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♡ ⁺ 17.1 › KOOKGI

"rudimentario"
› omegaverse au
› pt. 2 (de 3; en un ratito subo el otro, ya no en 6 meses JAJA T.T)


Para cierto punto de la noche Yoongi ya no pudo negarse a la oferta de Taehyung sobre hospedarse con él en su casa.

Es decir, era un desconocido, prácticamente. Pero era la persona a la que más le convenía que estuviera a salvo, y la cosa que pasó en casa con la familia de su padre había sido terriblemente incómoda.

Yoongi, en verdad lo siento mucho... — Jimin habló por la línea, su voz verdaderamente mortificada ante la situación. —Quería que te quedaras aquí pero...

—No debes disculparte, Jimin. No es culpa tuya, y entiendo. No quería causar molestias, todos ustedes están pasando un momento difícil ahora... — Yoongi trató de consolarlo, no le gustaba escucharlo así de desanimado; no lo conocía de nada, pero ya podía imaginar sus ojos llorosos y tristes mirándolo. —Taehyung me recibió en su casa, estoy aquí por si necesitas algo. Y también tienes mi número, así que...

Sí, comprendo. Ibas a sentirte muy incómodo con todo lo que pasó... — agregó con pesar en su suspiro. —No creas que los chicos son malos, por favor. Son buenas personas pero... Ahora están conflictuados con tu llegada, se les dificulta pensar con la cabeza fría, especialmente a Jeongguk.

Yoongi asintió pero hizo una mueca en desacuerdo a sabiendas de que Jimin no estaba mirándolo. Aquel tipo no parecía querer cambiar ni un poco de opinión, y si bien Taehyung le aseguró que no sería agredido físicamente, la intimidación era lo suficientemente eficaz como para tenerlo tenso y nervioso con solo recordarlo.

—Sí, supongo... No importa si no le caigo bien, intentaré no cruzarme en su camino.

No. Él lo tiene que asumir en algún momento, debe hacerlo. — Jimin se escuchó decidido al respecto. —No has hecho nada malo para merecer que te trate mal, él ni siquiera quiere darse la oportunidad de conocerte y eso está mal, y si todo lo que les importa es el estúpido testamento...

La voz de Jimin se cortó un momento, interrumpiendo sus palabras con un sollozo tenue.

—Tranquilo... No quería hacerte sentir peor este día. — Yoongi se sinceró, tal vez imaginar el rostro tierno de Jimin cubierto de lágrimas en ese momento, debido a una situación que se desencadenó gracias a él lo hizo sentir terrible, lo hizo sentir como si no hubiese tenido que poner un pie en ese pueblo jamás.

¡No! No es... Nada de esto es tu culpa, Yoongi... — Jimin se recuperó rápidamente, regulando su respiración y recobrando la compostura. —Escucha... De todas formas, yo no iba a ser capaz decírtelo de frente sin llorar, así que es mejor decírtelo ahora por llamada... — el beta rió avergonzado, fingiendo un poco de gracia en medio de su tristeza. —No sé si me creas o no, sé que no nos conocemos y tal vez no signifique mucho para ti descubrir de la noche a la mañana que tienes un medio hermano escondido en un pueblo... — Yoongi escuchó atento las palabras cautelosas del menor, dejó de hacer lo que hacía con su maleta sobre la cama en la que estaba instalándose y retuvo un suspiro. —Pero de verdad me puse muy feliz... Cuando Taehyung y mamá me contaron sobre ti. De verdad lo hice pese al dolor que sentía. No tengo idea de porqué papá jamás me habló de ti, ni conozco las razones que lo motivaron a todo esto... Pero en serio me alegra tener un hermano más, y me gustaría mucho que nos conociéramos debidamente, aunque se sienta un poco tarde para hacerlo ahora.

— ¿Te digo algo también?... — Yoongi sonrió contra su celular después de sentirse conmovido por la emoción de Jimin. —Tampoco iba a poder decírtelo de frente, no soy muy bueno expresándome, y te darás cuenta de ello con el tiempo. Pero también me alegra saber de ti. — Yoongi negó con la cabeza, sin poder creer que estaba diciendo aquello, pero con una sonrisa sincera; no mentía al respecto, y Jimin tenía razón en algo, era más fácil diciéndolo por llamada después de todo. —Siempre hemos sido mi madre y yo solamente, sé que tú tienes un montón de hermanos y que la manada es como una familia gigante o algo así, pero jamás imaginé que yo podría tener algo parecido. Te agradezco que seas tan amable conmigo, no me conoces y aún así decides enfrentarte a cuatro alfas que te doblan el tamaño solo para defenderme...

Esos tontos no pueden contra mi ni siquiera todos juntos. — Ambos rieron contentos, disfrutando de la ligereza que viene después de la sinceridad. —Desayunemos juntos mañana. Con mamá, a ella también le gustaría conocerte, y se distraerá un poco. No te preocupes por los chicos, ellos no van tratarte mal con ella presente.

—De acuerdo... — Yoongi accedió con cautela, pensando en lo poco entusiasmado que se sentía por vivir de nuevo una escena como la de esa noche, pero incapaz de rechazar el gesto de Jimin. —Suena bien. Iré por las nueve, ¿te parece?

Sí, es perfecto. — Accedió. —Bueno, entonces nos vemos. Ten una linda noche.

—Gracias, Jimin. Igualmente, descansa. — Yoongi colgó la llamada cuando escuchó el corte de línea.

Arrojó el celular a la cama antes de suspirar con pesadez debido a la vorágine de cosas que pasaban por su mente.

—Lo golpearé. — Yoongi se giró al escuchar a Taehyung hablarle de repente. El alfa castaño se recargó contra el marco de la puerta con brazos cruzados, la había dejado abierta mientras acomodaba sus cosas.

— ¿Qué? ¿A quién?

—A Jeongguk.

—No. No harás eso. — Yoongi buscó una señal de broma al respecto, pero Taehyung parecía hablar muy en serio mientras lo taladraba con su mirada. —No fue para tanto.

