《07》
Justo cuando creía que iba a pasar el día entero con jaqueca u súper aburrida en el escritorio de la enfermería junto a Soobin. Haciendo un recuento de los medicamentos, las agujas, el algodón y más cosas... La puerta se abrió y los niños entraron.
Los pequeños se detuvieron enfrente de ella con una flor de papel cada uno en sus manitas, extendiéndoselas a la femenina.
- Soy Astrid – Le sonrió, luego ladeó la cabeza hacía su hermano y prosiguió – Él es mi mellizo, Eider.
Katherine admiró lo parecidos de ambos rostros. Las mejillas gorditas. Los labios colorados. La tez morena. Las narices puntiagudas eran prácticamente iguales. Los ojos esmeraldas, Astrid en un tono más oscuro y Eider más claro. El cabello marrón y encrespado era del mismo tono. La niña tenía el cabello atado en dos coletas, mientras el pequeño largo y revuelto en su cabecita.
- ¿Tú nombre es Katherine? – Inquirió el pequeñín con vocecita de infante.
- Sí – Respondió con ternura.
- Te hicimos un regalo por ser la nueva – Le habló la niña.
Katherine aceptó las florecillas con una sonrisa encantada.
- Gracias.
- Pequeñines ¿Qué hacen aquí? – Inquirió el chico, cruzando sus brazos a la altura de su pecho.
- Queríamos conocer a la Súper chica – Contestan en coro.
- ¿Súper chica? – Bin enaltece una ceja.
- Es una superheroína, ¿no? – Inquirió Eider con timidez.
Soobin suelta una risilla mientras que a Katherine eso le pareció súper tierno.
- Sí, turroncito es una – Responde Yeonjun entrando por la puerta. Le guiña a Kath y se agacha al tamaño de los infantes – ¿No deberían estar almorzando, pequeños demonios?
- Pero... – Refunfuña la niña, hinchando sus cachetes que ahora se tornaron escarlatas.
- Nada de peros. Salid ya.
Los niños forman pucheritos a medida que se alejan por donde mismo vinieron.
- ¿Y ustedes no pensáis almorzar?
- Se me paso por completo – Dramatizó el más alto – Lo siento, Kath. Con todo el lío que te conté se me olvidó completamente.
- Tranquilo, con el dolor de cabeza que tengo no me entra mucho el apetito.
- ¿Te duele la cabeza? – Inquiere él que la encontró con preocupación.
- Sí, eso de ser la única humana que puede respirar el dióxido de carbono es duro de procesar – Le contesta.
- Entonces iré a por unos analgésicos – Comenta Soo antes de marcharse por las pastillas.
- Tengo que preguntarte de una cosa, turroncito.
- ¿Eh?
- ¿Te hicieron algún tratamiento médico o algo antes del fin del mundo?
La castaña arrugó su nariz mientras pensaba.
- No que yo recuerde ¿Por qué lo preguntas? – Inquiere.
- De alguna manera puedes respirar en la superficie – Fue su respuesta.
Entonces la cabeza de Katherine dolió más al intentar rumiar en el pasado.
- No tienes que recordarlo hoy... No esfuerces más a esa cabecita – Clavó suavemente su índice en la cabeza de la castaña.
Ahí Katherine supo que debía empezar a recordar por ahí. Tal vez no ahora con el dolor, pero estaba dispuesta a recordar todo más adelante.
♡♡♡
La chica se encontraba nuevamente mirando hacia detrás al cruzar la puerta. Ese chico seguía sin abrir sus ojos. Las ganas la habían carcomido en cuanto la jaqueca pasó. Ella quería volver a acercarse a él. No sabía bien la razón, pero la imagen de la primera vez que lo vio ahora no se le sacaba de la cabeza.
- Deberías descansar hoy – Le habló Taehyun.
Este peligris estaba fuera de la enfermería, y no dudo en dar su comentario sobre lo que había escuchado de la conversación.
- Tae tiene razón – Apoyó el médico.
- Estoy un poco mejor.
- Deberías comer algo y luego irte a la cama – Siguió el pelinegro.
Sin tener ni la tan proclamada libertad de expresión, los dos pelinegros se aferraron de sus brazos y la remolcaron por los pasillos hasta la cocina. Otra vez esa luz cegadora en los ojos de la castaña al pasar por la puerta, ahora era mucho más abusivo el cambio de claridad, la cabeza le suministró un latigazo por ello. Cuando los ojos de la chica al fin se adaptaron, distinguió la cabellera pelinaranja de… ¿cómo la llamaron ayer…? No pudo ni recordarlo.
- ¿Cómo estas, cariño? – Le pregunto suavemente acercándose a ella.
- Le duele un poco la cabeza, Celine – Aclaró Yeonjun.
Celine ¡ese era su nombre!
- Pobrecita, ha de ser duro saber todo de sopetón.. – Le regaló una mirada cargada de angustia – Tranquila, una deliciosa cena lo puede curar todo.
Kath le sonrió. Le recordaba a un poco a su profesora favorita en la forma tan suave en que hablaba.
- Gracias.
Sintió que alaban su jersey, bajo la cabeza y se encontró con Eider apuntando a una mesa donde su hermana le hacía señales con las manos para que se acercaran.
- ¿Te sentarías con nosotros? – Inquirió con un pucherito al voltearse a Kath.
La castaña se retorció de ternura por dentro. Siempre fue débil por los pucheros y más si eran de niños pequeños.
- Claro.
La niña llegó hasta ellos sonriendo. Kath no tuvo ni tiempo de decirles a los demás que iría con los pequeñines a la mesa. La manita de Astrid agarró su palma y la arrastró hasta la mesa. Esto de ser empujada por todos era raro para ella.
Katherine se encontró sentada al lado de Astrid y con Eider en su frente. El pequeño se le notaba menos abierto que la hermana. Como siempre le dijo su padre “En los hijos, lo que no tiene uno al otro le sobra”.
- ¿Cuál es tu color favorito? El mío es el rosa pero a Eider le gusta más el verde – Inquirió la pequeña sacando unas crayolas de colores. Las colocó todas enfrente de Katherine y sonrió esperando una respuesta.
- Soy más de azul – Se encogió de hombros.
- Conozco a alguien que le gusta ese color.
La forma en que dijo ese “Alguien” junto con ese sonoro suspiro hizo que Katherine la reparara alzando una ceja.
- ¿Un “alguien” especial? – Inquirió con una sonrisa juguetona.
- Y tanto… – Irrumpió el pequeño con voz de fastidio – Es su príncipe azul.
- ¿Conozco al príncipe azul?
- Muchísimo. Imagínate si es-
Eider calló cuando una crayola golpea su frente.
- ¡Astrid! – Le reprendió sobando el lugar.
- ¡Cállate! ¡Casi sueltas la zopa!
La niña cubre su rostro con sus manos mientras el niño suelta un gruñido.
- Eres una pesada.
- Y tú un chismoso.
Katherine se echa a reír. Los niños se continúan lanzando dagas con la mirada entre ellos. Y se pelean hasta que Yeonjun interrumpe con dos bandejas llenas de comida. Le deja una enfrente a Katherine y se sienta junto a Eider.
- Pequeños demonios, espero que no estén discutiendo – Asevera con voz de regaño.
- ¡No! – Chillan al mismo tiempo.
- No estaban discutiendo, Yeonjun, solo tenían contradicciones entre ellos.
Yeonjun mira a Kath con una sonrisa por hablarle. De hecho, él se sentía muy orgulloso. Era la primera vez que le llamaba por su nombre.
- ¿Qué tipos de contradicciones? – Indaga.
- Así como la URSS y Alemania en la segunda guerra mundial.
- ¿Así de velico?
- Uh-hum.
El pelinegro pone los ojos en blanco, se voltea hacia los niños que no sabían qué tipo de contradicciones eran esas.
- Que bueno que se lleven tan bien – Miente junto con un suspiro.
Sin embargo, Kath escucha dos suspiros más. Cada uno igual de diferentes como la luz y la oscuridad. Uno aliviado, que mira a Kath como si fuera un ángel por salvarle el pellejo. Y, el otro uno como si el amor estuviera volando por los aires.
- Ha suspirado… – Balbucea una enternecida Astrid.
Yeonjun ni lo nota.
Espera. Espera. Espera. A Astrid le gusta... ¿Yeonjun?
♡♡♡
- Entonces.. el chico que te gusta es Yeonjun? – Inquiere Katherine mientras se peinaba el cabello frente al espejo de su habitación.
- ¡¡¿Cómo lo sabés?!! – Chilla la menor llena de perplejidad.
- Es él – Repite ya con obviedad.
- ¿El tonto de mi hermano te lo dijo, verdad? Es un imbécil, ni siquiera se puede call-
- Lo descubrí por mi cuenta. Vi como le mirabas los labios en la comida – Soltó con tono juguetón.
- Es que tiene unos labios tan sabrosos – Chilla tirándose hacia detrás sobre la cama de Katherine.
Vale. Eso si no se lo esperaba. Kath pensaba que iba a decir algo como “labios lindos” pero ¡Sabrosos! Eso es demasiado avanzado para su edad.
- ¿Sabrosos?
- Sí, están para un rechupeteado de esos de lengua.
Katherine se voltea brutalmente hacia la niña.
- ¿Qué?
- Sí, ya sabes – Hace movimientos raros con sus manos – Esos besos donde comparten saliva.
- ¡¿Qué?! ¡¿Qué tú sabes de eso?!
- Tengo internet gratis – Forma una línea con las labios.
- Astrid. Yeonjun es más mayor que incluso yo.
- Me gustan los mayores.
- Pero-
- Me da igual lo que me digas de la edad.
La castaña se sienta enfrente de la niña.
- Pero-
- A él le gustan las mujeres con lindos traseros – Hace una mueca – No entiendo bien qué es un lindo trasero. Todos los traseros son feos. Pero si a él le gustan yo trabajaré en mi trasero.
- ¿Cómo sabes eso?
- Hoy le pregunté qué le gustaban de las mujeres mientras hablabas con Kai y me lo contó mientras miraba tu trasero. Dijo le gustaban los lindos traseros como el tuyo.
- ¿El mío? – Se sonroja.
- Sí, dice que tienes un lindo trasero. Ni sé que significa pero.. – Agarra a la castaña por los hombros – ¡Necesito tu truco!
- ¿Mi truco?
- Sí ¿Qué haces para tener un trasero lindo?
- ¿¡Qué!? ¡No yo me hago nada en el trastero!
La puerta se abrió. Soobin entró mirando a las dos de sexo femenino. Les dio una mirada aseverada.
- ¿No deberían estar en la cama? – Inquiere cruzando sus brazos.
- Es que... – La menor hace el intento de explicar.
- Es nada. A la cama dije.
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