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Capítulo 1

Las ganas que Kankuro tenía de visitar Konoha eran inversamente proporcional a las que Naruto tenía de ser Hokage.

Le resultaba tedioso tener que cambiar el seco clima de Suna por la humedad de La Hoja.

Le resultaba cansador tener que caminar mas de 300 Km, cuando prefería quedarse a dormir en su cama, o trabajando en sus marionetas

Pero al fin y al cabo era su deber.

Era el consejero del Kazekage y no podía darse el lujo de llevar la vida de perezoso que llevaba años atrás.

Asi estuvo toda la mañana que se demoraron en cruzar el último tramo hasta llegar a las enormes puertas de su aldea aliada. Los centinelas ya los conocían más que a sus propios padres pero aun asi seguían pidiéndole sus identificaciones.

Las botellas de vino que Kankuro llevaba en su mochila se agitaron un poco. Era un obsequio para Sakura, por haberlo salvado aquella vez en la que el veneno de Sasori había atacado sus venas; A decir verdad, si fuera por el no le habría llevado nada. Pero no porque no quisiera, sino porque no se daba cuenta de aquellas codas. Fue Gaara quien lo instigo a comprarle algo.

La misma rutina. La misma posada. La misma gente.

Konoha tenía la particularidad de que todos sus aldeanos tenían el mismo rostro, o quizás ello le parecía a Kankuro Sabaku.

Cualquier persona que haya estado en ambas aldeas hubiera preferido Konoha. Pero él ya estaba acostumbrado al molesto viento, a las tormentas de arena, y a vivir protegido del sol como un jeque árabe.

Lo bueno de la aldea de la hoja, era el sake. No podía beber hasta embriagarse porque su puesto no se lo permitía, pero si podía alterar su estado de ánimo por un buen rato y así olvidar todos los conflictos venideros.

"Gaara tendría que hacer lo mismo"; pensó mirando a su hermano. Para el marionetista, Gaara estaba desperdiciando los mejores años de su juventud en temas octogenarios. Alianzas, tratados, corrupción, etc eran palabras que pasaban a ser moneda corriente cuando alguien ascendía a un puesto como tal.

─Bienvenido nuevamente, Sr Sabaku.

─¿Ah?

Kankuro estaba demasiado inmerso en los pensamientos sobre su hermano que el botones tuvo que volver a repetirle el saludo. Le sonrió, pero casi de mala gana.

─Bienvenido, Señor Sabaku—le entregó las llaves—. La habitación de siempre.

─Graaacias — estiró su vocal preferida mientras seguía a sus hermanos. Miro la mochila de Temari y por un momento no supo cómo era que cabían tantas cosas de mujer en ese pequeño bolso.

Tropezó con un dobles de la alfombra del pasillo y se chocó con la calabaza de Gaara.

─Disculpa hermano.

─¿En dónde tienes la cabeza Kankuro? —Le preguntó el pelirrojo con seriedad. El marionetista negó efusivamente, algo apenado.

─Lo lamento, me distraje con..

─No, no me refiero a eso —Lentamente alzó su mano derecha y como si estuviera practicando la coloco sobre el hombro derecho de su hermano mayor. Kankuro miro el gesto sorprendido—. Cualquier cosa que ose a molestar tus pensamientos puedes decírmelo, y buscaré la manera de ayudarte.

─Em, bueno. Gracias...supongo.

─¿Pueden dejar las cursilerías para otro momento? La Quinta nos espera en su despacho.

La inconfundible voz de Temari fue la que los saco de aquel extraño momento. Refunfuñando como siempre abrió la puerta de su habitación y sin decir más la cerró delante de las narices de sus hermanos.

Gaara fue el siguiente en entrar. Y por último, Kankuro.

Tomo envión y en una carrera de unos cuantos pasos se arrojó al somier que lo esperaba. Las partículas se agitaron a contraluz de rayo del febo que ingresaba por el costado de una de las cortinas azules de la ventana. Tosió un poco, y se rascó su abdomen mirando el techo.

Miro sus dedos, jugueteó a que manejaba uno de sus artilugios ninjas y sonrió pensando en las modificaciones que le haría cuando volviera a su casa.

No supo en que momento Morfeo había atacado su mente, ya que cuando su hermano golpeo a su puerta llevaba dormido más de cuarenta minutos.

─Voy─dijo. Y no agregó más, Gaara era muy paciente y respetuoso, sería muy raro de su parte que volviera a tocar.

En la puerta de la posada los dos hermanos lo miraron cuando esté bajó colgándose su marioneta vendada a la espalda. Gaara llevaba en sus manos un paquete, y al verlo el mayor golpeó su frente

─Tsk...─Se quejó─. Olvidé el regalo de Sakura en la habitación.

─Osh, ¡Luego se lo das! ¡Ya vámonos de una vez!

─¡No te alteres Temari! Ningún hombre te querrá para casarte si vives con ese carácter horrible y ese rostro tan...tan...masculino ─la insultó con una sonrisa ladina que dejó entrever el tono de burla con el que lo había dicho. Sabía que la rbia explotaría, pero Gaara, antes de que la situación empeore se colocó entre medio de ambos comenzando a caminar en dirección al despacho.

Ambos lo siguieron, Temari aún con los puños fruncidos.

Para cualquier persona ajena a aquél ambiente, era hasta gracioso ver como varios aldeanos se corrían para darle el paso al príncipe de Suna. Algunos hasta le regalaban reverencias, mientras que otros simplemente lo miraban con desconfianza. Kankuro pudo notar la incomodidad de su hermano menor e intentó iniciar una conversación para distraerlo de ese momento.

