4- La ira del dragón. Parte 1: el ocaso del corazón amante.
Palacio de Shirakawa, Japón.
Año 1868, principios de Noviembre.
Era Meiji.
Había pasado una semana larga para Harry desde que se declaró la alerta. Los agentes del Chōshū descubrieron que las provincias afiliadas al Bakufu estaban contratando ninjas para amenazar a los daimyos que no se unían a sus ejércitos, por lo que temían por la vida de Liam y su familia.
Luego de las extenuantes turnos de guardia que debía hacer, le gustaba relajarse jugando mayong (Dominó chino) en los jardines con Steve y conversar sobre banalidades.
— ¿Cómo está tu hermana? Hace tanto que no la veo — comentó Steve, con una sonrisa en el rostro. Ese día llevaba un kimono blanco con un hakama (pantalón amplio) color rojo y un obi (cinturón) del mismo color.
— Gemma está muy bien, su esposo es bueno y devoto— dijo sonriendo y preguntó: — ¿Y tu hijo?
— Fuerte como un toro — dijo orgulloso — pronto él también servirá a su nación. Espera un minuto hiciste trampa— gritó levantándose de la mesa.
— No es cierto sensei — dijo Harry levantándose de la mesa también, su kimono lila y su hakama blanco se desarrugaron al estar totalmente de pie — jugaste mal y perdiste Steve acéptalo —. Sonreía con astucia.
— Claro que no "Harry" — dijo haciendo comillas con los dedos— mira tú juego y el mió —. Ambos miraron y se dieron cuenta que nadie había hecho trampa —. Maldito niño ¿Cómo es que me ganas? — dijo pisando el suelo con bronca mientras Harry se reía a carajadas. El también comenzó a reír con ganas.
— Admítelo no podrías vivir sin mi— dijo tomando la mano de Steve entre las suyas.
—Tienes razón— comentó devolviéndole el gesto — me haces renegar como nadie y me recuerdas que estoy vivo. Ahora que lo recuerdo ¿Qué haces con el cabello suelto? — cuestionó el sensei al percatarse de los rizos color café que caían a los costados de su rostro y hasta la mitad de su espalda.
Se veía sublime, etéreo. Él odiaba agarrarse el pelo, pero el protocolo debía ser respetado. Gracias al cielo su señor no lo obligó a raparse la cabeza como los samuráis de la vieja escuela. Incluso Steve se salvo de aquello.
— Liam me deja llevarlo así—. Steve lo miró seriamente—. Está bien ya me lo recojo—. Procedió a atárselo con una sonrisa picara floreciendo en su rostro.
Siguieron conversando hasta que se hizo la tarde y Harry debió volver al turno de guardia en las puertas del palacio. Se volteó al escuchar unas risas que provenían de atrás de la puerta encontrándose con Aiko.
—Tío Harry— lo llamó y se acerco para que la alzara. Se veía preciosa con su kimono color coral con pequeñas flores amarillas y su cabello castaño amarrado en dos coletas —. ¿Puedes ver el atardecer conmigo?
— Sus deseos son órdenes para mí, princesa— contestó levantando a la niña del suelo con una sonrisa. Se acercaron al barandal del puente y siguieron hablando mientras veían al cielo teñirse de una tonalidad anaranjada y rojiza.
— ¿Me enseñarías a montar un caballo? — preguntó Aiko de repente.
— Claro que si, desde mañana podemos empezar si tu padre lo permite pero ¿Por qué ahora?
—Mi hermanito nacerá en verano, y necesito que saber lo mas que pueda para que, cuando el crezca, yo pueda enseñarle y guiarlo, así como todos ustedes hacen conmigo— dijo seriamente la pequeña mirando a Harry con sus profundos ojitos negros, rasgados como los de su madre.
— Eres una niña muy buena y dulce — dijo el samurái —crecerás y serás una mujer maravillosa. Y prometo que cuidaré de tu hermano con la misma devoción con las que te protejo, y a tu padre y a tu madre.
— Aiko ven aquí, deja a tu tío trabajar— dijo Akira desde el marco de la puerta. A través de su kimono negro con flores azules ya se notaba lo abultado de su vientre —Harry, querido amigo, siempre eres tan amable con nosotras— comentó acercándose y tocando el rostro de Harry—. No sé como agradecerte.
— Akira, querida señora— dijo inclinándose y besando su mano— no me debes agradecer por nada. Cumplo con mi deber orgulloso. Deberías descansar, en tu estado debes estar lo más calmada posible.
—Como si pudiera con todo el ajetreo que hay aquí —. Miró a Aiko—. Vamos adentro y me ayudas a pintar los cuadros que colgaremos en tu habitación y en la de tu hermano — dijo sonriendo tomando a la pequeña de la mano.
Harry las vio entrar y se sintió aliviado. «Liam es muy afortunado», pensó. En ese momento volvió a su mente los ojos azules de su sueño.
« ¿Algún día te llegaré a conocer, espíritu de ojos azules? ¿Serás tan silencioso como en mi sueño? ¿Serás amable o vienes a atormentarme? ». Esas preguntas se arremolinaban en su mente como huracanes implacables. Nada podía hacer. Había buscado respuestas en los más sabios del pueblo y nadie le había podido responder. Solo uno se aproximo cuando le dijo que no se preocupara, que más adelante se sorprendería de lo que significaba, aun sin decirle de qué y porque. Quería dejar de pensar en aquello, se sentía agotado y más confundido que de costumbre. Por suerte podría ir a descansar pronto hasta la próxima ronda de guardia.
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Era la luna llena en su esplendor lo único que adornaba el cielo nocturno. Aprovechando los rincones más oscuros, Rouisu trepó por las paredes del palacio. Guiándose de un mapa pudo dar con la ubicación de la habitación de Liam. Por la ventana, convenientemente abierta, entró al pasillo. Se encontraba sumido en penumbras. Nada concordaba con las mil descripciones del "Palacio del Sol", como se le conocía popularmente. Caminó observando todo a su alrededor sin distinguir nada hasta que las vio. Se dio cuenta de inmediato que algo no estaba bien cuando pudo divisar manchas en el suelo. Con cuidado de no hacer ruido las siguió y, horrorizado, vio a 3 guardias muertos con sus gargantas cortadas.
Corrió hasta la habitación y al entrar no encontró ni al daimyo, ni mas guardias. Vio a una mujer embarazada y a una niña pequeña muertas, con shurikens clavados en sus cuerpos y una ninjato (espada corta que utilizaban los ninjas) tirada en el suelo. Creyó que se desmayaría de la impresión, no podía entender quién podría haber hecho eso. Ni siquiera él que era frió y despiadado se atrevería a tocar a una niña y una mujer embarazada. Sus principios se lo prohibían.
Por alguna razón los recuerdos se agolparon en su mente y una lágrima traicionera se escapó de su ojo derecho mojando su cogulla. Estaba helado y confundido. Un escalofrió recorrió su columna de par en par y le faltaba el aire. Se dio cuenta de todo: le tendieron una ruin trampa y de la peor forma. Ahora todo el peso por estas muertes recaería en él.
Reaccionó cuando oyó voces y salió por la ventana. Caminó hasta la tercera ventana, que estaba abierta y entró con cuidado, pero para su mala suerte el joven que dormía en el futón se despertó con el cabello revuelto y mirándolo fijamente. Aun en la oscuridad pudo distinguir el verde brillante de sus ojos. Lo miraba curioso como si quisiera hablarle. Rou puso la mano en la empuñadura de su espada cuando ambos escucharon un grito desgarrador que provenía del pasillo y, de golpe, entraron 3 guardias a la habitación.
—Es el culpable, atrápenlo— gritó el samurái que entró, y los 2 ayudantes lo tomaron por los brazos. El verde y el azul de sus ojos se encontraron en el desconcierto y el miedo. Ya no había vuelta atrás. Miró por última vez al muchacho, que salió corriendo de la habitación.
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Harry salió de su ensoñación y corrió a ver quien había gritado así encontrándose con los guardias muertos a un lado del pasillo. Temió lo peor. Llegó a la habitación y vio a todos llorando desconsolados.
—No entres hijo por favor —dijo Steve tomándolo del brazo. Sus ojos estaban bañados de malditas lágrimas de dolor. Aru se soltó y entró. Cuánto se arrepentía.
Liam lloraba y gritaba desconsolado abrazando los cuerpos sin vida de su esposa e hija. Él las llamaba por sus nombres, les pedía que abrieran los ojos, pero no había respuesta. Sintió que se le escapaba el alma por los poros.
Apretó los puños con fuerza, no podía respirar. Comenzó a tiritar cuando frías lágrimas comenzaron a caer por sus ojos como una cascada de amargura. Se sentía culpable, era él quien debia protegerlas y no lo consiguió. Su amada sobrina y su venerable hermana, la familia de su hermano del alma, yacían muertas en los brazos del hombre a quien juro fidelidad eterna.
Se volteó porque ya no quería ver más cuando divisó a la sombra de su habitación salir encadenado de la mano de los guardias escupiendo maldiciones.
—Suéltenme bastardos. Yo no lo hice, suéltenme de una buena vez— gritó mirando fijo a Harry con sus ojos azules inyectados en sangre y desprecio.
Los ojos verdes de Harry llenos de dolor no podían procesar lo que veían. Su corazón no podía entender lo que sentía. Solo sabía que no podía sentir odio al ver esos ojos. Los ojos de un asesino.-
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Lamento la demora. Tuve unos problemitas técnicos pero aquí esta. La verdad es que me dio pena la forma en que Liam perdió a su familia. Mas adelante veremos que sera de él.
Gracias por leer 😘
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