8- El samurái y la sombra
Shirakawa, Japón.
Año 1868, Mediados de Diciembre.
Era Meiji.
Se despertó lentamente, no recordaba que había sucedido. Se encontraba en una habitación oscura, cerrada, tapado con un kakebuton gris en un futon sencillo. Volteó la cabeza y vio la ventana con rejas « ¿Volví a la prisión?», pensó por un momento.
Al ver la pintura blanca del techo se dio cuenta « Ya recuerdo », razonó molesto. Luego del juicio se desmayó por la pérdida de sangre y la debilidad. Recordaba vagamente voces de un hombre y de una mujer mayor, pero nada más.
Se destapó y observó su cuerpo: estaba vendado casi en su totalidad, solo llevaba puesto un fundoshi. Sentía algo de dolor por los golpes, más, nada que no pudiera tolerar. Quiso moverse y sintió un tirón en la pierna. Estaba encadenado al piso y con tobilleras de cascabeles.
Por más que intentara no podía moverse sin generar ruido. « ¿Qué demonios me hicieron?», se preguntó a sí mismo. Oyó un ruido de cadenas y vio como se abría lentamente la puerta, dejando ver a un joven alto, de cabello suelto, con solo una yukata (kimono informal) de color azul oscuro y los tabi puestos.
—Despertaste — dijo. Llevaba en sus manos una bandeja con una taza de té, una tortilla de arroz y un pan blanco. Rouisu tuvo que frotarse un poco los ojos para distinguir bien
de quién se trataba.
—Samurái —dijo secamente — dime donde estoy —exigió.
—En mi hogar obviamente —respondió sonriendo y dejando la bandeja al lado del muchacho —te quedaras aquí encerrado y encadenado por órdenes de daimyo-sama hasta el próximo mes.
— ¿Y a mí porque me conviene eso? —preguntó con malicia en la voz.
— ¿Prefieres ser golpeado en la prisión? —contestó Harry con otra pregunta. Rouisu solo bajo la cabeza.
— ¿Dónde está mi ropa?
— Guardada. Las estudiaré para ver si hay sangre en ellas, al igual que con tus armas —dijo el samurái.
— ¿A dónde quieres llegar? Soy un asesino, un mercenario. Según ustedes, pomposos samuráis, los de mi clase merecemos morir —escupió mirándolo a la cara. Esos ojos verdes lo distraían.
— Quiero probar que eres inocente. No habrías venido a mi habitación a esconderte como un cobarde si así no fuera —contestó sentándose al lado del encadenado.
— Vuelve a decirme cobarde y despídete de tus testículos —amenazó alejándose lo más que las cadenas le permitían.
— Suerte con eso —mencionó sonriendo —las cadenas son de una aleación doble de acero, son irrompibles. Además —. Señalando sus tobillos —. Los cascabeles te delataran a donde vayas. Pedí a un herrero que hiciera los candados más fuertes y resistentes que pudiera.
— Obtendré la llave, no me subestimes.
— Las tire a un pozo —mencionó con triunfo.
— No fuiste capaz —. El samurái seguía sonriendo triunfante. La cara de Rouisu se desfiguró —. ¿En verdad lo hiciste? ¡Pedazo de idiota, miserable basura humana, ser execrable y pedante!— gritó a todo pulmón tratando de atacar a Harry, pero de nuevo las cadenas no le dejaron mucha movilidad.
— Te dejare desayunar tranquilo, ya que parece que los dos días que pasaste dormido no te ayudaron —dijo saliendo de la habitación con el ceño visiblemente fruncido.
«Maldito, juro que lo asesinare dolorosamente y me bañare en su sangre», pensó tomando la taza de té negro. Al menos, aún estaba caliente. A la comida prefirió ignorarla, no deseaba comer lo que ese samurái inepto le había traído.
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A paso presuroso llegó a la celda improvisada Gemma. Abrió a los tirones los candados y entró a la habitación.
— ¡Vístete de una buena vez, basura miserable sin alma! —gritó hecha una furia tirándole una caja, la cual le pegó en la cabeza —. ¡Son órdenes de Harry! —finalizó.
— ¿Quién carajo es Harry? —preguntó molesto tratando de levantarse a golpear a la mujer. No le agradaba en lo mas mínimo ser tomado por sorpresa —. No creas que usaré esto sea lo que sea ¿Quién te has creído que eres?
— Así que ahora te haces el listo no ¿mierdecilla puta? —respondió acercándose a él. El kimono verde aceituna, con el obi color mostaza la hacía ver amenazadora —Mi hermano menor, el samurái que te salvo esa cochina vida que estoy dispuesta a quitarte con todo gusto y placer —. Se arrodilló frente al ninja y lo tomó fuertemente del cuello, ahorcándolo. Con la debilidad que Rouisu tenía no podía defenderse — ojalá los dioses me bendigan dejándome ver tu lenta y dolorosa muerte. Ahora escúchame bien que no lo voy a repetir. Si vuelvo a oír que insultas a mi hermano como lo hiciste esta mañana, morirás. A mi no me importa nada, te juro que te torturaré. Vivimos bajo el mismo techo y yo soy la mayor. Se hace lo que yo digo así que te conviene obedecerme ¿quedó claro? —preguntó con malicia. El menor no respondió —dije: ¡¿quedó claro?! —gritó apretando más el agarre de sus manos.
—S...si...si —respondió el ninja a duras penas. Gemma le dio una fuerte bofetada antes de soltarlo de forma brusca.
—Rómpelo — amenazó, señalando la caja —y no habrá Harry que te defienda. Es más, morirá contigo —finalizó su amenaza antes de retirarse llevándose la bandeja —y pobre de ti sí a la próxima no comes.
« ¿Quién diablos es esta loca?», pensó sobándose el cuello. Seguro que le quedarían unas enormes marcas negras por varios días. Como odiaba esa maldita piel delicada que siempre se enrojecía y amorataba con facilidad.
Resonaba en su cabeza ese nombre: «Harry...», se repitió, «hacía años que no escuchaba un nombre occidental. Es verdad entonces, que en este pueblo están todos dementes», continuo pensando.
Dirigió su mirada a la caja. Era muy delicado el decorado, no le daba buena señal. Al abrirla vio de lo que se trataba y se sonrojó del enojo que le provocó ver esa maldita porquería.
Definitivamente no iba a ponerse eso ni aunque esa mujer maligna lo obligara. Pensándolo bien, no la quería cerca. Ella morirá primero cuando lograra liberarse.
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—Fuiste muy brusca con él —reprendía Harry a Gemma por la gritería en la celda del
prisionero.
—Si quieres tener un buen corazón adelante. Siempre hiciste lo que quisiste y nadie te
cuestionó, pero a mi no me molestes. Sabes perfectamente lo que ese hombre me provoca y aún así lo metiste a esta casa. Es nuestro hogar Harry ¿en qué estabas pensando? Es denigrante tener que atenderlo. Antes de esta deshonra preferiría suicidarme —cuestionó Gemma visiblemente molesta. Estaban en medio del salón de entrenamiento que había en la estancia.
—Como veras Onee-sama —comenzó Harry —en esta habitación hay muchas espadas y armas de corte. Si la humillación es tan insoportable te invito a que utilices cualquiera de ellas. No te detendré y no permitiré que tu marido lo haga tampoco —sentenció mirándola seriamente.
— ¡Te prohíbo que metas a Kaoru en esto! —gritó indignada — ¿Por qué lo defiendes?
— Porque creo en su inocencia. Yo nunca me equivoco hermana, sé que no es culpable y quiero demostrarlo antes de que se cometa un error ¿te imaginas lo que sería iniciar ahora una guerra con su clan? Destrozarían el pueblo y lograrían asesinar a daimyo-san. Eres mi única familia, no quiero arriesgarte. Es mejor mantenerlo vivo y a salvo antes que desatar la desgracia por una muerte innecesaria —dijo mirando a su hermana con ojitos suplicantes como los de un cachorro. Ella bufó por lo bajo y decidió irse. Harry siempre se salía con la suya.
Volvió, entonces, a su entrenamiento. Si bien su técnica con la espada era impecable, debía practicar más. Debía honrar su titulo por el y por su padre.
Al terminarlo, fue a visitar al "adorable y cariñoso" prisionero. Y pensar que unos ojos tan bellos adornaban aquel frió rostro sin alma que solo conocía el odio « ¿Por qué estoy pensando en aquello? ¿Que tiene ese muchacho que queda tan prendado a mi cabeza? ¿Será que Gemma tiene razón y mi obsesión con él es solo una táctica para acabarme?».
Limpió su mente de aquellos pensamientos antes de entrar a la habitación de la antigua "casa de invitados" que se encontraba al fondo del frondoso jardín de la mansión. Abrió los cerrojos con pesar, corrió la puerta de celosías y casi se desmaya.
El fiero y temible ninja de los bosques, vestía un delicado kimono celeste con grandes flores color lila y un obi morado. El kimono era de Gemma, así que a su pequeño cuerpo le quedaba grande, haciendo que el cuello le quedara colgando por la parte de la nuca dejándola al descubierto, las mangas le quedaban largas y casi arrastraba los bordes en el suelo, sus manos se veían sumamente pequeñas. Su cabello, algo largo, enmarcaba su rostro, dándole un toque aniñado a pesar de la barba.
Miraba a Harry con intensidad, como si de un momento a otro fuera a saltar a atacarlo por mirarlo de esa manera. Se veía tan vulnerable. Parecía una flor de loto recién florecida en un estanque, una ilusión, una visión delirante de belleza única. Tuvo que reprenderás mentalmente por esos pensamientos impuros.
— ¿Contento? —preguntó Rouisu al verlo pasmado frente a él —. Si querías a un maldito y lambiscon hokan, creo que tienes dinero suficiente para comprar uno.
Eso definitivamente lo hizo bajar de su nube. Por un momento había olvidado lo odioso que era aquel joven.
— Creo que te queda muy bien —respondió Harry sin pensar lo que decía.
— Muy bien "Harry" —. Hizo comillas con sus dedos — ¿Qué mierda quieres ahora? Me tienes encerrado y me obligas a usar ropa de mujer ¿Qué más sigue? ¿Me violaras?
— ...¡No, no, por supuesto que NO! —respondió indignado —estoy tratando de que no te maten, mínimo podrías ser agradecido.
—Vaya que eres inocente. Mejor dicho eres un idiota —lo insultó.
—Bien. No piensas cooperar —. Se cruzó de brazos — ¿Al menos me dirás tu nombre?
—Ya lo sabes. No lo repetiré —escupió y le dio la espalda al samurái.
—Quiero saber cuál es tu nombre occidental —. El ninja lo miró desconcertado por sobre su hombro. En el perfil de su rostro podía verse lo afilado de sus pómulos debido a su delgadez, al igual que sus largas pestañas y sus finos labios. Tal y como en el sueño—. Estoy hablando enserio. Eres mestizo y se nota a leguas. Debes tener un nombre occidental.
—Claro que lo tengo, y gracias a los dioses no es tan ridículo como el tuyo —contestó con malicia el ninja.
—Mi nombre no es ridículo —. El joven samurái ya estaba perdiendo la paciencia.
— ¿Solo porque estoy encerrado en tu casa, con esa mujer loca, crees que confiaré en ti? No me importa que trates "salvarme", no te lo agradezco, ni ahora ni nunca. Acostúmbrate o muérete —soltó con malicia. La mirada de Harry se ensombreció.
— ¿Cuál es la necesidad de ser tan maligno? Eres peor que un akuma (demonio) —dijo Harry saliendo de la celda y parándose en el marco de la puerta.
—Akuma... me gusta. Acostúmbrate a llamarme así. Tonto samurái —contestó Rouisu riéndose a carcajadas. Harry se fue cerrando cada candado y dejando todo como estaba. De seguir así, no sabia cuanto era capaz de soportar de aquel hombre.-
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La tragicomedia es lo mio no??? Les voy adelantando algo: la relación de ellos empieza con el pie izquierdo obviamente y va a costar que se adapten el uno al otro, así que por favor no esperen un pseudoromamce al estilo "síndrome de Stockolmo". Iré construyendola poco a poco para darles lugar a que se conozcan y a que puedan comprender cada lado de la historia. Nada es por que si #sorrynotsorry. (La ilustración del kimono pertenece a Haruyo Morita 😍)
Gracias por leer y nos leemos la semana que viene 😘😘😘
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