♡ ⁺ 1 › YOONKOOK
“hyung favorito”
Jeon Jungkook es un gran y completo farsante. Aunque claro, nadie en el mundo pensaba eso, solamente Min Yoongi.
Algunas veces no comprendía cómo los demás no podían ver lo que él encontraba en Jungkook, en serio, tenía la maldad pintada en todo el rostro, ¿qué acaso no había alguien que no lo considerara adorable además de él? o bien, aceptaba que a veces era adorable, pero sólo cuando sus ojos caían de cansancio por haber estado toda lo noche besándolo, o cuando le pedía que lo abrazara porque le gustaba cómo acariciaba su cabello y su espalda.
Por un lado, estaba tal vez que su maldito rostro de niño virgen e inocente era un enorme punto a su favor para aparentar ser inofensivo, y por ello todos terminaban cayendo en su trampa. Y por el otro, era que él lo conocía de mucho tiempo atrás, quizá demasiado bien y por eso lograba darse cuenta de muchas cosas que los demás no.
La verdad era que solamente Yoongi conocía a Jungkook como realmente era, y no podía quejarse entonces, porque eso de conocer todos los lados de Jungkook y su personalidad real, le agradaba. Le gustaba ser el único que pudiese besarlo y tocarlo como lo hacía, le gustaba que Jungkook lo buscara y pidiera de él, le gustaba ser su hyung favorito.
Pero por favor, Yoongi de verdad llegaba a odiar algo de eso, cuando escuchaba al charlatán de su mejor amigo, hablar y hablar sobre lo lindo y perfecto que era su hermano menor, Jungkook. O también cuando su mamá lo regañaba por tener un vocabulario bastante folklórico en presencia del menor, o cuando simplemente actuaba como era y resultaba que aquello podía perturbar al inocente Kookie. De verdad lo detestaba, en especial si en la noche anterior fue que tuvo al pequeño hermano menor de su mejor amigo comiéndole la polla como todo un desahuciado, y no estudiando arduamente decenas de libros de filosofía o reforestando el planeta porque es el único que tenemos.
Y ahí estaban todos, pensando que Jungkook era un joven dulce, educado, servicial y cooperativo en cualquier actividad, y no un mocoso hormonal que le enviaba fotos medio desnudo a mitad de la noche, y escapaba por la ventana de su habitación para ir a escondidas, sin permiso alguno a su departamento, y colarse dentro de sus sábanas para pedirle que se metiera entre sus piernas.
La situación, obviamente, no le permitía a Yoongi confesar la verdad y abrirle los ojos a todo iluso que dijera que Jungkookie era un lindo pedazo de nube, porque bien, no sabía cómo reaccionaría su mejor amigo, Namjoon, si le contaba que había profanado hasta el lugar más perdido y oscuro en el cuerpo de su pequeño hermano menor. No quería averiguarlo, pero podía hacerse una idea de las clases de lesiones y quebraduras que obtendría debido a los golpes.
Así que, todos debían seguir pensando lo que pensaban: que Jungkook era inocente de toda indecencia, que Jungkook no jugaba con él y su autocontrol cada vez que se miraban, que Jungkook no lo seguía hasta el baño a escondidas de su hermano cada vez que iba de visita a su casa, que Jungkook no lo besaba con ganas de jamás separarse, que simplemente, Jungkook y él no eran nada.
Y de cualquier forma, ¿qué eran Jungkook y él? si solamente se besaban, se tocaban, se necesitaban y se trataban como dos amantes, ¿era eso lo que eran? porque ninguno de los dos se había detenido a preguntarlo. Bueno, no importaba, siempre que lo intentaban, Namjoon o cualquier obra indiscreta del destino lograba interrumpirlos.
Y era por ello, que siempre terminaba cayendo ante los encantos del menor, que aprovechaba cada oportunidad para atraerlo a él y seguir haciéndolo de su propiedad, porque Yoongi había empezado a ser de Jungkook desde hacía mucho tiempo, y le gustaba recordárselo ante cada mínima posibilidad; Jungkook era posesivo, tenía lo que quería por completo, y si no, entonces se encargaba de conseguirlo, y aún más si se trataba de Yoongi. Era un mocoso caprichoso y mimado, y Yoongi lo sabía, porque él se encargaba de cumplirle todos sus caprichos y de atenderlo sin dudar, porque le gustaba, de verdad le gustaba el hermano de su mejor amigo.
