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♡ ⁺ 15.1 › YOONKOOK

“después de algunos postres”
› omegaverse au
› pt 2

La primer mañana que Jeongguk pasó en casa de Yoongi, después de haber acordado aquel inusual trato, el omega emprendió su labor de hornear en cuanto Yoongi se despidió rumbo a su trabajo.

Le había dicho que podia usar cualquier cosa que necesitara de la cocina, igual le había mostrado donde estaba cada utensilio, las habitaciones de la casa por si necesitaba el baño, entre otras cosas. Finalmente Jeongguk le había agradecido por todo y se despidieron.

Al principio, Jeongguk se quedo estático en su lugar, en medio de la sala de estar despues de que Yoongi se fue. Se sintió extraño. Estaba solo en la casa de alguien más, era la primera vez que tenía un lugar para él solo, aunque fuera por unas horas.

En casa, tener una familia tan grande nunca le había permitido esa sensación. Siempre había alguien acompañándolo, una visita o algunos de sus familiares, incluso su habitación era compartida con uno de sus hermanos.

Ahora que vivía con la tía Mina, ella le había instalado una habitación individual y había sido increíble tener su propio espacio, decorar y mover las cosas a su gusto, además de que podía quedarse con la seguridad de que si dejaba alguna pertenencia en un sitio, ésta iba a permanecer ahí cuando volviera a buscarla. Era excelente.

Sin embargo… Una casa.

Jeongguk observó por la ventana hacia el vecindario. El día era hermoso y había algunos vecinos paseando a sus mascotas y regando las plantas de sus jardines.

Una casa para él solo simplemente sonaba como un sueño.

Tanto espacio solamente para él era increíble. Él podría estar solo con sus pensamientos y no preocuparse por molestar a nadie, podía hacer todo el ruido que quisiera y no lo regañarían, o también podía estar completamente callado y nadie le preguntaría qué le pasaba. Tener una casa para él solo era uno de sus tantos sueños, solo que no lo había confesado nunca.

No tengan una idea equivocada. Él amaba a su familia, y apreciaba mucho tenerlos a su lado, lo que habían hecho sus padres por brindarles bienestar y todo eso, pero algunas veces... Algunas veces lo único que quería era un tiempo a solas.

Jeongguk había estado pensando profundamente las cosas los últimos días, desde que había tenido aquella inusual conversación/revelación con Yoongi; ellos habían llegado a ese acuerdo, en el que Jeongguk prepararía para él sus mejores postres a cambio de que lo dejara fingir que había logrado conquistarlo ante su familia. ¿Pero cuánto tiempo podría mantener las cosas así?

Al principio le pareció una idea estupenda, sobre todo porque se liberaría de la constante presión de su tía por acercarse a Yoongi. Le había estado costando mucho mantener esa rutina de regalos, principalmente porque tenía mucho miedo de arruinar siempre las cosas con su torpeza y decepcionar a todos (lo cual, en teoría había sucedido). Pero eventualmente tendría que enfrentarse a eso que estaba evitando, ¿cierto? Con el tiempo tendría que encontrar una pareja de verdad y cumplir con lo que su madre esperaba de él.

Su madre probablemente se pondría muy feliz por las noticias, tanto que tal vez organizaría algún almuerzo familiar enorme o algo parecido. Jeongguk esperaba que no llegara a tanto, ya que sería muy vergonzoso que su madre insistiera en conocer a Yoongi. Su padre, por otro lado, solo le diría que hizo un buen trabajo, o algo por el estilo; Jeongguk estaba seguro de que le daba igual un yerno más o un yerno menos.

Por lo menos la ayuda de Yoongi iba a darle un poco de tiempo. Decirle a su madre que Yoongi se había fijado en él como posible compañero mantendría fuera de su cabeza la idea de emparejarlo con un lobo tan siquiera por un tiempo; tan solo recordarlo le hacía sentir un escalofrío.

Kim Taehyung era casi como todo lo que no buscaba en una pareja, no solo porque era un lobo (carnívoro) sino también porque sabía que era el tipo de chico que solo podía ofrecerle romper su corazón. Había crecido con él, prácticamente hablando, incluso aunque no frecuentaras a alguien, todos en el pueblo sabían sobre todos, y Jeongguk solía escuchar historias sobre el osado hijo menor de los Kim, tan inquieto y alborotador por todos lados; le faltarían manos para poder contar a todos los omegas que miró suspirando por el castaño, y aún más para los que miró atrapando su atención. Simplemente no quería meterse en ese tipo de desilusión, no quería tener que preguntarse si su compañero estaba mirando a otras personas mientras él permanecía en casa sintiéndose miserable y lastimado, viviendo algo que no pidió nunca.

Él quería algo como... Llamenlo tonto, iluso tal vez, pero le gustaba soñar. Algo como, un compañero leal. Quería que la persona parada a su lado solo tuviera ojos para él, que lo atesorara y le recordara todos los días lo feliz que estaba por haberlo elegido, por haberlo encontrado. Jeongguk sabía que tal vez era un poco egoísta de su parte pensarlo, pero quería que el alfa que lo llevara al altar estuviera obsesionado con él en todas las formas posibles, así de tanto como él quería estarlo de él también. Que no hubiera espacio para nadie más que ellos dos en el mundo y su felicidad.

También quería otras cosas más simples, realmente no era alguien codicioso. Quería cosas pequeñas, detalles y obviedades. Cosas como bailar a la luz de la luna y envolver con sus brazos en el cuello de su compañero sin deseos de soltarlo jamás. O también despertares mimosos, desayunos y cenas románticas, conversaciones triviales sobre sus días, sorpresas sutiles como arreglos florales y notas con buenos deseos escritos. Jeongguk no quería al mejor alfa del mundo, como su madre decía, solamente quería al que más enamorado estuviera de él (¿había una diferencia?).