—Se lo advertí.

—Si vas y lo regañas como si fuera un cachorro, solo pensará que soy un soplón por correr a decírtelo todo. Eso no va a ayudar a que nos llevemos bien.

—En realidad no fuiste tú quien me dijo algo. Fue Jimin, y seguro que él aprueba unos cuantos puñetazos.

—Terriblemente hostil de tu parte. — Yoongi negó en desacuerdo con la idea, o intento de broma, aún no le quedaba claro, volviendo su atención a su ropa en la cama. —No apruebo ninguna clase de violencia, especialmente cuando esa violencia puede regresar a mi de algún modo. Ya es suficiente con tener a cuatro alfas detestándome, no los necesito también acechándome.

—Oh, ¿y cómo lo haría el citadino? Porque tu triunfal llegada a casa no resultó muy bien. — Taehyung se rió finalmente cuando miró al omega rodar los ojos ante su ironía.

—Lo solucionaré. Solo hay que darle tiempo, él... Está afrontando un duelo, no voy a juzgar a nadie por eso.

Yoongi recordó la sensación que lo invadió al estar de pie frente a la fotografía de Woohyun en el velorio, la pesadez y la tristeza sobre sus hombros. Es cierto que él no había hecho nada para merecer ser tratado como una mierda, pero aún podía ser un poco empático ante las diferentes formas de afrontar un duelo para todas esas personas. Mientras las cosas no escalaran a un punto peligroso, su paciencia se mantendría.

Quería hacer un esfuerzo. Por Jimin, principalmente. Había escuchado lo mucho que le importaba su familia, entendía el deseo por mantenerse unido a ellos y en armonía, no iba a ser un obstáculo en ello. Aunque cierto bravucón tatuado estuviera complicándolo.

—Eso no le da un pase gratis a ser un idiota. — Taehyung se reincorporó tomando la perilla de la puerta. —Le prometí a tu padre que ibas a estar seguro en ésta manada si así lo deseabas. Lo pienso cumplir.

—Lo sé. Y te lo agradezco. — Yoongi asintió, recordando las palabras de Taehyung en la taberna, cuando le contó un poco acerca de cómo habían llegado a toda esa situación. —No dejaré que me trate así otra vez, si se lo tengo que demostrar, lo haré.

—Me alegra saber que otro hijo de Woohyun siempre está dispuesto a poner en su lugar a alfas idiotas, hace mucha falta eso por aquí.

— ¿Empezando por ti? — Yoongi se permitió bromear un poco ante la ligereza en los ojos amables de Taehyung.

—Bebé, lo mejor siempre va para el final.

Taehyung sonrió, satisfecho de la confianza instalándose ahí en medio, y finalmente cerró la puerta de la habitación luego de desearle buenas noches a su huésped.

En sí, toda esa conversación con el alfa líder solo lo hizo sentir un poco más tranquilo. Lo que terminó de relajarlo para la mañana siguiente, sorpresivamente, fue la cálida sonrisa de la mujer que lo recibió en la puerta de la casa de su padre después de tocar.

El aroma a tocino frito, café colándose y pan caliente lo hizo mucho más fácil. Yara había sido amable en todo momento, y aunque pensó por un segundo que estaba siendo irrespetuoso al no darle su espacio tan solo un día después del funeral, la mujer no hizo más que bien recibirlo y tratarlo cálidamente. Es cierto que sus ojos estaban tristes, pero tenía una hermosa sonrisa puesta en los labios que animó a Yoongi a acompañarlos.

Yoongi solo podía pensar en cuánto podía romperse su corazón por perder a su compañero. La noción era amarga incluso para él, que poco sabía de cosas como el amor romántico y relaciones de pareja. Solo había tenido algo parecido una vez en su vida, y duró muy poco, de hecho terminó terriblemente, si podía agregar. Y Yara y Woohyun habían compartido largos y prósperos años formando una familia sólida y unida, por lo que que podía ver.

Para su fortuna, decidió, solamente fue acompañado por Yara y Jimin. El resto de los hermanos no habían aparecido al desayuno, y Yoongi no estuvo seguro de querer tener respuestas de porqué. ¿Era por él, cierto?

—Supongo que Taehyung te habrá informado del negocio que atendemos en el pueblo. Mis hijos, Hoseok y Namjoon están encargados hoy, se levantan muy temprano para ir a trabajar. Pese a la ausencia de Woohyun, no podemos detener las actividades. — Yara explicó cuando sirvió leche en su taza de café. —Mi hijo mayor, Seokjin, trabaja en otro lugar, pero le han dado unos días libres; él en realidad no vive aquí, tiene su propia casa con su pareja pero vendrán más tarde a acompañarnos. Y mi hijo Jeongguk... — La mujer soltó un suspiro tendido, como si tan solo mencionarlo la cansara, Jimin a su lado la tomó de la mano y sonrió con ligereza.

—Él es parte de la comitiva de Taehyung. Podría decirse que es una clase de policía, si lo quieres ver así. Pero aquí les llamamos ejecutores, es distinto pero comparten algunas cuantas funciones, trabajan para el concejo. — Explicó Jimin por su madre, tratando de crear un panorama más claro para Yoongi. —Y hablamos con él. Confiaremos en su palabra ésta vez.

—Oh, bien. — Yoongi dio un sorbo a su jugo de naranja, tratando de ocultar lo nervioso que lo ponía escuchar las palabras "confiar" y "Jeongguk" en una sola oración armada.

—Entiendo que eso no te deja tranquilo en absoluto, pero hemos podido razonar con él después de lo de ayer. — Explicó el beta, leyendo el lenguaje corporal de Yoongi con extrema facilidad. —Jeongguk puede no admitir sus errores fácilmente, pero no los comete dos veces, te lo prometo. Y si su palabra no te hace sentir seguro, entonces te doy la mía.

—Y la mía. — Agregó Yara, tomando la mano de Yoongi sobre la mesa. —No debió haberte tratado así, y mucho menos ahuyentarte de la casa de tu padre.

