoongi tal vez fue muy brusco al hablar, tal vez estaba dejándose llevar por el repentino deseo de necesitar una explicación a todo lo que había pasado, a todo lo que se había obligado a reprimir. Tal vez había extrañado tanto a Jeongguk, que ahora que se reencontraban, no podía entender que fuera real.
Había pasado mucho tiempo tratando de obtener una respuesta, su mente solo podía sugerirle una sola: Jeongguk quería irse de su lado. Por supuesto, era un pirata que lo tenía cautivo, el hecho de haberse llevado de alguna forma bien durante el tiempo que lo tuvo bajo su tutela, no podía significar demasiado, no significó nada si Jeongguk solo despertó y se marchó un día. La herida estaba ahí aún, y estaba ardiendo.
—Hyung, no me fui por ti. No me fui por ninguno de ustedes... Yo solo estaba tratando arreglar las cosas. Mi rescate tenía que ser pagado, además ya no quería que siguieras mintiendo por mi culpa.
— ¿Y quién crees que eres para decidir si soy libre o no? Maldita sea, Jeongugk. Pudiste solo decirme a dónde irías y cuándo lo harías. No tenías que desaparecer simplemente sin más. No eres el maldito dueño de mis decisiones, si yo quería seguir mintiéndole al capitán no era asunto tuyo, yo iba a encontrar la forma de solucionar las cosas y que no te entregaran, yo iba a hacerlo, mocoso. No tenías que...
Yoongi detuvo sus palabras cuando se dio cuenta de la gran cantidad de emociones que estaba reteniendo. No solo la conmoción de tener otra vez a Jeongguk frente a él, sino la ira también, que antes había sentido cuando se descubrió despertando al día siguiente de su partida, y dándose cuenta de que nada era un sueño y todo era real. Que Jeongguk se había ido de su vida.
Trabajó mucho tiempo para intentar deshacerse de esas ideas. No había pasado nada que no estuviera en sus planes desde un principio. Por eso Jeongguk había sido entregado a él, porque tarde o temprano iba a pedir un rescate por su vida y su precio sería solo parte del botín.
A pesar de tener ese hecho tan claro en su mente, la tristeza y la carga aplastante en su pecho no habían disminuido ni un poco con ello. ¿Qué significaba extrañarlo tanto? La sola noción lo hacía enfurecer, porque no se suponía que él fuese capaz de hacerlo, de añorar su compañía y desear verlo jugando en el mar.
Ahora mismo, mientras le recitaba esa clase de reclamo insólito, fue que se dio cuenta de una verdad suya: era capaz de preocuparse por alguien más que no fuese él, y Jeongguk se había convertido en la única persona por la que lo hacía, en un largo tiempo.
Perderlo tan de repente, sin estar preparado, había supuesto un golpe duro. Un enfrentamiento con otra de sus gélidas verdades: estaba más solo en el mundo de lo que se imaginaba.
—No quería que por mi culpa siguieras poniendo en riesgo las cosas que te importaban... Tus compañeros, el capitán... Tenían que cobrar el precio de mi rescate. Ya me habías ayudado demasiado, Yoongi...
— ¿Las cosas que me importaban?... — Yoongi suelta un jadeo ahogado, como si no pudiese entender el significado de lo que decía. — ¿Qué sabías tú de lo que me importaba realmente? Nunca lo preguntaste, solo te fuiste. Ni siquiera te despediste...
— ¿Se supone que debía hacerlo, Yoongi?... — Jeongguk frunció el ceño ante el tinte hostil en la voz de Yoongi hablándole, lo sentía tan molesto en su presencia, quería ser capaz de entender la razón por la que lo estaba, pero no estaba siendo fácil para él. — ¿Se supone que debo despedirme de mis secuestradores?
Las palabras filosas del menor calaron profundamente en su interior. Su mente se mantuvo en blanco por unos segundos, tratando de encontrar una razón de porque tal afirmación lo hirió tan terriblemente, pero llegando a la cruel conclusión de que Jeongguk tenía la razón, y él no debería estarse sintiendo tan ofendido y lastimado por ello, siquiera reclamar cualquier cosa, por algo que simplemente ya estaba en el pasado y ahora tardíamente lo hería con vehemencia.
— ¿De verdad no sentías que fuéramos como... — calló. Su mirada bajó y retuvo las palabras que estaba a punto de soltar, dándose cuenta de su terrible error.
Su mente rápidamente se negó a la idea de descubrirse sintiendo más de lo debido. ¿Qué clase de pirata sería si desvelaba sus sentimientos injustificados y quedaba expuesto ante una causa perdida?
— ¿Qué?... — Jeongguk pidió que terminara la oración, más ansioso que asustado por escucharla. Buscó la mirada de Yoongi frente a él, pero no logró interceptarlo, él no quería verlo porque seguro estaba sintiéndose humillado por su culpa, por haberlo puesto en esa incómoda situación en la que lo responsabilizaba por no haberle dicho de su partida, por no haberse despedido, por haberlo dejado solo de un momento a otro. Jeongguk entendía muy bien la sensación, sabía cómo era quedarse solo sin más, perderlo todo y continuar, pero no podía imaginar que Yoongi se sintiera así por él. — ¿Que fuéramos qué, Yoongi?...
—Nada. — Yoongi se tragó las ganas que tenía de exclamar maldiciones, de condenar lo que fuese ese maldito sentimiento de abandono en su pecho, y de que Jeongguk luciera como la única curación a él. —Ya no importa, Jeongguk. Regresa por donde viniste, ya no eres nuestro prisionero.