Viajando en sus pensamientos, instantáneamente apareció Yoongi en su mente, lo cual lo dejó encontrándose con los pómulos calientes. Yoongi era... Un buen alfa definitivamente.

El tiempo que tenía tratándolo le había asegurado que era amable y respetuoso en todo momento que se requiriera, lo que se esperaría de alguien que lucía tan sofisticado. Jeongguk no podía pensar en una mejor palabra para describirlo. Parecía tan elegante y refinado ante sus ojos, desde el primer momento en el que lo vio, aunque era temprano y lucía recién despierto, no dejó de verse imponente; era un hombre atractivo. Eso lo había hecho sentir nervioso, de hecho era una de las principales razones por las que se sentía tan tímido alrededor de él cuando tenía que llevarle sus regalos: Yoongi se miraba como la clase de alfa que solo se fijaría en omegas igual de impresionantes que él.

Jeongguk era... Impresionante, sí. A su manera, muy diferente a Yoongi. No sé consideraba el chico más listo de todos, o el más talentoso ni el más atractivo, pero él estaba bien con eso, mientras pudiera estar tranquilo y a salvo no le importaba llamar mucho la atención, solo que no sentía encajar con la clase de omega que probablemente Yoongi buscara como compañero.

Aún así, Yoongi había sido siempre bueno con él, y había aceptado cada uno de sus obsequios con entusiasmo, y le dejó saber lo buenos que eran. Además ahora tenía ésta oportunidad en sus manos de poder olvidarse de buscar una pareja por un tiempo, gracias a él. Yoongi era definitivamente el mejor alfa que hubiese tratado últimamente, sino es que de todos.

Jeongguk finalmente se dirigió a la cocina, él había traído algunos ingredientes por su cuenta para preparar los postres, aunque Yoongi le había dicho días antes que hiciera una lista con las cosas que necesitaría, así él podría surtir para que Jeongguk pudiera cocinar cómodamente.

Soltó un suspiro de relajación al ver el sitio. Iba a tener una cocina para él solo, tan siquiera por un rato, sin su tía diciéndole que hacer o tratando de cambiar sus recetas. Él iba a disfrutarlo.

Un tiempo después de que comenzó su danza por la cocina, sacando utensilios e ingredientes por toda la encimera, escuchó el timbrar de un teléfono a la distancia. Confundido, salió a la sala de estar y se percató que era el de la casa de Yoongi. ¿Estaba bien si atendía?

— ¿Bueno? — cedió después de unos segundos del insistente sonido, decidiendo que solo se aseguraría de que no fuera una emergencia o dejarle un recado a Yoongi.

— ¿Quién responde?

—Uhm, me llamo Jeongguk... — el ciervo no estaba seguro de si era él quien debía dar esa información y no la persona que marcaba, pero la voz imponente de la mujer que hablaba al otro lado de la línea, lo hizo sentir como si debiera responder. —Yoongi se encuentra trabajando en este momento.

— ¿Y quién es usted?

Jeongguk no estaba viendo a la mujer, pero casi sintió como si unos ojos invisibles lo juzgaran.

—Soy... Soy un amigo de Yoongi, yo... Bueno, en realidad soy su vecino, me mudé hace unos meses...

— ¿Eres un omega? ¿qué edad tienes? ¿qué haces en la casa de Yoongi? ¿qué especie eres? Contesta todo en ese orden.

Jeongguk escuchó abrumado la exigencia en la voz de la mujer, algo le decía que se había metido en problemas pero no sabía exactamente porqué.

—Yo solo estoy cuidando la casa de Yoongi por unas horas, mientras él regresa. Si gusta dejarle un recado conmigo se lo haré llegar... — Jeongguk evadió el interrogatorio de esa misteriosa mujer, porque ya sentía que había sido un error contestar.

—Dile que su madre quiere hablar sobre el omega que tiene un casa atendiendo su teléfono, y que me contacte en cuanto pueda. Hasta luego.

Jeongguk no tuvo tiempo de responder algo más, solo escuchó el corte de línea parpadeando en su oído y la noción cayendo en sus hombros. ¿Su madre?... Se escuchaba como alguna especie de actriz del cine de oro, elegante y mordaz, que no aceptaba más que lo que ella ordenaba.

Al paso de las horas, la casa se llenó del familiar aroma de las galletas horneándose.

Jeongguk perdió un poco de tiempo mirando televisión mientras las había dejado sacado del horno para que se enfriaran, absorto en una novela de época que había captado su total atención ante la trama principal del capítulo, algo acerca sobre un carruaje asaltado en medio del camino y una dama noble secuestrada por los bandidos.

Cuando miró la hora por última vez, se dio cuenta de que faltaba poco para que Yoongi regresara, por lo que rápidamente comenzó a limpiar y ordenar todo lo que había hecho. Le estaba sobrando un tanto de tiempo, así que se preguntó en qué sería buena idea aprovecharlo. No lo pensó durante mucho tiempo y empezó a revisar el interior del refrigerador, pensando pronto en una comida que preparar. Es decir, ya estaba ahí, no le molestaba en nada cocinar algo más, Yoongi tal vez tendría hambre de algo más que postres al salir del trabajo.

Y así había sido. Cuando el alfa de león blanco abrió la puerta de su casa y anunció su llegada (para que el ciervo no se asustara pensando que era alguien más) fue recibido por un exquisito olor proveniente de la cocina, además de la agradable sensación cálida que había en toda la estancia principal, que estaba junto a la cocina. Su estómago rugió al instante y casi guiado por instinto fue directo a la cocina después de deshacerse de su saco y otra pertenencias que llevaba.

—Eres increíble. Dios mío. — Yoongi apenas había tenido tiempo de decir mientras comía del plato que Jeongguk le había servido en la mesa. El castaño sonrió ruborizado por el cumplido, pero inmensamente satisfecho de ver a Yoongi disfrutar su comida. —Sírvete un poco y ven a comer conmigo.