—No quiero crear mal entendidos. No estoy interesado en desalojar a nadie de ningún sitio, ni pelear por nada...  — Yoongi aprovechó la oportunidad para decir aquello. Necesitaba que lo tuvieran claro.

Si bien era cierto que su presencia en ese lugar se debía al testamento, no iba a exigir cosas que no sentía corresponder. Había acudido no solo por el asunto legal, sino por una necesidad de respuestas, quizá incertidumbre, guiado por la curiosidad de conocer finalmente algo proveniente de su padre.

—Y te lo agradecemos, por eso los chicos debían conocerte antes de decidir cualquier cosa. Pero fueron necios. — Jimin se lamentó. —Aún así, tienes éste sitio aquí. Ahora también es tuyo, es lo que papá quería, después de todo.

—Gracias. Haré mi mejor esfuerzo porque las cosas vayan bien. — Yoongi dijo con sinceridad, agradecido de la buena voluntad de ambos hacia con él. El camino no sería tan rocoso después de todo.

El desayuno avanzó en una amena conversación, preguntas personales y anécdotas ocasionales. Yoongi sació la curiosidad de ambos y no se sintió juzgado por ninguno. Él también hizo preguntas, trató de no ser invasivo, y mucho menos entrometido, solo cosas que le servirían para saber cómo tratarse, cómo iban las cosas en ese lugar.

—Yoongi. — Yara hizo énfasis al llamarlo, tomándose un tiempo para medir sus palabras antes de continuar, aún así, su voz siguió siendo inmensamente dulce. —Sé que no puedo hacer nada para cambiar el pasado... Sé que lo ideal hubiera sido que tú tuvieras tu lugar aquí desde hace muchos años, que Woohyun te hubiese acompañado y formado parte de tu vida. Hay tantas cosas que debimos hacer de otra forma...

La mujer pareció mortificada mientras recitaba esa clase de confesión o disculpa, Yoongi no estaba seguro, pero no quería tenerla. Es cierto, había malas decisiones tomadas por todos lados, pero no le correspondía juzgar a esa mujer. No le correspondía juzgar a su madre, ni a su padre. No quería cargar más con el pesar de las cosas que estuvieron fuera de su control.

—Lo que mamá quiere decir... — Jimin intervino, después de notar el nudo en la voz de su madre. —Es que puedes contar con nosotros como si nos hubiéramos conocido desde siempre.

Yoongi sintió una sensación cálida en el pecho ante la sinceridad de Jimin y la sonrisa que Yara le obsequió. Por primera vez desde que llegó, sintió como si pudiera confiar y eso fuera verdad.

Los días transcurrieron con relativa tranquilidad después de eso. Yoongi había conocido a los hermanos a su tiempo y debidamente.

Seokjin había sido el primero, ese mismo día del desayuno más entrado el día. A pesar de la rigidez en su postura, fue cortés y moderado en todo momento; Yoongi intuyó que se debía principalmente al amable omega que lo abrazaba por el brazo y lo animaba a conversar, su compañero. Evidentemente el alfa no estaba feliz en su presencia, pero no se sintió ofendido o intimidado en ningún momento. Un poco incómodo, quizá, pero no forzó las cosas

La presentación con Namjoon y Hoseok, por otra parte, había sido mil veces más agradable. Fueron educados y si estaban disgustados con su presencia, no lo demostraron en ningún momento, aunque antes de conocerlos Jimin le aseguró que no eran tan temperamentales como Jin y Jeongguk, y que eran mucho más faciles de tratar. Fue bueno saberlo.

Y el último hermano, por supuesto, había tenido el ceño fruncido durante todo su intento de disculpa cuando se miraron por segunda vez. Tenso y áspero, si se lo preguntaban.

—Yoongi. — Su nombre carraspeó en la garganta del alfa, casi como si le picara, los hombros firmes y el pecho alzado mostraban una postura segura, pero su mandíbula tensa y los ojos puestos en todos lados menos sobre los suyos, le recordaban la poca disposición que en realidad tenía. —Te debo una disculpa. Yo no debí... — Una mueca entre avergonzada y pensativa, para finalmente mirarlo a los ojos. —No debí haberte insultado así. Actué por impulso y eso estuvo mal. Puedes estar aquí, y acompañar a Jimin todo el tiempo que quieras.

Yoongi se sintió rígido en su sitio mientras los ojos negros de Jeongguk lo perforaban, sintió la tensión en toda su postura, y a pesar de que no estaba diciéndole nada ofensivo ésta vez, volvió a sentir la ola de nervios recorrerlo al estar en su presencia.

—Está bien. Gracias, Jeongguk. — Yoongi se sintió avergonzado también, por una razón que no entendía. Él había sido el ofendido en primer lugar, ¿por qué se sentía como si estuviera haciendo algo malo? —Nunca ha sido mi intención pelear con alguien aquí. Solo para que lo sepas, puedes estar seguro.

Jeongguk asintió, la expresión en su rostro suavizándose un poco. Eso era una buena señal, pensó Yoongi. Ya no lucía como si quisiera darle un puñetazo en cualquier momento, eso fue un alivio. Parecía un tipo serio, quizá era su forma de ser después de todo. Aún así, Yoongi había hecho un intento débil por entablar más conversación con él después de esa incómoda interacción, pero Jeongguk no mostró ninguna pizca de simpatía por corresponderle. Lo cual lo dejó en un buen sitio para continuar: mejor mantener la línea de lo formal y estrictamente necesario, al parecer.

La primer reunión con los abogados fue a las semanas, Taehyung se había encargado de orientarlo en todo momento, junto a Jimin y Yara. No tenía mucho que decir en realidad, él no tenía planeado adueñarse salvajemente de nada, como ya había aclarado, ni mucho menos iniciar una disputa por algo.

La casa de su padre, si bien estaba ahora a su nombre, seguía siendo el hogar de la familia y él no quería que se fueran de ahí; no iba a negar que le parecía increíble que su padre decidiera darle la casa de su familia, sabía lo mucho que podía representar para ellos, perder el lugar en el que crecieron, y entendía quizá la desconfianza inicial de los hermanos, ante la posibilidad de que él pudiera destruir todo eso solo por una decisión sin pensar por parte de Woohyun.

