6- El juicio del pueblo
Zona residencial de Shirakawa, Japón.
Mediados de Diciembre de 1868.
Era Meiji.
Una semana transcurrió desde la última vez que Harry habló con Liam. No deseaba volver. Se sentía vació y desorientado, perdido en un limbo de vergüenza.
Debía ser algún hechizo o maleficio que lo ha llevado a creer en las palabras de ese hombre. «Cómo puedo ser tan ruin. Cómo puedo ser tan inepto. Debería acabar con mi vida de una buena maldita vez pero.... no puedo, no tengo el valor. Dioses sagrados ¿Qué será de mi?», se repetía una y otra vez en su mente.
Luego de hablar con Rouisu era imposible sacarlo de su mente. Esos ojos desafiantes no eran los de un asesino, eran los de un guerrero. Él lo sabia, lo presentía. Ese hombre era inocente. Recordó que al revisar las armas que llevaba la noche de los homicidios, éstas estaban limpias, a diferencia de las que se encontraron en el suelo y en los cuerpos. No podía entenderlo.
Antes de hacer una tontería, prefirió encerrarse en su casa a meditar la situación. Con meditar nos referimos a hacer cualquier cosa que este en su poder para ignorar el tema: ejercitarse, pintar, dormir, etcétera. Todo sin resultados.
Cuando estaba a punto de tomar su katana para afilarla sintió que golpeaban la puerta de su habitación. Ésta se abrió dejando ver a una joven alta de cabello rubio sujetado en una coleta, de piel blanca y ojos claros. Llevaba puesto un kimono negro con un obi color verde musgo.
—Onee-san (hermana mayor) — la saludó el samurái— ¿Qué haces aquí? ¿Tu familia está bien?
— Tranquilo hermanito — se acercó y lo abrazó fuertemente — vine a ver como estabas. Hace días que no sales de aquí, me tienes preocupada— le reprochó buscando sus ojos para que le responda.
— Estoy bien — le dijo tajante evitando su mirada y separándose de ella fingiendo ir a buscar algo en otra habitación.
— Miéntele a cualquiera menos a mi Harry— protestó la joven seriamente.
— Gemma, no pasa nada. Sigo algo afectado por lo sucedido últimamente. No me encuentro en condiciones de ir al palacio— comentó Harry desanimado.
— Jamás fuiste irresponsable, siempre cumpliste tu deber con honor. No puedes hacerte esto a ti mismo. Ese no es tu verdadero problema — dijo resignada.
—Cumpliré con mi deber cuando sea necesario— contestó el samurái mirándola a los ojos.
— Todo pasará cuando ejecuten a ese bastardo. Pensar que por su culpa perdí a mi mejor amiga— dijo Gemma con una lágrima cayendo de su ojo derecho.
— Onee, no te pongas así— la abrazó sintiéndose aún más egoísta de lo que ya se sentía. Él no era el único que la estaba pasando mal —. Tienes razón ya pasará.
En ese momento oyeron que alguien golpeaba la puerta de la casa con apuro. Bajó y en la sala de estar encontró a Steve con el pelo suelto y con un kimono color gris. No se había percatado de que en el pueblo se habían vuelto a usar colores en la ropa. Pidió a su hermana que los deje solos.
— Me alegra ver que estás bien— dijo Steve tirándose a los brazos de Harry para abrazarlo fuertemente. El menor correspondió de la misma forma.
— Define bien— contestó.
— Necesitamos que vuelvas al palacio. En unas horas será el juicio del ninja.
— ¿Tan pronto? ¿Liam está bien? — preguntó Harry tratando de disimular la vergüenza que sentía al no tener 2 dedos de frente para ir a apoyar a su amigo.
— Ryamu-sama está un poco mejor. Volvió a hablar desde que lo visitaste, solo lo necesario. Lo convencí para que adelantara el juicio porque ya no soporto esta situación. Necesitamos justicia, por él, por el pueblo, por Akira y por Aiko — relató formal, tal y como era su esencia. De repente su semblante se endureció —. Ven al juicio por favor, tu testimonio es necesario.
Lo tomó por sorpresa. Pensaba que no llegaría el momento de tener que tomar caratas en el asunto. Maldito instante en el que se ofreció a interrogar al ninja.
— Aaa... estee... yo no creo que pueda, porque me acabo de acordar que tengo algo... eee... si algo y además — comenzó a tartamudear nervioso antes la cara de disgusto de Steve.
— No quiero excusas— le cortó — Es tu deber como el general del ejército — continuó mientras se volteaba para retirarse —. Más te vale que te vea allí, Harry.
Antes de que pudiera replicarle ya se había ido. Ya no podía escapar ¿o sí?
—Voy a arrepentirme tanto de esto — dijo resignado mirando al cielo. Corrió a ponerse un hakama blanco, tomar sus espadas y salir. Debía llegar lo antes posible.
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Rouisu fue sacado de su celda y vestido con sus ropas, a excepción de la armadura y conducido a la plaza de armas donde sería el juicio público.
Todos los allí presentes lo abucheaban y maldecían. No podía importarle menos. Mientras más rápido lo ejecutaran mejor sería para todos. Fue puesto de rodillas, con las muñecas atadas, en el suelo frente a Liam, que se encontraba sentado en un trono dorado, vestido con ropas del mismo color. A su lado, Steve se preparaba para leer la acusación.
— El gran tribunal de Shirakawa acusa a Tomurinson Rouisu del asesinato de Paine Akira-sama y Paine Aiko. ¿Cómo se declara el acusado? — preguntó viéndolo con desprecio.
— Obviamente inocente, samurái de cuarta— escupió con sorna el ninja— mi muerte no las traerá de regreso, hagan conmigo lo que quieran. Ya me torturaron y humillaron ¿Qué más pueden hacer? Ni siquiera tengo quién me defienda ¿Y así se hace llamar este un tribunal "justo"? — gritó indignado.
—Silencio perro maldito — gritó Luke, pegándole una patada en la espalda.
— Si no hay nadie que lo defienda o se oponga, se declara al acusado.... — no pudo terminar.
— ¡Aguarden un minuto! — gritó Harry corriendo para llegar antes del veredicto. En lo que corría se tropezó y cayó rodando sobre los guardias haciendo que todo el mundo se ría.
Si Rouisu hubiera tenido las manos libres se abría golpeado la frente con la palma de la mano cómo lo hizo Steve.
— Mi señor le suplico que me escuche — pidió el samurái inclinándose con la cabeza hacia el suelo frente al daimyo — creo que estamos cometiendo un error. Creo que este hombre es inocente —. Eso último provocó una exclamación de sorpresa por parte toda la audiencia.
— Aru ¿Qué carajos estás diciendo? — le susurró Steve indignado y preocupado. No comprendía las palabras de su alumno.
— Cierra la boca Aru, estás avergonzándote haciendo esto — dijo Ashton, mirándolo con asco.
—Sé lo que digo —. Mirando a Liam —. Daimyo-sama tiene que creerme.
— Basta insolente, mereces ser ejecutado junto a este hombre por traición. No mereces ser el samurái dokoro — dijo Luke.
— Eso lo veremos — dijo Harry desenvainando su espada preparándose para pelear a muerte con Luke y Ashton que ya tenían en sus manos sus katanas.
— ¡Deténganse! — Gritó Liam — ya he tenido suficiente de ustedes tres. Ruke y Asuto, se retiran inmediatamente de este tribunal. En cuanto a ti, Sutoiresu Aru, ¿Por qué le defiendes? — Harry volvió a inclinarse.
— Algo en mi interior me dice que el no es el culpable. Usted y yo nos conocemos desde que éramos pequeños gran señor. Sabe que soy incapaz de mentirle, una sola palabra suya es suficiente para que yo acabe con mi vida, si así lo desea mi señor. — dijo Harry mirándolo a la cara, aún de rodillas.
— Así es, te conozco. Nos criaron juntos. Siempre te he amado como a un hermano, siendo este cariño correspondido por ti. Nunca me haz decepcionado ni haz cometido crímenes. Eres un guerrero fiel, y mi mejor amigo — se volteó para volver a sentarse en su trono.
— Mi señor, permítame solo un mes para reunir las pruebas y demostrar su inocencia. Si no lo logro... — sentenció Harry conectando su mirada con la del ninja— le imploro ser yo quien ejecute a Rouisu— al decir eso el pueblo volvió a sorprenderse. La humildad y fortaleza del joven eran únicas y muy admiradas.
— Bien. Daré mi veredicto — dijo seriamente el daimyo.
Rouisu miro a Harry como si le hubiese crecido otra cabeza.
— El acusado será puesto bajo la custodia de samurái dokoro hasta la próxima audiencia dentro de un mes. El deberá ser confinado en tu casa, sin excepción — sentenció. Harry quería morirse. Una cosa era defenderlo, otra mantenerlo en su hogar.
— Jódete — le susurró Rouisu antes de ser trasladado al carro donde sería llevado a la casa del samurái. Ese mes se le haría sumamente largo.
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Esa noche llovía copiosamente. Niaru se encontraba frente al hogar de leña leyendo un libro, "La Nueva Eloisa" de Jean Jacques Rousseau. El ama de llaves lo llamó.
— Niaru-sama, un hombre vino a verlo — dijo suavemente la mujer pequeña de pelo canoso.
— ¿Quién es y qué quiere? — preguntó el ojiazul con desgano.
—Solo me dijo que es un viejo conocido suyo. Que usted sabría— contestó la mujer.
— Hazlo pasar al salón de estar, iré en un minuto — dijo y fue hasta el espejo a arreglarse el cabello y el kimono lila sin estampado que traía puesto. Se llevó una grata sorpresa al ver al mismísimo consejero del daimyo sentado en su sala.
—Aoki Hiroyuki — dijo con una sonrisa ladina — de todos los hombres que vienen aquí, eres al último a quién esperaba. Te ves terrible —dijo sentándose frente a él en el otro sillón cruzando las piernas. Tenía una enorme debilidad por los muebles occidentales.
— Para ver tus molestas arrugas y soportar tú mal carácter me hubiera quedado en casa a ver a mi esposa — dijo Steve cruzado de brazos — ¿Cómo has estado?
— Antes de verte, de maravilla. Luego de ver cuanto has envejecido, muy deprimido ¿y vos? — preguntó cruzándose también de brazos.
— No vine a jugar contigo Niall — contestó serio.
— Vaya samurái— se puso de pie y caminó hasta Steve para luego sentarse en su regazo — No me llamabas así ¿desde hace cuánto? ¿20 años?
— Desde que me casé y nació mi hijo — dijo secamente Steve.
— Eres un aburrido. Déjame recordar los viejos tiempos ¿te acuerdas de cuando nos conocimos? — dijo Niall acariciando largo cabello negro del samurái con sus largas y afiladas uñas.
— Si lo recuerdo — dijo el mayor sonriendo y poniendo una de sus manos en la cintura de Niall — mi padre te compró para mí. Yo estaba tan nervioso que no podía ni mirarte a la cara.
— Te veías tan lindo en ese entonces. No como ahora que estás viejo — dijo Niall entre risas.
— Eres un descaro, si se te caen las arrugas— rió también el samurái. El rubio fingió pegarle una bofetada. Ambos se miraron a los ojos como hacía mucho no lo hacían y se besaron. Se besaron vorazmente, Niall tuvo que sujetarse de los hombros del más alto y este de la cintura del menor. Ese beso estaba cargado del cariño que tanto añoraban; de pasión desbordada y buenos recuerdos que los dejaron sin aliento.
Al soltarse con la respiración entrecortada se miraron a los ojos.
— ¿Qué nos sucedió Steve? — preguntó con melancolía.
— Me vi obligado a casarme — contesto fríamente.
— No viniste aquí por mi ¿verdad? — dijo Niall con decepción.
— Vine a pedirte un favor — contestó Steve. Niall se bajó y se sentó nuevamente en el sillón — Supongo que te enteraste de todo lo sucedido.
— Si lo sé — dijo sobándose el cuello con pereza — todo se fue al carajo de un día para el otro.
— No seas vulgar. Pero así es. Mi señor volvió a hablar pero sigue deprimido y sin comer casi nada. Necesita compañía.
—Y lo mejor que se te ocurrió fue buscar a un hokan. A un cortesano ¿el matrimonio te volvió estúpido o qué?
— Eres adorable ¿sabías? — escupió Steve con sarcasmo.
— Claro que lo soy.
— Necesita compañía por el momento. Planeó convencerlo para que se case al volver de la guerra — esto último provoco que Niall saltara de su asiento y se acomodara entre las piernas del samurái con las manos en sus rodillas.
— ¿Cuál guerra? — preguntó con miedo.
— No puedo decirte más que eso.
— No sé por quién me tomas, claro que puedes y debes hacerlo — dijo indignado el ojiazul.
— ¿A vos de que te sirve saberlo?
— Steve los chicos que viven aquí son como mis hijos, necesito ponerlos a salvo lo más pronto posible.
— Bien. Se rumorea que el Bakufu esta aliándose con un ejército extranjero y declararan la guerra al Chōshū. Posiblemente la batalla final se libre en Hakodate pero no es seguro. La información es limitada así como mi tiempo. Te daré lo que quieras, lo que sea. Pero por favor ayúdame — dijo tomando su rostro — sabes perfectamente que soy capaz de confiarte mi vida.
Niall se estiró para volver a besarlo y al separarse juntaron sus frentes mirándose, como alguna vez lo hicieron.
— Lo pensaré. Recibirás mi respuesta a más tardar mañana. Déjalo todo en mis manos amor — dijo Niall. Ambos se pusieron de pie.
Niall lo acompañó hasta la puerta.
— Te prometo que no te arrepentirás — dijo el rubio. Steve lo tomó por la cintura y lo beso dulcemente. Los segundos que pasaron sus labios unidos fueron eternos.
— Espero tu repuesta —. Luego de eso se fue y Niall cerró la puerta. Tuvo que sujetarse del pilar para no caer. Mordió una de sus uñas recordando lo bien que se sentía besar a ese hombre tan testarudo. No lo decepcionaría.
Sin saberlo, Niall tenía el futuro de Shirakawa entre sus manos.-
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¿Se acuerdan que les mencione que había una pequeña sorpresa? Bueno... Espero que les haya gustado jajaja.
Es el ship mas raro que se me pudo ocurrir, pero, al menos aquí, ellos convinan a la perfección.
Se aceptan tomatazos, chanclazos, maldiciones y comentarios chistosos.
En serio les digo espero que no me maten 😂😅😅😅😅.
Gracias por leer. Nos leemos la semana que viene 😘😘😘😘
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