Jeongguk iba a negarse en un principio, avergonzado por creer que estaría abusando de la hospitalidad de Yoongi, pero cuando su estómago rugió de repente, no pudo negarso por mucho y obedeció a lo que Yoongi dijo.

Ambos almorzaron en una amena conversación sobre sus días: Yoongi le contaba lo que había pasado en su trabajo y alguna que otra queja del día y pendientes por hacer, mientras Jeongguk se permitió contarle sobre novela que había estado viendo mientras horneaba y lo entretenida que era.

—Ah, lo olvidaba... — Jeongguk pareció recordar algo importante de repente, ya que reajustó su postura después de comer el último bocado de su plato. —Tu madre llamó está mañana, contesté el teléfono para avisar que no te encontrabas en casa aún y si quería dejar algún mensaje...

—Déjame adivinar. — Yoongi soltó un suspiro de cansancio y satisfacción juntos, recargándose sobre su brazo en la mesa. —Ella te hizo un montón de preguntas y te dijo que quería hablar conmigo.

—Sí, exactamente. — Jeongguk asintió, agradecido de no tener que decirlo él mismo ya que no sabría cómo explicar aquel extraño momento. —No respondí todo lo que me pidió, no sabía si podría enojarse o algo así...

—Está bien, no tenías que hacerlo. — Yoongi restó importancia ante la preocupación en el rostro del omega. —Ella me llamó antes en el trabajo, quería organizar una cena aquí en mi casa, con un compañero de su trabajo y su hijo para que los conociera, ella... Como que tiene eso en común con tu madre. — Yoongi rió sin gracia, no muy animado por querer hablar del tema. —Le dije que hoy no podía, ya que tú estarías aquí y bueno, comenzó a hacerme preguntas sobre ti.

— ¿Estás en problemas por mi culpa? — Jeongguk pareció tan mortificado como cuando se conocieron por primera vez, frente a un pastel destrozado en la entrada de su casa.

—Claro que no, bambi. Mamá no me regaña por a quién dejó entrar a mi propia casa, solo es curiosa y está empeñada en que conozca a algunos omegas de familias "prestigiosas". Así les dice ella, yo sigo sin entenderla mucho.

—Oh, tu madre también te busca un compañero... — Jeongguk se sorprendió al entender, Yoongi no se veía muy feliz de estar contando eso, tampoco imaginó la gran coincidencia en la que estaban. —Ella... Supongo que también quiere lo mejor para ti.

Jeongguk no estuvo seguro de qué decir. No sabía si Yoongi estaba de acuerdo con su madre totalmente, o si tal vez pensara como él y quisiera esperar un poco más, quizá aún no encontraba al omega perfecto. Aunque a diferencia suya, Yoongi tenía un trabajo estable, una linda casa en un agradable vecindario, y además era atractivo, él de verdad parecía listo para formar una familia propia sin ningún problema. Él, por otro lado... No se sentía en las mismas condiciones.

—Quizá lo haga. Pero aún así debería dejarme decidir a mí, ¿no crees? Soy yo quien pasará su tiempo con esa persona, por lo menos debería asegurarme de que me guste un poco, o siquiera que no tenga una personalidad insufrible. Y créeme, ella es experta en presentarme personas así.

Yoongi hizo una mueca, recordando la última cita a la que había sido arrojado por obra de su madre. Un felino, por supuesto (su madre quería asegurarse de eso), hijo de algún ejecutivo de empresa y probablemente con una gran herencia. Yoongi ya no se sorprendía por ello, era otro punto que su madre cuidaba mucho. El tipo no había sido forzosamente insufrible, pero no había tardado nada mostrar un particular interés en el hecho de que Yoongi era un león blanco, soltando cosas sobre genética, modelaje y campañas de marketing.

Él estaba un poco cansado de eso, no acordó ninguna cita más, aún cuando su madre insistió. Ella no estaba tratando de obligarlo a tomar un compañero, pero la presión que ejercía y el tipo específico de omega que estaba buscando para él, no le gustaba mucho. Por lo que la mayoría de las veces evitaba el tema o evadía los intentos de la mujer.

—Mamá dice que habrá mucho tiempo para conocerse después de casarse. — Jeongguk soltó una risa ante la voz de su mamá repitiéndose en su cabeza. —Pero tienes razón, tú deberías elegir al que más te guste.

— ¿A quién elegirías tú? — Yoongi preguntó curioso, notando cómo la pregunta tomó al menor desprevenido. —No parece que tu madre te haya hecho la misma pregunta.

—Yo, ah... — así era, su madre no se había detenido nunca a preguntarle qué buscaba en una pareja, sin embargo, Jeongguk tampoco había hecho nada para decirle. Yoongi tenía razón, era su decisión. Él iba a formar una vida a lado de esa persona, por lo menos quería que fuera agradable. —Bueno... No lo he pensado mucho.

—No seas tímido ahora, no me reiré si dices que te gustan los alfas grandes y musculosos. — Yoongi bromeó un poco, solo al ver la expresión avergonzada que el ciervo dibujó, para ponerse rojo después de su comentario, lo cual lo hizo reír.

— ¡No es así! — se apresuró a negar sobre la risa de Yoongi. —Es decir, no tiene nada de malo ser así, pero... Eso no es importante, yo... — Jeongguk pensó un poco su respuesta a pesar de su rubor. Yoongi le había hecho una pregunta importante, de hecho había sido el único en preguntarselo alguna vez, él quería responder. —No busco al alfa más atractivo del mundo, tampoco al más fuerte o al más rico. He visto a todos ellos tratar mal a sus parejas, no importa cuánta belleza, fuerza o dinero tengan, son capaces de ser malos si así lo quieren.  — Yoongi observó detenidamente cómo la expresión de Jeongguk se apagó mientras respondía. —Lo único que busco en un compañero es que me trate bien, y que no decida hacerme daño cuando las cosas se pongan difíciles. No sé si es algo que pueda encontrar fácilmente, tal vez es una tontería...

