16- La cigarra de invierno
Shirakawa, Japón.
Año 1869, últimas semanas de Enero.
Era Meiji.
El incidente del palacio, en el que Louis se vio lamentablemente involucrado, había quedado ya en el pasado. No se tomaron represalias ni hubo enojos tardíos. Es como si aquello no hubiera pasado, como si el palacio hubiera vuelto a sonreír gratamente ante la mirada calmada de su señor.
Liam estaba sumamente animado. Aún sentía hasta en lo más profundo del alma la pérdida de su esposa y de su hija. Aquello lo acompañaría hasta el fin de sus días. Pero poco a poco salía del pozo depresivo en el que se había sumido. Había vuelto a sonreír, a vestir ropa colorida, a conversar con sus más íntimos amigos y a estudiar, en sus tiempos libres.
Se despertaba en las mañanas y habría los ventanales de su habitación para que pasara la luz, llamaba a los sirvientes para que lo vistan y bajaba a desayunar con su amado hokan. Igual que esa mañana.
Llevaba puesto un sencillo kimono color mostaza con un hakama gris, su cabello peinado hacia el costado y se había afeitado.
—Buenos días danna-sama—se oyó el saludo de Zayn desde la entrada del comedor.
Se encontraban los dos solos, oportunidad perfecta para que el joven gobernante apreciara la bella presencia de su fiel siervo. Su kimono azul claro hacia resaltar la tonalidad morena de su piel y no podía dejar de mirar sus ojitos vivases. El hokan tampoco bajaba la mirada.
Secretamente amaba retarlo de ese modo. Sostenerle la mirada cuando nadie más se atrevería a hacerlo, o simplemente llamarlo por su nombre occidental.
—Buenos días Zayn, ven acompáñame—lo llamó con un ademán de su mano para que se sentara.
Liam estaba en la cabecera de la mesa y el más joven se sentó del lado derecho, a dos asientos de distancia, solo para molestar a su señor. Sonreía de forma juguetona mientras tomaba el té de rosas que una sirvienta le había traído. Si el pequeño quería jugar, Liam jugaría también.
—Querido—lo llamó dulcemente—¿He hecho algo para que te molestes?
—Por supuesto que no mi señor. Usted me trata mejor de lo que alguien de mi clase merece—contestó tímida y descaramente mientras ponía su pequeño puño lentamente sobre su boca de forma nerviosa y desviaba su mirada hacia la tortilla de arroz que aún no había comido, sonrojandose a propósito. Ese gesto provocó que Liam sintiera un inmenso calor en todo el cuerpo. Necesitaba estar más cerca del joven o se sofocaría.
—En ese caso acércate, siéntate a mi lado—ordenó. El menor sonrió, sonrojándose un poco.
Levantó su virginal mirada hacia su amo y mostró sin miedo la ilusión en sus ojos, deleitándose con la expectación presente en los ojos del otro. Se levantó lentamente para sentarse al lado de su amo. Caminó despacio, solo para acrecentar las ansias de su dueño por su presencia.
Estiró su mano para acariciar el hombro de Liam y apoyarse en el para sentarse sobre el regazo de su protector aprovechándose de la ausencia de público en esta su mejor actuación. Pero, como no podía ser de otro modo, justo en ese momento entro Steve bastante apurado y con cara de pocos amigos. Como de costumbre últimamente.
—Con su permiso mi señor—dijo y fue, prácticamente, corriendo a sentarse al lado de Liam. El daimyo tuvo que rezar a todos y cada uno de sus ancestros para no tener que poner en su lugar a su muy querido y venerado maestro —. Aún no han traído a los cantantes castrati, el distribuidor de sake aun no ha llegado con el encargo y se rompió una de las estatuas del jardín sur. Pero su vestimenta al igual que la Zayn-kun están listas, serán traídas en una hora por la joven Gemma—eso último lo dijo un poco mas tranquilo.
—Así que los preparativos de la fiesta se salieron de control ¿eh?—preguntó, agarrándose el puente de la nariz de forma cansada. Por un segundo desvió su mirada para encontrarse con la mirada molesta de hokan, que jugaba con un trozo de la tortilla de arroz que ya estaría fría. Se lo permitió. Después lo compensaría—. No pierdas la paciencia con los cantantes, manda a llamar al distribuidor y desaparece los restos de la estatua, pon una maceta con flores en su lugar. Y avísame cuando llegue Gemma-san para la prueba de kimonos.
