01.
AMIGOS DE LA INFANCIA
Denki y Shinso podían ser considerados amigos de la infancia, aunque la realidad era que ellos se detestaban a no más poder, pero... si tanto se odiaban, ¿por qué se estaban besando en ese momento?
Shinso sabe que debería de estar acostumbrado, sin embargo, aunque ese mismo escenario se repitiera una y otra vez a lo largo de los años aún seguía sorprendiéndose el entrar al salón de clases y ver al mismo chico rubio sentado en uno de los pupitres del aula.
¿A quién carajos le pareció buena idea ponerlos en el mismo salón?
¡Trece años!
¡Llevaban trece malditos años coincidiendo en el mismo salón!
Denki Kaminari no solo se aparecía en su aula de clases, sino que en toda su vida en general.
¿En las cenas familiares?
Ahí estaba Denki, a un lado de sus padres que curiosamente eran tan cercanos a los padres de Hitoshi que eran los primeros en ser invitados a esas cenas privadas.
¿En navidad?
¡Por supuesto, los Kaminari también estaban invitados!
¿Día de Gracias?
¿Era necesario repetirlo?
— Si te vuelves ha aparecer en mi salón te golpeare en el rostro —amenazo el rubio al verlo entrar.
— Ah, no, si tú te vuelves a aparecer en mi salón yo te cortaré ese rayo que te tiñes en el cabello.
— ¡No es teñido!
— Lo dudo.
— ¡Lo has visto crecer todos estos malditos años, incluso me lo cortaste una vez!
— Y no me arrepiento.
Denki gruño al no poder arrojarse a golpearlo por la repentina llegada del profesor, era su primer día de clases y no podía meterse en problemas.
Aunque la primera impresión de todos los que supieran su historia fuera que deberían de ser mejores amigos de la infancia por compartir caminó durante tanto tiempo juntos, lo cierto era que ninguno de los dos podría soportar más de dos minutos sin pelear.
Se odiaban, no había otra palabra para definir su relación.
En todos esos años jamás establecieron nada parecido a la amistad ni a un sentimiento de hermandad como muchos supondrían al básicamente crecer uno al lado del otro.
Apenas con suerte salían vivos de sus peleas.
Para Kaminari, Shinsou era aburrido e insoportable.
Para Shinso, Kamianri era infantil e insufrible.
Para ambos, lo único que podía haber entre ellos era un eterno rencor.
Pero...
Si se profesaban tanto odio...
¿Por qué se estaban besando justo ahora en aquella oscura habitación?
¿Si Hitoshi lo odiaba tanto por qué no separa sus manos del cuerpo más pequeño?
¿Y si Denki lo detestaba como siempre había dicho, por qué se aferraba al besó hasta que sus pulmones colapsaran?
— Se supone que debería de estar cuidándote. —murmuró Hitoshi apenas se separaron para tomar aire. Denki sentado a horcadas en su regazo no soltó sus mejillas en ningún momento.
— Justo ahora me estás cuidando muy bien.
Y sin esperar otro segundo volvieron a unirse.
Aquella noche Kaminari había podido asistir a esa fiesta con la única condición de que Shinso fuera con él y lo cuidara de hacer cualquier estupidez.
Lo que ninguno de sus padres sabía era que él mismo Shinso era el que se encargaría de hacerlo explorar los límites de la idiotez humana, porque, siendo sinceros, acostarse con él chico al que se le profesa odio eterno no era ni por poco la decisión más inteligente que pudo haber tomado en su vida.
Ni siquiera ellos saben como terminaron ahí. El ambiente adolescente, las luces de todos colores y la música a todo volumen los había llevado a romper esa tensión que ni ellos sabían que existía, sin posibilidad de culpar al alcohol que no tomaron ni a la influencia de terceros que no tuvieron nada que ver.
Ellos mismos se habían devorado la boca en mitad del pasillo y también ellos mismos habían buscado la habitación más alejada del bullicio para darle un digno cierre a esa noche.
Al final de lo noche, ninguno dijo más de lo necesario, acordando de manera silenciosa guardar ese encuentro en el fondo de sus memorias y seguir tan normal como siempre.