Yoongi negó ante la incredulidad de Jeongguk sobre su propia sabiduría. Él sabía lo difícil que era encontrar algo como eso sin resultar engañado, sobre todo para un omega tan inexperto y confiado como Jeongguk, pero también sabía que, más allá de encontrarlo, era algo que se podía construir, una relación sana y real podía formarse siempre y cuando encontrara una persona dispuesta y comprometida a ello.

—No es una tontería, bambi. Es exactamente lo que te mereces, y espero que un día se lo digas a tu madre.

Jeongguk sonrió, devolviéndole el gesto a Yoongi. Se sintió bien diciendo lo que pensaba, lo que quería. Se sintió aún mejor que Yoongi lo comprendiera y no redujera sus deseos. Jeongguk estaba seguro de que el omega que Yoongi eligiera iba a ser muy afortunado.

Con esa idea en mente y el estómago revuelto con una extraña sensación, Jeongguk se dispuso a buscar las galletas que Yoongi tanto había estado esperando. No iba a negarlo, lo gustaba mucho recibir sus cumplidos.

Después de esa tarde los días pasaron rápido, convirtiéndose en semanas.

Jeongguk había continuado visitando la casa de Yoongi, no iba todos los días, ya que no era necesario preparar tantos postres pero algunas veces dejaba porciones de comida listas para recalentar y que así Yoongi pudiera comer después del trabajo, no sé lo había pedido y no era parte del trato, pero Jeongguk quería hacerlo, y ver la satisfacción en las expresiones del alfa gracias a él era tan agradable como desde el primer postre suyo que probó.

Por otro lado, las cosas en casa habían ido bien de igual forma.

Su tía le hacía muchísimas preguntas cada vez que regresaba a casa después de alguna de sus visitas, Jeongguk procuraba responder solo lo necesario, sin tratar de entrar en detalles y solo asegurando que la relación estaba marchando bien. Por supuesto, la mujer hablaba de esto con su madre (la cual le hablaba todos los días para pregúntale cómo iba), quién se había encargado de darle consejos de ideas sobre cómo podría hacer el alfa estuviera totalmente flechado por él.

Jeongguk solo escuchaba a las dos mujeres con un fuerte rubor en el rostro, incapaz de decir algo y solo guardando toda la información; él no podía decir nada, después de todo era una mentira que estaba empezando una relación con Yoongi, pero imaginarse en las situaciones que ambas ciervas le sugerían, lo tenía mal.

Algo como, recibir a Yoongi con un beso en la comisura del labio y acariciar el cuello de su camisa al mismo tiempo mientras le preguntaba cómo había ido su día, o tratar de rozar lo más posible sus manos y brazos o también sus piernas cuando estuvieran sentados cerca, e incluso poner una mayor cantidad de perfume en determinadas áreas de su cuerpo, como la nuca, las clavículas y las muñecas, para que el alfa sintiera curiosidad por inspeccionarlas.

Todo lo que decían, en teoría, estaba bien. Y eran cosas que él se atrevería a hacer, por supuesto, aunque se sintiera terriblemente tímido al respecto. Pero Yoongi y él no estaban en una relación, ni cerca de una.

Jeongguk quería decirle a su tía y a su madre la verdad, cada vez que las miraba tan entusiasmadas por él y su supuesto alfa, así tal vez él no tendría pensamientos tan extraños sobre Yoongi, imaginando cosas que nunca iban a pasar entre ellos.

Pero se arrepentía de esa idea al instante en el que ponía un pie en la casa de Yoongi la siguiente ocasión, pues se olvidaba de toda la mentira y disfrutaba hornear y cocinar para el alfa, platicar sobre ellos y sus días y continuar viendo la novela que Jeongguk había empezado semanas atrás, que ahora Yoongi también seguía.

Jeongguk tal vez hubiera tenido más tiempo para pensar en las consecuencias de sus mentiras, en lo que probablemente pasaría si seguía llevándolo a cabo, pero Yoongi llegó una tarde y evitó cualquier posibilidad de ello.

—Tengo algo para ti. — Yoongi había saltado de su asiento antes de terminar de comer. Había esperado lo suficiente después de llegar a casa y ya no podía guardárselo un segundo más. Fue corriendo por donde había arrojado sus cosas y regresó con una radiante sonrisa puesta para deslizar sobre la mesa frente a Jeongguk unos papales doblados. —Tadá.

Jeongguk lo miró confundido desde que se puso de pie, pero no pudo evitar sonreír al ver el entusiasmo en la expresión de su hyung.

— ¿Esto es?... — Jeongguk tomó lo que parecía ser un folleto, pronto lo leyó y se sintió aún más intrigado.

—Hey, tu dijiste que querías aprender nuevas recetas. De todo el mundo, si mal no recuerdo. Ésta es más repostería francesa pero por algo hay que iniciar... — Yoongi explicó, tomando una de las hojas y mostrando la información en ella. —Es un curso de algunas semanas, no es mucho pero el contenido que abordan me pareció interesante, además pensé que podrías hacer amigos y conocer gente que tenga intereses parecidos a los tuyos aquí en la ciudad. ¿Qué te parece?

Jeongguk leyó la información con fascinación, lo que Yoongi decía era cierto, todo se miraba muy interesante, y no pudo evitar la emoción abriéndose paso. Sin embargo, su ánimo decayó un poco; no había forma de que obtuviera permiso de su madre para entrar ahí, y mucho menos pagarlo, aunque agradecía la buena intención de Yoongi se sintió un poco triste por ello.

—Se ve genial, hyung...

— ¿Verdad? Y tú ya tienes muchas experiencia, así que serás un genio en la clase, lo único que necesitas son unos cuantos papeles para tu inscripción y el curso comienza el próximo lunes...

—Yoongi... — Jeongguk tuvo que detenerlo un poco, se puso de pie de la silla, reflejando su desánimo en su postura. —De verdad es genial, gracias por pensar en mí, pero... — Jeongguk cerró el folleto y volvió a ponerlo en la mesa. —No creo poder pagarlo ahora, tal vez después...

— ¿De qué hablas? Lo estoy pagando yo. No tienes excusa para no ir, solo trata de hacerle ver a tu tía que esta idea me hará muy feliz y todo eso que ella te dice.

—Hyung. No puedes pagar esto por mi, eso..  Debe ser mucho y no tienes que...

—Quiero hacerlo, Jeongguk. — Yoongi interrumpió las atropelladas palabras del omega, evitando que siguiera objetando algo a su decisión y poniéndose de pie frente a él. —Has estado viniendo varios días a la semana a mi casa los últimos meses, no solo horneas deliciosos postres para mi, sino que preparas mis almuerzos y otras veces la cena, y también te encargas de limpiar y ordenar mi sitio algunas veces. Todo eso no estaba en el trato pero has estado ayudándome mucho más de lo que yo a ti. Tienes que aceptarlo, es lo justo. Además quiero que vayas, esto puede ayudarte mucho en tu meta de seguir mejorando en la repostería ¿no?

—Sí, sí hyung, lo haría... — Jeongguk le dió la razón, realmente sin tener las palabras de agradecimiento correctas para devolverle a Yoongi su buena voluntad tan firme y sincera puesta en él. —No tenías que darme algo a cambio por todo eso, lo que hago es solo porque quise hacerlo.

—Bueno, esto también es algo que quiero hacer, y no estarás evitándolo. — Yoongi sonrió finalmente, dándole los folletos de inscripción al ilusionado chico. —Asegúrate de llegar temprano el lunes, te llevaré a que conozcas un poco el sitio y donde pasaré por ti.

Jeongguk asintió con entusiasmo, y sin poder evitarlo más, se abalanzó sobre Yoongi para colgarse de su cuello y abrazarlo enérgicamente, acompañando su muestra de afecto con un sincero "muchas gracias, hyung".

Jeongguk siguió las indicaciones de Yoongi y comenzó el curso a la siguiente semana.

No iba a negar lo nervioso que estaba, pero Yoongi ayudó mucho mostrando su entusiasmo y diciéndole que todo iba a salir bien, que no tenía porqué siquiera dudar de algo. Jeongguk no quiso decirle pero, en realidad estaba un poco asustado por conocer gente nueva, aunque eso en realidad, era algo bueno para él que recién se instalaba en la ciudad.

Para su suerte, un elocuente chico se pegó a él en cuanto cruzaron algunas palabras cordiales. Jeongguk fue amable y ciertamente disfrutó de la compañía del chico, incluso mantuvo la calma cuando le dijo que su animal era un oso (Jeongguk dejó de temblar de miedo después de diez minutos de conversación más). En realidad, Namjoon le había caído muy bien.

Con los días conoció más personas e hizo amistades. Además, Yoongi tenía razón y fue satisfactorio conocer gente con intereses afines a los suyos. Ahora conocía más de la mano de personas de confianza y mejoraba sus técnicas gracias a las clases.

Sin embargo, fue un día que Namjoon lo había visto despedirse "encantadoramente" de Yoongi (sus palabras, no de Jeongguk), que llegó a un extraño punto de inflexión:

—Oye, no me dijiste que tenías alfa. Creí que era el único atrapado. — dijo el chico con gracia, refiriéndose a su propia pareja. Pero se encontró con un sonrojado Jeongguk negándolo con balbuceos inseguros que lo hicieron sentir incluso más curiosidad. —Okay, ¿entonces te gusta?

— ¡No! No lo... Es decir, es que... — Jeongguk suspiró, atrapado en el momento y sus pensamientos. Pensamientos que había estado creando por algún tiempo y había estado reprimiendo. —Es algo complicado...

—Uhm, ya veo. Tenemos tiempo, puedes contarme con lujo de detalles.

Jeongguk estuvo dispuesto a negarse, pero después de pensarlo un poco, consideró que no había nada de malo con que su amigo lo ayudará un poco, ¿cierto? Namjoon era de confianza, y él no conocía a Yoongi así que... Él tal vez podría encontrar algo de claridad ahora...

—Espera, estás diciéndome que tú le preparas la comida, horneas postres, atiendes su casa y casi vives ahí viendo novelas, ¿y no sabes si te gusta?

El rostro de Jeongguk se encendió al instante. Quería esconderse de Namjoon, de verdad quería huir. Las cosas parecían muy obvias si las decía así sin más, y aunque él había estado evitando sus propios pensamientos, no podía postergar más los hechos.

—Solo trato de ser amable con él... — intentó justificarse, aún sintiendo el rostro rojo bajo la atenta mirada de Namjoon.

—Sin embargo, no puedes evitar sentirte atraído hacia él. Es normal, por lo que me dices, suena como el alfa más decente que has conocido. Y está bien, eso es genial. En especial porque ha estado ayudándote sin pedirte nada a cambio. ¿Te pide algo más a cambio?

—El trato solo era por los postres.

—Hablo de algo más... — Namjoon trató de hacerle entender sin tener que decirlo, lo cual hizo a Jeongguk ruborizarse de nuevo. —Un bonito omega ciervo llega un día a su puerta servido en bandeja de plata, cualquier alfa funcional podría fácilmente aprovecharse de ti en una situación así

— ¡No! Yoongi hyung nunca ha hecho... Él no haría eso. — Jeongguk se apresuró a defenderlo, espantado con la idea que sugería, pero consiente de que tenía razón. Sabía que tal vez alguien más hubiera jugado diferente y él no estaría ahí en primer lugar. —Yoongi ha sido sincero siempre, y me ha dicho las cosas claras y sin malas intenciones ocultas. Sé que lo conozco de hace poco, pero... De verdad confío en él, y nunca me he sentido amenazado o algo así.