—Hyung... — Esa voz melodiosa, Yoongi la reconoció al instante. Jungkook estaba haciéndolo, estaba jugando con él para hacerlo débil, y lo hacía porque sabía que Yoongi no podía resistir demasiado, no si lo tenía a su lado, acariciándole el rostro y respirando sensualmente tan cerca de su cuello. —Lo he extrañado mucho, estos días que no nos hemos visto...
—La escuela y el trabajo, niño, deberías preocuparte por al menos una de esas dos... — Yoongi cerró sus ojos, porque no estaba seguro de si su tono de voz resultaría convincente. Aquello siempre pasaba: Jungkook le susurraba cosas al oído, y él intentaba no verse atacado, poniendo un poco de resistencia en sus actos. Pero la verdad era, que también detestaba que los días sin verse se prolongaran, no podía confesarlo, pero así era.
—Hyung, ¿por qué no sólo dices que me extrañaste? yo también lo hice, quiero estar más tiempo contigo... — Jungkook hizo una pausa, sólo para detenerse un momento a dejar un beso tibio cerca de la clavícula de su hyung, porque había recordado, que le gustaba mucho el color que adquiría su piel cuando lo besaba o lo mordía. —Sin que Namjoon o alguien más nos moleste.
Yoongi suspiró e inclinó un poco su cabeza hacia atrás, sólo para asegurarle una mayor disponibilidad de su cuello a Jungkook, quien ya no parecía satisfecho sólo con besos tenues, sino que había comenzado ligeros trazos de caricias con la punta de su lengua caliente, y raspones inofensivos con sus dientes sobre el suave y pulcro lienzo. Le gustaba mucho la piel de su hyung, en especial la de su cuello, también tenía cierta debilidad por sus muslos y su espalda; le encantaba el hecho de que fuese tan blanca, porque sus marcas quedaban plasmadas eficazmente, y se sentía un artista, besándolo y acariciándolo, para crearlo en una obra de arte, que solamente él podía apreciar.
—Será mejor que te apartes, él llegará en cualquier momento... — Yoongi había hecho acopio de toda sus fuerzas, para no ceder ante cada leve insinuación, y vaya mierda, porque el mocoso que tenía sentado sobre las piernas era la viva personificación de un acto provocativo que siempre terminaba cumpliéndose.
— ¿Por qué no le decimos lo que pasa entre nosotros de una vez?... — Jungkook había levantado un poco su rostro, para poder encontrarse con los ojos del mayor y sonreírle de lado con sorna. Tomó entre sus manos las mejillas de Yoongi y marcó caricias con sus pulgares sobre éstas, recargó sus frentes y se permitió hundirse en la profundidad devastadora que reflejaba Yoongi en la mirada. — ¿Por qué no decirle que muerdo la almohada por culpa de mi hyung favorito? No es tan malo como suena.
Jungkook rió limpio al ver la sonrisa que le provocó a Yoongi, después de todo, ambos podían divertirse un poco de su desventura, de su secreto. Se unieron en un beso que los hizo intercambiar suspiros, Yoongi no se negó más y lo abrazó, rodeando su torso y atrayéndolo lo más posible a su propio cuerpo. Sentía que no podía tenerlo lo suficientemente cerca de sí, y que necesitaba más.
Sus labios conocían el secreto y confiaban en los toques de sus manos, que libres, empezaron a viajar hacia el sur, donde se fueron encontrando con lo que deseaban. Jungkook, primero, libre de toda pureza, se permitió gemir con descaro en medio del beso, cuando se frotó contra la tela gruesa del pantalón del mayor, que albergaba ya las consecuencias de sus acalorados desvíos; su pantalón delgado deportivo le permitió moverse con facilidad y frotarse con libertad contra el cuerpo de su hyung, necesitando más de todo.