— No sabía que se conocían desde hace tanto tiempo —dijo Mina después de enterarse de la historia de ambos chicos.
— Nos conocemos desde que nacimos, pero hemos compartido escuelas y salones desde los tres años.
— Wow, eso sí que es una enorme coincidencia. —se sorprendo Kirishima, aunque a Denki no le parecía tan genial como sonaba.
— No se dejen llevar por su facha de cerebrito —dijo, viendo a lo lejos al pelivioleta comer con su grupo de amigos—. Es un idiota.
— Oh, amigo, no olvides que del odio al amor solo hay un paso.
— Y de amigos de la infancia a novios hay solo centímetros.
Kaminari bufo.
Si, como si eso fuera a pasar.
— No somos amigos de la infancia. Lo odio, me odia, no hay mucho que explicar.
— Claro, sigue diciéndolo hasta que tú mismo te lo creas.
— ¡No es mentira!
— ¿Ah, no? ¿Y si te odia tanto por qué el otro día te dio un paquete de pañuelos al empezar la clase?
— Porque tengo alergia al polen y no quería que "llenara el salón de mocos" —rodó los ojos al recordar las palabras exactas del mayor.
— Y qué casualidad que aparte de Shinso nadie más sepa que eres alérgico al polen.
— ¡Eso no tiene nada que ver!
— ¿Y la vez que le tocó interpretar tu dibujo en clase de arte y adivino que se trataba de tu pez dorado llamado fideo?
— El conoció a fideo, tenía que acordarse de alguna forma.
— ¡Ni tu te acordabas del nombre, solo recordaba tener un pez "bonito y brillante"!
— ¿O la vez que te enfermaste por la comida de la cafetería y él te llevo al baño antes de que vomitaras en el salón porque fue el único que noto que no estabas en tus cincos sentidos?
— ¿O la vez que pudiste diferenciar qué no estaba dormido sino que había perdido la conciencia?
— ¿O cuando le dijiste a la enfermera todas sus alergias en orden alfabético?
— ¿O cuando nadie más que él recordaba que tú-?
— Bien, si, hay muchas cosas que se pueden malinterpretar, ¡pero en verdad nos odiamos! En verdad, en verdad, en verdad.
Ejiro suspiro demasiado cansado con la negación de su amigo como para seguir soportándolo.
— Denki, ¿Se dan cuenta que si dejaran de esconderse detrás de un odio falso podrían ser la mejor pareja de todo el maldito mundo?
Las mejillas de Kaminari se tiñeron de rosa, cruzó los brazos sobre la mesa y ocultó su rostro entre ellos.
Ellos jamás podrían ser pareja.
Ni siquiera eran amigos de la infancia.
¿Como podrían terminar en una relación?
— ¿Puedo usar esta? —preguntó tomando una camisa gris del armario ajeno.
— Si te digo que no igual la usaras. —respondió Shinso encogiéndose de hombros; estaba ya acostumbrado a que desde niños Kaminari le robara la ropa que le gustara, hasta el día de hoy seguía extrañando su camiseta de dinosaurio.
— Es tu culpa que terminará con el jugo encima.
— Tu empezaste la pelea.
— Tu la continuaste.
— Pero tu-
— ¡Niños, no están peleando otra vez, ¿verdad?! —preguntó la madre del rubio desde la planta baja, ambos suspiraron y contestaron en uníson un "No" antes de culparse mutuamente con las miradas.
— Más te vale mantenerte limpio lo que resta de la noche, a este paso me dejarás sin ropa.
— Te regresare la que me he llevado.
— Ambos sabemos que eso no es cierto, siempre lo olvidas.
— No, esta vez va en serio, al parecer tu ropa me trae mala suerte.
— Eres torpe por naturaleza, no culpes a mi ropa.
— Cállate, idiota, no me refería a eso. —bufo—. El otro día me encontré con un chico que me interesaba y al verme con tu camisa pensó que salíamos.
— Es un idiota.
— Da igual, no puedo dejar que las cosas se sigan malinterpretado, así que te devolveré todo lo que tenga tuyo.
— Tu armario quedará vacío.
— ¡Estoy intentando hacer una buena acción, agradece un poco, imbecil!
Shinso rodó los ojos y levantó ambas manos en señal de paz, Denki siguió con su labor de limpiar el jugo de sus zapatos.
— Como sea, igual no te convendría salir con ese tipo.
— Ni siquiera sabes quién es.
— No hace falta saberlo, él idiota pensó que llevabas mi ropa como una forma de "marcar mi propiedad" y eso es desagradable. Deberías mandar al carajo a cualquiera que desprecie tu individualidad. No eres un trofeo, Kaminari.
Y aunque sus palabras fueron dichas con buena intención y sin ningún insulto de por medio -al menos no dirigido a él- Denki reaccionó arrojándole uno de sus zapatos a la cara, porque prefería recibir las quejas del chico a que este notara lo rápido que iba su corazón después de ese comentario.
Después de una larga pelea y el regaño de una de sus madres volvieron a la sala, sentándose uno junto al otro como era costumbre desde que tenían memoria.
— Cuando termine la película irán a limpiar el desorden que hicieron en el comedor, ¿entendido?
— Si. —respondieron al uníson.
A partir de ahí todo fue demasiado difuso para Denki, solo recuerda la mala película reproduciéndose mientras el sueño le inundaba y cabeceaba levemente en el hombro de Shinso, acostumbrado a que este no lo quitara pero le dedicará un breve "si me babeas te pateo" como cada vez que se quedaba dormido a su lado,
Después puede recordar que busco una posición más cómoda ocupando medio sofá y con las puntas de los pies golpeando levemente el muslo de Hitoshi mientras este le ataba las agujetas de ambos pies entre sí para que cuando despertara se llevara el mayor golpe de su vida; y luego -cuando despertó, se paró y cayó- puede recordar ser obligado por su madre a ir a limpiar el desorden en el comedor y ayudarle al otro adolescente a lavar los trastos.
Eso era lo más que podía distinguir entre toda su neblina de sueño y cansancio, lamentablemente, ninguno de sus fugaces recuerdos le explica como termino acorralado en la isla de la cocina con Shinso Hitoshi comiéndole la boca.
Tal vez en lugar de acercarse más y profundizar el beso tuvo que alejarse y pedirle explicaciones, pero la inteligencia no formaba parte de su vocabulario en ese momento así que solo se dejó llevar por la unión de sus labios y él latir de sus corazones.
Comenzaba a odiar eso. Ese sentimiento de saber que se debe alejar lo más lejos posible pero a la vez esa maldita atracción que lo guiaba a él como un maldito iman.
Había muchas cosas que aclarar, muchas preguntas que hacer y muchas dudas que resolver.
Pero cuando el mayor se separó, con los ojos apenas abiertos y un brillo que jamás había notado deslumbrando sus pupilas, Denki decidió dejar todo a un lado.
Porque de amigos de la infancia a novios había pocos centímetros de separación y la poca lógica que aún mantenía en su cerebro le decía que de enemigos de la infancia a novios, apenas si existían milímetros.
Y estaba seguro de que ellos ya los habían cruzado desde la primera vez que sus corazones latieron más de lo debido.
Shinso intentó decir algo, pero él se lo impidió tomándolo de las mejillas y guiándolo nuevamente a sus labios.
Sabía que esa noche no se aclararía nada, que lavarían los trastos y volverían a a la sala como si nada hubiera sucedido.
Pero no le molestaba.
Porque ambos sabían cual era la realidad y no intentaban negarla, solo se estaban preparando para enfrentarla.
Y algún día, tal vez no muy lejano, saldrían de la cocina con las manos entrelazadas después de devorarse mutuamente los labios y les darían la noticia de su noviazgo a sus padres.
Y todos aquellos que los conocieran se reirían porque saltarse el paso de amigos de la infancia fue una tontería que les hubiera evitado millones de problemas, pero raramente, pasar de enemigos de la vida a una pareja perfectamente estable es algo que les quedaba bien a ellos.
Solamente a ellos...
Por ahora seguirían profesando un odio vacío hacia el otro y después, cuando llegara el momento correcto, se miraron a los ojos y se preguntarían
¿Y si...?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro