Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

♡ ⁺ 10.1 › KOOKGI

“monstruo"
› omegaverse au
› pt 2

La persona que había decidido irrumpir en su habitación fue su hermano Hoseok, y Jeongguk había volado lo suficientemente rápido como para perderse en la distancia y no captar la atención de quien había decido terminar con esa misteriosa noche.

Yoongi agradeció infinitamente y por primera vez en su vida, la intimidad de sus aposentos; ya que su alcoba se encontraba entre las torres más altas del palacio y más arraigadas, dónde ni el par de ojos más audaces alcanzarían a mirar por su balcón. O bueno, de ahora en más habría un par que sí lo haría.

Hoseok lo había mirado curioso al encontrarse, le preguntó si se sentía bien, ya que sus mejillas estaban tornadas en un vivo carmesí que lo hizo reír, ya que dijo que le recordó a cuando había mirado el retrato de Jeongguk por primera vez.

Yoongi se asustó por la comparación tan exacta que su hermano había utilizado; si supiera realmente, que eso había pasado nuevamente, que él se había encontrado con Jeongguk por primera vez de nuevo. Es cierto que no se miraron, pero su presencia tan real y cercana, fue lo suficientemente impresionante para dejarlo así, con el corazón desbocado.

Después de un par de burlas inofensivas más, Hoseok se dedicó a contarle cómo estaba yendo el banquete. Le platicó acerca de los invitados, las noticias más importantes de sus regiones, le contó cómo Dahyun estaba revoloteando feliz por todos lados, siendo el centro de atención y el ser más radiante en ese salón. Yoongi podía imaginarla, tan hermosa y encantadora como siempre.

Y en esa divagación, imaginando la fiesta que acontecía a unos pisos abajo de él, se imaginó también a sí mismo, descendiendo por la escalera de caracol deslumbrante, decorada con cientos de flores y telas con bordados de oro. Mirando a todos y sin perderse ningún detalle, caminando por el centro del imponente salón de baile, iluminado por el suelo marmolado y las velas de cristal a su alrededor. Lo quería tanto... Si él pudiera ser de esa forma, tener un poco de esa sensación, en la que todos lo admiraran por tan solo un segundo, no con asco o repulsión, sino cariño y anhelo.

Y él caminaría entonces. Sus pasos agraciados resonarían por la estancia enmudecida de asombro, y finalmente llegaría hasta él. Aquél que es tan apuesto y valiente. Las personas habrían abierto paso, para que Jeongguk pudiera verlo por fin. Entonces él sonreiría y se inundaría de dicha, porque seguramente Jeongguk se vería inmensamente atractivo, tendiéndole una mano gentil para proponerle una danza. Un baile que él aceptaría bajo todos los ojos sorprendidos, porque finalmente descubrirían que no era ningún monstruo.

Eso fue lo que soñó.

Y al despertar a la mañana siguiente, lo único que deseo fue que el sol se ocultara nuevamente, y que Jeongguk apareciera de nuevo en su balcón.

Es parecido, el amor, al deseo de ser libre. Quieres extenderte y abrirte paso, de alguna manera, alcanzar sobre ti algo que no ves pero sientes con fervor. Un anhelo de oportunidad y renovación, quieres ser y vivir tal y como eres, y lo quieres compartir, y lo quieres expresar.

Yoongi está seguro de que es algo ambicioso y prematuro de su parte, llamarle amor al sentimiento que revolotea alrededor de la imagen de Jeongguk en su mente. Pero cierto es que, el príncipe Jeon y su deseo de libertad son dos cosas muy similares y es capaz de compararlas.

Cuando la noche cayó, él se encargó de ponerle el pestillo a su puerta. Colocó el biombo justo en medio de la alcoba, frente a la ventana, que ostentaba las finas cortinas ondeando por la brisa. Él estaba listo, quería que todo fuera cómodo y que saliera bien, la sensación en su pecho con cada segundo de anticipación solo hacía que sus manos temblaran sobre sus piernas. Esperó. Lo hizo durante un buen rato, y entonces, escuchó.

Fue el aterrizaje sutil de la elegante ave en su balcón, las alas largas rompiendo el aire con el mayor tipo de cuidado, para no ser detectado, pero Yoongi sabía que estaba ahí. Una sonrisa de alivio se dibujó en sus labios, aunque el destinatario no pudiera verla. Por un momento, su mente le había jugado la cruel broma de que, todo eso había sido un sueño y que estaba cayendo enfermo de soledad, imaginando que un príncipe azul lo rescataba de su encierro. Más Jeongguk estaba ahí, de verdad lo estaba.

Justo en la tarde había conversado con Hoseok un poco, de qué cosas vendrían con el matrimonio de su hermana, de qué tanto podía cambiar su posición con un aliado fuerte, de si él podría, tal vez en un futuro...

— ¿Estás ahí, cierto? — La voz cautelosa pero gentil de Jeongguk interrumpió el viaje de sus pensamientos, y pronto recordó la situación. Miró frente a él la sombra de Jeongguk tras la tela, que se inclinó en el suelo para sentarse a su altura. El simple movimiento aceleró su corazón, porque la cercanía entre ambos era tan efímera, tan fácil de deshacer, lo cuál lo ponía en un estado de ansías y anticipación como nunca antes.

— ¿Dónde más estaría si no, tonto?

Una risa y entonces sus posturas se relajaron. Yoongi sonrió al escucharlo, y se permitió tomar aire y llenarse de la sensación de su presencia. Su aroma contrastaba con el resto de la habitación, era como una viva rosa roja en medio de un campo de césped, captando toda la atención y el deseo.

—He traído algo, espero que no te incomode. Es solo que... Pensé que, tal vez con esto podrían ser más fáciles nuestros encuentros... — Yoongi lo escuchó atento y un poco confundido, pero entonces observó cómo el contrario se levantaba y estiraba su brazo hasta dejar caer algo por encima del biombo. Un lazo de tela negra cayó por el aire hasta sus piernas, y entonces Jeongguk volvió a tomar su lugar en el suelo. —Si me cubres los ojos con esto, entonces no tendrías que esconderte detrás de esta cosa, ¿qué dices? Y podrás verme, y yo mantendré mi palabra de no verte... Eso, ¿estaría bien para ti?

Yoongi sujetó con fuerza la tela entre sus manos. En sí, no había ningún problema con el plan. En sí, Jeongguk había demostrado que no tenía intenciones de agredirlo o revelar su identidad. En sí, el único problema ahí, era el eterno complejo de vida que Yoongi llevaba cargando desde siempre.

Él quería, él realmente quería encontrarse con Jeongguk sin nada de por medio, aunque fuese un poco aterrador, el deseo por liberarse era igual de fuerte. Jeongguk solo había aparecido como un añorado primer paso, y estaba tan ilusionado por ello.

—Cierra los ojos.

Yoongi escuchó un asentimiento en voz baja unos segundos después. Tal vez Jeongguk esperaba una negación, pero él estaba completamente de acuerdo con el plan. Incluso si todo eso era lo contrario a las instrucciones que toda su vida había recibido, quería aprovecharse de ésta ocasión, de la osadía y valentía de Jeongguk, buscaba saciar su curiosidad y esperanza.

Lo siguiente que hizo entonces, fue ponerse de pie y retirar el biombo de entre ambos, no sin antes, asomarse lentamente y asegurarse de que Jeongguk tuviera sus ojos cerrados. Su corazón dió un brinco ante el primer vistazo. Y continuó, dejando el biombo a un lado, aún lo suficientemente cerca como para correr hacia él y esconderse de nuevo. Se posicionó detrás de Jeongguk en el suelo, y apretó la tela contra su pecho, con los ojos bien fijos en la nuca del príncipe y la respiración agitada. No podía creerlo.

Se acercó, alzando un poco sus brazos debido a la diferencia de altura entre ambos. Rodeó la cabeza de Jeongguk con la tela, cuidó que sus mechones de cabello no cubrieran sus ojos cerrados y entonces los cubrió correctamente. Procuró la presión correcta al atarlo, para que no le resultara doloroso y pudiera quedar fijo. Lo hizo pulcramente, incapaz de perderse ni un detalle del ser que tenía frente a él. Finalmente, tomó una última bocanada de aire para relajarse y preguntó:

— ¿Está bien así?

—Sí, lo hiciste bien.

Jeongguk sonrió, aunque sabía que Yoongi aún se encontraba detrás de él. No iba a negar el nudo de nervios que sentía, pero la curiosidad era aún mayor. En un principio, no imaginó que Yoongi confiara en él, aunque de verdad no tenía razones para no hacerlo. Pero ahora, mientras lo tenía un poco más cerca, podía sentirse satisfecho de estar logrando su cometido: que Yoongi se sienta cómodo en su presencia.

Quizá él no era el único con un fuerte deseo de libertad y justicia en esa habitación. Quizá Yoongi tenía miedo, pero también tenía ganas de que las cosas cambiaran. Y Jeongguk parecía estar a su disposición para ayudarlo.

Yoongi detalló a Jeongguk, se sintió en la seguridad de regresar a su lugar, y poder verlo frente a frente finalmente. Estaba seguro de que ambos estaban más que consientes del sonido de su corazón agitado contra su pecho, del ligero tambaleo de sus manos sobre sus piernas, y de la fina línea de algo extendiéndose entre ambos... ¿Tensión? ¿incomodidad? Tal vez una especie de curiosidad que los tenía a ambos congelados en ese momento. Yoongi no estaba seguro de nada, solo de que no quería que eso se terminara jamás.

— ¿Que pasa?... — Jeongguk levantó una sonrisa nerviosa, pero que por mucho era más hermosa. Yoongi se detuvo ahí. En esa curva presentándose ante él por primera vez, algo que solo imaginó posible en su imaginación. — ¿No soy lo que esperabas, o?... — Jeongguk disimuló muy bien sus nervios, si bien sus ojos estaban cubiertos por la tela y no sabía qué clase de reacción estaba causando en Yoongi, solo esperaba que no fuese mala.

—No, es que... No es eso, solo que... — Yoongi detuvo sus atropelladas palabras, saliendo de su trance de contemplación. Había estado mucho tiempo en silencio mirando al príncipe frente a él, seguramente parecía un bobo, agradecía que Jeongguk no pudiera verlo, seguramente lucía ridículo de esa forma, sonrojado debido a un príncipe apuesto en su habitación. —Luces mejor que en el cuadro...

Mintió un poco. Por supuesto que no iba a destenderse sobre todo lo que estaba pasando por su mente. No iba a hablarle sobre cuán atractiva y brillante era el aura que lo rodeaba, o sobre el escalofrío que sintió al verlo sonreír divinamente ante sus ojos, y mucho menos sobre la forma en la que deseaba suspirar debido a la cercanía de su esencia, de su aroma a libertad y algo más, algo que lo tenía embelesado.

Se sentía como un imán siendo fuertemente atraído, su mirada incapaz de abandonarlo... Cuán grande era su deseo de compañía y sinceridad, que hacía brotar de su interior un caudal del abrumadoras emociones, no solo miedo y desconfianza, sino cosas mucho más fuertes, que opacaban todo lo malo en su mente. Agradeció la sensación, creyó que jamás sería capaz de experimentarla.

—Mh, ¿eso qué significa?... — Jeongguk se inclinó un poco sobre su cuerpo, acortando la distancia entre ambos un poco más, en dirección a donde sabía que estaba el rostro de Yoongi. No podía verlo, pero su presencia era nítida frente a él, podía sentirlo.

Ante el sutil movimiento Yoongi se apartó rápidamente, retomando la distancia entre ellos, solo por reflejo, lo hizo de súbito, porque su mente gris rápidamente trabajo un plan de huída ante la mínima posibilidad de que todo eso fuese un engaño y Jeongguk quisiera cambiar su actitud.

« No. » Apretó fuerte sus manos en puño, que lo recargaban en el suelo. No quería tener que pensar en ello, que fuera posible, no quería que Jeongguk se fuera, no quería que fuese malo. « Por favor, no... »

—Ah, lo siento... — Jeongguk se percató de su reacción, instintivamente agachó el rostro e imitó al omega, deslizándose hacia atrás en el suelo, para asegurarse de que la distancia fuera clara, para demostrar que no había querido ejecutar nada en contra suya. —No quise asustarte, Yoongi.

—No... Yo lo siento, solo me sorprendí un poco... — Yoongi retomó su postura tranquila, volviendo a estar cerca del alfa frente a él. No quería que esa ocasión, se arruinara por culpa de sus miedos. —No te muevas tan de repente... — Yoongi sonrió para aligerar la situación, aunque sabía que Jeongguk no podía verlo.

—De acuerdo, te avisaré de ahora en adelante... — Jeongguk estuvo de acuerdo con su petición, de hecho le pareció sensata, solo que no quería que esa noche fuese tan mínima, y quería incluso ser osado y tomar más de lo esperado, sin asustar a Yoongi de nuevo, por supuesto. — ¿Me dejas tomarte la mano?

Yoongi abrió los ojos de sorpresa, miró su mano temblorosa, un poco rojiza por cuando la empuñó debido a su vago intento por relajarse y se preguntó qué pensaría Jeongguk de él, ahora que lo conocería poco a poco. La pregunta del millón. Todo el mundo decía que él era un monstruo, ¿por qué Jeongguk no estaba convencido de ello?

— ¿Estás seguro?... — Yoongi pasó saliva, su boca de repente se secó al imaginarse el tacto de Jeongguk. Eso sería, una verdadera locura, ¿cierto? Si alguien detectaba un aroma distinto sobre él, si lo descubrían y las cosas se salían de sus manos... — ¿Que tal si tengo garras filosas y la piel escamosa?

Poco le importó dar más excusas al escuchar a Jeongguk reír. La expresión de diversión que le otorgó ante su intento de aligerar su tensión, la quiso mantener. Quería verla más veces, quería guardarla por siempre en su memoria, porque estaba seguro de que ningún retrato podría captar la belleza que Jeongguk poseía.

Sin responder a su broma, Jeongguk extendió su mano frente a él, ofreciendo su palma, como quien da saludo formal. Yoongi lo miró con el corazón agitado, se estaba desbordando de sí. Si hacía esto, estaba completamente seguro de que no sería capaz de renunciar a ello, de que éste sería solo el comienzo de su vida, y de que estaba dispuesto a tomar las riendas de ella.

Aceptó. Sus manos se unieron y sintió el cálido tacto de Jeongguk envolver su piel. Una caricia sutil sobre su dorso, los dedos de Jeongguk fueron ágiles y se amoldaron a los suyos, lo guiaron hasta que sus palmas se juntaron y sus dedos se enredaron. Yoongi detalló el contraste de su piel pálida con la de Jeongguk, suave también, pero mil veces más viva que la suya. Jeongguk no dudó y mantuvo su inspección, que a pesar de ser un acto inocente, retuvo el aliento de Yoongi contra su pecho y acaloró sus mejillas niveas. Extendió con sus largos dedos la mano de Yoongi una vez que se soltaron, y esta vez descendió su exploración por la palma intacta del omega, dónde dibujo toques curiosos hasta su muñeca, solo para recordarle que todo eso era real, que sus cuerpos eran reales y no había nada de distinto entre ellos.

—No me parece la mano de un monstruo. — Yoongi estaba seguro de que, de no haber sido por estar sentado en el suelo, sus rodillas hubieran tambaleado, nuevamente, debido a la sonrisa del alfa ante sus ojos. —Yoongi... Dime qué es lo que te hace tan diferente al resto del mundo. Dime cuál es la razón por la que tienes que ocultarte.

Jeongguk liberó la mano de Yoongi, dándole la oportunidad de apartarla si es lo que deseaba, pero al contrario de ello, sintió la mano tibia del omega dejar un rastro que lo hizo estremecer, ya que lo tomó por sorpresa. La mano de Yoongi subió por su brazo, tentó sus prendas y finalmente encontró sitio en su mejilla. El repentino valor de Yoongi lo hizo quedarse quieto, no queriendo que la reciente cercanía entre ambos lo asustara, que él lo hiciera a su ritmo y convicción. Y se dejó hacer, sintiéndose como una especie de muñeco en manos de un niño curioso. El tacto fue gentil contra su mejilla, casi fresco en comparación a su calor corporal, y es que la situación lo tenía un tanto agitado, el factor de no poder mirar a Yoongi, de no poder leerlo, de tener la verdad que tanto lo carcomía justamente acariciándole el rostro con suaves mimos.

Si los monstruos, como todos les llaman, son capaces de brindar tal fiel y atenta dulzura con solo un toque, desde ahora solo quería rodearse de ellos.

—Soy igual a tí, príncipe Jeongguk... — Yoongi confesó. Su voz cauta y suave viajó en forma de suspiro hasta el agudo oído de Jeongguk, deseando tanto poder escuchar más de ese sonido arrullador. Recargó su rostro en la palma del omega cuando éste así pareció indicar, y las caricias suaves sobre su mandíbula lo hicieron cerrar los ojos incluso bajo la venda que los cubría.

—Entonces no hay razón, Yoongi. No hay razón para que tengas que seguir de ésta forma. Sal de aquí, y prometo que sí algo allá afuera te da miedo o quiere lastimarte, voy a enfrentarlo contigo.

Yoongi sonrió con sus ojos acuosos ante la determinación en el hablar de Jeongguk. Se contagió de su viveza y estaba seguro de no encontraría jamás cómo curarse de ella. Lo quería tanto. Quería tanto tomarle la palabra y dejarse guiar, llenarse del sonido de palabras valientes y cálidas, no de murmullos y advertencias temerosas. Jeongguk era exactamente lo que quería.

—Si pudiera, Jeongguk... Saldría de aquí contigo por esa ventana. Pero...

Yoongi estuvo a dispuesto a poner excusas, a encontrar razones, a explicar porqué todo lo que respecta a su libertad estaba equivocado, y que hace mucho tiempo debió haberse resignado ya. Pero no fue capaz, no después de sentir el toque de Jeongguk sobre su cuerpo. Una mano fuerte lo sujetó de la nuca, sintió los largos dedos que hace un segundo lo habían descubierto, enredarse en sus mechones rubios, empujando instintivamente su cuerpo más cerca del alfa. Esta vez no se asustó de ello, ni siquiera de la fuerza que Jeongguk había empleado para sujetarlo, sino que se derritió sobre su tacto y se llenó de la calidez de su aliento tan cerca de su boca, casi tan dentro de él y de su corazón.

—Muéstrale al mundo quién eres, Yoongi... Y el mundo te demostrará cuánta falta le has hecho, y cuánto te ha echado de menos.

Un juramento pulcro y sincero, las lágrimas de Yoongi no se retuvieron ante el desgaste de sus sentimientos, ante una luz de esperanza brillando frente a él, justo en los labios de Jeongguk. Se estampó a ellos en un deseo inédito e incontrolable. Unió sus labios con la ayuda del fuerte toque de Jeongguk atrayéndolo a sí. Y fue correspondido, lo fue totalmente.

Como si nunca hubiese existido, el miedo a la cercanía se evaporó, y entonces, Yoongi fue libre de rodear el cuerpo de Jeongguk con sus brazos, por su cuello. El calor de sus pechos juntos cuando, también se atrevió a sentarse sobre su regazo, y las rápidas caricias de Jeongguk por todo su cuerpo, descubriendo lo que no podía ver y tratando de darle forma en su mente, de crearlo y pintarlo en medio de la espesura de sus pensamientos agitados.

El contacto fue tembloroso al principio, solo un par de labios inseguros pero dispuestos, Yoongi no parecía arrepentirse, y aunque asustado, se esforzó por atravesar la nueva sensación en su estómago. Jeongguk lo ayudó un poco, solo correspondiendo suavemente a su beso, no presionando por más, no exigiéndole más de lo que quisiera darle. Lo quería así. Seguro y confiado, tomando poco a poco su camino y sintiéndose cómodo de cometerlo, él estaba dispuesto a ser paciente.

Un segundo más unidos, un último beso sencillo y Yoongi recargó su frente en la de Jeongguk, cerró sus ojos, contemplando ese momento. Justo en ese momento, deseaba tanto tener alas como él y salir huyendo a su lado.

—No soy un monstruo, pero... Hay algo sobre mí que mis padres han querido mantener oculto por mi propio bien... — Yoongi abrió sus ojos finalmente, después de haber regularizado su respiración. Tenía el rostro de Jeongguk sujeto entre sus manos, jugueteó con la venda que cubría sus ojos, siendo consciente de la llamarada de valor que atravesó por sus venas. —No ha sido mi decisión, pero vivir en las sombras me ha mantenido a salvo durante toda mi vida.

— ¿De qué, Yoongi? Necesito saber de qué te escondes para ayudarte. — Yoongi repartió caricias tiernas con sus pulgares sobre las mejillas coloradas de Jeongguk. La cercanía entre sus cuerpos lo tenía hipnotizado, no se sentía capaz de moverse lejos de él ni un poco. Si la noche duraba un siglo, ese siglo lo quería pasar tan cerca de él encerrado entre sus brazos.

— ¿Sabes un poco sobre la historia de los cambiaformas felinos?... — Yoongi mordió su labio inferior con nervios, aún asimilando lo que estaba a punto hacer. Notó un poco de confusión en Jeongguk ante la seria expresión que mantuvo. —Sabrás que, nosotros somos el último clan de tigres del país, y que siempre ha existido una rivalidad con los clanes de otras especies, de leones especialmente, los más cercanos a la corona.

Jeongguk asintió con la cabeza. Sabía un poco de eso, bueno, debía saberlo. Era política pura. Si bien el reino de Yoongi es un reconocido por su poder militar, la principal razón de su capacidad ha sido la gran división interna y gremios enfrentados por el poder. Una parte importante del sur del territorio se denomina provincia autónoma, ajena a los mandatos y edictos del clan Min, y es gobernada por los enemigos históricos de los tigres: los leones. Fuertes y mayoría, formaron un bloque lo suficientemente capaz de desafiar la autoridad de los reyes al mando, mediante intrigas y complots, se mantienen vigentes dentro del juego de negociaciones políticas. Son una oposición importante y peligrosa que ha amenazado por generaciones la estadía de la familia de Yoongi en el poder, incluso cuando tienen la aceptación de la gran mayoría del reino para ser sus líderes, debido a la prosperidad que han brindado a lo largo de su mandato, posicionando al país por encima de muchos otros pese a los hostigamientos civiles.

—El líder del clan más importante de leones es un hombre demente y cruel, él siempre ha respondido con violencia y enfrentamientos ante cualquier mínimo intento de negociación por parte de mis padres, él odia a mi clan porque piensa que no somos la especie digna de poder. Todos ellos piensan así...

Jeongguk entendió. Por alguna razón, los cambiaformas de felinos, canes y osos siempre tenían ese tipo de problemas, hablando siempre de superioridad y prioridad. No era que en sus tierras no existieran desacuerdos, pero existía una unidad mucho más sólida entre las especies de aves, eso ha mantenido un estado constante de armonía y alianzas a lo largo las generaciones, procurando siempre la estabilidad del reino.

— ¿Ellos quieren lastimarte?... — Jeongguk trató de ir formando una respuesta poco a poco, pero no terminaba de entenderlo. — ¿Por qué a ti solamente? Si siempre han sido amenazados, ¿porque no esconderían a tus hermanos de igual manera?

Yoongi inhaló profundamente. He ahí le cúspide de su desdicha. Él ni siquiera había tenido una oportunidad de fallar, como para merecer ser condenado de esa forma.

—Existe un viejo mito sobre los tigres blancos. Son solo... Historias viejas y simbólicas de nuestra especie, cosas imposibles como que, son símbolo de pureza y bondad, un tótem de prosperidad, augurio de longevidad, paz y sabiduría. — Explicó Yoongi, tomando por fin el valor. Sus dedos dudaron un poco, pero las mariposas en su estómago revolotearon con más fuerza para darle ánimo a continuar con su locura de idea. —La probabilidad de ser un tigre blanco es de una entre diez mil, y siendo el último clan de nuestra especie, sabrás lo importante que resultó ser para todos... El que yo naciera así.

Finalmente. Yoongi deslizó la tela suavemente sobre los ojos de Jeongguk. Si ya se había atrevido a contarle su historia, él quería que lo conociera, él quería darle la razón que tanto había defendido por mera curiosidad, y algo más justo desde ese momento.

Jeongguk parpadeó sorprendido, sus ojos se afianzaron a los de Yoongi por inercia, perdiéndose en las dos esferas más hermosas que en su vida haya vislumbrado; la inmensidad del color del cielo justo frente a él y una divina expresión temerosa. Lo conoció con devoción, detallandolo con la mirada cada rasgo frente a él, los mechones blanquecinos cubrían parte de su rostro, contrastando con el tierno rubor en sus mejillas y el esplendor de su mirada. Oh, y los labios. Esos labios que hace tan solo unos momentos había sentido tímidos y tambaleantes presentándose contra los suyos. Yoongi lucía como lo más celestial del mundo, y el mundo no terminaría jamás de hacerle justicia por todo lo que le ha hecho.

—Cuando nací los rumores llegaron pronto al líder del clan de leones, él pronto se aseguró de poner sus intenciones en las negociaciones con mis padres. Quería tomarme como pareja, si resultaba ser omega y... La amenaza fue clara para mis padres, él dijo que los conflictos y los ataques a las aldeas no cesarían, y que en cambio aumentarían si le negaban mi mano. — Yoongi continuó explicando, así como Jeongguk no había despegado sus ojos de los suyos, por fin conociendo su acaramelado color. —Todo es debido a sus anticuadas convicciones de linaje, cree que sí tengo su descendencia se afianzarán más al trono, y si naciera algún cachorro como yo, le otorgaría prestigio y... Ya sabes, se llenaría la boca diciendo que su clan ha sido bendecido o alguna estupidez parecida. Mis padres no aceptaron, por supuesto. Y se encargaron desde el principio de hacer algo para salvarme, porque incluso negándose a la alianza matrimonial, sabían que ese hombre podría hacer cualquier cosa para lograr sus objetivos, de cualquier forma yo corría peligro. Entonces crearon todo esto, mis padres empezaron toda una propaganda en torno a mí nacimiento, ellos se aseguraron de todo el personal del palacio mantuviera el secreto y expandieran infinidad de rumores e historias sobre el monstruoso príncipe. Lograron crear un enredo en torno a mí, primero contando que los reyes habían inventado tener un cachorro de tigre blanco para ocultar una deformación, o que había sido maldito durante la gestación y mal nacido, que fui hechizado, que mi aspecto era intolerable...

Yoongi bajó la mirada por primera vez ante el sabor amargo de las palabras en su relato, sintiendo esa característica presión en el pecho cuando recordaba todo en lo que se había convertido su vida por culpa de intereses y creencias políticas que no tenían justificación.

—No fue tu culpa nunca... En eso también tuve razón. — Jeongguk murmuró, hablando por primera vez desde que fue liberado de la venda en sus ojos. Buscó nuevamente la mirada triste de Yoongi, quería consolarlo, quería tanto abrazarlo y evitarle cualquier otro mal que viniera; y debido a que sus manos estaban sujetando su peso contra el suelo, tuvo que acercar su nariz hasta la del omega y darle un toque juguetón para llamar su atención y que levantara su rostro. Se miraron nuevamente y Yoongi no pudo evitar sonreír ante su tierno gesto.

—Agradezco que mi familia se preocupe por mi seguridad, mamá y papá solo han querido protegerme, pero... — Yoongi no pudo hacer nada contra la desolación en su expresión y la desilución en sus ojos. —Me gustaría que las cosas hubieran sido distintas, haber nacido como mis hermanos y poder tener una vida normal. Lo que todos piensan que es un milagro, ha resultado ser una condena para mí.

Jeongguk meditó las nostálgicas palabras de Yoongi tan cerca de sus labios. No sabía quién era el hombre despreciable que había decidido arruinar la vida de Yoongi, pero deseaba tanto hacerlo pagar por ello. Deseaba aún más ayudar a Yoongi, que esa clase de infierno terminara y pudiera vivir tranquilo, aceptándose y apreciándose en la forma en la que era, sin importar lo bueno o malo que los demás pensarán sobre su ser.

— ¿Te he dicho ya que eres el gatito más lindo que he conocido?