Era su hijo, sí. Pero no lo conocía, no sabía si era un buen tipo o no. Por supuesto que Yoongi no iba a a hacer algo como eso, pero pensar que su padre tomó esa decisión sin saberlo, lo hizo sentir extraño. Yara le explicó, que en realidad ese había sido su acuerdo desde que se conocieron, a pesar de haber vivido juntos ahí por tanto tiempo; ella y el hombre habían arreglado hace mucho tiempo y tenía una propiedad a su nombre en caso de que Yoongi deseara habitar la casa.

Lo que sea que tuviesen que solucionar con el banco lo harían a su debido tiempo, el negocio pertenecía a Yara y por consecuente a los hermanos que lo mantenían, pero Jimin le había sugerido que si quería, podía incorporarse de alguna forma para trabajar con ellos. Y finalmente, la cabaña, era suya.

— ¡La arreglaremos! Haremos la debida reparación y volverá a ser un lugar encantador como antes. Mamá me ha enseñado fotos de cómo se veía cuando papá recién la levantó, ¡era hermosa! como una casa mágica de cuento de hadas.

Jimin recitaba con ilusión, mientras avanzaban por la acerca rumbo al bar del poblado; el beta lo había empujado para que lo acompañara a celebrar el cumpleaños de uno de sus amigos, y coincidía con un partido de fútbol que tenía a todos emocionados por verlo en el establecimiento. Era la primera vez que salían juntos a un lugar, es cierto que habían estado conociéndose y visitado algunos sitios, habían estado rememorando sus vidas y ahora se sentía como algo más casual, algo que haría cualquier par de hermanos que se conocen desde siempre.

Yoongi lo escuchó con una sonrisa, tratando de imaginar cuán adorable podría ser eso. ¿Una cabaña cercana al bosque? Sonaba bien, de hecho. Si se ponía creativo, podía empezar a imaginar la vida de omega campirano que tantas veces había visto vendida en películas y libros de romances de época.

La noción lo hizo reír de sí mismo. Sonaba ridículo incluso en su cabeza, pero no negó el ligero toque de emoción compartida con Jimin. Quién sabe, quizá podría hasta poner su propio huerto, aprender a preparar infusiones, recetas herbales y hablar con los animales del bosque.

—No sé si estoy listo para ser un hada del bosque... — Objetó, solo para no perder la costumbre de ser el pesimista entre ellos dos.

—Oh, si tú no lo estás, yo completamente sí. — Ambos rieron, terminando el trayecto una vez en la puerta del local. Yoongi sintió su celular vibrar y tuvo que indicarle a Jimin que lo alcanzaba en un momento después de atender. Así fue y Jimin se retiró primero.

— ¿Hola? — Yoongi contestó, el número era desconocido, y aunque usualmente no respondía llamadas sin registrar, últimamente tenía que hacerlo debido a todos los asuntos legales y de nuevas personas que estaba conociendo.

Extrañaba tanto escucharte, Yoon, ¿cómo estás, bebé?... — Yoongi se tensó por completo ante la voz inconfundible hablándole. —He terminado los asuntos que tenía, lamento haberte tenido abandonado tanto tiempo. Fui a buscarte a tu casa pero tu madre me dijo que estabas fuera de la ciudad, fue muy vergonzoso explicarle que no me lo habías dicho...

Yoongi tragó saliva para pasar el nudo de su garganta. Caminó unos pasos lejos del bar y del bullicio, sintiéndose terriblemente angustiado ante la idea de Dakho presentándose ante su madre otra vez.

—Dakho, te dije que no me buscaras más. — Yoongi fue paciente y respetuoso. Su tono sereno pero firme, no reflejaba nada de la inquietud que en realidad estaba sintiendo por siquiera pronunciar el nombre del hombre.

Había pasado un tiempo, a decir verdad. Pensó que Dakho finalmente había entendido las cosas, que se había librado de él y cortado el contacto por completo. Y aún así...

Oh, bebé Sé que no lo decías en serio, siempre es así, ¿no?... — El tono meloso con el que hablaba lo hizo sentir invadido, de una forma desagradable, como si justo en ese momento corriera una clase de peligro que no podía ver. —Afortunadamente, pude conseguir que tu madre me dijera a dónde habías ido. Así no tendríamos que esperar mucho más para vernos. Estoy en este pueblo, dime dónde estás.

Yoongi contuvo la respiración un segundo. El segundo en el que sintió un sudor frío pasarle por el cuerpo ante la idea de mirar al hombre de nuevo. Fue terrorífico, de hecho, imaginar cómo había actuado ante su madre para hacerla decir dónde estaba. Probablemente había sido encantador y amable, tal y como ella pensaba que era. Siempre lo era, por supuesto, hasta que explotaba.

—Lo dije en serio, Dakho. Lo dije jodidamente en serio. No quiero volver a verte. — Yoongi apretó el celular con fuerza, afrontando el verdadero discurso de insultos que quería darle. —Lo hablamos. Muchas veces, te lo he dejado claro, ya no estamos juntos.

Ah, Yoongi. Pensé que ésta vez no serías tan necio, amor. — El hombre soltó un suspiro largo, endureció su voz al continuar, dejando todo rastro de la amabilidad que había estado fingiendo: —Estoy llegando por ti. Subirás al auto y dejaré pasar tu insolencia ésta vez, ¿de acuerdo?

—No. ¡Por supuesto que no, Dakho! — Yoongi fue incapaz de ocultar su incredulidad ante la osadía del hombre. —No estoy yendo contigo a ningún puto sitio. Te lo he dicho de mil formas, deja de buscarme.

Yoongi fue conciente del temor en su voz. Finalmente se permitió demostrarlo. Con Dakho, siempre había intentado mantener la calma desde que se dio cuenta de la locura que guardaban sus acciones, de su insana obsesión por querer tenerlo vigilado en todo momento y decirle qué hacer; esa había sido la primer razón por la que terminó su relación con él hacía casi un año.

El hombre regresaba cada cierto tiempo, como si ninguna ruptura hubiera pasado entre ambos y pretendía que era el mejor novio del mundo.

La primera vez que pasó, Yoongi se sintió confundido, creyó que Dakho estaba bromeando y siendo un idiota, sin embargo, fue lo suficientemente inteligente como para no retarlo con una negativa y sacarlo de sus casillas, ya que se dio cuenta de cómo podía escalar la situación.

Si se ponía violento e intentaba hacerle un daño de verdad, si le decía a alguien más que estaba siendo acechado por su ex novio, si ponía en riesgo a algún ser querido por darle la contraria y no seguirle el juego, se arrepentiría inmensamente.

Fue de esa forma en dos ocasiones más.

La segunda vez que Yoongi lo confrontó sobre dejarlo en paz y cortar toda relación, fue de hecho, la más aterradora. Había caído un poco en desesperación para ese entonces, en especial porque había sido cuando el hombre se apareció por primera vez ante la puerta de su madre fingiendo ser un novio caballeroso que llevaba flores para él.

Ahí fue cuando Yoongi tuvo que fingir que estaban juntos de nuevo, que eran una pareja feliz y que su madre no temiera por él. Que todo eso estaba bien, cuando en realidad Yoongi solo deseaba no volver a verlo nunca más.

Por supuesto que su madre sabía de Dakho con anterioridad, le había hablado de él cuando comenzaron a conocerse, estaba emocionado y había sido iluso, pero se animó a contarle a su madre cada detalle de su primer y único noviazgo. Casi cada uno de ellos.

No le habló sobre su decisión de terminarlo la primera vez, principalmente por vergüenza. Y mucho menos le contó de sus actitudes intimidantes y su personalidad demandante detrás de su fachada. Para nada le habló de cuando las cosas se tornaron extrañas, o cuando decidió terminarlo. En ese entonces, había decidido que no quería causarle más preocupaciones a su madre, no quería que tuviera que distraerse de sus asuntos solo porque él había sido un insensato que eligió al tipo chiflado.

Ahora en realidad, seguía pensando igual, y su madre no necesitaba más angustias, mucho menos por su culpa. Pero tampoco podía soportar la idea de que corriera peligro, de que Dakho pudiera acercarse a ella con tanta facilidad.

La tercera vez, Dakho había llevado sus amenazas un poco más lejos; si bien Yoongi siempre estuvo malamente acostumbrado a sus bruscos apretones y sus jalones inesperados, las marcas rojas en sus muñecas y los moretones oscuros en su cuello de aquella ocasión, habían representado una prueba real y tangible de que no podría deshacerse él tan fácilmente.

Había pensado, ilusamente, que la oportunidad de tener un sitio fuera de la ciudad, no importaba si era en la manada o no, le ayudaría con ese problema. Tal vez viviendo lejos, Dakho se olvidaría de él y detendría su constante caza, y así él podría volver a respirar tranquilo. Pensó que su padre dándole un refugio, de alguna u otra forma, significaba una clase de señal del destino que debía aprovechar.

Fue la principal razón por la que emprendió todo eso, en un principio. No cobrar cierta cifra o tener propiedades a su nombre; sino tener un escondite, un lugar seguro y propio.

Ahora se percataba de lo equivocado que estuvo al pensar que tenía esa opción. Dakho no lo habría permitido jamás.

Sube al auto. — La orden fue dicha con voz grave y densa. Ni un rastro de la amabilidad de hace unos segundos. Yoongi retuvo el aire cuando un familiar auto aparcó justo en la acera de su lado. Sus piernas temblorosas lo ayudaron a retroceder unos pasos pese al miedo, pero no pudo moverse más, sintiéndose petrificado. La imagen de Dakho bajando y azotando la puerta tras él, aún con el celular en mano, lo hizo darse cuenta de que no era una pesadilla y estaba pasando de nuevo. —No quieres hacer una escena, ¿o si?

Yoongi se tragó las inmensas ganas que tenía de empujar al hombre frente suyo, de golpearlo e insultarlo tanto fuera necesario para que desapareciera de su vista y de su vida para siempre. Pero no hizo eso. No lo haría. No a mitad de la vía pública, cerca de personas que no tenían absolutamente nada que ver con sus problemas personales, por mucho que estos lo sobrepasaran.

— ¿Por qué... — Yoongi inició la pregunta sin aliento, pero no la terminó, al él mismo darse la respuesta. Por supuesto que Dakho no descansaría hasta encontrarlo, había sido así los últimos meses. Pensar que finalmente había escapado de él lo hizo sentir estúpido. —Te he dicho que te alejes de mí. Te lo he dicho tantas veces, ¡no quiero verte!

Yoongi se sintió presa del pánico finalmente, dándose cuenta del desborde de sus emociones. Tomó aire y guardó su celular con manos temblorosas. Debía mantener el control, por su seguridad y la de cualquier otro, no quería generar disturbios. Era solo que, la última persona que imaginó ver en ese lugar, era justo de la que estaba escondiéndose constantemente.

—Yoongi, dejaré que razones por tu cuenta. — Las palabras de Dakho parecían amables, pero detrás de ellas, la sombra de su voz las oscurecía de una forma intimidante. —Antes de meterte en el carro para largarnos de aquí. ¿Qué es este lugar, de todos modos? No sé me ocurre qué asuntos tienes en región de manadas. ¿De verdad piensas que vas a esconderte de mi?

—No estoy escondiéndome... — Yoongi aún disimuló un poco, en especial cuando notó la forma en la que los brazos del hombre se tensaron y avanzó unos pasos hacia él. —Yo también tenía asuntos que arreglar, ¿de acuerdo?

— ¿Qué asuntos? — El hombre se inclinó hacia Yoongi cuando éste trató de retroceder más, casi llegando a la pared.

—Asuntos. Solo cosas familiares. — Yoongi le respondió con voz más tranquila, pero aún terriblemente nerviosa. Necesitaba mantenerlo a raya. —Estoy aquí unas semanas, es todo.