Yoongi estuvo dispuesto a dar media vuelta de una vez y regresar al salón.
La música y los alaridos de las personas hacían eco en su caótica mente, lo único que quería era unirse a ellos y culpar al alcohol por toda esa bruma de sensaciones confusas, por ese impulso repentino de decir lo que siente, como si fuese importante hacerlo de repente ante la llegada de Jeongguk, antes de que desapareciera de nuevo ante sus ojos.
—Yoongi... — el menor lo detuvo de la muñeca cuando el pirata se giró, fue un toque suave y su voz había perdido todo rastro de represalias e indiferencia. Ahora sonaba como un ruego por ser escuchado, por haber pasado tanto tiempo para decidir regresar a su encuentro. —No volví para que discutieras conmigo... Yo quería verte. Te extrañé mucho.
Yoongi lo miró sorprendido. Su mirada viajando por todo su gentil rostro y su tierna expresión. Sabía muy bien que el brillo en esos ojos de caramelo no era falso y que Jeongguk no era capaz de mentir mientras lo admiraba así.
Aunque había pasado mucho tiempo desde que se distanciaron, ¿habría aprendido a hacerlo?
— ¿Un príncipe extrañando al pirata que lo secuestró?... — Yoongi soltó una risa seca en la que no había ni una pizca de humor. Fue más bien un severo momento de contemplación, de cómo esa situación no tenía ni pies ni cabeza. Un príncipe perdido y un asaltante de los mares, ¿en que mundo eso tenía un buen final? El que lo estuviera pensando tanto, solo significaba lo mucho que lo lastimaba la respuesta. —Has crecido, pero sigues siendo igual de ingenuo.
— ¿Por qué estás tan enojado conmigo realmente? — Jeongguk exigió finalmente una razón a su rechazo, cayendo un poco en la desesperación.
—Olvídalo, Jeongguk. No hay más que hablar. — Yoongi solo quería dejar de sentirse tan miserable de una vez. La presencia de Jeongguk se lo recordaba con vehemencia.
— ¿Es solo porque no me despedí? ¡No podía hacerlo! La última vez que nos vimos yo te expliqué todo lo que pasaba, no quería seguir siendo una carga para ti. Si te decía lo que tenía planeado, tu ibas a negarte, intentarías detenerme o ir conmigo... Hyung, escúchame por favor.
Jeongguk suplicó, cuando sintió el brazo de Yoongi soltarse de su agarre y estar a punto de retomar su camino. Yoongi giró el rostro para no verlo, no quería ver sus ojos dulces y tristes. Pero no se movió de su lugar, no pudo. Y Jeongguk continuó.
—Pagué mi rescate para que nadie conociera mi paradero. Yo... Regresé a Zalethia a escondidas, porque no podía dejar todo atrás aún, necesitaba despedirme de algunas personas, necesitaba ver con mis propios ojos que lo que yo creía que era mi hogar ya no existía. Conseguí dinero y recuperé algunas cosas que necesitaba. Estuve... Joder, yo estuve de pie frente a la maldita estatua fúnebre de conmemoración que mi hermano mandó a levantar en mi honor. — Jeongguk confesó, con la esperanza de que Yoongi pudiera entenderlo, que pudiera dejar pasar todo y recibirlo finalmente. — Solo... Yo solo necesitaba un poco de tiempo para que las cosas tomaran su lugar, pero no quería hacerte enojar tanto... Lo siento, Yoongi.
—Las cosas han tomado su lugar. — Yoongi trató con todas su fuerzas de ignorar la extenuante necesidad que surgió de su interior, de tomar a Jeongguk de su rostro y pedirle que no se disculpara con él, que no había hecho nada malo, que él solo estaba siendo un terco perro herido que no quería enfrentarse a su propio corazón. —Anda a hacer lo que quieras, ahora eres libre.
Yoongi retomó su camino. No sabía el porqué estaba siendo tan difícil.
Si no supiera que en realidad aún no estaba lo suficientemente ebrio, habría jurado que estaba volviéndose loco de tristeza y que Jeongguk era solo una ilusión que se le presentaba para recordarle cuantas cosas buenas más era capaz de seguir perdiendo.
No escuchó los pasos del príncipe detrás de él cuando se marchó, lo cual lo hizo soltar un suspiro. No estuvo seguro si fue de alivio o de desilusión.
De cualquier forma, ¿qué estaba esperando? ¿que Jeongguk lo siguiera para continuar pidiendo perdón y que él se negara? ¿de verdad estaba tan molesto solo por la forma en la que se dieron las cosas?
No podía arrepentirse de nada, absolutamente. Pero no podía evitar el hueco que en su ser se extendía, los recuerdos de nostalgia que sobrellevaba en los hombros, los reclamos en gritos al océano cuando por las noches despertaba desamparado por sentirse tan vacío, tan mínimo y tan insignificante.
¿Cómo era que Jeongguk había llegado a su vida para recordárselo? Una prueba pura y efímera de que muchas cosas eran posibles de conseguir, pero también de perder, y no las conservaría. Deseó ser más valiente, pero solo estaba siendo terco y testarudo.
— ¿Ya vas a terminar con tu drama? — una voz pausada y grave lo llamó a su espalda.