Namjoon sonrió como si las cosas en su cabeza se hubiesen armado desde hace un rato. Bien, él no quería ser el que le diera las noticias a Jeongguk, pero tal parecía que tendría el honor.

— ¿No es eso lo que siempre has buscado?

Jeongguk recapituló. En esencia, eso era cierto. Yoongi era el alfa en quien más confiaba y el que más lo había ayudado, a su lado se sentía cómodo y seguro, y todo había sido espontáneo a pesar de que, en teoría, ambos se vieron forzados a conocerse. Esa era una de las razones por las que Jeongguk estaba en negación: Yoongi solo estaba haciéndole un favor.

—Sí... Puede que... Me guste un poco. — confesó finalmente, sintiendo ese familiar apretujón en el estómago que le venía cuando pensaba en el alfa.

— ¿Y qué estás esperando? Deberías hablarlo con él.

— ¿Qué?... — Jeongguk miró inquieto hacia Namjoon, repentinamente nervioso al imaginarse confesando sus sentimientos por Yoongi. —Pero, cómo... ¿Y si a él no le gusto?

—Al diablo, vas por el siguiente. Créeme, preferirás tener un rotundo rechazo a no haberlo intentado en absoluto.

Impulsado por esas últimas palabras de Namjoon, Jeongguk fue esa misma noche a casa de Yoongi sin avisarle antes. Había pasado una parte de la tarde pensando qué hacer y decir, decidiendo si debía llevar un obsequio, ordenando sus ideas y ensayando sus palabras. Nada lo hacía sentir menos nervioso.

Tenía que ser sincero consigo mismo. Tenía que serlo con Yoongi también. Si sus sentimientos no serían correspondidos, lo más sano por hacer era dejarlo claro y alejarse antes de que crecieran en una medida que le fuese imposible de controlar. No quería sufrir.

—Gguk. — Yoongi lo miró sorprendido una vez abrió la puerta, no esperaba verlo ahí. — ¿Pasó algo malo?

—No, todo está bien. Sé que es tarde pero... Quería hablar de algo y, no quería esperar más...

—Yoongi, no lavaste el respuesto de sabanas, te dije que... — una voz elocuente y grácil se deslizó por el pasillo, y a los hombros Yoongi en la distancia, Jeongguk miró a un hombre de melena rubia y hermosos rasgos quedarse petrificado en su lugar, viéndolo de igual forma por sobre el hombro de Yoongi.

La mente de Jeongguk trabajó audazmente, como solo la de un ciervo asustadizo podía hacerlo. Sintió algo raro en su pecho, como un puño haciéndole nudo la garganta y finalmente su corazón cayendo hasta sus pies. De repente sintió unas inmensas ganas de hacer lo mejor que podía hacer cuando se sentía acorralado y nervioso: huír.

—Lo siento, no debí... — Jeongguk tenía más palabras, él quería decir que lamentaba no haber avisado antes y que no quería interrumpir a Yoongi y a quien lo acompañaba, de verdad quiso decirlo pero... —Lo siento, hyung.

Jeongguk tuvo un deja vú en ese instante. Recordó la vez que conoció a Yoongi después de haber tropezado y haber hecho un desastre en su patio, sintió la misma sensación de humillación y algo extraño haciéndose paso entre su pecho, apretándose ahí incómodamente. ¿Ese chico...? Parecía un omega, Jeongguk no estaba seguro. Lucía... Era exactamente el tipo de chico que Jeongguk imaginó que Yoongi buscaría. Sofisticado, atractivo y... Bueno, definitivamente no un pueblerino.

Jeongguk apretó los labios ante el hecho haciéndose espacio en su cabeza. Era todo lo contrario a él. ¿Cómo pensó que sería buena idea? Siquiera pensarlo...

— ¡Jeongguk! Oye, espera... — Yoongi ignoró el hecho de su ropa ligera y sus pies descalzos y salió tras Jeongguk para detenerlo del brazo. Yoongi no podía creer cómo funcionaba el destino algunas veces; él justo hablaba sobre Jeongguk antes de que apareciera repentinamente en su casa esa noche.  — ¿Qué ibas a decir?...

—Nada, no es... — Jeongguk habló mientras de volvía para con Yoongi ante su agarre. Disimulo tranquilidad en su expresión y no pudo evitar mirar sobre su hombro, hacia la puerta abierta donde aún estaba aquel hombre, mirando en su dirección con curiosidad. —No era nada hyung. Puedo esperar.

—Dijiste que era importante, que no querías esperar. Ya estás aquí... — Yoongi dibujó una sonrisa plana, aún tratando de que Jeongguk no se fuera. No así. No lo tenía claro pero, justo la conversación que había estado teniendo con Jimin lo hacía sentir como incorrecto el dejar que se fuera y pensara que... —Puedes entrar, a Jimin no le importará...

—Hyung. — Jeongguk fue contundente, sintiendo un escozor amargo en el pecho al escuchar el nombre. Mirar a los ojos de Yoongi acompañado de esa sensación, tal vez fue su primer error. De repente se sintió valiente, empujado por una ola de desesperación, que le decía que debía detener todo eso de una vez. Debía hacerlo antes de que el dolor fuera inevitable y agudo. —Creo que no haré más postres en tu casa. Yo... Estuve pensándolo... — Jeongguk bajó la mirada, tal vez replanteando todo lo que había hablado con Namjoon, para protegerse a sí mismo. —Hablaré con mamá y mi familia sobre esto. Ya no quiero seguir mintiendo sobre tu y yo... Agradezco toda tu ayuda, en serio... Pero esto es algo que eventualmente tendría que hacer, ¿no lo crees? Decir la verdad.

—Ah. Correcto... — Yoongi meditó sus palabras; Jeongguk no parecía inseguro al decirlas, era justo lo que quería y, bueno, técnicamente estaba bien, era lo mejor por hacer. Pero, pensar en que su trato había acabado y ya no tendría a Jeongguk rondando por su casa, cocinando para él, revoloteando en su sitio con su agradable aroma y amenas conversaciones, hizo algo en él. Algo desagradable. —Tienes razón. No puedes mentirle a tu familia para siempre.

—Sí. — Jeongguk sonrió tímido, tratando de hacerlo menos incómodo. —Mamá se pondrá triste pero, ella entenderá. Buscaré a alguien de verdad, creo... Es decir, no quiero al lobo así que debo buscar por mi cuenta.

Yoongi tragó saliva. La idea en sí, era algo que había tenido claro siempre. Jeongguk buscando a una verdadera pareja era exactamente lo que debía suceder, pero eso le hacía algo molesto. Imaginar que Jeongguk pudiese toparse con un alfa desagradable, que tratara de aprovecharse de él, o incluso menospreciarlo, que no lo cuidara correctamente o que no se detuviera a entenderlo, que siquiera se atreviera a ponerle una mano encima y que él no estuviera para evitarlo...

Incluso el caso contrario: que Jeongguk lograra encontrar todo eso que anhelaba en una pareja, que Jeongguk por fin llevara ante su familia al alfa que había estado buscando siempre y él...

—Mierda. — Yoongi aspiró aire y miró al cielo para despejar sus pensamientos abruptos. —Sí. Joder, seguro que tienes que hacerlo.

La sensación instalándose en la boca de su estómago fue contundente, él se consideraba lo suficientemente sensato para ese punto, cómo para admitir que eran celos. Estaba muy celoso de imaginar a Jeongguk buscando un alfa de verdad, de imaginar todas las situaciones en las que él no podría estar para velarlo aunque evidentemente no era ninguna responsabilidad suya.

Pero aún así quería hacerlo, quería religiosamente mantener a Jeongguk seguro, en su sitio y protegido. Orbitando a su alrededor. Justo como lo había estado haciendo todo ese tiempo.

Estaba tan... Tan atrapado en esa cómoda rutina que no estaba seguro ya de en qué momento lo había dejado de sentir como el "trato" que establecieron. Sabía que era egoísta de su parte, y estúpido también, el desear mantener a Jeongguk cerca suyo y recibir todas esas atenciones y privilegios que tenía. Sabía que estaba equivocado por haberlo pensado durante un tiempo, por haber estar imaginando cosas que Jeongguk y él no habían acordado. Estaba siendo ambicioso y si no se detenía...

—Gracias por todo, hyung. En verdad, no me arrepiento de haber venido hasta aquí incluso obligado por mi familia. Sé que todo fue extraño y ridículo pero... — Jeongguk rió amargamente, sintiendo ese sabor de las despedidas en sus palabras. —Estoy feliz. De haberte conocido.

—Oigan chicos, yo estaba yéndome ya. Pueden conversar dentro, yo no estoy molestándolos. — el chico de antes habló a la distancia, su voz acercándose un poco cada paso, mostrándose junto a ellos cargando con una mochila. —Un gusto, mi nombre es Jimin. Soy el mejor amigo de Yoongi, como el mejor del mundo, en serio, como hermanos... — Jimin sonrió amable ante su explicación, haciendo que Yoongi rodara los ojos ante su charlatanería. —Y en serio, deberían entrar los dos, está un poco fresco y... Bueno, no es el mejor momento para que Yoongi esté al aire libre.

Jeongguk escuchó pasmado las palabras del atractivo chico marchándose a su auto después de despedirse de Yoongi y decirle que le hablaría en unos días; Yoongi no lo detuvo, ni siquiera lo intentó, sabiendo que la intención de Jimin era clara: dejarlos solos.

Ambos guardaron silencio después de la despedida de Jimin, Yoongi aún repitiendo en su cabeza las palabras tiernas de Jeongguk. Pensando. Y pensando más. ¿Debía arriesgarse? Podría tal vez...

"—Eres un idiota. Es obvio que le gustas. Nadie sensato te soportaría sin alguna debilidad emocional de por medio. Oye, estoy bromeando, pero en serio amigo... Llevas días hablándome de este chico tan genial y tú... ¿Te preguntas aún que debes hacer?"

Jimin había sido claro y directo (siempre lo era), y había sembrado en él una semilla pequeña, pero prometedora, de esperanza. Es cierto, se había confundido por cómo las cosas se habían dado, pero ya no era un crío indeciso, era un hombre alfa adulto que sabía lo que le gustaba y lo que quería, ya era mayor como para tener claros sus límites y capacidades, y estaba lo suficientemente enganchado a Jeongguk como para reconocerlo. Que Jeongguk llegara como un regalo caído del cielo a la puerta de su casa y encajara exactamente con su molde había sido solo una casualidad encantadora.

Yoongi le indicó a Jeongguk que podían entrar a la casa, y aunque éste dudó, mirando hacia la casa de su tía con incertidumbre, finalmente no pudo negarse a alargar ese momento. Era quizá, una última vez estando ahí, quería de alguna manera que fuera emblemático.

—Entonces vas a buscar un alfa por tu cuenta. No lobos, ¿cierto?

Jeongguk asintió, tomando asiento en el sofá de tres plazas de la estancia, se sintió extrañamente abrumado por el ambiente, el aroma de Yoongi que usualmente era tan reconfortante se sentía mucho más fuerte por el espacio.

—No lobos. — reafirmó

—Vas a encontrar al mejor, ¿verdad?...

—No al mejor... — Jeongguk replicó, recordándole las palabras que una vez le había dicho sobre su más íntima verdad. —Sino al que más enamorado esté de mi. — Yoongi asintió. Un toque extraño en su tono al hablar mantuvo curioso a Jeongguk, lo miró tenso e incómodo en su propio sitio, como si algo estuviera molestándolo. Aún así, no pudo retener el impulso que brotó de sí al tener su mirada en él. —El mejor has sido tú, aún debo encontrar al otro.

Yoongi sintió un terrible temblor sacudirle todos los sentidos. Los dulces ojos de Jeongguk mientras decía esas palabras, llenando el lugar de su presencia y captando cada uno de sus sentidos lo terminaron por empujar hacia su propio borde.

— ¿Y si fuera también yo, Jeongguk? — Yoongi caminó la distancia que los mantenía al margen, se quedó de pie frente a él mirándolo a los ojos, el color se pintó rápidamente en esos pómulos y los ojos de ciervo lo impulsaron, lo hicieron sentir demasiado grande bajo su piel, abrumado. — ¿Y si no tuvieras que irte a buscar a alguien más? ¿Te quedarías aquí? O si estoy siendo un idiota egoísta por querer mantenerte para mí dímelo por favor... Porque no creo ser capaz de entenderlo por mi cuenta.

Jeongguk se puso de pie, sus ojos brillantes por la emoción y el golpeteo contra su pecho le hicieron sentir el momento en cámara lenta. Yoongi mirándolo así, tan firme y profundo.

—Yoongi... No estoy yéndome por qué quiera hacerlo. Y si te sientes egoísta que querer que me quede, yo me siento aún más por no querer irme. Decidí que tenía que hacerlo por si mis sentimientos no iban a ser correspondidos. Y quería decírtelo, de verdad quería pero, estaba asustado... Siempre he estado tan asustado por todo.

Yoongi se encargó de eliminar la poca distancia entre ambos, y de que su frente se recargara contra la de Jeongguk en un abrazo flojo por la cadera; escuchaba claramente el palpitar de Jeongguk frente a él, escuchaba claramente el suyo mismo. Lo tenía tan claro ahora, y no estaba dispuesto a ignórarlo ni un poco más.

—Hey, pero has sido más valiente de lo que crees, bambi. Hiciste esto: viajaste a la ciudad abandonando todo lo que conoces, te enfrentaste a tu familia haciéndoles creer que tenías un pretendiente aún sin desearlo en absoluto... Y entraste a la guarida de un terrible león para conquistarlo.

— ¿León?... — Jeongguk miró detalladamente al rostro de su hyung, tratando de darle sentido a sus palabras, se encontró con toda la sinceridad del mundo ahí pintada, y poco a poco se percató de ella. —Oh, tú...

Jeongguk se tensó en su lugar, sus brazos se aferraron a los de Yoongi y lo miró con ojos bien abiertos, alertas y curiosos. Yoongi era un león. Lo había sido todo ese tiempo (por supuesto, no era como si pudiera cambiar), un carnívoro a su lado y él no lo sospechó en ningún momento. Y era porque Yoongi no lo hizo sentir intimidado nunca, no trató nunca de asustarlo y mucho menos amenazarlo o rebajarlo. Yoongi había sido siempre amable y respetuoso, él no lo había asustado nunca.

—No te lo dije porque ibas a ponerte justo así... — Yoongi habló calmo y pausado, miró hacía abajo, al agarre fuerte que Jeongguk tenía en sus brazos, y el ligera temblor que pudo notar en sus nudillos. No le agradó para nada. —No quería que me temieras... Perdón por haberlo ocultado tanto tiempo.

—Lo... Lo siento, hyung — Jeongguk trató de calmarse, respiró profundamente y miró a los ojos serenos de Yoongi. Él no le tenía miedo, no lo hacía porque lo conocía, y siempre se sintió seguro y protegido a su lado. Con un león. La noción, por supuesto, lo hizo sorprenderse, pero no estaba aterrorizado como cuando se trataba de otros carnívoros o de los lobos especialmente; lo hizo caer en cuenta de la realidad, de por quién había caído tan profundamente. —No estoy asustado, no lo estoy... — Yoongi no pudo evitar una risa genuina cuando Jeongguk escondió su rostro rojo contra su pecho en un abrazo brusco, pero aflojando la fuerza de sus manos y disminuyendo la tensión en su postura, mientras aspiraba lentamente la fragancia abrumadora de su hyung, relajándose poco a poco. —Me sorprendí, es todo...

— ¿Ves que eres valiente? — Yoongi no borró su sonrisa, no pudo hacerlo, mientras envolvía sus brazos alrededor del chico que se aferraba a él y lo consumía con sus sentidos. —El ciervo más lindo y valiente de todos.

Jeongguk se ruborizó terriblemente en el cuello de Yoongi, pero no retuvo la risa de plenitud que vibró en su pecho. De repente se sintió... Como si todos sus miedos fuesen capaz de desaparecer si él simplemente se acurrucaba contra Yoongi de esa manera. Por supuesto, Yoongi era un león, e iba a protegerlo de cualquier cosa, ¿cierto? Jeongguk había encontrado justo lo que quería, incluso más de lo que imaginó. Yoongi no solo era el mejor de todos los alfas, sino el que más lo amaría.

—Hyung, entonces tú... — Jeongguk levantó el rostro finalmente, para poder ver a los ojos grises y al mismo tiempo cálidos de Yoongi. — ¿Vas a cortejarme de verdad ante mi familia?...

Yoongi disfrutó de la agradable vista de un Jeongguk sonrojado y sus acaramelados ojos tímidos puestos en él con devoción.

Por supuesto que lo haría. Seguro. Después de algunos besos.

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