Había entrado sigilosamente a la oficina, nadie había sido capaz de detectar su presencia en el lugar y por lo mismo ahora se movía libremente allí.

Buscó con cuidado y sin hacer ni un poco de ruido en cada cajón del escritorio, hasta que encontró uno que no podía abrir.

Si estaba bajo llave debía ser algo importante y eso solo aumentó la curiosidad.

Sacó una pequeña cuchilla que llevaba en su tobillo y forzó la cerradura sin una pizca de esfuerzo, está se abrió casi de inmediato.

En el interior habían varias carpetas de color oscuro, muy bien ordenadas.

Si estaban ahí debían contener algo que pudiera servirles, algo que lo hiciera caer, que destruyera a Baek.

Tomó  la primera y comenzó a hojear cada página, en ella se veía detallado todos los bienes del mafioso, fincas, islas, automóviles, jet privado y demás.

Pero algo le causó cuidado y decidió leer más a fondo.

El nombre de Taehyung se repetía en muchas oportunidades, no así el nombre del mismísimo dueño, que no aparecía por ningún lado.

Dejó la carpeta en la mesa y comenzó a revisar las otras que se encontraban en aquel cajón, encontrándose con una en particular que le hizo sonreír por la estupidez del que se suponía era el mafioso más listo de Corea, el mejor en lo que hacía.
Al parecer no era tan inteligente como todos creían.

Todos y cada uno de sus bienes habían Sido transpasados a nombre de su único heredero Kim Taehyung, lo que fue una total estupidez de su parte, ya que ahora el pelinegro era conciente de que el dueño universal de cada rincón, de cada parte de ese imperio era su bonito chico y eso solo les facilitaba las cosas en la venganza que tenían pensada llevar a cabo.

Tomó aquellos documentos y los metió entre su chaqueta, debía enseñarle a Taehyung el poder real que tenía, y que era suficiente para acabar con Baek de una buena vez.

Cuando estaba listo para salir, las puertas del lugar se abrieron y el mismísimo demonio entro en el.

—¿Desde cuando te volviste un traidor?

—Baek...

—Ya se — se acercó a él acompañado de sus guardias — desde que el estúpido de mi hijo decidió meterse entre tus sábanas, una estupida decisión— lo observó furioso— ¿Sabes que esto tiene un castigo?

—Lo se.

—Te ves muy seguro, veremos si sigues así cuando mis hombres te enseñen a no meterte en mis asuntos — sostuvo la mandíbula de Jungkook con fuerza— llegó la hora de tu castigo maldito perro traidor.
Llevenlo a la sala de torturas — demandó.

En menos de un segundo estaba siendo arrastrado por los pasillos de la mansión, hasta la que sería el lugar de su castigo, uno que conocía a la perfección y del que el mismo estuvo a cargo por mucho.
Uno que no le deseaba ni a su peor enemigo

Taehyung se encontraba frente a aquellas puertas que le causaban tanta intriga y que en ese momento podría al fin saber que era lo que escondían tras ellas.

Sin pensarlo más sus manos fueron hasta el pomo de la puerta, el cuál se encontraba cerrado bajo llave.

—Jakson — llamó — ¿Puedes?

—Por supuesto, será un placer— se puso de rodillas y comenzó a manipular la cerradura.

—Jungkook aún no vuelve — dijo preocupado— Gof— llamó a su guardia— Ve, asegúrate de que esté bien por favor.

El mencionado asintió de inmediato y comenzó a caminar hacia el lugar donde el pelinegro habia  ido.

—Ya está.

Taehyung sonrió hacia su hermano y antes de entrar al lugar le dió un corto abrazo, y una bonita sonrisa.

—Vamos.

Entraron con cuidado, encontrándose un pequeño pasillo y unas escalas a unos metros.
Estás se dirigían hacia abajo, el sótano de aquella mansión.

Comenzaron a caminar y observar cada lugar mientras Dylan se mantenía fuera para alertarlos en caso de alguna emergencia.

Al llegar  abajo se encontraron con dos puertas, una frente a la otra, las cuales tenían una pequeña ventanilla que dejaba ver a su interior.

El menor se asomó por una de ellas y pudo ver a una mujer, que a pesar de estar muy lastimada, podía dejar ver sus rasgos a la perfección y estos hicieron que su corazón se apretara cuando vio el gran parecido que tenía con Jungkook, no había duda de que se trataba de su madre.

—Abre Jackson, rápido, hay que ayudarla.

El mayor hizo lo mismo que anteriormente y forzó la cerradura dejando que la puerta se abriera de par en par.

La mujer se tenso en su lugar y se resguardo en una esquina de la habitación mientras escondía su cabeza entre sus piernas.

—No, tranquila, no te haré daño— Trató de tranquilizarla— te ayudaré.

Por primera vez aquellos ojos negros conectaron con los suyos, eran idénticos a los del pelinegro, no había duda de que se trataba de ella.

—¿Quien eres?— preguntó temerosa.

—Taehyung, soy ... Amigo de Jungkook, tu hijo... No me temas.

Ella se puso de pie de inmediato al escuchar el nombre de su hijo y se acercó hasta Taehyung con ojos brillosos.

—Mi hijo ¿Está bien?

— Lo está, te llevaré con el, pero necesito que me ayudes, debemos hacer esto con cautela.

La mujer asintió ante sus palabras y sonrió diminuto, tenía una leve esperanza
de salir de ahí y volver a ver a su hijo.

—Jackson, abre la otra puerta, necesito ver si también tiene alguien ahí, ese malnacido va a pagar por todo esto — dijo molesto.

Al hacer lo pedido  una vez las puertas estaban abiertas y Jackson dejo de respirar.

Lo que había allí dentro no era algo que se esperaba.

—¿Que pasa? —preguntó Taehyung mientras acomodaba a la madre del pelinegro bajo su brazo.

—Tae... Debes ver esto.

Taehyung le entregó a la fémina y comenzó a caminar dentro de la habitación.

Escuchó su corazón romperse cuando, sobre la cama, inconciente pudo ver a su propia madre con algunos hematomas y su cuerpo débil.

—¡Mamá! — se acercó con rapidez a revisarla, estaba dormida, posiblemente sedada.

Acarició su rostro y no pudo contener la furia que se estaba presentando en su interior.

—Maldito hijo de puta... Siempre la tuvo aquí— secó sus lágrimas con violencia — voy a matarlo, voy a hacer que pague cada uno de sus malditos actos.

Mientras se ponía de pie, Gof entró corriendo al lugar muy agitado.

—Tiene a Jungkook, lo lleva a la sala de torturas.

Gracias por leer.

🌸 ErLith_ 🌸