Habían pasado algunas horas desde su reencuentro con Jeongguk. No lo había visto más por el salón y él había decidido despejar su mente de todo. No quería salir de ese lugar y tener que volver a ser un ser prudente y pensante.
— ¿De qué estás hablando? — Yoongi giró el rostro con desinterés hacia su tarro de cerveza, mostrando poco entusiasmo en lo que respecto a su amigo concernía.
—De Ggukie, por supuesto.
— ¿Qué es ese apodo de mierda? — tomó un largo trago con el ceño fruncido, su mano apretaba con fuerza el cristal mientras el líquido quemaba en su garganta. — ¿Y por qué infiernos no me habías dicho nada de que volvió? ¿No se supone que eres mi amigo?
—Ya, deja de maldecir tanto. — Taehyung hizo una mueca ante su amigo, cuando por fin tuvo su atención. —Quería que fuese una sorpresa, pero no pareces para nada feliz.
— ¿Por qué iba a estarlo?
—Porque lo extrañabas.
—No lo hice — Taehyung soltó un sonoro suspiro ante la necedad de su compañero. Por supuesto, había imaginado que algo como eso podía pasar, pero no esperaba que Yoongi fuese tan persistente. —Si volvía o no me da igual, él ha tomado su decisión.
— ¿Qué decisión, Yoongi? — Taehyung se escuchó exasperado, mientras que hizo golpear con fuerza la mesa con su propio tarro. Yoongi se asustó un poco de su reacción, mirándolo esta vez, con una seriedad renovada. —Él pagó un precio justo por su libertad, cuando hubiera podido largarse en cualquier momento de aquí. Estuvo con nosotros durante mucho tiempo por su propia voluntad realmente y creíamos en la mentira de que era un prisionero, tú más que nadie. Ahora solo ha decidido regresar, está tratando de poner orden en su vida después de todo lo que pasó, ¿no puedes tomarlo como un viejo amigo que ha vuelto a verte? No tienes razones para estar tan enojado con él. Él no hizo nada malo, tú estás siendo obstinado, hombre.
Yoongi frunció el ceño sin contestar, porque no tenía ninguna réplica, porque a pesar de todo lo que se decía a sí mismo, sabía que Taehyung tenía toda la razón.
—Tu le ayudaste con la recompensa, ¿cierto?
—Sabes que sí.
Yoongi suspiró, cayendo poco a poco en el arrepentimiento. En el evidente hecho de que había arruinado algo que le importaba y ahora venía a darse cuenta. El príncipe perdido estaba encontrando su propio camino, él no tenía ningún derecho a prohibírselo.
—De cualquier forma, si solo volverá a irse... ¿Para qué ha regresado?...
Yoongi bajó la mirada. Tal vez ese era su problema y no quería afrontarlo. Tal vez lo lastimaba infinitamente que Jeongguk pudiera volver a irse sin más nuevamente y pretender que para él no significaba todo ante su partida. Tal vez no quería pensar en que era él quien le estaba dando un sentido más profundo a algo que era simple y ordinario para Jeongguk. Él estaba siendo el único en sentir, y el hecho lo hacia sentir un idiota.
— ¿Se trata solo de eso?... — Taehyung pareció más desconcertado que curioso, las cosas no eran tan complicadas a su parecer, solo Yoongi y el océano de su mente en tempestad. —Si tanto quieres que se quede contigo, pídeselo.
—Por favor, Taehyung... — el pirata resopló, como quien no pudiera creer una tontería.
— ¿Qué? Estoy hablando en serio. Si lo que te tiene tan molesto es que Jeongguk pueda volver a irse de tu lado en cualquier momento, simplemente dícelo. No entiendo cómo no te has dado cuenta...
— ¿De qué exactamente?
—De que yo tuve siempre la razón y te enamoraste del príncipe del mar.
—Dios, Taehyung, deja de llamarlo así... — Yoongi rechazó con todas sus fuerzas las palabras de su amigo, pero al mismo tiempo, un fuerte rubor cubrió sus pómulos mientras su mirada se perdía en el suelo, avergonzado por ir cayendo poco a poco en la verdad.
—No lo has negado.
— ¿Y qué si lo estoy? No significa nada.
—Idiota, tienes que ir a buscarlo ahora mismo. — Taehyung tomó el último trago de su cerveza y con una sonrisa socarrona en sus labios, tomó a Yoongi del brazo bruscamente para hacerlo ponerse de pie en contra de su voluntad. Yoongi lo siguió pese a sus desatinados movimientos, y no fue hasta que estuvo fuera del salón que miró desconcertado a su alrededor. —Y no vuelvas hasta que dejes de ser un tonto.
— ¡No puedes echarme del salón! — Yoongi miró como Taehyung se despidió con una agitación de su mano y cerró las pesadas puertas de madera del lugar, dejándolo solo en medio del camino, con los sonidos nocturnos a su alrededor y el eco del mar a la lejanía.
Liberó un suspiro agotado. Ahora que estaba solo, podía percatarse con más calma de sus ideas. Si le pedía Jeongguk que esta vez se quedara, ¿él solo lo haría?...
El mero escenario de que la respuesta fuese une negativa hizo que sintiera su corazón a los pies. Incluso si Jeongguk lo extrañaba tanto como decía, tanto como él lo había hecho también, ¿que representaba la posibilidad de retomar lo que habían construido?