─ ¿Habías pactado algún horario con Tsunade-Sama Gaara?

─ No del todo, hablamos en que apenas llegáramos iríamos a su oficina. Ella me dijo que allí estaría todo el día.

─ Seguramente te hablará sobre la conferencia de los cinco Kages, a decir verdad no tengo ganas de verle la cara a los demás. Menos a Killer, ese rapero sin talento.

─ Son cosas que no podemos evitar. Además, no encuentro a Killer-san un sujeto desagradable, sino todo lo contrario.

Kankuro chasqueó la lengua. Desde que Gaara habia sobrevivido al ataque de los Akatsuki habia comenzado a ver la vida de otra forma. Hasta a veces era hartante el positivismo que portaba, habia días en los que Kankuro quería solo criticar, y no lo podía hacer, ya que Gaara le hacía caso omiso a las críticas, y Temari...Bueno, Temari podía ser una rubia insípida cuanto quisiera.

─Han reforzado la seguridad─observó Temari mientras miraba a un grupo de centinelas charlando en una esquina—. Se vienen tiempos turbulentos.

Los tres fruncieron el entrecejo con seriedad. Aquello era puramente cierto.

─ Por eso estamos aquí, si logramos una conferencia mediadora podremos estar preparados para cualquier ataque sorpresa. –comentó el pelirrojo.

─ Ha sido de gran ayuda el armamento que nos envió Tsunade, sin embargo sería bueno que platicaramos sobre la posibilidad de vendernos más. ─ fue Kankuro quien opinò.

─ No creo que sea buena idea, estaríamos jugando con el tratado de desarme, casi hasta podríamos enemistarnos con algunos, especialmente con Iwagakure.

─ Temari tiene razón – Gaara se detuvo para saludar a los Jōnin que estaban en la entrada de la mansión Kage─. Mantengámonos al margen de ese tratado y veremos como nos va, veo mas viable la idea de formar una gran alianza shinobi que de obtener mas armamento.

─Si tu lo dices—Se limitó a decir Kankuro.

Las escaleras de aquél lugar parecían interminables. Cuando por fin subieron y se encontraron con el piso parqué, la diferencia de temperaturas era notable. El despacho de la Quinta estaba arriba de todo, y por esto, el sol se empeñaba en calentarlo más que los otros pisos.

Las caras de los tres comenzaron a brillar. El calor, más la humedad eran una bomba de tiempo.

Golpearon y el "Adelante" de la Hokage les dió el visto bueno para pasar.

─¡Bienvenidos! ─ exclamó Tsunade poniéndose de pie, y con una sonrisa. A su lado derecho, Shizune la imitaba en su gesto.

Gaara sonrió, Temari apenas, y Kankuro...

Kankuro había perdido la noción de su ubicación.

─¿Cómo estuvo el viaje?

─Tranquilo, mas lluvioso de lo normal.

Tsunade rió ante el comentario del pelirrojo.

─Parece cómo si estuviéramos en plena primavera ─ bromeó, ya que evidentemente así era.

Kankuro por alguna razón, aún no había emitido palabra alguna, y aquella razón tenía un nombre.

—Oh, los presento—dijo rápidamente la Quinta después de recordar que no había introducido a Hoshi—. Ella es Himara Hoshi, es nuestra Tokubetsu experta en leyes. 

─Un placer conocerlos al fin—habló, recibiendo solo la respuesta de Gaara. Para cuando Kankuro intento saludarla, ella lo miró a los ojos de tal forma que el marionetista creyó que no podría volver a hablar jamás en la vida. Había olvidado completamente como hacerlo ─. Bueno
, Si me disculpan—comenzó a decir, sonaba molesta por no recibir un saludo recíproco—. Los dejaré para que puedan ponerse al día de sus asuntos.

El marionetista abrió la boca, y quedó como un completo idiota al no poder decir nada. Hoshi solo permaneció con su impasible sonrisa, pero su mirada parecía haberse pegado al rostro del mayor de los Sabaku.

—Mucho gusto—agregó, y después  miro a Tsunade despidiéndose de ella.

Tsunade asintió. Y luego de despedirse con gestos apenas perceptibles, la castaña de cabello corto y pecas en gran parte de su rostro desapareció tras la puerta de madera llevándose no sólo su presencia, sino la cordura de un Kankuro que ahora comenzaba a amar el calor de aquella aldea.

—Mucho gusto—respondio Kankuro, casi setenta horas después y se sintió como un completo idiota.

─ Desconocía por completo que Konoha tenía a una ANBU experta en leyes. ─ observó inocentemente el pelirrojo.

─ Hoshi permaneció durante muchos años estudiando detalladamente las legislaciones de todos los países. Viajó por muchas aldeas, incluso estuvo en el País del Viento, pero allí lo hizo por muy poco tiempo, ya que tomó apenas un mes de cátedra con uno de los señores feudales─ el rostro de la Quinta se ensombreció─. Nos vendrá de gran ayuda en esta guerra.

─ ¿Entonces ya está dicho? ─preguntó el pelirrojo.

Kankuro seguía sin prestar atención. Sus pensamientos mas racionales se habían ido con las piernas de la jounin que acababa de conocer, y que por tal impacto, había olvidado ya su nombre.

Entonces ahí fue cuando hubo un antes y un después en su vida.

Ahí fue cuando entendió, sintió, y comprendió, que ya no había nada más que hacer. 

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