Luego de una tarde llena de pasión. Jack dejó a Ian dormir toda la noche. Sin ni una gota de cansancio, se sentó en un pequeño columpio posicionado en el jardín, sacó un cigarrillo y no se hizo de esperar, empezó a reír de felicidad. Se sentía el hombre más afortunado del mundo y sabía que nada podría hacer que su felicidad cayera, o eso pensaba.

A la mañana siguiente, Ian despertó, pero se encontraba enojado. Jack no comprendía muy bien cuál era la razón y por más que preguntó, Ian se negó a responder.

Decidió preparar una sorpresa para él, pensando que así su humor mejoraría. Ian era un excelente creador de manualidades, sus finas manos gozaban de cortar y doblar papel, de sentir sus dedos viscosos por el pegamento y de llenar todo con brillantinas.

Jack salió un momento de casa y compró todo lo que consideró que Ian podría utilizar, el problema es que antes de poder llegar a casa, recibió una llamada de su secretaría, rogándole que fuera a la empresa, ya que había sucedido un problema y él debía tomar una decisión para solucionarlo.

Dudó bastante entre sí ir a casa primero y luego a la empresa o confiar en que Ian no se iría solo de casa. Decidió optar por la segunda opción, sabía qué hace más de una semana no iba a la empresa y el que requieran de su presencia no era algo nuevo.

Subió a su auto y condujo a la empresa, luego de tres horas para resolver el problema fue a casa, empezó a buscar a Ian, pero no lo encontró en ningún sitio, gritó su nombre varías veces, pero no recibió respuesta, su desesperación lo hizo romper varios jarrones que se encontraban en la sala de estar, desplomándose en el suelo a punto de estallar en lágrimas, escuchó como la puerta trasera se abría y miró hacia el pasillo, era Ian.

Corrió hacia él y lo abrazó, tocándolo por todas partes asegurándose de que estuviera bien y lo estaba, después de todo solo había salido al jardín para tomar algo de sol, pero se quedó dormido.

—Estaba muy preocupado, la próxima vez te llevaré conmigo, ¿sí? —susurró Jack mientras cargaba a Ian como una princesa, de la vergüenza, el mismo solo pudo asentir con la cabeza, para luego ocultarla entre los hombros de Jack.

Lo recostó en la cama y lo miró con pasión, Ian lo miró, haciendo contacto visual con él. Jack no pudo evitarlo y empezó a levantar la camisa de Ian, lamió sus pezones uno por uno, con fuerza y deseo, pellizcándolos y mordiéndolos como si de una gomita se tratara.

Aunque Ian cubría su boca, pequeños gemidos podían escucharse, así que Jack decidió sujetar sus manos encima de su cabeza, Ian no pudo cubrirse y sus gemidos se hicieron mucho más fuertes, haciendo que Jack se excitara aún más.

Bajó sus pantalones y no se hizo de esperar para comenzar a comer su miembro. Ian no pudo evitarlo y aunque trató de avisar, terminó en la boca de Jack, esto lo avergonzó tanto que intentó bajar de la cama y salir corriendo, pero Jack no se lo permitió y con una corbata ató sus manos a la cama.

Por más que Ian quisiera negarlo, ese tipo de cosas lo excitaban, por supuesto Jack lo sabía, después de todo había visto cientos de veces a Ian coger con su hermano mayor.

Se dedicó a verlos cada vez que Ian venía a visitarlo. Jayden, el hermano mayor de Jack y Ian, eran una pareja, todo habría salido muy bien, si Jack no se hubiera obsesionado con Ian.

Aprovechando que provenía de han familia con poder y dinero, se esforzó por muchos años hasta lograr ser un joven empresario, quitándole el puesto no solo a su padre, sino a su hermano mayor, el cual tendría que haber heredado todo aquello, pero Jack se dejó cegar por el resentimiento.

Jayden sabía que Jack estaba enamorado de Ian y por eso se acercó a él, para ver sufrir a su hermano menor. Lo que no esperaba era que este se convertiría en su perdición.

Jack no solo le quitó todo el poder a Jayden, sino que lo asesino cruelmente, pero no tomó en cuenta los sentimientos de Ian, el cual cuando recibió la noticia de que Jayden estaba en el hospital gravemente herido, corrió hasta allí y antes de llegar sufrió un horrible accidente, el cual le hizo perder la memoria.

Para Jack esto era un golpe de buena suerte, podría empezar de cero con Ian y nadie podría interponerse. Aunque no esperaba que Ian estuviera cien por ciento cómodo con él, ya que no lo reconocía. Jack le inventó un montón de cosas, haciéndole creer que eran una pareja feliz desde hace años.

Ian no tuvo más que aceptar, ya que tampoco tenía a dónde ir, incluso había perdido conocimiento de algunas palabras, y no hablaba tanto como antes.

Pero, ¿qué pasaría cuando Ian recuperara la memoria?

¿Cómo lo sabría Jack? Y este era su más grande miedo, ver como Ian se alejaba de su lado y empezaba a odiarlo por todas las cosas que había hecho hasta ahora.

No podía permitirlo, y mantener a Ian encerrado era su única opción, pero, ¿cómo lo mantendría vigilado? No podía pasar las 24 horas a su lado, tenía que trabajar y encargarse de muchas cosas. Buscar a alguien para que lo cuidara era algo que nunca pensaría, había muchas posibilidades, que lo ayudara a escapar o que se aprovechara de él.

Entre tanto perderse en sus pensamientos, Jack no se dio cuenta de que había lastimado a Ian. Sus muslos estaban de un color púrpura por la fuerza con la que Jack los había sujetado, el trasero de Ian tenía marcas rojas por las nalgadas que le había dado y ni hablar de la sangre que recorría el lugar donde había sido penetrado.

Jack se alejó de él y lo desató de inmediato, lo cargó y lo llevó a el baño, lo introdujo en la bañera con agua caliente y empezó a llorar a su lado.

—Lo siento, no sabes cómo lo siento. Se suponía que te atesoraría, pero solo te lastimo —dijo entre lágrimas.

—Yo... —empezó a hablar Ian, pero decidió mantenerse callado, prefería que Jack se sintiera culpable, después de todo ya había recuperado su memoria.