Esa clase de vida en la que ambos se acostumbraron a sus presencias, en la que Yoongi se esforzaba por mejorar sus habilidades en la cocina y preparar cada vez algo mas decente para desayunar antes de salir a trabajar, en la que Jeongguk le contaba absolutamente todo su día mientras caminaban de regreso por la costa con una sonrisa, esa vida en la que Jeongguk no era solo un precio a cobrar, sino un tesoro perpetuo.
Incluso si Jeongguk decidiera irse de nuevo a la mañana siguiente, ¿no debería estarlo abrazando con todas sus fuerzas por si tarda mucho en regresar la próxima vez?
Lleno de esa latente ilusión de esperanza, pensó rápidamente dónde podría encontrar a Jeongguk, pero no tenía idea. Su mente trayéndole de regreso la imagen de su príncipe con mirada desilusionada debido a su insensatez; fue abrumador el deseo por redimirse y pedirle perdón, por dejar todo eso de lado y solo sentirse feliz por su regreso.
Caminó. Lo hizo sin dirección al principio, pero recorrió el camino tan conocido y memorizado.
Cuando llegó a la cabaña, antes siquiera de acercarse a ella, miró a la distancia una silueta sentada en la playa. Jeongguk había estado ahí durante ese tiempo en el que él caía en cuenta de lo mucho que le faltaba por entenderse. Había regresado a casa, a la que él había elegido.
Guiado por una renovada ola de ilusión, él caminó hasta él. Sabía que lo había escuchado pese a las olas del mar golpeando frente a ellos, y entonces Jeongguk se volteó para mirarse nuevamente.
Yoongi sintió la bruma de emociones acumularse en su estómago, como si revolotearan sin cesar. Tenía todas las palabras del mundo en su mente, pero cuando miraba justo así, a los ojos de Jeongguk, no era capaz de pronunciar ni una sola.
—Jeongguk... — su llamado tembló, lo cuál lo hizo perder un poco del valor que había construido. Lo quería tanto. Quería tanto sostenerle la mirada, sin necesidad de dar ninguna explicación y simplemente mirarlo hasta que sus ojos se agotaran de hacerlo, porque no quería volver a perderlo.
—Ven al mar conmigo — Jeongguk se puso de pie, sacudió la arena de sus manos y pareció entender absolutamente todo lo que Yoongi quería decir, con solo un vistazo. Él quería lo mismo.
—Jeongguk, por lo de antes... Discúlpame, por favor. Yo... Estaba sorprendido por verte, no pensé que volverías, y tal vez fui un poco... Ah, fui un imbécil, y...
— ¡Hyung! Ven conmigo ya — Jeongguk ignoró las palabras enredadas de Yoongi en forma de disculpa, él no estaba pidiéndole una, no le importaba nada si podía solo estar con Yoongi como antes. Corrió sobre la arena con dificultad, en el camino fue deshaciéndose de su camisón blanco para arrojarlo a un lado, si las olas se lo llevaban no le importaba. —Olvídalo. Todo eso pasó ya.
Yoongi lo miró con una pena oculta. Para él había sido demasiado, y creyó haberlo superado, pero ahora seguía descubriendo nuevas verdades sobre él: estaba más enganchado a Jeongguk de lo que imaginó, estaba más asustado de perderlo que de naufragar en un insólito océano abandonado, y estaba más consciente de que se debía a sí mismo el expresar sus sentimientos antes de que fuera muy tarde.
Estuvo a punto de decir algo más, siquiera para tratar de quitarse lo nervioso, pero un sonriente Jeongguk llegó a su encuentro y lo tomó de la muñeca, para arrastrarlo corriendo con él hacia la orilla del mar.
Yoongi le siguió el paso, pero cuando fueron entrando al océano, las olas le nublaron un poco la vista mientras las rompía con su cuerpo siguiendo a Jeongguk. Debajo del agua su mano se aferraba con fuerza a la del menor, la sensación fría del mar lo hizo temblar un poco, pero valió la pena soportarlo ante la vista que se le ofreció.
Jeongguk había soltado su mano para ir un poco más profundo, él aún se mantenía de pie tocando la costa con el agua hasta su abdomen, pero el menor se había sumergido entre las olas frente a él después de haberle sonreído con diversión.
Yoongi levantó la mirada y miró cara a cara la inmensidad de la luna frente a él, cubriendo como un manto el infinito horizonte del mar.
Parecía no tener fin y el panorama siempre le llenaba el alma de una agradable sensación. Su corazón se desbordó en un placer novedoso, había pasado mucho tiempo desde que tal sentimiento de paz lo abrumaba, y estaba seguro de que tenía mucho que ver con la sonrisa espléndida de Jeongguk.
Unos segundos después, observó cómo Jeongguk nadaba hacía él, sus pómulos estaban suavemente colorados aún con el ambiente fresco de la playa y eso solo lo hacía ver adorable. Yoongi lo recibió cuando se acercó a él, tanto que sus brazos se sujetaron y de no ser por el agua se hubiesen enredado.
—Extrañé tanto este lugar... — Jeongguk murmuró sincero, mirando fielmente hacía los ojos de Yoongi. —Te extrañé aún más a ti... — extendió sus brazos para animarse a rodear a su hyung por sus hombros en un abrazo que los terminó de unir.