Yoongi rió ante el comentario fuera de lugar del alfa frente a él, sintiéndose definitivamente avergonzado por el apodo. Jeongguk sabía bien cómo hacer sentir mejor a las personas incluso en momentos complicados.

—Si vuelves a decirme así yo voy a llamarte pajarraco.

—Oye, eso no es lindo. — Jeongguk fingió un puchero y un ceño fruncido, que rápidamente fue borrado debido a un entusiasmado Yoongi robándole un beso. Se tomaron su tiempo probándose y conociendo la textura de sus labios, la sensación de sus alientos mezclados y los sonidos que juntos creaban. Yoongi estaba perdido. Totalmente perdido por un simple e inocente beso. —Si lo haces yo le diré a nuestros hijos que su padre se aprovechó de mí y me besó en la segunda cita, y que ni siquiera me invitó a tomar un té de cortesía.

Yoongi rió estruendoso, siendo acompañado por Jeongguk cuando se separaron. Rápidamente su mente ilusionada trabajó el escenario, causándole un florecimiento de felicidad en el estómago de tan solo imaginarse en un futuro, compartiendo algo como eso junto a Jeongguk.

— ¿Pero quién ha dicho algo de tener hijos? Alfa tonto... — Yoongi trató de disimular la emoción que la causó la insinuación de Jeongguk. Él estaba descubriendo tantas formas de sentirse emocionado con solo unas horas en compañía de Jeongguk, incluso si todo eso resultaba ser un sueño, o si resultaba desaparecer de repente, solo quería guardar en su memoria la mayor cantidad de oportunidades sintiéndose así, quería aprovecharse al máximo, por si le era negado de un momento para otro y volvía a su realidad.

— ¿Es eso un rechazo? Dímelo de una vez, antes de que haga y diga cosas imprudentes.

—No sabes lo que dices... — Yoongi ocultó su rostro sonrojado en el cuello del alfa, abrazándose a sus hombros en forma de protección. No podía evitar plantarse en la negación. Incluso cuando Jeongguk no había hecho más que tratarlo bien, ganarse su confianza y creer en él incluso más que él mismo, no podía evitar la sensación de que todo eso podría desaparecer en un segundo, y que alguien tan estelar como Jeongguk realmente no querría cortejar a un omega tan rodeado de problemas y complejos; Jeongguk merecía algo tan bueno como lo era él mismo, y él se sentía tan lejano a ello. —No quieres a alguien como yo realmente.

— ¿Alguien como tú?... — Jeongguk murmuró, moviendo un poco su cabeza para que Yoongi pudiese refugiarse contra él con mayor comodidad. —Solo te quiero a ti, es lo único que sé.

—No bromees más. — Yoongi levantó su rostro, perdiendo esta vez cualquier pizca de humor, lo pidió sinceramente, no quería seguir alimentando la ilusión. La mirada que Jeongguk le dedicó fue solemne, él hacía tiempo había dejado de bromear al parecer.

—No estoy haciéndolo, Yoongi. Te quiero. — Jeongguk sabía que sus palabras eran precipitadas, pero no podía con todo desbordándose dentro de su pecho. Conocer la verdad, la historia y la inocencia de Yoongi, él le había asegurado que iba a ayudarlo a enfrentar lo que fuese. No mintió. —Si pido tu mano, si tomas mi marca... Entonces ese hombre no va a poder reclamar ningún derecho sobre ti. Porque tú alfa seré yo.

Yoongi se congeló frente a él. La vista de la libertad presentándose frente a él, en forma de algo tan bello como una sonrisa sincera de Jeongguk.

— ¿Harías eso para ayudarme?... ¿Vas a tomarme como compañero?

—Creo que soy yo el que debería hacerte esa pregunta. — Jeongguk sonrió divertido. — ¿Tu quieres tomarme a mí como compañero? Te recuerdo lo molesto que puedo ser.

—Por supuesto que quiero, Jeongguk. Quiero... Si quiero hacerlo. — Yoongi sintió su corazón crecer dentro de su pecho, como si estuviera a punto de estallar de emociones.

Jamás imaginó que algo tan simple como dejar la ventana de su alcoba abierta durante una noche, fuese la decisión que salvaría su vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro