27 | Arrepentimientos
27 de mayo de 2021
| ARREPENTIMIENTOS |
AU: Hakuouki ruta de Saitō Hajime
Salimos del edificio, aún recordaba lo que Amagiri me había dicho: bebiendo el agua pura en el pequeño manantial de Mutsu podría revertir los efectos del Ochimizu. Realmente había demasiados pensamientos me golpeaban la mente y no podía pensar claramente.
Kazama acababa de morir a mis manos finalmente, debía ir al manantial, Harada, Nagakura y Heisuke volverían al frente con Hijikata, Chizuru ya era completamente libre y ahora yo... podría estar con ella.
¿Hasta qué punto ese era mi deseo? ¿Por qué no me sentía pleno ahora que podremos ser felices juntos? Quizá el ser consciente de que dejaré al Shinsengumi atrás me hace sentir cada vez más culpable, saber que dejaré todo el peso sobre los demás mientras yo huyo...
Si me voy ahora con Chizuru no volveré a ver a Hijikata, tampoco a Harada, Nagakura o Heisuke, pero por alguna razón pensar en ello no me dolía tanto como otro hecho que tengo asumido desde hace mucho. Ya no veré nunca más a Sōji, ni siquiera sé si siga vivo, dejó el Shinsengumi a la fuerza y lleva meses completamente solo, le prometí que iría a verlo , que hablaría con él de todo lo que sucede. Le he enviado cartas que no han tenido respuesta contándole cómo avanza la guerra, cómo nos hemos separado a la vez que nos reencontramos sólo para tomar caminos distintos.
He omitido que estoy perdiendo mi humanidad gracias al Ochimizu, pero no es un factor importante, eso sólo lo preocuparía más, si yo muero no quiero que él lo sepa.
Chizuru caminaba a mi lado mirándome algo intrigada, pero no puedo decirle esto a ella, aquel beso en mitad del bosque, mis promesas de mantenerla con vida, el asesinato de Kazama y todo lo que hemos pasado juntos en estos meses han sido por algo, porque la quiero. Finalmente nos iremos juntos, viviremos lejos de la guerra y al fin seremos felices, ¿cierto? No tengo arrepentimientos... no tendría por qué tenerlos, lo de Okita es un hecho. Un hecho que me duele profundamente, que hace que la sangre me hierva de la impotencia, pero a la vez no hay razón para ello: estoy cumpliendo mi cometido, Chizuru al fin está a salvo y he cumplido mi promesa con ella.
—Saitō —me llamó ella deteniéndonos un momento.
Puso una mano sobre la mía que sujetaba la funda de mi katana contra mi cintura, hasta entonces no me había dado cuenta de cómo la estaba apretando con tanta fuerza.
—Dime —moví un poco la cabeza despejando mis pensamientos para ponerle atención.
—¿Podemos hablar un momento? —me pidió bajando un poco la voz.
—Ah, claro... —asentí girándome bien hacia ella y colocándonos en la sombra mientras Harada, Nagakura y Heisuke se alejaban un poco para que pudiéramos hablar a solas.
Pero la mirada de Chizuru se conectó con la de Heisuke y ambos asintieron, Heisuke la animaba con seguridad y ella asentía lista.
—El agua que quitará los efectos del Ochimizu está en el manantial de Mutsu, ¿cierto? —preguntó ella.
— Así es —asentí. Al unir piezas, supuse que quería hablar sobre Heisuke—. Heisuke también deberá beber de ahí. Amagiri dijo que no nos devolverá a nuestro estado anterior, pero ya no sufriremos por la luz del sol, no habrá episodios de sed de sangre y tampoco se nos agotará la vida como a un rasetsu.
—Entiendo...
—Ahora iremos ahí, ¿de acuerdo? Luego veremos qué lugar sería bueno para permanecer hasta que acabe la guerra —extendí la mano hasta su mejilla y su mirada se entristeció.
—Saitō... —pero antes de decir nada, ella siguió— Tú no me quieres.
Por un instante no supe qué hacer o qué decir, pero inmediatamente puse algo de fuerza en mí después de un buen rato de vagar perdido y cansado en mis pensamientos.
—No, claro que sí, quiero protegerte, hemos pasado por todo esto y finalmente estás a salvo, quiero lo mejor para ti...
—Bueno... Me quieres, no puedo negar un sentimiento tan obvio como ese, es cierto, pero me quieres de una forma diferente a como quieres a Okita —entonces su mirada se posó en mis ojos—. Has estado todo este tiempo protegiéndome, has hecho todo esto por mí genuinamente así que no puedo negar que me quieres, y yo a ti también, pero sé que lo que sientes por mí es muy distinto a lo que sientes por él. Llevo mucho tiempo sabiéndolo pero...
—Yukimura, yo...
—Está bien —negó un poco y luego su mirada se posó en mi con una sonrisa acompañada por lágrimas—, Hijikata me lo dijo hace mucho, desde el momento en que empecé este viaje contigo lo supe, pero al parecer él ya lo había arreglado todo, nos han forzado a enamorarnos para mantenernos a salvo.
No entendía muy bien lo que decía. Sí, Hijikata me dijo cuando iniciamos el viaje que debía irme con ella para alejarla de él, si se quedaba con el vicecomandante probablemente la matarían, pasaría condiciones inhumanas en la guerra, yo debía llevármela y protegerla en la búsqueda de Kazama centrándonos únicamente en la guerra entre los demonios y humanos mientras el Shinsengumi luchaba con Satsuma. Pero ella no tenía ninguna responsabilidad sobre mí.
—Lo hablé con Heisuke y me contó que el vicecomandante te pidió que te fueras conmigo y siguiéramos a Kazama para que yo no me fuera con él hasta el campo de batalla. Y a mí Hijikata me dijo que era hora de que yo enfrentara a Kazama también, que tú irías conmigo para protegerme y luchar pero yo a cambio debía alejarte de Okita. Nos juntaron sólo para que nos cuidáramos el uno al otro separándonos de quienes queremos... Saitō, tú amas a Okita y lo he visto tantas veces que no puedo negarlo. Y yo también te quiero, llevamos meses juntos y tratando de convencernos de que nos amamos, pero creo que es otro amor el que tenemos.
Chizuru había detenido sus lágrimas casi de inmediato, su mirada tenía fuerza y hablaba más decidida que nunca, no había titubeado en ningún momento, estaba segura de lo que decía.
Me puso una mano en el pecho y me miró decidida a los ojos.
—Quiero protegerte y tú a mí, queremos lo mejor para el otro, queremos que el otro sea feliz, pero no lo seremos del todo si nos seguimos engañando con que esta mistad pura y genuina es realmente un romance. No lo es, te quiero de una forma incondicional y sé que que realmente tú quieres estar con él. Si te mantengo junto a mí quizá evite que te contagies, pero sólo conseguiré que te enfermes de tristeza, que tu corazón muera poco a poco así como tu felicidad. Pues pasa lo mismo conmigo, sé que quieren protegerme, que me quede a salvo pero eso no es lo que yo quiero, me da igual si debo vivir en un campamento y pasar hambre, si tengo que morir por la guerra quiero hacerlo a su lado... tú piensas igual, ¿cierto?
Ella sonrió con calidez al ver cómo una lágrima se me resbalaba por la mejilla. Esta salió nada más escuchar cómo puso en su boca aquellas palabras que tenía ocultas en lo profundo del corazón.
—Lo sabía —secó la lágrima y dio un paso hacia mí, finalmente parecía haber roto aquella barrera de extremo respeto que tenía sobre mí, finalmente parecía que estaba tratando con mi amiga, no con aquella chica sumisa de quien debía enamorarme, me gustaba muchísimo más este lado suyo, finalmente pude conocer este lado de alguien a quien tengo tanto aprecio—. Pues sigamos nuestros destinos, ¿para qué queremos una vida larga y perfecta si realmente va a ser miserable y dolorosa, no? Esta vez vamos a desobedecer las órdenes, esta es nuestra vida. Ya he estado mucho tiempo oculta y tú ya has cumplido tu cometido con el Shinsengumi, es hora de tomar las riendas de nuestras propias vidas y seguir nuestros corazones, ¿sí? No vivas con arrepentimientos.
No había nada más que decir, Chizuru había dicho todo aquello que yo trataba de sepultar en mi corazón bajo la excusa de que eran órdenes.
—Chizuru, gracias —me atreví a decir justo cuando ella me abrazó con cariño.
—Gracias a ti por todo, Saitō, no... Hajime —dejó libre una risita nostálgica—. Siento mucho que hayamos tenido que vivir en esta mentira tanto tiempo pudiendo haber sido así de directos, pudiendo haber sido así de cercanos y cuidarnos mutuamente.
—No —negué tratando de sonreír también correspondiendo al abrazo—, acabas de decir que no vivamos con arrepentimientos. Siempre hemos sido así de cercanos, sólo que no lo expresamos... Siempre me has tenido y me tendrás para todo, Chizuru. Tú lo dijiste: este es un amor puro e incondicional.
Asintió apretando el abrazo unos segundos más.
—Claro que sí, lo es. Y tienes razón, siempre lo hemos sido y lo seremos.
Cuando nos separamos compartimos la misma sonrisa mirándonos a los ojos aún teniendo unas pocas lágrimas que querían escaparse. Pero entonces vi cómo Heisuke se acercaba junto a Nagakura y Harada. Si él le dijo todo eso a Chizuru, ya sabe todo lo que sucede y esta conversación lo remató.
—Ahora date prisa, debes llegar a Edo —me dijo ella tomándome de ambas manos y dejando un papelito en ellas—. Esta es la dirección, te llevará hasta un hospital, allí debes caminar por la misma calle hacia el río, allí encontrarás una pequeña hacienda, pregunta por él allí.
—Gracias —apreté un poco sus manos y Heisuke me puso una mano en el hombro—. Pero, el agua del mananti-
—No te preocupes por eso. Nosotros iremos ahora, Mutsu está a pocas horas de aquí, te alcanzaremos en Edo y te la entregaremos allá, luego iremos hacia el norte—dijo confiado Harada.
—Sí, yo me alistaré para estar al lado de Hijikata así que llevaré a Chizuru conmigo, puedes confiármela, tranquilo —rio con sinceridad Heisuke y asentí con una sonrisa indeleble.
—Ahora tu enemigo es el tiempo, date prisa —me animó Chizuru y yo asentí dando un paso hacia la dirección que debería tomar.
—Muchas gracias.
Y empecé a correr ya que la vida me iba en ello.
*** *** ***
—Es aquí, en la última puerta —el hombre me señaló el camino y yo agradecí antes de seguir el camino finalmente ya en la hacienda.
En estos dos días apenas he dormido, me he dedicado a correr, a buscar la forma más rápida de llegar, no veía que llegara este momento, finalmente estoy en la hacienda, a tan sólo unos metros de la pequeña casita donde él está.
Y aquel temor de haber sido demasiado lento acaba de desaparecer, si él me lo ha indicado con naturalidad es porque él aún está allí.
En el viaje estuve pensando una y otra vez en lo que dijo Chizuru. Finalmente seguimos nuestro destino, tomamos nuestras propias decisiones y yo finalmente he escogido la vida que quiero seguir así como la muerte que quiero tener.
Llamé a la puerta y en pocos segundos finalmente escuché su voz.
—Adelante.
Entré ya habiendo dejado mis zapatos fuera y cerré la puerta detrás mío.
—¿Qué se le ofrece? —preguntó mientras se escuchaba cómo venía hacia aquí desde la habitación de al lado.
—Sōji.
Lo miré entrar en la habitación principal y mientras que mi mirada se iluminaba por cada segundo que pasábamos mirándonos en silencio, él estaba paralizado, no parecía creer lo que sucedía.
—Hajime, viniste...
—Te lo había prometido, ¿cierto? —pero al coger impulso para ir a abrazarlo, él dio unos pasos atrás jalando la tela de su ropa para cubrirse la boca y la nariz con ellas e intentar apartarme de él con la mano libre.
—¡Aléjate, Hajime! —insistía por más que yo lo tomara de las manos y quisiera acercarme— No, no, no te acerques. Te vas a contagiar, debes irte, sal... ¡Por favor, Hajime, te lo pido por favor!
Pero conseguí tomarlo de ambas muñecas y así dejar descubierta su cara al fin, una vez pude ver de nuevo su rostro al descubierto, sólo acerqué el mío lo más ágil que pude y no me detuve hasta que tuve sus labios contra los míos.
Insistí besándolo con fuerza, justo como aprendí a hacerlo con Chizuru, y él correspondió después de que quedara claro que mi única intención era estar a su lado, todo lo demás no era importante.
Al haber probado el sabor metálico de la sangre en ese beso profundo y eterno, un escalofrío me recorrió consiguiendo que mi pelo se blanqueara en pocos segundos, pero aún así no sentía ninguna ansiedad por la sed de sangre, no necesitaba nada por el simple hecho de ya tenerlo todo.
—Te amo, Sōji —confesé sujetando sus manos, también cómo había visto hacer a Chizuru tantas veces.
Todo ese tiempo que pasé con ella en una mentira mutua para protegernos sirvió para que confirmara lo mucho de adoro a Sōji, y al parecer, para saber cómo demostrárselo.
Pero al verme con el pelo blanco él de inmediato supo lo que sucedía, yo ya no era humano, pero pronto volvería a serlo.
Me observó con la mirada quebrada y, temblando, colocó sus manos en mis mejillas antes de dejar libres unos sollozos acercando su cabeza a mi pecho.
—Lo siento mucho. Ahora tú...
Coloqué las manos sobre las suyas tomándolas y pudiendo sentir lo débiles que estaban.
—Pero no por mucho más. ¿Sabes? Hay un manantial en Mutsu...
*** *** ***
Sentí las manos de Sōji acariciarme la espalda lentamente tratando de tranquilizarme, pero francamente era difícil.
Aún teniendo la puerta hacia el jardín abierta, el aire no fluía, o al menos no podía sentirlo.
—Tranquilo, sólo intenta respirar despacio —me dijo aún acariciándome estando de rodillas al igual que yo—. Alza la cabeza, así te costará menos —me puso una mano en la barbilla levantándome la cabeza.
Lo miré al estar justo delante mío, pero él simplemente se mantenía tranquilo mirándome como si nada, con esa misma sonrisa delicada en su rostro.
Y al quedarme perdido en sus ojos conseguí tranquilizarme, sé que debo verme increíblemente desesperado, sólo conseguía respirar por pequeños jadeos mirándolo como si mi vida dependiera de sus ojos, ¿acaso no lo hacía?
Pero pronto cerré los ojos una vez tras otra al toser mientras bajaba la cabeza interrumpidamente. Me quise cubrir la boca y en poco tiempo sentí la sangre caer en mi mano, entonces Sōji metió la mano en su ropa sacando un pequeño pañuelo de tela con el que me limpió la boca y una vez me detuve, sólo me abrazó dejando mi cabeza sobre su hombro.
No he salido de la casa en toda la mañana, y aún así estos pocos minutos hacen que me sienta más cansado que cuando pasé los dos días en el camino hacia aquí. Ahora me agotaba con tan sólo levantarme de la cama.
Tan sólo unos pocos minutos después nos separamos y él me estaba mirando a los ojos con su común sonrisa tranquilizadora a la que sólo intenté corresponder.
Es horrible, en serio lo es... Tan sólo han pasado trs meses y poco más desde que confirmamos que me había contagiado, pero al parecer mi cuerpo reaccionó aún peor que el de Sōji cuando contrajo la tuberculosis. Los primeros meses, incluso el primer año pasó casi desapercibido, pudo engañar a varios, pasaba como si fueran resfriados constantes. En cambio yo he empeorado casi al grado en el que él está después de tres años en tan poco tiempo.
Los primeros días que estuve aquí yo me encargaba de cuidarlo por completo, después de contagiarme aún seguíamos dividiendo las tareas en partes iguales y era yo quien más tiempo debía pasar cuidándolo, me desvelaba continuamente vigilándolo en noches en las que no le bajaba la fiebre... Y justo hoy fue al revés, ahora depende del azar quién va a estar menos débil el día siguiente para cuidar al otro.
Pero esta es la verdadera muerte que quiero. Quizá en Ezo ya habría muerto por algún corte, una bala o podría estar preso... Sé que he dedicado toda mi vida a la guerra, entrené desde niño, he pasado mi juventud en guerra y ahora simplemente me alejo para no morir en ella, pero realmente hay alguien que pertenece a la guerra aún más que yo. Sōji nació para pelear y tendría que morir haciéndolo también, eso es lo que todos decíamos en el Shieikan, es lo que creímos por años, lo que en ocasiones me hacía derramar alguna lágrima oculta al pensar en ello sabiendo que no sería posible y que quizá el ya había muerto sin que yo lo supiera siquiera.
Aunque es cierto que va a morir peleando, lleva tres años peleando contra esta enfermedad y ahora mejor que nadie puedo confirmar lo cruda que es la batalla, yo ni siquiera aguanté tres meses antes de que me doblegara y en cambio él ha luchado tanto tiempo...
Pero no importa, Chizuru dijo que viviríamos nuestra propia vida como quisiéramos, que siguiéramos nuestro destino y eso hice, sé que mi destino es él, es morir a su lado.
—¿Quieres té? —preguntó él ya cuando ambos nos acostamos en el futón que compartíamos en la habitación principal.
La estampa era preciosa: el jardín que había en el patio trasero casi exclusivo para nosotros era iluminado por los primeros rayos del atardecer, la brisa de verano soplaba refrescando ligeramente la casa que aunque era pequeña, era realmente nuestro hogar, y justo enfrente de mi vista se encontraba él.
—Estoy bien —negué con la cabeza sonriendo levemente.
Estaba acostado a mi lado mirándome con esos preciosos ojos verdes que no habían dejado de brillar a pesar de todo, su rostro pálido y delgado relucía con el contorno iluminado por el sol mientras que su mano estaba lacia sobre mi mejilla con cuidado. De vez en cuando yo tenía que abrir la boca para poder respirar, otras veces él lo hacía o se aclaraba la garganta desesperadamente, pero esa nueva parte del día a día no nos podía interrumpir en este momento, ni siquiera influía en lo más mínimo.
—Ven aquí... —su murmullo fue débil y cálido a la vez que me acercaba unos pocos centímetros más hacia él.
Sōji apoyaba su cabeza en una de sus manos y cuando me acerqué a él, me rodeó con el brazo opuesto quedando abrazados sin importar el calor.
—Te amo.
Quizá ya esté a las puertas de la muerte también, la falta constante de aire y la cantidad exagerada de sangre que pierdo cada día me hacen creer eso. Pero aunque muera hoy mismo, en esta casa en Edo regalándole mi último aliento derrotado a la enfermedad, voy a morir junto a quien realmente amo, habré vivido la vida que realmente quise. Y así no tendré ningún arrepentimiento.
Bueno, y aquí está uno de los capítulos que más ganas tenía de publicar, un final alternativo y OkiSai para la ruta de Saitō U.U
Espero que les haya gustado y que hayan vivido el OkiSai así como el HijiChi y la bonita preciosa amistad de Hajime con Chizuru.
Debo decir que este junto al arco de Maki y Heisuke fueron mis capítulos favoritos ;w;
Muchas gracias por leer y nos vemos mañana con un poco de historia <3
Atsushi~
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