—Entonces no te vayas de nuevo. — Yoongi pareció reaccionar por fin, ahí en el mar, sosteniéndolo de la cadera y mirándolo tan cerca finalmente, recreó sus facciones, lo miró a la luz de la luna para no olvidar sus colores y su contorno; quería profundamente grabárselo en la mente, porque no podía deshacerse del temor a que partiera nuevamente. —Puedes quedarte aquí... Es decir, lo digo si tú quieres... No voy a obligarte, si de verdad quieres irte otra vez... Tú puedes hacerlo.
Yoongi reinterpretó su petición ante los ojos brillantes de Jeongguk devorándolo. Soltar aquellas palabras fue difícil, imaginar que Jeongguk tal vez no quería quedarse ahí lo hizo sentir decaído. Pero era la verdad, no quería retenerlo nuevamente. No, no quería hacerlo sentir en la obligación de que tenía que quedarse ahí. No deseaba que Jeongguk tuviera que afrontarlo de esa manera, no quería que estuviera en un lugar a costa de voluntades ajenas otra vez.
Lo entendía ahora, si Jeongguk quería irse, él no quería ser quien que lo retuviera otra vez, aunque fuese su mayor deseo que permaneciera a su lado. Entendía que por primera vez en su vida, el príncipe Jeongguk era dueño de sus decisiones y de su libertad. Él no iba a ser quien se lo arrebatara.
— ¿Y tú quieres que me quede contigo? — las gotas de agua caían sobre las mejillas del pelinegro, mientras le daba una profunda mirada de contemplación.
Relamió sus labios en medio de su encuentro, y sintió un toque de adrenalina cuando los ojos de su hyung le dirigieron un vistazo fugaz.
Saber que Yoongi realmente no estaba enojado con él, que no había cambiado mucho a pesar de haber pasado más de un año desde la última vez que se vieron, lo llenó de una paz cálida. Las olas a su alrededor solo daban un ambiente más relajado a esa extraña velada que ninguno esperaba, pero que los dos necesitaban.
—Dios, Jeongguk. Sí — Yoongi se rindió ante la mirada brillante de Jeongguk. Le daba igual si alguien creía que no debería estar sintiéndose así, porque había pasado tanto tiempo reprimiéndose y postergándose, ahora quería cuidarse, quería prolongar lo más posible esa emocionante sensación. —O tan siquiera que me digas cuándo vas a irte, a dónde irás... No desaparezcas de nuevo de esa forma, por favor. Estuve volviéndome loco de angustia, si te hubiese pasado algo y yo jamás me hubiera enterado...
—Está bien, voy a quedarme. — Jeongguk sonrió deslumbrante al escuchar cada palabra del pirata, tomó entre sus manos su rostro triste y sincero, para que sus frentes se recargaran en una intimidad anhelada. Se sentía feliz de que Yoongi lo hubiera extrañado tanto como él lo hizo, ahora tenía una oportunidad de redimirse. —Perdón por haberte hecho preocupar tanto, no era mi intención... Yo solo necesitaba saber que aún tenía oportunidad de rehacer mi vida. Si no te lo conté fue porque tenía miedo de involucrarte en todo esto, en todos mis problemas. Y no era justo si lo hacía después de todo lo que me has ayudado
Una lágrima de cristal se deslizó por su mejilla ante los recuerdos, el sentimiento de perdición que lo había abrumado al darse cuenta de que tenía que poner todo en orden y no sabía por dónde empezar, había sido demasiado fuerte, tanto que creyó no encontrar salida. Perdió una parte de su vida al abandonar su reino, todo lo que alguna vez creyó y fue, necesitaba encontrarse un nuevo lugar en el mundo y las cosas habían pasado tan rápido, que su agitada mente lo había hecho sentir desamparado.
—Deja de pedir perdón, mi príncipe. Solo dímelo la próxima vez. Te suplico que no me hagas pensar que huiste de mí nuevamente. — Yoongi habló y se encargó de limpiar el rastro húmedo, acariciando las mejillas.
Lo entendía. No necesitaba más explicaciones, las razones de Jeongguk. Era suficiente con escuchar salir de sus labios que iba a quedarse, que no iba a condenarlo a su partida nuevamente. Todo lo demás pasaba a segundo plano, y tendrían tiempo para preocuparse de ello después.
Jeongguk asintió, sus labios elevándose en una sonrisa amplia que le regresó a Yoongi la seguridad que tanto había perdido y anhelado.
—Vayamos a casa.
Ambos salieron de las frescas olas.
Yoongi tomó el camisón de Jeongguk de la arena y se encargó de envolverlo con él cuando lo miró tiritando de frío. Se burló un poco por su imprudente idea de nadar en esa temporada, diciendo que si pescaba un resfriado arruinaría su reputación de príncipe del mar y pescador estrella del mercado, pero solo lo hizo reír y quejarse de que seguía siendo un pirata mandón.
Cuando entraron, Yoongi se dispuso a buscar encender la leña de la pequeña chimenea, para que el lugar tomara un poco de calor y que no tuviesen que correr el riesgo de enfermarse. Jeongguk, por su parte, detalló el lugar, notando cómo no había cambiado mucho y que a decir verdad, simplemente se sintió anhelado y hogareño.
Observó cómo Yoongi amontonaba un saco de mantas frente al fuego y fue entonces que decidió ayudarlo, formando un tendido qué hizo el suelo un poco más cómodo para ambos. Yoongi fue el primero en acostarse, sintiéndose arrullado por la caricia cálida del fuego frente a él y el ligero mareo en su cabeza por el alcohol bebido durante la noche.
Jeongguk no solicitó ninguna clase de permiso, se desenvolvió de la tela que lo había mantenido seco y se arrodilló frente al pirata antes de buscar su posición, sus manos se recargaron al abdomen de Yoongi dándole una mirada tímida.
—Quítate la ropa, hyung. Está empapada.
Yoongi no había pensado mucho en ello, solo deseaba tenderse y descansar en presencia de Jeongguk nuevamente. Pero obedeció y siguió la instrucción, estuvo finalmente despojado de sus prendas mojadas, tomó una manta para cubrirse y Jeongguk fue lo suficientemente rápido para ayudarle y cubrirse él también.
El menor dejó de lado cualquier inhibición y se permitió recostarse a su lado y apoyar la cabeza sobre su pecho; una de sus suaves manos buscó el camino bajo la manta cubriéndolos y la reposó sobre su abdomen de Yoongi, trazó caricias sobre la piel tersa, que enviaron corrientes por todo el cuerpo del pirata. Yoongi cerró sus ojos y apoyó su su mentón sobre la cabeza de Jeongguk, saboreando el acto de su presencia tan cerca y viva con él.
— ¿Qué significa esto, Jeongguk?... — un murmullo tenue y fugaz salió de los labios de Yoongi, cada vez más ido en el agradable cosquilleo que Jeongguk dejaba con cada dibujo de sus dedos sobre su piel.
— ¿El qué?...
—Que un príncipe se acurruque de esta forma a un pirata y que lo acaricie así de suave — Jeongguk sonrió sobre su pecho al escucharlo. Estaba tan cómodo de esa forma, que ni siquiera le importó un poco fingir vergüenza. Simplemente quería estar de esa forma con él.
—Significa que lo extrañó. Y que quiere tenerlo cerca — su simple respuesta también hizo que Yoongi sonriera. — ¿Y esto qué significa?... — Jeongguk detuvo los movimientos de su mano bajo la manta y levantó la cabeza, para así mirar a Yoongi a los ojos nuevamente.
— ¿El qué?... — suspiró el pirata, perdido en la cercanía del rostro de Jeongguk frente a él, ambos dentro de esa burbuja íntima que no los dejaba perderse ni un segundo de sus presencias.
—Que un pirata salve y cuide a un príncipe errante que lo perdió todo.
Jeongguk subió la mano que había estado reposando en el abdomen hasta llegar a su barbilla, con el rostro sonrojado y los ojos iluminados, se atrevió a acariciar con su dedo pulgar el esponjoso labio inferior de Yoongi, delineandolo con delicadeza bajo su profunda mirada.
—Significa que lo ama — Yoongi se aseguró de mirarlo a los ojos mientras se confesaba.
Su mano tomó la de Jeongguk sobre sus labios y le dio un beso tierno, mientras contemplaba cómo los sentimientos se desbordaban por los orbes de chocolate frente a él.
—Oh, Yoongi... — Jeongguk no sufrió por el impulso nato que lo atacó, cedió ante él y estampó sus labios ansiosos sobre los del pirata, finalmente. Compartiendo un íntimo primer beso que le calentó el pecho como un sol dentro de él, y derribando las lágrimas que la abrumadora sensación le causó.
Hacía mucho tiempo que la felicidad no era la razón de su llanto, estaba conmovido de que un beso de Yoongi fuese la cúspide de ella.
Yoongi lo besó de vuelta con el mismo deseo, un brote floreciendo dentro suyo que fue alimentado por la lluvia de alegría que lo inundó, el deseo latiendo como un caudal desbordado; de repente sentía que Jeongguk no estaba lo suficientemente cerca de él.
La niebla de placer se propagó a su alrededor. El calor aumentaba conforme Jeongguk luchaba contra la lengua de Yoongi devorando su boca. Sus manos estaban aferradas a su rostro de lado y lado, sujetándolo mientras buscaba más de él, más de ese ardiente toque y de ese insistente y ansioso deseo construyéndose en su cuerpo.
La estancia se sentía más caliente y el frío que antes les había provocado el mar estaba disipándose rápidamente, y sabían que no era por la leña consumiéndose frente a ellos
Ambos querían saciarse de la presencia del otro. Yoongi quería sacar de su mente todas esas fantasías que había resguardado con candado y finalmente liberarse ante el dueño de cada una de ellas, ahora por fin, sin ninguna barrera y con todos sus sentimientos aclarados. Sin miedo.
—Recuéstate para mí, príncipe... — Yoongi hizo acopio de todas sus fuerzas para desprenderse de los labios de Jeongguk, su mano acarició el dorso de la del menor sobre su propio rostro, sintiendo un tenue temblor en estas mientras lo sujetaba.
Jeongguk asintió, convencido de que Yoongi tenía todas las verdades absolutas, y encantado con la idea que le proponía. Quería tanto eso, que Yoongi lo cuidara nuevamente, que le devolviera la noción de que no estaba solo en el mundo, y de que había conseguido mucho más de lo perdido.
El menor se ayudó de sus tambaleantes brazos para reincorporarse y tomar lugar acostado a lado de Yoongi, el pirata pronto lo alcanzó y se tendió con cuidado sobre él. El estómago de Jeongguk se contrajo de anticipación cuando sus cuerpos encajaron, sus piernas se extendieron instintivamente para albergarlo en su cercanía, sintió su pecho palpitando contra el suyo y uno de sus brazos recargado a lado de su cabeza.