—No lo arruines de nuevo, Yoongi. — Dakho finalmente lo alcanzó, lo sujetó del brazo y lo dejó presionado contra la pared. La mirada fría en sus ojos lo hizo sentir diminuto, terriblemente vulnerable. Lo era, de hecho. Dakho podía arrastrarlo a su auto y conducir de regreso a la ciudad sin problema, tal y como decía.

—No creo haber escuchado mal. — Una tercera voz, ajena a la tensión, apareció por el lado lateral de la calle en la que discutían. Yoongi sintió su sangre helada, ya no sabía si era por culpa de su agresor o por el hecho de haber sido descubierto por la última persona que imaginó. —Dijo que te alejes. Suéltalo.

Dakho giró hacia la persona que los interrumpió, suavizó el agarre que tenía sobre el brazo de Yoongi y orquestó una sonrisa amable en dirección al alfa recién llegado.

—Hey, no es nada, amigo. Mi omega solo está siendo insolente, lo sabes, ¿no? — Yoongi sintió sus ojos llenarse de lágrimas, la rabia y la humillación mezclándose lo hicieron bajar la mirada al suelo de concreto y evitar a toda costa la de Jeongguk frente a ellos.

Quería empujarlo, soltarse de su agarre y gritarle que no era su omega, quería tanto descargar su enojo y su desesperación en su contra, pero sabía que eso solo lo haría peor, no tenía ninguna oportunidad contra él, la única manera que tenía de manejarlo, era actuando su obediencia. Y hacerlo le revolvía el estómago.

—No soy tu amigo. Suéltalo. — Jeongguk insistió. Su mirada firme en la del alfa desconocido, la amenaza ahí puesta.

—Estábamos yéndonos, no causaremos más problemas, ¿cierto, Yoon?...

Jeongguk no repitió su orden, en su lugar, fue consistente y tomó a Dakho por la tela de su camisa bruscamente, casi levantándolo del suelo, causando que liberara a Yoongi para responderle la provocación, empujándolo de su agarre con la misma fuerza.

—Jeongguk, no. — Yoongi se apresuró a interponerse entre ambos hombres, presa del pánico al imaginar que comenzaran una pelea en medio de la calle. Empujó suavemente a Dakho de regreso a la pared, tratando de hacer que el alfa volviera su atención a él y terminara el duelo tentativo. —Tienes que irte, Dakho. Por favor.

Yoongi pidió con desesperación, finalmente, deseando con todas sus fuerzas que todo eso terminara. Dakho lo miró con el ceño fruncido, la emociones cruzando por todo su semblante y ese brillo amenazante al que tanto estaba acostumbrado. Sabía que Dakho respondería a cualquier ataque, pero también sabía que no era completamente idiota, si iniciaba un altercado en territorio de manada, las cosas podían terminar muy mal para él. Ese había sido su primer error a su favor, por lo menos.

Jeongguk escuchó el balbuceo de Yoongi mientras contenía al alfa que lo tenía temblando de miedo hace unos momentos. Lo recorrió una desagradable sensación de molestia. Yoongi no tendría que estar suplicándole nada a ese hombre. No si estaba en sus malditas manos evitarlo.

Se dejó guiar por ese nuevo impulso. El de hacer que Yoongi estuviera lo más lejos posible del alfa que tanto lo aterroriza. Ese era su trabajo, después de todo. Y aunque en un principio se había dejado cegar por sus propias convicciones y prejuicios, de repente sentía como si no tuviera otro propósito más que ese.

Así que fue de nuevo, sin importarle el esfuerzo de Yoongi por evitar el enfrentamiento. Colocó su brazo frente al abdomen de Yoongi, sin sujetarlo pero guiándolo para hacerlo retroceder del alfa con cuidado, Yoongi obedeció indeciso, tomando lugar detrás de él, dejándolo finalmente fuera del alcance de Dakho; no fue brusco ésta vez al acercarse al sujeto, dejándole claro al omega que él no sería el primero en atacar, pero sí en imponerse.

—Yoongi es miembro de ésta manada y está bajo mi protección y la de todo alfa del territorio. No tienes ningún derecho a llevártelo, ni mucho menos a someterlo en contra de su voluntad. Si vuelves a intentarlo, serás perseguido por nuestras leyes, y estaré encantado de ser yo quien te muestre cómo funciona la justicia en las manadas para alfas como tú.

Yoongi miró al suelo mientras Jeongguk recitaba su advertencia, aún temeroso de cualquier reacción violenta por parte de ambos, pero agradecido por la distancia tomada. Extrañamente, entre el temor y la vergüenza, una ola de alivio lo invadió ante el hecho esclareciéndose: pertenecía.

Soltó un suspiro que no sabía estaba reteniendo. Como si pidiese respirar libremente después de mucho tiempo. No estaba seguro de muchas cosas en su vida, pero la convicción en las palabras de Jeongguk, lo hizo sentir como si pudiera empezar a estarlo.

Dakho miró en dirección a Yoongi, el enojo y la confusión en su expresión lo hicieron tensarse de nuevo, tan acostumbrado a esa reacción. Evitó su mirada cuando el alfa retrecedió en dirección a su auto, Jeongguk lo dejó rodearlos, aún manteniéndose frente a Yoongi, evitando cualquier mínimo acercamiento.

No hubo más intercambio de palabras, no fue necesario. De momento. Dakho subió a su auto, la molestia en toda postura era evidente mientras sujetaba el volante y arrancaba por la calle.

Había terminado. Por fin. Yoongi sintió una clase tranquilidad que tenía meses sin experimentar. No era absoluta, pero fue una sensación agradable. Se reconfortó en el hecho confirmado de que por fin, había un lugar en el que Dakho no podría alcanzarlo fácilmente, tal vez, después de todo, lo había logrado.

— ¿Te lastimó? — Yoongi no se percató de cuándo Jeongguk dio media vuelta a su dirección. Probablemente cuando se aseguró de que el carro del alfa indeseado desapareciera de su vista.

—No. No es nada... — Yoongi intentó cubrir la piel de su brazo, donde Dakho había sujetado, cuando Jeongguk dirigió su mirada a inspeccionar ahí. Tenía un leve enrojecimiento, pero nada de gravedad.

— ¿Siempre es de esa manera?... — Jeongguk preguntó después de mirar su piel dañada, la molestia instalándose en sus entrañas. —Tu alfa debería protegerte, no aterrorizarte.

—No es mi alfa. — Yoongi se apresuró a afirmar, casi ofendido por el hecho de que Jeongguk creyera eso. —No soy su omega. — Agregó, recordando cómo Dakho lo había dejado en el aire, sintió la necesidad de negarlo en voz alta, de deslindarse incluso de la afirmación. —Salimos un tiempo, antes de que fuera tan controlador, pero lo terminé y...

Yoongi comenzó a explicar, pero fue bajando la mirada al suelo y sobando su piel magullada para modular su ansiedad, avergonzado de tener que explicarle a alguien por fin lo que pasaba. No estaba orgulloso, y se sentía responsable, de alguna forma, por ponerse en peligro a él y a sus seres queridos, y ahora a los miembros de la manada. La noción opacó todo el alivio que lo había recorrido, había dicho que no causaría problemas, y sin embargo, había traído a Dakho hasta ahí.

— ¿Cuánto tiempo tiene persiguiéndote?

—Unos meses... — Yoongi fue vago al responder, pero no se negó. No es que Jeongguk lo estuviera obligando a decir cualquier cosa, pero se lo debía. Después de todo estaba ayudándolo. —Quise hacerlo entender pero, él siempre volvía y no quería que enloqueciera o algo así.

—Los tipos así nunca lo entienden. Cree que eres de su propiedad, no va a soltarte solo porque se lo pidas. Debiste buscar ayuda desde el principio. — Jeongguk habló decidido, casi molesto ante la idea de que Yoongi hubiese lidiado con más situaciones parecidas y no tuviese protección alguna, o el territorio para resguardarse de su acosador. Yoongi reflexionó en la conclusión de Jeongguk, consiente de ello. Lo sabía, por supuesto. Ahora lo hacía. Se sintió un idiota por pensar que lo podría controlar, no estaba manejando nada, había sido insensato y puso en peligro a su madre y amigos. —Pero no es tu culpa. Tenías miedo, pude verlo. Y te aseguro que no volverá a acercarse a ti desde ahora, de mi cuenta corre.

Yoongi levantó la mirada finalmente, la presión en su pecho se aligeró ante la comprensión dibujada en las pupilas del alfa, ante la seguridad que sus palabras le transmitieron. Sabía que era demasiado apresurado de su parte sentir tal alivio, pero por primera vez en su vida, sintió como si fuera correcto dejar que alguien más lo protegiera si no estaba en sus manos hacerlo bien.

No estaba acostumbrado a la sensación, evidentemente. Pero no fue desagradable, al contrario. Y le pareció sorprendente que fuese Jeongguk el causante de ella, el tipo que le había hecho sentir absolutamente todo lo contrario la primera vez que se conocieron. La ironía fue casi graciosa. Hubiera reído de no ser por la tenue angustia aún revolviendo su estómago, y por la figura de Jimin saliendo del bar y aproximándose a ellos.

—Gguk, pensé que no vendrías... — Jimin fue obvio en su sorpresa cuando los encontró, pero aún así sonrió ante su hermano conversando con Yoongi.

—Sou me escribió. — Jeongguk respondió casualmente, metiendo una de sus manos en el bolso de su chaqueta y sacando una caja de cigarrillos.

—Sí, me preguntaba por ti y Yoongi... — Jimin miró Yoongi esta vez, con su curiosidad brillando aún más, sería más fácil sacarle las cosas a Yoongi que a Jeongguk. El omega asintió, a punto de dirigir sus pasos rumbo al bar de una vez, pero Jeongguk fue más rápido al hablar.

—Dile que vamos en un momento. — Jeongguk extendió la cajetilla hacia Yoongi, quien entendió claramente que su conversación no había terminado aún.

Jimin observó cómo Yoongi tomaba un cigarro de los que Jeongguk le ofrecía y lo colocaba entre sus labios, dándole a entender que fumarían antes de entrar. El beta asintió, aún intrigado por la inusual e inesperada amigable interacción entre ambos de sus hermanos.

—Correcto. Los veo en un rato. — Jimin finalmente dio media vuelta con una sonrisa y corrió de regreso a la reunión. Yoongi suspiró aliviado cuando lo miró entrar al bar. Pensar en tener que explicarle la situación a su hermano lo hizo sentir enfermo, pero sabía que lo tenía que hacer, no podía ocultarle algo tan importante por mucho tiempo.

Quitó el cigarro de entre sus labios y lo extendió de regreso a su dueño. El gusto del tabaco lo hizo arrugar la nariz suavemente. No es que fuese asqueroso, pero no era de su agrado.

—En realidad no fumo. — Explicó ante los ojos cuestionantes que lo miraban.

Jeongguk guardó la cajetilla y aceptó de vuelta el cigarro. Lo llevó a sus propios labios y se encargó de tomar una poca más de distancia sobre la acera para poder encenderlo. Yoongi no pudo evitarlo, siguió con la mirada cada uno de sus movimientos, desde sus dedos largos empujando el encendedor, hasta la presión que sus labios ejercieron sobre el cigarro, justo donde él había hecho lo mismo. Miró el viaje de la primera calada irse por el cielo, y notó el aura de relajación que recorrió su seria expresión.

— ¿Por qué no viniste antes? — La pregunta viajó en el aire junto con el humo durante unos segundos, suspendida entre ambos.

— ¿A qué te refieres? — Yoongi no estuvo seguro de entender, no lo hizo, a decir verdad. Pero ahora estaba curioso de Jeongguk, de su inesperada apertura a tener una conversación decente con él sin parecer obligado o tenso en su presencia.