Yoongi se había detenido a mirarlo, porque tenerlo frente a él, perdido en su placer y regalándole una vista ideal de su rostro contraído por los gemidos y los suspiros, era un espectáculo que jamás se perdía; le gustaba verlo entrecerrar sus ojos almendrados y humedecer sus finos labios, adoraba recibir cada sonido indiscreto que su garganta no lograba retener, ver su rostro cambiar de color y teñirse de rosa por la temperatura de su cuerpo, sus mechones castaños revolverse, que lo llamara con necesidad entre jadeos cortados y quejas agudas... Era sencillo, le gustaba demasiado.
—Yoongi hyung... — Jungkook susurró, sus ojos expresivos fijados a los del mayor, hablándole sin necesidad de más palabras. Su cuerpo ágil, en especial sus caderas bien portadas, se dedicaba a fundirse lo más que pudiera contra el cuerpo del mayor. Ambos se sentían presionados debajo de su ropa, y lo que querían no podían hacerlo en medio del sillón, donde cualquiera podría entrar y descubrirlos.
Yoongi estuvo a un segundo de abandonar toda razón y ceder a su necesidad, simplemente desnudar al maldito mocoso que todos creían inocente y hacerlo recordar el porqué había dejado de serlo, quería responder a los toques agresivos que había empezado a recibir por parte del menor, contra su piel debajo de su camiseta, quería hacerlo con él allí mismo, en medio de una sala de estar, a la que entraría su mejor amigo en cualquier instante. Pero no lo hizo, porque ambos terminaron separándose abruptamente al escuchar la voz de Namjoon llamar a Yoongi, y en lo que sus pasos se acercaban haciendo ruido con vehemencia, ellos lograron sentarse en el sillón, lejos el uno del otro y fingir que nada había pasado ahí.
—Encontré lo que buscaba, Yoongi. Podemos irnos ya... — Namjoon hablaba con una sonrisa en el rostro, que se desvaneció por completo al llegar a la sala y encontrarse con la imagen de su hermano, con el rostro rojo y los labios tambaleándose con cada respiración. — ¡Kookie! ¿te sientes bien?
—Sí, hyung, yo sólo... — Jungkook y Yoongi se habían percatado del tono preocupado en la voz de Namjoon, Yoongi en especial, estaba presenciando una de las grandes actuaciones del farsante Jeon Jungkook. —Bueno, en realidad no, me duele un poco la cabeza...
Namjoon había dejado de lado la bolsa que cargaba y se había acercado hasta su hermano menor, para tocarle el rostro con sus manos y darse cuenta del acaloramiento que presentaba. Yoongi a un lado, no podía evitar morderse el labio para retener una sonrisa cómplice ante la escena
—Creo que tienes fiebre, Kookie... — Concluyó Namjoon, haciendo una mueca ante su descubrimiento. —Será mejor que me quede hasta que regrese mamá...
— ¡No, hyung! No tiene que hacer eso por mi, estaré bien... Yoongi ha venido a buscarte y tienen cosas que hacer, no quiero interferir... — Jungkook quería mirar a Yoongi y reírse con él de lo que estaba haciendo, pero debía seguir en el papel, para que Namjoon no lo descubriera en su mentira.
—Soy tu hermano mayor, tengo que cuidarte. Iré a buscar a Jimin, él está estudiando enfermería ¿recuerdas? ¡Ah! también conseguiré algo para la fiebre, y si tal vez es un resfriado también necesito otras cosas... — Namjoon se movía de un lado a otro en la sala, buscando y moviendo cosas torpemente, Yoongi no podía evitar sentirse un mal amigo, pero luego miraba la sonrisa divertida en el rostro de Jungkook y olvidaba un poco eso. —Yoongi, cuida de mi hermano en lo que consigo lo que necesito, vuelvo pronto... — Namjoon había salido de la casa prácticamente corriendo, y las risas de Jungkook no pudieron retenerse al instante en el que desapareció.
—Eres un maldito manipulador insensible. — Alegó Yoongi, con una sonrisa divertida asomándose por la comisura de sus labios rosados.
Jungkook logró que su hyung favorito dejara de protestar cuando se abalanzó a atacar sus labios de nueva cuenta. Nadie tenía que saberlo aún, luego podría explicarle a su hermano mayor qué clase de calentura era la que tenía, porque mientras Yoongi debiera cuidarlo, él podría volver a fingir cuántas veces fuera necesario.
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