—Gracias mi señor—respondió el mayor para irse a realizar todo lo que se le había pedido.
—Un momento—lo llamó—primero, acomódate el kimono, segundo, arréglate ese cabello y tercero, contrólate. No quiero que mueras de un paro cardíaco en mi presencia solo porque no puedes manejar la presión- dijo mirándolo con el ceño fruncido. No bromeaba y el mayor lo sabía.
—L... le pro...prometo mi señor que no sucederá de nuevo—. Se fue finalmente acomodándose su ropa y el rodete que sostenía su cabello.
Liam volteó a ver a Zayn quien solo vio como el mayor se levantaba para acariciar su cabello y salir del salón.
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La sonrisa del joven hokan traía la luz hasta los rincones más sombríos de la faz de la tierra. Era lo único que podía pacificar el enloquecido espíritu del daimyo-dono.
Todo en el palacio era un caos. La fiesta se daría en la tarde, por lo que toda la mañana se basaría en gente corriendo de aquí para allá llevando y trayendo cosas, Steve gritando, recibir a los invitados, ponerse trajes pomposos y rogar para que los samuráis no lleguen borrachos antes del festejo.
¿Qué se celebraba? Nada en particular. Solo quería crear un ambiente de paz antes de tener que dedicarse de lleno a la resolución de los conflictos bélicos. Esto no lo hacía menos importante por supuesto. Como todo evento social, merecía una ardua preparación.
Sin embargo, para daimyo-dono, tenían mas valor los pequeños momentos en los que podía escapar a la biblioteca y enseñar a su pequeño protegido todo lo que creyese necesario para el futuro, que se temía próximo. Ambos, sentados uno frente al otro en el escritorio, tenían el mismo problema. No podían concentrarse en lo que hacían, ni mucho menos que ponían esfuerzo en ello. El silencio que los acompañaba se hacia pesado sobre sus hombros.
<<Con esa belleza, con esa dulzura, ¿Quién puede resistirse? Si hasta ahora no mande al santísimo demonio a Steve- akuma es solo porque gracias a que lo tuve de intermediario, pude conocer a Zayn. Que el se haya soltado conmigo y sea mas dócil me da mucha tranquilidad. Pero ¿no debería sentirme culpable de ver la dulzura de los ojos de Akira reflejada en los suyos>> , pensaba Liam, culpándose, con la mirada caída sobre un libro traído de occidente, "Sueño de una noche de verano".
—Amo—. Zayn se dio cuenta de que su señor no estaba presente así que lo llamó y se atrevió a preguntarle: —¿es mi presencia lo que provoca en usted tristeza y desasosiego? ¿Hay algo que yo pueda hacer?
Liam pensó que se le partiría el corazón al ver la tristeza en su rostro. Llevaba el cabello suelto, algo caído sobre su rostro. Con la mirada triste y el pequeño puchero en su boca parecía un niño regañado. Era tan tierno.
—¿Pero que dices? Lo que causa mis ausencias es algo más allá que nosotros mismos. Son fuerzas que no podemos controlar ni perturbar. Es lo inmaterial, lo desconocido, lo que no podemos ver lo que enturbia mi razón a veces. Si es por ti, me mantengo despierto y alerta. Más aún con lo que te sucedió el otro día—recordó con odio.
—No debe preocuparse por eso—. Miró su mano, ya sanada y sin vendajes—. Gracias a sus cuidados y su amorosa presencia pude sanar correctamente—. Para cuando se hubo dado cuenta de lo que dijo ya estaban ambos sonrojados, pero sin dejar de mirarse con el mismo cariño con el que ya lo hacían.
—Acércate a mí, Zaynie—ordenó el señor, más como si fuera un ruego ante un altar.
Observó detenidamente como el joven se levantaba de su asiento. Su kimono hacía que su esbelta figura y su porte delicado se notaran aún más. Caminó hasta el otro lado de la mesa, tomando la silla al lado de la de Liam. Este, lentamente y sin ser invasivo, pasó su brazo izquierdo por la cintura del más joven tratando de atraerlo hacia el.
Digo "tratando", porque en ese momento golpearon la puerta. Por la forma tan violenta, el amo ya sabía que se trataba de su hermano de armas, Harry.
—Adelante—bramó sin poder controlar el odio que sentía al tener que soltar a Zayn. Le acarició el rostro suavemente a modo de consuelo.
—Perdona por la interrupción—se excusó el de ojos verdes, sonrojándose de vergüenza antes la situación tan íntima que irremediablemente había arruinado—pero te necesitamos abajo para que controles los preparativos de la fiesta. Y me dijo Steve que Zayn estaba flojo en literatura renacentista.
—Lo había olvidado. Repasa la última lección sobre Montesquieu y tomate un descanso—dijo levantándose de su asiento para irse, no sin antes acariciar el rostro del mas joven.
El día era cada vez más largo.
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Para cuando pudo salir al balcón, ya había corrido mucho más que el pobre soldado que corrió desde Maratón hasta Atenas. Se sentía cansado, agotado, aburrido, molesto, de mal humor y debia seguir hasta la noche. Se juro a si mismo no volver a organizar fiestas en mucho tiempo.
Se hallaba recostado sobre el barandal de piedra tallada orientado hacia el jardín sur. Miraba a la absoluta nada ya que hasta los ojos tenía cansados y enrojecidos.
Estaba decepcionado de no poder darle a su niño adorado todo el cariño que hubiera querido. Se sentía tan raro. Deseaba verlo, abrazarlo, mirar sus ojos y....
—La vista es preciosa desde aquí—. Se sobresaltó al escuchar ese comentario, topándose con Zayn parado a su lado.
— ¿Hace cuanto que estas aquí?—preguntó tratando de recobrar la compostura.
—Unos minutos nada más.... solo quería pasar tiempo contigo Liam—mencionó el menor sin mirar a su amo. Se notaba angustia y miedo al rechazo en su voz.
—Yo también lo deseo, pequeño—dijo Liam para consolarlo—te lo compensaró. Es una promesa—dijo sonriéndole. Todas sus preocupaciones desaparecieron al ver la sonrisa de su hokan.
Sin importarles nada se acercaron y se abrazaron fuertemente, disfrutando de la sensación de tener al otro entre sus brazos. Zayn con el rostro escondido en el pecho de Liam podía sentir el perfume de la tela y la frescura de esta. Liam se quedó prendado del calor que desprendía el delgado cuerpo al que se aferro como si su vida dependiera de ello.
Allí estaba la paz.
Pero estaban en guerra.
—¡Ustedes se quieren! ¿Verdad?—. Esa vocecita dulzona y aniñada no podía venir de otro lado que no sea del pequeño Koyamada Yuki. Los mayores debieron separarse.
—¿De donde saliste neko-chan?—dijo Zayn mientras alzaba al niño.
—Yuki ¿y tu madre?—preguntó Liam de forma relajada. No podía molestarse con un niño pequeño al que, prácticamente, vio nacer.
—Daimyo-sama, mil perdones—llegó Gemma corriendo, estaba agitada—. Tuve que traerlo por que no había nadie en casa que se quedara con él.
—No te molestes, querida amiga. Ver que mi pequeño ahijado esta creciendo fuerte y sano es una alegría. Ojala nunca pierda esa picardía que solo es de los niños—mencionó el gobernante, poniendo una mano en el hombro de la mujer. Zayn seguía mimando al pequeño, y Yuki reía contento en sus brazos.
—Gracias—dijo ella agachando la cabeza—vine a buscar a Zayn para la prueba del kimono para esta noche. Luego vendré por usted, exactamente como ordeno.
—Muy bien. Me alegra que seas siempre eficiente—dijo orgulloso Liam—Zayn ve con ella, luego iré a verte—ordenó. Zayn bajo al niño, se inclinó y salió junto a la hermana del Harry.
Volvió a recostarse de forma pesada sobre la baranda, cual gato somnoliento.
—Es un hombre muy hermoso usted tiene suerte—dijo el niño al mayor.
—Tienes razón... espera ¿no deberías ir con tu madre?—preguntó ante el atrevimiento del niño.
—Hablar con usted es más entretenido—contestó sonriendo y mostrando sus pequeños dientitos.
Podía verse claramente que los estaba cambiando ¿Cuánto tiempo hacia que Liam no lo veía?——Madre le prestó a Louis-san un kimono como el que Zayn-san tiene puesto, pero a él le combina el color con sus ojos haciendo que le quede muy bonito también. Al tío Harry le gusta ver a Louis-san con los kimonos de mi mamá.
—Ese Harry....—meditó un minuto lo que el niño dijo y se sobresaltó—. ¿¡Qué cosa le queda bien a quién, de quién y que Harry le dio los kimonos de tu hermana a quién!?—. Todas esas preguntas salieron de la boca del mayor en una fracción de segundo.
—Oops!—dijo Yuki antes de salir corriendo como si el piso se fuera a caer. Liam definitivamente hablaría con Harry mas tarde.
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—Ahora explícame de que habla Yuki ¿Quién es Louis?—preguntó el daimyo de forma inquisidora. El samurái que lo acompañaba se ahoga con su propia saliva.
—Ehhh... Louis es.... el... no tiene importancia lo que un niño diga—decidió desviar el tema—¿A dónde vamos?
—Quiero hablar con Zayn. Contando las horas del día, solo pude pasar 20 minutos con él y creo que se ofendió porque no le preste atención..........—. Su diálogo se vio interrumpido abruptamente.
Ambos habían atravesado el pasillo que conducía a la habitación del hokan y sin darse cuenta se toparon con la puerta abierta de la habitación. Dentro de la misma, detrás de una mampara, se podía ver perfectamente la silueta de Zayn. Estaba acomodándose las vendas en la cintura que cubrirían su sexo, y aparentemente ya tenía puestas las que iban en el pecho, a la altura de los pezones.
Sin darse cuenta de las presencias ajenas, Zayn salió de atrás de la mampara para tomar el nagajuban (enagua) de color blanco y colocárselo antes del kimono. Tal vez fue cosa del destino que quiso que se diera vuelta y se topara con el rostro sonrojado a más no poder de Liam.
Zayn también se sonrojo, quedándose estático, y desnudo, frente a la atenta mirada del mayor.
Su piel parecía más oscura ante la blancura de las vendas que cubrían lo necesario para que no haga un espectáculo mayor.
—Liam por que te quedas calla....... —la mandíbula de Harry quedó a la altura del suelo. Hasta el momento se había mantenido oculto tras la puerta pero la curiosidad de ver que había provocado tal sonrojo en su amigo fue mayor —..... Que bello es tu cuerpo—no pudo evitar responder aquello ante la vista del menor sin ropa, ni maquillaje y con el cabello suelto. Ese comentario provoco un autentico desastre.
—¡Salgan, por favor! ¡No estoy vestido! ¡No me vean! ¡Soraya, Soraya!—comenzó a gritar el hokan cubriéndose el cuerpo lo mejor que pudo con el nagajuban.
—¡Harry no te atrevas a mirar!—gritó Liam cubriendo sus ojos y dando manotazos con su mano libre hacia donde estaba el torpe y bocón samurái.
—No vi nada, no vi nada—repetía y repetía el de ojos verdes cubriendo sus ojos, preparadose para salir corriendo.
— ¡Pero que vergüenza ustedes dos, hombres grandes, atosigando a un jovencito virgen! Danna-sama, no puedo creerlo de usted, salgan inmediatamente de aquí—Soraya podía ser buena y tranquila, pero enojada era un verdadero demonio.
Los dos mayores corrieron por sus vidas mientras Liam hacia jurar a Harry que lo castraría si llegaba a comentar algo de lo que sucedió.
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Sin mencionar el incidente, por supuesto, la noche llegó tranquila. Liam ya se encontraba enfundado en un pomposo kimono negro con detalles dorados en las mangas y la solapa, incluso en el hakama habían detalles en la parte baja de la bocamanga y el obi era dorado. Se veía regio y poderoso. Junto a él se encontraban ya en el jardín Steve, con un kimono rojo y el hakama marron claro y Harry con un kimono Azul oscuro y el hakama color negro. Ambos debían llevar su cabello recogido.
La noche se veia maravillosa. El atardecer estaba ya terminando dando paso a las estrellas. Las lamparas iluminaban a los hombres y mujeres que habían asistido. Todos lo samuráis con sus esposas y geishas estaban presentes, incluso, como en el caso de Kaoru y Gemma, algunos llevaron a sus hijos.
La alegría era mayor para quienes habían comenzado ya a beber sake. Se notaba que todos necesitaban aquella diversión.
—Miré hacia la entrada, mi señor—dijo Steve señalando con su mano.
Allí estaba Zayn vestido bellamente. Parecía una sacerdotisa. Llevaba puesto un kimono rosa fuerte con pequeñas flores pintadas en toda su extensión. El obi era de color negro con el mismo decorado, solo que en el moño de la espalda llevaba enormes flores rosadas del mismo tono que las que adornaban su cabello. El recogido de su cabello era una obra de arte. La línea lateral que dividía su flequillo estaba perfectamente marcada como si hubiera sido dibujada, toda su melena estaba agarrada en un enorme rodete adornado con una fina tiara de flores de plata, con kanzashis blancos sujetando el peinado de forma circular y por último las flores de color rosa pálido que simulaban un ramo visto desde arriba. El maquillaje que llevaba había logrado que su oscura piel se volviera blanca como la nieve. Solo llevaba algo de color en sus ojos, que estaban sombreados de fucsia. Hasta sus labios estaban blancos, la piel de su cuello y la de sus manos. Como accesorio solo llevaba unos aretes colgantes de color blanco.
Ni el más minucioso artista podría recrear tal majestuosidad. Liam estaba sumido en el mas profundo silencio. Su voz y todos sus sentidos se había escapado de su cuerpo.
—Louis se vería bellísimo con un kimono de ese color—ese susurro imprudente llego a los oídos de los dos hombres mayores y del joven hokan que sonrió con picardía. Se aprovecharía de aquello de la mejor forma.
—Samurái Harry, ¿Cómo se encuentra esta noche?—preguntó inclinándose delicadamente.
—Muy bien —respondió nervioso—te ves bellísimo Zayn. Me encanta como te queda el maquillaje y el kimono—comentó emocionado. Liam solo miraba aquello de reojo.
—Gracias. Mencionó que a alguien también le quedaría bien esta clase de atavíos, ¿A quién se refería?—preguntó inocentemente. Quería que el samurái cayera en su trampa.
—No hablaba de nadie ¿qué cosas dices? Eres todo un bromista—contestó riéndose para despistar que casi lo descubren. Incluso palmeó suavemente el hombro del menor.
—Zayn, ya debemos sentarnos—dijo Liam poniendo su mano en la cintura del más joven. Aquel tipo de contacto en público no era precisamente lo que más acostumbraba el mayor, pero no podía soportar los celos. Conocía a su amigo, el jamás lo traicionaría, pero no quería que nadie más tenga el derecho a tocarlo.
Se sentaron en una larga mesa en el mismo jardín. El señor a la cabeza, Zayn a su izquierda, Steve a su derecha y Harry a la derecha de este. Los demás se fueron acomodando de distintas formas. No era una fiesta formal, así que los formalismos exagerados no eran obligatorios.
Cenaron, rieron y bebieron mucho. El sake era interminable. Muchos yacían en el suelo o dormidos sobre la mesa por la borrachera.
Liam, Steve y Harry reían por cualquier cosa mientras Zayn les servía cada vez más.
—Harry—dijo Steve arrastrando sus palabras—¿y tu.... hermana?
—Se fue.... hace rato... debía acostar a Yuk...i—Harry estaba tan borracho que hasta hipo tenía. En un momento vio el abanico de Zayn, lo tomó y se puso a jugar con el. Lo abría y lo cerraba torpemente, hasta lo usaba para echarse aire de forma vaga.
— ¿Que haces?—preguntó el daimyo viendo la escena de forma divertida, el hokan se reía sonoramente.
—Solo juego..... es muy boni....to—dijo pastosamente con el abanico rosa en sus manos.
—Eres torpe, lo romperás—dijo Steve quitándoselo—. Además, se usa así—dijo abriéndolo y pasándolo de mano en mano de la forma más delicada y coordinada que el alcohol le permitía.
— ¿Quien te enseño?—preguntó el joven de ojos marrones con curiosidad. Se reía tanto que casi no se entendía que decía. Estaba muy sonrojado.
—Niaru..... él me enseño cuando.... bueno, no es importante—mencionó sonrojándose un poco al recordar todo lo vivido con el hokan rubio.
—Si me lo permite, Steve-sensei, le mostraré como se usa—dijo Zayn de forma coqueta, tomando el abanico y dirigiéndose al centro del jardín, donde todos podrían verlo.
Le hizo una seña a los músicos y estos comenzaron a tocar una melodía sumamente agónica, cuya armonía, marcada por las flautas, era acompañada por la sitara y la percusión.
El bello hokan comenzó a mover sus brazos con el abanico en su mano. De su kimono sacó otro abanico y comenzó a mover sus brazos simulando el batir de las alas de un ave. Daba vueltas sobre sus talones, hacía girar los abanicos con sus dedos, los pasaba suavemente de mano en mano y todo esto lo hacía mientras miraba a su querido amo.
La música comenzó a animarse y la gente a sumarse al baile. Lo que comenzó como una demostración de una antigua tradición se transformó en una algarabía borracha de gente riéndose y girando en pleno éxtasis bajo la luz de las lamparas flotantes.
Liam también se sumó al baile. Agitaba torpemente sus brazos, reía a gritos, saltaba abrazado a Harry y seguía bebiendo. Su delirio momentáneo era demasiado inusual. Su rostro era una mezcla entre un amarillo, signo particular de que su estrés de los últimos tiempos estaba carcomiendolo, y rojizo por el calor del movimiento y el alcohol. Sus movimientos eran cada vez más erráticos, todos a su alrededor estaban preocupándose, ya que lo llamaban y él no respondía.
En medio de toda la confusión el señor de Shirakawa se desmayó, desplomándose en el suelo, tiritando y sudando copiosamente.
Del silencio que se produjo al ver la escena le sobrevino el caos: Zayn gritaba que quería ir al lado de Liam mientras Harry lo sostenía, Steve corría hacia el palacio con su amo en brazos, los invitados imploraban que lo ayuden, comenzaron a llegar los médicos y los sabios para revisar al daimyo. No podían perderlo. Si el señor moría, los samuráis se convertirían en ronins y el emperador dispondría de la tierra a su antojo dejándolos sin nada. Todos sufrirían sin poder hacer nada.
Aquello duró horas, interminables horas de llanto y dolor para el hokan.
Lo encerraron el su habitación para que no armara más problemas. Su kimono se desarregló, se corrió su maquillaje, perdió los pendientes y, por si no tenía ya suficiente, nadie le decía nada sobre Liam. Ya había ideado de que forma rompería la puerta para poder salir cuando escuchó que se abría el cerrojo.
Era Harry.
Sus ojos hinchados, la palidez de su rostro y los hipidos que se escapaban de su garganta hicieron que se estrujara su corazón. Zayn corrió hasta él y lo tomó de las solapas de su kimono
—En este mismo instante dime que fue de Liam por favor ¡Voy a morir de desesperación!—gritó sin poder controlarse. Incluso su voz sonaba grave y amanezadora.
—Él esta bien—respondió tratando de calmarse—fue un pico de estrés. Solo esta cansado, pero me pidió que te buscará y te dijera que vayas con él. Te necesita Zayn por favor alivia su corazón—imploró el samurái abrazando al más joven. Este no se resistió pero tampoco lo correspondió. Así como estaba corrió hasta la habitación de su amo. Se molestó al ver que los médicos seguían allí.
—Salgan de inmediato—ordenó en un hilo de voz el amo y todos obedecieron excepto el hokan.
—Li.... Estas vivo—Zayn se acercó lentamente al futon donde reposaba su amo—. Creí que te perdería ¿qué fue lo que te pasó?
—Sientate querido, dejame recostar mi cabeza en tu regazo—pidió y su siervo lo cumplió. Se sentó a la cabeza de él y, con cuidado, puso la cabeza de su amo en sus piernas mientras acariciaba su cabello—Lamento que hayas sufrido. Estoy bien, dicen que solo es estres, que debo descansar.
—Casi me muero del susto. Prométeme que te cuidaras. Eres joven para estar sufriendo este tipo de males.
—Soy joven y tengo mucho por lo que pelear. No es fácil Zayn, ya viste todo lo que uno debe saber y hacer. Con la proximidad de la guerra y la muerte de mi familia no he tenido paz, más allá de los pequeños momentos como este. Momentos en los que estoy en tus brazos, o enseñándote y viéndote reír. Te haz convertido, en este poco tiempo, en el único ser al que deseo aferrarme—dijo Liam dejando sorprendido a Zayn. El dejó de llorar y vio a los ojos a su amo. Jamas había sentido algo así. Su corazón latía como un caballo desbocado—. ¿Puedes hacerme un favor?
—Lo que mi amo desee—respondió el menor, acariciando con delicadeza el rostro del mayor. No reparó en las lágrimas que caían de sus ojos, como gotas de rocío sobre las hojas de los arboles en las noches estrelladas.
—Canta para mi. Por favor—pidió con una pequeña sonrisa. No podía negarse por más vergüenza que sintiera. Por suerte recordó una canción que desde pequeño conocía. Se aclaró la garganta y se dispuso a cantar con voz suave y tranquila.
Toki toshite hito wa...
Kisetsu wo tagaete...
Umareru koto ga aru...
fuyu no semi no youni...
Keredo mijikai toki wo
kanashimi mo sezuni
Naki tsukuse tara daremo uso to yobi wa shinai
Semete kareno wo kake meguru...
Yume to yondemo...
Itsuka toki no nagare wo koete...
Hontou ni naru hi ga kuru...
Ah...
inochi wa inochi
yume wa yume
¿Doko de sakuka? wa
kaze ni kike...
(Algunas veces las personas se rebelan contra las estaciones...
Como las cigarras que nacen en el invierno...
Aun así, durante ese corto tiempo, viven sin tristeza
Puedes llorar fuerte, y no habrá alguien que pueda llamarlo mentira...
Al menos, vaga a través del campo marchito
Si es lo que llamas como tu sueño
Algún día, superando el flujo del tiempo
Vendrá el día en que se vuelva verdad...
Ah... la vida, vida es, los sueños, sueños son...
Pregúntale al viento... ¿Dónde va a florecer?)
Al terminar de cantar se dio cuenta que amargas lágrimas caían por su rostro. En medio de aquella canción había revivido todo el dolor de una vida, que tal vez volvió a aparecer al creer que perdería a Liam.
Bajó la mirada y vio que su amo también lloraba. Pero no de tristeza, sino de emoción.
—Tu voz es mas bella de lo que imaginé. Querido me emocioné de tal forma que no podría describirlo. Eres maravilloso—dijo el daimyo mientras secaba sus lágrimas.
—Gracias mi señor. Solo lo haría para usted.
—Quedate a mi lado esta noche—. Los ojos se Zayn se abrieron excesivamente al escuchar aquel pedido de su señor—. No te tocaré, ni te haré daño, ni reclamaré tu mizuage. Solo quiero tu compañía y tu calor. Temo que el frío del invierno me hiele—dijo y Zayn solo asintió, volvió a poner la cabeza de Liam sobre la makura y se levantó para quitarse el obi y el kimono.
Cuando solo le quedaba el nagajuban, el joven de ojos marrones volvió a hablar—Quitatelo— ordenó. El hokan dudó, pero finalmente se lo quitó, quedando solo con las finas vendas que cubrían lo menos posible de su esbelto cuerpo.
Soltó su cabello dejando cada accesorio junto al kimono y con un pañuelo de seda quitó todo lo que quedaba del maquillaje en su rostro y cuerpo. Cuando se aseguró de quedar totalmente limpio se dio la vuelta encontrándose con la mirada atenta de su amo.
Liam había observado cada uno de sus movimientos, sin perder detalle de nada. Con un ademán de su mano le indicó que se acostara a su lado.
Corrió el kakebuton negro y vio como se acostaba delicadamente a su lado. Lo envolvió entre sus brazos y sintió que el calor volvía a su cuerpo. Tocar aquella piel que sentia tan prohibida a la vista parecía ser un manjar que solo un dios podría permitirse. Acarició su negro cabello, y dejó dulces besos en su frente. El menos se acomodó a la perfección en su pecho, como si ese fuese su lugar en el mundo. El aroma a incienso en su piel lo relajó por completo hasta que finalmente se durmió. Se durmió profundamente, como un niño. Como hacía tiempo que no dormía.-
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Holiiiiis como están???
Liam es un tierniiiis no? Solo quería estar con su Zaynie 💞💞💞
El final me hizo llorar mientras lo escribía. La canción es parte del soundtrack de los OVAs de Fuyu no semi, un anime japones de 3 "capítulos" que sale de un sidestorie del manga Haru wo daiteita de Youka Nitta 💞💞💞💞 a mi me encanta y de aquí me inspire para hacer esta historia tan linda 💞💞💞💞 se los recomiendo porque es muy romántico y los personajes están muy bien caracterizados.
Ya saben que las imágenes no me pertenecen. Esta fic fue creada sin fines de lucro y..... Ya escucharon el disco de Harry???? Es hermosa la musica 😻😻😻😻😻😻
Muchas gracias por leer, hasta la semana que viene 😘😘😘
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