—Aquí. Si hubieses venido desde antes, ese tipo no te hubiera acechado por tanto tiempo. Si hubieras venido aquí cuando Woohyun estaba vivo, habrías tenido tu lugar y nuestra protección.

Yoongi sintió un retorcijón en el estómago ante la mención de su padre. Ante la idea más bien, de haber tenido la oportunidad de conocerlo, de haberle pedido su ayuda. La sensación fue extraña. Jeongguk lo preguntaba como si hubiese tenido la opción desde siempre, y no había sido así.

— ¿Por qué vendría antes si nunca fui llamado? — Yoongi fue sincero, y el interés de Jeongguk fue genuino también.

— ¿Debías esperar a que muriera? — Jeongguk preguntó con un tono de sorpresa, casi ofendido.

Podía admitirlo para ese punto. Parte de su problema con la llegada de Yoongi, había sido que nunca antes apareció en el pueblo a visitar a Woohyun. No se trataba solamente del testamento, era algo más profundo, algo más sagrado para los cambiaformas de manada. No entendía cómo había podido vivir lejos de su lugar predilecto, y haber aparecido solo un día al funeral de su padre y a reuniones con abogados.

Lo hacía sentir terrible, incluso cuando Woohyun no era su padre biológico, lo quería como tal, y la indiferencia de un hijo renegado lo hizo enfurecer desde que se enteró de ello. Ahora bien, podía ver qué Yoongi no era un hijo de puta como tal vez imaginó en un principio, pero aún quería entender sus razones. Aún quería saber por qué había estado lejos de sus vidas.

Yoongi sintió una punzada de culpa picarle el pecho. Si Jeongguk lo decía así sonaba terrible. Hasta antes de la muerte de Woohyun, Yoongi no sabía nada de él. No supo nunca a qué manada pertenecía, no supo de su familia, no supo de sus motivos para no estar presente en su vida. No supo nunca nada como para siquiera concebir que podía acudir a él.

—Supongo que eso es lo que te molesta, ¿no? Que parezco un hijo malagradecido e interesado.

— Sí. — Jeongguk propagó una nube de humo, soportando la tensión de esa incómoda, pero necesaria conversación. —Es lo que pensé de ti en un principio.

—Él era mi padre, ¿bien? Pero nunca apareció. Ni una sola vez. Ni siquiera cuando le pedía a mamá que lo llamara. Dejé de esperar que apareciera en un punto de mi vida, pero aún así sentía como si quisiera conocerlo y siguió sin aparecer. ¿Por qué vendría yo, a un lugar completamente desconocido, a buscarlo sin tener idea de si él quería verme en realidad?

Yoongi fue sincero. No iba a culpar a Jeongguk por pensar mal de él. Era factible, cualquiera lo hubiera hecho, pero dado que no era su caso, que él no había aparecido solo por una herencia, sentía que podía sincerarse por primera vez al respecto.

¿Cómo te acercas a amar a personas que nunca has conocido? Su madre siempre había sido una mujer dura, pero nunca lo hizo sentir un mal hijo, había sido criado de buena forma, a pesar de las dificultades la mujer no deformó su carácter ni lo hizo cómplice de traumas del pasado. Yoongi lidió solo con sus pesares, aún cuando trataba de convencerse de que no los tenía.

Jeongguk terminó su cigarro, mirando atentamente a Yoongi, su postura más relajada.

—Mamá no lo dijo nunca, pero... — Yoongi se tomó la libertad de continuar cuando Jeongguk alargó su silencio. Tenía las palabras en la punta de la lengua, quería decirlas después de tanto tiempo y la agonía estaba creciendo. Quería exterminarla. —Sentí como que fue abandonada. Lo fue, supongo. No conozco su historia, ella nunca me contó todo. Pero, ¿qué clase de emoción guardaría por conocer a un hombre que la dejó sola cuando más lo necesitó? Con un cachorro recién nacido y miles de problemas encima, mientras él se iba a formar una familia nueva, como si... Como si mamá y yo no fuéramos suficiente.

Yoongi frunció el ceño, inundado por la amargura de sus palabras. De un insólito reclamo que estuvo reteniendo por mucho tiempo. Estaba cansado de sostenerlo.

—Si lo dices así... Supongo que te debo otra disculpa. — Jeongguk se tragó el nudo en su garganta, conciente de que había muchas cosas que ambos desconocían y que estaban fuera de su alcance. Había pensado que tenía un punto válido, pero no que Yoongi también lo tendría.

—No, en realidad no tienes qué. — Yoongi rió amargamente, recobrando su postura. Se sintió extrañamente más ligero después de haber dicho todo aquello. No deseaba que sonara como un lloriqueo, pero había sido un desahogo, después de todo, algo que necesitaba, pero no quería que fuese un sabor de boca amargo para ninguno. —No pienses que lo odio, Jeongguk. No odio al hombre que fue un buen padre para ti, al que amó a tu madre y al que tanto defiendes de mí, pero tú tampoco deberías odiarme por cosas que no estuvieron bajo mi control. No juzgo a quien no está para defenderse. Ya no lo hago, solo me hubiera gustado que las cosas hubiesen sido diferentes. Es todo.

—Gracias, Yoongi. — Jeongguk soltó, recibiendo una mirada confusa del omega. Agregó pronto: —Por dejarme entenderte. Sentía como si no fuera justo para mamá y la memoria de Woohyun, pero tampoco fue justo para ti.

Yoongi respiro paz. Se sentía bien decir lo que pensaba y por lo menos ser respetado. No era algo que esperara viniendo de Jeongguk, pero fue reconfortante, después de todo.

—Yo debería agradecerte, me libraste de un maldito alfa desquiciado... — Yoongi sonrió, genuinamente feliz con la sensación de liberación que se extendía por su pecho.

—No lo menciones más. Vamos con Jimin.

Jeongguk se encontró devolviéndole la sonrisa, solo porque fue satisfactorio tener ese reconocimiento de su parte. Yoongi lo contempló quizá más de lo debido, era la primera vez que sonreía tan ampliamente frente suyo.

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