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《08》


Katherine había perdido la noción del tiempo de cuánto llevaba entre esas cuatro paredes desde que salió viva de la operación.

Todo lo que la rodeaba era absurdamente blanco. Todo.

La habitación estaba compuesta por cuatro paredes, una cama y un cuarto de baño donde podía acceder por una puerta.

La ropa que vestía era una bata blanca de hospital y una pulsera rosa con el número «1» inscrita.

Era totalmente aburrida su estadía.

Kath se había entretenido todo este tiempo en contar la losas de la habitación, inventar ritmos al replicar sus manos con sus muslos, mirar los pececitos de colores y a pensar en su padre.

Un científico venía cada cierto tiempo y le dejaba una bandeja repleta de comida y una bata igual a la que porta, sin siguiera dirigirle una misera palabra.

Hoy era diferente. No sabía porque, pero tenía la corazonada de que así lo era.

Al salir del baño se encontró una cama personal junto a la suya. Estaba segura de que la habían dejado ahí mientras se duchaba.
La miró con ojos entrecerrados y desconfiada, sin embargo, se acosto en la suya para comenzar a recordar en cómo su madre la había metido ahí.

No duró ni siquiera dos segundos cuando dio un respingo en su lugar del susto. Había escuchado gritos y forsajeos en la entrada de su habitación.
Miró sobresaltada como a un chico le intentaban meter a la habitación. Eran tres científicos contra un azabache con ropa hospitalizada como ella.

Uno de los científicos sacó una aguja y la clavó en el cuello del muchacho. El chico repentinamente dejó de forsajear y casi cae desmayado al suelo. Los otros tres lo sostuvieron, observaron de soslayo a la femenina que no dudó en levantar las manos.

- Yo no pienso intentar escapar – Aseguró temerosa.

Nuevamente no le respondieron los de bata blanca. Acostaron al muchacho en la cama y salieron como si nada por donde mismo entraron.

Kath admiró al muchacho enfrente enfrente suyo.
En su mano derecha se encontraba una pulsera como la de ella pero de color azul y con el número «2» inscrito.

.
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Despertó.

La puerta de la habitación se abrió y Celine entró con una gran sonrisa. Vestía el delantal perfectamente limpio. Sus manos traían una bandeja que sostenía unas tostadas y un baso de jugo. Se acercó a Kath y se sentó enfrente de ella con una bandeja.

- ¿Cómo amaneciste? ¿Te sientes mejor?

- Sí, muchísimas gracias.

La chica le sonrió a la mayor. La mayor asintió sin borrar la mirada tierna y le extendió la bandeja.

- Te traje el desayuno.

- No tenía porque tomarse esas molestias.

- Claro que sí. Estabas enferma ayer. Es lo menos que podía hacer.

Comenzó a comer cuando su acompañante salió de la habitación tras decirle que seguramente Huening Kai vendría por ella.

Al terminar de devorar todo, dejó la bandeja sobre la mesa del computador. Se dirigió al baño donde quitó su ropa y se dio una ducha.
Alzó sus brazos al sentir el agua humedecer sus palmas. Miró sus muñecas mientras recordarba ese primer sueño tan extraño. Parecía unido a este que tuvo hoy ¿Eso era normal?
Al terminar se cambió de ropa, decidida por un short mezclilla corto que era cubierto por una camiseta larga de color celeste. Su cabello lo dejo suelto porque aún se encontraba mojado.

Al salir del baño encontró a Kai sentado en su cama con el celular en sus manos mientras escribía a la velocidad de la luz.

- ¡Buenos días! – La saludó enérgico al verla.

- Buenos días – Lo saludó igual de enérgica – ¿Qué tienen hoy para mí?

- ¿Qué te parece una aburrida tarde con el Soobin?

La chica soltó un suspiro. Era lo último que le faltaba. Ella prefería salir a la superficie con Yeonjun y Taehyun, eso de hacer de enfermera no lo soportaba. Lo único que hacia era pintar mientras Soobin se sentaba en silencio al lado del chico que no despertaba y escribía algo en su libreta.

Era absolutamente aburrido.

- Necesito ir a la superficie. Tengo que buscar más ropa.

- Okey, veré qué puedo hacer por ti. Intentaré hablar con el jefe.

- ¿Quién es el jefe?

- ¿No recuerdas lo que ocurrió cuando llegaste?

- No.

- ¿No recuerdas las votaciones para que pudieras quedarte?

- Como que no entendía para nada lo que estabais haciendo... – Dejó la frase en el aire por unos minutos – No.

Huening Kai palmó su frente y ella río incomoda.

- Ese hombre es nuestro jefe. Sin él no estaríamos vivos. No todos podemos respirar en la superficie como tú ¿Sabes?

- Yo aún no entiendo muy bien... Nada.

Kai le sonrió suavemente. Katherine pensó que tal vez era una forma de reconfortarla.

- Sé que es difícil. Pero te acostumbraras.

- Eso espero... – Fueron las palabras de la femenina antes de seguirlo por los pasillos.     

De nuevo esa sensación en su pecho se le hizo presente al entrar a la enfermería. Ya no era ni extraña. Se había adaptado a sentirla latir junto a su órgano palpitante. Se había convertido como "algo" tangible en su pecho y más fácil de sobrellevar para Kath.

- ¡Qué bueno que llegarás! – Chilló Soobin en recibimiento.

Katherine le sonrió al chico antes de comenzarse a acercar a él.

- Buenos días, Sumbaemin.

Soobin la miró entre sorprendido y divertido. Negó con la cabeza con cierto sátirismo para volver la mirada a su hermano.
El doctor se encontraba nuevamente en la misma silla en que ella la conoció. En sus ojos se encontraban unos espejuelos que resaltaban el color de sus ojos. Sus manos cargaban el mismo cuaderno y el mismo bolígrafo de siempre.

- ¿Qué haces? – Inquirió Katherine, mirando el aparato de rayos X cerca del cuerpo inerte.

- Voy a hacerle una placa. Es lo único que no le he hecho.

- ¿Desde cuándo no abre los ojos? – Preguntó con intriga.

- Hace una semana... – Contestó con la voz apagada.

- Oh. Lo siento. De-debe ser duro para ustedes – La castaña se sintió estúpida por preguntar eso.

-... Habían acabado de encontrar un objeto extraño según me contó Taehyun. Era una clase de cilindro de cristal gigante. Beomgyu con toda la imprudencia que tiene desde que nació, dijo que se le hacía súper familiar y lo tocó – Paró de contar repentinamente.

- ¿Qué paso luego de tocarlo?

- Mi hermano se desplomó y lo trajeron inmediatamente para acá. Después de eso no ha vuelto a despertar – Silencio nuevamente.

Para Katherine no era un silencio normal como el primero. El nuevo silencio que dejó Soo era intrigante. Una chispa de suspenso y misterio. El rostro del mayor asemejaba a una persona que estaba pensando a máxima velocidad.
Bin llevó la mano a su barbilla, pensativo, y a su vez miraba intensamente el rostro de su hermano de manera analítica.

- Tal vez si viera esa cosa podría deducir porque le absorbió la energía a Beomgyu – Habló para sí mismo.

- ¿Eh?

El poste de luz se volteó abrutadamente hacía la castaña. Su rostro cambió sorprendentemente a uno estuciasmado y la sonrisa que dibujó sus labios era orgullosa, como si acabara de resolver un enigma.

- ¡¿Cómo tardé tanto tiempo en darme cuenta?! ¡Tengo que buscar a los demás! ¡Necesito ir a la superficie y verlo con mis propios ojos! – Sin más que decir... Soobin salió disparado por la puerta como si la vida dependiera de ello.

Katherine se encontró por primera vez a solas con ese chico. La sensación en su pecho despertó brutalmente al encontrarse en ese situación.
Lo observó desde su lugar. Ahora se le hacía: Conocido. Cercano. Y más extraño. En esos momentos sentía como un Deja Vú al mirarle las facciones del rostro.
Era anormal y desquiciada la forma en que por su mente, apareció la idea de que sus sueños estaban ligados a la primera vez que lo vio.

¿Podría ser así?

¿Él despertó algo en ella?

Y la pregunta más importante...

...¿Por qué tan de pronto se le parecía al chico con que soñó hoy?

No recordaba con exactitud al muchacho de su sueño. Sólo recordaba su color de cabello y su espalda.
Sí era azabache como el hermano de Soobin, pero no tenía el cabello de la misma forma.

Entonces hizo algo que llevaba tiempo reprimiendo. Avanzó hasta el muchacho y tocó su pecho, justo en la parte donde se contrata su corazón.

El órgano palpitante del chico se aceleró con su contacto. Una de las manos del azabache se movieron y agarraron su muñeca, sujetándola con fuerza.
Kath se sorprendió.

Sorpresa bastante efímera porque mientras él abría sus ojos, ella cerró los de ella.

La castaña sintió como rápidamente algo absorbía todas sus fuerzas.

- ¡Kathy! – Fue lo último que escuchó decirle el muchacho antes de desplomarse inconscientemente sobre él.

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