El frío había desaparecido totalmente, ahora su mente solo estaba llena del calor del cuerpo de Yoongi sobre él. No podía pensar en nada más, él podía estar loco por su presencia.
—Bésame, hyung... — su exigente suspiro hizo que Yoongi riera ronco sobre él, tornando sus pómulos rojos al darse cuenta de lo terriblemente necesitado que sonaba.
Yoongi dió un pico en la comisura de sus labios, dejándolo ido en el deseo de un toque más fuerte, pero en lugar de atacar su boca, el pirata descendió por el camino de su cuello, decorándolo con besos que humedecieron su piel y erizaron su cuerpo.
El camino continuó, Jeongguk tuvo que enredar su mano nerviosa entre los mechones oscuros del cabello de Yoongi mientras esté se sumergía cuesta abajo sobre su cuerpo.
—Yoon... — el menor jadeó entrecortado cuando sintió su vientre cálido por los besos que Yoongi había bajado hasta ahí. —Por favor...
No sabía por lo que estaba suplicando esta vez. Solo quería a Yoongi sobre su cuerpo, tocándolo y besándolo de esa forma hasta que saliera el sol.
Las ágiles manos del pirata lo terminaron de despojar de sus prendas interiores y fue consciente de la vergüenza inundándolo ante el panorama. Sin embargo, eso no hizo a un lado el placer del aliento de Yoongi cubriendo la punta de su miembro erecto, al tiempo que su mano tersa lo sujetaba por la base. Gimió largo y tendido, encogiéndose en su sitio, sintiendo las sábanas bajo él como llamas encendidas. Yoongi se apartó un momento, aún atendiendolo con su mano ágil.
—Sé un buen príncipe y abre tus piernas, Jeongguk — Jeongguk giró el rostro contra la manta bajo él en el suelo, abrumado por la vergüenza y la lujuria que la voz grave de Yoongi enviaban por todo su sistema. Aún así, como si estuviese en una clase de hechizo, él obedeció dócilmente y movió sus rodillas para darle más espacio a Yoongi entre ellas.
—Yoongi... — Jeongguk lloriqueó ante la primera lamida. Su vientre se contrajo con fuerza, la descarga de placer derivada de las consecuentes atenciones lo hicieron llevar su cabeza hacia atrás, rodando sus ojos de placer. — ¡Hyung! — Yoongi mantuvo sus manos sobre la cintura de Jeongguk, repartiendo caricias gentiles mientras bajaba su boca por el largo de la extensión del pelinegro, albergando su latente erección en su ardiente boca.
Jeongguk gimió encantado, sintiéndose fuera de sí ante cada succión que Yoongi tomaba sobre su sensible piel. Su cadera por instinto lo acompañó en un vaivén que lo hizo rodar los ojos, ambas manos enredadas en su cabello mientras sus piernas se extendían por completo ante el desborde de su placer.
Ahí, mientras follaba la boca de Yoongi, repitió su nombre mil veces entre suspiros ahogados. La neblina en su cabeza no lo dejó notar la reciente intromisión en su cuerpo, un nuevo nivel de placer construyéndose ante la punta húmeda de uno de los dedos de Yoongi presionando contra su estrecha entrada. Sintió que podría perder la cabeza con solo eso.
El placer se elevó por su ser, la cantidad del recorrido aumentando por los dedos de Yoongi en su interior, y la intensa liberación que lo alcanzó lo mantuvieron lloriqueando contra el suelo, mientras el pirata se encargaba de seguir atendiendo su cuerpo sobreestimulado.
La bruma post orgásmica que se extendió por su ser lo mantuvo hipersensible cuando Yoongi deslizó su boca fuera de su miembro, después de haber concluido magníficamente de tomarlo. Jeongguk buscó su mirada, está vez alejado de cualquier rastro de vergüenza y más bien ansioso por tener más de todo eso, más de Yoongi cuidándolo de esa forma.
Jeongguk se esforzó por reincorporarse y logró sentarse y alcanzar el rostro de Yoongi para atraerlo hacia arriba con él, besó sus labios abusados y se deleitó por la intensidad de su encuentro y el sonido lascivo de sus lenguas reclamándose. Yoongi lo estaba haciendo sentir tan bien, que no podía esperar para hacerlo sentir igual.
Se esforzó y cortó el beso, tembloroso pero decidido, se las arregló para girar su cuerpo débil y darle la espalda a Yoongi. Cuando su mejilla tocó la manta en el suelo que lo reposaba, sintió una ola de calor cubrirle el rostro al imaginar la clase de imagen que estaba ofreciendo, pero eso no fue suficiente para hacerlo retractarse de su deseo.
— ¿Qué significa ésto, Jeongguk?... — Yoongi disfrutó de la vista y no esperó mucho para tomar a Jeongguk de la cadera y hacer que se apoyara contra sus rodillas, aún con su cuerpo laxo reclinado y su rostro rojo contra el suelo. Jeongguk no podía verlo, pero el tono de voz casi le dijo que estaba sonriendo.
—Yoongi... — Jeongguk se quejó avergonzado, lo suficientemente expuesto como para siquiera pensar en una ingeniosa respuesta. —Solo... Entra, hyung. Te quiero.
Yoongi sufrió la intrépida ola de placer que lo invadió al escuchar la melodiosa voz de su príncipe pidiéndole que lo follara de una forma tan linda. No quería hacerlo sentir avergonzado ni humillado, pero es que no podría cansarse jamás de describir la majestuosa vista que podía ofrecerle desde ese lado, tan sensible y lascivo para él.
—Vas a tenerme, Gguk... — Yoongi se alzó sobre sus piernas también, sus manos delgadas tenían los nudillos rojos y dejaban dedicadas caricias sobre las caderas del menor, mientras encontraba el camino correcto para alinearse justo donde hacía unos segundos había preparado para recibirse.
Jeongguk soltó el nombre del pirata en una clase de lamento ahogado cuando la punzada de dolor se extendió por todo su ser. Sus manos se aferraron a las mantas debajo suyo y sus ojos se mantuvieron cerrados con fuerza. El dolor fue grande, pero no podía dejar de concentrarse en el agradable sonido de la respiración de Yoongi entrecortada tras él, grave y abrumada, como una melodía constante de caricias a sus oídos.
Quería más de eso, de Yoongi usándolo para su placer, no le importaba lo mal que eso podía sonar, él estaba terriblemente complacido y ansioso con la idea. La cadera de Yoongi tras él otorgó un movimiento lento y cuidadoso mientras se acostumbraba, y él pudo dejar de sentirse asustado cuando un choque de placer lo recorrió por completo.
Suplicó entre jadeos cortados. Lo hizo tratando de establecer sus propios movimientos, empujando su cuerpo hacia atrás contra el del pirata con cada encuentro, pronto la incomodidad de su cuerpo disminuyó y lo arrasaron unas ganas terribles de moverse, de estamparse más y más fuerte contra el cuerpo de Yoongi, de sentir que lo empujaba profundo y le arrebataba el aliento.
Antes de siquiera tener la oportunidad de pedirlo, los movimientos cesaron y él no pudo negarse a la rápida manera en la que Yoongi salió de él y lo hizo darse la vuelta para quedar nuevamente recostado sobre el suelo. Mirar su rostro enrojecido y sus labios entreabiertos, la expresión desgastada y la tensión en todos sus músculos; le arrebataron un gemido involuntario.
—Esto significa... — Jeongguk se las arregló para hablar claramente. —Que quiero que me folles — sus palabras atrevidas le dieron un estremecimiento al mayor, abrió sus piernas de nuevo para su disposición y se expuso deseoso y abrumado ante él.
—Sucio príncipe. — Yoongi apretó la mandíbula, soportando el irremediable deseo que lo invadió.
No fue capaz de detenerse más, él obedientemente tomó su lugar entre los muslos de Jeongguk y se enterró profundamente en el cuerpo de su príncipe, arrebatándole nuevamente el aliento.
No esperó más para cumplir su petición. Sus brazos se recargaron en el suelo mientras su cuerpo tomaba impulso para embestir al hombre bajo suyo, la espesura del ambiente envolviendolos en un trance del que no querían liberarse nunca. Yoongi se esforzó porque la cabeza de Jeongguk se elevara cada vez un poco más sobre el suelo después de cada embestida, profundo y certero. Estaba absorto en la bonita forma de los labios de Jeongguk, abiertos y húmedos, incapaces de parar sus gemidos, sus pómulos sonrojados y sus mechones largos enredados en un desastre maravilloso.
Jeongguk lloriqueó entre cada empuje, incapaz de armar una palabra entendible o coherente, pero Yoongi no necesitaba que lo hiciera, entendía todo lo que Jeongguk intentara expresar, la química y la terrible conexión entre ambos los hacía sentir que nadie más que ellos dos en el mundo existían. Lo besó para atrapar sus jadeos, las manos del príncipe lo tomaron del rostro y lo mantuvieron cerca en cada momento de su camino a la cúspide, sentía que necesitaba sostenerse de los labios de Yoongi para no morir.
Los movimientos cada vez más erráticos revelaron pronto su secreto, Jeongguk fue llevado al cielo por segunda vez, empujando la cabeza hacia atrás contra el suelo, mientras sus largas piernas se aseguraban de apresar el cuerpo de Yoongi contra sí mismo, buscando mantener y prolongar esa lluvia de placer y estrellas en su mente.
Yoongi por su parte, no buscó en ningún momento desprenderse; se aferró al cuerpo de Jeongguk, dejándose sostener sobre él mientras se vaciaba entre jadeos dentro del agotado cuerpo de su príncipe. Escondió su rostro en el cálido refugio que había entre el hombro y el cuello de Jeongguk, regalando ahí los últimos suspiros de su agitado asalto.
En medio del trance, una flor nueva de sentimientos se abrió en su pecho ante la cercanía y la intimidad del cuerpo de Jeongguk bajó él. Deseó con todo su ser, que esto fuera eterno y no le fuera arrebatado, no de nuevo.
—Por favor, no desaparezcas al amanecer... — la súplica de Yoongi quedó guardada en las clavículas de Jeongguk, mientras que su cuerpo cansado se relajaba cada vez un poco más en la calidez y la comodidad.
Jeongguk lo abrazó, sus manos dibujaron nuevas caricias sobre la espalda fuerte, y se animó a dejar un beso juguetón en uno de sus hombros.
—No hay otro lugar en el que deba estar tanto como contigo.
Su promesa otorgó la fuerza suficiente a Yoongi para levantar el rostro y mirarlo a los ojos.
La sinceridad que leyó en su expresión le concedió, finalmente, la seguridad de que por primera vez podía aceptar con plenitud su más grande e importante verdad: estaba enamorado del príncipe del mar.
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