02.
PRIMERAS VECES
Su historia de amor estaba llena de primeras veces básicas, tontas o importantes, pero al fin de cuántas, primeras veces que pasaban juntos.
La vida estaba llena de primeras veces, y para Kaminari las cosas no eran diferente; su vida estaba llena de centenares de primeras experiencias, desde la primera vez que se trago la goma de mascar y lloro porque pensó que moriría, hasta la vez que se escapó de casa para hacer un grafiti debajo de un puente con Sero.
Sin embargo, esta vez estaría bien centrarnos en las primeras veces que paso junto a Hitoshi como pareja.
Como su primera cita, la cual fácilmente puedo haberse confundido con una excursión infantil al zoologico local por lo emocionado que estaba el menor al visitar por primera vez el lugar.
— Toshi, ¡hay un mono! ¡UN MONO! ¡y mira, mira, una jirafa! ¡y aquí hay un niño!
— Okay, Den, suelta al niño, ese no es parte de la exhibición.
Kaminari no podía estar más fascinado con todo lo que veía a su alrededor, jamas había ido a un zoologico y cuando Hitoshi propuso ir juntos -en una especie de primera cita- su corazón no supo si latir desenfrenado por la invitación o por cumplir uno de sus más grandes deseos.
— ¡Rawr! ¡Rawrrrr! ¡RAWRRRRR!
— Bien, bien, tu ganas Den, creo que el tigre ya entendió.
El animal desde su hábitat los miro aburridos y el rubio a su lado le sonrió orgulloso.
— ¿Acabaste de pelear con el tigre?
— Si, ahora vamos con las avestruces.
— ¿No quieres mejor un helado? —pregunto, demasiado preocupado porque su amigo terminara sin un ojo por pelear con los animales.
— ¡Si! ¡Un helado, vamos!
Y esa vez también fue la primera vez que se tomaron de la mano, pues Denki lo arrastro de la mano al puesto de helados más cercano y al darse cuenta de sus dedos entrelazados ninguno se atrevió ha alejarse. Con las mejillas rojas y evitando el contacto visual caminaron uno junto al otro por el zoologico, hasta que una nueva pelea del rubio contra un mono termino con los nervios entre ellos.
Pero también podemos recordar esas primeras veces que muchos ignoraban pero extrañamente ellos recordaban a la perfección.
Como la primera vez que Shinso se percato de lo pequeño que era su novio, porque aunque él mismo ignoraba su propia altura, Denki estaba consciente de que su novio podía sacarle al menos diez centímetros de estatura.
— Quítate de encima, poste de luz andante. —le reclamo con un puchero molesto; su novio solía poner su cabeza sobre la suya muchas veces, pero desde que noto la diferencia de estaturas unas semanas atrás ahora lo hacía con más frecuencia.
— Eres adorable.
— ¡No lo soy! Alguna vez te salvaré de una invasión de patos piratas y te demostrare lo feroz que soy.
Y si, Hitoshi conoció lo feroz que podía ser su novio cuando unas semana después de eso lo mordió porque se molestó.
En realidad no era la mordida que Shinso esperaba pues Kaminari solía morderlos en... bueno, otras situaciones, sin embargo, no tenía contemplado que el sistema de defensa de su novio consistía en encajar los dientes con una fuerza sobrehumana.
— Lo siento, Toshi. —se disculpó el menor con los ojos llorosos y la culpa carcomiéndole. El enojo que antes sentía ya no existía en sus sistema—. No pensé que te dolería tanto. Lo siento, lo siento, lo siento.
— Descuida, Den, no es nada grave. —le sonrió en búsqueda de calmar al rubio.
Sin embargo, Denki no se dejaba de sentir mal y aunque su novio hizo todo para asegurarle que estaba bien y no había resentimiento, aquella fue la primera vez que en verdad se sintió muy mal por lastimar a alguien de manera involuntaria.
¡Había sido un reflejo, desde niño solía morder cuando se molestaba!
¡Incluso su madre había amenazado con ponerle un bozal!
— Estamos bien, ¿si? —le dijo Hitoshi besándose su mejilla—. No te sientas mal, bonito, ya te disculpaste y nada grave paso, todo está bien. Mejor dejemos las mordidas para otros momentos ¿te parece?
Denki rió y asintió, demasiado agradecido porque la culpa disminuyera con las palabras de su novio.
Y aunque su historia estaba llena de primeras veces básicas, otras tontas y algunas poco importantes, también existían esas primeras veces relevantes que los hacían temblar al recordarlas.
Como la primera vez que se conocieron de una manera más íntima, dejando de lado los nervios y el miedo para darles a sus cuerpos las satisfacción de sentirse complejos junto al otro.
Aquella primera vez que Denki despertó con el cuerpo de su novio a lado, mirándolo sonriente y enamorado como solo alguien que estaba embriagado de amor podía verlo.
O esa primera vez que Shinso dejó una marca visible en el cuerpo del menor y descubrió -también por primera vez- lo bonito que era pintar de otro color la piel de su pareja.
Incluso podemos mencionar ese primer "te amo" que aún sigue erizando sus cuerpos al recordarlo u oírlo.
Esa vez que Denki descubrió en una de sus tantas divagaciones en el internet a las dos de la madrugada la verdadera diferencia de tamaño entre un avión y una persona, y como él jamás había estado tan cerca de un avión se sorprendió y le envió mil mensajes a Shinso compartiéndole su nuevo descubrimiento; al otro día, Hitoshi lo llevo al aeropuerto y usando un par de mañas -y tal vez incluso su poder- logró que Denki estuviera a menos de dos centímetros de un verdadero avión.
En ese momento Kaminari no sabía si sorprenderse por lo gigante que era el ave metálica o porque su novio jamás pensó que era una tontería y en vez de mandarlo a dormir después de despertarlo con sus mensajes se puso a planear cómo llevarlo al frente de un avión.
Después de ser descubiertos y huir entre risitas y gritos lograron ponerse a salvo en la parte trasera de un taxi mientras el chofer reía levemente de la travesía del par de adolescentes y manejaba hacia la dirección dada. En ese momento, aún recuperando la respiración, Denki se dejó caer sobre el hombro de Hitoshi, abrazando su brazo y sintiendo su corazón latir a mil por hora.
Y sin importar lo poco romántico del ambiente, ni su reciente persecución, le murmuro con voz calmada y sincera un "te amo" que logró derribar a Shinso por completo.
Ese par de palabras logró descolocar un poco a Hitoshi, así que tardó varios minutos en reaccionar y como respuesta solo pudo besar la coronilla del menor, prometiéndole en silencio que algún día le diría las mismas palabras con la misma intensidad y sinceridad que él había usado.
Para Denki fue una excelente respuesta pues casi un mes después, cuando llegó empapado a casa de Hitoshi con una gatito que había encontrado en la calle bajo la lluvia, su novio lo ayudó a secar y resguardar al animal, le prestó su ducha y su ropa para cambiarse y cuando estaban en la cocina buscando fideos instantáneos para preparar y cenar, se acercó y le susurró un "te amo" que le recorrió todo el cuerpo en forma de una corriente eléctrica.
Había muchas historias sobre las primeras veces que vivieron juntos que faltaba contar y otras que aún no vivían pero morían por experimentar.
Tal vez -sólo tal vez- esa era la faceta más linda de ser un adolescente estúpidamente enamorado. Porque si se los preguntan justo ahora, había millones de primeras veces, y para ellos, vivirlas juntos no tenía precio.
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